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1) EL NUDO DE LA CUESTIóN: LOS DERECHOS DEL INDEFENSO
No temas al aborto en absoluto. Se trata de un crimen imaginario. Nosotras somos las dueñas de lo que llevamos en nuestro vientre. Y si destruimos esa especie de materia no hacemos más que cuando, por necesidad, purgamos la otra por medio de medicamentos. (MARQUÉS DE SADE, Laphilosophie dans le boudoir)
Una consecuencia de esa razón individualista es la falsificación del ideal de todas las revoluciones occidentales, que es el ideal de los derechos humanos. Cada vez más, en el occidente capitalista, el lenguaje de los derechos humanos sólo sirve para defender los intereses propios.
El lenguaje del "derecho al aborto", o la demanda de "aborto libre y gratuito" viene a ser una radiografía de la situación de los derechos humanos en nuestro mundo: sólo tienen derechos los que tienen fuerza o voz para defenderlos; y sólo tiene dignidad el que puede ostentarla. Por eso al feto, que es lo más débil, lo menos aparente y lo más indefenso en el nivel humano, no se le reconoce el derecho de nacer, que es el primer derecho humano.
Es verdad que el feto todavía no es una persona humana en sentido pleno, como tampoco lo son el bebe recién nacido o incluso el niño antes del uso de razón. El nacimiento no supone una solución de continuidad en el proceso vital, por aparatoso o traumático (o asombroso) que pueda ser para nuestros sentidos. Por eso, no se adquieren los derechos por el hecho de nacer, sino que se posee el derecho a nacer por el hecho de ser humano.
Es cierto también que la vida del feto todavía no es vida humana plena (como, en otro sentido, tampoco merecen el nombre de vida humana otras formas de vida que conocemos en personas adultas. La vida humana es una realidad analógica pese a que no haya soluciones de continuidad en su evolución).
Pero sí que es el feto un viviente humano, porque su vida (a diferencia de la de cualquier embrión animal aunque imaginemos a éste en condiciones de desarrollo optimizadas) está programada para ser humana, y se desarrollará a partir de sus potencialidades intrínsecas y sin ninguna censura como vida humana.
Cabe decir entonces que el feto tiene desde el primer momento personeidad, aunque no tenga personalidad. Quiero decir con esto que es ya estructuralmente persona, aunque aún no lo sea actualizadamente porque su estructura no ha dado de sí todo lo que está abocada a dar. Pero esa misma estructura (y no alguna acción creadora exterior a ella), es lo que se desarrollará como persona.
Se desarrollará así, si no se le des-nace, si no se le niega desde fuera de él, esa capacidad de nacer que lleva dentro de él.(3) Pues el feto no nace "a la vida" sino que nace porque está ya vivo. Tampoco nace a la vida humana, sino que nace al mundo de los hombres, porque era ya antes un viviente humano y, como tal, un ser humano.
La pretensión de determinar científicamente un "momento" en que el embrión (¿por qué no el niño?) pasaría a ser "humano", no es más que una falsa secularización de un falso problema teológico. Fueron los teólogos medievales quienes (desde el presupuesto de que Dios "infundía" un alma en el cuerpo), comenzaron a preguntarse si esa infusión del alma tenía lugar en el momento mismo de la concepción o un tiempo después. Hoy ni la misma teología se siente obligada a aceptar esa idea de la infusión del alma desde fuera. Con lo que la pregunta por un "momento" de la constitución en hombre, resulta una pregunta absurda que, además, tampoco parece bien resuelta si se la limita al tiempo de la gestación: ¿por qué el recién nacido o el infante habría de ser considerado ya como hombre sujeto de derechos?
No hay, por tanto, ningún acontecimiento ulterior que convierta en humano lo que todavía no lo era. Lo que hay es el cumplimiento de unas potencialidades que estaban ya todas desde el primer momento. El feto es por tanto, un ser humano, aunque en situación de la más total indefensión. El recién nacido puede al menos apelar a nuestros sentimientos a través de su llanto y su vulnerabilidad. El feto todavía no llega ahí y, por eso, puede ocurrirle que se cumpla en él una variante de aquel refrán: "ojos que no ven... derecho que te niegan". Ahora bien: los derechos humanos se fundamentan sólo en la dignidad inviolable de cualquier ser humano, no en la presencia o la fuerza o la voz que pueda tener. Entenderlos de esta segunda manera sería falsificar toda la Declaración de los derechos del hombre.
Se comprende pues que la Declaración Universal de los derechos del niño repita en dos de sus preámbulos que "el niño necesita protección jurídica adecuada, tanto antes como después de nacer". El derecho de nacer es el primer derecho humano. Y su no reconocimiento significa el triunfo del fuerte sobre el más débil, la obra de ese "individualismo rapaz" caracteriza a nuestra civilización: una civilización que no admira más vida que la propia, que falsifica la libertad y que viola los derechos de los que no tienen fuerza para defenderlos.
En conclusión: a la hora de discutir sobre el aborto, no tiene sentido argumentar partiendo de la discusión de si el feto es ya "persona" o si su vida es vida humana. Ya hemos indicado que esta discusión no tiene una respuesta científica uniforme y, probablemente, no la tendrá nunca. Lo decisivo es que se trata de un viviente humano (aunque sea en su expresión más ínfima) y que nadie está autorizado a disponer a su antojo del cuerpo del otro. Este mismo principio es el que hace de toda violación un crimen y, por eso, habría que esperar que sean precisamente las mujeres, y en concreto las feministas, las más sensibles a este modo de argumentar.
Y de toda esta argumentación surge otra consecuencia que puede ser importante no omitir: esa negación de los derechos del más débil, es lo que propiamente constituye la mentalidad que suele llamarse "de derechas". La izquierda ha intentado caracterizarse siempre como defensora de los derechos de los más débiles o indefensos (al menos la que se llama "sensibilidad de izquierdas"). Por eso hay que concluir que la reivindicación de un derecho absoluto al aborto es, en realidad, una reivindicación de derechas. La lógica que la sustenta es la lógica pragmatista del que sólo busca quitarse de encima lo que le estorba, sin atender a la ética de los medios. Es la misma lógica del gobernante que tiene un preso político en huelga de hambre, y decide alimentarlo a la fuerza (violando probablemente su libertad), y apelando para ello al valor de la vida, cuando lo que buscaba es evitarse un problema que podría amenazar su permanencia en el poder. Pues ese mismo gobernante apelará después al valor de la libertad (olvidando ahora el valor de la vida), para legislar a favor del aborto: pero como antes no le importaba la vida, tampoco ahora le mueve el amor a la libertad, sino el afán de ganar votos que le mantengan en el poder. Semejante lógica pragmatista es una lógica "de derechas". Y la izquierda que la hace suya ha perdido su identidad. Parece legítimo pues aplicar a nuestro tema lo que escribió en otro contexto Reyes Mate: "puede que con ellos no se ganen las elecciones, pero en los derechos de las víctimas está la razón de ser de la izquierda".(4) Aunque esta afirmación nos devuelva a todos la siguiente pregunta: ¿no es muchas veces la mujer, también ella, convertida en víctima en este tema?
2) UNA REDUCCIóN AL ABSURDO
La debilidad de la razón abortista se puede mostrar también en que, si fuera coherente consigo misma, debería llegar tranquilamente hasta el infanticidio. No son en realidad argumentos de razón, sino razones de "sentimentalismo", las que la obligarán a detenerse ante la figura (¡ya visible por los ojos!) del recién nacido.
El mundo greco romano tuvo menos sensiblería ante los recién nacidos cuando eran débiles, enfermos o no deseados. En la China actual, donde las familias van siendo obligadas a no tener más de un hijo, debido a la superpoblación, va extendiéndose la práctica tácita de eliminar como sea a las niñas, que son físicamente más débiles, para que el único hijo sea varón: "la política de un hijo por familia ha supuesto especialmente el infanticidio de muchas niñas bebés"(5). De modo que, en los últimos años, se ha producido en China un llamativo desequilibrio en el número de varones y mujeres de su población total. La tendencia ha comenzado a alarmar, pero esto no hace a nuestro tema. También en Occidente ha comenzado a alarmarnos en los últimos años la espantosa situación de millones de niños: ya no sólo por problemas de hambre y subalimentación, ni siquiera por la trágica situación de los llamados "meninos da rua" (niños de la calle), sino por la conversión de los niños en objeto de abusos sexuales o crueles, y en mercancía lucrativa para prostitución infantil de ricachones aburridos, o para trasplantes de órganos y manipulaciones médicas. En fin de cuentas, ni los niños tienen fuerza para defenderse, ni la tienen sus verdugos para renunciar a las ganancias de estos negocios.
Estas atrocidades, incomprensibles en un mundo que se considera asentado sobre los derechos humanos, entran en la lógica de la razón abortista, y ello debería constituir una llamada de atención. Entran en esa lógica porque además, son mucho mas baratas que el aborto, y sin riesgo alguno para la madre. Y no necesitan la intervención de un tercero que puede resultar molesto, o negarse, o abusar etc.
Hemos dicho sólo que esas prácticas atroces "entran en la lógica" de la razón abortista, por reducción al absurdo. De ningún modo queremos afirmar que todo defensor de la moralidad del aborto sea también (o tenga que ser) partidario de esas prácticas. En las sociedades injustas, la mayoría de las gentes que actúan mal suelen ser más víctimas que malvados. No hablamos pues contra personas concretas sino en todo caso contra una mentalidad, contra un modo de pensar que se expresa en determinados eslóganes bien conocidos, como los de "nuestro cuerpo nos pertenece" y "nosotras parimos, nosotras decidimos". Estos eslóganes son la mejor expresión de lo que se ha llamado aquí "razón abortista". Su problema es que también ellos pueden ser llevados hasta el absurdo, en virtud simplemente de su lógica interna, y mostrando así la debilidad de la razón que se expresa en ellos.
"Nuestro cuerpo nos pertenece" lo han gritado con mucho más razón los adictos a la droga. Con mucha más razón, porque no hay dentro de ellos ninguna vida ajena o ningún cuerpo "extraño", como en el caso en las embarazadas. Esa concepción de lo que "me pertenece" como un absoluto derecho a "usar y abusar" (ius utendi et abutendi), es exactamente la concepción capitalista de la propiedad, la cual no es cristiana ni verdaderamente humana, porque todo lo que me pertenece tiene además una dimensión y una hipoteca social, como la tengo yo.
Por eso mismo podrían gritar con mayor razón los drogadictos: "nosotros morimos, nosotros decidimos". lo que considerar inmoral la droga y plenamente moral el aborto es una profunda contradicción. Reivindicamos con esto no moralidad o inmoralidad, ni penalización o despenalización legal, sino simplemente coherencia. Porque la mínima (¡y la más importante!) exigencia moral que afecta al ser humano es la de ser coherente, y no vivir en la contradicción constante por arrimarse cada vez al sol que más calienta.
El primero de los eslóganes citados se prolonga con absoluta lógica en el otro que también ha comenzado a dejarse oír últimamente, y que pretende justificar toda nuestra xenofobia creciente: "nuestra tierra nos pertenece, y hacemos con ella lo que nos da la gana" (es decir: echar al intruso). Es otra vez el argumento de una razón que funciona desautorizando todo aquello que me molesta, y me impide "realizarme" como instintivamente me da "la real gana".
En modo alguno queremos decir que estas consecuencias se saquen siempre, ni acusar a nadie de racista o de xenófobo. Sólo pretendemos mostrar que son posturas absolutamente coherentes con la lógica abortista. Por fortuna, los hombres son a veces incoherentes, no por oportunismo sino porque suelen ser mejores que la cultura que los envuelve. Por eso no pretendemos criticar a ninguna persona, sino a una forma de razón. La razón abortista se aborta a sí misma, es decir: no llega hasta el final del proceso que ella misma se ha atrevido a emprender. Sin saber por qué, se interrumpe a mitad del camino. O quizás sabiendo muy bien por qué: porque intuye que, si recorriera su camino hasta el final, llegaría a conclusiones que su misma humanidad rechaza como absurdas.
Permítase todavía un último ejemplo. Si alguien quemase un cuadro de Picasso (suponiendo que no pueda negociar con él), simplemente porque no le cabe en su casa y alegando que en el mundo ya hay bastantes picassos, obedecería a una lógica chata, que nos haría tacharlo de humanamente inculto. Pues bien: una vida humanamente orientada es una maravilla mayor, más inverosímil y más valiosa que un cuadro con la mejor firma. Se ha comentado que producir al azar una sola proteína es tan improbable como que un ciego hiciera el famoso cubo de Rubick que hace unos años estuvo de moda como juguete. Y en el cuerpo humano hay unas doscientas mil proteínas. No ser en absoluto capaz de considerar el valor de algo, sólo porque me quita sitio o me molesta, o porque vivimos en una sociedad donde las cosas no tienen más valor que el valor "otorgado", es el modo de argumentar de la razón abortista.
Ahora mismo volveremos sobre este ejemplo desde otra óptica. Antes convendrá subrayar nuestra conclusión: dejada a su lógica inmanente, la razón abortista acaba en el absurdo. Es importante percibir esto, como contrapeso a una presión cultural que utiliza su capacidad de contagio como argumento de razón. En el siglo pasado, apareció otra práctica insensata e inmoral, a la que la decidida oposición de la Iglesia apenas consiguió frenar, pese a que se vivía en una sociedad mucho menos laica: me refiero a la práctica del duelo que obedecía a otra lógica absurda: en este caso la lógica del honor. Esta práctica ha ido decayendo por sí sola cuando esa razón del honor ha entrado en crisis. Que la razón abortista entre en crisis con la misma facilidad, parece mucho más improbable que en el caso del duelo, por las razones que diremos después. Pero esa evocación histórica quizás ayude a comprender que estas páginas no pretenden veredictos morales sobre nadie en concreto, sino poner de relieve las incongruencias de una determinada forma de razón instrumental, y obligarla a una autocrítica seria.
En muchos casos donde el aborto no está permitido, vienen al mundo muchos nuevos seres que no encuentran luego del nacimiento las condiciones nesesarias para poder desarrolarse como es debido, es por esta razon que hay personas que defienden el aborto, por ejemplo, los chicos de las fabelas del Brasil, o muchos chicos o muchos chicos que sufren la violencia, el hambre y la violacion reinterada de muchos de sus derechos. En Africa, viven pasando hambre y frio, en muchos casos mueren de desnutricion ó por cólera, abandonados por todos, incluso por sus familias que los dejan en la calle porque ya no pueden alimentarlo.
¿Deberia estar permitido el aborto?
Las respuestas como siempre estan encontradas, hay quienes dicen que si y quienes dicen que no. Ambos tienen sus razones, ambas son válidas pero esto no debe definirse con un "si" o un "no", ya que no todos los niños nacen en las mismas condiciones, es por esto que la legalidad del aborto es mas dificil de solucionar de lo que aparenta.
¿Donde esta la solucion?
La solucion a este tema es complicada, estamos de acuero en que cada pais tenga sus propias legislaciones porque no todos los paises tienen las mismas razones para prohibirlo o permitirlo.
La solucion mas conveniente es un estudio personal de cada caso, aunque es bastante irreal ya que la cantidad de casos a estudias superaria rapidamente la capacidad de estudiarlos y de considerarlos. Es por esto que se cayo en legislaciones rigidas que permite el aborto en ciertos casos pero como ya lo dijimos anteriormente, ningun caso se parece a otro y cada uno tiene una razon especial para interrumpir el embarazo y esto no se puede definr en una ley.
Volviendo al tema de lo que le tocara vivir a esta nueva vida hay mucho para decir, ¿no es mas inhumano que el aborto que sean maltratados a golpes chicos de 6 años? ¿no es mas inhumano que el aborto los 50.000 chicos que murieron en Ruanda?
Hay millones de embarazos no deseados que luego se convierten en niños no deseados que si tienensuerte seran a adoptados por una familia, pero la mayoria de ellos viviran en condiciones infrahumanas, pasando hambre, sin educacion y quiza salgan a trabajar a temprana edad. Pasará por la vida luchando contra muchos factores que lo perjudicaran y quiza muera sin llegar a ser adulto.
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