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Se nace con la potencialidad de convertirnos en León - Versión para impresión

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Se nace con la potencialidad de convertirnos en León - Keisso - 06-10-2006

Pero algunos no llegan a gatito, a veces ni a ratón. Restablecer el proceso de desarrollo para llegar a ser el León que se es en potencia, es lo que se llama [b:7318e37c35]proceso de individuación[/b:7318e37c35], también debe ser lo que algunos llaman autorrealización.

Claro, aquí habría que preguntarse qué es lo que limita que se realice todo el potencial, la respuesta es compleja, la autocontención, el miedo, la ignorancia, y la equivocación en cuanto a la elección de los valores, y, al mal empleo de la voluntad para tratar de realizar falsos valores.

Si examinan a las grandes personalidades de la humanidad, verán que no ha sido a través de la voluntad que han llegado a donde llegaron, sino que una fuerte vocación junto al talento, los ha empujado y conducido a sus metas.

Aquí se encuentra la idea del Sí Mismo. El inmenso árbol de la bellota, nace de una bellota, en la bellota se encuentra todo el árbol, pero si ese árbol quisiera ser otra cosa que un árbol de bellotas, no podría serlo. El hombre en lugar de dejarse llevar por sus impulsos espontáneos, por sus inclinaciones naturales, elige ser lo que quiere ser y, generalmente, elige ser lo que no es. En personas fuertemente vocacionales, esto no ocurre, pues su vocación siempre las guía, en cambio, cuando la vocación es más débil, cuando las inclinaciones naturales no son fuertes, el hombre no sabe qué elegir, y en ese caso elige a través del cálculo. No se puede elegir con la cabeza qué cosa ser. Debe brotar de otro lugar.

Aquí aparece un interesante problema. La mayoría de las personas de nuestra época, ha aceptado el paradigma psicoanalítico, especialmente en lo que concierne a la influencia de las figuras parentales en el desarrollo de la persona humana y en lo tocante a sus grandes valores a seguir. Si así fuera todos los hijos de padres músicos serían músicos, cosa que no es así. No está tanto en la influencia formadora de la infancia la elección de la vocación, porque la vocación no es elección de cálculo e influencia, sino que es cuestión de genes. Es a partir de la transmisión genética como los hijos se parecen a los padres en muchas cosas. La influencia formadora existe, pero no en la magnitud que se le pretende dar en la teoría psicoanalítica. Esto parte de un error que también se manifiesta en la corriente conductista primitiva de la psicología, es el error de creer que un nuño al nacer es una tabula rasa donde se inscribirá todo lo que pasará a formar parte de su personalidad, cosa que no es cierto, si fuera así, no existiría la especie humana, no puede existir ningún organismo vivo que dependa de la formación en vida. La educación sólo encauza el desarrollo. Las grandes obras de la humanidad, no parten de un azar afortunado donde una persona aprende en vida a hacer algunas cosas y logra, luego, una gran realización. No, no es así, las enormes catedrales se encuentran en potencia en nuestros genes, la navegación espacial, la construcción de ciudades en otros mundos, ya está en nuestros genes.

Quiero destacar que el SER del hombre no depende de la educación, la educación sólo ha podido tener éxito allá donde ya estaba ese saber a punto de realizarse. Esa creencia infantil en la capacidad de la ciencia de la educación para lograr formar un hombre a pedido, por cálculo, es una utopía que nunca tuvo éxito, ni puede tenerlo. Sólo tiene valor para la mediocridad, para el aprendizaje de destrezas para las que no se necesita gran talento. En el caso de personas con talento ayuda a refinarlo, pero la educación jamás, repito, JAMÁS, ha hecho ni hará que alguien sin talento llegue a tener talento.

El talento depende de los genes.

Pero la cosa no es tan grave, otra creencia dice que las personas de talento son menos, los genios son pocos estadísticamente. Cierto, pero las personas sin un talento apreciable como para grandes realizaciones, igual disponen de talentos innatos para algunas cosas. Talentos que permanecen ocultos porque no se manifiestan con intensidad, como en el caso de los genios, y porque se buscan cosas que se encuentran en franca oposición a las disposiciones naturales de la persona. Existe una oferta de roles sociales limitadas, especialmente aquellas que proveen un fuerte reconocimiento. Por lo que muchas de las personas sin un fuerte talento para uno de estos roles, no saben bien en qué dirección moverse.

A esto se agrega otro gran problema, nuestras economías no están diseñadas para la contemplación del trabajador, las economías están diseñadas para enriquecer a los empresarios y a unos pocos más. La mayoría de las personas deben trabajar en lo que no les gusta, la mayoría de las personas son infelices, porque no pueden realizar sus potencialidades.

Carl Rogers, el creador de la orientación no-directiva en la psicoterapia y en la educación, ha destacado del valor de la no-directividad en la formación de la personalidad y del proceso de convertirse en persona. De esta manera, los impulsos espontáneos, las inclinaciones e intereses de las personas, serían las encargadas de dirigir el proceso de crecimiento y formación.

Muchos recordaran la frase de Machado: “caminante no hay camino se hace camino al andar”. Bueno, esta frase es cierta en aquellas personas que no poseen un talento innato especialmente marcado, o de aquellos donde una fuerte vocación, no los está empujando hacia algún lugar. Al caminar los intereses se van diferenciando, las personas se van dando cuenta de qué cosas son para ellos y de qué cosas no lo son. En síntesis: se crece desde uno mismo, uno mismo va entrando en contacto con lo que es, y descubre su SER en las cosas que se hacen.

Así el León puede llegar a ser el León que es. O, como decía Nietzsche: llegar a ser lo que se es.