05-16-2004, 08:24 AM
Las apelaciones a la necesidad de [b:99f8615f48]magrear[/b:99f8615f48] las fuentes (los que se empozan, repugnantes, en lo políticamente correcto hablan, por ejemplo, de hacer (sic) "una labor crítica" previamente con ellas...), ¡no son cosas que se han inventado para sus [i:99f8615f48]cosas[/i:99f8615f48] los babosos [i:99f8615f48]españolistas[/i:99f8615f48] y los que crujirían por poder demostrar que Dios Nuestro Señor es sólo una piadosa extrapolación de la admiración que pueda sentirse por un hombre de la calle y NO más!, es una praxis que, como muy bien nos dice el maestro Tácito (¡los que le leen o desean leerlo ya saben la bibliografía al caso; y, de los [i:99f8615f48]otros[/i:99f8615f48] paso por completo!), se remonta a "[i:99f8615f48]Augusto; que, aduciendo que se trataba de la majestad de Roma, fué quien [b:99f8615f48]primero[/b:99f8615f48] sometió a investigación judicial los libelos infamatorios. Se sintió [b:99f8615f48]provocado[/b:99f8615f48] por la escandalosa libertad con que Casio Severo había difamado en sus sátiras a hombres y mujeres muy distinguidos. Poco después, Tiberio, consultado por Pompeyo Mácer, el pretor, acerca de si debían re-instaurarse los juicios por traición, repuso que era [b:99f8615f48]preciso[/b:99f8615f48] hacer cumplir las leyes. A él también lo había [b:99f8615f48]exasperado[/b:99f8615f48] la publicación de unos versos de autor desconocido que hablaban de su crueldad, de su arrogancia y de sus desavenencias con su madre[/i:99f8615f48]".
El maestro Tácito, a mayor abundamiento, nos habla, al referirse al reinado de Domiciano, de "[i:99f8615f48]aquellos largos años en que los jóvenes llegaron a la senectud guardando total silencio[/i:99f8615f48]"; y, refiriéndose a los reinados de Nerva y Trajano, se explaya sobre "[i:99f8615f48]periodos de excepcional felicidad cuando se podía pensar lo que uno quisiera y expresar lo que se pensaba[/i:99f8615f48]".
No, no, no..; NO es, por Dios bendito!, (sic) "[i:99f8615f48]necesaria[/i:99f8615f48]" para nada (sic) "[i:99f8615f48]labor crítica[/i:99f8615f48]" alguna [i:99f8615f48]a priori[/i:99f8615f48] con las fuentes de nuestro conocimiento de las cosas. En realidad, para los clásicos como el maestro Tácito, lo ÚNICO importante es saber latín (¡el resto es purito [i:99f8615f48]atrezzo[/i:99f8615f48]!; igual, [i:99f8615f48]mes amis/es[/i:99f8615f48], que lo definitivo es que Dios Nuestro Señor se ENCARNARA ¡y, no el ADN de su circunstancial Encarnación!); y, en el caso de querer hablar de ello, saber algo más que alguna declinación (el maestro Tácito -¡y, TODOS los demás; por supuesto!- NO escribía para quien NO supiera latín, latín, LATÍN; que se sepa por si alguien, ¡infeliz!, tuviese alguna duda al respecto).
Por tanto, NO es preciso nada más que SABER latín y punto para, ante el más famoso caso -¡sentó un precedente para los restos!- de enjuiciamiento a causa de escritos subversivos (se refiere a él, entre otros, también el maestro Suetonio en s/. "[i:99f8615f48]Tiberio[/i:99f8615f48]"), el del historiador Cremucio Cordo, condenado en época de Tiberio, estar al cabo de la calle de CUÁN perverso puede llegar a ser, por ejemplo, el camino de la razón cuando PREVIAMENTE se ha decidido qué ha de ser aquello que in-forme la razón y aquello de lo que nos in-forme la razón (¡ni más ni menos que [i:99f8615f48]eso[/i:99f8615f48] que hemos dado en llamar la RAZÓN, damas y caballeros!; [i:99f8615f48]vanitas vanitatis et omnia vanitas[/i:99f8615f48]...).
No se dejen engañar..; aprendan latín y no necesitarán sospechosos lazarillos para, por ejemplo, COMPRENDER sin fisura alguna [b:99f8615f48]qué[/b:99f8615f48] nos dice el maestro Tácito:
"[i:99f8615f48]El año del consulado de Coso y Agripa, Cremucio Cordo fué acusado de un delito [b:99f8615f48]nunca[/b:99f8615f48] antes mencionado: había publicado una Historia en la que [b:99f8615f48]alababa[/b:99f8615f48] a Marco Bruto y llamaba a Cayo Casio el último romano. Los acusadores fueron Satrio Secundo y Pinario Nata, ambos paniaguados de Sejano. Esto era suficiente para perder al acusado. Además, el emperador escuchó frunciendo el ceño la defensa de Cremucio, [b:99f8615f48]decidido[/b:99f8615f48] a jugarse la vida; y, que inició con estas palabras: Senadores; soy inocente de todo acto delictuoso. ¡Se quieren condenar mis palabras, senadores!; aun cuando NO atañen ni al emperador ni a la madre del emperador, [b:99f8615f48]únicos[/b:99f8615f48] personajes protegidos por la ley contra actos de traición. Se dice que encomié a Bruto y a Casio, ¡de quienes TODOS hablan encomiásticamente y cuyas carreras han descrito ya muchos historiadores con alabanzas! Tito Livio, de inmensa fama por su elocuencia y veracidad, [b:99f8615f48]exaltó[/b:99f8615f48] la gloria de Cneo Pompeyo en un panegírico tan y tan entusiasta que Augusto le dió el sobrenombre de Pompeyano, lo cual NO constituyó un obstáculo para su amistad. NUNCA llamó bandidos o traidores a Escipión o a Afranio, tampoco a este Casio o a este Bruto -¡a quienes, ahora, se pretende aplicar estos calificativos!-; por el contrario, repetidas veces dijo que eran hombres [b:99f8615f48]ilustres[/b:99f8615f48]. También en los escritos de Asinio Polio se exalta su gloriosa memoria; y, Mesala Corvino hablaba orgullosamente de Casio como de mi general. Los dos gozaron de bienes materiales y de ascensos hasta el final de su vida. Otro ejemplo: al libro de Marco Cicerón en el que se glorifica a Catón, César el dictador respondió, simplemente, con un discurso escrito en el que fingía dirigirse a un tribunal. Las cartas de Antonio, las arengas de Bruto contienen reproches dirigidos a Augusto que no correspondían a la verdad y estaban expresados con agudísimo sarcasmo; conocemos, senadores, poemas de Bibáculo y de Catulo donde abundan las invectivas contra los mismísimos césares... Pero, el divino César y el divino Augusto las soportaron y NO les prestaron atención, no sé yo si por pacientes o por prudentes. Indudablemente, lo que se desprecia pronto se olvida; el resentimiento implica reconocimiento. ¡Y, [b:99f8615f48]qué[/b:99f8615f48] decir, senadores, de los griegos! Entre ellos, NO se castigaba la libertad y ni tan siquiera el libertinaje. Cuando se quería castigar a alguien por una sátira se respondía con otra sátira. Entre nosotros, [b:99f8615f48]jamás[/b:99f8615f48] se censuró a nadie por hablar libremente de quienes la muerte liberó para siempre ya de la parcialidad del odio y de la admiración... La posteridad, senadores, sabemos que concede a cada quien el honor que [b:99f8615f48]merece[/b:99f8615f48]. Si pesa sobre mí una sentencia de muerte, vendrán -NO os quepa duda alguna, senadores- quienes me recuerden como se recuerda a Casio y a Bruto. Tras callar, abandonó Cremucio Cordo el Senado; y, se dejó [b:99f8615f48]morir[/b:99f8615f48] de HAMBRE. Sus libros, por decreto de los senadores, fueron quemados por los ediles; pero, se logró esconder algunos ejemplares que, más tarde, se publicaron. Se sienten, SÍ, deseos de [b:99f8615f48]reírse[/b:99f8615f48] de la absurda ESTUPIDEZ de quienes suponen que el despotismo que hoy día prevalece ¡puede realmente [b:99f8615f48]borrar[/b:99f8615f48] lo que van a recordar las generaciones venideras! Por el contrario, la persecución contra los hombres de genio indiscutible [b:99f8615f48]fortalece[/b:99f8615f48] su influencia. Los tiranos -junto con TODOS sus imitadores- sólo han logrado deshonrarse a sí mismos; y, por supuesto, ganar gloria para sus víctimas[/i:99f8615f48]"
Nada que decir, ¿no?; leerlo y punto, no más. Y, ¡claro!, querer QUEDARSE con la copla.
Pues; eso, [i:99f8615f48]mes amis/es[/i:99f8615f48].
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0023 hs. a.m.
post scriptum.- como tengo ojos en la cara y entendimiento en la sesera, no me ha costado lo más mínimo darme cuenta que NO puedo superar la traducción del maestro Tácito que avala ni más ni menos que un pontífice al caso como el profesor Moses Hadas..; así que he preferido ofrecer ésta y no una mía. Naturalmente, yo sé el latín suficiente, ¡no sólo para apreciar allanadísimo tal sublime traducción!, sino para SABER a ciencia cierta que el profesor Hadas [b:99f8615f48]traduce[/b:99f8615f48] y se guarda muy mucho de (sic) "[i:99f8615f48]labor crítica[/i:99f8615f48]" alguna. Espero que ustedes, también, sepan el latín suficiente para, lo recomiendo.., cotejar la traducción del profesor Hadas con la que ustedes puedan hacer por sí mismos/as; porque, si no es así, ¿QUÉ están haciendo, empezar la casa por el tejado? Dediquen su tiempo a cubrir tan escandalosos déficits y déjense de imitar, por ejemplo, a, por ejemplo, un infeliz que, puestos a confundir para tirarse el moco, va por ahí dejando negro sobre blanco que un [i:99f8615f48]arabs[/i:99f8615f48] era poco menos que [i:99f8615f48]Arabigus[/i:99f8615f48].
El maestro Tácito, a mayor abundamiento, nos habla, al referirse al reinado de Domiciano, de "[i:99f8615f48]aquellos largos años en que los jóvenes llegaron a la senectud guardando total silencio[/i:99f8615f48]"; y, refiriéndose a los reinados de Nerva y Trajano, se explaya sobre "[i:99f8615f48]periodos de excepcional felicidad cuando se podía pensar lo que uno quisiera y expresar lo que se pensaba[/i:99f8615f48]".
No, no, no..; NO es, por Dios bendito!, (sic) "[i:99f8615f48]necesaria[/i:99f8615f48]" para nada (sic) "[i:99f8615f48]labor crítica[/i:99f8615f48]" alguna [i:99f8615f48]a priori[/i:99f8615f48] con las fuentes de nuestro conocimiento de las cosas. En realidad, para los clásicos como el maestro Tácito, lo ÚNICO importante es saber latín (¡el resto es purito [i:99f8615f48]atrezzo[/i:99f8615f48]!; igual, [i:99f8615f48]mes amis/es[/i:99f8615f48], que lo definitivo es que Dios Nuestro Señor se ENCARNARA ¡y, no el ADN de su circunstancial Encarnación!); y, en el caso de querer hablar de ello, saber algo más que alguna declinación (el maestro Tácito -¡y, TODOS los demás; por supuesto!- NO escribía para quien NO supiera latín, latín, LATÍN; que se sepa por si alguien, ¡infeliz!, tuviese alguna duda al respecto).
Por tanto, NO es preciso nada más que SABER latín y punto para, ante el más famoso caso -¡sentó un precedente para los restos!- de enjuiciamiento a causa de escritos subversivos (se refiere a él, entre otros, también el maestro Suetonio en s/. "[i:99f8615f48]Tiberio[/i:99f8615f48]"), el del historiador Cremucio Cordo, condenado en época de Tiberio, estar al cabo de la calle de CUÁN perverso puede llegar a ser, por ejemplo, el camino de la razón cuando PREVIAMENTE se ha decidido qué ha de ser aquello que in-forme la razón y aquello de lo que nos in-forme la razón (¡ni más ni menos que [i:99f8615f48]eso[/i:99f8615f48] que hemos dado en llamar la RAZÓN, damas y caballeros!; [i:99f8615f48]vanitas vanitatis et omnia vanitas[/i:99f8615f48]...).
No se dejen engañar..; aprendan latín y no necesitarán sospechosos lazarillos para, por ejemplo, COMPRENDER sin fisura alguna [b:99f8615f48]qué[/b:99f8615f48] nos dice el maestro Tácito:
"[i:99f8615f48]El año del consulado de Coso y Agripa, Cremucio Cordo fué acusado de un delito [b:99f8615f48]nunca[/b:99f8615f48] antes mencionado: había publicado una Historia en la que [b:99f8615f48]alababa[/b:99f8615f48] a Marco Bruto y llamaba a Cayo Casio el último romano. Los acusadores fueron Satrio Secundo y Pinario Nata, ambos paniaguados de Sejano. Esto era suficiente para perder al acusado. Además, el emperador escuchó frunciendo el ceño la defensa de Cremucio, [b:99f8615f48]decidido[/b:99f8615f48] a jugarse la vida; y, que inició con estas palabras: Senadores; soy inocente de todo acto delictuoso. ¡Se quieren condenar mis palabras, senadores!; aun cuando NO atañen ni al emperador ni a la madre del emperador, [b:99f8615f48]únicos[/b:99f8615f48] personajes protegidos por la ley contra actos de traición. Se dice que encomié a Bruto y a Casio, ¡de quienes TODOS hablan encomiásticamente y cuyas carreras han descrito ya muchos historiadores con alabanzas! Tito Livio, de inmensa fama por su elocuencia y veracidad, [b:99f8615f48]exaltó[/b:99f8615f48] la gloria de Cneo Pompeyo en un panegírico tan y tan entusiasta que Augusto le dió el sobrenombre de Pompeyano, lo cual NO constituyó un obstáculo para su amistad. NUNCA llamó bandidos o traidores a Escipión o a Afranio, tampoco a este Casio o a este Bruto -¡a quienes, ahora, se pretende aplicar estos calificativos!-; por el contrario, repetidas veces dijo que eran hombres [b:99f8615f48]ilustres[/b:99f8615f48]. También en los escritos de Asinio Polio se exalta su gloriosa memoria; y, Mesala Corvino hablaba orgullosamente de Casio como de mi general. Los dos gozaron de bienes materiales y de ascensos hasta el final de su vida. Otro ejemplo: al libro de Marco Cicerón en el que se glorifica a Catón, César el dictador respondió, simplemente, con un discurso escrito en el que fingía dirigirse a un tribunal. Las cartas de Antonio, las arengas de Bruto contienen reproches dirigidos a Augusto que no correspondían a la verdad y estaban expresados con agudísimo sarcasmo; conocemos, senadores, poemas de Bibáculo y de Catulo donde abundan las invectivas contra los mismísimos césares... Pero, el divino César y el divino Augusto las soportaron y NO les prestaron atención, no sé yo si por pacientes o por prudentes. Indudablemente, lo que se desprecia pronto se olvida; el resentimiento implica reconocimiento. ¡Y, [b:99f8615f48]qué[/b:99f8615f48] decir, senadores, de los griegos! Entre ellos, NO se castigaba la libertad y ni tan siquiera el libertinaje. Cuando se quería castigar a alguien por una sátira se respondía con otra sátira. Entre nosotros, [b:99f8615f48]jamás[/b:99f8615f48] se censuró a nadie por hablar libremente de quienes la muerte liberó para siempre ya de la parcialidad del odio y de la admiración... La posteridad, senadores, sabemos que concede a cada quien el honor que [b:99f8615f48]merece[/b:99f8615f48]. Si pesa sobre mí una sentencia de muerte, vendrán -NO os quepa duda alguna, senadores- quienes me recuerden como se recuerda a Casio y a Bruto. Tras callar, abandonó Cremucio Cordo el Senado; y, se dejó [b:99f8615f48]morir[/b:99f8615f48] de HAMBRE. Sus libros, por decreto de los senadores, fueron quemados por los ediles; pero, se logró esconder algunos ejemplares que, más tarde, se publicaron. Se sienten, SÍ, deseos de [b:99f8615f48]reírse[/b:99f8615f48] de la absurda ESTUPIDEZ de quienes suponen que el despotismo que hoy día prevalece ¡puede realmente [b:99f8615f48]borrar[/b:99f8615f48] lo que van a recordar las generaciones venideras! Por el contrario, la persecución contra los hombres de genio indiscutible [b:99f8615f48]fortalece[/b:99f8615f48] su influencia. Los tiranos -junto con TODOS sus imitadores- sólo han logrado deshonrarse a sí mismos; y, por supuesto, ganar gloria para sus víctimas[/i:99f8615f48]"
Nada que decir, ¿no?; leerlo y punto, no más. Y, ¡claro!, querer QUEDARSE con la copla.
Pues; eso, [i:99f8615f48]mes amis/es[/i:99f8615f48].
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0023 hs. a.m.
post scriptum.- como tengo ojos en la cara y entendimiento en la sesera, no me ha costado lo más mínimo darme cuenta que NO puedo superar la traducción del maestro Tácito que avala ni más ni menos que un pontífice al caso como el profesor Moses Hadas..; así que he preferido ofrecer ésta y no una mía. Naturalmente, yo sé el latín suficiente, ¡no sólo para apreciar allanadísimo tal sublime traducción!, sino para SABER a ciencia cierta que el profesor Hadas [b:99f8615f48]traduce[/b:99f8615f48] y se guarda muy mucho de (sic) "[i:99f8615f48]labor crítica[/i:99f8615f48]" alguna. Espero que ustedes, también, sepan el latín suficiente para, lo recomiendo.., cotejar la traducción del profesor Hadas con la que ustedes puedan hacer por sí mismos/as; porque, si no es así, ¿QUÉ están haciendo, empezar la casa por el tejado? Dediquen su tiempo a cubrir tan escandalosos déficits y déjense de imitar, por ejemplo, a, por ejemplo, un infeliz que, puestos a confundir para tirarse el moco, va por ahí dejando negro sobre blanco que un [i:99f8615f48]arabs[/i:99f8615f48] era poco menos que [i:99f8615f48]Arabigus[/i:99f8615f48].