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1831
Italia se suma a
los países europeos con conflictos internos y se suceden graves levantamientos
populares. Polonia se convierte en provincia rusa y estalla la guerra
egipcio-turca. En París, Stendhal consuma una obra maestra - "Rojo y Negro"
- en tanto que su compatriota Daumier publica la primera serie de sus geniales
caricaturas. Nace una nueva ópera, es
de Bellini y se llama "Norma". El descubrimiento del año pertenece a
Faraday: la inducción electromagnética. McCormick, más sencillo, inventa la
segadora mecánica.
A Buenos Aires llega un ilustre visitante - Carlos Darwin - quien se dirige de
inmediato al interior del país buscando el pasado en las raíces de la tierra.
La sequía iniciada un año antes hace estragos: los animales mueren de a miles y
su desaparición total sólo es evitada por la enorme cantidad de lagunas que
posee el campo bonaerense. Un interesante proyecto, tendiente a nacionalizar
las rentas de la Aduana del puerto porteño y terminar con el monopolio
habilitando el de Santa Fe, se derrumba ante el Pacto del Litoral, en el que se
reconoce como puerto único al de Buenos Aires. Rosas ha ganado una vez
más. Así lo dice el "Diario de la Tarde", que aparece este año como
defensor de los intereses de la Confederación Argentina. Se establece el
ministerio de Gracia y Justicia, designándose para este cargo a don Manuel Vicente
Maza. Por orden de Rosas son fusilados en la plaza de San Nicolás el
Gobernador puntano, Coronel Luis Videla, y otros oficiales que habían
capitulado en Córdoba.
El país sigue en lucha, y Buenos Aires se transforma en función del nuevo
caudillo. Se admira a Rosas y se teme a Rosas: son las tendencias
del momento. Pero siempre Rosas. Líder nato, se habla de él en casas,
esquinas y cafés. Escribe un libro sobre administración de estancias y sus
opiniones comienzan a ser contagiosas. Sostiene que en la estancia no pueden
permanecer "los cuzcos, los gringos y los doctores". Y explica por qué:
los cuzcos (perros) molestan, son un estorbo; los gringos no saben bolear ni
usar el lazo; los doctores son teóricos, piensan en Europa, viven "a
espaldas del país". El esquema del jefe muy pronto se hace "vox populi",
desaparece la tolerancia, se enseñorea la prepotencia. De este conflicto nacen
dos arquetipos que la Revolución de Mayo había prefigurado. Y dos de sus
representantes viven este año su papel. Son Quiroga y Paz. El primero es
la pasión, el coraje, "El Tigre de los Llanos". Es el personaje del año.
El segundo es un jefe mayor, uno de los más grandes estrategos de caballería
del mundo; un ilustrado que lee latín y posee la gracia de conducir victoria.
En medio del país, es el sostén y la esperanza unitaria. A su alrededor, tres
caudillos: Rosas, con tropas fogueadas, esperándolo en Buenos Aires; Quiroga,
buscando el desquite; Estanislao López, afilando sus armas en el
litoral. Derrotar al "manco" es el sueño federal. Pero de pronto, el
juego de dados de la historia. Y el brazo de un hombre común, que se llama
Ceballos; desde lejos tira con precisión sus boleadoras, y el más grande
estratega americano de la caballería - que anda por el campo, de reconocimiento
y solo - cae de su animal y es apresado por ese infante solitario y anónimo. El
estupor cunde en el campamento cuando se ve venir a Ceballos con su pieza
mayor. Preso de lujo, Paz es conducido a Santa Fe, donde López lo trata
con respeto. Permite, inclusive, que lo visite en la cárcel Margarita Weild, en
tanto el pueblo habla estremecido de este romance. En los brazos fuertes de
Ceballos el destino ha elegido el futuro del país. No tácticas ni latines, sino
hombres que sepan bolear. Pero aún quedan dos posibles continuadores: Lamadrid,
es uno. Pero Quiroga en La Ciudadela - Tucumán - gana el desquite en una batalla de mucha sangre. Allí, los jefes
derrotados son obligados a pasar frente al "Tigre". Al hacerlo el
Coronel Lorenzo Barcala, Quiroga le espeta: "De haber estado ahora usted en
mi lugar, ¿qué hubiera hecho?". La respuesta es un látigo: "Fusilarlo
en el acto" Quiroga no se inmuta. Por el contrario dice: "Entonces,
desde hoy usted es mi ayudante". Se habla mucho del sanguinario Quiroga,
pero hay quienes dicen que no es así. La época era la sanguinaria, y,
consecuentemente, sus personajes decisivos. "El tigre" sufre: ama a "la
severa". Una mujer a la que ya le ha dicho que antes de matrimoniarse con él se
meterá a monja.
El valiente que muere es el Coronel Juan Pascual Pringles. Perseguido, se apea
de su caballo, rompe su espada, y desde un promontorio se arroja al agua,
ahogándose. Homérico destino para otro jefe de Caballería.
Lejos de esta épica, la población de Buenos Aires se lanza este verano a la
costa para vivir "el éxtasis del río". Lo hacen todas las clases
sociales, y con mayor afición las mujeres y los niños. Faltan casillas pero,
según un cronista, nadie puede aprovecharse de esta carencia. "Las porteñas
usan trajes de baño y son muy diestras en el arte de vestirse y desvestirse",
acota. La costumbre de los baños se extiende a las horas de la noche,
encendiéndose tantas linternas como hagan falta. Las escenas pintorescas
abundan: se puede observar a bañistas con cigarros en la boca. Pero en general,
manda el rigor. Y el pudor.
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