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Trabajo Práctico
de Historia
Buenaventura, Matías
Luchinsky, Matías
4to 6ta
1998
Afroamericanos
Introducción
Durante casi cuatrocientos años los africanos fueron llevados a América como esclavos. Europa, dominante, en esos momentos enviaba sus embarcaciones a las costas del Africa subsahariana para llenar las bodegas de hombres y mujeres que habían caído bajo la codicia de los colonizadores del otro lado del Atlántico. Desde la captura se iniciaba un proceso de deculturación con el objetivo de intentar el desarraigo cultural, político, económico y social que evitara la resistencia de los que llegarían a ser esclavos. Pese a estos intentos los transportados a América nunca fueron totalmente sometidos, su filosofía, tradiciones, historia, sensibilidad y conocimientos no fueron del todo arrancados. Sin embargo las relaciones que existían en Africa del hombre con el medio geográfico que ocupaba quedaron truncadas.
Los africanos que llegaron a América iban provistos de sistemas culturales, de tradiciones y lenguas que los amos se preocupaban de extirpar para conseguir dotaciones óptimas para el trabajo. La deculturación pretendió afectar a todos los ámbitos de la cotidianeidad de los esclavos, desde los hábitos más diarios hasta las estructuras sociales y religiosas.
Los esclavos vendidos en el Nuevo Mundo fueron introducidos en un sistema económico nuevo, allí se esperaba de ellos que sólo fueran fuerza de trabajo, sin embargo parece lógico que, pese a todos los elementos en contra, tuvieran que reorganizarse para sobrevivir, tanto individual como colectivamente, a las condiciones impuestas por los amos.
La deculturación comenzaba en la factoría de la costa africana donde, el ya esclavizado, era despojado de su ropa, y por tanto de un elemento exterior de diferenciación social.
En el barco negrero la dieta a la que estaba sometido no tenía nada que ver con los sabrosos y cuidados gustos de la tradición culinaria africana; el arroz sustituía al mijo y la carne o el pescado salado servían de base proteínica para que las cargazones humanas llegaran en buen estado a los puertos de destino.
Las condiciones de la trata negrera fueron absolutamente desestabilizadoras y degenerativas. Los hombres y las pocas mujeres transportados hacia las colonias americanas por la codicia del capitalismo europeo se convertían en las cargas de las naves negreras y en un pingüe negocio en el momento del desembarco.
Pese a estas circunstancias desfavorables y realmente opresoras y desarticuladoras de la sociedad africana, los esclavos pudieron y supieron sobrevivir. Crearon rasgos de identidad propios y generaron mecanismos de solidaridad en las ciudades y plantaciones, e irrumpieron con fuerza en el momento de las independencias de las colonias.
Las condiciones laborales de los esclavos dependían de una serie de factores unos internos propios de la plantación, otros como los climáticos que dependían de la zona de ubicación, y otros ajenos al lugar de trabajo, mercados a los que iba dirigido el producto, tráfico y coste de los fletes.
Una de las variables que afectaban a las relaciones entre amos y esclavos era el tipo de cultivo. Si se trataba de una plantación, no era lo mismo el trabajo en haciendas cacaoteras, en los valles venezolanos, que en ingenios azucareros cubanos o jamaicanos.
Otro factor a tener en cuenta de las relaciones entre amos y esclavos era si el trabajo de estos estaba orientado hacia los mercados internacionales y en consecuencia dependían de la presión de la demanda y el precio del producto, o si se dedicaban a la producción para los mercados locales.
Un tercer elemento determinante en el trato y las condiciones de vida de los esclavos venía marcado por el momento histórico. Las condiciones de vida de los esclavos del siglo XVI no fueron comparables con las que padecieron en los siglos XVIII o en el XIX, ya en declive del esclavismo.
Influyó de manera decisiva entre las relaciones de amos y esclavos el lugar en el que se desarrollaba el trabajo, las condiciones que padecían los esclavos urbanos no eran comparables a las que sufrían los destinados en zonas rurales.
La vida de los esclavos estaba determinada, así mismo, por la facilidad o dificultad del abastecimiento de mano de obra, los precios que adquirían en los mercados americanos, y la situación política internacional. Todos estos factores podían hacer variar las condiciones de vida y trabajo de los esclavos. Estos elementos que fueron indispensables para definir y entender las relaciones entre amos y esclavos variaron, así mismo, en función del tiempo y del espacio en el que se dieron.
Pese a que tenemos que tener en cuenta los distintos elementos que influyeron en la vida de los esclavos todo el sistema esclavista generó un elemento común de relación, la violencia. El abuso de poder y la vejación del esclavo fue la forma de relación más habitual entre amos y esclavos. Los amos se dirigían a sus esclavitudes mediante la coacción y la amenaza, al margen de cualquier otra condición o situación, y durante todo el período. El tiempo, un factor determinante de las relaciones entre propietarios y fuerza de trabajo no fue obstáculo para las relaciones de violencia.
Para conseguir el sometimiento y la degradación humana del esclavo, los señores contaban con fuertes aliados, la iglesia encargada de practicar la violencia espiritual y el estado que se entregaba con rigor en la aplicación de la ley contra todos aquellos que intentasen alzarse contra el justo dominio.
Pese al aparente buen funcionamiento de los sistemas represivos a los que estuvieron sujetos, los esclavos encontraron mecanismos para conseguir ir creando situaciones y elementos de resistencia a la esclavitud. La oposición al sistema esclavista no obvió, sin embargo, el hecho de la sumisión. Muchos esclavos aceptaron, al menos de forma aparente la esclavitud, y colaboraron con los amos y las autoridades coloniales en la represión y la denuncia de las sublevaciones que se fraguaron en las colonias.
Las sociedades de esclavos
En las sociedades africanas hombres y mujeres tenían sentido en cuanto que pertenecían a un grupo, el aislamiento o la individualidad eran entendidos como un elemento negativo, las estructuras familiares y sociales complejas mantenían la cohesión del grupo. Incluso los individuos o grupos capturados en guerra tenían sus mecanismos de relación y de definición respecto a la sociedad que les dominaba , pese a que su condición de esclavo o de sometido le colocaba como no pariente, no familia, es decir individuo que no tenía vinculaciones con el grupo con el que estaba obligado a vivir. Este tipo de relaciones esclavistas se truncaron con el desarrollo de la trata atlántica. Desde el inicio de esta nueva forma comercial el esclavo pasaba a ser una simple mercancía sin mas valor que su fuerza de trabajo y el lugar al que fuera finalmente destinado.
Africa mantenía, junto a las estructuras familiares y clánicas, otras formas organizativas por grupos de edad y étnicos. Estas agrupaciones y la memoria de pertenencia a un grupo no pudieron ser extirpadas del todo con el fenómeno de la trata.
Las condiciones de vida y trabajo que los esclavos padecieron en el Nuevo Mundo iban encaminadas a conseguir la integración del africano como mano de obra y acabar con la resistencia a la esclavitud. Las relaciones entre señores y siervos estuvieron cargadas de conflictos por la consideración de esclavo como mano de obra y por el proceso de deculturación. Los problemas surgidos entre amos y esclavos por el sometimiento y las condiciones laborales se pueden interpretar como una derivación de las luchas entre propietarios y mano de obra. Por otro lado en el proceso de deculturación se produjeron resistencias culturales que afectaron a todos los ámbitos de la vida de los esclavos y a sus relaciones con los amos. El mundo esclavo campesino generó una cultura replegada y endógama, diferente de la urbana, una cultura que podríamos llamar cimarrona por la resistencia que opuso a las formas culturales dominantes y que se ha mantenido viva, ahora, en el mundo urbano del siglo XX como producto de la emigración de los campesinos a las ciudades.
Al margen de las imposiciones de relación que los amos dispusieron para sus esclavos, estos se organizaron de diferentes maneras. Los sistemas organizativos de los esclavos se pudieron pasar por grupos de edad, por relaciones diádicas creadas en la travesía, o por relaciones étnicas. Estas formas de organización social no fueron excluyentes entre los afroamericanos. Se podía pertenecer a un grupo de edad y a un cabildo de nación. Las formas sociales respondieron a las necesidades de supervivencia del grupo afroamericano ya fuera libre o esclavo.
Pese a que los plantadores intentaron mantener una diversidad étnica entre las dotaciones de esclavos para evitar peligros de sublevaciones, sin embargo esta variedad de procedencias tuvo limitaciones porque el suministro de esclavos estaba reducido a unas áreas del continente africano, pese a que las zonas de extracción fueron variando a lo largo del período en que se mantuvo el tráfico de esclavos en función de las disponibilidades, y de las alianzas de los traficantes con los pueblos de la costa y las de éstos con los grupos del interior. Esta situación tuvo que hacer que en el tráfico negrero hubiera una cierta homogeneidad de los grupos embarcados hacia América y que quedase reflejada en las composiciones de las dotaciones de esclavos.
El interés en fomentar una cierta diversidad étnica por los propietarios chocó, pues, con algunos factores que se oponían a esta necesidad táctica de disgregación. Por un lado la experiencia que les llevaba a intentar homogeneizar sus dotaciones, ya desde el siglo XVI los propietarios habían adquirido un cierto conocimiento y habían estereotipado las cualidades y vicios de sus dotaciones por lo que preferían esclavos de unas zonas determinadas frente a esclavos procedentes de otras áreas de Africa. Esta situación se planteaba sin olvidar la dispersión de grupos étnicos para evitar situaciones que pudieran estimular los conflictos. Por otra parte la dependencia de los traficantes de los puertos de abastecimiento de mano de obra hacía que la diversidad étnica no fuese tan importante, al menos desde el punto de vista lingüístico.
Los intentos, pues, por fomentar la disgregación entre los esclavos no consiguieron, sin embargo, los objetivos previstos, evitar los levantamientos. Los esclavos lograron estructurarse al margen de los intereses productivos y de las pautas marcadas por los amos y de esta manera lograron introducir elementos de humanidad y dignidad en sus vidas. Organizaciones y alianzas que convirtieron el barracón en un espacio de libertad, el lugar donde se rehicieron las vidas y los mundos de los esclavos.
Iglesia y esclavitud
La iglesia católica americana no tuvo una definición respecto a la esclavitud. Parece que en principio aceptaba como válidos los principios de la tradición medieval española que legitimaba la esclavitud en algunos casos. Sin embargo las imbricaciones de la iglesia en el sistema económico llevó a aceptar la esclavitud como una necesidad económica para el desarrollo de las colonias, y si a este argumento se añadía que los esclavos vendidos a propietarios españoles eran bautizados y adoctrinados en la fe se podía deducir que la situación en la que se encontraban era de enormes beneficios. Los esclavos salvaban sus almas, disciplinaban sus cuerpos e incluso podían adquirir su libertad, porque así estaba legislado.
La cristianización, al menos formal, de los esclavos era un objetivo que los propietarios no desdeñaban porque se llevaba a cabo como un mecanismo mas de dominación. Los esclavos recibían como doctrina la aceptación de su condición y la promesa de la libertad después de la muerte, con lo que, de alguna manera, se intentaban frenar las sublevaciones.
Cuando en Cuba se inicia el "boom" azucarero la cristianización de los esclavos pasó a segundo término, pese a que se construyeron algunas capillas en las fincas. Los clérigos pasaron a formar parte del conjunto de profesionales al servicio de la plantación. Con la edificación de capillas los grandes propietarios ganaron tiempo para la producción. Por otro lado las labores de catequización quedaron en manos de algunos esclavos viejos. La iglesia se fue plegando a los intereses de los plantadores, pese a que se levantaron algunas voces que de forma tímida criticaban esas medidas. La función de la iglesia pasaba, en el caso de los ingenios azucareros, por conseguir que los esclavos fuesen aceptando su condición, la asumiesen y respondiesen de forma positiva a las órdenes del trabajo. Sin embargo, de nuevo, la resistencia esclava se patentizó.
Cabildos y cofradías
La economía esclavista no se circunscribió en América a la plantación. Los esclavos estuvieron empleados en un sin fin de actividades económicas y la esclavitud en las ciudades no fue despreciable. En los años inmediatamente anteriores a la abolición de la trata y en el momento en que el sistema esclavista estaba en descomposición, los esclavos representaban casi el 24% de la población urbana de Santiago de Cuba en 1860. El esclavo urbano se ocupaba de cubrir las necesidades de la sociedad blanca. En general los esclavos y esclavas urbanos estaban dedicados a todo tipo de oficios, desde el servicio doméstico hasta la venta ambulante o la prostitución.
Dentro del conjunto esclavista en el área urbana se concentraban más mujeres que en las zonas rurales, pero la esclavitud masculina en las ciudades era también importante. Los hombres se ocuparon como artesanos, albañiles y otros oficios, lo que les dio una cierta capacidad e independencia económica y les permitió mejorar su status material, porque, finalmente el lugar que podían ocupar en la sociedad no estaba en función de su situación económica.
El sistema colonial español utilizó dos métodos aparentemente contradictorios para dificultar la unión de los sectores más deprimidos socialmente y mantener el régimen esclavista en funcionamiento. Se trataba de las cofradías y los cabildos de negros, y la disgregación étnica. Las cofradías tenían su origen en España. En la metrópoli reunían a individuos pertenecientes a un mismo gremio que ponían bajo la advocación de un santo patrono y presidía sus fiestas. Las cofradías también servían como sociedades de ayuda mutua y se encargaban de atender a los enfermos, viudas y huérfanos de sus afiliados.
En América las cofradías que agrupaban a los libres de color representaban su intento de asimilación al modelo dominante. Las cofradías de pardos y morenos fueron, durante la época colonial uno de los exponentes del éxito del sistema esclavista. Los pardos y morenos agrupados en cofradías repetían el esquema y el modelo de reunión de los españoles, si bien en principio no tenían que ser agrupaciones gremiales. Los cofrades estaban agrupados bajo la advocación de un santo patrón y entre sus funciones estaban las de ayudar a los miembros de la cofradía que lo necesitasen.
Para cumplir con sus funciones los miembros de la cofradía aportaban cuotas o hacían donaciones puntuales, lo que permitía que la cofradía pudiera atender las necesidades de los afiliados así como el mantenimiento del culto en las capillas fundadas.
Los cabildos, reunían a negros de nación y en el momento de su surgimiento no estaban adscritos a ninguna iglesia. Pese a que el cabildo sirvió para reforzar el carácter étnico, su legalización fue un intento de utilización y fomento por parte de las autoridades coloniales para crear la división entre los esclavos. Los cabildos competían entre ellos y la rivalidad podía impedir la unión de los esclavos urbanos en contra de la esclavitud.
El esclavo de ciudad si bien tenía una relativa libertad de movimientos dentro del espacio urbano disponía de menor capacidad organizativa que el esclavo destinado a labores agrarias. La dispersión, los trabajos que realizaba y las posibilidades de movimiento impedían su concentración. Solo durante algunas fiestas de carácter religioso tenían la posibilidad de reunirse. Para evitar la concentración masiva de esclavos y sobre todo la unión de los distintos grupos las autoridades coloniales fomentaron la constitución de los cabildos de nación, con ellos se pretendía disgregar el grupo esclavo. Para 1691, habla de la existencia de un cabildo de nación arará en la Habana. Pese a que se cumplió con la finalidad para la que habían nacido los cabildos de nación los negros, libres y esclavos reunidos en estas instituciones, fueron reforzando su etnicidad.
El cabildo fue una forma de cimarronaje intelectual. Un refugio de africanía donde se recrearon algunas estructuras sociales y fue un elemento fundamental para la recreación religiosa.
Para el africano animista fue muy fácil identificar a los santos católicos con las divinidades africanas. Los atributos materiales de los santos de la iglesia católica sirvieron para ocultar a las divinidades africanas y el cabildo de nación pudo, sin grandes dificultades, ponerse bajo la advocación de un santo patrón.
Los cargos de representación del cabildo eran electos y no reelegibles. El capataz, capitán o rey del cabildo, títulos que se le otorgaban a quien dirigía el cabildo, era el responsable y representante ante las autoridades coloniales de la conducta de los miembros que integraban la corporación. Entre las funciones principales de las cofradías y cabildos de carácter étnico estaba la preparación de las fiestas en honor al santo patrón, el cuidado de viudas y huérfanos y el entierro de los muertos. Pese a que desde el punto de vista del colonizador estas instituciones eran un mecanismo de control social y de integración relativa de los asociados en el mundo colonial mediante el cristianismo, sin embargo sirvieron de base a la recreación de los sistemas religiosos afroamericanos.
Los cabildos de nación tenían, casi, las mismas funciones que las fraternidades en Africa Occidental, y de alguna manera podríamos afirmar que los cabildos de nación reproducían, con los cambios que se readaptaron, los modelos de los linajes africanos, donde el capitán del cabildo ejercía de jefe de linaje. Dentro del cabildo se creaban solidaridades que llevaban desde la atención a miembros necesitados del cabildo hasta la compra de la libertad de algunos esclavos pertenecientes al mismo grupo étnico.
El funcionamiento exterior de los cabildos parecía absolutamente controlado por el poder colonial, sin embargo, el funcionamiento interno variaba y servía como hemos dicho anteriormente para reforzar la etnicidad.
Si los libertos y esclavos urbanos tenían los cabildos para reafirmar su identidad, los esclavos rurales contaban con el barracón como espacio de organización social y reagrupamiento. La iglesia facilitó, sin saberlo, estos lazos y reforzó los espacios de libertad al autorizar las fiestas de los negros en días determinados. Lo que los doctrineros y patronos pensaban que eran mal interpretaciones propias de la barbarie e ignorancia de los esclavos eran para ellos fiestas en honor de las divinidades afroamericanas. Los tambores con motivo de las fiestas a las vírgenes de Regla o a la Caridad del Cobre en Cuba escondían otras intenciones. No era el producto de la ignorancia sino de la resistencia y del ocultamiento.
Resistentes y rebeldes
Los esclavos mantuvieron a lo largo de todo el período colonial una oposición frontal al sistema esclavista. La resistencia se manifestaba de múltiples formas, desde el boicot al trabajo hasta el enfrentamiento armado, sin olvidar la oposición a la esclavitud mantenida por las mujeres que se negaban a parir esclavos. Todas estas formas de resistencia fueron puestas en práctica por los afroamericanos para mostrar su rechazo al sistema impuesto por los amos.
Los esclavos boicotearon los intereses de los amos mediante el trabajo realizado a ritmo lento. Los sabotajes eran frecuentes y mostraban la oposición al trabajo y orden que los amos habían impuesto. Las pérdidas que suponían estas actuaciones podían llegar a ser importantes.
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