05-16-2004, 02:48 AM
Sólo podía haber ocurrido en la patria de Agatha Christie...
Decenas y decenas de circunspectos científicos se aprestaron a acudir a la reunión (en diciembre de 1912) de la Londons National Geographic... NO salieron defraudados: aquella tarde, los profesores Arthur Smith Woodward -por otro lado, prestigiosísimo conservador del departamento de Geología del Museo Británico; ¡ahí es nada..!- y Charles Dawson -más que eminente muy reconocido miembro de la Sociedad Geológica...- rebelaron que habían descubierto el ESLABÓN PERDIDO.
En un terreno de grava de Piltdown (una perdida aldea de Sussex, al sur de Inglaterra), se había hallado el cráneo desarrollado como un homo sapiens de una criatura de la Era Glacial -500.000 años- que tenía una perfecta mandíbula de CHIMPANCÉ.
El Hombre de Piltdown pasó a ser una star arqueológica: torrentes de premios científicos para sus descubridores se juntaron a la admiración de los colegas y el orgulloso aplauso del público anglo-sajón, feliz de que el primer hombre NO fuese alemán. El aislado escepticismo del maestro David Waterson (sostenido hasta su muerte, en 1921) fué ninguneado totalmente. Durante CUARENTA Y UN años, la hoy diriamos CHOCANTE osamenta del eslabón perdido presidió el mundo del estudio de la prehistoria humana. En 1950, la zona se declaró reserva histórica y se levantó en ella un monumento al Hombre de Piltdown.
Sorpresivamente, el Boletín del Museo Británico, en 1953, publicó un artículo firmado por tres distinguidos profesores donde se DEMOSTRABA que la gloriosa calavera era FALSA: claramente, su parte superior correspondía a un humano de unos 50.000 años -¡no 500.000..!- de edad arqueológica y la mandíbula era la de un ORANGUTÁN fallecido hacía pocos siglos; se trataba de dos piezas DISTINTAS pertenecientes a dos especies DISTINTAS y dos épocas DISTINTAS, que habían sido presentadas como un todo mediante PREMEDITADOS trucos y artificiales retoques químicos.
El FRAUDE del eslabón perdido cayó como una BOMBA atómica.
¿QUIÉN lo había hecho?
¿CUÁL había sido el móvil del delito?
Charles Dawson había, prudentemente.., muerto en 1916; Woodward, también (en 1947)... La cosa adquirió un tono hasta excitante cuando un paleontólogo de la Oxfords Un., J.A. Sollas, en su lecho de muerte, años después de que el fraude fuese conocido, se allanó, en su delirio, ¡a confesarse autor del engaño..! En fin.., ¡qué contarles..!; con decirles que uno de esos investigadores, como siempre yankee.., trajó a colación sospechas hacia, ni más ni menos, que ¡Sir Arthur Conan Doyle!... Pasó el tiempo; y, nada se sacaba en claro en torno a lo que yo estudié como el timo del siglo...
Pero, en la edición de mayo de 1996, Nature hizo la LUZ.
Andrew Currant -paleontólogo del Museo de Historia Natural de London- y Brian Gardiner -arqueólogo del Kings College- habían desempolvado el cofre, arrinconado en un desván del Museo de Historia Natural durante más de 50 años, en que se guardaban los huesos..; y, había sido muy FÁCIL: un monograma inscrito en la cubierta contenía cuatro pequeñas letras, M.A.C.H. Había sido, pues, Martin A. C. Hinton, un conservador del departamento de Zoología del Museo Británico que había muerto un mes después de hacerse público el fraude... ¿El móvil? Todo sugiere que se trataba de una VENDETTA... En 1910, Hinton había tenido diferencias con Woodward por el pago de unos honorarios. Para BURLARSE de él y hacerle quedar mal ante la comunidad científica, montó la patraña... ¡Al ver, el pobre, que se consideraba el hallazgo del siglo..!, pues, se acojonó y se CALLÓ.
Cest tout, mes amis/es?
Quizá algunos/as lo dejarían así..; considerando que -en atención a MÁS de cuarenta años TRAGANDO con alegría y gusto montaje se ha revelado en el fondo tan y tan BURDO y tope RIDÍCULO...- los científicos también son humanos y, miren.., aún los más sabios y perspicaces NO son perfectos. Y, punto.
Me parece un cierre en FALSO del thema, de verdad. Creo yo que habría de explorarse los resortes que intervienen (y, a veces.., diría que INFLUYEN en grado hasta muy importante sino claramente significativo o incluso CRUCIAL) en los mecanismos de la PERCEPCIÓN en relación al grado de, por ser suaves.., ENEMISTAD que mantenía, entonces (no sé ahora...), la comunidad antropológica británica con su equivalente germana... A mi PARTICULAR modo de ver, el transcurso del tiempo habría probado, MÁS que otra cosa, que la jugada que quiso ser un GOAL científico contra Alemania acabó a la postre por convertirse en un golazo británico en PROPIA meta cuyos ecos, ¡oh, sí..!, siguen escuchándose...
Cherchez la femme, mes amis/es...
Siempre, en cualquier caso, a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre) -Catalunya/UE-
15/05/2004, 1847 hs. p.m.
Decenas y decenas de circunspectos científicos se aprestaron a acudir a la reunión (en diciembre de 1912) de la Londons National Geographic... NO salieron defraudados: aquella tarde, los profesores Arthur Smith Woodward -por otro lado, prestigiosísimo conservador del departamento de Geología del Museo Británico; ¡ahí es nada..!- y Charles Dawson -más que eminente muy reconocido miembro de la Sociedad Geológica...- rebelaron que habían descubierto el ESLABÓN PERDIDO.
En un terreno de grava de Piltdown (una perdida aldea de Sussex, al sur de Inglaterra), se había hallado el cráneo desarrollado como un homo sapiens de una criatura de la Era Glacial -500.000 años- que tenía una perfecta mandíbula de CHIMPANCÉ.
El Hombre de Piltdown pasó a ser una star arqueológica: torrentes de premios científicos para sus descubridores se juntaron a la admiración de los colegas y el orgulloso aplauso del público anglo-sajón, feliz de que el primer hombre NO fuese alemán. El aislado escepticismo del maestro David Waterson (sostenido hasta su muerte, en 1921) fué ninguneado totalmente. Durante CUARENTA Y UN años, la hoy diriamos CHOCANTE osamenta del eslabón perdido presidió el mundo del estudio de la prehistoria humana. En 1950, la zona se declaró reserva histórica y se levantó en ella un monumento al Hombre de Piltdown.
Sorpresivamente, el Boletín del Museo Británico, en 1953, publicó un artículo firmado por tres distinguidos profesores donde se DEMOSTRABA que la gloriosa calavera era FALSA: claramente, su parte superior correspondía a un humano de unos 50.000 años -¡no 500.000..!- de edad arqueológica y la mandíbula era la de un ORANGUTÁN fallecido hacía pocos siglos; se trataba de dos piezas DISTINTAS pertenecientes a dos especies DISTINTAS y dos épocas DISTINTAS, que habían sido presentadas como un todo mediante PREMEDITADOS trucos y artificiales retoques químicos.
El FRAUDE del eslabón perdido cayó como una BOMBA atómica.
¿QUIÉN lo había hecho?
¿CUÁL había sido el móvil del delito?
Charles Dawson había, prudentemente.., muerto en 1916; Woodward, también (en 1947)... La cosa adquirió un tono hasta excitante cuando un paleontólogo de la Oxfords Un., J.A. Sollas, en su lecho de muerte, años después de que el fraude fuese conocido, se allanó, en su delirio, ¡a confesarse autor del engaño..! En fin.., ¡qué contarles..!; con decirles que uno de esos investigadores, como siempre yankee.., trajó a colación sospechas hacia, ni más ni menos, que ¡Sir Arthur Conan Doyle!... Pasó el tiempo; y, nada se sacaba en claro en torno a lo que yo estudié como el timo del siglo...
Pero, en la edición de mayo de 1996, Nature hizo la LUZ.
Andrew Currant -paleontólogo del Museo de Historia Natural de London- y Brian Gardiner -arqueólogo del Kings College- habían desempolvado el cofre, arrinconado en un desván del Museo de Historia Natural durante más de 50 años, en que se guardaban los huesos..; y, había sido muy FÁCIL: un monograma inscrito en la cubierta contenía cuatro pequeñas letras, M.A.C.H. Había sido, pues, Martin A. C. Hinton, un conservador del departamento de Zoología del Museo Británico que había muerto un mes después de hacerse público el fraude... ¿El móvil? Todo sugiere que se trataba de una VENDETTA... En 1910, Hinton había tenido diferencias con Woodward por el pago de unos honorarios. Para BURLARSE de él y hacerle quedar mal ante la comunidad científica, montó la patraña... ¡Al ver, el pobre, que se consideraba el hallazgo del siglo..!, pues, se acojonó y se CALLÓ.
Cest tout, mes amis/es?
Quizá algunos/as lo dejarían así..; considerando que -en atención a MÁS de cuarenta años TRAGANDO con alegría y gusto montaje se ha revelado en el fondo tan y tan BURDO y tope RIDÍCULO...- los científicos también son humanos y, miren.., aún los más sabios y perspicaces NO son perfectos. Y, punto.
Me parece un cierre en FALSO del thema, de verdad. Creo yo que habría de explorarse los resortes que intervienen (y, a veces.., diría que INFLUYEN en grado hasta muy importante sino claramente significativo o incluso CRUCIAL) en los mecanismos de la PERCEPCIÓN en relación al grado de, por ser suaves.., ENEMISTAD que mantenía, entonces (no sé ahora...), la comunidad antropológica británica con su equivalente germana... A mi PARTICULAR modo de ver, el transcurso del tiempo habría probado, MÁS que otra cosa, que la jugada que quiso ser un GOAL científico contra Alemania acabó a la postre por convertirse en un golazo británico en PROPIA meta cuyos ecos, ¡oh, sí..!, siguen escuchándose...
Cherchez la femme, mes amis/es...
Siempre, en cualquier caso, a su disposición.
Jaume de Ponts i Mateu
jaumedeponts@terra.es
Tortosa (Baix Ebre) -Catalunya/UE-
15/05/2004, 1847 hs. p.m.