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LA REVOLUCION DE MAYO
LA "LEGION INFERNAL"
21 de Mayo de 1810. A
las 9 de la mañana se reúne el Cabildo, e inicia sus trabajos con la rutina
habitual, pero al poco rato debe interrumpirlos. La Plaza de la Victoria está
ocupada por unos 600 hombres armados de pistolas y puñales, que ostentan en el
sombrero un retrato de Fernando VII y en el ojal de la chaqueta una cinta
blanca, símbolo de la unidad criollo-española. La multitud, encabezada por
Domingo French y Antonio Luis Beruti, grita airada que se llame a Cabildo
abierto y se destituya a Cisneros. El escándalo que produce esta Legión
Infernal - tal es su lema - causa alarma entre los cabildantes, que se
apresuran a solicitar del Virrey que autorice la convocatoria; al oficio formal
se agrega un pedido verbal de que la respuesta fuese urgente y afirmativa.
Rápidamente, Cisneros borronea la autorización requerida y, mientras los
delegados del Cabildo entran a la sala para entregarla, otro cabildante corre
en busca de Saavedra con el ruego de que ponga orden en la plaza. La
salida de este emisario es advertida por los manifestantes, que reclaman a
gritos la presencia del Síndico para que se les informe si el Virrey ha
accedido a la convocatoria a Cabildo abierto. Sale Leiva al balcón y con
palabras mesuradas y prudentes intenta convencer a los peticionantes de que el
Ayuntamiento se ocupará de todo, que se queden tranquilos y regresen a sus
casas en orden. La grita se hace entonces más concreta: clama que el Virrey sea
suspendido y Leiva nada puede hacer para calmarla. En esos momentos entra
Saavedra a la Sala Capitular y los cabildantes le piden que interponga su
influencia ante los manifestantes para que despejen la plaza. Desde el balcón,
el Jefe de los Patricios habla a la multitud, asegurándole que nada omitirían
él y los demás comandantes para satisfacer las demandas populares. Pide luego
la desocupación de la plaza y la tranquilidad necesaria para que los
cabildantes puedan seguir deliberando. Los manifestantes se retiran, y el
Cabildo se dedica entonces a estudiar la manera de convocar el congreso de
vecinos. Finalmente, se resuelve que la convocatoria se realice para el día
siguiente, 22 de Mayo, a las 9 de la mañana. Se confecciona una lista de los
personajes que deben ser invitados y se acuerda, además, que ha de redactarse
una "proclama enérgica" para comenzar la sesión. Se invitará al obispo,
a las autoridades jurídicas y administrativas, al Cabildo eclesiástico, a los
comandantes, a los alcaldes de barrio, a diversos catedráticos, oficiales,
sacerdotes y vecinos principales.
La convocatoria a Cabildo abierto no es, todavía, una victoria de los
revolucionarios. El partido del Virrey confía en que los votos terminarán
dándole la hegemonía. Se imprimen 600 esquelas de invitación, pero sólo se
llegan a distribuir 450, sobre la base de la lista elaborada por el Cabildo. La
mayoría de esos invitados, presumiblemente, apoya la causa del Virrey. Sin
embargo, sólo concurren 251 invitados. La ausencia de los 199 que no se
presentan se debe, en su mayoría - según un autor -, a la pusilanimidad y el
miedo, sin perjuicio de que los miembros de la Legión Infernal y muchos
oficiales se encarguen de sugerir el regreso a sus casas a algunos de los
invitados que resultan ausentes. Pero además de la gente que ocupa los altos de
la casa consistorial - relata un testigo - hay "una reunión como de 300
personas de capa y, debajo de éstas armadas de puñales y pistolas; a su cabeza
está don Antonio Luis Beruti".
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