05-16-2004, 08:47 AM
Cuando se llega a la bellísima Lucerna, NO es necesario preguntar: basta con seguir a los numerosísimos grupos de turistas japoneses.
Yo, prudente y sin demasiado tiempo, así lo hice.
Se recorren, SIN duda, los más hermosos lugares de la ciudad..; y, naturalmente, se aterriza frente a un edificio circular, rematado en cúpula, en cuyo frontis reza: "Bourbaki-Panorama. Guerra Franco-Prusiana 1870".
Ha sido una auténtica SUERTE que, como casi todos los demás, éste no fuera cortado en trozos ni vendidos sus restos, como, por ejemplo, los míticos de la batalla de Champigny y de la de Rezonville, en públicas subastas... Cúpole, en la rueda de la fortuna, bola blanca, salvándose del despiece así, que, ya en el lejano verano de 1889, la inmensa tela fuese adquirida por el rico consistorio lucernés. ¡Bingo!
Sólo hay que pagar unos pocos francos suizos; y, siguiendo las escaleras...
¡Oh, Dios del cielo!
ES Verrières en el crudísimo invierno de 1871.
A la izquierda, NIEVE; infinita nieve y tropas. A la derecha, ¡oh..!, MÁS tropas, MÁS nieve...
Hay que respirar HONDO. Sentarse, quizá, en un banco...
La megafonía, a su turno, SEGURO que llegará, si aún no lo ha hecho, a una lengua que se comprende sin dificultad... Hay que poner mucha atención a las palabras y, sobretodo, no dejar de VER.
Porque, cuando los ojos se han hecho a la semi-penumbra de la sala, ¡oh, MAGIA..!, la pintura cobra RELIEVE.
Sí: es una ilusión óptica pasajera... NO es una pintura en relieve; es, sencillamente, relieve puro, real, FÍSICO.
El PATÉTICO Ejército Francés del Este, cuerpo al mando del general Bourbaki del desfallecido ejército del Second Empire, SABE de la derrota final ante las fronteras helvéticas... ¡Virgen Santísima!; es HORRIBLE este frío cómo penetra de profundamente.., hasta el tuétano de los huesos de estos ateridos reclutas aún vírgenes que llevan más de tres días perseguidos por los prusianos del victorioso Werder...
Las caras de los oficiales lo dicen TODO..; ¡Señor, Señor, Señor..!, ¿QUÉ hacer con ESTOS 90.000 hombres ateridos y desmoralizados?
Quizá, piensa uno sobrecogido.., fué detrás de ESTA loma donde Bourbaki se saltó los sesos...
Allí, su sustituto, el general Clinchant, que ha pedido asilo para sus hombres a los neutral Suiza, se abrasa de dolor en medio del desierto gélido ante la RIADA: por un plomizamente helado valle de Trevers, con ESTAS sobrecogedoras luces de Verrières allá, al fondo, reptan, en tres largas e inacabables columnas, lo que queda de la infantería, lo que queda de la caballería , los restos de la artillería francesas... Es el general suizo Herzog quien, al frente de su batallón, saluda con todo respeto y educación.
En una pila, ¡oh, es ENORME!, todo el armamento de los soldados galos que van entrando... Allá, aquel que parece aquitano se niega resueltamente... ¿Gritan?
Uno se da cuenta que obedecen al final..; y, que entregan, miren.., sus fusiles.
¡ES tan y tan gruesa la capa de nieve que lo cubre todo..!
Sólo destacan algunos uniformes..; las rojas capas allá de los oficiales de la Guardia, las manchas vermellón de los kepis de aquellos infantes de más atrás, el azul de ESTOS capotes, y, más al fondo, justo en el puesto de aduana, las banderas francesa y suiza ACARTONADAS por la helada escarcha.
El convoy de heridos IMPRESIONA. Miren..; un tren de la Cruz Roja los espera. ¡CUÁNTOS heridos por el suelo! Sacerdotes que dan la extremaunción; camilleros, carromatos, caballos FAMÉLICOS que se muerden las crines entre sí... Uno se gira; y, VE que los habitantes del villorio están saliendo a ayudar a los muchachos: hay, sí, intercambio de comida, curas urgentes aquí y allá, un chaval ofrece a un joven soldado un reconfortante vaso de vino caliente... Allá, más atrás, algunos húsares venden su caballo a unos campesinos: la cuestión es sobrevivir AGUANTANDO el frío, el hambre y las heridas.
Por el fondo nevado, a lo lejos, siguen llegando los regimientos en inextinguible columna... Saben que les espera la humillación de la entrega de armas; pero, también, la esperanza de la SUPERVIVENCIA.
¡Dios!; el último vagón del tren de heridos es un vagón de VERDAD, la empalizada de madera donde se acurrucan algunos soldados está mitad pintada, hacia el fondo, y mitad REAL hacia uno. Del ENORME montonazo de armas que van dejando los franceses an entrar algunas han caido al suelo y vienen hacia mí...
El efecto producido (SÍ: algunos pasajes del cuadro han sido prolongados, en dirección al espectador, con objetos reales, AUTÉNTICOS, que, todo un sortilegio de continuum abracadabrante.., saliendo de la tela, vienen hacia quien, puro pálpito, observa...) es MUY difícil de describir... Hay sables, fusiles, tambores, troncos de árbol, ¡nieve!... Los más lejanos están pintados, los más próximos son REALES.
Una verdadera GOZADA.
Tengo un poster (se pueden comprar a la salida -o, a la entrada...-; caso de que, por lo que sea, no se quiera adquirir alguno de los típicos platos pintados ad hoc...) de este PANORAMA prodigioso encima del mueble de mi ordinata... Se llamaba Edouard Castres, precisamente uno de aquellos soldados que entraron en Suiza aquellos aciagos días.., quien, una vez rehecha su vida, lo ideó hacia otoño de 1876: se tardó dos años (con la inestimable ayuda de maestros como Ferdinand Hodler, Van Muyden, Dufaux, Beaumont, Hébert, Dunki, H. Silvestre y Roy Parisien; claro, claro, claro...) en poder admirar tal fabulosa MARAVILLA.
De PANORAMA (ergo, aquellas telas -óleos representado, generalmente, batallas- de, más o menos, 150 metros de largo por 20 metros de alto y unos 3 ó 4 toneladas de peso que requerían de fuertes andamios de 6 pisos proyectados por sesudos ingenieros para ser colocados en posición), creo haber insinuado ya es, quizá, el ÚNICO que queda ENTERO.
"Oh, tempora!; oh, mores!"
Siempre a su disposición, damas y caballeros.
Jaume de Ponts y Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0047 hs. a.m.
Yo, prudente y sin demasiado tiempo, así lo hice.
Se recorren, SIN duda, los más hermosos lugares de la ciudad..; y, naturalmente, se aterriza frente a un edificio circular, rematado en cúpula, en cuyo frontis reza: "Bourbaki-Panorama. Guerra Franco-Prusiana 1870".
Ha sido una auténtica SUERTE que, como casi todos los demás, éste no fuera cortado en trozos ni vendidos sus restos, como, por ejemplo, los míticos de la batalla de Champigny y de la de Rezonville, en públicas subastas... Cúpole, en la rueda de la fortuna, bola blanca, salvándose del despiece así, que, ya en el lejano verano de 1889, la inmensa tela fuese adquirida por el rico consistorio lucernés. ¡Bingo!
Sólo hay que pagar unos pocos francos suizos; y, siguiendo las escaleras...
¡Oh, Dios del cielo!
ES Verrières en el crudísimo invierno de 1871.
A la izquierda, NIEVE; infinita nieve y tropas. A la derecha, ¡oh..!, MÁS tropas, MÁS nieve...
Hay que respirar HONDO. Sentarse, quizá, en un banco...
La megafonía, a su turno, SEGURO que llegará, si aún no lo ha hecho, a una lengua que se comprende sin dificultad... Hay que poner mucha atención a las palabras y, sobretodo, no dejar de VER.
Porque, cuando los ojos se han hecho a la semi-penumbra de la sala, ¡oh, MAGIA..!, la pintura cobra RELIEVE.
Sí: es una ilusión óptica pasajera... NO es una pintura en relieve; es, sencillamente, relieve puro, real, FÍSICO.
El PATÉTICO Ejército Francés del Este, cuerpo al mando del general Bourbaki del desfallecido ejército del Second Empire, SABE de la derrota final ante las fronteras helvéticas... ¡Virgen Santísima!; es HORRIBLE este frío cómo penetra de profundamente.., hasta el tuétano de los huesos de estos ateridos reclutas aún vírgenes que llevan más de tres días perseguidos por los prusianos del victorioso Werder...
Las caras de los oficiales lo dicen TODO..; ¡Señor, Señor, Señor..!, ¿QUÉ hacer con ESTOS 90.000 hombres ateridos y desmoralizados?
Quizá, piensa uno sobrecogido.., fué detrás de ESTA loma donde Bourbaki se saltó los sesos...
Allí, su sustituto, el general Clinchant, que ha pedido asilo para sus hombres a los neutral Suiza, se abrasa de dolor en medio del desierto gélido ante la RIADA: por un plomizamente helado valle de Trevers, con ESTAS sobrecogedoras luces de Verrières allá, al fondo, reptan, en tres largas e inacabables columnas, lo que queda de la infantería, lo que queda de la caballería , los restos de la artillería francesas... Es el general suizo Herzog quien, al frente de su batallón, saluda con todo respeto y educación.
En una pila, ¡oh, es ENORME!, todo el armamento de los soldados galos que van entrando... Allá, aquel que parece aquitano se niega resueltamente... ¿Gritan?
Uno se da cuenta que obedecen al final..; y, que entregan, miren.., sus fusiles.
¡ES tan y tan gruesa la capa de nieve que lo cubre todo..!
Sólo destacan algunos uniformes..; las rojas capas allá de los oficiales de la Guardia, las manchas vermellón de los kepis de aquellos infantes de más atrás, el azul de ESTOS capotes, y, más al fondo, justo en el puesto de aduana, las banderas francesa y suiza ACARTONADAS por la helada escarcha.
El convoy de heridos IMPRESIONA. Miren..; un tren de la Cruz Roja los espera. ¡CUÁNTOS heridos por el suelo! Sacerdotes que dan la extremaunción; camilleros, carromatos, caballos FAMÉLICOS que se muerden las crines entre sí... Uno se gira; y, VE que los habitantes del villorio están saliendo a ayudar a los muchachos: hay, sí, intercambio de comida, curas urgentes aquí y allá, un chaval ofrece a un joven soldado un reconfortante vaso de vino caliente... Allá, más atrás, algunos húsares venden su caballo a unos campesinos: la cuestión es sobrevivir AGUANTANDO el frío, el hambre y las heridas.
Por el fondo nevado, a lo lejos, siguen llegando los regimientos en inextinguible columna... Saben que les espera la humillación de la entrega de armas; pero, también, la esperanza de la SUPERVIVENCIA.
¡Dios!; el último vagón del tren de heridos es un vagón de VERDAD, la empalizada de madera donde se acurrucan algunos soldados está mitad pintada, hacia el fondo, y mitad REAL hacia uno. Del ENORME montonazo de armas que van dejando los franceses an entrar algunas han caido al suelo y vienen hacia mí...
El efecto producido (SÍ: algunos pasajes del cuadro han sido prolongados, en dirección al espectador, con objetos reales, AUTÉNTICOS, que, todo un sortilegio de continuum abracadabrante.., saliendo de la tela, vienen hacia quien, puro pálpito, observa...) es MUY difícil de describir... Hay sables, fusiles, tambores, troncos de árbol, ¡nieve!... Los más lejanos están pintados, los más próximos son REALES.
Una verdadera GOZADA.
Tengo un poster (se pueden comprar a la salida -o, a la entrada...-; caso de que, por lo que sea, no se quiera adquirir alguno de los típicos platos pintados ad hoc...) de este PANORAMA prodigioso encima del mueble de mi ordinata... Se llamaba Edouard Castres, precisamente uno de aquellos soldados que entraron en Suiza aquellos aciagos días.., quien, una vez rehecha su vida, lo ideó hacia otoño de 1876: se tardó dos años (con la inestimable ayuda de maestros como Ferdinand Hodler, Van Muyden, Dufaux, Beaumont, Hébert, Dunki, H. Silvestre y Roy Parisien; claro, claro, claro...) en poder admirar tal fabulosa MARAVILLA.
De PANORAMA (ergo, aquellas telas -óleos representado, generalmente, batallas- de, más o menos, 150 metros de largo por 20 metros de alto y unos 3 ó 4 toneladas de peso que requerían de fuertes andamios de 6 pisos proyectados por sesudos ingenieros para ser colocados en posición), creo haber insinuado ya es, quizá, el ÚNICO que queda ENTERO.
"Oh, tempora!; oh, mores!"
Siempre a su disposición, damas y caballeros.
Jaume de Ponts y Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre)
-Catalunya/UE-
16/05/2004, 0047 hs. a.m.