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El Reconocimiento - Keisso - 04-10-2006
La búsqueda de reconocimiento constituye una de las fuerzas motoras motivacionales más poderosas en el ser humano, muchas veces llega a superar a la fuerza sexual. El ser de las personas depende del Otro, a partir de los demás el hombre se conoce a sí mismo, se forma, se crea una identidad. Supongo que debe existir una razón genética para esto.
Carl Rogers, creador de la Psicoterapia Centrada en el Cliente, consideraba que buena parte de la tarea del terapeuta consistía en proporcionar un reconocimiento libre de enjuiciamientos al paciente. A través del reconocimiento de las partes verdaderas de la persona, ésta podía reestablecer el proceso de crecimiento. Es probable que tras el proceso de la confesión exista esa necesidad de ser reconocida en lo que verdaderamente es la persona.
Quienes tienen conocimiento de psicología deben estar en contacto con nociones del tipo “falso self”, o “falso yo”. Las personas en su desarrollo desde el nacimiento están regidos en buena medida por el reconocimiento, aquellas partes de su personalidad que son rechazadas por los demás, censuradas, desaparecen de la conciencia, por lo que son reprimidas, y su desarrollo queda interrumpido, o siguen un desarrollo subterráneo con algún tipo de aberración. El ser de las personas, el ser percibido, es el que tiene un reconocimiento positivo, por lo que las personas sienten ser aquello de valor para ellas por su poder para obtener reconocimiento. El self -yo- de la persona se va formando a partir de una porción limitada de sí misma. Es más, muchas veces se crea un self completamente falso, pero que le permite a la persona tolerar la vida sin el reconocimiento que necesita. El problema con el falso self, o el self estrecho, consiste en no estar enraizado en sensaciones reales acerca de sí mismo. La persona no puede sentirse a sí misma, no se siente en su cuerpo, y en casos extremos, no sabe quien es. El ser de una persona debe anclar en las sensaciones de su cuerpo, porque a través de las sensaciones conocemos verdaderamente. Primero se sienten las cosas, luego esas sensaciones pueden desembocar en una representación. Pero si no se puede sentir, si se está alienado del cuerpo, no es posible tener conocimiento de lo que ocurre.
Las personas que no saben quienes son, que necesitan encontrarse, están alienadas.
El camino hacia sí mismo pasa por entrar en contacto con el cuerpo, con las sensaciones, con la vivencia. En la psicoterapia rogeriana se crea un clima de aceptación para que el cliente se explore sin ser juzgado, que explore sus sensaciones, sentimientos, pensamientos, y los exprese. El reconocimiento del terapeuta de esas partes que antiguamente habían sido rechazadas por una especie de reconocimiento negativo, ahora pueden pasar a formar parte de la personalidad del sujeto, se integran al self real.
Pero el reconocimiento no es sólo necesario para el autoconocimiento, es necesario para la autovaloración. Se necesita ser valioso, importante. Quitarle el reconocimiento a una persona puede llevarlo a la muerte.
Pero aquí existe un elemento importante a tener en cuenta, no cualquier reconocimiento tiene valor. Mucho se habla de que algunas personas no saben qué hacer con el éxito y se desmoronan. Esto ocurre cuando ese éxito no está construido en torno a elementos verdaderos de la persona. Un falso éxito, agobia. Un falso reconocimiento agobia, porque le exige a la persona a estar en un nivel que no puede alcanzar. La apariencia puede ser suficiente para algunas personas, pero no llena. Claro, si no pueden obtener otra cosa, se conformaran.
Sólo llena verdaderamente el reconocimiento que se realiza a partir del self verdadero y total. Mientras más preciso ese reconocimiento, más efectivo es el poder del reconocimiento. En el fondo cada quien quiere ser lo que es verdaderamente. Buscar ser otro es el camino equivocado, que conduce al estancamiento y la frustración.
Muchas veces se asocia la búsqueda de reconocimiento con el miedo a la muerte y la necesidad de perdurar. No lo creo, debido a que la búsqueda de reconocimiento es algo prereflexivo, inconsciente, instantáneo, está en el bebé. El hombre no puede hacer otra cosa, es la motivación primera: ser aceptado y amado. Toda la vida gira en torno a ese proceso.