05-16-2004, 08:41 AM
Todo quisqui sabía que don Jacobo Fitz-James Stuart y Falcó, el descendiente agnado directo de aquel bastardo de James II que medró acá, entre otras decenas y decenas de cosas XVII duque de Alba de Tormes, naturalmente Grande de España por cada poro, [b:6d50a530cf]más[/b:6d50a530cf] rico que Creso y muy, muy, muy suyo, había aceptado rebajarse a ser embajador ante la corte de Saint James de aquel cutre hijo de el Ferrol encumbrado a tirano como SACRIFICIO por la Corona.
No es que tuviese mucha FE..; pero, al fin y al cabo, aquel traidor había triunfado y, sobre todo, había [b:6d50a530cf]prometido[/b:6d50a530cf] restablecer a los Borbón; de quienes don Jacobo se consideraba y se, orgullosamente, publicitaba, lealísimo vasallo y sirviente. Para él, todo era un intermedio mientras regresaba, gloriosamente, [i:6d50a530cf]Juan III[/i:6d50a530cf] (es conocida la anécdota, sucedida bastantes años después de la que voy a contar, en la cual un tal Alberto Martín, entonces ministro de Asuntos Exteriores franquista, hizo que, para que no pudiera ir andando de intriga en intriga con el Conde de Barcelona, le retiraran el pasaporte diplomático -TODO Grande de España lo tiene; o, al menos, lo tenía hasta hace nada...-; don Jacobo, displicentemente escandalizado, replicó: "[i:6d50a530cf]es la [b:6d50a530cf]primera[/b:6d50a530cf] vez en [u:6d50a530cf]400[/u:6d50a530cf] años que un duque de Alba de Tormes [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] puede acudir a la llamada de su soberano[/i:6d50a530cf]").
Sea como sea, el 24 de noviembre de 1937, don Jacobo se dirigía al ministro británico de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, escribiendo en su perfectísimo inglés: "[i:6d50a530cf]Tengo la honra de poner en conocimiento de Vuestra Excelencia que he sido designado por su Excelencia el Generalísimo Franco, su [b:6d50a530cf]agente[/b:6d50a530cf] en London; de acuerdo con lo previsto en el canje de notas llevado a cabo entre el gabinete del jefe diplomático de Su Excelencia el Jefe del Estado y la embajada de Su Majestrad Británica en Hendaye[/i:6d50a530cf]".
La anécdota ducal que quería contarles sucedió en el [b:6d50a530cf]primer[/b:6d50a530cf] despacho que tuvo con Franco.
Fué recibido por aquellos [i:6d50a530cf]pelotas[/i:6d50a530cf] falangistas que tantísimo despreciaba (no lo digo sólo yo ni es cuestión de FE..; también lo dice, por ejemplo, alguien como doña Concepción Calleja...) y conducido al despacho oficial que la hiena tenía en su cubil de El Pardo.
Hablaron de los temas [i:6d50a530cf]ad hoc[/i:6d50a530cf] y tal y tal..; todo bien. Al final, don Jacobo dice:
-"[i:6d50a530cf]Creo que no hay nada más, Excelencia..; ¡ah, sí!, [b:6d50a530cf]esta[/b:6d50a530cf] mesa es MÍA[/i:6d50a530cf]"
Todo quisqui, óbviamente, se quedó HELADO. Y, Franco absolutamente [b:6d50a530cf]lívido[/b:6d50a530cf]; pero, pudo decir...
-"[i:6d50a530cf]¿Estais [b:6d50a530cf]completamente[/b:6d50a530cf] seguro, Alba?[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf][b:6d50a530cf]Sin[/b:6d50a530cf] duda alguna, Excelencia; estoy COMPLETAMENTE seguro. En esta mesa ha trabajado mi abuelo, ha trabajado mi padre y he trabajado yo, Excelencia: [b:6d50a530cf]esta[/b:6d50a530cf] mesa es MÍA[/i:6d50a530cf]"
Salió sin decir más.
El personal de El Pardo, ante el impenetrable mutismo del dictador, [b:6d50a530cf]esperaron[/b:6d50a530cf] durante [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el día y [b:6d50a530cf]toda[/b:6d50a530cf] la noche... Estaban [b:6d50a530cf]convencidísimos[/b:6d50a530cf] (¡en aquel país de entonces los joyeros tenían que [i:6d50a530cf]regalar[/i:6d50a530cf] a [i:6d50a530cf]la Collares[/i:6d50a530cf] las joyas que le gustaban de sus tiendas si tenían la fatalidad de ser visitadas por ella..!) que, de un momento a otro, un criado o un mensajero de don Jacobo llegaría con una nota en que se regalaba la mesa a Franco...
Pero, NO ocurrió.
Al día siguiente, el ayuda de cámara del duque entró para el [i:6d50a530cf]lever[/i:6d50a530cf] ducal y le dijo:
-"[i:6d50a530cf]Hay en la puerta un mensajero de El Pardo que viene acompañado de unos señores que llevan una mesa... Os ruegan que la recibais y acepteis las más encarecidas disculpas por lo ocurrido[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Diles dónde han de dejarla y que disculpas aceptadas... Bueno..; antes de todo, trae mi desayuno y la prensa[/i:6d50a530cf]"
Como [b:6d50a530cf]seis[/b:6d50a530cf] décadas después de estos, sin analogía.., pies encima de la mesa, muerto ya don Jacobo, a su hija, la actual duquesa, se le casaba la niña con un torerito guapito de cara muy y muy presentable... Naturalmente, la cosa tenía que ser el [i:6d50a530cf]bodorrio[/i:6d50a530cf] del siglo.
La duquesa, muy en plan tirar la casa por la ventana, decidió que su niña tenía que llevar uno de los más preciados tesoros de la familia: la diadema imperial de la emperatríz Eugénie (por cierto, hermana de la bisabuela paterna de la actual duquesa; y, que ¡no sólo les dejó a los Fitz-James Stuart la famosísima diadema, no!), ¡ni más ni menos que aquel Xanadú de diamantes totalmente celestiales de valor, por supuesto, absolutamente INCALCULABLE!
La duquesa fué llamada a capítulo por el [i:6d50a530cf]boss[/i:6d50a530cf] de la super-importantísima compañía de seguros que cubre a la citada diadema... ¡La duquesa iba contando por ahí que pensaba casar a su niña -CON diadema de marras...- en el altar mayor de la catedral sevillana y en olor de multitud! Le fueron contando que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] era nada prudente, que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] se veía manera, que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] podía ser así en principio... doña Cayetana, como siempre, parecía medio [i:6d50a530cf]coloqueta[/i:6d50a530cf] o, por lo menos, hiper-ida... Escuchó, sí..; pero, al final dijo:
-"[i:6d50a530cf]Sea como sea, la diadema es MÍA[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Quizá no sea el planteamiento oportuno, doña Cayetana...[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Yo estimo que SÍ: la diadema imperial fué recibida en herencia por mi abuelo, la lució mi madre en su boda y yo misma en la mía. NO tengo más que decir[/i:6d50a530cf]"
Se levantó; y, se fué.
Es de sobra conocido que la compañía de seguros COMPRENDIÓ perfectamente cuál era [b:6d50a530cf]su[/b:6d50a530cf] sitio: PAGÓ de su bolsillo [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el sistema de seguridad de [b:6d50a530cf]toda[/b:6d50a530cf] la boda y de [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el convite.
¿Vieron CÓMO brillaba la gloria imperial de la como casi mítica Eugénie sobre la cabeza de aquel tapón medio pendón que, llevándola, hasta parecía tener como que algo de remoto [i:6d50a530cf]charme[/i:6d50a530cf]?
Un [i:6d50a530cf]flash[/i:6d50a530cf].
Un absoluto, total [i:6d50a530cf]FLASH[/i:6d50a530cf].
De los que se recuerdan.
¿No les parece, [i:6d50a530cf]mes amis/es[/i:6d50a530cf]?
Siempre, sin duda, a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0040 hs. a.m.
No es que tuviese mucha FE..; pero, al fin y al cabo, aquel traidor había triunfado y, sobre todo, había [b:6d50a530cf]prometido[/b:6d50a530cf] restablecer a los Borbón; de quienes don Jacobo se consideraba y se, orgullosamente, publicitaba, lealísimo vasallo y sirviente. Para él, todo era un intermedio mientras regresaba, gloriosamente, [i:6d50a530cf]Juan III[/i:6d50a530cf] (es conocida la anécdota, sucedida bastantes años después de la que voy a contar, en la cual un tal Alberto Martín, entonces ministro de Asuntos Exteriores franquista, hizo que, para que no pudiera ir andando de intriga en intriga con el Conde de Barcelona, le retiraran el pasaporte diplomático -TODO Grande de España lo tiene; o, al menos, lo tenía hasta hace nada...-; don Jacobo, displicentemente escandalizado, replicó: "[i:6d50a530cf]es la [b:6d50a530cf]primera[/b:6d50a530cf] vez en [u:6d50a530cf]400[/u:6d50a530cf] años que un duque de Alba de Tormes [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] puede acudir a la llamada de su soberano[/i:6d50a530cf]").
Sea como sea, el 24 de noviembre de 1937, don Jacobo se dirigía al ministro británico de Asuntos Exteriores, Anthony Eden, escribiendo en su perfectísimo inglés: "[i:6d50a530cf]Tengo la honra de poner en conocimiento de Vuestra Excelencia que he sido designado por su Excelencia el Generalísimo Franco, su [b:6d50a530cf]agente[/b:6d50a530cf] en London; de acuerdo con lo previsto en el canje de notas llevado a cabo entre el gabinete del jefe diplomático de Su Excelencia el Jefe del Estado y la embajada de Su Majestrad Británica en Hendaye[/i:6d50a530cf]".
La anécdota ducal que quería contarles sucedió en el [b:6d50a530cf]primer[/b:6d50a530cf] despacho que tuvo con Franco.
Fué recibido por aquellos [i:6d50a530cf]pelotas[/i:6d50a530cf] falangistas que tantísimo despreciaba (no lo digo sólo yo ni es cuestión de FE..; también lo dice, por ejemplo, alguien como doña Concepción Calleja...) y conducido al despacho oficial que la hiena tenía en su cubil de El Pardo.
Hablaron de los temas [i:6d50a530cf]ad hoc[/i:6d50a530cf] y tal y tal..; todo bien. Al final, don Jacobo dice:
-"[i:6d50a530cf]Creo que no hay nada más, Excelencia..; ¡ah, sí!, [b:6d50a530cf]esta[/b:6d50a530cf] mesa es MÍA[/i:6d50a530cf]"
Todo quisqui, óbviamente, se quedó HELADO. Y, Franco absolutamente [b:6d50a530cf]lívido[/b:6d50a530cf]; pero, pudo decir...
-"[i:6d50a530cf]¿Estais [b:6d50a530cf]completamente[/b:6d50a530cf] seguro, Alba?[/i:6d50a530cf]"
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Salió sin decir más.
El personal de El Pardo, ante el impenetrable mutismo del dictador, [b:6d50a530cf]esperaron[/b:6d50a530cf] durante [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el día y [b:6d50a530cf]toda[/b:6d50a530cf] la noche... Estaban [b:6d50a530cf]convencidísimos[/b:6d50a530cf] (¡en aquel país de entonces los joyeros tenían que [i:6d50a530cf]regalar[/i:6d50a530cf] a [i:6d50a530cf]la Collares[/i:6d50a530cf] las joyas que le gustaban de sus tiendas si tenían la fatalidad de ser visitadas por ella..!) que, de un momento a otro, un criado o un mensajero de don Jacobo llegaría con una nota en que se regalaba la mesa a Franco...
Pero, NO ocurrió.
Al día siguiente, el ayuda de cámara del duque entró para el [i:6d50a530cf]lever[/i:6d50a530cf] ducal y le dijo:
-"[i:6d50a530cf]Hay en la puerta un mensajero de El Pardo que viene acompañado de unos señores que llevan una mesa... Os ruegan que la recibais y acepteis las más encarecidas disculpas por lo ocurrido[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Diles dónde han de dejarla y que disculpas aceptadas... Bueno..; antes de todo, trae mi desayuno y la prensa[/i:6d50a530cf]"
Como [b:6d50a530cf]seis[/b:6d50a530cf] décadas después de estos, sin analogía.., pies encima de la mesa, muerto ya don Jacobo, a su hija, la actual duquesa, se le casaba la niña con un torerito guapito de cara muy y muy presentable... Naturalmente, la cosa tenía que ser el [i:6d50a530cf]bodorrio[/i:6d50a530cf] del siglo.
La duquesa, muy en plan tirar la casa por la ventana, decidió que su niña tenía que llevar uno de los más preciados tesoros de la familia: la diadema imperial de la emperatríz Eugénie (por cierto, hermana de la bisabuela paterna de la actual duquesa; y, que ¡no sólo les dejó a los Fitz-James Stuart la famosísima diadema, no!), ¡ni más ni menos que aquel Xanadú de diamantes totalmente celestiales de valor, por supuesto, absolutamente INCALCULABLE!
La duquesa fué llamada a capítulo por el [i:6d50a530cf]boss[/i:6d50a530cf] de la super-importantísima compañía de seguros que cubre a la citada diadema... ¡La duquesa iba contando por ahí que pensaba casar a su niña -CON diadema de marras...- en el altar mayor de la catedral sevillana y en olor de multitud! Le fueron contando que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] era nada prudente, que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] se veía manera, que [b:6d50a530cf]no[/b:6d50a530cf] podía ser así en principio... doña Cayetana, como siempre, parecía medio [i:6d50a530cf]coloqueta[/i:6d50a530cf] o, por lo menos, hiper-ida... Escuchó, sí..; pero, al final dijo:
-"[i:6d50a530cf]Sea como sea, la diadema es MÍA[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Quizá no sea el planteamiento oportuno, doña Cayetana...[/i:6d50a530cf]"
-"[i:6d50a530cf]Yo estimo que SÍ: la diadema imperial fué recibida en herencia por mi abuelo, la lució mi madre en su boda y yo misma en la mía. NO tengo más que decir[/i:6d50a530cf]"
Se levantó; y, se fué.
Es de sobra conocido que la compañía de seguros COMPRENDIÓ perfectamente cuál era [b:6d50a530cf]su[/b:6d50a530cf] sitio: PAGÓ de su bolsillo [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el sistema de seguridad de [b:6d50a530cf]toda[/b:6d50a530cf] la boda y de [b:6d50a530cf]todo[/b:6d50a530cf] el convite.
¿Vieron CÓMO brillaba la gloria imperial de la como casi mítica Eugénie sobre la cabeza de aquel tapón medio pendón que, llevándola, hasta parecía tener como que algo de remoto [i:6d50a530cf]charme[/i:6d50a530cf]?
Un [i:6d50a530cf]flash[/i:6d50a530cf].
Un absoluto, total [i:6d50a530cf]FLASH[/i:6d50a530cf].
De los que se recuerdan.
¿No les parece, [i:6d50a530cf]mes amis/es[/i:6d50a530cf]?
Siempre, sin duda, a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0040 hs. a.m.