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1822
Alejandro de Iturbe es proclamado emperador
de México, y mediante "el grito de Ypiranga", su colega Pedro I declara
la independencia de Brasil. En tanto, la batalla de Pichincha asegura la
independencia definitiva de Ecuador. Culturalmente, hay para todos los gustos:
Heine edita sus poesías, Delacroix pinta su "Barca del Dante", y se
conoce la "Sinfonía inconclusa", de Schubert.
Nuestro país se mueve al compás de Rivadavia, quien prosigue dando
muestras de empuje revolucionario. En la calle Perú 272 se inaugura la Sala de
Representantes o Parlamento de la provincia de Buenos Aires, y don Bernardino
lee allí el primer mensaje legislativo argentino. Reabre la facultad de
Medicina y Quirúrgica, la que comenzará a funcionar en el hospital general de
hombres. Por un decreto queda abolido el fuero eclesiástico, y la supresión de
los monasterios origina cierta hostilidad contra los frailes como comunidad,
aunque no individualmente. Las congregaciones quedan suprimidas, pasando sus
bienes a propiedad del Estado.
En esta época de reformas, hay en Santo Domingo 48 dominicos y en La Merced 45
mercedarios. Se conviene un importante empréstito con Londres y se ordena la
construcción de radas en la provincia y en la Patagonia. La noticia del triunfo
en la batalla de Ayacucho motiva fiestas populares en la ciudad. En cafés y lugares
públicos, apasionados oradores exaltan la victoria.
Rondeáu, a su vez, decreta se prohíban las corridas de toros en toda la
provincia de Buenos Aires. Algo similar ocurre con la práctica del juego del
pato, al que se considera "peligroso y sanguinario". Hay un afán cultural que
queda demostrado al iniciarse dos funciones de ópera por semana. También en el
hecho de que durante este año aparezcan 15 publicaciones periódicas, entre
ellas "La Abeja Argentina", primera revista científica y literaria que
ve la luz en Buenos Aires.
La ciudad registra 55.416 habitantes, quienes hacen suya una frase que servirá
para criticar todo tipo de demoras injustificadas. Esta se origina en las obras
que se vienen realizando en la Catedral, a la que se le agrega el frente
neoclásico inspirado en el frontispicio del Partenón. La lentitud de los
trabajos acuña una expresión que los porteños usan a cada rato: "Bah, esa es la
obra de la Catedral...".
Una preocupación seria la constituyen las rejas voladas en las ventanas a la
calle. Un artesano que estropeó su brazo y una señorita que perdió su ojo se
presentan a la Honorable Junta reclamando multa por esas desgracias y
sugiriendo que sus dueños paguen una contribución anual por "esas ventanas
asesinas".
Ajeno a esas preocupaciones, en algún lugar de la ciudad, el doctor Manuel
Moreno comienza a anotar las primeras observaciones meteorológicas. Se demuele
el muelle y con sus materiales se empiedra la calle Florida. Además, se
instalan dos mercados de frutos de campaña. Se dicta la obligatoriedad de la
instrucción primaria, creándose la Escuela Normal. Á muchos kilómetros del país
se entrevistan dos hombres "de la época". Ocurre en Guayaquil, y al término de
este diálogo San Martín se embarca hacia Chile, decidido a cumplir su
destino.
Ese año se establece el primer Banco. Capital: un millón de pesos en mil
acciones de 1.000 pesos, con lo directores (seis del país y cuatro
extranjeros). Comienzan a circular papeles de 1, 2 y 3 pesos que reemplazan a
las gruesas monedas. De Inglaterra llegan billetes de 5 hasta 1.000 pesos.
También por vez primera se sepultan cadáveres en el cementerio del Norte
(Recoleta), único importante hasta este momento en la ciudad. Estos cadáveres
son los del liberto Juan Benito y el de la mujer de 26 años Blanca Maria de los
Dolores Maciel, "nacida en el estado Oriental".
El gobierno resuelve que los individuos que sin causa justa se nieguen a
integrar las patrullas vecinales de vigilancia nocturna sufran 24 horas de
arresto. Algunos cuadrilleros cumplen la ordenanza, pero aprovechan la ocasión
para entrar en las casas donde se realizan fiestas, a fin de divertirse en
ellas hasta el amanecer, dando así por cumplidas sus tareas.
Un gigante regresa a Buenos Aires. Ha renunciado a todo, resuelto a seguir
viaje a Europa en voluntario ostracismo El General Don José de San Martín.
Uno de los desahogos porteños - la feria de Octubre - termina mal este año.
Parte del vecindario vive pendiente de esta ceremonia anual que se realiza
frente a la Iglesia de la Recoleta y dura desde el 12 de Octubre hasta el 17.
Una semana en la que se honra a la Señora del Pilar, con "algunos puestos
para comer y beber, hamacas, payasos y una banda militar". Se izan banderas
por la noche los paisanos y bailan hasta tarde, al compás de castañeteos de
dedos y guitarras. Generalmente es así. Pero este año, no. Una gran tormenta
derriba barracas y tablados y cientos de personas terminan refugiándose en la
iglesia, buscando el resguardo de la Patrona. El polvo llegó a ser tan espeso
que oscureció la zona, en tanto que el granizo hizo también lo suyo. Un éxodo,
en pleno barro, y luego una colecta: "Para las víctimas".
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