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De la biología a la sociología - Versión para impresión

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De la biología a la sociología - bdsp - 08-20-2006

A partir de algunos estudios realizados en biología, se afirma que los reptiles no tienen capacidad para compartir el sufrimiento ajeno. Si una víbora, por ejemplo, observa cómo sus crías están siendo atacadas por otro animal, no experimenta ninguna sensación derivada de ese hecho. En cambio, los mamíferos traen incorporado en su plan genético cierta capacidad para compartir el sufrimiento de los ejemplares de su especie, al menos de los más cercanos.

A partir de este sencillo proceso natural, es posible vislumbrar la existencia de una tendencia a la cooperación entre ejemplares de una misma especie. Como el hombre también es un mamífero, sabemos que disponemos de ese atributo genético que hace de nosotros un ser sociable y cooperativo.

Cuando se nos sugiere amar al prójimo como a uno mismo, sólo se nos está sugiriendo compartir las penas y las alegrías ajenas, que no es otra cosa que hacernos conscientes de este atributo básico que poseemos. De esta forma, el sufrimiento ajeno será nuestro propio sufrimiento, lo que asegura que nunca tendremos la predisposición a perjudicar a los demás, porque ello implicará nuestro propio perjuicio. También trataremos de beneficiar a los demás, porque también será nuestro propio beneficio.

Este atributo natural ha sido adoptado por el cristianismo como un principio ético básico. Aunque también debería ser adoptado en toda descripción científica, ya que es un concepto observable e incluso contrastable con la propia realidad. Albert Einstein escribió: “Si llegamos a ponernos de acuerdo sobre algunas proposiciones éticas fundamentales, otras podrán ser derivadas de ellas. Tales premisas éticas desempeñan en moral un papel análogo al que los axiomas representan en matemáticas”.

Si adoptamos a esta respuesta biológica como el punto de partida para posteriores deducciones, no es difícil llegar a conclusiones simples y de gran utilidad práctica. Además, no es difícil comprobar que este concepto tan simple podrá ser comprendido y aceptado por cualquier persona, en forma independiente de su nivel intelectual. Con ello estamos, en cierta forma, aceptando el criterio cristiano de la accesibilidad al conocimiento básico que todo hombre deberá poseer. Por lo que Cristo expresó: “Te doy gracias, Padre, porque has escondido estas cosas a los sabios y a los listos y las has revelado a los insignificantes” (Mt.)

Algunos suponen que es inadecuado utilizar conceptos religiosos dentro del ámbito de la ciencia. Sin embargo, debemos pensar que un aspecto básico del comportamiento humano debe ser utilizado, no sólo en religión, sino en toda descripción de tipo científico. Y en estos aspectos simples se nota la presencia de aspectos básicos comunes a la ciencia y a la religión.

Cuando el hombre va perdiendo su capacidad para compartir el sufrimiento ajeno, en cierta forma se orienta hacia un comportamiento propio de los reptiles. De todas formas, un reptil carece de la capacidad de alegrarse del sufrimiento ajeno, como a veces lo hace el propio ser humano. De ahí que existe una “categoría ética” más baja que la de los reptiles, tal la de quienes poseen la actitud de sentir cierto placer al humillar a los demás, para ocasionarle cierto sufrimiento ocasional y un daño moral permanente. Así, el que hace ostentación de la posesión de riquezas o de la posesión de conocimientos, basado en un sentido competitivo, antes que cooperativo, lo hace tratando de menospreciar a los demás y de ocasionarles sufrimiento.

Con todo esto vemos que existe la posibilidad de establecer una cadena directa desde la biología a la sociología y a la ética natural. Además de proveernos la idea de la adaptación cultural al medio, la biología nos provee de este aspecto básico de la conducta animal y humana. De ahí que este otro vínculo entre biología y sociología ha de quedar materializado por la psicología de las actitudes.

La actitud es una tendencia a la acción y es un concepto básico utilizado en psicología social. También es un concepto básico utilizado por algunas posturas sociológicas, las cuales establecen descripciones desde el individuo hacia la sociedad, en contraposición de otras posturas que parten de la sociedad para llegar al individuo. J.J. Macionis y K. Plummer escriben:

“Tanto la sociología funcionalista como la sociología del conflicto tienen una orientación macro, esto es, el punto de arranque de la reflexión e investigación sociológica se sitúa al nivel de las grandes estructuras sociales, que permiten entender a la sociedad como un todo. La sociología de orientación macro estudia las sociedades «desde arriba»”

“La teoría de la acción, por el contrario, tiene otro punto de arranque, que es el de las personas. O, más en concreto, cómo se orientan y actúan las personas en sus relaciones con otras personas, y sobre la base de significados o entendimientos acerca del mundo, que van creándose, transformándose, cristalizándose o desapareciendo continuamente. Esto implica una orientación micro, esto es, el nivel de análisis del que se parte no son las grandes estructuras sociales, sino las interacciones entre las personas en distintos contextos sociales” (De “Sociología” – Ed. Prentice Hall)

Las tendencias sociológicas que parten de la sociedad para llegar al individuo, tal el caso del marxismo, suponen que el hombre actúa principalmente por la influencia del medio, mientras que las tendencias que parten del individuo suponen que el hombre actúa por influencia y también por herencia de factores genéticos, por lo que, en principio, estarían mas cercanas a la realidad.

Debido a que todo ser humano responde, en general, de igual manera ante iguales circunstancias, es posible asociarle una respuesta o actitud característica definida como la relación entre respuesta y estímulo. De esta manera se le da mayor precisión al concepto de “actitud”.

Si la relación entre respuesta y estímulo se asocia a los sentimientos humanos, llegamos a una teoría de la acción ética, mientras que si tal relación se asocia a los aspectos intelectuales del hombre, tenemos una teoría de la acción social. Es indudable que debemos reunir ambos aspectos del hombre para disponer de una psicología de las actitudes más general que incluya tanto los aspectos éticos como cognitivos. De ahí la existencia de una teoría de la acción general que emplea el concepto de actitud característica como variable social básica.

Vemos, de esta manera, cómo puede establecerse un vínculo deductivo que parte desde el conocimiento biológico llegando hasta el comportamiento social y ético del ser humano. Es posible establecer este vínculo ya que todos los pasos intermedios son susceptibles de verificación y de contrastación empírica.

A partir de esta descripción, se da implícitamente una respuesta acerca de qué es el hombre. Podemos decir que es un ser cooperativo que intenta adaptarse culturalmente a las leyes naturales que regulan todo lo existente, incluso su propia existencia.

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RE: De la biología a la sociología - delfy - 04-22-2007

No compares Biología con sociología... la biología es ciencia... la sociologia no. Así de simple