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1820
Mientras Nápoles y Piamonte - como también
España - asisten a levantamientos liberales, Jorge IV es coronado Rey de
Inglaterra y Lamartine, en Paris publica sus célebres Meditaciones. En este
lado de América, Ecuador se declara independiente, mientras la rebelión bulle
con más fuerza cada día. En la Argentina hace crisis el conflicto de Buenos
Aires con el interior. Sobreviene la anarquía y todo parece perdido. El país
queda partido en dos. Buenos Aires y su campaña, con 200.000 habitantes que de
muchas maneras alcanzan la prosperidad., son mirados con gravedad por la otra
mitad del país. Distintas provincias van declarándose independientes -San Juan,
La Rioja, entre ellas - y hasta Tucumán se constituye oficialmente en
"República". Los pactos entre los caudillos están en el orden del día y estos
acuerdos golpean en la política porteña obligando a cambios de hombres y de
tácticas. Dorrego es nombrado gobernador de Buenos Aires y derrota en Pavón a
las fuerzas del General Estanislao López. Pero la revancha no se hace esperar y 20 días
después López vence a Dorrego
Por primera vez aparece durante este año el nombre de Juan Manuel de Rosas en
"La Gaceta": figura en la lista de los alcaldes de Hermandad nombrados por el
Cabildo. Muy pronto pasaría de la mención de su nombre a la acción misma
decidiendo con su peso y poder el nombramiento de Martín Rodríguez como sucesor
de Dorrego en la conducción bonaerense. En general se espera un gran cambio
pero todo no pasa de formulaciones. Se habla de buenos propósitos organizativos
para el porvenir pero no se concreta plan alguno para alcanzarlos. En medio del
caos muere el doctor Cosme Argerich. La nota sorprendente la constituye el
arribo de enviados españoles a bordo del bergantín Aquiles. La comisión se
titula "regia" y está compuesta por cuatro individuos cuyo objeto es, según el
oficio que elevan de inmediato a la Junta de Representantes "poner término a
las diferencias existentes entre individuos de una propia familia conforme a
las intenciones del monarca constitucional don Fernando VII". Fracasada la
expedición de Cádiz, Fernando opta por otra vía. La Junta no está para que la
tomen por ingenua y fleta a los comisionados. Dos días después los "regios" se
hacen a la vela. En general el país anda bien hacia afuera. Pero en lo interno
se llega a límites nunca sospechados por los próceres de Mayo. El 20 de Junio
se llega a lo increíble: hay tres gobernadores. Son ellos el General Estanislao
Soler, Juan Norberto Dolz e Ildefonso Ramos Mejía. Ese día muere en Buenos
Aires un hombre que acaba de llegar de Tucumán muy enfermo. Un cadáver que
nadie acompañó en la hora final y al que hasta le faltó la bandera argentina.
El cadáver de quien la había creado: Manuel Belgrano. Soñó la nacionalidad
antes que ningún otro, luchó por la educación, la economía, tomó las armas
cuando fue necesario aun no siendo un hombre de armas. Enfermo de hidropesía
siguió adelante. Murió en el mayor olvido.
El país, sin cabeza, comienza a ser dominado, parceladamente, por los
caudillos. Automarginándose de acontecimientos tan dolorosos, inmerso en
risueño de libertad americana San Martín prosigue alistando a su ejército que deberá partir
hacia Perú. Este año aparece el sainete popular y Diego Thompson pone en vigor
las escuelas lancasterianas. Por las calles de Buenos Aires un extraño inglés -
Vidal - es punto de atención: hurga en cada uno de los misterios de la ciudad y
los refleja en grabados. La política también alcanza el ámbito comunal y hay
varios intendentes. La noticia que parece despertar un poco de la melancolía a
los porteños es la de que los guerrilleros del norte consiguen - luego de
hostilizarlos con bravura - desalojar a los realistas de Salta. Un libro
publicado el año anterior comienza a ser leído con atención en la campaña. Se
trata del "Manual de Agricultura", de don Tomás Grigera, en el que se señalan
consejos sobre producción agrícola. Atento a su valor el gobierno adquiere 75
ejemplares "para repartir entre los vecinos labradores". A su vez, el padre
Francisco Castañeda redacta un insólito periódico que hace la delicia de la
elite de la hora. Tiene curioso nombre: "El Desengañador Gauchipolitico".
En hora tan crucial se agranda el edificio del Mercado del Centro, cuya entrada
está en las calles Alsina y Perú. Una violenta sudestada con secuela de
crecientes destruye parte del puerto, 60 buques y varios edificios. En medio de
panorama tan desolador un viajero inglés que arriba se declara satisfecho por
lo rápido y atento de un servicio argentino: el de la aduana. Se inicia la
reconstrucción de la economía bonaerense, aboliéndose la estructura colonial e
iniciándose el trasplante de instituciones europeas. Una primera lista de
aranceles aduaneros presenta caracteres proteccionistas, lo que, políticamente,
cae bien. Pero la ciudad huele mal y eso no le cae bien a ninguno. Abundan las
quejas durante el verano, optando los vecinos filósofos por "refrescarse en el
río". Un río que tiene en el viento del Sudeste su mayor peligro. Rompe cables
y anclas, hunde embarcaciones. Hasta ahora, la única solución ante su embate es
ponerse a rezar.
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