04-26-2004, 11:46 AM
[size=14:c06b1ff6e2][b:c06b1ff6e2]Cómo vivo los valores ninja (1)[/b:c06b1ff6e2]
1. Serenidad. Hará unos 10 años "aprendí" a respirar. Muchas veces lo hago y pongo la conciencia en ello. Me oxigeno y me quedo más tranquilo. A la vez me relajo y me quedo en blanco. El cuerpo pues, me acompaña. Presto atención a mi rostro y mi mandíbula para que no estén tensos, y me cambia el semblante hacia la placidez: casi sonrío sin quererlo.
2. Regularidad. Eso ya es más difícil. Tomo cada día un buen zumo de naranja y, si puedo, con zanahoria. Mis cafecitos y lecturas de diario son sagradas. Siempre sonrío y digo "gracias" al camarero. Si es camarera (ya me cuido de rodearme bien), con mayor obligación.
3. Sinceridad. Con mucho tacto. Hay gente que se puede sentir herida por cómo uno dice las cosas. Debe haber armonía entre pensamiento, palabra y acción. Por eso prefiero pensar dos veces las cosas. Ser sincero te excusa de decir cosas de las que después te arrepientes. Y "más vale una buena retirada que una mala batalla".
4. Simplicidad. Evito la palabrería fácil aunque me gusta usar tecnicismos e ilustrarlos con lenguajes descriptivos y ejemplos. La diplomacia puede sonar hipocresía. A veces antes de decir algo fuerte o tomar partido contrario... me hago "el loco". Los tópicos son como los proverbios: siempre hay tópicos y anti-tópicos. "A quien madruga Dios le ayuda" y "No por mucho madrugar amanece más temprano". Mejor evitarlos, no te contesten con una contra. Con una "contra generalizada" es difícil debatir con un ejemplo o experiencia personal.
5. Veracidad. Así es. "Sé preciso en lo que dices y no digas nada que no puedas demostrar". Así me acostumbro a leer, a informarme. Es entonces cuando escribo cosas, desde la descripción o experiencia personal, cuando sé poco y me apetece contar, on mucho márgen para el comentario, o la explicación o análisis, cuando domino bastante lo que digo.
6. Ausencia de vanidad. Uno de mis dichos favoritos es un proverbio árabe: "Di que no sabes y te enseñaré hasta que sepas, porque si dices que sabes te preguntaré hasta que no sepas". Sólo los necios y pedantes hambrientos de elogios narcisistas buscan la adulación, el culto al ego. Yo los busco (como todos, a nadie le amarga un dulce) pero cuando hago méritos o aporto cosas de provecho e interés.[/size:c06b1ff6e2]
1. Serenidad. Hará unos 10 años "aprendí" a respirar. Muchas veces lo hago y pongo la conciencia en ello. Me oxigeno y me quedo más tranquilo. A la vez me relajo y me quedo en blanco. El cuerpo pues, me acompaña. Presto atención a mi rostro y mi mandíbula para que no estén tensos, y me cambia el semblante hacia la placidez: casi sonrío sin quererlo.
2. Regularidad. Eso ya es más difícil. Tomo cada día un buen zumo de naranja y, si puedo, con zanahoria. Mis cafecitos y lecturas de diario son sagradas. Siempre sonrío y digo "gracias" al camarero. Si es camarera (ya me cuido de rodearme bien), con mayor obligación.
3. Sinceridad. Con mucho tacto. Hay gente que se puede sentir herida por cómo uno dice las cosas. Debe haber armonía entre pensamiento, palabra y acción. Por eso prefiero pensar dos veces las cosas. Ser sincero te excusa de decir cosas de las que después te arrepientes. Y "más vale una buena retirada que una mala batalla".
4. Simplicidad. Evito la palabrería fácil aunque me gusta usar tecnicismos e ilustrarlos con lenguajes descriptivos y ejemplos. La diplomacia puede sonar hipocresía. A veces antes de decir algo fuerte o tomar partido contrario... me hago "el loco". Los tópicos son como los proverbios: siempre hay tópicos y anti-tópicos. "A quien madruga Dios le ayuda" y "No por mucho madrugar amanece más temprano". Mejor evitarlos, no te contesten con una contra. Con una "contra generalizada" es difícil debatir con un ejemplo o experiencia personal.
5. Veracidad. Así es. "Sé preciso en lo que dices y no digas nada que no puedas demostrar". Así me acostumbro a leer, a informarme. Es entonces cuando escribo cosas, desde la descripción o experiencia personal, cuando sé poco y me apetece contar, on mucho márgen para el comentario, o la explicación o análisis, cuando domino bastante lo que digo.
6. Ausencia de vanidad. Uno de mis dichos favoritos es un proverbio árabe: "Di que no sabes y te enseñaré hasta que sepas, porque si dices que sabes te preguntaré hasta que no sepas". Sólo los necios y pedantes hambrientos de elogios narcisistas buscan la adulación, el culto al ego. Yo los busco (como todos, a nadie le amarga un dulce) pero cuando hago méritos o aporto cosas de provecho e interés.[/size:c06b1ff6e2]