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Miércoles 20 de Noviembre de 2024 |
 

Brasil y las reformas pombalinas

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Sebastián José Carvalho e Melo, posterior Marqués de Pombal, secretario de Exteriores y Guerra. Rey José I. La política pombalina. Mercantilismo, Inglaterra, Austrias menores, Borbones, pensamiento ilustrado de Pombal, Paz de Utrecht, Colonia de Sacramento, Tratado de Permuta, Tratado de San Ildefonso, Adam Smith, pensamiento ilustrado, proteccionismo.

Agregado: 02 de JULIO de 2003 (Por Michel Mosse) | Palabras: 3259 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
Categoría: Apuntes y Monografías > Historia >
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    "Brasil y las reformas pombalinas"

    El Rey José I, desde su acceso al trono, tuvo muy claro el tipo de colaboradores que habrían de acompañarle: los cargos palatinos para la nobleza antigua y los altos puestos administrativos para funcionarios de reconocida experiencia y probada fidelidad a la Corona. Para las Secretarías prefirió a personajes relativamente oscuros, pero con experiencia gubernamental, y ajenos a los grandes clanes nobiliarios: Diego de Mendoa Corte Real, como secretario de Estado, y Sebastián José Carvalho e Melo, posterior Marqués de Pombal, como secretario de Exteriores y Guerra.

    La política pombalina es claramente mercantilista y así comenzaría una política de atracción de técnicos extranjeros, de protección a las industrias ya existentes, de concesión de franquicias para importar lanas y exportar tejidos, e impulsará la creación de nuevas manufacturas que hicieran a Portugal más independiente de Inglaterra.

    Con respecto a la política con la nobleza, a comienzos de su reinado José I había acudido a miembros del grupo para proveer los altos cargos, pero la creciente indisposición entre este estamento y Pombal y el intento de regicidio protagonizado por ellos modificó la postura real, que poco a poco se irá volviendo hacia los estratos de la baja nobleza, al tiempo que recortaba los privilegios de aquéllos. El fortalecimiento de la institución monárquica lo hace a costa de los nobles, que resultan perseguidos, encarcelados o ajusticiados, especialmente tras un atentado frustrado contra el rey (1759). En el mismo sentido, es firme defensor del regalismo, lo que lleva a limitar el poder eclesiástico y a intervenir en sus asuntos.

    Los Borbones trataron de reformar Hispanoamérica tal como lo habían hecho en España, pero bajo una perspectiva esencialmente diferente. En América trataron de dividir y descentralizar, vinculando las colonias a la metrópoli para su mejor explotación. Destruyeron así el sistema de los dos grandes virreinatos que integraban federativamente a los reinos, creando otros dos. A esto añadieron cuatro capitanías generales casi autónomas. Subdividieron, además, todo esto en intendencias, que resultaron verdaderas islas administradas por Intendentes que dependían más de las autoridades peninsulares que de las americanas. La administración indiana sufrió un enorme impacto al chocar en ella el modelo afrancesado con el de los Austrias.

    El pensamiento ilustrado de Pombal, la ideología enciclopedista y la difícil situación económica del reino le empujan a emprender un amplio programa de reformas, intentando reforzar el papel de la monarquía.

    Se puede relacionar al Rey José I y a su ministro Pombal con los Reyes Borbones ya que ambos monarcas intentan reforzar el papel de la monarquía, y a la vez ambos suprimieron y modificaron instituciones de orden político y económico, intentando una mejor administración de la colonia.

    En 1641, los guaraníes de la reducción jesuítica vencieron en Mbororé a los bandeirantes (ladrones) de Brasil; que pretendieron romper el bloqueo impuesto por los países bajos invadiendo las reducciones.

    Durante esta batalla, que fue la más importante y en otras de menor envergadura, los guaraníes fueron autorizados a utilizar armas de fuego. En 1713, España se vio obligada a devolver Colonia del Sacramento (actualmente Uruguay), a los portugueses.

    Esto era intolerable para los intereses de Buenos Aires, por la competencia comercial que generaría. Durante las negociaciones de 1750 los diplomáticos portugueses, no desperdiciaron la oportunidad y propusieron el cambio de Colonia del Sacramento por siete misiones jesuíticas de la frontera entre Brasil y Argentina.

    Los españoles influidos por los informes interesados firmaron el famoso "Tratado de Permuta".

    En 1768 comenzó la expulsión de los jesuitas en algunas misiones. Los guaraníes aceptaron el reemplazo de los jesuitas por los civiles y militares españoles en forma pacífica; en otros fue violenta pero con el transcurso del tiempo comenzaron a abandonar las misiones que quedaron abandonadas.

    Testimonio de esta integración cultural español - guaraní es el circuito de las ruinas jesuíticas: Santa María, San Ignacio, Santa Ana.

    El Tratado establecía que Portugal cedía a la corona de España la Colonia del Sacramento y todo su territorio adyacente, como también toda la navegación del Río de la Plata, que pertenecería enteramente a la corona española. Portugal renunciaba a todo derecho que pudiera corresponderle por los tratados de 1681 y 1715. España a su vez entregaba a Portugal todas las tierras "desde el monte de los Castillos Grandes y ribera del mar...", desde el río Chuy, las fuentes del Río Negro y el Ibicuy, siguiendo con indicaciones muy precisas sobre tierras muy poco conocidas, hasta las vertientes en la ribera oriental del río Guapore, con excepción "del terreno que corre desde la boca occidental del río Yapurá y el Marañón o Amazonas", terminando en las cimas de la cordillera de este río y el Orinoco. Sin embargo, el intento de España y Portugal de realizar las demarcaciones en el terreno provocó la sublevación de los indígenas, supuestamente instigados por los mismos jesuitas, que defendían su imperio y el monopolio de la yerba mate. Esta guerra guaraní desembocó en el exterminio de muchos indígenas y la huida de otros a la selva, y abrió el camino para la expulsión de los jesuitas.

    El Tratado de Permuta significó una herida profunda en la estructura americana de los jesuitas. Y fue el comienzo del fin. A partir de 1750 siguieron años en que las noticias provenientes de Europa eran cada vez más preocupantes. Uno a uno, las cortes europeas, se fueron adhiriendo a la de Portugal y dictaron la expulsión de los jesuitas de sus reinos.

    El Tratado de San Ildefonso tuvo una importancia fundamental para fijar las fronteras de ambos imperios. Los portugueses quedaban eliminados de las riberas del Río de la Plata. La Colonia del Sacramento volvió a la soberanía de España, que cedió a Portugal las Misiones Orientales y las tierras sobre las márgenes del río Yacuby, Río Grande, Guayrá y Mato Grosso. Una comisión mixta debía trasladarse a América para fijar las fronteras y poner fin de esta manera a la secular disputa entre los dos reinos. Sin embargo, solo dos comisiones trabajaron conjuntamente y el resultado final fue muy deficiente. No obstante, el Tratado de San Ildefonso representó una relativa estabilización en los límites entre la América hispanoparlante y la lusoparlante, que posteriormente serviría de guía aproximada para delimitar jurisdicciones entre Brasil y las nuevas repúblicas de habla hispana.

    La ola de prosperidad ha dejado un Brasil que sería diferente en el siglo XVIII. Ha variado, desde luego, su lugar en el cuadro imperial portugués. En él, las posesiones asiáticas han dejado de contar, y entre las africanas, solo Angola adquierenueva significación, como satélite y proveedora de esclavos para Brasil.. ha variado también su lugar en la economía mundial: en 1776 Adam Emith señalaba que Gran Bretaña recibía casi tod su oro de Portugal, y entre 1700 y 1750 ese oro le había permitido expandir fuertemente sus acuñaciones en ese metal y eliminar de hecho el predominio de la plata en su sistema monetario; no hay duda que entre la holgura monetaria de esa etapa y la revolución industrial que la sigue existe alguna relación, aunque la naturaleza de esta sigue siendo materia de viva controversia entre economistas e historiadores. Hacia 1700 su núcleo estaba aún en el actual nordeste, en la costa del azúcar y el tabaco, con su retaguardia ganadera del sertao; en torno de él, al sur y al suroeste, San Pablo había avanzado sobre el vasto interior, del que solo mantenía una parte pequeña en ocupación, por otra parte muy laxa; este territorio era sobre todo el teatro de las bandeiras, expediciones en busca de esmeraldas y más aún de hombres, destinadas a formar la orgullosa leyenda de la arisca población mestiza que surge con perfiles propios en la rústica frontera paulista.

    Pombal acometió la gran reforma económica, cuyo objetivo era vincular al Brasil a la metrópoli y crear un segundo aparato administrativo subordinado en la colonia, centralizado en Río de Janeiro, trsladando la capital a esta ciudad.

    A principios del siglo XVIII se creó un virreinato con capital en Bahía, sede hasta el momento del gobernador general, con objeto de consolidar el centralismo deseado por la metrópoli. Sin embargo, este proceso sólo se conseguiría culminar a mediados del siglo XVIII durante el gobierno del Marqués de Pombal, máximo representante del despotismo ilustrado en Portugal. Las Reformas Pombalinas vinieron a establecer un nuevo panorama de la división administrativa de Brasil. En 1763, la capital del virreinato se traslada de Bahía a Rio de Janeiro, ya que, con el descubrimiento de los ricos yacimientos mineros en la región de Minas Gerais y la explotación agrícola y ganadera en torno a la región de So Paulo, el centro económico y demográfico se había desplazado de la costa norte al interior y al sur de la Colonia. En 1772, con la supresión del Estado de Maranhao, se consiguió la unificación política y administrativa, estableciéndose 9 Capitanías Generales y 9 Subalternas. Las Capitanías Generales eran: Gran Pará (de la que dependía Amazonas); Maranho (Piaui); Pernambuco (Ceará, Rio Grande do Norte y Paraiba); Bahía (Sergipe y Espirito Santo); Rio de Janeiro (Santa Catarina y Rio Grande do Sul); So Paulo, Minas Gerais, Goias y Mato Grosso, que, con la excepción de los estados de Alagoas y Paraná, creados a mediados del siglo XIX, se mantendrá hasta principios del siglo XX. Con la creación de los Estados de Acre, Amapa, Mato Grosso do Sul, Rondonia, Roraima, Tocatins y el Distrito Federal de Brasilia, adonde se trasladará la capital en 1960, quedó configurado el actual mapa administrativo de la República Federativa do Brasil.

    La toma de consciencia de la necesidad de crear autoridades mejor integradas en el sistema administrativo imperial en áreas antes entregadas a otras de origen total o parcialmente local,la afirmación de la supremacía del virrey sobre los capitanes generales, que avanza pese a los obstáculos, expresa la preocupación por impedir que esa introducción de autoridades administrativas locales disminuya el control del sistema imperial desde su cúpula son otras causas de convertir a Rio de Janeiro en la nueva sede virreinal.

    En Europa el proceso había sido similar al americano. Los jesuitas europeos focalizaron su esfuerzo principalmente en la educación. Con su habitual eficiencia, al poco tiempo eran respetados en las principales universidades europeas.
    Fue así como se hicieron cargo de la educación de la mayoría de los nobles de Europa y no se les hizo difícil acceder a las cortes, donde se convirtieron en los más prestigiosos asesores de los reyes. Esto les generó a los jesuitas sus peores enemigos dentro de la desplazada clase política europea. Como ejemplo concreto de esta enemistad, rescatamos la figura del Marqués de Pombal, miembro de la corte portuguesa. Desplazado por los jesuitas de su lugar privilegiado en la corte portuguesa, este noble decidió llevar su venganza hasta las últimas consecuencias. Conspiró, mintió, hizo alianzas secretas e inventó supuestos atentados de los jesuitas contra los nobles que se les oponían. Al fin logró su cometido y al promediar el siglo XVIII, los jesuitas fueron expulsados de Portugal y luego de las misiones que tenian en America, el resto del Mundo.

    Dentro de las preocupaciones pragmáticas de Pombal, la reforma buscaba volver a colocar a Portugal en una posición digna dentro del mundo civilizado y bien educado de Europa, posición de la que se había alejado, según creían los pombalinos, a causa del predominio de la escolástica jesuítica. La civilización eran las ciencias y sus aplicaciones prácticas. En consecuencia, la reforma pretendió introducir nuevas materias, o reformar el contenido y el método de enseñanza de materias antiguas

    Su pensamiento ilustrado, la ideología enciclopedista y la difícil situación económica del reino le empujan a emprender un amplio programa de reformas, intentando reforzar el papel de la monarquía. En materia económica, promueve el proteccionismo e intenta proteger los productos portugueses, fomentando la autarquía para evitar la dependencia del exterior. Para ello otorga concesiones y crea compañías comerciales bajo control estatal y con derechos de monopolio. En materia fiscal, emprende una amplia reforma de la Hacienda. La industria, la agricultura y el comercio son actividades en cuyo fomento pone especial interés. Favorece también la Marina y deroga la ley suntuaria. No obstante sus proyectos reformistas, el monopolio del vino provoca un motín popular en su contra, que reprimirá con sumo rigor. El fortalecimiento de la institución monárquica lo hace a costa de los nobles, que resultan perseguidos, encarcelados o ajusticiados, especialmente tras un atentado frustrado contra el rey (1759). En el mismo sentido, es firme defensor del regalismo, lo que lleva a limitar el poder eclesiástico y a intervenir en sus asuntos. En 1759 expulsa a los jesuitas, acusados de oponerse al rey. Tras esto, reorganiza la enseñanza y la seculariza.


    Desde el lado portugués y con apoyo británico, el ministro Pombal estimulaba la expansión lusitana en el Río de la Plata. Los portugueses habían aprovechado la indefensión de los indios de las Misiones, luego de la expulsión de los jesuitas, para extender sus posesiones desde el Uruguay al Paraguay. El virrey de Brasil nombró a Bohm inspector general de todas las fuerzas armadas portuguesas, cuyos subordinados habían vencido a las fuerzas españolas de Vértiz en 1774 y 1776, antes de la creación del virreinato. De tal modo, la importante región que el Tratado de París había adjudicado a España fue conquistada íntegramente por los lusitanos.

    Respecto de las reformas borbónicas cabe señalar que desde el punto de vista económico el virrey Cevallos acometió una empresa de transformaciones de incalculables consecuencias para la primitiva y frágil economía del Río de la Plata: abrió el puerto de Buenos Aires al comercio libre. La libertad de comercio establecida por Cevallos el 6 de septiembre de 1777 destruyó la hegemonía de los comerciantes del Perú y Chile, en provecho de la economía local. Por otra parte, es interesante observar que, debido a la urgencia con que esas medidas eran requeridas en el contexto de una economía que se asfixiaba con el monopolio español (reduciendo, incluso, su aporte a la misma economía española), Cevallos no esperó el permiso real para autorizar la internación y el intercambio con las provincias de las mercaderías que llegaban a Buenos Aires en buques de registro.
    Dicha política se complementó con el Real Decreto del 2 de febrero de 1778, que a diferencia del audaz paso hacia adelante tomado por Cevallos, ya era parte de las llamadas reformas borbónicas. Este decreto extendió esta mayor liberalidad a los demás puertos de la América meridional, y fue más lejos, abriéndolos al comercio directo con los peninsulares. A su vez, el Reglamento y Aranceles Reales para el comercio libre de España e Indias, del 12 de octubre de 1778, amplió la libertad de comercio a trece puertos en la península, Baleares y Canarias, y a veinticinco puertos en América, a la vez que protegía la industria textil española, liberándola de derechos durante diez años.
    Los beneficios que significaron para el Río de la Plata estas disposiciones que liberaban el comercio de sus viejas trabas monopólicas y mercantilistas fueron incalculables, al punto que en el quinquenio 1792-1796, años de paz con Gran Bretaña, la balanza de pagos tuvo un saldo favorable de más de dos millones de pesos.

    Esta política borbónica es similar con las reformas pombalinas, que tampoco se basaban en un principio mercantilista, creando instituciones para lograr un resurgimiento de la monarquía.

    . La única gran reacción contra las reformas fue la "Inconfidencia Mineira" (1788-89). Surgió en Minas Gerais, donde la orden de cobrar el quinto real atrasado coincidió con una gran contracción de la producción minera. El movimiento tuvo como dirigente al teniente de Dragones José Joaquín da Silva, apodado " Tiradentes" por haber ejercido como dentista, y contó con el respaldo de algunos criollos acomodados que pretendían proclamar la república en Brasil. La conspiración fue sofocada fácilmente y Tiradentes fue apresado y ajusticiado en Río el año 1792. Otra rebelión importante fue la de Bahía (1798), de carácter radical y urbano. Fue dirigida por sastres y soldados con el propósito de suprimir la esclavitud, declarar el libre comercio e implantar igualmente la república. Arraigó entre los negros, que se alzaron pidiendo libertad, igualdad y fraternidad, pero no contó con el respaldo de los productores de azúcar, que ayudaron a las autoridades a terminar con la sublevación. Se ejecutaron cuatro cabecillas y se expulsó a África a los restantes. La economía brasileña siguió los dictados de Londres hasta el último cuarto de siglo, cuando las reformas de Pombal originaron sorpresas inesperadas. Inglaterra planificó utilizar Brasil como su colonia, con Portugal como intermediario. Lisboa se transformó así en el redistribuidor del oro, azúcar, algodón, madera tintórea y tabaco brasileños, y en el reexportador de las manufacturas inglesas.

    . Pombal planeó independizar a Portugal de Inglaterra utilizando también a Brasil para su propósito. Lo logró, como veremos a continuación, pero a fines del siglo XVIII, cuando se hicieron notar sus benéficas medidas. A partir de 1795, la balanza de Portugal con Inglaterra fue favorable al primer país, hecho que jamás se había producido en su historia. Eran los resultados con que soñara Pombal cuando inició sus reformas.

    Otros aspectos de las reformas pombalinas se basaron en el aspecto administrativo - militar. Las razones para ello son complejas, pero se relacionan en último término con la agudización de los conflictos europeos que supone la Guerra de los Siete Años, y la consolidación del predominio británico fuera del continente que su desenlace trae consigo. Portugal se ha aferrado, sin éxito, a la neutralidad; al hacerse esta imposible, debió contar más que nunca con la protección militar británica, y ello obligaba a atender más celosamente los intereses de la potencia protectora al fijar su propia política mercantil.

    Los especialistas en el estudio de las reformas pombalinas afirman de modo unánime que en general los cambios no fueron radicales. Una de las razones de esto fue, naturalmente, la caída de Pombal después de la muerte del Rey José I en 1777. Sin el patrocinio del ministro, el movimiento reformista perdió vigor y retrocedió. Otra razón fue más profunda. El contenido humanista de la reforma de los estudios menores no dejaba de afirmar la importancia de las Letras Humanas (lenguas, retórica y poética) como base de todo conocimiento. A pesar de la influencia de Locke, de su utilitarismo y de su experimentalismo sobre Verney, al parecer sobrevivió, según Joaquim de Carvalho, la estructura expositiva del pensamiento escolástico.

    En 1777, la muerte del José trae consigo la caída de Pombal; el balance de un cuarto de siglo de reforma muestra trazos negativos. Lejos de integrar mejor metrópoli y colonia, el desenlace del esfuerzo reformista aumenta las áreas de tensión entre ellas. Sin duda, la caída de todopoderoso ministro crea una oportunidad para cambiar ese rumbo peligroso; esa oportunidad es más aparente que real, ya que, por detrás de su política, son los cambios inducidos por la irreversible decadencia de la minera aurífera los que han provocado ese aumento de tensión, y no hay motivo alguno para esperar que su influjo, amengue en el futuro: en particular el peso del fisco no puede dejar de hacerse sentir sobre la colonia, y sobre todo sobre el distrito minero, cada vez menos capaz de soportarlo.

    El mapa de éxitos y fracasos de la reforma pombalina revela, en efecto, que esta no logró tratar al Brasil como un objeto maleable a remodelar para mejor servir los intereses de la corona: sus éxitos se alcanzaron precisamente allí donde la reforma logró a la vez servir a otros intereses, y ganó el apoyo de estos.


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