08-26-2006, 06:04 AM
Quienes proponen cierta neutralidad de la ciencia, afirman que la sociología debería describir los fenómenos sociales sin involucrarse en sugerencias prácticas. Esta postura insinúa, además, a quienes se dedican con mayor interés al estudio de la sociedad, abstenerse de dar tales sugerencias. Por el contrario, son las personas idóneas las adecuadas para esa actividad.
Mientras que la sociología no se muestre unificada mediante una teoría que la sintetice, mostrará cierta fragilidad. Sin embargo, es oportuno destacar que posee una fortaleza intrínseca que radica en la posibilidad de hacer consciente, al ciudadano común, de una gran variedad de fenómenos sociales. Así como existe una introspección individual, que es el primer paso hacia un posible mejoramiento personal, disponemos también de la “introspección sociológica” observando cómo funciona la sociedad de la que somos parte.
Las distintas ciencias sociales muestran sus debilidades a través de chistes surgidos desde sus propios ámbitos. Así, los economistas dicen que, luego de haber una reunión en la que participan tres de ellos, surgen, como conclusión, cuatro opiniones distintas. Los sociólogos, por otra parte, afirman que puede reconocerse a uno de ellos por las siguientes cuatro razones: a) Llega adonde no lo llaman, b) Obtiene información por el método más difícil, c) Tal información ya es conocida y d) No le sirve a nadie. Si hay algo de cierto en esta aseveración, se sugiere tener en cuenta la posibilidad de constituirse en “despertadores de conciencias”, que tanta falta le hacen a la sociedad.
Uno de los criterios de selección que puede aplicarse a las teorías sociológicas propuestas, ha de consistir en verificar su grado de vinculación a los aspectos básicos del hombre estudiados por la biología. En ella encontramos la evolución biológica, y posterior adaptación progresiva, que nos insinúan continuarlas mediante la adaptación cultural al orden natural. De ahí que debemos tener presentes tanto la herencia genética de cada individuo como la influencia que recibe desde su medio social.
La sociología nazi (Escuela racial de Gobineau y seguidores) supone que cada individuo está determinado principalmente por su raza, mientras que las sociologías marxistas suponen que está determinado principalmente por la influencia social. Eugenio Pucciarelli escribió: “Ni en la Unión Soviética se sostiene hoy la teoría de Lysenko, que rechazaba la herencia a favor del medio, ni en Alemania se aprueban las teorías racistas que reducían la influencia de los factores ambientales y sobrevaloraban la herencia” (De “Ideología y ciencia”).
La ideología marxista influyó en muchos jóvenes llevándolos hasta la rebelión armada, exponiéndolos a la violenta represión del terrorismo estatal. El guerrillero Che Guevara sigue siendo el modelo a seguir, ya que ha de ser el resultado de la “introspección sociológica” que se logra leyendo con entusiasmo al “Manifiesto comunista”. Para el marxismo no puede haber cambio sin revolución armada (guerra civil), por cuanto, supone, la gente que vive en una sociedad capitalista tiene una forma de pensar acorde a este tipo de sociedad y no puede darse cuenta que es un “explotador” o que es un “explotado”. De ahí que sólo los seguidores de Marx pueden promover el cambio social.
Las ideologías incompletas, que ignoran aspectos básicos de la naturaleza humana, engendran personajes como Hitler y Stalin, quienes han escrito las páginas más sangrientas de la historia humana. Las ideologías extremistas pueden lograr bastantes adeptos en los adolescentes, que tienden a fanatizarse fácilmente. El sociólogo Fernando H. Cardoso expresó: “Si se es joven y no se es de izquierda, no se tiene corazón. Si se es viejo y no se es de derecha, no se tiene cerebro.
Otra de las divergencias existentes en sociología es la interacción entre individuo y sociedad. Para unos, la sociedad determina la acción individual, ya que su influencia predominaría sobre los atributos personales. El progreso se logrará cambiando la sociedad antes de cambiar al individuo. Esta es la tendencia que deriva del pensamiento de Kart Marx, como se mencionó antes.
Una postura distinta sugiere que son los individuos quienes influyen sobre la sociedad y la determinan. Cambiando al individuo, cambiará la sociedad, y así se producirá el progreso. Esta es la postura que tiene como representante máximo a Max Weber. El cristianismo, en el plano religioso, propone una mejora individual como acción prioritaria.
Es esencial analizar la validez del punto de partida adoptado para la descripción sociológica. Quien parte desde la influencia social, tomará como variables a las clases sociales, la “burguesía”, el “proletariado”, etc. Hará referencias a grupos, y no a individuos. Esta forma descriptiva no tendrá en cuenta los atributos particulares y ha de generar conflictos, como siempre ha ocurrido. El principal aliado del marxista es el egoísta que vive lujosamente aun cuando esté rodeado de gente muy pobre, dando motivos valederos para las protestas.
Es distinta la postura del que supone prioritaria la acción individual, de donde surgen términos como “prójimo”, “honrado”, “trabajador”, etc. Se trata incluso de “disolver” al subgrupo para insertar al individuo en el grupo constituido por la humanidad. Sin embargo, aun desde la religión se forman agrupamientos como “creyentes”, “infieles”, “ateos”, etc, generándose antagonismos en forma inmediata.
Las tendencias más importantes de la sociología actual derivan de los nombres de Marx y Weber, pasando por un estado similar al de la astronomía del siglo XVI, cuando coexistían el modelo ptolemaico y el copernicano. El primero suponía que el Sol y los planetas giraban alrededor de la Tierra, mientras que el segundo afirma que la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol. En la actualidad algunos parecen decir: “el individuo gira alrededor de la sociedad”, mientras que otros parecen afirmar: “la sociedad gira alrededor del individuo”.
Posiblemente, el término medio esté más cerca de la verdad, ya que admitirá una transición gradual entre ambas posturas. Peter Berger y Thomas Luckman propusieron en su libro “La construcción de la realidad” los siguientes puntos básicos: a) Externalización: la sociedad es producida por hombres, b) Objetivación: la sociedad es una realidad objetiva, independiente de los hombres, c) Internalización: el hombre es un producto de la sociedad . (Citado en “Sociología para principiantes” de M. Lafforgue y Sanyú).
Desde el punto de vista económico también existen dos posturas principales: el capitalismo privado, o economía de mercado (autoregulado), descripto por Adam Smith, y el capitalismo estatal, o socialismo (economía planificada desde el Estado). En realidad, la concentración de poder es mayor en las sociedades comunistas que en las liberales, ya que se acentúan todos los inconvenientes criticados al capitalismo privado. El remedio puede resultar tan malo como la propia enfermedad. Nicolai Berdiaeff escribió: “La organización del Estado, de la unidad espiritual y de la concepción única del mundo, lleva en la práctica principalmente al fortalecimiento de los órganos de espionaje y de la policía política. El deseo en sí de vencer la anarquía espiritual e intelectual y alcanzar la unidad del espíritu y la concepción única del mundo, es un deseo justo que no merece más que aprobación. La era del liberalismo formal, del pancismo liberal y del escepticismo se está terminando, pero en estos caminos acechan las tentaciones del Gran Inquisidor, la dictadura de la concepción única del mundo es justamente la tentación del Gran Inquisidor y ella ha llevado a consecuencias desastrosas en el comunismo ruso y en el nacional socialismo alemán. La dictadura de la concepción única del mundo no es una victoria real sobre el caos, sino una organización formal del mismo caos; es la creación de un orden despótico detrás del cual se sigue removiendo el caos” (De “El destino del hombre contemporáneo”).
Estas palabras, escritas hace varios años, nos recuerdan que el egoísmo y el desinterés por los demás, incluso por uno mismo, hacen que las sociedades entren en crisis. Surgen las tendencias totalitarias como reacción al libertinaje económico. Luego surgirá otra decepción más, y así seguirán las cosas hasta que seamos conscientes de que debemos cambiar nuestras actitudes a nivel individual ya que ningún sistema social está hecho para funcionar aceptablemente a pesar de las excesivas falencias de las conductas individuales.
Muchos emplean la “lógica del neumático”, que establece que “el neumático siempre se desinfla en la parte inferior”. En forma similar, se afirma que la culpabilidad social es proporcional al dinero que se posee. En realidad, existe una mentalidad generalizada, aceptada por la mayoría, que hace actuar a las personas en forma egoísta, y quien llegó a una posición superior en la escala económica, tiene una mentalidad similar a la de quienes están en los peldaños inferiores, ya que comparten los mismos defectos y las mismas ambiciones. De ahí que proponer, como solución, algo similar a la “dictadura del proletariado”, es algo absurdo (si se busca mejorar la sociedad). Si alguien afirma que el marxismo es una ideología del pasado, se le puede sugerir que lea varios libros de sociología y observe la vigencia que todavía tiene.
Aún cuando se pueda disponer de un conocimiento accesible y coherente, no faltarán quienes nieguen lo evidente por cuanto la realidad no se ajusta a sus opiniones, o a sus creencias previas, o a sus gustos particulares. Estas actitudes hacen recordar a los adversarios de Louis Pasteur, quienes observaban con el microscopio a los microbios; por lo que nadie dudaba de su existencia. Sin embargo, mientras que Pasteur los consideraba causantes de las enfermedades, dichos adversarios suponían que eran efectos de la enfermedad. En sociología no es necesario encontrar leyes naturales precisas, ya que muchas veces tan sólo hace falta conocer cuáles son las causas y cuáles los efectos de determinados fenómenos sociales.
El hombre tiene una esencia dual, biológica y cultural, que en cierta forma deriva del antiguo dualismo entre cuerpo y alma. En la etapa biológica predomina el espíritu competitivo, de donde surgen el egoísmo y el odio. Luego vendrá una etapa cultural en la que prevalecerá la cooperación y la búsqueda de un beneficio simultáneo en cada acción entre individuos. San Agustín escribió: “Una es la sociedad de los hombres que quieren vivir según la carne; la otra es la de quienes desean vivir según el espíritu” (De “La ciudad de Dios”).
Y ya tenemos una finalidad del hombre y de la sociedad; buscar el predominio de nuestra esencia cultural sobre nuestra esencia biológica. Buscar el predominio de la cooperación sobre el egoísmo y la competencia.
Muchos temen hablar de “finalidad” o del “sentido de la vida” dentro de la ciencia, como si hablar de tales conceptos implicara necesariamente estar dentro del ámbito de la religión o de la filosofía. Por el contrario, la esencia biológica y cultural, y la transición de una a otra, son aspectos básicos dentro del pensamiento científico, por lo que podemos tomarla como una finalidad inmediata, accesible a nuestra indagación y a nuestra acción.
Puede interpretarse a la acción que conduce desde lo biológico a lo espiritual, como una manera de encauzar el espíritu competitivo desde la búsqueda de objetivos dirigidos a satisfacer el egoísmo hacia la búsqueda de objetivos que traerán beneficios compartidos. La conversión propuesta por la sociología no habrá de ser distinta a la sugerida por la religión.
Mientras que la sociología no se muestre unificada mediante una teoría que la sintetice, mostrará cierta fragilidad. Sin embargo, es oportuno destacar que posee una fortaleza intrínseca que radica en la posibilidad de hacer consciente, al ciudadano común, de una gran variedad de fenómenos sociales. Así como existe una introspección individual, que es el primer paso hacia un posible mejoramiento personal, disponemos también de la “introspección sociológica” observando cómo funciona la sociedad de la que somos parte.
Las distintas ciencias sociales muestran sus debilidades a través de chistes surgidos desde sus propios ámbitos. Así, los economistas dicen que, luego de haber una reunión en la que participan tres de ellos, surgen, como conclusión, cuatro opiniones distintas. Los sociólogos, por otra parte, afirman que puede reconocerse a uno de ellos por las siguientes cuatro razones: a) Llega adonde no lo llaman, b) Obtiene información por el método más difícil, c) Tal información ya es conocida y d) No le sirve a nadie. Si hay algo de cierto en esta aseveración, se sugiere tener en cuenta la posibilidad de constituirse en “despertadores de conciencias”, que tanta falta le hacen a la sociedad.
Uno de los criterios de selección que puede aplicarse a las teorías sociológicas propuestas, ha de consistir en verificar su grado de vinculación a los aspectos básicos del hombre estudiados por la biología. En ella encontramos la evolución biológica, y posterior adaptación progresiva, que nos insinúan continuarlas mediante la adaptación cultural al orden natural. De ahí que debemos tener presentes tanto la herencia genética de cada individuo como la influencia que recibe desde su medio social.
La sociología nazi (Escuela racial de Gobineau y seguidores) supone que cada individuo está determinado principalmente por su raza, mientras que las sociologías marxistas suponen que está determinado principalmente por la influencia social. Eugenio Pucciarelli escribió: “Ni en la Unión Soviética se sostiene hoy la teoría de Lysenko, que rechazaba la herencia a favor del medio, ni en Alemania se aprueban las teorías racistas que reducían la influencia de los factores ambientales y sobrevaloraban la herencia” (De “Ideología y ciencia”).
La ideología marxista influyó en muchos jóvenes llevándolos hasta la rebelión armada, exponiéndolos a la violenta represión del terrorismo estatal. El guerrillero Che Guevara sigue siendo el modelo a seguir, ya que ha de ser el resultado de la “introspección sociológica” que se logra leyendo con entusiasmo al “Manifiesto comunista”. Para el marxismo no puede haber cambio sin revolución armada (guerra civil), por cuanto, supone, la gente que vive en una sociedad capitalista tiene una forma de pensar acorde a este tipo de sociedad y no puede darse cuenta que es un “explotador” o que es un “explotado”. De ahí que sólo los seguidores de Marx pueden promover el cambio social.
Las ideologías incompletas, que ignoran aspectos básicos de la naturaleza humana, engendran personajes como Hitler y Stalin, quienes han escrito las páginas más sangrientas de la historia humana. Las ideologías extremistas pueden lograr bastantes adeptos en los adolescentes, que tienden a fanatizarse fácilmente. El sociólogo Fernando H. Cardoso expresó: “Si se es joven y no se es de izquierda, no se tiene corazón. Si se es viejo y no se es de derecha, no se tiene cerebro.
Otra de las divergencias existentes en sociología es la interacción entre individuo y sociedad. Para unos, la sociedad determina la acción individual, ya que su influencia predominaría sobre los atributos personales. El progreso se logrará cambiando la sociedad antes de cambiar al individuo. Esta es la tendencia que deriva del pensamiento de Kart Marx, como se mencionó antes.
Una postura distinta sugiere que son los individuos quienes influyen sobre la sociedad y la determinan. Cambiando al individuo, cambiará la sociedad, y así se producirá el progreso. Esta es la postura que tiene como representante máximo a Max Weber. El cristianismo, en el plano religioso, propone una mejora individual como acción prioritaria.
Es esencial analizar la validez del punto de partida adoptado para la descripción sociológica. Quien parte desde la influencia social, tomará como variables a las clases sociales, la “burguesía”, el “proletariado”, etc. Hará referencias a grupos, y no a individuos. Esta forma descriptiva no tendrá en cuenta los atributos particulares y ha de generar conflictos, como siempre ha ocurrido. El principal aliado del marxista es el egoísta que vive lujosamente aun cuando esté rodeado de gente muy pobre, dando motivos valederos para las protestas.
Es distinta la postura del que supone prioritaria la acción individual, de donde surgen términos como “prójimo”, “honrado”, “trabajador”, etc. Se trata incluso de “disolver” al subgrupo para insertar al individuo en el grupo constituido por la humanidad. Sin embargo, aun desde la religión se forman agrupamientos como “creyentes”, “infieles”, “ateos”, etc, generándose antagonismos en forma inmediata.
Las tendencias más importantes de la sociología actual derivan de los nombres de Marx y Weber, pasando por un estado similar al de la astronomía del siglo XVI, cuando coexistían el modelo ptolemaico y el copernicano. El primero suponía que el Sol y los planetas giraban alrededor de la Tierra, mientras que el segundo afirma que la Tierra y los planetas giran alrededor del Sol. En la actualidad algunos parecen decir: “el individuo gira alrededor de la sociedad”, mientras que otros parecen afirmar: “la sociedad gira alrededor del individuo”.
Posiblemente, el término medio esté más cerca de la verdad, ya que admitirá una transición gradual entre ambas posturas. Peter Berger y Thomas Luckman propusieron en su libro “La construcción de la realidad” los siguientes puntos básicos: a) Externalización: la sociedad es producida por hombres, b) Objetivación: la sociedad es una realidad objetiva, independiente de los hombres, c) Internalización: el hombre es un producto de la sociedad . (Citado en “Sociología para principiantes” de M. Lafforgue y Sanyú).
Desde el punto de vista económico también existen dos posturas principales: el capitalismo privado, o economía de mercado (autoregulado), descripto por Adam Smith, y el capitalismo estatal, o socialismo (economía planificada desde el Estado). En realidad, la concentración de poder es mayor en las sociedades comunistas que en las liberales, ya que se acentúan todos los inconvenientes criticados al capitalismo privado. El remedio puede resultar tan malo como la propia enfermedad. Nicolai Berdiaeff escribió: “La organización del Estado, de la unidad espiritual y de la concepción única del mundo, lleva en la práctica principalmente al fortalecimiento de los órganos de espionaje y de la policía política. El deseo en sí de vencer la anarquía espiritual e intelectual y alcanzar la unidad del espíritu y la concepción única del mundo, es un deseo justo que no merece más que aprobación. La era del liberalismo formal, del pancismo liberal y del escepticismo se está terminando, pero en estos caminos acechan las tentaciones del Gran Inquisidor, la dictadura de la concepción única del mundo es justamente la tentación del Gran Inquisidor y ella ha llevado a consecuencias desastrosas en el comunismo ruso y en el nacional socialismo alemán. La dictadura de la concepción única del mundo no es una victoria real sobre el caos, sino una organización formal del mismo caos; es la creación de un orden despótico detrás del cual se sigue removiendo el caos” (De “El destino del hombre contemporáneo”).
Estas palabras, escritas hace varios años, nos recuerdan que el egoísmo y el desinterés por los demás, incluso por uno mismo, hacen que las sociedades entren en crisis. Surgen las tendencias totalitarias como reacción al libertinaje económico. Luego surgirá otra decepción más, y así seguirán las cosas hasta que seamos conscientes de que debemos cambiar nuestras actitudes a nivel individual ya que ningún sistema social está hecho para funcionar aceptablemente a pesar de las excesivas falencias de las conductas individuales.
Muchos emplean la “lógica del neumático”, que establece que “el neumático siempre se desinfla en la parte inferior”. En forma similar, se afirma que la culpabilidad social es proporcional al dinero que se posee. En realidad, existe una mentalidad generalizada, aceptada por la mayoría, que hace actuar a las personas en forma egoísta, y quien llegó a una posición superior en la escala económica, tiene una mentalidad similar a la de quienes están en los peldaños inferiores, ya que comparten los mismos defectos y las mismas ambiciones. De ahí que proponer, como solución, algo similar a la “dictadura del proletariado”, es algo absurdo (si se busca mejorar la sociedad). Si alguien afirma que el marxismo es una ideología del pasado, se le puede sugerir que lea varios libros de sociología y observe la vigencia que todavía tiene.
Aún cuando se pueda disponer de un conocimiento accesible y coherente, no faltarán quienes nieguen lo evidente por cuanto la realidad no se ajusta a sus opiniones, o a sus creencias previas, o a sus gustos particulares. Estas actitudes hacen recordar a los adversarios de Louis Pasteur, quienes observaban con el microscopio a los microbios; por lo que nadie dudaba de su existencia. Sin embargo, mientras que Pasteur los consideraba causantes de las enfermedades, dichos adversarios suponían que eran efectos de la enfermedad. En sociología no es necesario encontrar leyes naturales precisas, ya que muchas veces tan sólo hace falta conocer cuáles son las causas y cuáles los efectos de determinados fenómenos sociales.
El hombre tiene una esencia dual, biológica y cultural, que en cierta forma deriva del antiguo dualismo entre cuerpo y alma. En la etapa biológica predomina el espíritu competitivo, de donde surgen el egoísmo y el odio. Luego vendrá una etapa cultural en la que prevalecerá la cooperación y la búsqueda de un beneficio simultáneo en cada acción entre individuos. San Agustín escribió: “Una es la sociedad de los hombres que quieren vivir según la carne; la otra es la de quienes desean vivir según el espíritu” (De “La ciudad de Dios”).
Y ya tenemos una finalidad del hombre y de la sociedad; buscar el predominio de nuestra esencia cultural sobre nuestra esencia biológica. Buscar el predominio de la cooperación sobre el egoísmo y la competencia.
Muchos temen hablar de “finalidad” o del “sentido de la vida” dentro de la ciencia, como si hablar de tales conceptos implicara necesariamente estar dentro del ámbito de la religión o de la filosofía. Por el contrario, la esencia biológica y cultural, y la transición de una a otra, son aspectos básicos dentro del pensamiento científico, por lo que podemos tomarla como una finalidad inmediata, accesible a nuestra indagación y a nuestra acción.
Puede interpretarse a la acción que conduce desde lo biológico a lo espiritual, como una manera de encauzar el espíritu competitivo desde la búsqueda de objetivos dirigidos a satisfacer el egoísmo hacia la búsqueda de objetivos que traerán beneficios compartidos. La conversión propuesta por la sociología no habrá de ser distinta a la sugerida por la religión.