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Este modesto esfuerzo está dedicado a LINA, mi querida e insustituible Esposa, Compañera y Amiga, que en todo momento supo estar a mi lado, impidiendo que el espíritu desfalleciera, cuando el peso de las presiones y ataques sufridos, me provocaban una gran depresión. Por su permanente aliento para que no renunciara, enfrentando con sacrificio la adversidad y disimulando y perdonando mis debilidades.
Dejo constancia de mi total reconocimiento y gratitud al General Juan Domingo Perón, mi Maestro, que al honrarme con su confianza y amistad, me permitió compartir sus momentos más amargos, angustiantes y difíciles. En la tremenda soledad que vivió, fuí depositario de sus confidencias, experiencia que me han sido de utilidad para enfrentar y superar contingencias que a lo largo de la vida se han presentado.
Mi recuerdo muy especial para ese amigo y extraordinario hombre que es símbolo de la conducta leal del Peronista, que se llamó Isaac Gilaberte. Juntos, acompañamos al General en los días inciertos y peligrosos que vivió en Panamá y Venezuela, enfrentando dificultades originadas por aquellos que lejos de servir a una causa, buscaron servirse de ella para satisfacer mezquinas ambiciones.
Mi identificación con esos maravillosos Compañeros, que sin medir consecuencias, ofrendando todo, han sido quienes han mantenido encendida la llama viva del sentir Peronista, transmitiendo a nuevas generaciones la fuerza que superando la etapa de confusión, han de sentar bases firmes para alcanzar una Patria Libre y Soberana.
También lo dedico a quienes en su momento me calumniaron y difamaron, juzgando mi conducta sin dejarme dar respuesta las
dudas que pudieran existir sobre mi proceder. A ellos, las gracias, porque fueron el alimento que me ha permitido subsistir, impulsando mi rebeldía.
También, a los pocos, pero sinceros amigos, que me han acompañado, sin medir esfuerzos o sacrificios.
A los que en un momento confiaron en mí, y a los que pese a caídas o tropiezos que sorprenden al recorrer el camino de la vida, continúan alentando mis proyectos.
A las mujeres y hombres de mi Pueblo, que luchan firmemente, sin renunciamientos,para...
SER FIELES A LAS CONVICCIONES
Y DEFENDERLAS ,SI ES PRECISO,
HASTA CON LA VIDA.
RAMON LANDAJO
Buenos Aires, octubre de 1994.
A MI PUEBLO
Ante la realidad que agobia a los argentinos, las posibilidades de la total desintegración de la Nación ante el accionar de quienes se suponen dueños de todos los derechos de la ciudadanía, dejando de lado dudas y temores, trayendo y reviviendo las enseñanzas del General Perón, convoco a los compañeros y amigos a organizarnos, para que juntos, seamos constructores de una Nueva Argentina.
Cuando el 16 de noviembre de 1955, en el encuentro que mantuve con el General Juan Domingo Perón, en el lugar donde fuera confinado tras el artero golpe gorila que lo derrocara en setiembre de ese año, al honrarme con su amistad y confianza, juramenté ser un soldado de la Causa Nacional y Popular, iniciando en mi vida el proceso revolucionario cuya llama inflama mi espíritu. Junto a Perón, que vivía su hora más dura y amarga del exilio, abandonado y traicionado, aprendí que todo cuanto hace a esta lucha que desde entonces hemos desarrollado, a la que se sumaron hombres y mujeres de extraordinaria valía, también se infiltraron sinvergüenzas, simuladores, arribistas, aprovechados y aventureros, que valiéndose de aliados bastardos, destruyeron los cimientos que eran la base de una Argentina grande, próspera y feliz.
Han sido muchos los años de lucha. Millones de argentinos que abrazaron la causa de Perón, Compañeros que no sabían de renuncia, son los que con su sacrificio iluminaron el cielo de una Patria que no quiere estar sometida y entregada a la voraz rapiña foránea.
Pocas semanas antes de morir, el Presidente Perón, en su despacho de la Casa de Gobierno, a donde concurrí con el Secretario de Informaciones de Estado, general Morello, me hizo depositario de su preocupación, de su angustia y de su dramática soledad.
"Estoy sólo, hijo. Aquí enfrento a un conjunto de delincuentes, traidores, ambiciosos, simuladores y gusanos, que lejos de servir a los intereses de la Patria y del Pueblo, son ejecutores de la entrega que miserablemente es paga por nuestros enemigos, lo que anticipa momentos aciagos para los argentinos. No ignoro que mis días están contados. Viejo y enfermo, rodeado por esta camarilla que me niega hasta los medicamentos y me aislan de los que se leales, a los que no puedo llegar para alertarlos de los peligros que acechan, cargo sobre mi conciencia el pecado de haber querido dar a la Patria, grandeza, y al Pueblo, felicidad".
Me ofreció volver a su lado para acompañarlo como Secretario Privado - lo que acepté - y me encomendó que previo a hacerme cargo de la función, solucionara problemas que sus carceleros y vividores crearon a sus amigos japoneses, que encabezados por Yoshinobu Daisho, habían venido a la Argentina, con un ofrecimiento de colaboración.
Al día siguiente viajé a Tokyo. Aquel fue el último encuentro con el General, ya que mi regreso se concretó diez días antes de su fallecimiento. Todos los caminos fueron cerrados para impedir que pudiera verlo. Al igual que yo, muchos amigos y leales colaboradores de Perón, fueron impedidos de verlo, interponiéndose el clan de la dupla satánica. De nada sirve revivir esos personajes y la triste historia que protagonizaron.
Esta recopilación de recuerdos y anécdotas vividas durante esos años que consolidaron mi amistad con el General en Panamá y Venezuela, como también momentos compartidos durante los años de la lucha que se prolongó hasta el momento de su muerte, es mi aporte al efectuado por todos aquellos que no han aceptado le sean arrebatados derechos y conquistas. Es la nueva generación la que debe recuperar las banderas históricas del Peronismo, para hacer realidad una Argentina que sea socialmente Justa, económicamente Libre y políticamente Soberana.
Buenos Aires, octubre de 1994.
RAMON LANDAJO
PERON EN PANAMA
Convocado a su residencia por el Lic. Miguel Alemán, ex presidente de México, a la que había concurrido en reiteradas oportunidades desde mi llegada a ese país para desempeñarme en el diario NOVEDADES (de donde era el principal accionista), me expresó el deseo de ofrecer al General Perón, en esos momentos en Paraguay, su total apoyo y solidaridad.
Yo había sido contacto personal y reservado entre Perón y Alemán, que junto al Licenciado Portes Gil y al general Francisco Cárdenas, ex presidentes mexicanos, mantenían contacos fluidos, trabajando en un proyecto para alcanzar la unidad latinoamericana.
En dicha oportunidad, se interesó por lo que venía aconteciendo en Argentina y me comentó información que obraba en su poder sobre el momento delicado y angustioso que vivía su amigo Perón en Villarrica. Puso, también, en mi conocimiento, que tras el derrocamiento del General, el encargado de negocios de Argentina en México, había enviado a la dirección del diario y a la Secretaría de Gobernación una denuncia en la que me acusaban de ser "espía" peronista, reclamando mi alejamiento de la editorial y la expulsión del país por especial pedido de los nuevos ocupantes del Palacio San Martín, en Buenos Aires. Era evidente que mis actividades reservadas a las que me ajusté de acuerdo a directivas que recibí en su momento del Presidente de la Nación, el General Perón, habían trascendido en conversaciones entre directivos del diario, las que fueron también conocidas por dos periodistas argentinos, Arístides Moleón y Leguizamón Martínez, furiosamente antiperonistas, que se desempeñaban en las agencias de noticias yanquis, United Press e International News Service. Totalmente identificados con el antiperonismo, cabe suponer fueron ellos los que me marcaron a los servicios de inteligencia de los Estados Unidos y, por supuesto, a la dictadura gorila.
Había un resentimiento de ellos, ya que los había descubierto a poco de llegar a México, cuando creyendo que estaba consustanciado con la prédica que realizaban, puse al descubierto las conexiones que mantenían con el "coronel" Jules Dubois, conocido mercenario de la prensa internacional, encargado de orquestar y ejecutar la campaña en contra del peronismo y del General Perón, las que ocupaban páginas en diarios y revistas asociadas a la Sociedad Interamericana de Prensa.
Para disimular el propósito de brindar solidaria ayuda al General Perón, a la vez de alejarme de un punto de conflicto, al ser denunciada el contacto que mantenía, el Licenciado Alemán convino realizar una edición del diario Novedades,que estaría dedicada a mostrar aspectos de la gestión de gobierno del general Marcos Pérez Jiménez, presidente de Venezuela. La idea había sido propuesta por la agencia Inter Prensa, por lo que me encomendaron supervisar las gestiones iniciales. Para cumplir ese fin, fui comisionado a viajar a Caracas. Así podía ser disimulado mi paso por Panamá y mantener la entrevista con Perón en la breve escala que obligadamente debía realizar para conectar vuelo a Venezuela.
Ese proyecto ocultaba el verdadero propósito de mi misión, que era llevar el ofrecimiento de solidaridad del Licenciado Miguel Alemán, a su amigo Perón, de quien era ferviente admirador. Las gestiones oficiales se iniciaron de inmediato, contando con la coopración del embajador Angarita Arévalo, que agilizó los trámites y visados, para mi traslado, lo que permitió pudiera llevar sin crear sospecha, la correspondencia personal del Alemán, junto a una copia del informe producido por la inteligencia yanqui, que recibiera el gobierno mexicano, que detallaba posibles atentados que sufriría el General en Panamá.
En su carta, el licenciado Alemán invitaba al General Perón para que se trasladara a México, poniendo a su disposición una finca en la ciudad de Cuernavaca, ofreciéndole también ayuda económica pecuniaria para cubrir todos sus gastos, dado que sabía que sus recursos se encontraban muy limitados, y no eran suficientes enfrentar un largo exilio.
El 16 de noviembre de 1955, tomé el vuelo regular de Pan American, llegando por la tarde a Tocumen, donde días antes había aterrizado el avión de la presidencia de Paraguay, que trasladó al General desde Asunción.
Bien descendí, ajustándome a las instrucciones dadas por el licenciado Alemán, me trasladé a Panamá, instalándome en el Panamá Hilton. Luego de registrarme, fui a mi habitación, reservada por el diario desde México.
Todo había sido planificado en detalles, recibiendo a poco de llegar un llamado telefónico, en el cual, el ingeniero Pascali me transmitía el saludo de bienvenida del General, invitándome para que a la mañana siguiente concurriera al Hotel Washington para desayunar y conversar con él. Un ayudante militar del Licenciado Alemán, había comunicado mi viaje, adelantando las razones de mi visita.
El clima panameño a esa altura del año resulta insoportable para quiénes no están acostumbrados al trópico. Amaneciendo, dejé el hotel y salí hacia mi destino. Un automovil de sitio me llevó hasta la ciudad de Colón, recorriendo los ochenta kilómetros de carretera bajo una torrencial tormenta, propia del "invierno panameño".
Durante el trayecto, el conductor del auto, no hizo más que elogiar al ilustre huesped argentino, tratando de averiguar razones de mi viaje a Colón, ya que descubrió nuestro característico acento al hablar.
Si en su momento me llamó la atención el interés expuesto por el chófer, al comentarlo durante el desayuno con Perón, pude enterarme sobre la importante tarea que desarrollaban esos trabajadores panameños, para brindarle cobertura de seguridad.
Un edificio que a principios de siglo fue un lujoso hotel donde se hospedaron las más importantes personalidades del mundo, llegados al lugar movidos por el deseo de ver la colosal obra de ingeniería que es el canal que une a los océanos Atlántico y Pacífico, mostraba las huellas del tiempo, como también del abandono que sufrió tras haber sido usado como alojamiento para soldados que marcharon hacia Europa durante la segunda guerra mundial.
Un agente de la Guardia Nacional, única fuerza de seguridad que tenía Panamá, me aguardaba en el lobby del hotel. Era un moreno, alto y delgado, que vestía pantalón y camisa blanca, siendo su tarea la de custodiar al ex Presidente.
Subimos al primer piso. A pocos metros de la escalera, se hallaba la "lujosa suite" que ocupaba el General, y que era publicitada por la mala prensa mundial como muy lujosa. La puerta, despintada, de madera, era como las que suelen mostrar los hospedajes baratos en películas de aventuras, y por cuyas hendijas se descondensaba un poco la humedad del aire.
En cuanto escuchó nuestra voz, Perón abrió la puerta. Tras confundirnos en un fuerte abrazo, me invitó para que lo acompañara a la sala que utilizaba como comedor y lugar de trabajo.
Dos destartalados sillones y una mesa en iguales condiciones, que utilizaba como escritorio, era - junto con una mesa ratona sobre la que había colocado un viejo calentador eléctrico -el moblaje de su despacho.
En uno de los lados, la puerta abierta mostraba una pequeña habitación, con una vieja cama de dos plazas, con respaldar de caño de hierro, donde la descascarada pintura blanca mostraba el paso del tiempo.
Dos mesas de noche, sobre una de las cuales se encontraba una imagen de la Virgen de Luján junto a un retrato de Eva Perón, realizado por el artista Mezzadra, ambientaban la "suite especial" que ocupaba quién, no obstante ser considerado el más grande estadista latinoamericano del siglo, era denostado por la jauría oligárquica, por el insensato propósito de haber sentado bases para construir una Nación soberana, en la cual, el pueblo, en su totalidad, sin distingo de credo, o raza, pudiera alcanzar su felicidad y bienestar, despetando su condición de ser humano.
Un viejo abanico - como lo llaman los panameños al ventilador de techo - giraba lentamente, dando un poco de fresco al pesado ambiente. Las puertas del balcón, abiertas de par en par, dejaban ver el paisaje tropical, verde brillante, junto a los cursos de agua de los que emergía una nube de vapor que nos envolvía.
Perón, vistiendo pantalón y camisa blanca, se encontraba ahí. Lejos físicamente de la patria, pero con el pensamiento puesto en los millones de argentinos, que no tuvieron el coraje o no supieron cómo defender a su líder. Traicionado por aquellos a quienes creía leales amigos, colaboradores y dirigentes. Burlado igualmente por sus camaradas, que rompiendo juramento de lealtad, pusieron las armas a disposición de los enemigos de la Nación, comenzaba a reaccionar con el fin de recobrar derechos y conquistas para su Pueblo, buscando en un camino de lucha que se prolongaría por muchos años, la recuperación hasta hoy no alcanzada, del honor y dignidad nacionales.
Perón, se encontraba solo. En esos días contaba únicamente con esporádicas visitas del que fuera embajador de su gobierno ante Panamá, el doctor Pascali, además de la presencia de Vitorio Radeglia, un sujeto de pésimos antecedentes,que se había colado en el avión que lo llevó al exilio a Panamá, y que le fuera presentado por el mayor Cialcetta, uno de sus ayudantes en la Presidencia de la Nación.
Radeglia, se supo luego,-aunque ya estaba alertado el General- era agente de los servicios argentinos, que como otros mercenarios, vendía información a la recién nacida CIA de los Estados Unidos y a la KGB comunista. Su misión era mantener informados sobre las visitas y correspondencia que recibía el General, ejerciendo control sobre sus movimientos. Comprobada su dualidad, agentes de la FBI, que también vigilaban al derrocado mandatario argentino, lo denunciaron.
Con la llegada de Isaac Gilaberte a Panamá, se pudo desprender del informante gorila, por lo que le encomendó una misión en Chile, que sabiendo sería derivada a los servicios argentinos, crearía preocupación en el gobierno. En Buenos Aires fue puesto a resguardo por sus protectores, quiénes lo utilizaron haciéndole decir barbaridades sobre el General y su conducta, reunión de prensa que contó con amplia cobertura mundial. Tras ser usado, fue liberado.Seguramente se deshicieron de él en algún lugar del mundo, consideraron que no era conveniente mantenerlo.
Entregué al General la correspondencia que me había confiado el Lic. Miguel Alemán, como también cartas del Lic. Portes Gil y del general Mariles. Tras la detenida lectura de las mismas, sus ojos trasuntaban la emoción al comprobar la solidaridad de verdaderos amigos.
Hizo un respiro. Levantó su vista, y me dijo:" Con ellos, mi trato fue circunstancial. Con Alemán, nació una amistad y un profundo afecto, cuando él me visitó en Buenos Aires. Es un auténtico revolucionario, que pensando en la grandeza de su México, proyectó obras que han dado impulso a la industria turística, fuente de importantes ingresos. El tiempo lo mostrará como uno de los grandes estadistas del siglo, que supo proyectar con sabiduría la grandeza de su país. Supo imponer un estilo, propio de hombres de conducción. ¿Cómo no voy a reconocer a este amigo, que viéndome en desgracia, sabiendo que estoy preso de los gringos, despreciado por los traidores que llegaron a concretar este golpe que solamente sirve para condenar a décadas de sufrimiento a nuestro Pueblo y al desmembramiento de nuestra Patria, me ofrece todo su apoyo económico y solidaridad?....
¿Cómo no he de emocionarme con las palabras de aliento que me hace llegar Portes Gil, otro auténtico soldado de la revolución mexicana, como también este mensaje de Mariles, un general de ese ejército de machos, que quizás sin la Academia de los cipayos, se pone a mis órdenes para servir a la causa de nuestro Movimiento?...
La sangre vertida por los mexicanos en su auténtica Revolución, es la que da fuerza a ese país, que con orgullo nacional, formó un ejército con hombres decididos y patriotas, acompañados por sus aguerridas y sacrificadas mujeres, con Generales que ganaron méritos, no en cómodos asientos de academias militares, sino bautizados en la lucha por el fuego de la metralla, como Villa, Zapata y tantos otros. Esos son los corajudos valientes que sentaron las bases para que los descendientes de los grandes jefes aztecas, mayas, zapotecas, razas que no destruyeron las civilizaciones bárbaras de los que nos decimos civilizados, sean hoy respetados y considerados en el mundo entero.
Ya les he de contestar a ellos. Ahora, tomemos un poco de café, y conversemos sobre presente y futuro."
Una importante cantidad de recortes periodísticos se acumulaban en la mesa. Todos contenían información sobre acontecimientos de Argentina, como también comentarios de diarios de paises vecinos, Brasil, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Chile. Don Geraldo Rocha, importante político, empresario y periodista brasileño, gran amigo del General, le hacía llegar ese material, dónde se evidenciaba la influencia de poderosos intereses aliados en el derrocamiento del gobierno constitucional presidido por Perón. Respondían al centro de poder formado por Estados Unidos, Inglaterra y la Unión Soviética, las grandes potencias de postguerra.
" Sólo hace falta leer con cuidado todos estos comentarios y la información que reproducen, cuyo origen ya conocemos. Así se podrá advertir qué clase de argentinos son los protagonistas de esta historia triste y dramática para nuestro país. Aquellos que desconocen los manejos de la prensa internacional, pueden comprobar sin embargo lo bastardo de estos" apóstoles de la democracia" que tanto declamaban libertad y derechos. Son los escribas a sueldo de los que se han adueñado del mundo, y los propagandistas de un sistema que dice defender al hombre, y sólo busca dominarlo y someterlo a sus arbitrios.
Fácil hubiera sido para nuestro gobierno lograr el apoyo de esos mercaderes. Solamente era necesario pagarles por los halagos, por los elogios y mantenerlos dentro de un presupuesto. Pero ello hubiera significado ir contra nuestro firme propósito de promover lo auténticamente nacional y realizar obras que hoy son prueba evidente de que trabajamos para la felicidad y bienestar de las mayorías. El tiempo será testigo de la nefasta acción de esa especie de periodistas, que creyendo saberlo todo, se erigen como fiscales de aquellos que hacen algo por su país y por su pueblo. Distorsionando la verdad a la medida de los intereses de sus patrones van creando una opinión equivocada y un sentir perverso que sirve a la destrucción de los valores reales.
Hace pocos días, el "coronel" Jules Dubois me hizo llegar un ofrecimiento de "darme prensa", para lo cual debía convenir un acuerdo económico con las agencias que representaba. Maldito sucio, servil de ese poder oculto, pensó que la difamación y el engaño eran armas suficientes para hacerme renunciar a mi pasión argentina. No cabe duda de que sus patrones son los mismos que financiaron a los que, deshonrando sus uniformes de soldados de la patria, indignos de ser llamados jefes u oficiales de las Fuerzas Armadas Argentinas, sirvieron a esa siniestra conjura que quedará en nuestra historia, como la hora oscura que condenó a la Argentina a una nueva era de esclavitud y sometimiento.
El tiempo será testigo de esta tragedia que le toca vivir a nuestro país, y transcurrirán varias décadas, más de lo que muchos puedan suponer, hasta que Argentina vuelva a ser esa Nación socialmente Justa, económicamente Libre y políticamente Soberana, que por un tiempo hicimos realidad. No cabe duda que seremos testigos de horas de inmenso dolor y sufrimiento para nuestro Pueblo, cuyos derechos serán conculcados por camarillas que se irán sucediendo, con diferentes discursos y signos, pero que tras una falsa apariencia de democracia y honradez, serán los verdugos y saqueadores de la patria. Debo admitir que mal favor he hecho a los argentinos, ya que durante nuestro gobierno creamos condiciones para su felicidad, seguridad y bienestar. Mal favor fue el haber querido la autosuficiencia del país, levantando industrias, fomentando la capacitación de nuestros trabajadores, creando condiciones dignas para todas las familias, asegurando la salud y la vejez de millones de mujeres y hombres. Todos serán testigos del padecer de quiénes por la acción de estos mal llamados "demócratas", deambularán a corto plazo por calles y avenidas reclamando por sus derechos, ante una sordera y soberbia criminal de los ocupantes de las estructuras de gobierno que impondrán los dictados de sus mandantes foráneos instalados en la gran metrópoli del norte.
Nadie puede ignorar el sentimiento de odio y revancha de esta oligarquía que desplazamos del poder en su momento, y que fue a pertrecharse en los buques de la armada inglesa para luego utilizar esas bombas en la masacre de nuestro pueblo indefenso. Allí los tiene a los Rojas, a los Zavala Ortiz, a los Alconada Aramburu, a los Lonardis, a los Quaranta, a los Imaz, a los Sanmartinos, a los Codovilla, a los Molinari, a los Ghioldi, y a toda esa vetusta comparsa integrando una llamada Junta Consultiva, que buscan botines en zapaterías y baratijas en las joyerías para exhibirlas como prenda de guerra, y decir que eran los millones robados para satisfacer frívolas apetencias personales. Poca cosa resultan ser esos individuos que buscan mediante la complicidad de otros carentes de sentir patrio, en el sensacionalismo de una prensa de mercachifles y oportunistas, argumentar contra realidades palpables de una acción de gobierno que estuvo inspirada en el auténtico sentimiento de patria y pueblo.
Ahí están traidores de poca valía, tal el caso de Tessaire, un infame homosexual y drogadicto, que a cambio de sus dosis de coca y morfina, se ha convertido en el vocero de la difamación, el odio y la revancha. Ahí están las declaraciones de un pobre individuo, que acosado en su cobardía, como Mendé, sin dignidad alguna, acepta por su seguridad repetir los libretos del engaño y la mentira. Y ahí, entre todas esas declaraciones que reproducen diarios y revistas a toda página, están esos individuos que hasta ayer hacían cola ante mi despacho, buscando, no beneficios para sus representados, sino satisfacer sus mezquinas apetencias. Una dirigencia de ambiciosos carentes de toda moral, que adueñándose de instituciones y entidades de trabajadores, solamente buscaban mediante el engaño y la simulación, ingresar en una oligarquía de orangutanes que ni siquiera tenían o tienen el decoro de saber lavarse sus intimidades.
Debo señalar, que el futuro de nuestro país es incierto. No hay tiempo previsto para imaginar un despegue, ya que está sujeto a los dictados de quiénes se repartieron, con diferentes concepciones, el mundo. En la Argentina, que es cosmopolita, no hay un verdadero sentido de nacionalidad, ya que somos el resultado de inmigraciones que se asentaron en nuestro suelo, y no siempre llegaron los mejores. Al indio lo hemos destruído en nombre de una civilización superior, sin entender o esforzarse por hacerlo, que la misma arrastra siglos de frustraciones y errores. Y han sido nuestros mayores, los que nos han inculcado una superioridad de "color", que no condice con la sinceridad, lealtad y honorabilidad de los eternos perseguidos y dominados.
Ahí puede encontrar, entre tantos recortes, las "verdades de los yanquis", dignos hijos de ingleses, que en su farandulesco show que exportan a través de los medios de comunicación, hablan de democracia. Para ello se justifican a través de dos partidos de derecha que les permiten mantener un sistema ilusoriamente plutocrático y sostener esa simulación para engañar a tontos que tanto abundan en la política, o para estimular a los sinvergüenzas, que tampoco escasean en este mundo a contramano.
Como señalo en ese escrito que estoy esbozando, las plutocracias imperialistas, que ya no se animan a defender el sistema burgués, hacen incapie en la "democracia liberal" que fue su creadora, porque comprenden que, perimido el sistema, deben salvar por lo menos a su inventor como garantía de que en el futuro, pueda crear algo semejante que les permita continuar colonizando naciones y explotando a los pueblos con diferentes trucos, en los que no estarán ausentes publicitadas alianzas para el progreso, radicaciones empresarias privadas, concesiones para adueñarse de las riquezas naturales, ofreciendo una supuesta ayuda técnica para concretar el despojo liso y llano mediante el engaño o la violencia si es preciso.
No pasará mucho tiempo, y el mundo, se verá sorprendido por la caída del comunismo. A ello habrán de contribuir los propios errores de quiénes se sucedan en su conducción, ya que no escaparán a la insensibilidad de la soberbia, que los impulsará al desprecio de las mayorías por ese unitarismo de los déspotas. A sus aliados de hoy en la repartija del mundo, también les preocupa tal posibilidad, pero ayudarán a destruir a los enemigos que en ellos se encarnan la infiltración de sujetos que, ganados por sus miserables pequeñeces, sean de grupo o personales, no trepidarán ante la traición para alcanzar metas inconfesables.
Y a la caída del comunismo, que podrá tardar algún tiempo, y que será provocada por la propia reacción de los pueblos cansados de ser víctimas de esas minorías enquistadas en el poder, sucederá, tras aparente pausa, la caída del capitalismo insensible y bastardo que alimentan las oligarquías esclavizadoras y prepotentes, que dentro de su liviandad, desconocen el derecho del hombre a vivir en felicidad, bienestar y seguridad. Tanto los unos como los otros, son los condenados a desaparecer cuando sea realidad la hora de los pueblos, de la cual, hemos sido los promotores. Yo no alcanzaré a ver esta hermosa página, ya que pasarán muchos años, muchas décadas, antes de alcanzar esa realidad. Así, por el momento, mi preocupación será la de servir de orientación a nuestro pueblo al que le aguardan horas duras e inciertas, no sólo en este presente, sino en todo un período en el cual deberá estar alerta y luchar en defensa de sus derechos y conquistas."
Hicimos una pausa. La intensidad de la lluvia obligó a cerrar las puertas del balcón, volviendo sofocante el ambiente. Salimos al corredor, y caminando por él, tomándome del brazo, el General me dijo: " Mañana, mi estimado Landajo, estará en Caracas. Encontrará en ese país a algunos argentinos que han estado y están al servicio de quiénes hoy se han adueñado del país. No se preocupe por defender lo nuestro, ya que no será prudente ni conveniente que lo haga. No estamos en fuerza, ni condiciones para enfrentar a nuestros enemigos. Como usted lo puede comprobar, yo, que tenía tanto poder, estoy solo y abandonado. No hay tantos amigos como uno pudo suponer, y la lealtad de éstos, en no pocos casos, está sujeta a intereses. Tal como decía Disraeli, los amigos son circunstanciales; los intereses son permanentes.
Fieles. De todos aquéllos que juraron dar la vida por Perón, cuando llegó la hora de la verdad, me negaron. Mis generales no sólo no supieron cumplir con sus deberes para con la Patria, sino que fueron los que rápidamente negociaron una renuncia que no existió, pero los llevó a ello su cobardía, y el propósito de asegurar el futuro personal, de sus mujeres y queridas. De cuantos me rodeaban y conformaban ese círculo íntimo, Atilio Renzi se alzó con el santo y la limosna; Renner, simulador al extremo, fue quien me anunció la posibilidad que me iban a asesinar, como también la claudicación de los mandos militares. Luego desapareció, hasta el momento de subir al auto del embajador para llevarme a la cañonera; solamente hubo uno, Isaac Gilaberte.
Entró a mi dormitorio, mientras preparaba mi valija. Me solicitó le hiciera un favor. Supuse que iba a pedir que lo librara de compromisos o problemas que podrían surgir ya que había sido un colaborador de muchos años. ¿ Cuál fue el favor solicitado?... Que le permitiera acompañarme al exilio, continuando como chofer, sirviente o guardaespaldas, simplemente para cumplir con su sentimiento de lealtad, afecto y amistad. A él lo estoy aguardando aquí, en Colón, es un hombre de trabajo y del Pueblo. Mi chófer cuando estaba en el Ejército, y luego con Eva y conmigo, a partir de la jornada histórica del 17 de octubre.
Durante esa caminata muchos fueron los temas abordados. Se interesó por conocer aspectos de mi vida, mis actividades en México, como también algo que me conmovió: recordar aquellas ocasiones en que, acompañando al General Pedro Pablo Ramírez, luego presidente de la República tras la Revolución del 43, visitaba el consultorio de mi padre que era su odontólogo.
Quería conocer un poco más sobre México y su Revolución, dado que sentía una especial admiración por el auténtico sentimiento patriótico de los mexicanos, y el coraje de ese Pueblo que fue un real protagonista de una página en la que escribió el firme deseo de las masas populares de ser protagonistas en la lucha por la liberación.
Regresamos a la habitación. La lluvia había cesado. Las puertas del balcón fueron abiertas, y en la cálida brisa que entraba, se encontró un respiro.
Habían alistado la mesa en la que almorzaríamos. Un mantel, dos platos, los vasos con su jarra de agua, y una fuente con presas de pollo horneadas, acompañadas por una ensalada. En otra fuente, fruta de estación, y una panera con algunas rodajas de pan.
Nos sentamos, y tras servirme la presa que me permití elegir, una pechuga, comenzamos a comer y compartir un diálogo del cual no estaba ausente la actualidad y futuro de nuestro país.
Sobre el final, luego de levantarse a poner agua en el calentador donde iba a preparar el café, hizo una serie de reflexiones que guardo como las confidencias que se hacen a un amigo o a un sacerdote en el momento de la confesión.
"La vida, dijo, nos muestra sus diferentes caras a cada instante. La soledad en el hombre es una constante, ya que uno mismo es el hacedor del propio destino. Cuando en torno a uno se crean cortinas o cercos que nos apartan o alejan de la realidad, lo que en nuestra condición humana aceptamos y, quizás algunas veces nos resultan agradables o cómodas, pero contribuyen a hacernos cometer errores y afectan nuestra conductas hacia nuestros semejantes. En estos momentos, han caído esos muros que me ocultaban una dolorosa realidad que negaban muchos de los simuladores y traidores que usufructuaban mi confianza, pero de la que eran los arquitectos y beneficiados, lo que me ha hecho entender lo amargo y duro de esta soledad que, puede estar seguro, he vivido y vivo.
He acumulado a lo largo de la vida muchos errores. Si así no hubiera sido, la perfección de Dios, que es única, la hubiera alcanzado. Pero los mismos no han sido cometidos con mala fe, dado que siempre me ha movido el deseo de servir a mi Patria y a mi Pueblo. Intenté y he tratado de estudiar. He procurado volcar esos conocimientos en experiencias que me inculcaron desde chico que si bien se modificaron al llevarme a la vida militar, estaban inspiradas en mis deseos juveniles de ser médico. Esa profesión que tuviera en mi abuelo un ejemplo de vida, ya que los médicos con auténtica vocación, son verdaderos discípulos de Cristo, que no sólo buscan llevar alivio al alma, sino atenuar el sufrimiento del hombre.
Mi primera esposa, que era de su barrio de niño, Flores, estudió en el Colegio de Nuestra Señora de la Misericordia. Fue una cariñosa y fiel compañera, que se mantiene viva en mi recuerdo con un profundo cariño, Me impulsó y apoyó hasta que la muerte la llevó. Muchas veces rezongaba, porque con bondad infinita se desvivía, al igual que Evita, por todos aquéllos que sufrían injusticias de la vida.
Esto, que le cuento, es algo que llevo dentro de mi cansado corazón, dado que uno es esclavo de recuerdos, mucho más estando en esta soledad que me tiene prisionero."
Tras servir el café, pudo desahogarse disimulando el cansancio que produce la traición y la supuesta derrota. Luego continuó:
"Tras el tiempo en que busqué aturdirme en los libros, en las investigaciones, en los estudios, como también en actividades sociales y deportivas, tanto en mis destinos como militar en el exterior o en el país, en aquella desgraciada situación vivida por los sanjuaninos, tuve oportunidad de conocer a Evita. Fue otra hermosa página en mi vida. Desde el primer momento hubo una comunión de amor entre nosotros, y su entusiasmo y su fervor por la justicia hacia los desamparados y abandonados, nos unió en una lucha que fue la llama en la cual ella consumió su frágil existencia.
Analizando este momento, sé que la situación que sufrimos todos, porque no solamente yo he caído, hubiera podido evitarse si a mi lado hubiera estado ella. En una mano, y esto téngalo como una reflexión de la conversación con un amigo, hay cinco dedos. Por experiencia puedo señalarle, que si cada uno de ellos fuera una persona en la cual tuviera que confiar para algo importante, sincero y leal en su vida, más de uno habría de sobrar".
Su voz denotaba cansancio, angustia y amargura. Era el hombre solitario, que habiendo tenido todo, habiendo igualmente dado todo por un ideal, estaba allí abandonado en un viejo hotel de la ciudad de Colón librado a su suerte. Era el ídolo caído. El que conoció el halago y fervor de las multitudes que luego le dieron la espalda para difamarlo, maldecirlo o ignorarlo.
Las paredes blancas, manchadas por la humedad. El viejo ventilador de techo, dando vueltas lentamente. Muebles de mimbre de un blanco amarillento que denotaba el paso del tiempo. La cama de caño, con su colcha de algodón que mostraba, no obstante el cuidado que ponía en mantenerla pulcra, con años de uso. Un vaso de grueso vidrio y un botellón de agua, junto al viejo velador con pantalla desteñida sobre una primitiva mesa de luz, era el telón de fondo para ese guerrero arrojado a las fieras, que con motivos suficientes para renunciar a toda lucha futura, guardaba fuerzas para reiniciar una pelea contra todos aquellos individuos que siendo parte activa o silenciosa de bastardos y mezquinos intereses, aplaudían la entrega de la Patria y el sometimiento de millones de hombres y mujeres que desorientados y quizás decepcionados por el accionar de traidores y simuladores que se mostraban como leales soldados de la causa común, defeccionaron.
Al despedirme, me preguntó:
¿Que piensa hacer en el futuro?....
Seguir luchando, General, fue mi respuesta. ¿A que viene esa pregunta?...
Hizo un silencio. Apoyando la mano sobre mi hombro, me respondió:
La nuestra es una lucha que todos vamos a enfrentar, y sólo el tiempo nos dirá de sus resultados.
Lamentablemente, Usted estará en México, y yo, aquí... Si tuviera medios, le ofreceria, si es que le conviniera, que venga a estos lados ya que compartiríamos el ansia y la lucha para recuperar para nuestro país y su gente, lo que le han robado. Pero no estoy en condiciones ni puedo pedirle que se sume a este sacrificio y a este trabajo...
Lo escuché en silencio.Con la seguridad que tomaba nuevo rumbo en mi destino, al apretar su mano en señal de despedida, le aseguré:
Mi General: Hace pocos meses perdí a mi padre que era luchador como Usted. Me hubiera gustado poder estar a su lado en esos momentos finales de la vida y darle fuerza y coraje para continuar viviendo. Pese a su enfermedad, ya que también, vivía con la idea de imponer la Justicia y el Respeto como principal derecho del hombre, tal cual fue su prédica durante el gobierno. En estas horas hemos abierto nuestros corazones. Estamos identificados en un mismo sentimiento, y me ha honrado con esa confianza y esa sinceridad que raramente surge entre los seres humanos. Soy su soldado y quiero me considere como amigo, tal como lo manifestaba, cuando yo de purrete, lo escuchaba conversar con mi padre. Tras cumplir los compromisos que me han dado y con los que Usted también me ha encargado cumplir en Venezuela, México, Cuba y República Dominicana, regresaré a casa, iré al diario, y luego de explicar las razones al Licenciado Alemán, renunciaré para regresar a su lado, sin otro propósito de poder ser útil a nuestra Causa, pero, sobre todo para ser su colaborador, como lo he sido en estos años.
Un abrazo selló aquel compromiso. Un Perón que se encontraba abandonado a su suerte, atacado y vilipendiado por muchos que le fueron adictos, y que en la difamación y la mentira descargaban sobre él responsabilidades para justificar la más infame de las conductas. Entendí en aquel momento que en mi solidaridad y adhesión se expresaba la voluntad de millones de argentinos, que pudiendo estar en mi lugar, hubieran querido devolver a quién todo dio, la lealtad y el afecto que merecen únicamente los grandes Hombres.
El brazo en alto, era la señal de despedida de aquel encuentro del 16 de noviembre de 1955 en el viejo hotel Washington, de la ciudad de Colón, República de Panamá. Aquel encuentro fue el inicio de las principales horas que me tocó vivir, en las que cometí enormes errores, grandes equivocaciones, recibiendo justas o injustas críticas, que me honraron al hacerme blanco, al igual que los que son atacados por defender principios. Fui blanco de las difamaciones y ataques de los que, lejos de servir a principios sanos, se aferran a la infamia de los intrascendentes.
SE INICIA LA LUCHA
Me encontraba en vuelo hacia Caracas. Existía dentro de mí una gran preocupación, considerando las responsabilidades que había asumido.
Un camino nuevo se presentaba. Recorrerlo habría de acarrearme numerosos inconvenientes, que me obligarían a enfrentar situaciones imprevistas, no siempre comprendidas y aceptadas por la gente. Estaba confundido, ya que no sabía como encarar los problemas que habrían de presentarse. Por un lado, el compromiso con el diario. Por el otro, la alternativa de sumarme a una lucha que sabía iba a ser larga y peligrosa, debiendo anteponerla a todo, incluso a lo que fuera relación familiar. Pero, nadie escapa a su destino, como me había dicho Perón, y estimo que el mío marcaba el compartir inconvenientes, amarguras y satisfacciones que se alcanzan en toda lucha que se adueña de uno, cuando el objetivo es la grandeza de la Patria y la felicidad del Pueblo.
En un plano secundario quedó mi compromiso con el diario NOVEDADES. Si bien entendía que tanto el licenciado Alemán como el señor O'Farril lo comprenderían - justificándome en todo lo que hiciera, dado que en el corazón llevaban encendido el fuego de la Revolución Mexicana, cuyo origen estaba en la rebelión de las mayorías populares en contra de las imposiciones de minorías oligárquicas y cipayas - no ignoraba que aparecerían otros que tras demostrar amistad, por intereses personales o de grupos, o en su afán de justificarse ante quiénes aparentemente ignoraban las actividades que iba a realizar al servicio del General, me atacarían salvajemente.
Rápidamente transcurrió el tiempo de vuelo. Cuando el avión carreteaba por la pista hacia la estación terminal de Maiquetía, sentí temor y angustia. Abandoné el aeropuerto y me trasladé a Caracas, hospedándome en el viejo hotel El Nacional, donde habían efectuado la reservación por indicación del embajador en México, Dr. Angarita Arévalo.
Este hotel, que luego fue demolido, estaba ubicado frente a las Torres en la zona de El Silencio, y era lugar obligado de reunión de los influyentes personajes de la política perezjimenista y de la "élite" empresaria caraqueña. No mostraba el lujo ni tenía las comodidades del famoso Tamanaco, pero era el centro de "relax" de ministros, militares, jefes políticos, banqueros, industriales y comerciantes, ya que en él se hospedaban hermosas mujeres que contribuían a la distracción y a librar de preocupaciones a quienes vivían la euforia del despegue petrolero venezolano.
Los empresarios, tras las copas de rigor, en medio de sus fiestas trasnochadas, acordaban con los influyentes de turno las condiciones para ser los adjudicatarios de las grandes obras que hoy, pese a todo, marcan la época de progreso alcanzada durante la conducción del general Marcos Pérez Jiménez.
Fui alojado en una habitación en uno de los últimos pisos. No diré que me disgustó, ya que en esas alturas, los pasillos eran recorridos por importantes personajes, con o sin uniforme, que me permitieron hacer amistades y me facilitaron luego acceder a importantes informaciones. Además, todo aquello resultaba, entretenido, ya que uno podía ser testigo de la ridiculez de muchos funcionarios de gobierno y algunos poderosos, cuando se consideran dueños de la vida de todos por el hecho de ocupar ocasionalmente cargos relevantes dentro del gobierno, o contar con las bendiciones de los que supuestamente hombres deben administrar seguridad, orden, justicia y la ley.
Luego de un reparador descanso, ya que las emociones y el viaje me habían agotado, a la mañana siguiente inicié mis actividades. Me comuniqué con el Embajador de México en Venezuela, quien llevaba algunas cartas de presentación, y con el cual convine una entrevista para horas después. No quedó en mi memoria su nombre, pero recuerdo que fue sumamente atento, poniendo a mi disposición apoyos para las gestiones que tuviera que realizar. Fue a él a quien entregué las cartas que me confiara el general Perón, las que estaban dirigidas al Lic. Alemán, al Lic. Portes Gil, a Don Rómulo y a Francisco Venegas Anguiano. Días más tarde salieron por valija diplomática llegando de manera segura a manos de sus destinatarios.
Durante esos días, mantuve encuentros con funcionarios del gobierno venezolano, especialmente con el encargado de prensa, de apellido Spineti Dini, quien me llevó a presencia del Canciller, el Lic. Arismendi y del vice ministro de Interior, señor Schlöeter. Pude realizar algunas notas, que envié al diario, pero el apoyo publicitario que se pretendía se fue demorando, debido a que en esos días, como reflejo de lo acontecido en la Argentina, la prensa dependiente de la Sociedad Interamericana de Prensa en el Continente, desató una campaña contra los gobiernos de Venezuela, Paraguay, República Dominicana, Haití, Nicaragua, Honduras, Bolivia y Chile, la cual era parte del plan tendiente a generar una reacción generalizada contra gobernantes qué osaban desoir a los que se han considerado y consideran dueños del mundo.
Críticas feroces formuladas por la prensa mercenaria donde promueven a los inescrupulosos "apóstoles" defensores de la democracia y el derecho de las mayorías, hacían casi imposible justificar las llamadas ediciones especiales, que como medio económico utilizan para mantenerse, pero que no pueden disimular que son el resultado de una extorsión. Además, de que valen esas apreciaciones compradas, si ellas no pueden esconder la realidad de que muchos pueblos sufren, tanto por el sometimiento a los mandantes de turno, como a los intereses internacionales de los que se valen los dictadores o gobernantes sin principios de nacionalidad o de Pueblo.
Ante esas dificultades, si bien el diario me sostenía económicamente, dediqué mi tiempo y actividades a cumplir con el compromiso de luchar por la causa de mi Patria, de mi Pueblo y de Perón. Ya estaba todo decidido.
Así me avine a aceptar las consecuencias, lo que muchos aprovecharon, para atacarme.Todo es válido, me dijo Perón, cuando el esfuerzo y los medios se utilizan para contribuir al éxito de nuestra misión revolucionaria.
En el hotel, se hacían reuniones de las que participaban figurones del momento, junto a una fauna compuesta por funcionarios de gobierno, diplomáticos, empresarios y "probos ciudadanos" que escapados de sus casas, frecuentaban a sus amiguitas. Allí también se hospedaban algunos artistas de fama, tal el caso de Charlo y Sabina Olmos de nuestro país, Tony Aguilar, de México, Olguita Guillot, de Cuba, junto a otros de menor renombre, que llegaban a la Meca del Oro Negro para ganar sus bolívares. Recuerdo, que entre otros, por aquellos días, se hospedó Leonardo Barujel, conocido representante de cantantes, de quién más adelante relataré una anécdota que lo tuvo como protagonista, la que me fue contada por el General Perón.
Obligado a silenciar toda relación con el General, por su propia directiva, en muchas oportunidades fui invitado a mesas donde despotricaban contra el "sangriento dictador depuesto", que contaban con la presencia de algunos venezolanos y a las que asistían hombres de la embajada argentina. En ellas alternaban algunos militares que huyendo de la Argentina en junio del 55 luego del fracasado golpe, habían elegido este país como seguro y cómodo refugio. En esas mesas pude conocer y escuchar a individuos, todos furiosamente antiperonistas. Junto a periodistas del diario EL NACIONAL, cuyo propietario era el comunista Otero Silva,(protegido de la embajada yanqui y representante de las revistas Time y Life), estaba De Armas, ex-socio de Miguel Angel Capriles, Monseñor Chapellín, un sacerdote que tras colgar sus hábitos en la sacristía concurría al centro nocturno donde conspiraba contra Pérez Jiménez. Comentaban junto a agentes enviados por los usurpadores del gobierno en Argentina, sus planes destinados a eliminar físicamente a Perón en su refugio panameño.
Las chicas se hicieron amigas mías, y me facilitaban algunas "confidencias" de sus circunstanciales amigos argentinos, los cuales en sus espasmos amorosos y divagaciones alcoholicas descubrían sus andanzas y propósitos.
Mientras todo esto acontecía en Caracas, el general Perón debía afrontar una serie de problemas y dificultades en Panamá. El Departamento de Estado por expreso pedido de sus "gerentes en la Argentina", lo acosaba permanentemente. A las dificultades se sumaba la falta de recursos económicos, ya que la "borrada" como se podría definir utilizando terminología de Casildo Herrera, era generalizada. Al respecto pude saber tiempo después, del propio General, que algún dinero que de Argentina le fuera enviado a través del sobrino político Cialcetta - suma muy modesta - pasó de largo por Panamá, ya que éste justificó que se vio precisado a disponer de esos fondos para poder llegar a México, donde se exilió con su esposa.
Sobre fines de diciembre, decidí viajar a México, haciendo escala en Panamá. Ese viaje estuvo motivado, no sólo por mi interés de saludar al General, sino para hacerle entrega de cierta documentación que recibí de Argentina, junto a la esquela que me entregara el general Lonardi, cuando, haciendo escala en La Guayra - tras haber sido desalojado del gobierno por Aramburu y Rojas - viajaba hacia Estados Unidos.
Esta entrevista, que se hizo a bordo del vapor que lo transportaba, fue posible utilizando para ello mi identificación como periodista del diario NOVEDADES. No concurrí solo, entendiendo que debía contar con testigos, por lo que solicité a un matrimonio argentino, oriundo de Avellaneda, dedicados a negocios inmobiliarios y a la venta de caballos de carrera, José Ibañez y señora, que me acompañaran. Debieron quedar en el muelle debido a que la custodia que le impusieran al autor de "sin vencedores, ni vencidos", no permitía los libres movimientos del "jefe revolucionario".
No hubo charla prolongada. Lonardi, manifestó que su finalidad patriótica había sido burlada por una camarilla de delincuentes, que, adueñados del poder, eran ejecutores del más siniestro programa de entrega de la soberanía y patrimonio nacional, no pudiendo ocultar que sus compañeros y camaradas de pocas semanas atrás, eran serviles ejecutores de las ordenes emanadas de las internacionales del dinero.
Consideré sincero a este militar de convicción nacional, por lo que, seguro de su reserva, le hice conocer mis actividades junto al General Perón, y le señalé que le informaría de esa entrevista. Me solicitó entonces le hiciera el favor de llevar una carta para quién fuera su enemigo. La entregué a su destinatario en mi paso por Panamá hacia México.
Cuando Lonardi me entregó el sobre, visiblemente emocionado, dijo, mas o menos así:
"El general Perón sabrá perdonar. El, como yo, hemos sido traicionados por la misma conjura de individuos, que ocultando las verdaderas intenciones, serán responsables de días negros para la Patria y dolor para nuestro Pueblo. Dígale, que firmemente inspirado en mi sentir cristiano, ruego sepa perdonarme en mi equivocación y pecado."
El General, haciendo referencia al cantor Charlo, comentó que en sus primeros días de exilio en Panamá se cruzó con éste. Al verlo se hizo el distraído no devolviendo siquiera el saludo que aquél le hiciera. Gilaberte, que luego se encontró con el representante, Leonardo Barujel, le reclamó una explicación sobre la conducta del cantor a quien tanto ayudó el General, y por el cual guardaba particular estima.
Barujel, confesó que les resultaba muy peligroso saludar a Perón, ya que al regresar a Buenos Aires encontrarían muchas dificultades. Cuando Gilaberte se lo comentó a Perón, solamente respondió: Esta es una evidencia de cómo está hecho el hombre.
ENFRENTANDO DIFICULTADES
De paso por Panamá,en diciembre de 1955 y de regreso a México, mantuve una entrevista con el General, quién me aguardaba en el domicilio de uno de los hermanos Ciniglio, propietarios de la cantina Hankow, donde solía almorzar o cenar circunstancialmente. En el aeropuerto me aguardaba Gilaberte, quién me llevó rápidamente a su encuentro.
Mientras tomábamos café, dado que no había mucho tiempo ya que mi escala estaba condicionada, le hice entrega de los sobres que llevaba. Comentamos lo de Lonardi, y me hizo referencia a dificultades que se plantearon en Colón.
El grupo que acompañaba habitualmente a Perón estaba integrado por Gilaberte, su hombre de mayor confianza, y el ex embajador Pascali a quien, siendo buena persona, su afición al alcohol lo convertía en algo peligroso. Además, su "pasión peronista" estaba más en lo anecdótico que en los hechos. Vitorio Radeglia, el doble agente que se infiltró ya no estaba con él.
Dentro del grupo panameño, algunos se acercaron y trataron de ayudar al General. Eran el cubano Arnaldo "cabo" Parra, Aaron Abougamem, José Dominador Bazán, Eloy Alfaro y el Mayor Alemán. También lo frecuentaban algunos otros amigos, entre ellos un periodista, Fernández Domenech, de cuya hija, Eva Argentina había sido padrino, y los ex embajadores panameños en Argentina. También los licenciados Sergio González Ruiz y Rubén Dardo Carlés. Sus relaciones con funcionarios de gobierno eran circunstanciales, ya que estaban sometidos a grandes presiones por parte de los gobiernos de los Estados Unidos y de Argentina, los que presentaban continuos reclamos.
Uno de los problemas que afectaron a Perón en las primeras semanas durante su permanencia en Panamá, fue el de una señora norteaméricana, Eleanor Freeman, huésped del hotel Washington, con la que entabló estrecha amistad y simpatía. Eleanor, le brindó importante apoyo en momentos en los que en su gran soledad sufría permanentes ataques de sus enemigos, al igual que el olvido de sus "juramentados amigos", que a fin de salvarse, negaron la amistad y buscaron en el chismerío justificativos basados en el sensacionalismo del periodismo amarillo. La Gringuita, como la llamaba, fue ganando las simpatías de Perón, y con ella compartía muchos momentos. Su cultura era amplia, y comentaba temas generales, discutiendo aspectos de la historia de los Estados Unidos, y haciendo referencia a sus ocupaciones en la ciudad de Chicago, de donde era oriunda. En reiteradas oportunidades suspendió su regreso a la Unión, ya que estaba naciendo entre ellos una simpatía qué, de haberse consolidado, hubiera cambiado mucho la historia de nuestro país.
La familia de Eleanor -posteriormente conocimos las razones- fue presionada por funcionarios del Departamento de Estado y del Departamento de Justicia de los Estados Unidos, para que hicieran una denuncia sobre el supuesto secuestro por parte Perón y sus guardaespaldas peronistas, lo que obligó a una intervención diplomática con lo que se logró que ella regresara a su lugar de residencia.
En el ínterin se registraron varios intentos de asesinar a Perón, todos orquestados desde Argentina por los democráticos gorilas. Uno de ellos estaba conducido por Raúl Lamuraglia, quién llegó a Panamá en un avión privado, que fue intervenido ni bien aterrizó. Otros dos, fueron desbaratados por la Guardia Nacional, la cual era informada permanentemente de sospechosos argentinos que arribaban al aeropuerto de Tocumen, por los chóferes de los autos de alquiler que, simpatizantes de Perón, constituyeron una eficiente red de información y seguridad.
Habían llegado a Panamá varios argentinos, muchos de los cuales expresaban fidelidad incondicional al General. Si bien la aceptaba, no ignoraba que a la mayoría de ellos los movía otras intenciones, no siempre referidas al sentir de la revolución que reclamaban necesaria.
Rodolfo Martínez, conocido como Martincho, fue un elemento de aristas oscuras y falladas, que en su momento sirvió a los propósitos esperados. No existían dudas sobre su conducta, pero en este aspecto nadie tiene la verdad absoluta y cada cual es dueño de lo que en justicia la conciencia le dicte. Perón solía repetir que aquellos que mal proceden, siempre caen víctimas de su mal procedimiento. Era astuto. Y esa astucia le permitió nuclear a algunos argentinos radicados en Venezuela, que sin ser peronistas, o realizar actividades que merezcan ser destacadas, contituyeron un supuesto Comando de Exiliados en ese país, i para lo cual instaló una oficina para disfrazarla de agencia publicitaria, que operaba bajo la denominación comercial de ROMPE.
Martincho, con conexiones en ambientes vinculados a la noche, que a esferas turfísticas, sirvió para difundir material periodístico que el propio General elaboraba, y que fuera publicado en revistas de Cuba, tal el caso de Bohemia y Carteles, y en las venezolanas ELITE Y Venezuela Gráfica. Perón no ignoraba que esas colaboraciones eran pagadas a Martínez, y si bien el dinero era necesario, como a él no le interesaba en demasía el dinero, permitía que Martincho las llevara a las redacciones, sumando recursos a los que conseguía de sus pupilas que ejercìan la prostitución. En conocimiento de todo esto, el General, como era su costumbre, daba soga. Sostenía, cuando se iba con la verdad sobre la conducta de determinados personajes que no vale la pena ni recordar, que "aquel que mal procede, cae víctima de su mal procedimiento".
Además, no ignoraba que antes de llegar a la composición en los talleres de las editoriales, el material era entregado a los agentes de la SIDE a través de la embajada, lo que provocaba preocupaciones por temor al contenido. Esa fue la acción psicológica que se pudo desarrollar, cuando no se contaba con mayores medios para pagar a los mercaderes de la información.
Casi toda las cartas que Perón recibía en Panamá estaban controladas por el FBI, el cual entregaba toda la información al gobierno argentino. A raíz de ello, se resolvió que la correspondencia muy confidencial o clasificada, fuera enviada en mano, como también haciendo posta en paises como México, Colombia y Ecuador. La que se recibía en la oficina de Colón, llegaba a nombre de Carmen Bardales, empleada del correo, la que la rescataba antes de que intervinieran los agentes encargados del control por el FBI.
En esa corta entrevista, hice entrega al General de una serie de documentos que Don Geraldo Rocha, el multimillonario brasileño, periodista y político de gran prestigio, me había hecho llegar a Caracas, como también de una serie de regalos que amigos de Paraguay le enviaban con motivo de fin de año. Entre los documentos enviados por su amigo Don Geraldo, había una carpeta confidencial en la cual se incluía información donde se le hacia conocer que la SIDE había elaborado un plan de control sobre sus actividades, para lo cual tratarían de cercarlo con personas de aparente lealtad peronista, pero que respondían ciegamente a los gorilas. La información coincidía con una que también su amigo panameño, el mayor Alemán, le hiciera entrega, y estaba originada en confidencias de la embajada yanqui.
"A usted - me dijo luego de una larga conversación donde fijamos cursos de acción a desarrollar desde México - le aguardan algunos disgustos. Le caerán con todo el peso, utilizando para ello el fracaso de la gestión periodística en Venezuela. Será el argumento principal para sacarlo del medio, de acuerdo a lo que me informara el Licenciado Alemán. De nada valdrán argumentos, como tampoco el apoyo que podamos lograr de los amigos, ya que en este propósito se encuentran empeñados nuestros enemigos. Tratemos entonces de lograr un objetivo que sirva a nuestros propósitos. Deberá asumir con tolerancia y paciencia una serie de difamaciones en contra de su persona,por lo que le recomiendo que no responda a ellas, ya que sería dar pasto a las fieras. Además, los ataques habrán de estar originados en algunas personas cercanas, lo que nos permitirá ver en qué grado se encuentran vinculadas al gorilismo de Buenos Aires, y cuán peligrosa es su cercanía a nosotros. No creo que pueda durar mucho tiempo dentro de la organización de Novedades, por lo que le sugiero tome las precauciones del caso.
Igualmente, le pido, que alerte al amigo Antonio "Gaucho" Terán y a Viccarioto, que junto a Usted vienen sacando la cabeza en México, y serán víctimas de los cascotazos. Sobre todo, que Viccarioto tome las providencias del caso, ya que lo atacarán por distintos flancos, principalmente los económicos, buscando así silenciarlo. Yo les agradezco de alma todo cuanto hacen, pero no debemos responder a todos los ataques. Debemos medir fuerzas, y allí, donde estemos débiles, debemos hacernos los tontos.
Al Lic. Alemán, agradezca nuevamente todas sus expresiones solidarias, al igual que a Mariles y Portes Gil. No creo que por el momento podamos acceder a radicarnos en México, ya que allí sería peligroso ante las facilidades que tienen los gangsters yanquis. No olvide, que por pocas monedas, éstos son capaces de hacer cualquier porquería. Además, hay grupos muy identificados con los que fueran exilados en ese país durante nuestro gobierno, como también existen organizaciones internacionales que no dudarían un instante en hacernos pasar por problemas, llegando, incluso, al atentado personal.
Igualmente, tome contacto más estrecho con Venegas Anguiano, un verdadero amigo, que junto a los muchachos de la Universidad Autónoma de Guadalajara, han venido y están trabajando con nosotros en los objetivos de la unidad latinoamericana."
Gilaberte me llevó a Tocumen.
Tomé el avión, y a las pocas horas me encontraba en México. Nadie me esperaba en el aeropuerto. Tomé un taxi, fui a mi casa, donde me aguardaba mi madre y mi tía, comenzando así una etapa que no estaría exenta de problemas y dificultades.
Pero algo me llevaba a continuar sin desmayo en esta lucha. No sólo la lealtad hacia Perón, sino ese fuego que supo encender, como en muchos corazones, y que iluminaba un futuro de grandeza para nuestra querida Argentina, siempre y cuando fuéramos capaces de ganar las batallas que habrían de presentarse.
Aquella noche de mi arribo, llegaron a casa para informarse los directivos de Novedades, encabezados por su gerente, el contador Fernando Canales Lozano. Un hombre de gran capacidad empresaria, que ignoraba ciertamente, supongo yo, cuáles eran mis relaciones con el Lic. Alemán, y cuáles eran mis reales actividades.
Lógicamente, la cena no fue amena, ya que en la sobremesa le impuse sobre la situación en Venezuela, como también las dificultades que tendríamos si, en realidad, se podía lograr apoyo del gobierno perezjimenista para la edición.
Convenimos una reunión para el día siguiente, a fin de ampliar detalles de toda la gestión, pero me llamó la atención que también estuvieran al tanto de actividades referidas a lo que me encomendara el General.
Al día siguiente, lo primero que hice, fue comunicarme con el gaucho Terán y Viccarioto, y con el primero, fuimos a visitar al Lic. Alemán. Le entregué la carta de Perón, y tras una serie de comentarios, le señalé las dificultades encontradas en el diario, como también lo manifestado por Canales Lozano.
Presidente, le dije, quiero dejar en claro que todos mis esfuerzos estuvieron dedicados a servir a las directivas del General. Usted, así me lo recomendó. Yo lo hice, no sólo porque Usted me lo indicara y autorizara, sino porque es mi convicción la de ser leal con quién no sólo es mi Jefe, sino mi amigo.
Le anticipé mi decisión de renunciar, para así no comprometerlo, y, llegado el momento ir a ocupar el puesto que Perón me indicara.
Tendrá dificultades, che. Si bien yo puedo hablar a Don Rómulo para que eviten problemas, lo mismo que a Miguelito, estoy seguro de que dentro de la empresa hallará - principalmente dentro del área de gerencia - quiénes pidan su cabeza y busquen represalias. En este momento, sus paisanos influyen mucho sobre algunos funcionarios, y, por el fracaso de una gestión en la que se encontraban entusiasmados, tratarán de acorralarlo para luego presionarlo a servir a los que en verdad, hoy son sus enemigos. Esto se lo informo, no para preocuparlo en demasía, sino para que cree sus propias defensas y sepa como actuar. Todo cuanto Usted pueda hacer, contará con mi aprobación. Usted es leal a mi amigo Perón, y no dudo que esto lo hará, también, en la seguridad de colaborar con él.
Dentro de este esquema, no dudé en coordinar con los amigos mexicanos, principalmente con el estudiantado de la Universidad Autónoma de Guadalajara, acciones tendientes a reducir la actividad de los agentes del gorilaje instalados en la Embajada. Allí se mantenían individuos que no obstante ser funcionarios del gobierno de Perón, tras su derrocamiento, no ocultaron su verdadera identidad con los enemigos de nuestro Movimiento. A ellos, se fueron sumando otros, que fueron "premiados" designándolos en funciones dentro del consulado o embajada, o bien, financiándoles programas por radio y televisión donde los presentaban como "las víctimas de la dictadura". Un avión especial, repatrió a esos "mártires de la gran democracia", los cuales, posteriormente, fueron declarados ilustres argentinos por los usurpadores del poder.
El general Perón, que mantenía contacto permanente conmigo, me hizo llegar a través de dos de sus correos, el profesor Heliodoro Ventocilla, y el periodista peruano Carmelo Checa, material que debía ser divulgado, como también la denuncia presentada contra el mexicano Avila Sánchez, que sirviendo a la"embajoda" argentina, fue a Panamá, robándole una copia del original del libro LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS, que iba a ser editado.
Perón que no fue nunca tonto, le entregò dicha copia a ese fulano Avila Sánches, en la seguridad que la iba a negociar con la embajada. Era una manera de mantener latentemente encendida la chispa para provocar incendios. La copia fue enviada a la Argentina a las autoridades de la SIDE, pagaron por ella una fuerte suma. Unas copias las remitieron al Departamento de Estado de los Estados Unidos con la finalidad de servir de prueba de la "conspiración peronista" en la que basarían el reclamo para lograr la extradición de Perón. Fue genial la astucia y maniobra del General, ya que llegada la copia a Buenos Aires, se hicieron millares de ejemplares que distribuyeron en distintos niveles gorilas, pero hubo algunas copias que se filtraron para ser leidas y reproducidas por los militantes de la Resistencia.
Les comuniqué a Don Rómulo O'Farril y al Lic. Miguel Alemán que ante la necesidad de tomar contacto con algunas personas como me indicara Perón, y careciendo de medios económicos para poder viajar con la premura del caso, a la dirección del diario informaría haber recibido comunicación de Venezuela y de la República Dominicana que anticipaba un tratamiento favorable para la edición programada por Novedades. Sé que ambas personas, excelentes amigos, dieron visto bueno a la sugerencia de la Gerencia del diario la que aceptaron como válida, aunque no ignoraban que ese proyecto fracasaría por su postura editorial que estaba sometida mayormente a los dictados de la SIP.
Viajé a Cuba, en primer término, donde tomé contacto con Santiago Touriño y Pardo Llada, amigos del General, como también con Don Angel Borlenghi, asilado en ese país. Posteriormente viajé a la República Dominicana, que festejaba un aniversario del Generalísimo, a quién entreviste para el diario, pero sin tocar el tema argentino. De ahí fui a Venezuela, donde, por un tiempo, tomé contacto con argentinos y venezolanos. Hice gestiones ante Spineti Dini para lograr algún aviso oficial para la publicación. Lo aceptó y luego lo desmintió categóricamente al saber mi vinculación con Perón y estar él enrolado en los que conspiraban contra Pérez Jiménez. Logré algún apoyo del sector industrial, cuyos avisos pagaron y no sé si alguna vez fueron publicados. El dinero que pude percibir, fue suficiente para cubrir los gastos de alojamiento en Caracas, dado que el diario ya no me remitía fondos para cumplir con los compromisos elementales.
Por indicación del General, viajé a Colombia, donde tomé contacto con personas allegadas al general Rojas Pinilla, como también con algunos emisarios del movimiento 26 de julio que lideraba Fidel Castro y Camilo Cienfuegos, los cuales estaban plenamente identificados con el Peronismo, pero teniendo como meta el derrocamiento del sargento Fulgencio Batista.
Durante esta etapa, logré importante información que me proporcionó en Venezuela el titular de Seguridad Nacional, la cual detallaba la actividad de numerosos argentinos que, ubicados en distintos estratos, eran agentes voluntarios de la embajada, que en ese momento se encontraba a cargo del Brigadier Zinny.
De regreso a México, se produjo mi alejamiento del diario NOVEDADES, siendo objto de presiones por parte de los que ignoraban que actuaba con la autorización del Lic. Miguel Alemán.
Me acusaron ante las autoridades de migración como responsable de defraudación a la empresa por haber dedicado mi tiempo a actividades particulares y conspirativas, con recursos que me habían proporcionado para hacer lasgestiones del diario. En el ínterin ya se había concretado la expulsión del General del Hotel Washington en Colón y su temporaria radicación en los departamentos Lincoln en la ciudad de Panamá. El fracaso de la revolución del 9 de junio, resultado que Perón anticipó a Lagomarsino y Morales, dos hombres fueron enviados para informarlo sobre ese propósito, les señaló la imperiosa necesidad de suspender el intento, ya que todo estaba en conocimiento de los servicios de Aramburu y Rojas, como también de los agentes del FBI y de la naciente CIA, advirtiéndo que de realizarse sería un crimen, y las víctimas resultarían nuestros compañeros. Con el fracaso de ese intento se aprovechó la situación para crear mayores dificultades al General, además de encontrar argumentos para quitar todo tipo de apoyo que pudiera haberle dado el gobierno panameño.
El periodista peruano, profesor Heleodoro Ventocilla, que llegó con una carta de Perón, me comunicó que el General atravesaba por delicada situación, que sumada a la carencia de recursos económicos, se complicaba por un problema de salud. La inclemencia del tiempo, como así su costumbre de trabajar frente a un ventilador que secaba en su cuerpo la transpiración, lo llevó a sufrir una neumonía. Esto se mantuvo en secreto, ya que ante su ausencia de las calles de Panamá y Colón, donde periódicamente transitaba acompañado por Gilaberte y amigos, se dijo que había viajado secretamente a un lugar de la frontera argentina. Esto movilizó a los alcahuetes instalados en la embajada, cuyo titular era Halperín, al igual que a los agentes militares enviados desde Argentina. Gracias a la buena atención de un médico de Colón, de quién lamentablemente no recuerdo el apellido, zafó nuestro General de ese crítico estado, que en determinado momento hizo temer por su vida.
Ante tal urgencia, viajé a Panamá. Ya repuesto en parte, compartía el modesto chalet ubicado en la calle 9 # 10009 de la ciudad de Colón, donde fijó temporaria residencia. Ya se encontraban allí instalados Gilaberte e Isabel, quien poco tiempo antes se había sumado al grupo aguardando que su familia le enviara recursos para regresar a Buenos Aires. Ocupaba el altillo, encargándose de la supervisión de la limpieza y de los menesteres caseros. También yo me instalé allí por directivas del General. Mi tarea fue hacerme cargo de toda la clasificación y dar respuesta a la correspondencia, salvo cartas que le hacían llegar los responsables de los comandos de exiliados que funcionaban en los paises vecinos.
Creo que pude ser de alguna utilidad para Perón, ya que además de cumplir junto a Gilaberte tareas que hacían a su seguridad personal, numerosas eran las cartas que diariamente salían del correo panameño con destinos diversos, en las que alentábamos a todos los compañeros a continuar la lucha por la liberación del país. Mi clientela, como la denominaba el General, estaba compuesta no sólo por argentinos, sino por amigos de todo el mundo, qué, además de alentarlo, siempre tenían algo que pedirle para satisfacer sus caprichos. Lo que puedo decir, fue que no hubo ofrecimientos económicos para sufragar gastos, pero sí muchos reclamos por parte de aquellos que pensaban en la "cuantiosa fortuna" inventada por los gorilas.
Los amigos mexicanos, aquí mencionados, son parte de una nómina de excelentes personas, las cuales en todo momento brindaron su cooperación y solidaridad en la lucha por nuestra causa revolucionaria.
D. ROMULO O'FARRIL SR.
Extraordinario hombre de empresa mexicano, a cuya orientación se debe, en parte, el desarrollo de la industria automovilística en ese país. Dentro de sus funciones, también fue un entusiasta promotor de industrias, a la vez que impulsor de la construcción de caminos vecinales. A raíz de un accidente perdió una pierna. Esta desgracia lo estimuló a alentar campañas tendientes a la rehabilitación de discapacitados, las cuales han sido y son ejemplos de lo que puede el tesón de un hombre decidido. De total confianza del Lic. Alemán, también impulsó la industria editorial mexicana, hoy una de las de mayor importancia en Latinoamérica.
LIC. MIGUEL ALEMAN JR.
No con el ímpetu de su padre, Miguel Alemán Sr.., ha sido continuador de grandes empresas mexicanas. Si bien no tuve relación con él, durante mi permanencia en México se encontraba vinculado con su bufete de abogados al diario Novedades. Ha sido promotor del desarrollo de la televisión mexicana, estando asociado a Miguel Azcárraga, visionario hombre de las comunicaciones y el principal empresario televisivo del Continente.
ROMULO O'FARRIL JR.
Durante mucho tiempo, ha estado encarando empresas dentro del campo de las comunicaciones. Fue presidente y director general del diario Novedades de México, y uno de los más entusiastas hombres dentro del campo de la televisión hispanoamericana.
FERNANDO CANALES LOZANO
Quizás el hombre con mayor visión dentro del negocio editorial. Factor básico en el crecimiento de la empresa Novedades, cuya seriedad y responsabilidad le ha merecido el respeto de todos cuantos lo conocen. Hombre de probada confianza del señor O'Farril, en su momento prestó valiosa ayuda a mis tareas, lo cual le había sido comisionado por Perón, con la autorización expresa del Lic. Alemán, del Sr. O´Farril y del contador Vilchis.
Largo de enumerar sería mencionar a los muchos mexicanos que supieron brindarme apoyo. Muchos de ellos, comprometidos con otros intereses, pero siempre identificados con los ideales de la nación latinoamericana.
COLON, CENTRO OPERATIVO
El General, que me aguardaba, me invitó a dar una vuelta por la zona. Gilaberte había alistado el pequeño automóvil OPEL, con el cual íbamos a recorrer los alrededores de la ciudad, hasta llegar a la base de COCO SOLO. Isabel se quedó en la casa, ya que deseábamos poder conversar sin intromisión o escucha alguna.
Perón no ignoraba que todos sus pasos estaban bien controlados, como también sabía, que dentro de la casa no se podía conversar mucho, dado que siempre existía la duda sobre "escuchas". Gilaberte era quién contaba con la total confianza del General, el que desconfiaba de todos y cada uno de los que se acercaban a él. De sus amigos locales, como en parte de este relato ya he señalado, se encontraban Parra y el mayor Alemán, en un primer grado, y luego lo seguían Bazán y Abougamem.
Tras salir de la casa, el auto enfiló hacia la carretera. Pasamos por unos cangrejales, y finalmente llegamos a un descampado rodeado de matas, donde se estacionó. Bajamos el General y yo. Fuimos caminando por la banquina, mientras Gilaberte se mantenía atento para ver si nos habían seguido. Comenzamos una conversación que marcaría los pasos a seguir a partir de ese momento.
"Quiero que sepa, Landajo, que surgirán muchos problemas y dificultades. Me necuentro como una especie de prisionero, donde todo está controlado por los yanquis qué, en definitiva, son los mandantes de los gorilas. Si bien nos dan cierta seguridad física, nos mantienen porque para ellos soy una especie de seguro ante el avance comunista en el Continente.
No ignoro que corremos riesgos ante la posibilidad que algún desatado pueda intentar asesinarnos, no precisamente, porque sean enviados por el gobierno gorila. Los más peligrosos son los que vienen de organizaciones, grupos o personas que dentro del mundo, respondiendo a intereses muy superiores, pudieron infiltrar en nuestro país, a muchos de los que diciéndose insobornables y leales amigos, están quedando al descubierto. Yo los puedo ir señalando, y, a medida que pasa el tiempo, irán apareciendo otros que con igual finalidad, tratarán de embaucarnos para ser quiénes, desaparecido yo, se queden dueños del poder de la Argentina.
Antes de llegar Usted, me he asegurado de quién es, de cual ha sido su conducta, de cuales son sus cualidades y defectos. No crea que he descuidado detalles, ya que hoy resulta difícil poder confiar en persona alguna. Se, que será de mi confianza, y estoy seguro que no habrá de defraudarme, ni traicionarme. Lo mismo que el "pelado" Gilaberte, a quién conozco de muchos años, y su probada lealtad no ha podido, ni puede estar en duda. A usted lo recuerdo de pantalón corto, cuando alguna vez concurrí al consultorio de su padre, donde estaban mis primos, y a su casa, cuando organizaban las hermanas de ellas, con la suya, los famosos asaltos bailables.
De las acusaciones en su contra que algunos me han hecho llegar, sabiendo que lo esperaba, ya que buscaban alejarlo y facilitar la entrada dentro de nuestro círculo de quiénes fueran serviles de los gorilas, cartas que podrá leer y que no las he quemado para que pueda usted contestarlas. Se que con ustedes dos podré, dormir tranquilo sin tener que abrir los ojos y esperar alguna travesura de quienes no quieren que despierte por la mañana. No dudo que lo de mayor reserva, quedará sellado en los que confío, de ahí, entonces, que todo cuanto debamos tratar, lo haremos al realizar estos paseos o algunas caminatas. No se preocupe si alguna vez tengo una mala respuesta o un mal gesto hacia Usted cuando enfrente a terceras personas, ya que es parte de la estrategia que debemos mantener, a fin de que quiénes pretendan sorprendernos con mentiras e intrigas, o busquen que los aparte, puedan suponer que se están fortaleciendo y se acercan a sus fines.
Dentro de la casa, como Usted ha visto, convivimos Isabel, Gilaberte y yo. Ahora se suma Usted. De Gilaberte he dado referencias, es ultra sincero y, no siendo muy político dice las cosas de frente y sin medias vueltas. Así espero que sea Usted. Ahora, le contaré sobre Isabel. Su llegada me fue anticipada por nuestra gente infiltrada en los servicios argentinos en Buenos Aires. Como podrá comprobar, mi confianza hacia ella, no es total. Me contóuna historia que simulé creer, pero no dudo que tiene contactos con gente de Argentina a la cual responde, no por convicción ideológica, ya que su infantil ambición de Mata Hari busca rédito económico, más una posible futura notoriedad. Esto lo he aceptado, momentáneamente, ya que como dice el refrán, debemos dar soga, para que en ella se ahorque quién nos quiera perjudicar. Junto a Gilaberte, quién se enoja cuando lo llamo por su nombre Isaac, que piensa que lo hago por Rojas, y es para engranarlo y sacarlo de muchos de sus angustiosos pensamientos por la lejanía a la patria, Almirante, deberán ejercer una estricta y disimulada vigilancia sobre todos los movimientos que haga Isabel, salvo cuando....
En cuanto a su presencia en Panamá, escritas por la prensa amarilla del gorilismo, desdicen la realidad. Integraba un ballet, si así podemos llamarlo, a cuyo frente venía uno de esos cafiolos baratos que reclutan muchachas sin experiencia, que contando con el apoyo y ayuda de los servicios gorilas, la enviaron para estos lados, pasando previamente por Venezuela, a fin de contar con cierta actuación que los justificara. Creo que lo hicieron en el cabaret Pasapoga. Tanto ella como otras chicas de ese ballet, fueron reclutadas por agentes del gorilismo, con el propósito de hacerlas llegar hasta Panamá, y tratar de "seducirme", para poder controlarme. Precisamente, luego le he de mostrar uno de esos informes, que me enviara un compañero de Tigre, un bailaor que fue su compañero en unos piringundines mendocinos, luego de actual como comparsas en el conjunto Romería de España.
Este grupo me fue presentado por el "cabo" Parra, a quien le habían manifestado querer ver y saludar a Perón, ya que eran sus fervientes admiradoras. Esto mismo me lo dijo Torrijos, quién las conoció circunstancialmente en la ciudad de Panamá, durante una presentación en el cabaret Happy Land. Para que me pudieran saludar, se les ocurrió, como era la víspera de Navidad, organizar en el balneario María Chiquita un asado, al que concurriría ese grupo, además de varios amigos de esta ciudad.
Yo no ignoraba los aspectos anteriores a su presencia en este país, ya que había sido alertado por nuestros amigos en Colombia de la tarea en la cual se encontraban sospechosos argentinos que operaban desde la embajada en Bogotá. Por naturaleza, siempre he creído y creo que hay que dejar que los acontecimientos se produzcan, para así poder dar una respuesta efectiva.
Como le digo, se hizo el asado, al que concurrieron estas chicas, algunas de ellas acompañadas por sus supuestos novios, encontrándose entre las mismas Isabel. Mantuvimos alguna charlas con ellas, algunas de las cuales, como eran todas argentinas, manifestaban haber pertenecido a la U.E.S., cosa totalmente falsa, pero que aceptaba con cierta "ingenuidad" para ver cual era el final propuesto. Isabel, fue la que más insistió en conversar conmigo, señalando que su familia era fanática peronista, y que sabiendo que ella pasaría por Panamá, una escala dentro de la "gira del conjunto", le pidieron que me diera un beso y si era posible, le enviara una foto junto a ella.
Se dará cuenta, que a mis años, el dulce de leche no lo como con tenedor. Me di cuenta que algo ya estaba en marcha, por lo que creí prudente y conveniente terminar en ese momento la reunión. Junto a Pascali y Gilaberte regresamos, quedando todos ellos en el balneario para continuar con la fiesta.
Pocos días más tarde, Isabel se presentó en nuestro departamento en Panamá, lugar al que habíamos accedido tras que nos echaran los yanquis del Washington, con la finalidad de saludarnos y ofrecerse a colaborar. Así dos o tres veces más, hasta que en la última visita, a la que llegó llorando desesperadamente, lo que evidencia sus dotes artísticas, me contó la historia de que "los empresarios del cabaret pretendía que las chicas del ballet alternaran con los clientes en los intermedios de la presentación".
Me hizo la historia de que ella pertenecía a una excelente familia, y que su madre y hermanas, dado que su padre había fallecido cuando pequeña, pretendían que se casara con el hijo de un general que en esos momentos era embajador de los gorilas en México. Como ella no lo quería, expresó que se escapó de la casa, y decidió recorrer el mundo, ganándose la vida como bailarina folklórica. Como antecedente mostraba una fotografía sacada en Mendoza, al frente de un pirigundin de tercera donde también se presentaba un conjunto de bailes españoles. Me pidió dinero, que yo no disponía, para así poder regresar a la Argentina, donde su "madre espiritual" Isabel Cresto, le daría cabida en su hogar.
Ante esta historia, que por supuesto no he creído, le contesté que lo único que podía ofrecerle, hasta tanto pudieran sus amigos enviarle el dinero, era que viniera al departamento y se encargara de los quehaceres domésticos. Lo aceptó de inmediato, y fue con Gilaberte hasta el hotel Roosevelt, donde se hospedaban, a retirar su equipaje. Esto no quedó en ese incidente. Dos días más tarde, se me presentó el cafichio Herald, culpándome de entrometerme en su negocio, habiéndole quitado una bailarina, por lo que debería suspender presentaciones hasta tanto pudiera "formar otra artista". Fue tal el escándalo de este tipo, que tuve que darle unos pesos para no molestarme más. Es decir, que tuve que "pagar a quiénes buscaban otro propósito con sus contactos". Si bien hoy está con nosotros, sabemos que mantiene algunas entrevistas con argentinos que se acercan a casa, y con quienes charla en algunas de sus caminatas en lo que quiere hacer suponer son encuentros casuales. Igualmente, a través de las hijas de la empleada doméstica que tenemos, Flora, a quien hace sospechosos regalos, recibe correspondencia que nos ha dicho es de familiares.
Estoy viendo cómo podemos solucionar esta situación, ya que además de resultar incómoda, no es nada positiva o favorable para mi."
Tras un respiro, mientras encarábamos el regreso al auto, un oficial de la Guardia Nacional llegaba en su motocicleta, para informarle al General, que había llegado un mensaje del presidente Arias, a fin de que al día siguiente se presentara en su despacho. Esto alteró un poco los nervios, ya que esas llamadas nunca eran para nada grato, y, quizás, era motivada por una de las tantas presentaciones que la Argentina efectuaba como protesta.
Ya en el coche, continuó explicándome sobre todo cuanto había acontecido en esos meses desde su llegada, como también los aspectos de organización de los comandos de exiliados, en ese momento incrementados con la presencia de activistas, civiles y militares, comprometidos con el intento de Valle y Tanco.
"Lo del 9 de junio era previsible. Hasta mí llegaron dos compañeros, Morales y Lagomarsino, los que me informaron sobre las intenciones de los generales Valle y Tanco. Ya, en mi poder contaba con información que por diversos canales me hicieron llegar, algunas de estricto carácter confidencial, y algunas tendenciosas que señalaban que más que para favorecer mi regreso o implantar un gobierno peronista ortodoxo, la intención era hacer una especie de continuismo peronista-lonardista. El fracaso estaba signado de antemano, dado que dentro de las filas de esos valientes compañeros y camaradas, se habían infiltrado individuos que simulando peronismo, eran los gusanos de intriga y desconfianza, aparte de asquerosos delatores, quiénes realizaban tareas de acción psicológica para crear temores y facilitar, tal como sostuve, la criminal represión y asesinato de patriotas. Nada pude hacer, ya que la tozudez de unos, junto a las desmedidas ambiciones de otros, se sumaban al ansia de sangre de quiénes impusieron la hora triste y dolorosa que sufre el Pueblo argentino.
En ese tiempo, también, estuve con la salud muy complicada. Una neumonía me atacó y, debo dejar expreso agradecimiento, al médico panameño que me atendió, como también, en honor debo admitirlo, Gilaberte e Isabel me brindaron cuidados extremos, junto con los amigos Parra, Bazán y Abougamem."
Llegamos a la casa. Bazán y Parra estaban aguardando junto con el capitán Franco, de la Guardia Nacional, la presencia de Perón. Isabel, mientras, les había dado café, y conversaba con ellos sobre temas generales, muy alejados de todo cuanto fuera política. Estos le informaron sobre la comunicación del presidente Ricardo Arias, por lo que acordaron que lo irían a buscar para llevarlo a la entrevista que tendría lugar en el Palacio de las Garzas, sede del gobierno.
Cuando la visita se fue, el General, a quien nada se le escapaba, señaló que era previsible una "linda tirada de orejas", entendiendo que podía estar vinculada, como así fue, a una presentación de la cancillería, por intermedio del embajador Halperín, en la que se lo vinculaba con el intento del 9 de junio.
Temprano, a la mañana siguiente, Parra y Bazán vinieron a buscar a Perón. Mientras estaban en la capital, Gilaberte y yo fuimos a buscar la correspondencia al correo, y también a realizar las acostumbradas compras en el supermercado.
ANTICIPAN NUESTRA SALIDA
Cuando el General regresó a Colón, tras su entrevista con el presidente Ricardo Arias y el Canciller, nos hizo comentarios de lo tratado en ella. Lo emplazaron a cesar toda actividad política, dado que si continuaba enfrentando a Aramburu y Rojas, alentando a la resistencia peronista, debería ser internado o bien expulsado de Panamá. Las presiones, según le manifestaron, eran cada vez mayores, a lo que contribuía el gobierno de Estados Unidos, a través de su Departamento de Estado, el cual era receptor de permanentes reclamos del gobierno títere de Buenos Aires. En esos momentos, los diarios del "paraíso de la democracia y la libertad", reproducían comentarios y críticas de los poderosos políticos sinárquicos John Foster Dulles y Adlai Stevenson.
También, en la entrevista fue informado sobre la próxima llegada de mercenarios argentinos, que intentarían asesinarlo, para lo cual habrían de valerse de la presencia en el país de agentes de inteligencia que prepararían la próxima visita de Aramburu con motivo de la Reunión de Presidentes que debía realizarse en pocos días más.
Bazán, que era quién mayor prestigio político tenía en Colón, donde era Alcalde, trató de influenciar para que durante un tiempo el General desistiera de toda actividad, intento que no tuvo respuesta favorable, ya que la lucha no podía sufrir demoras ante los continuos reclamos del pueblo oprimido. Parra, por su parte, incondicional amigo de Perón, se ofrecía para gestionar nueva residencia dentro del territorio panameño, a fin de que estando alejado de la ciudad, pudiera mantener más reservadas las actividades conspirativas. También, el mayor Alemán y el ex embajador González Ruiz, buscaban apoyos políticos que impidieran que Arias cediera a las presiones del gobierno instalado en Argentina.
"Debemos estar atentos, nos señaló, ya qué la dictadura aramburista está desesperada. Es creciente el descontento en la Argentina, y, como última medida, no dudo que podrán intentar eliminarnos. Si el asesinato falla, buscarán los medios para sacarme de Panamá, lo que me obligaría a buscar otro país qué, difícilmente pueda ser del Continente.
Si bien existen ofrecimientos de México y Nicaragua, nuestra presencia los comprometería, y sufrirían consecuencias que no deseo deban enfrentar. También está la posibilidad de Colombia o Venezuela, lo que nos acercaría, pero careciendo de medios para mantener una estructura, estaríamos controlados en todos los movimientos. No puedo ignorar que Nicaragua es un polvorín a punto de estallar, como tampoco puedo tener la seguridad de la permanencia de amigos en el gobierno colombiano, ya que estos paises se encuentran en la mira de enemigos comunes.
Ante esta realidad, debemos tener suma cautela. La prudencia debe ser cada vez mayor, y trataremos de ir superando el momento hasta que pueda ver como esquivar el golpe.
Por esos días llegaron a visitar al General, el brigadier Pons Bedoya, quien pese a verme visto en alguna ocasión cuando me convocaba a su despacho el Presidente y el era edecán, no me reconoció cuando lo recibí en la puerta del chalet en Colón, y el capitán Russo. Este, llegaba desde Ecuador, siendo portador de correspondencia de quienes, exiliados en ese país, enviaban su total solidaridad y deseos de servir a la lucha por la liberación. El capitán Russo durmió aquella noche en la casa, y convino muchos proyectos con el General, entre los que contemplaban un posible traslado a Guayaquil, en caso de ser expulsado de Panamá.
También en aquellos momentos, pasaron otros argentinos que tuvieron actuación dentro del gobierno peronista, pero ninguno llegó a ofrecer ayuda económica para enfrentar el costo de una lucha que iba a ser más larga de lo esperado. Algunos pretendían "administrar" parte de la "fortuna" que decían tenía Perón, evidenciando la hipocresía de esa camándula de aprovechados trepadores que únicamente se sirvieron del peronismo para satisfacer mezquinas ambiciones.
Los días siguientes estuvieron dedicados a preparar todo para un movimiento destinado a confundir a los espías enviados por la dictadura, realizando una serie de traslado de paquetes y valijas que llevamos al balneario de María Chiquita. Ante las dudas, y de acuerdo a las instrucciones que nos diera el General, Gilaberte y yo "confidenciábamos" sobre un inminente viaje a la Argentina, donde ingresaríamos a través de una de sus fronteras del norte, coincidente con un golpe que realizarían grupos de oficiales y suboficiales.
Esto dio resultado. Rápidamente llegaron noticias desde Buenos Aires, enviadas por algunos de nuestros infiltrados en la Casa de Gobierno, los que se interesaban en saber el lugar para estar allí reunidos con activistas de la resistencia. Al mismo tiempo, y sabedores de que algunos compañeros que se encontraban asilados en Chile necesitaban fondos para sobrevivir, se enviaron cartas con "instrucciones del General", las que eran compradas por los representantes del gobierno gorila en Santiago por intermedio de Tito Zavala Ortíz, con pleno conocimiento de lo que escondía esa correspondencia. Todas coincidían en cuanto al "regreso de Perón en el avión negro", cundiendo desesperado temor en los simulados peronistas, como también en los inquilinos de la Casa Rosada.
La vigilancia se incrementó sobre nosotros, sus colaboradores. De dos agentes de la Guardia Nacional que se ocupaban de la seguridad en la puerta de la casa, el equipo fue ampliado a seis, cubriendo así las veinticuatro horas del día con equipos de dos hombres uniformados. También se notó la presencia casi a diario de argentinos que pugnaban por llegar a saludar al General, quienes, en su gran mayoría, eran enviados por la embajada con la finalidad de interiorizarse de nuestras actividades. A principios de julio, fuimos alertados sobre la presencia de un grupo de argentinos, que recibidos por funcionarios de la embajada se hospedaron en el Hilton de la ciudad de Panamá. Este grupo estaba encabezado por un ciudadano francés, naturalizado argentino, de apellido Robertié, que separadamente de sus acompañantes se hospedaba en el Hotel Astor, y que luego ocupara un cargo diplomático en Egipto, era el responsable del operativo criminal. La información que nos fue dada cuando ya nos encontrábamos durmiendo, y fuera transmitida por uno de los custodias, nos puso en movimiento, estableciendo una cortina de seguridad en torno al General. Gilaberte y yo recorríamos los alrededores de la casa, junto con dos agentes más del servicio de inteligencia panameño, mientras que Isabel se quedó junto a Perón en uno de los accesos al chalet. Este grupo había podido salir de la ciudad de Panamá eludiendo todo control de las autoridades. Incluso, pasada dos horas, policías de la zona del Canal, dependientes de los Estados Unidos, se unieron al control del área, ya que de lograr la eliminación del General, fracasaría la reunión programada de mandatarios, en la cual los yanquis debían dar nuevas instrucciones a sus obedientes gerentes locales.
Pocas horas antes del amanecer, los intrusos fueron detectados por la Guardia Nacional y llevados a su cuartel. Luego de la intervención de la embajada, fueron llevados hasta Tocumen, y embarcados en vuelo regular hacia los Estados Unidos. Otro intento de asesinar a Perón coronado por el fracaso.
Pasado el momento de tensión, a la mañana siguiente, luego de desayuno y mientras Gilaberte hacía compras en el supermercado, el General y yo nos dedicamos a terminar la compaginación de las directivas que debíamos imprimir para ser enviadas, a través de los comandos de exiliados a la resistencia en la Argentina. Al regresar, Isaac trajo también correspondencia que se había recibido en el correo de Colón, entre las cuales se encontraba una nota en la que yo era atacado. Como siempre, todas las cartas eran abiertas y leídas por Perón. Al hacerlo, y ver el remitente era un supuesto compañero que estaba en Venezuela, me miró, y, guiñándome el ojo, me pidió que la leyera en voz alta.
Este individuo decía de todo sobre mi persona, sobre mi actuación dentro del periodismo, sobre el concepto que tenían sobre mí, y una cantidad de cosas, que me llevaron al colmo de una indignación que no podía disimular. Mientras leía, una sonrisa apareció en labios del General, quién me dijo:"Yo se lo anticipé, Landajo. Al principio, cuando leía comentarios que hacían sobre mí esta clase de sujetos, sentía que las tripas se me retorcían. Si bien, en la actualidad estas cosas me siguen molestando, sé que hay que tomarlas con filosofía y entender que muchos miserables, mediante intrigas y difamaciones tratan de hacernos flaquear. Yo, de la gente, me formo opinión de una manera directa. Lo que puedan decir los demás, me tiene sin cuidado. Verá, cómo con el tiempo este personaje mostrará la hilacha. Mientras tanto, debemos utilizarlo.
Lo que sí le encargo, es que sea Usted quién dé respuesta a este individuo, de quien tengo pésimas referencias, pero ante él debemos mostrarnos con la misma hipocresía que él tiene, para facilitar algunas acciones en beneficio para nuestra lucha. Es uno de ésos del montón, que suponiéndose con inteligencia, pretende hacer uso de ella para lograr sus fines. A la larga, ya verá que dándole soga, él mismo se va a enredar en ella y se ahorcará."
Contesté la carta que luego firmó el General. En ella le agradecía la valiosa información, que ponía en evidencia su patriotismo y lealtad peronista, y asegurándole que tendría cuidado para no ser confundido o engañado.
Los días sucesivos estuvieron dedicados a contestar varios cientos de cartas que aguardaban respuesta y a las cuales el General no había podido responder por falta material de tiempo, ya que toda su atención estaba concentrada en las que llegaban de los compañeros de Argentina pidiendo instrucciones para el accionar frente a la dictadura. Es así, que mis clientes, como decía Perón, eran aquéllos que sin ocupar primeras filas de combate, le hacían llegar junto con comentarios e informaciones, adhesiones y pedidos.
Ya que era rápido como dactilógrafo, y estaba compenetrado del estilo y pensamiento del General, en pocos días pudimos sacar todas las cartas, muchas de las cuales, por su orden, yo firmaba sólamente con el apellido Perón.
A medida que se acercaba la fecha fijada para la reunión de presidentes, eran más los contactos que Bazán y Parra tenían con el General, que intuía alguna maniobra por parte del gobierno panameño. Y lo esperado, sucedió. En vísperas de la reunión, cuando ya estaban arribando algunas delegaciones, Perón decidió que viajáramos hacia la ciudad de David, en Chiriquí, para no crearle dificultades al gobierno que nos daba asilo. Esto le fue comunicado por intermedio de Bazán, quién, por la noche, le transmitió que el presidente Arias había decidido que el general Perón y un acompañante viajaran a Nicaragua, donde había hecho gestiones para que fuera recibido como visitante por Somoza. Para ello, había dispuesto que el avión presidencial panameño transportara al General y al acompañante a Managua.
La indignación del General fue grande. Nada podía calmarlo, y le informó a Arias, que si el quería ir a Nicaragua, no necesitaba la intermediación panameña. Era amigo del presidente Somoza, y, además de tener su invitación para visitar ese país de mucho tiempo antes, hacía innecesaria la intervención de persona alguna para comunicarse con él.
A regañadientes tuvo que aceptar la imposición del gobierno panameño, que había sido presionado para que así actuara, por el Departamento de Estado de los Estados Unidos, ante un pedido exprofeso de Aramburu, quien debía llegar al día siguiente. Mientras se discutían aspectos del traslado, se informó al General que no contando Panamá, ni el presidente Arias, con avión presidencial, su viaje iba a realizarse en un avión de línea en el cual habían reservado dos lugares. El vuelo partiría de Tocumen a las cuatro de la tarde, es decir, que sólo tenía dos horas y media para prepararse.
Se decidió que Perón fuera acompañado por Gilaberte, mientras Isabel y yo nos quedábamos en Colón, para que la casa no pareciera desocupada, quemar correspondencia y preparar equipaje para salir de ese territorio a la brevedad.
Junto a Parra, fuimos al aeropuerto para despedir al General. Era una tarde lluviosa. Un viejo avión Constelation, de Pan American, estaba en pista con los motores en marcha. El pasaje había subido, y solamente aguardaban nuestra llegada para partir. Durante el viaje de Colón al aeropuerto, recibí directivas para dedicar el mayor tiempo a terminar en la imprenta de Aaron Abougamem, los trabajos de armado e impresión de las directivas. Por su extensión y cantidad y para poder ser enviadas sin mayores dificultades a la Argentina, se hicieron en un cuerpo muy pequeño y en papel de seda.
Perón y Gilaberte emprendieron viaje a Managua. Fueron ubicados en los últimos asientos del destartalado avión, que iba con ocupación plena. ¡Qué caradurismo del presidente Arias y del gobierno panameño, cuando le manifestaron que ponían a su disposición el avión presidencial, cuando en verdad, como dijo el General, no tenían siquiera una carretilla!
A su regreso, Perón nos contó que en el avión recibió un trato totalmente descortés, e incluso provocativo por parte de algunos de los pasajeros, que si no llegó a mayores, se debió a que él calmaba constantemente los impulsos de Gilaberte. Apenas salió el avión de territorio panameño, el comandante de la nave le informó que habían establecido comunicación con el avión del general Somoza, que se encontraba en vuelo hacia Tocumen. El presidente nicaragüense lamentaba no haber podido aguardar su llegada, pero la agenda establecida por el protocolo le había fijado la hora de arribo a Panamá. No obstante, ya entrado en su país, le daba la bienvenida y le ratificaba su total amistad y solidaridad, poniendo todo a su disposición.
Cuando el avión tocó pista en Managua, fue colocado en el área especial, tras lo cual, al abrir las puertas, personal de ceremonial presidencial subió a saludar al General e invitarlo a descender. Ante el asombro de tripulación y pasajeros, al pie del avión habían colocado la alfombra roja destinada a los visitantes ilustres y Jefes de Estado, a cuyos lados se encontraba la guardia integrada por miembros de las Fuerzas Armadas, presidida por el coronel Somoza, "Tachito", jefe de las mismas, junto a su hermano Luis. Veintiuna salvas de cañón saludaron la presencia de Perón, quien luego de escucharse los acordes de los himnos de Nicaragua y Argentina, pasó revista a las fuerzas que le rendían sus honores.
Perón a quien acompañaba Gilaberte fue instalado en la Residencia del Jefe de Estado, siendo declarado huésped de honor y ciudadano ilustre. Un gesto que el peronismo pareciera hoy haber olvidado, cuando se escuchan ataques a Somoza, que si bien pudo o no tener errores y aciertos en sus actos de gobierno, eso queda librado al exclusivo juicio de sus conciudadanos. Tuvo en ese momento un gesto de lealtad y solidaridad, frente a la infamia y difamación de los secuaces de la "democracia" gorila, y a la indiferencia de los simuladores peronistas convertidos en partidos "neo" comprometidos en la destrucción de nuestro Movimiento.
La actividad de Perón en Managua fue intensa. Las organizaciones de trabajadores realizaron manifestaciones de apoyo, invitándolo a dar conferencias en la central obrera y sindicatos. Los universitarios lo convocaban para escucharlo y los políticos, de todas las tendencias, se entrevistaban con el fin de que les explicara el contenido de la doctrina peronista.
Era la noticia de tapa de todas las publicaciones, lo que constrastaba con cuanto acontecía en esos momentos en Panamá, donde una mayoría de obsecuentes presidentes aceptaban órdenes de su mandante yanqui.
Aramburu, cuando recorría las calles panameñas en sus trayectos hasta la sede de la reunión, era abucheado por hombres y mujeres, que al grito de "Asesino.... Asesino....", expresaban su total repudio al regimen instalado en el país.
Aquí, una anécdota: Paseando en auto con sus custodios, a fin de no perturbarlo, llevaban los vidrios de las ventanillas cerradas. Según contó el edecán, puesto por Panamá, cuando preguntó que gritaban los que bordeaban las calles y avenidas, para conformarlo le dijeron que al reconocerlo le decían entusiasmados: "Argentino.... Argentino....." como modo de demostrarle su popularidad.
Volviendo al relato de Perón sobre su estadía en Managua, una vez de regreso el general Somoza, una mañana cuando descansaba de su viaje, se anunció en el Palacio de Gobierno la visita del embajador argentino, general Carlos Severo Toranzo Montero, quién era portador de una carta de protesta por el trato dado al ilustre visitante. El cuñado de Somoza, el canciller Sevilla Sacaza fue el encargado de atender a este representante de la dictadura asesina. Informado, tomó la carta y se la llevó al presidente Somoza, quién, enterado de su contenido, le dijo:
Dile a ese individuo, que el presidente está descansando. Pero, que si tu le informaras que es lo que pretende, lo primero que haría sería manadarlo al carajo al igual que la carta. Luego, le puedes señalar con total claridad y en los términos más duros que puedas tener, que me importa una mierda lo que puedan pensar Aramburu, Rojas y toda la banda de mercenarios. Perón, para mí, y para los nicaragüenses, es el verdadero y auténtico presidente de la República Argentina. Es mi amigo, y nosotros lo declaramos huésped de honor. Si no le agrada la respuesta, que se vaya ya mismo de Managua.
Esta contestación no resultó muy grata para Toranzo Montero, que con amenazas, se retiró del Palacio de Gobierno.
Al día siguiente, Somoza condecoró con la más alta distinción al General Perón, a quién públicamente le ofreció instalarse en Managua, ocupando una de las residencias oficiales del Presidente, y ofreciendo para él y sus colaboradores todo cuanto pudieran requerir.
El haber aceptado radicarse en Managua, significaba que Perón se alejaba más del centro de operaciones contactado con la Argentina. Además, no ignoraba - y así se lo manifestó el propio Somoza - que su intransigencia ante presiones norteamericanas, lo haría blanco de un posible atentado, en el que se encontraban trabajando organismos de la recién constituida CIA, en tarea conjunta con la KGB, y los servicios de inteligencia de los militares argentinos.
Terminada su estadía en Managua, el General, me llamó para informarme de su regreso, en el avión de línea de la misma compañía que lo transportara, ya que no quería crear más dificultades a Nicaragua. Me instruyó para que estuviera con Parra en el aeropuerto, para trasladarnos luego a Colón.
La tarde era tormentosa, lo que anticipaba que el vuelo se demoraría. Así nos lo comunicaron en el aeropuerto, donde también nos informaron que además de los factores climáticos, uno de los motores del avión estaba dañado, por lo cual , en San José de Costa Rica, se quedaría por varias horas. Esto nos preocupó ya que no desconocíamos los peligros que corría el General en ese país, donde se habían instalado varios sicarios de la dictadura que respondían a Toranzo Montero.
Además, se sumaba a todo esto el peligro que significaba operar en esas condiciones climáticas en el aeropuerto costarricense, rodeado por montañas, con riesgo de un trágico accidente.
Entrada la noche, en medio de intensa lluvia, se anunció la llegada de la máquina. Con Parra y los custodios de la Guardia Nacional pudimos entrar en pista con el automovil, para poder salir lo más rápidamente posible del lugar, eludiendo al periodismo que se había congregado.
Descendió el General con Gilaberte, mostrando en el rostro gran cansancio, y también una no bien disimulada tensión. Los kilómetros que separaban Tocumen de Colón fueron rápidamente cubiertos, mientras era informado el General de todo lo acontecido en esos días.
Cuando quedamos a solas en la casa, mientras tomaba un té, Perón nos adelantó:"Mi presencia en Managua me obliga a un público reconocimiento hacia nuestro amigo, el presidente Somoza y su pueblo. Si bien nos ofrece instalarnos en su país, esto no resultaría conveniente, ya que hoy, más que nunca, me he impuesto el deber de regresar a la Argentina para luchar para hacer realidad lo que hemos prometido.
Pero, este acto vil del gobierno panameño, obliga a entender que no podemos confiar en absoluto de ellos, y que debemos salir de aquí lo antes posible. Tenemos amigos, y es un pueblo macanudo, pero no cabe duda que sus gobernantes son simples empleados de sus mandantes gringos qué, en definitiva, llegado el momento en que yo no sirva como reaseguro para impedir la entrada del comunismo en América, enviarán a uno de sus sicarios para terminar conmigo.
Tendríamos una opción para salir del Continente. Esa es España. Pero yo no puedo confiar en un gallego falso como Franco, que no obstante tener un compromiso con nosotros, que le tendimos la mano cuando todos se le oponían, ni siquiera ha tenido un gesto o una palabra de solidaridad para conmigo. ¿Qué puedo esperar de ellos, si es que vamos a esa nación?...
Mañana, con calma, hemos de ver qué rumbo tomamos. Hoy me encuentro agotado."
PARA INFORMACION GENERAL
Hubo varios intentos de eliminar físicamente al General Perón durante su estadía en la República de Panamá, especialmente durante su estancia en la ciudad de Colón. Gracias a la cooperación del Pueblo colonense, como así de los hombres de la Guardia Nacional, que se preocuparon por dar al distinguido huésped las mayores seguridades, todos esos intentos fracasaron. Podemos recordar el protagonizado, ni bien llegado, por un comando de Raúl Lamuraglia. Posteriormente hubo otros de mercenarios con apellidos falsos, disfrazados de empresarios, periodistas, intelectuales, etc., que llegaban continuamente, enviados desde Argentina, pero coordinando sus pasos Carlos Severo Toranzo Montero, hasta el último intento protagonizado por el individuo afrancesado con olor a café, premiado con la nacionalidad argentina, quien tras su fracasado intento fue designado por la dictadura como cónsul en El Cairo.
RUMBO A VENEZUELA
A la mañana siguiente, bien temprano, como era su costumbre, se levantó el General. Ya estábamos en pie Gilaberte y yo preparando el desayuno, mientras escuchábamos ruido en las dependencias que ocupaba Isabel en el altillo. Con ella se encontraba Vitelio, un chico morochito de cinco años, al que Perón había tomado afecto, permitiéndole vivir en la casa.
Un telegrama enviado por Rodolfo Martínez desde Caracas, informaba al General que llegaría a Colón, portador de una invitación para radicarse en esa ciudad. Si bien no hubo mucha credibilidad hacia ese ofrecimiento, era una alternativa, que de ser cierta, debía aprovecharse.
"No tenemos mucho para elegir. Si vamos a Nicaragua, nos estaremos alejando de la Argentina, ya que los medios de comunicación no son adecuados para nuestra lucha. Si finalmente nos decidimos a ir a México, también estaremos alejados, y, ya conocemos cuales son los problemas que pueden presentarse. Si decidimos ir a Cuba, donde hay un clima de convulsión, nos encontraremos en medio de muchos conflictos que, finalmente, pueden facilitar una acción en mi contra de parte de los activos militantes que responden a Fidel Castro.
Colombia, enfrenta serios conflictos internos, no existiendo seguridad para que podamos estar allí. Ecuador, si bien es un lugar donde encontraríamos algún apoyo, está muy lejana de Argentina. Perú, siempre tiene sus peligros. Bolivia, por ser frontera con nuestro país, es lugar propicio para que actúen comandos que envían los gorilas, y, además, al igual que Paraguay, Brasil o Chile, no podrían resistir mucho tiempo las presiones de la dictadura y del Departamento de Estado. Así, entonces, solamente nos queda ver la posibilidad de ese ofrecimiento del que nos habla Martínez.
Usted, Landajo, con Gilaberte, irán a recibirlo a Tocumen, y ni bien lo instalen en el Hotel Roosevelt, lo traen para que nos detalle ese ofrecimiento. Sé que para Usted no será grato, pero disimule todo y trague el sapo, de igual forma que yo me lo tengo que tragar.
Tras desayunar, nos preparamos para ir a buscar a Martincho. Isabel, que bajaba en ese momento, traía cara de fastidio. Apenas saludó, y tras beber un té que le ofreció Flora, la empleada doméstica, preguntó qué era lo que iba a suceder. El General le respondió que llegaría Martincho, que era portador de una invitación de las autoridades venezolanas para radicarnos en Caracas. Esto no agradó a Isabel, quien, tras referirse de mala manera a Martincho, señaló que Caracas era muy peligrosa y que debían tomarse en cuenta las probabilidades existentes de que allí pudieran atentar contra la vida de Perón.
Yo conozco Venezuela, y sé lo peligroso que resulta vivir allí. La inmoralidad (?) es muy común entre los venezolanos, quiénes son falsos e hipócritas.
Mientras salíamos rumbo a Tocumen, Gilaberte y yo vimos llegar a Bazán, acompañado por Parra y Abougamem. Iban a conversar con el General, para ofrecerle su solidaridad.
Salimos hacia el aeropuerto donde recibimos a Martincho. Durante el viaje conversamos como si nada hubiera sucedido. Le pregunté después si me conocía y me había tratado, ya que sabía que había dado malas referencias mías. Me contestó, que si bien no me conocía personalmente, se vio en la obligación de hacerle saber al General las referencias que sobre mi persona le hiciera el cantor Agustín Irusta en México.
No sé si lo que me dijo es cierto. No me interesa en absoluto. Cumplí al informar a Perón, ya que debemos cuidar su imagen y seguridad. Lo mismo hice con lo referido a Isabel por lo actuado en Caracas, al integrar el ballet de Harold, y sé que ella también se disgustó. Entiendo que no podemos ocultar absolutamente nada. No somos santos, y si nuestra presencia perjudica al General deberá apartarnos de su lado.
El visitante se instaló en el hotel. Con su maletín en el que llevaba un matagatos y papeles, fuimos hasta la casa del General, donde conversó con éste a solas. Finalizada la entrevista, a la hora del almuerzo, Gilaberte llevó a Martincho al hotel, mientras el General me informaba de lo conversado.
"Lo que me ha manifestado, no da seguridades de que exista un ofrecimiento de parte del gobierno venezolano, como tampoco que sus relaciones con el mismo sean firmes. Considero que de haber existido un propósito de invitarme, el mejor canal hubiera sido el Embajador o el Cónsul. No obstante, tenemos que aceptar la propuesta como válida y, si las cosas no son como las señala, tendremos la oportunidad de ganar tiempo para maniobrar según nuestros intereses.
Me ha hecho una serie de imposiciones, de que él tendrá que ser mi vocero e introductor, no permitiendo que nadie intervenga en las gestiones ya que podrían trabar la invitación. Según ha comentado, en estos momentos deberá comunicarse con Caracas, para dar mi respuesta, y así ver agilizados los trámites, ya que un avión oficial vendrá a buscarnos (?). Por la tarde o a más tardar mañana conoceremos la respuesta."
Por la tarde, tras la siesta, Gilaberte fue a buscar a Martincho quien trajo la respuesta afirmando que todo estaba arreglado. El General iba a ser recibido como huésped en Venezuela, y un avión de la línea oficial de ese país llegaría con la finalidad de recogerlo.
Después de esta conversación, se decidió preparar todas las maletas, se quemaron papeles comprometedores, y Gilaberte fue hasta la agencia naviera para sacar un pasaje en el buque Américo Vespucio, donde además de llevar el equipaje de Perón, embarcaría el automovil Opel, que utilizaría en Caracas.
"Me he tragado un sapo, nos dijo luego el General, pero no hay más remedio que seguir suponiendo que todo es verdad. Sé, que si Venezuela me hubiera hecho esta invitación, la que en su momento, cuando estaba en Managua me transmitió como inquietud el embajador venezolano, alguna autoridad de ese país me la habría transmitido. No dudo que exista tal posibilidad, ya que sería muy ruin de parte de Martínez, hacer una jugarreta, cuando hasta el momento, no obstante sus antecedentes, no ha evidenciado una intención de actuar en mi contra. Es posible que esté buscando condiciones más propicias para alguna otra travesura personal. No obstante, debemos tener cuidado y estar atentos. No hay que olvidar lo que siempre repito: Es peligroso pisar la cola al diablo."
Por la mañana Martincho llegó con aire triunfador. Comenzó a dar instrucciones, y nos llevó hasta el Consulado de Venezuela con el propósito de lograr la visa correspondiente. Nuestra presencia motivó sorpresa en el funcionario que no podía creer que el General viajara a su país.
"No tengo referencia alguna de cuanto dice, señor General", fue su respuesta a la consulta que le efectuó sobre la invitación que traía Martinez."No obstante, he de consultar a mi gobierno, y estimo que de lograr aprobación, contará con la visa para Usted y sus colaboradores. También, ante su solicitud, he de informarme sobre la eventual llegada de ese avión que habrá de conducirlos, ya que siendo el representante de la línea aérea, tampoco tengo conocimiento sobre el arribo de máquina especial alguna."
El disgusto se reflejaba en el rostro del General. Isabel, sonreía ante la solución de los acontecimientos, recalcando a cada instante que todo se debía a una maniobra de Martínez. No obstante, por la tarde, el funcionario venezolano se acercó al domicilio del General, y luego de comunicar que podía extenderse la visa de turista, como a cualquier persona que la gestionara, debía informarle que no existía posibilidad alguna de ir en un vuelo especial, y que solamente llegaría un avión fletado para transportar deportistas que iban a competir, y en caso de querer viajar en esa máquina, debería pagar los pasajes correspondientes.
"Así es la historia, hijo. Tendremos que afrontar problemas, pero no nos queda otra salida a esta altura de los acontecimientos. Lo que haremos ahora, es redactar un comunicado que entregaremos a la prensa, donde agradeceremos la hospitalidad del pueblo panameño. En cuanto a Isabel, tendremos que vigilarla, ya que estará buscando los medios para mostrarse y, también, la manera de lograr publicidad que la beneficie en sus intenciones.
Debemos preparar todo, para salir el próximo 6 de agosto.
SALUDO DEL GENERAL AL PUEBLO PANAMEÑO
Al decidir mi salida de este noble y hospitalario país, donde he encontrado la seguridad y tranquilidad tan necesaria para mí tras los acontecimientos sufridos en la Argentina, quiero dejar mi testimonio de gratitud y cariño hacia todos los Panameños, los cuales me han brindado con su afecto, algo de lo cual siempre estaré reconocido y comprometido.
No dudo que llegará el día en que pueda regresar, sin atadura alguna, para retribuir en parte lo mucho que he recibido. No dudo que mi Pueblo y mis Descamisados, siempre habrán de sentir por todos Ustedes, todo cuanto yo guardo en mi corazón.
Dios los bendiga, y sea pródigo en todo cuanto se merecen.
JUAN PERON
NUEVA ETAPA: CARACAS
Nuestra salida de Panamá no fue grata. Salvo contados amigos, aquel 6 de agosto de 1956 emprendimos viaje a Venezuela. No existía invitación oficial, como aseguraba Martincho, por lo que hubo que realizar los trámites ante el consulado de ese país.
Lo del avión oficial resultó pura fantasía, por lo que el vuelo se realizó en un viejo avión de la empresa Aeropostal Venezolana que llegó transportando una delegación de deportistas. El precio de pasaje tuvo que ser cubierto por el General, salvo el de Martínez que tenía el suyo de ida y vuelta. Los únicos pasajeros éramos el General, Isabel, Martincho, una religiosa y yo. Fuimos informados al subir, de que no existía ningún servicio de bebidas o comestibles, por no haberse previsto llevar pasaje de regreso. La primera escala técnica iba a ser en Barranquilla, Colombia, para seguir luego hacia Maracaibo y Maiquetía.
Dentro del avión nos ubicamos Isabel y yo, en uno de los laterales, en otro el General con Martincho y atrás, rezando, la monjita que, en algunos momentos, era acompañada por Isabel. Un clima tenso se notó durante todo el viaje, dado que Perón no dejaba de señalar el apresuramiento de Martinez por insistir que éramos invitados del gobierno venezolano. Trataba de averiguar qué motivos lo impulsaron a tejer esa fantasía.
¿Qué clase de invitación de la cual Usted habla, Martínez, es la que me hacen?...El embajador en Panamá ni siquiera se acercó para hacerla, el cónsul en Colón se sorprendió con nuestro viaje, y solamente extendió una visa de turista por un mes. El avión que nos iban a enviar, es este aparato que llegó charteado por el comité olímpico, y para poder viajar en él, hemos tenido que pagar el pasaje. Ni siquiera hay una persona que nos atienda, y tampoco tienen lo elemental, un termo con café o una botella de agua. Estoy seguro, que Usted estará de acuerdo que este viaje no ha resultado muy claro, y que por el momento todo se debe a su falsa idea de que seré bien recibido, aún de sorpresa, en Caracas. Así aclaraba el General a Martincho lo que consideraba un viaje mal programado.
La relación de Isabel y Martincho era muy tirante. Como bien lo sabía Perón, ese famoso ballet de Joe Harold, había pasado por Caracas unas semanas antes de fin de año, y las chicas del mismo, hacían copas con los parroquianos. Fué entonces, ya que luego se mudó, un lugar de mediana categoría, en una antigua casona, de donde surgió un conocimiento entre Martincho e Isabel, que siempre mantuvo con miedos a Isabel que pudiera ser descubierta ante el General. Este fue uno de los motivos de esos enfrentamientos, además porque el "anfitrión", en su afán de sensacionalismo periodístico, en Panamá, había sacado una fotografía de la que después sería la presidente de la Nación, revolviendo una cacerola con tallarines. Lo malo, para Isabel, que en el epígrafe de esta nota gráfica publicada en la revista Bohemia de Cuba, la mostraba como la cocinera contratada por Perón, que tenía a su cargo la limpieza de la casa.
Próximos a descender en Maracaibo, el General me dio instrucciones acerca de cómo debía actuar.. El comandante me ha informado, Landajo, que en la estación aguardan una cantidad de periodistas, y que también hay algunos extraños de supuesta nacionalidad argentina. Como no habrá pasajeros que asciendan en esta escala, el avión quedará en la pista mientras que efectúan el reaprovisionamiento de combustible. Usted, se quedará con Isabel, y por todos los medios no le permita movimiento alguno para entrevistarse con nadie. Bajarán del avión y quedarán al lado de la escalerilla.
Con Martinez iré a la estación terminal, donde me espera personal del gobierno colombiano y periodistas. Bajo ninguna razón o pretexto deje que Isabel se escape de su control, y en caso que asi lo hiciere, proceda como considere más conveniente.
Así se convino, y así se hizo. Mientras nos encontrábamos en la oscuridad de la pista, solamente iluminada por algunas luces que provenían del avión, Isabel me confiaba sus angustias. Martincho es mala persona. El está en contra suyo, como también lo está en mi contra. Se dice peronista, pero usted no ignora que el General cuenta con informes recibidos de muchos lados que lo señalan tal cual es. Jugador, explotador de mujeres, aventurero, y carente de todo principio, que acepta cualquier propuesta que pueda satisfacer sus ambiciones. No dudo que está en plan para matarnos, y este viaje está relacionado a esa propósito. Yo tengo amigos que me han contado de sus andanzas en Caracas, lo que he informado al General, y ahora pongo en su conocimiento. Me ha querido hasta ensuciar diciendo que he sido copera. Es un sujeto de mucho cuidado y peligro.
El avión que llegó vacío a Maracaibo, salió de esa estación completo, lo que hizo que se demorara por unos minutos el viaje. Se había salteado la escala en Colombia, ante la falta de pasajeros en dicho lugar.
Antes de subir, en la pista, el General se acercó a mí, me llevó a unos de los costados del viejo avión, y me señaló:
No va a ser fàcil la cosa, Landajo. Si bien se podía prever algo, como lo hemos hecho, otras han ido apareciendo, de las que no ha sido ajeno este individuo que nos acompaña. Debemos estar atentos para protegernos, y evitar los disgustos que se habrán de presentar. Para superarlos se debe preparar emocional y físicamente, y así superaremos todo.
Martincho me ha informado que no siendo invitados por el gobierno venezolano, me confesó que no hubo gestiones oficiales, salvo algunas conversaciones con funcionarios sin nivel, todo está sujeto a lo que nosotros podamos generar. Dinero no tenemos para instalarnos en un hotel que ofrezca garantías de seguridad, por lo que nos encontramos y condicionados por este individuo.
En su tramposa maniobra, " como un buen gesto gesto", este individuo ha decidido que Isabel, el y yo, nos instalemos en su departamento de soltero en el centro de Caracas. A usted, le ha reservado, al igual que a Gilaberte, una cama en la pensión de un amigo, por lo qué bien puede observar, su propósito es separar nuestro grupo, quizás para presentarnos débiles, restarme seguridad y estar condicionado a grupos con los que está relacionado.
Aguantaremos estas primeras horas, y luego hemos de decidir qué hacer. Lo que sí le pido, es que tome contacto con los exiliados argentinos en Caracas, principalmente los militares del 9 de junio, y trate de obtener de ellos información sobre las actividades desarrolladas por este "supuesto jefe del comando de exiliados". Ejerza una vigilancia extrema sobre Isabel, ya que por una infidencia de Martincho,asegura que en Caracas encontraremos algunos de sus amigos y compañeros del famoso "ballet", y algún conocido de no muy buena reputación, además de algunos agentes enviados por los servicios argentinos con tomarán contacto con ella.
Lamentablemente, hemos tenido que aceptar esta alternativa. Ya le he de comentar otros detalles posteriormente, pero ahora, hagamos como si nada pasara, y volvamos al clima de "normalidad". Lo que sí, en la escala Maracaibo-Maiquetía, usted se sentará lo más apartado de nosotros, junto a Isabel, y evite que tenga contacto con la prensa. Sabemos bien que buscará por todos los medios mostrarse, tal como lo hizo en la partida desde Tocumen, siendo otra de sus maniobras para provocar un escándalo, que ha sido y es la misión que le han encomendado hasta ahora.
Un agente de seguridad nacional, llegó a nuestro lado para prestar apoyo en caso necesario. No se puede ignorar el interés de Isabel de tratar de llamar la atención. Buscaba algo que le sirviera como basamento para un escándalo que comprometiera al General.
Mientras estuvimos en la pista, pudimos escuchar el murmullo proveniente de la estación terminal. Isabel, trataba de convencerme para permitirla ir al baño, no por necesidad, sino porque veía fracasar sus intenciones para comprometer a Perón. En aquel descuido, en Tocumen, pudo un reportero gráfico de la Estrella de Panamá tomarle una foto mientras nos encontrábamos en la barra del bar del aeropuerto, lo que no iba suceder nuevamente, ya que las directivas que me diera el General eran estrictas, y ella no ignoraba que habría de cumplirlas.
El corto tramo que va desde Maracaibo hasta La Guayra, donde se encuentra Maiquetía, fue un constante acoso de los que trataban de sacarle declaraciones al General, como también de lograr respuestas a Isabel.
Yo la tenía ubicada en el asiento del lado de la ventana, y no le permití movimiento alguno. Tampoco aceptaba los constantes intentos de los periodistas, que luego fueron compañeros o amigos míos durante mi gestión en la editorial de Miguel Angel Capriles. Todo resultaba desagradable y provocaba el enojo de quien quería mostrarse como mujer del General, y cumplir con uno de los objetivos del gobierno de Buenos Aires: colocarlo a Perón en situación que pudiera lastimar los sentimientos de quienes idolatraban e idolatran a Evita, el símbolo de nuestra Revolución junto al General.
Al llegar a Maiquetía, desde las ventanillas del avión pudimos observar que una importante cantidad de residentes argentinos se encontraban en la terraza del aeropuerto, con un cartel en el que daban la bienvenida al General a Caracas. Esto lo había organizado Martincho, con la colaboración de Abel Reynoso, Garaventa, y un grupo que les respondía y qué no siendo, los mostraban como exiliados.
Un agente de inmigraciones de Venezuela subió al avión, saludó al General, y lo invitó a descender. Junto a él,lo hicimos nosotros. Perón fue vivado y ovacionado por esa multitud de más de mil personas, ya que muchas otras se sumaron a los argentinos convocados por Martínez y Reynoso.
Contando con la custodia de efectivos de seguridad, nos introdujeron en una sala cercana a la pista. En ella se encontraba el general Raúl Tanco, acompañado por sus camaradas asilados, los coroneles Fernando González y Agustín Digier, el mayor Salinas, los capitanes Bruno y Palacios, el suboficial Andrés López y un civil Efraín Sánchez, todos participantes del frustrado intento del 9 de junio, cuyas vidas fueron salvadas por el embajador de la República de Haiti, en momentos en que iban a ser ejecutados por un pelotón que respondía a Imaz y Quaranta.
Mayor tranquilidad tuvo el General, cuando vio, que entre los militares presentes, se hallaba su viejo suboficial de la Residencia, Andrés López, que de inmediato se sumó a nuestro grupo, para darle esa seguridad que Perón necesitaba.
El general, acompañado por Martínez, fue invitado a pasar a una oficina, en la cual, personal del Ministerio de Relaciones Interiores, le transmitieron un saludo del titular, Dr. Vallenilla Lanz, a las vez que le comunicaron en qué condiciones se aceptaba su presencia en Venezuela.
Mientras esto acontecía, Isabel y yo fuimos conducidos a un automóvil de propiedad de Garaventa, un argentino residente en Caracas, que nos trasladó hasta Caracas. Eramos acompañados por Tanco, González y Digier. En otro vehículo, como custodia, se ubicaron Bruno, Palacios, López y Sanchez, junto con un agente de Seguridad Nacional.
Cuando el General Perón pudo salir, los argentinos que habían acudido movilizados por Reynoso, saludaron ruidosamente, notándose entre ellos algunos que se desempeñaban en la embajada argentina.
En un automóvil oficial, al que ascendió Perón acompañado por el funcionario venezolano, encabezó la marcha seguido por una caravana. El destino era el domicilio particular de Martínez, en el edificio de la esquina Pelota y Av. Urdaneta.
Durante el trayecto, el general Tanco y el coronel González nos dieron una semblanza de cuanto íbamos a ver y oir en Caracas. También ampliaron información sobre la conducta y personalidad de Rodolfo Martínez, "Martincho", del que habían recogido importantes antecedentes, al igual que de otros argentinos.
Garaventa, que en su momento fue compinche de Martincho, no se preocupaba por desmentir cuanto nos decían nuestros anfitriones, ya que "en estos conventillos yo no me meto", solía repetir.
Cuando arribamos al domicilio de Martínez, vimos frente a la puerta del edificio, una larga fila de argentinos que aguardaban la llegada de Perón, para saludarlo, todo preparado con anticipación, por el "comité de recepción", integrado por "el Che Miranda", "Pescadito", "Manguera" y las chicas compañeras de Isabel, en el ballet famoso, "Carmencita", Trencitas" "Isabelina" y otros no menos notables recepcionistas.
Rápidamente subimos al piso donde se encontraba el departamento de Martincho. Tenía dos ambientes, sumamente reducidos. Un dormitorio, un living que hacía de escritorio, un baño pequeño y una kitchinette. Era la residencia que le había preparado a Perón, con el cual iba a convivir durante unos días.
Me llamó aparte, y me manifestó que lamentaba tener que decirme que no había lugar para otra persona, por lo qué había decidido que yo me instalara en una pensión, lugar donde tenía previsto que también fuera ocupado por Gilaberte. "Aquí, el jefe soy yo. Se hace lo que yo digo y sin chistar. Los resortes venezolanos los muevo yo, y si no le gusta, puede ir buscando como irse del país".
Lo comenté de inmediato con el General, quién me recomendó me hiciera el tonto por el momento, hasta ver cuáles serían los caminos que tomaríamos en el transcurso de las próximas horas. Me encomendó buscara mayor información sobre Martincho, y gracias a la presencia de Andrés López, se pudo dar una mejor cobertura de seguridad a Perón.. Posteriormente, planificaríamos todo. Lo pondríamos en ejecución con la llegada de Gilaberte, cuando arribara al puerto de La Guayra.
El pánico en Isabel era notable. Creo que me quiere matar, me dijo. Este individuo es sumamente peligroso. No sólo temo por mí, sino también por la vida del General. Por favor, no se aleje de nosotros.
Perón e Isabel se instalaron en el pequeño dormitorio del "bulo", mientras en el living, tras correr el escritorio, que era también mesa de comedor, se hizo un espacio para que en él, pudiera el General saludar a los que aguardaban en la cola formada frente al edificio.
Dada la mala relación que Martincho tenía con los exiliados del 9 de junio, les dijo que si querían ingresar a su departamento para saludar al Jefe, debían respetar el orden de llegada y ubicarse en fila. Esto, puesto en conocimiento del General, por López, que no se apartaba en ningún momento del General, hizo que primero saludara a sus camaradas, para luego, estrechar las manos de los otros que habían llegado con Reynoso y Martínez.
Capitaneaba el grupo de "ilustres visitantes" un tal Che Miranda, conocido cafiolo, administrador de prostíbulos en Caracas, además de empresario de un cine de mala muerte en el que se pasaban films pornográficos con esporádicas presentaciones de cultoras de baratos strip-tease. Lo seguían otros buenos muchachos de la noche y la farándula, que tras mencionar sus apellidos, Martincho, a título de gracia, los llamaba por sus apodos de guerra: Manguera, Iguana, Pescadito, etc., apareciendo algunos, acompañados por las chicas argentinas que pertenecieron al ballet de Harold.
A estos, siguieron otros de la colonia argentina, entre los que se encontraban Farías, González Torrado, Tomás Vidal, San Martín, Galán, Pfeiffer, Garavito, y muchos más cuyos apellidos no vienen a mi memoria.
Ya sobre la medianoche, cansado,el General aceptó una invitación del "Che Miranda" para que fuéramos a comer unas arepas a un restorán típico venezolano, adonde él nos condujo en su camioneta, siempre acompañados por el suboficial López, que hizo fácil todo cuanto pudimos hacer en ese tiempo Gilaberte y yo.
Finalizada la cena, Perón, Isabel y Martincho quedaron en el departamento, mientras a mí me llevó Miranda a la pensión en la que me habían reservado una cama. En la calle, haciendo guardia como buen soldado y custorio, permaneció hasta la mañana, Andrés López.
A la mañana siguiente, a las seis, me encontraba en el departamento. Perón e Isabel, ya estaban levantados y Martincho, en pijama, preparaba un café, que con cortesía el General e Isabel rechazaron, señalando que iban a salir a caminar para refrescarse y juntos íbamos a desayunar en alguna cafetería cercana. Esto molestó al "anfitrión", que recriminó al General que no reconociera cuanto había hecho en un momento tan difícil vivido en Panamá (?), al no querer desayunar con él.
Un automóvil del Ministerio de Relaciones Interiores nos aguardaba. Era una gentileza del gobierno venezolano, para que con seguridad nos pudiéramos trasladar a los lugares que quisiéramos. El chófer nos llevó hasta una cafetería ubicada en Plaza Venezuela, donde, sin la compañía de Martínez, pudimos desayunar y conversar el General, López, Isabel y yo.
Martínez, dijo Perón, me ha pedido como favor especial que no lo dejemos de lado, ya que todos creen que es él el representante peronista en Venezuela. No ignoro que ha hecho muchas travesuras y que me ha venido utilizando, ya que esta información que me fuera enviada, me fue corroborada por el funcionario de extranjería que me recibió. Como es un elemento sumamente hábil, inteligente, audaz y pillo, es mejor que lo tengamos de nuestro lado, evitando enfrentamientos que luego tengamos que lamentar o enfrentar con mucha energía. Al tigre es peligroso dejarlo herido, hay que matarlo. Usted, Landajo, tome contacto con el general Tanco y coronel González, y converse con ellos. Seguramente tendrán bastante información que quieran transmitir, pero dado que no confían en Martincho, necesitan otro camino para hacerlas conocer.
Con Isabel, hemos de comenzar hoy mismo a buscar un departamento donde instalarnos, pero no debemos olvidar que aquí estamos como "invitados", por lo que nuestra actividad debe ser lo más discreta posible. El gorilaje está muy fuerte, ya que Caracas es una base operativa, y no dudo que en horas más, se irán sumando numerosos agentes para hacernos la vida difícil e, incluso, atentar contra nuestras vidas.
Como yo he traído unos dólares, catorce mil en total, los tengo que depositar en una caja de seguridad en el Banco de Venezuela. Martínez se ha ofrecido, acompañarme a realizar ese trámite, por lo qué, para evitar sorpresas a ,a mi lado ira López y Usted Landajo nos seguirá a distancia. (Así se hizo, y durante todo el trayecto pudimos observar presencia de periodistas y fotógrafos, junto con algunos argentinos que habían sido avisados por Martínez. La noticia posterior en diarios y luego enviadas por agencias, señalaban que Perón había depositado millonaria suma de dinero en el banco caraqueño)
Tras el desayuno, nuevamente regresamos al departamento de Martincho, donde ya se encontraba González Torrado y Tomás Vidal, a cargo de la oficina de SIGLA S.A., empresa de Jorge Antonio, quiénes lo invitaron a trasladarse hasta las dependencias que ocupaban en el edificio Central, en la avenida Urdaneta, frente al domicilio de Martincho.
En ese edificio, que era de un tal Abilahoud, tenía su departamento el grupo de militares exiliados.
Una larga charla mantuvo Perón con González Torrado, Vidal y Ruben Antonio, que junto al Ing. Sanmartín manejaban algunos negocios vinculados a caballos de carrera del entonces preso Jorge Antonio. Mientras, Isabel y yo nos trasladamos al departamento de los militares con quienes conversamos sobre cuanto acontecía dentro de la colonia argentina en Venezuela.
Entrar en detalles sería intrascendente chismerío. Cada uno tenía opinión formada sobre los argentinos que acompañaban a Martínez, que coincidía también con la que luego hiciera llegar a Perón el señor Pedro Estrada, titular de Seguridad Nacional.
Realizados los trámites exigidos por el Gobierno venezolano, quien nos hizo entrega de una credencial reservada a los agentes de servicios especiales de Pérez Jiménez, con lo que pudimos iniciar nuestra actividad. Almorzábamos en el pequeño restorán de un matrimonio italiano ubicado en la avenida Andrés Bello, cercano al departamento que el General alquiló para salir del área de control de Martínez, y disponer de mayor comodidad y seguridad. También llegó Gilaberte, que trajo el automóvil Opel desde Panamá, y semanas después junto con el, López y el mayor Pablo Vicente, conformamos el grupo de trabajo y seguridad.
La llegada de Vicente al grupo se debió a una gestión de Andrés López, ya que lo encontró una día caminando por los alrededores, y al preguntarle que hacía, le respondió que era su intención saludar a Perón y ofrecerle colaborar con él. Ninguno de nosotros tres, López, Gilaberte o yo, fuimos obstáculo para que persona alguna pudiera ver al General. Previamente le consultábamos, pero no dabamos opinión sobre nadie. El decidía por sí a quien recibía o no. Alguno dijo que fuimos nosotros los que nos opusimos a una entrevista del que fuera diputado nacional Bustos Fierro. Perón no lo quiso recibir, ni en Panamá, ni en Venezuela. Sus razones habrá tenido.
La presencia durante los primeros tiempos de Martínez junto al General, viviendo en el nuevo departamento, estuvo cuestionada por todos cuantos le conocían, incluso por autoridades venezolanas, pero Perón supo responder, que era necesaria su presencia en el grupo, no por confiar en él, sino para que continuara brindando mala información a quienes se la solicitaban desde Argentina Sabía bien Perón, que dejarlo marchar, en momentos en que Isabel amenazaba con escándalos, era favorecer el accionar del enemigo. No cabía duda, que Martincho, de regresar a Buenos Aires, hubiera tenido igual conducta que Radeglia, que difamó a Perón.
Cuando se vio obligado a salir de Venezuela por un entredicho entre cafiolos, al cual hirió a uno de sus contrincantes con una navaja, ya era conocida la idea de que editaría un folleto difamatorio, de muy baja calaña, que fue editado, pero que no tuvo trascendencia, salvo en los contados despachos de la embajada en México y en los del gobierno argentino cuando retorno al pais.Frente al edificio Jos Mary, que habitaba el General, Isabel y Vicente, nos istalamos Gilaberte y yo. Poco tiempo más tarde, cuando llegó su familia, en unos pisos más arriba, alquiló para vivir con los suyos, el suboficial Andrés López.
Desde nuestras ubicaciones, pudimos mantener una constante vigilancia, y controlar desde la ventana y el balcón, los movimientos que se generaban en la puerta del edificio.
Mucho es cuanto podría escribir sobre la vida del General Perón en Caracas. Sus problemas, disgustos, apremios, angustias, amistades, conocidos, y todo lo que hace a la persona. En su real soledad, acosado por todos lados, debía realizar una permanente acción defensiva, ya que los que se acercaban, no tantos, ni tontos, no eran precisamente de los que un día habían jurado lealtad. Buscaban información y, también, beneficios.
Instrucciones que el General Perón redactara y remitiera desde la ciudad de Colón en agosto de 1956, y, también, fueran enviadas desde Caracas, Venezuela.
COMANDO SUPERIOR PERONISTA
DIRECTIVAS GENERALES PARA TODOS LOS PERONISTAS
1.- OBJETIVOS
El Justicialismo es una revolución social. En diez años de realidades, su doctrina y su mística han demostrado los objetivos que se alcanzaron y los caminos que hay que recorrer para lograrlos.
Hemos cometido el error de creer que una revolución social podría realizarse incruentamente. La reacción nos ha demostrado que estábamos equivocados y hemos pagado un alto precio por nuestro humanitarismo.
El motín militar y la dictadura que siguieron a esa etapa justicialista es un nuevo incidente de nuestra lucha; lo permanente es nuestra revolución. Este lapso de la tiranía era lo indicado para salvar a la revolución justicialista, después de ese error inicial que cometimos nosotros; era lo único que podría darle vigor, extenderla y purificarla. Es una "poda" que nos devolverá la dinámica revolucionaria.
Es la única manera de salvar este error cometido en nombre de un sentimiento humano que, los mismos por él favorecidos, han desmentido con la saña más feroz en la desposesión, las persecuciones más inicuas, los asesinatos más crueles, las masacres de trabajadores y el fusilamiento más canallesco que conoce la historia del país.
Por eso, los trabajadores argentinos y los peronistas que se unen en la doctrina justicialista, ante el fracaso de las formas incruentas ensayadas, debemos prepararnos para las consecuencias de luchar por una revolución social de proporciones definitivas, destinada a realizar sus objetivos mediante la lucha activa hasta el total desarme de la reacción y su extinción absoluta.
El pueblo argentino ha presenciado los métodos de la reacción: la ruina progresiva del proletariado argentino, el robo de sus bienes en los sindicatos y en la Confederación del Trabajo, la muerte de millares de trabajadores masacrados por los "gorilas", el fusilamiento de inocentes y de prisioneros indefensos y los sádicos asesinatos en las prisiones y los campos de concentración. Todo esto nos está mostrando el camino de esta lucha que nuestros enemigos han desencadenado. La decadencia galopante de nuestra producción, industria y comercio, como la inflación provocada y la vertiginosa caída del nivel de vida del pueblo, son muestras elocuentes del camino que seguimos tras esta horda de asaltantes, ladrones, asesinos y traidores que usurpan el poder.
A nosotros ya no nos interesan las elecciones sino como un medio más para el logro de nuestros objetivos. Debemos estar espiritualmente decididos y prepararnos minuciosamente para la acción: la revolución social. Debemos organizarnos en la clandestinidad por el sistema celular y desde allí desencadenar cuando sea oportuno, todo el peso de nuestro extraordinario poder. Será a corto plazo si todos se unen detrás de la bandera justicialista y cumplen con el deber de la hora cuando se lance la acción. Si no, será a largo plazo pero, de todas maneras, será.
Debemos vengar a nuestros hermanos asesinados en todo el territorio de la república. Debemos vindicar los miles de compañeros aprisionados y escarnecidos por la reacción. Debemos volver a los trabajadores dignificados y reivindicados. Debemos implantar los Derechos del Trabajador y la Constitución Justicialista que estos traidores han pretendido derogar en estos días negros que vive la República.
Que el recuerdo de nuestros muertos nos impulse al cumplimiento de nuestro deber solidario. Que la memoria de Eva Perón, profanada por los sicarios de la tiranía, dé a nuestras mujeres el valor necesario para luchar. Que nadie falte en la hora decisiva y que cada uno sepa lo que debe hacer.
ESA ES LA TAREA A PREPARAR AHORA Y HASTA EL TRIUNFO.
2.-MISION
Es conveniente aprovechar esta situación de fuerza para salir de ella mediante la fuerza misma o, en su defecto, por la acción política, para instaurar el estado justicialista integral. Ello impone:
a) Luchar con la tiranía mediante la resistencia civil para desgastarla, entre tanto se organizan nuestras fuerzas en la clandestinidad, para luego proceder a la paralización del país y a la toma del poder en cualquier forma, incluso provocando el caos.
b) Previniendo todos los casos, por si lo anterior no pudiese realizarse, mantener las organizaciones de nuestra masa cada día con más cohesión y perfección orgánica para que, mediante su persistente acción política, se pueda llegar al Gobierno y desde allí accionar hacia nuestros verdaderos objetivos.
3.- DIRECTIVAS GENERALES
No me había equivocado al confiar en el instinto y el sentido político de las masas; ellas han superado a sus dirigentes, han señalado el camino y, sin su voluntad, ninguna acción es posible. Las masas en ningún momento fueron vencidas ni atemorizadas, los incapaces y los traidores hicieron posible la caída. Los dirigentes no estuvimos en muchos casos a la altura de nuestra misión; por eso siendo esta hora de decisiones, los dirigentes deben surgir espontáneamente de la masa y su autoridad se afirmará en los hechos mismos. La prisión de antiguos dirigentes no debe representar una dificultad, pues miles de hombres han de surgir para reemplazarlos.
Es menester que los dirigentes interpreten a la masa y se dediquen a servirla y no a servirse de ella con fines personales. Tales dirigentes deben ser observados y apartados. Los cambios de nombre, los nuevos partidos, el acercamiento a pretendidos caudillos alejados o a los militares de moda, son inadmisibles y los que intervengan en ello deben ser expulsados del movimiento por traidores.
La posición del Movimiento es clara: estamos en apresto para resolver a su hora. Nosotros debemos mantener la unidad partidaria en la organización clandestina y la unidad doctrinaria en la acción. Ningún Peronista, por ninguna causa, puede servir a los intereses políticos de ningún caudillo. En el caso de elecciones, si el Partido Peronista es declarado fuera de la ley será un orgullo para todos los Peronistas votar en blanco en una boleta que diga ASESINOS.
La canalla dictatorial no tiene salida en esta dirección si el Peronismo se mantiene firme, porque no puede ser solución política la convocatoria del treinta por ciento del electorado, mientras el setenta por ciento del pueblo es declarado fuera de la ley. Cualquier elección en este sentido no hará sino comprobar su orfandad.
Debe mantenerse una línea de absoluta intransigencia. No debemos servir intereses políticos de nadie y menos favorecer las ambiciones personales de caudillos, se llamen como se llamen y ofrezcan lo que ofrezcan, que sabemos que es mentira. Nuestro fin no es político sino social, la política es un medio. "Que todos sean artífices de un destino común, pero ninguno instrumento de la ambición de nadie".
Las autoridades partidarias surgidas en la organización clandestina,deben dirigir la acción orgánica y conducir la masa,pero no deben y no pueden jugar una decisión partidaria fuera de la línea trazada, sin acuerdo con el resto del Movimiento que tiene su jefe. La tiranía reaccionaria busca destruir nuestras fuerzas por la disociación y el divisionismo. Los dirigentes que pretenden formar nuevo partido están entendidos con la canalla dictatorial lo mismo que las sirenas que pretenden cantarles a los Peronistas cantos de adulación, cuando ellas han estado apoyando a la tiranía que nos asesinó a mansalva en las calles, masacró a los obreros y fusiló a millares de inocentes por el delito de no pensar como ellos. ¿Cómo un peronista podría votar por un caudillo político de la JUNTA CONSULTIVA que resolvió encubiertamente todos los crimenes de la tiranía?...
Es necesario mantener organizado el Movimiento mediante la unidad indestructible de las fuerzas peronistas que lo forman. Cada peronista debe mantener contacto con las organizaciones existentes u organizar su célula para conectarse con las otras o a los organismos partidarios de la organización clandestina. Cada hombre o mujer Peronista debe sentirse un dirigente y luchar como tal manteniendo la disciplina partidaria y orientándose en la palabra y la acción de los dirigentes superiores que mantienen contacto con las demás fuerzas del Movimiento. Nadie que sea Peronista debe permanecer aislado y debe agotar todos los medios para unirse al Movimiento. Si no lo consiguiera, él mismo debe constituirse en dirigente y organizar a su alrededor a los más decididos y emprendedores.
Toda la acción de esta hora debe recaer en la organización del Movimiento en la clandestinidad y en el perfeccionamiento de los organismos ya existentes en todo el país. Es suficiente por ahora realizar la resistencia civil y mantener la cohesión partidaria con profundo sentido peronista. La hora de las decisiones debe encontrar a cada uno en su puesto y nadie que no sea un cobarde puede desertar de esa acción.
UNIDOS VENCEREMOS
En la acción política no debe existir ningún apuro, es menester mantener firme a las organizaciones de cualquier tipo que existan, unidas e informadas; siempre habrá tiempo para tomar decisiones. Luchamos por una causa y no por un candidato. La causa debe apasionarnos, los candidatos deben despreocuparnos. Nuestro candidato no puede ser sino un Peronista, que será el único que puede servir a nuestros objetivos y misión. Trabajar incansablemente por la causa común es la misión de cada Peronista en esta hora de prueba; cada CASA debe ser una UNIDAD BASICA SECRETA y cada Peronista un jefe y un vigía del Movimiento.
La clase trabajadora en los sucesos pasados ha puesto en evidencia que posee una clara conciencia de su gravitación política. Sin mayor experiencia en la acción demostró sorprendente unidad político-sindical, forjada exclusivamente mediante la Doctrina Justicialista, demostrando también que las masas de trabajadores han superado el ámbito de sus problemas intrínsecos para intervenir enérgicamente en la realización de sus propios destinos.
Es imprescindible la reestructuración de los cuadros dirigentes sobre la base de una estrecha unión con el resto del Movimiento poniendo al frente hombres capaces y enérgicos. En este momento se necesitan dirigentes audaces y valientes que enfrenten a la tiranía con las verdades del Peronismo. Es necesario que las organizaciones clandestinas se perfeccionen en alto grado para enfrentar los trabajos a que estamos abocados en la lucha que se avecina, en la que los trabajadores tendrán el peso de la acción más importante.
Es necesario que dirigentes y trabajadores se convenza que estamos empeñados en una lucha decisiva para evitar la vuelta a la explotación y la esclavitud, y que en esas condiciones se impone una conducta valiente, enérgica y decidida. La revolución social impone esfuerzos y sacrificios que sólo se superan con una voluntad enérgica y perseverante. Es menester no dar tregua a la tiranía y dar a la resistencia civil la mayor intensidad y extensión. Sin esta preparación, la revolución social no podrá realizarse a corto plazo. La canalla dictatorial sólo caerá por este medio, luego hay que incrementarlo cada día.
Siendo la finalidad básica la REVOLUCION SOCIAL JUSTICIALISTA, los demás objetivos deben subordinarse a esa finalidad. La conducta de cada Peronista y en especial de cada trabajador, estará fijada en lo que pueda hacer, en cada momento, para derribar a la tiranía e imponer el Justicialismo. Prepararse para explotar el éxito es la tarea de la organización. Es necesario que mediante esa organización, cada hombre tenga su misión personal en la tarea común de aplastar definitivamente a la reacción por todos los medios.
COLON, PANAMA, JULIO DE 1956
PERON AUTORIZADO A REANUDAR ACTIVIDADES
A los pocos días de encontrarnos en Caracas, y lograda la autorización del gobierno venezolano, se produce la mudanza al nuevo domicilio del General.
Ya había llegado Isaac Gilaberte, con los baules que contenían la ropa del General y también con el automóvil Opel, comprado en Panamá. El lugar elegido fue el edificio Jos Mary, en un séptimo piso, que se encontraba en la tercera transversal y la avenida Andrés Bello.
Con Gilaberte logramos alquilar una habitación en un edificio ubicado enfrente, desde cuyas ventanas podíamos vigilar los movimientos de la entrada del edificio cuyo departamento ocupaba Perón.
Isabel había contratado a una cocinera, Olimpia, para los quehaceres de la casa, y en el departamento vivían junto a Perón, ella, el mayor Pablo Vicente, que había llegado unos días antes, y Martínez. También estaban ahí los dos perritos del General, Canela y la Negrita, que fueron llevados a Venezuela por el embajador de Haití, a quien, en custodia, se los había entregado el suboficial Andrés López, que se exilió junto con los militares del 9 de junio.
El departamento constaba de dos dormitorios, baño, cocina, lavadero, y living comedor. Este servía de comedor, sala de trabajo y de reuniones, y teniendo como único mobiliario una mesa de cocina, seis sillas, juego de sillones y un diván que usaba Vicente para dormir.
Poco a poco se fueron sumando algunos argentinos al grupo, pero no tenían entrada permanente a la casa del General, quien se encontraba exclusivamente abocado a trabajar en todo cuanto estuviera relacionado con el Movimiento y el enfrentamiento con el gobierno gorila. Yo, por mi parte, trabajaba medio día en el complejo periodístico de Miguel Angel Capriles,que me permitía tener muy buenos ingresos los que eran dedicados a sumar fondos para nuestra lucha y a cubrir gastos de la casa. Vicente se dedicaba a colaborar en aspectos de coordinación con los ex- camaradas exiliados o presos que estuvieron vinculados al movimiento fallido de junio. Gilaberte, por su parte, era el encargado del aparato logístico - para usar un término militar - o sea, que compraba los alimentos, se encargaba del correo, llevaba y traía a la cocinera, y manejaba el automóvil del General cuando éste lo requería. Además, juntos, salíamos con el General para brindarle custodia y seguridad, asumiendo también tareas de inteligencia.
En los militares que estaban en Caracas, no existía una muy buena comunicación con el General, ya que habían aparecido algunos comentarios no muy favorables a éstos, provocados por Martínez, a quién habían señalado como un oportunista y aventurero, sin una actuación muy clara en Venezuela. Esto, si bien estaba en duda, influyó de alguna manera en el sentimiento del general Tanco, del coronel Digier y del coronel González, quiénes prefirieron mantener una distancia prudencial con la seguridad de que el tiempo obraría en favor de ellos.
En ese grupo el mayor contacto con Perón, lo tenía el capitán Bruno, junto con el suboficial Andrés López, hacia quiénes Perón guardaba un especial afecto. Bruno, el "loquito del paracaídas", como solía llamarlo, era un fanático dispuesto a todo. López,por su parte, había prestado servicios en la Residencia Presidencial, y de ahí que tuviera un mayor conocimiento con el ex Presidente.
Otros peronistas se fueron sumando. Llegó el mayor Delú, compañero de Vicente, y su esposa Inés Valerga. También la ex diputada Espejo, con su marido, entraron en un círculo casi permanente, Ramón González Torrado y su esposa, Tomás Vidal y Mabel, su esposa, hermana de Jorge Antonio, el doctor Benson, un ex ministro croata que se encontraba asilado en Venezuela, y atendía al General en su salud, Jorge Newton y su esposa, como también la señora Muñoz y su compañero Francisco Deleonardis, responsable éste de recibir la correspondencia en su casilla de correos.
Por presentación de Martincho, también era un visitante circunstancial, Roberto Galán, quién junto con su esposa Olguita, una cantante folklórica y el ex cantor de Fresedo, Ricardo Ruiz, organizaban periódicamente algunas veladas en su domicilio, a la que nos invitaban para conocer a sus amistades, algunas de ellas relacionadas a las actividades políticas venezolana.
Un pianista argentino, Pfeiffer, tres muchachos Gerardo Juncosa, Héctor Farías Muller y Abel Reynoso, junto con el motociclista Eloy Garabito, eran frecuentes visitantes del General, quienes lo distraían con sus comentarios sobre todo cuanto hacían en Caracas.
El mayor Salinas, era, quizás, uno de los más considerados por el General Perón, dado que nunca buscó hacer valer su actuación en la revolución fracasada y su condición de exiliado,y con la mayor reserva se manejaba en sus actividades dentro de lo que era comercio publicitario al que se había vinculado.
Quienes llegaban con frecuencia a ver al General, como personas de su total confianza y amistad, eran Ester Méndez y el doctor Armando Méndez San Martín, quiénes exiliados en Brasil, eran el nexo de mayor seguridad y discreción con que contaba, no sólo Perón, sino los Comandos de Exiliados. También Angel Borlenghi, exiliado en Cuba, el doctor Ventura Mayoral, su abogado, el señor Ary Cordeiro, un hombre que le brindó mucho apoyo y, que si bien no es muy conocido, fue el verdadero hacedor de los negocios de la Mercedes Benz, que posteriormente se autoatribuyó Jorge Antonio, don Armando Puente, un misionero que actuaba desde Paraguay, el capitán Guillermo Barrena Guzmán, Eduardo Colom, y algunos más que en estos momentos no vienen a mi memoria se cuentan entre las personas que acudían a la casa.
Ni bien llegamos, González Torrado y Tomás Vidal - en casa de éste pasamos el Primer Año Nuevo en Caracas - pusieron a disposición del General una oficina en el espacio que ocupaba en el edificio Central la empresa SIGLA S.A., cuyo titular era Jorge Antonio, en la cual acostumbraba recibir periódicamente a aquéllos que llegaban a "ver el elefante blanco", como señalaba Perón. Una o dos veces, fuimos a visitar el haras, donde los caballos de Antonio tenían mayores comodidades que muchos exiliados o perseguidos peronistas; también concurríamos a veces al Guarenas Country Club, un lugar donde trabajaban Digier, González, Salinas y Bruno.
Entre otros argentinos puedo recordar a un trabajador de YPF-Flota, afiliado al SUPE, de apellido Cordero, el que se conchabó en la oficina de SIGLA, un grupo de especialistas en inmobiliaria, que instalaron una oficina con un fraccionamiento, al grupo que trabajaba con Tito Martínez Delbox en Radio Caracas, al comisario-médico Pedroza, que perteneció a la Policía Federal, a dos periodistas, uno de apellido Vila, que hice contratar por Capriles, lo mismo que a uno de televisión de apellido Arca.
Casi todos eran curiosos que especulaban con la posibilidad del retorno inmediato de Perón a la Argentina, Sin embargo, de una u otra forma, pudieron servir a los propósitos de divulgar todo aquello que fuera necesario para despistar a los servicios de inteligencia que nos rodeaban.
INTENSA ACTIVIDAD EN CARACAS. COLOCAN BOMBA EN EL AUTO DEL GENERAL.
La actividad en Caracas era intensa. El General, guardaba en secreto todos sus proyectos. No se podía garantizar que si pasara a ser de conocimiento de alguno más, no se producirían infidencias. A diario nos daba instrucciones de cómo actuar y qué hacer. Tras el alejamiento de Martínez, apresurado, a raíz de un hecho policial del cual fue protagonista, Vicente se sintió liberado para actuar de acuerdo a sus propias conclusiones, lo cual, en poco tiempo, le originó una serie de disgustos a Perón.
Con Vicente, actuaba el mayor Delú, quién era más respetado por Perón, ya que no se apresuraba, ni tomaba decisiones por sí mismo. El coronel González, que también dedicaba parte de su tiempo a cursos en el Colegio Militar, hacía llegar periódicamente trabajos de inteligencia, basados en información recibida desde Buenos Aires. Bruno, como lo he señalado, era un permanente visitante, y junto con Palacios y López, hurgaba en los rincones caraqueños para obtener información sobre posibles atentados y presuntos sospechosos. Gilaberte se encargaba de todo cuanto fuera seguridad de Perón en la esfera hogareña, lo acompañaba a todos lados, y era su chofer.Con un instinto muy especial siempre comentaba sobre el medio día, a la hora del almuerzo, novedades que recogía en la calle.
Isabel se dedicaba exclusivamente a sus cosas, y se encontraba muy molesta porque Gilaberte no le perdía pisada, por especial encargo del General. Su permanencia allá siempre estuvo pendiente de un hilo, y que superada la situación en Panamá, desde donde hubiera tenido que regresar a Buenos Aires, no ignoraba que el General quería sacársela de su lado por ser un elemento perturbador, de poca confianza, y saber que mantenía contactos con argentinos vinculados a la Embajada. Durante ese tiempo creo una y mil fantasías, con el objeto de "engancharlo", a tal grado que simuló en un momento estar embarazada, lo que le provocó disgusto a Perón, y fue descubierta por el doctor Benzo en sus mentiras.
Después de este anuncio, que hizo un día durante el almuerzo, desapareció por más de quince días, es decir, no salió de la habitación, salvo para ir a encontrarse con sus amigas a las que había hecho depositarias de su situación.
Gilaberte que era el encargado de vigilarla, en cierta oportunidad la perdió de vista, al entrar en un edificio de departamentos, donde decía que cursaba estudios de inglés, pero donde, luego se confirmó, que se domiciliaba un empleado de la representación diplomática de nuestro país. Como consecuencia de ello, el General comenzó a apresurar, no obstante las amenazas de escándalos, la salida de ella. Para eso tomó contacto con el que fuera su ministro de Relaciones Exteriores, el doctor Ildefonso Cavagna Martínez, que se encontraba en Madrid.
Pese a todo, cuando reapareció, hizo presiones para que la mujer de González Torrado, junto con Galán y su esposa Olga, y la monja que en su momento viajó con nosotros desde Panamá, insistieran para que Perón le diera mejor trato, es decir, que se casara con ella. En sus confidencias con el grupo nombrado, señalaba que, perteneciendo a una muy buena familia riojana, su relación con el General le había creado dificultades con la madre y sus hermanos.
Algarbe, una especie de paño de lágrimas de Isabel, insistía en algunas oportunidades ante el General para que le brindáramos un mejor trato, todo lo cual movía a serias sospechas sobre conductas y actitudes.
Al margen de estos disgustos hogareños, Perón era constantemente acosado por visitantes de Argentina, quienes diciendo ser representantes de la Resistencia, llegaban cada uno con su paquete bajo el brazo. Reclamaban apoyo económico, en la suposición de que era un potentado, y también ejercían presiones de orden político.
Teníamos información sobre atentados, que no se concretaron por la eficaz vigilancia existente, y también por haber sido descubiertos por los servicios de seguridad venezolanos o, por informes que al gobierno entregaba el embajador de los Estados Unidos.
Nosotros, además, contábamos con una buena red de informantes, principalmente muchachas que trabajaban en los cabarets, quienes siempre llegaban con noticias de los agentes enviados desde Argentina, que antes de realizar sus misiones, buscaban una revancha placentera con ellas, utilizando fondos que se les entregaban para gastos. Así fue como se descubrió a varios de estos individuos, lo que motivó el alejamiento del cargo del Brigadier Zinny, y una mayor ingerencia en todo cuanto fuera espionaje de un tal Barragán, de un oficial Monnes Ruiz, y de un pariente de éste, también perteneciente a los servicios militares, de apellido Monnes Sanz. También bajo sospecha hubo un suboficial de marina, que trabajaba en la empresa Remington, de apellido Hermida, y también un visitante asiduo a Venezuela, Jorge Mayorga, que vendía caballos de salto o petisos de polo.
Venezuela fue puesto bajo la órbita del general Carlos Severo Toranzo Montero, de un funcionario diplomático de apellido Crespi, y relacionados a estos los periodistas Moleón y Leguizamón Martínez, pertenecientes a las agencias noticiosas norteaméricanas.
Jorge Newton, un periodista e historiador, llegó a Caracas acompañado por su esposa, y por haber trabajado en la editorial "Mundo Peronista", encontraron las puertas abiertas para poder conversar con el General. Al ser informado sobre las dificultades económicas que sufría Perón, se afreció para hacer gestiones ante el empresario Tricerri, uno de los famosos que se quedaron con parte de los fondos del Partido Peronista. Radicado en Suiza, viviendo una vida de gran potentado, con varios castillos de su propiedad donde estaba con su familia, era amigo de Newton. Le respondió por telegrama que lo visitara para conversar. Mediante ese documento, Newton le requirió el dinero del pasaje, para el y su esposa, suma que devolvería al regresar de Ginebra, además de asegurarle que sería portador de una importante cantidad destinada a sufragar gastos de la lucha emprendida.
Newton viajó, y luego de pasar un tiempo en tierra helvética, y disfrutar de una buena vida y atención, solamente trajo de sus gestiones para el General, una carta con saludos, y la promesa de que en la oportunidad más cercana le remitiría parte de los fondos del Partido. El único beneficiado de todo esto resultó el viajero, quién logró del empresario travieso un generoso aporte para sus gastos personales y para que tirara un tiempo en Venezuela.
Eduardo Colom, otro de los visitantes, llegaba periódicamente con sus informes sobre la actividad de los exilados en Montevideo. No siempre sus noticias coincidían con las que se recibían, ya que lo señalaban como un elemento que se comunicaba con gente del radicalismo, con el propósito de lograr el apoyo a Balbín.
Además, se tenía conocimiento de que los elementos de los cuales se rodeaba, hacían colectas en la Argentina, con el fin de hacerle llegar a Perón algunos fondos, que, cabe aclarar, nunca fueron recibidos en Caracas.
También, Colom había sido designado por la familia Duarte para negociar la herencia de Eva Perón, situación conflictiva agravada por la intransigencia de Doña Juana, la cual señalaba como culpable del suicidio de Juan Duarte al General. Perón, en todo momento, ante esos reclamos, mantenía que ese capital había sido legado por Evita a los pobres de Argentina, y que debía ser la Fundación - la albacea - la que debía dar destino a los mismos. Las presiones de Colom se fueron incrementando, ya que no quería perder sus honorarios como abogado, y de peronista tenía poco.
El doctor Bustos Fierro fue otro de los visitantes, al cual no prestó mucha atención el General. Tenía dudas sobre su conducta cuando fue legislador. Su salida y radicación en Venezuela era motivada por su deseo de instalarse, junto a su hijo, en Maracaibo.
De la mano de Vicente, llegó a Caracas Jorge Daniel Paladino. Lo presentó como uno de los más eficientes dirigentes de la resistencia, señalando que operaba no sólo en Lanús, sino en todo el país. Era portador de numerosos recortes periodísticos, como también de documentos que lo indicaban como el financista que instaló en una fábrica de heladeras en el Gran Buenos Aires, una planta para el armado de ametralladoras. Con este pretexto logró importantes cantidades de dinero. Pero, finalmente, esas ametralladoras no fueron más que un falso proyecto que sirvió para que unos pocos vivieran bien, a costa de los muchos que vivían mal.
Siempre apoyado en su criterio de que todos pueden servir a un objetivo, aunque no sean buenas personas o se ajusten a la verdad, Perón le dio cabida dentro de la estructura. Paladino que era muy hábil e inteligente, con gran facilidad de palabra y convencimiento, contó luego con el apoyo económico del doctor Jerónimo Remorino, del que se valió para ir escalando posiciones dentro del ambiente político y empresario, y se aseguró de esa manera el no ser desplazado. Existía información sobre sus conexiones con grupos neoperonistas, en los que tenía más figuración, como también en los sectores militares que en un principio respaldaban a Juan Carlos Onganía.
Enfervorizado Vicente con Paladino, cometió a lo largo del tiempo numerosos errores, no por mala fe, sino por su ingenuidad. Esto hizo que finalmente el General decidiera apartarlo, ya que en su afán de conquistador y de gran estratega, supo recibir beneficios económicos de cuantos llegaban a él en busca de alguna influencia en las decisiones del Comando Superior Peronista. Respondiendo a la correspondencia bajo el seudónimo de "Gerente", que él atribuía al General, deslizó algunas opiniones sobre buenos compañeros, no muy ciertas, provocando enfrentamiento y divisiones dentro de nuestras propias filas.
Al igual que Gilaberte y yo, siempre mantuvo sus sospechas sobre la conducta de Isabel, lo que le valió que él encarara una guerra sin tregua en su contra, aprovechando algunas infidencias o alcahueterías que llegaban desde Asunción del Paraguay, que denunciaban de conducta irregular y escándalos, a la que había sido su esposa, junto con la que fuera de Américo Barrios. En ese lugar se habían radicado después del 55.
Entre los visitantes más notorios, podría señalarse la presencia del abogado Ventura Mayoral, a cargo de la defensa de Perón en algunos juicios, como también la ya señalada de Ary Cordeiro, el empresario, que en verdad, es a quien se debe, la radicación de la fábrica de Mercedes Benz. Ambos gozaron del aprecio y consideración del General, ya que lejos de llevarle problemas, siempre buscaron solucionarlos.
Hipólito Jesús Paz, fue otro de los que visitaron al General, siendo siempre portador de valiosa información proveniente de los Estados Unidos, donde había sido embajador, como así también de otra recopilada en el país. Fue él quien advirtió sobre algunos atentados, incluso el registrado el 25 de mayo de 1957, cuya autoría se atribuye a un hombre de aeronáutica, Romaniuk o Nomariuk.
Una bomba destruyó el auto del General, y salvamos todos, la vida. Solamente Gilaberte sufrió algunas escoriaciones producto de las esquirlas, además de registrarse numerosos daños en la calle donde la bomba explotó. La falta de coincidencia en el tiempo estuvo originada en el hecho de que el General ya se había mudado del departamento que ocupaba en el edificio Jos Mary, a la quinta Mema, en la urbanización El Rosal.
Este hecho delictivo fue ordenado desde Buenos Aires por Aramburu y Rojas, y formó parte de toda una serie de actos tendientes a la eliminación física de Perón. Y no fue el último. Ya sobre el final de 1957, otra denuncia fue recibida, identificando como presunto autor a un tal Chaves, apodado Tarzán. De filiación comunista, había convenido ser el ejecutor de ese intento, con Rojas y el capitán Molinari. Fue enviado a Caracas, y en Brasil se recibió la advertencia. También agentes del FBI que operaban en Venezuela, dieron la información a Seguridad Nacional, para que esta oficina del gobierno venezolano la transmitiera a Perón. Detalles sobre este hecho daré más adelante, ya que estaba relacionado con el golpe de Larrazábal contra Pérez Jiménez, que contó con apoyo del gorilismo argentino.
Muchas son las preguntas que sobre Roberto Galán se han hecho. La verdad es que él se encontraba radicado en Caracas, desarrollando actividades publicitarias con una revista de la Policía Municipal, que buenos réditos le daba. Si bien en radio y televisión hubiera tenido mayores ganancias, luego de su permanencia en Brasil, donde estuvo por varios años, buscó un lugar como Venezuela para desarrollar sus actividades. En esos momentos era su pareja una cancionista folklórica, llamada Olga, y convivían en un departamento con el cantor Ricardo Ruiz, aquel vocalista de Osvaldo Fresedo, que también colaboraba con Galán en la búsqueda de publicidad.
Teniendo buenas relaciones en el ámbito caraqueño, fue presentado a Perón por Martincho. Concurrían periódicamente a visitarlo y a conversar con él, ofreciéndose para introducirlo en los círculos con los que se encontraba relacionado. Olga, por su parte, hizo buena amistad con Isabel, a quién entusiasmaba en la idea de su casamiento con Perón, identificándose en su sentir de mujer.
Varias fueron las reuniones organizadas por Galán en su domicilio, a la que concurrimos, recordando la del 25 de mayo del 57, precisamente el día en que colocaron la bomba en el auto. Como sorpresa, habían preparado un baile folklórico en homenaje a la fiesta patria, del que formaron parejas Olga e Isabel, con un tal Delgado y Ruiz. Fueron invitados por los dueños de casa, Charlo, Sabina Olmos, Irusta y algunos venezolanos, entre ellos uno de los edecanes del presidente. La comida preparada por Olga consistió en empanadas y un locro. El principal objetivo de esa noche era agasajar a quién sufría la angustia de la lejanía de la patria: Perón.
Una confidencia del edecán de Pérez Jiménez a Perón, hizo que este tuviera un disgusto, y nos indicó de inmediato que nos retirábamos del lugar, aduciendo cierta indisposición. Solamente nos dijo luego, ya en camino a la casa, que no le agradaba ser utilizado por terceros, mostrándolo como un menesteroso que clamaba por ayuda económica."Hay individuos que me creen caído, y se valen de nuestros problemas para satisfacer sus necesidades. Es vergonzoso e indignante que esto suceda, por lo que de ahora en más, hemos de tener cuidado a los lugares donde nos invitan", recalcó finalmente.
Angel Gabriel Borlenghi, que residía en Cuba, era otro frecuente visitante, al cual Perón escuchaba. De gran experiencia política y gremial, su palabra siempre dejaba enseñanzas, no obstante no responder directamente al General, quien lo consideraba una persona peligrosa. Su influencia política se hacía sentir en la Argentina, principalmente en su gremio de empleados de comercio, quienes mantenían comunicación permanente con él.
Pero con quien mantenía excelente relación, era con el doctor Armando Méndez San Martín, que fue ministro de educación, quien luego de su asilo en Ecuador, por indicación del mismo Perón, y con la finalidad de actuar como su delegado y adelantado, se radicó en Brasil. Lo acompañaba su esposa, María Ester Méndez, de gran valía y coraje, la que tuvo activa participación dentro de la resistencia, siendo la persona a la cual, el General, le encomendaba las más delicadas y secretas misiones. Desde el principio del exilio de Perón en Panamá, mantuvo con él permanente contacto, sufriendo por ello cantidad de privaciones y sacrificios, que realmente, a lo largo del tiempo fueron olvidando quiénes se dicen fieles al pasado peronista. Al producirse la muerte en San Pablo del doctor Méndez San Martín, ella regresó a la Argentina, donde su relación con la resistencia ya es conocida. Fue su casa el centro operativo más importante de los que luchaban para hacer realidad el triunfo de Perón. El doctor Méndez San Martín murió en un ambiente de total pobreza, habiendo cubierto sus gastos póstumos, sus amistades brasileñas de origen árabe.
Entre los hechos que realmente provocaron las lágrimas del General, uno es el que puede destacarse. Cuando recibió la noticia del fallecimiento del doctor Ramón Carrillo, injustamente condenado al exilio por la oligarquía argentina, lamentó sentidamente la muerte de este extraordinario médico y patriota. Como los grandes, murió en plena pobreza, realizando estudios para la lucha epidémica en la selva brasileña, abandonado por quiénes se decían sus mejores discípulos o colegas.
"Algún día, la medicina no sólo de Argentina, sino de todo el mundo, rendirá el mejor homenaje a este verdadero Maestro, que con la humildad de los elegidos, supo hacer escuela de cuanto debe ser la medicina y la investigación. Un hombre combatido por quiénes sabedores de sus virtudes, no concebían que un hombre de nuestro Santiago del Estero, fuera grande en todo sentido, brindando su esfuerzo para subsanar los problemas de salud y sociales de los humildes". Así se expresaba el General cuando se refería al doctor Carrillo, miembro de una de las familias patricias que son ejemplo para todas las generaciones.
En cuanto a los dirigentes gremiales, muchos eran los que llegaban, otros enviaban recortes prefabricados de los diarios, que los mostraban combativos, pero que no podían convencer al General. "Ellos no son los que luchan. Son los que usufructúan con los sacrificios de sus compañeros, a quiénes utilizan en los conflictos para obtener beneficios personales o de grupos. Ellos negocian permanentemente, y lo vemos, por los informes que recibimos, que están participando de reuniones tras las bambalinas, todas las cuales, finalmente, resultan perjudiciales para los trabajadores. Al igual que muchos de los políticos combativos en el papel, ellos buscan los caminos para alcanzar objetivos que nada tienen que ver con nuestro Movimiento. Negocian los derechos y conquistas de todos, para alcanzar sus propias y mezquinas conquistas". Todo esto lo repetía con insistencia, al analizar o al escuchar aspectos de la lucha que desde los sindicatos se declamaba. Sólo algunos dirigentes merecían el respeto y consideración del General, tal el caso de Avelino Fernández, de Sebastián Borro, de Jorge Di Pasquale, Astorgano, Durruty, entre unos pocos, ya que su desconfianza por los demás se justificaba en la desobediencia constante a sus directivas y a las vueltas que daban para bloquear todo cuanto pudiera servir para activar la lucha entablada.
En cuanto a sus camaradas, había un sentimiento contra ellos, ya que la mayoría, incluso los que se encontraban cerca de él en los años de su gobierno, habían defeccionado."Ya no existe un Ejército Nacional, solía manifestar. La mayoría de nuestros oficiales y jefes, han olvidado cual es la misión del soldado, y solamente buscan satisfacer sus apetencias sociales. El Colegio Militar, instituto madre de la nacionalidad, ha pasado a ser una escuela de sumisión y entrega de la Soberanía y de sometimiento del Pueblo que deben defender. El soldado es sinónimo de grandes virtudes y de renunciamiento, como también de grandes sacrificios. Sus virtudes hoy son las que les dictan y aplauden los mercaderes de la nacionalidad. Su renunciamiento es aquello que hace a la defensa de nuestra Soberanía, Dignidad y Honor de argentinos. Su sacrificio, es esquilmar y someter al Pueblo a los arbitrios de las internacionales que no conciben una Argentina grande, libre y soberana. Ya hemos de ver en el tiempo, que esta es una amarga verdad. Y será nuestro Pueblo el que habrá de comprenderlo, cuando sea víctima de la crueldad de estos saqueadores en el poder.
Algún día, nuevas generaciones que sientan y vivan la Patria, serán las que den base y sustento a nuestras fuerzas armadas, que defensoras reales de la Soberanía Nacional y de los derechos del Pueblo, no tiemblen ante los enemigos visibles e invisibles que los acechan, y tengan coraje de luchar hasta la última sangre antes de ver a la Nación en manos de la rapiña".
No dejaba nunca de poner en la picota la honorabilidad de los miembros de las Fuerzas Armadas que se complotaron para su derrocamiento, al igual que a muchos de los políticos y empresarios que se sumaron a esa traición, denunciando los propósitos entreguistas de los mismos para así mantener en la mayor pobreza a la Argentina. "Levantamos miles de industrias para satisfacer primero las necesidades del país, a las que contribuyeron millones de trabajadores. Hoy, esas industrias están en quiebra, provocada en muchos casos por sujetos sin escrúpulos, que miran con mayor entusiasmo al exterior a fin de obtener mayores ganancias. Es la nueva oligarquía, aliada de aquella de los explotadores de nuestro campo, que solamente siente placer en los olores nauseabundos del Sena o del Tamesis.
Dimos a nuestras fuerzas armadas los medios para que pudieran equiparse con modernos elementos fabricados por técnicos y obreros argentinos, y esas industrias fueron sistemáticamente desmanteladas, obligándonos a aceptar la chatarra que las potencias se decidan a enviar y de única utilidad para misiones policíacas.
Poco a poco se irán abandonando territorios que podrán ser ocupados por hipotéticos enemigos, ya que en los planes elaborados por las potencias en Yalta y Postdam, fijaron un papel secundario o de reserva para los argentinos.
No me caben dudas que en el tiempo, habrá quién o quiénes aplaudan el desmantelamiento de nuestra flota mercante, para así permitir mayores controles en el comercio exterior y mayores utilidades para los armadores de la sinarquía. Habrá también quiénes operen negativamente para facilitar nuevamente el control de las comunicaciones y la energía por parte de las internacionales, condenándonos a aceptar lo que decidan unos cuantos borrachos en las oficinas londinenses, neoyorquinas o parisinas, donde a cambio de la esquilma de nuestro Pueblo, lograrán extraordinarios beneficios.
Los bancos volverán a la usura y a las trampas, dejando millones de personas lamentando la situación de miseria generada en el descuido exprofeso de los gobernantes, y en la desmedida ambición de los tecnócratas económicos formados en universidades extranjeras.
Y todo esto, será avalado por unas fuerzas armadas sin honor ni dignidad, ya que aceptarán mansamente las directivas que emerjan de los mandantes de turno, simples ejecutores de órdenes superiores de la conducción de la sinarquía.
¿La Justicia?... La misma estará sometida a los vaivenes de un ejecutivo que le restará medios suficientes para ejercer su función con total libertad".
Las palabras del General han sido proféticas. Sólo basta mirar alrededor, para ver que poco a poco se ha ido cumpliendo lo vaticinado allá por el 57.
¿QUE PASA CON LA POLITICA ARGENTINA?
El General Perón dedicaba su tiempo a librar su batalla personal. Nosotros, los que colaborábamos con él, nos encargábamos de todo lo que fuera atención a la gente que llegaba, conversaciones con los compañeros, tomar conocimiento de las cosas para elaborar informes, tanto de aquello que acontecía localmente, como en el exterior, principalmente en la Argentina, mantener una permanente vigilancia sobre la presencia de argentinos, elaborar inteligencia y brindar seguridad.
Las jornadas de Perón eran de intenso trabajo, ya que era él quien generaba todo el accionar del enfrentamiento al gorilaje. Sus escritos eran esperados por todos los peronistas del país, y también ejercían un real interés sobre los medios de prensa tanto nacional como internacional. Entre los escritos que tuvieron un gran impacto, puede contarse el que reflejaba la situación argentina por el año 1957. Señalaba esto:
Hace más de un año y medio, en el libro LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS, afirmaba que esta dictadura militar no tendría escape político. Los hechos, hasta ahora, me han dado la razón. ¿Cuáles pueden ser las causas?
El Movimiento Peronista nació al influjo de una misión: la defensa del Pueblo. Durante diez años de gobierno constitucional cumplió fielmente con esa misión y el pueblo lo entiende así. Una malhadada aventura de marinos y militares al servicio de la reacción y mercenarios de los intereses foráneos, ha sumido al Pueblo nuevamente en la miseria y a la Nación en el coloniaje más abyecto.
Para el Movimiento Peronista, el deber de la hora no puede ser otro que el de devolver al Pueblo lo que la reacción le ha quitado y a la Nación su dignidad comprometida. Los que piensan que el objetivo de este momento puede ser el de pacificar y complicarse en soluciones a espaldas y en perjuicio del Pueblo, están traicionando nuestra misión. Si la dictadura nos cierra el camino pacífico, estaremos obligados a entrar por la única puerta que el deber nos deja abierta.
El Pueblo Argentino es justicialista y nuestra doctrina es la suya. Los usurpadores han cerrado el camino de los comicios para que el Pueblo no pueda imponerla; en consecuencia, no queda otro recurso que la violencia para lograrlo. La derogación por decreto de la Constitución Nacional Justicialista, está indicando que la dictadura no acciona contra un hombre sino contra el Pueblo. Pudo haber vetado a un hombre pero no puede vetar a un pueblo, prohibiendo su doctrina y anulando ilegal y arbitrariamente la Constitución que ese Pueblo se dio en ejercicio de sus derechos más soberanos. Por eso se lo ha obligado a luchar violentamente por su defensa y la de sus conquistas.
La dictadura que azota al país, al declarar fuera de la ley al Movimiento Peronista, ha pretendido anular la voluntad soberana del Pueblo, para someterla a los dictados de una minoría cipaya, que en nombre de falsos intereses, pretende imponer la ley a una mayoría absoluta y consciente de la verdad y la justicia que la asiste. Luego, para perpetuar la ignominia y prolongarse a través de un gobierno que les cubra las espaldas, pretende dejar a sus sucesores asentados sobre el fraude y la estafa de la opinión pública, sin darse cuenta que esto puede posponer la solución pero no solucionarlo
Una mayoría que se dejara burlar de esta manera, sería responsable de los años de anarquía que podrían envolver a la Nación. Por esta razón el Pueblo no puede consentir que se dé escape político a una dictadura de asesinos, menos aún a través del fraude que nosotros hemos combatido y desterrado de la política argentina. La defensa de los derechos más sagrados del Pueblo, impone accionar como se pueda para evitar el retroceso a las peores épocas de la República.
No se trata aquí de soluciones para los dirigentes, ni de satisfacer ambiciones de poder o de gloria para nadie, porque eso no tiene importancia alguna frente a la tragedia que vive el Pueblo Argentino.
La descomposición de la dictadura es notoria para todos. El caos económico que sus despropósitos gubernativos han producido, se completa con la anarquía social y el desbarajuste político que sus abusos han provocado. Las persecuciones sin nombre a la ciudadanía y su acción política interesada en el fraude han llevado este campo a la disolución más absoluta en tanto las fuerzas armadas, único sostén de la dictadura, han entrado en una putrefacción indetenible. Minada la disciplina, alterados todos los valores de la jerarquía, contrapuestos al Pueblo, no han de tardar en sucumbir a su propia descomposición. ¿Qué le quedará entonces a la dictadura? Si la resistencia popular acelera su proceso y la organización clandestina sigue adelante con resolución y con fe, la decisión no estará lejana y, cuando el momento de las decisiones llegue, sean éstas tranquilas o violentas, la última palabra estará en los labios de quien disponga de una masa organizada y disciplinada en condiciones de obrar con unidad de concepción y acción.
Cualquiera que mediante un golpe de estado arrojara a los actuales usurpadores y los reemplazara, estaría a poco andar en una situación semejante. Estos gobiernos espurios, por la propia naturaleza de su procedencia están irremisiblemente perdidos desde el momento mismo en que usurpan el poder. El Gobierno es algo así como un hierro candente que, para manejarlo, requiere sus herramientas y, esas herramientas, sólo las puede dar el Pueblo. Nada quedará definitivamente resuelto hasta que el Pueblo diga su palabra definitiva y nosotros sabemos cuál será la palabra del Pueblo. Entre tanto hay que tener buenos nervios y saber esperar. Que la dictadura esté frenética por "largar el gobierno" es el mejor índice de su desastre cercano si el Pueblo sabe mantener una voluntad firme y decidida hasta el fin, como corresponde a esta lucha de voluntades que es la lid política.
La tragedia de todos los que en estos momentos "ofician" de dirigentes políticos de los partidos permitidos por la dictadura, es la consecuencia de su propia infidelidad al Pueblo: ver a la clase popular que, cruzada de brazos, los observa y espera. Una masa adoctrinada y politizada como la nuestra no es de las que ceden al engaño o a la concupiscencia. Ella sabe que los cantos de sirena siempre son anuncios de tragedia y el Pueblo quiere resolver su propia tragedia sin la intervención de tales sirenas ya muy conocidas. Podrá haber algunos engañados, podrán existir algunos felones y tránsfugas, pero la masa popular está firme hasta el fin. El Pueblo conoce bien sus objetivos y sabe lo que quiere, como asimismo quiénes son capaces de dárselo. Precisamente el error de los políticos ha sido el de engañarse a si mismos, sosteniendo que la acción peronista era sólo "demagogia de Perón" sin darse cuenta que la dictadura, al cercenar las conquistas sociales, imponer la tiranía y defraudar al país, ha probado en los hechos precisamente lo contrario.
El Pueblo no duda que los dirigentes políticos que acompañaron y dieron su respaldo a la dictadura, se confabularon con ésta para explotarlo y escarnecerlo; por eso, ya jamás podrán engañar al Pueblo por más que lo intenten. Los que ahora pretenden trabajar de peronistas se manifiestan extrañados ante el repudio de la masa, olvidando que, en su hora, ellos respaldaron las masacres de obreros, los fusilamientos, las prisiones y las persecuciones despiadadas y crueles de los ciudadanos por el delito de no pensar como ellos.
El problema argentino no puede ser encarado con los conceptos clásicos porque se trata de un hecho nuevo en la historia política argentina. Las soluciones a la vista son meras soluciones circunstanciales, carentes de trascendencia histórica, en tanto lo permanente es precisamente el proceso histórico que los políticos parecen haber olvidado. Los hechos políticos son meras formas transitorias cuando no se apoyan en el quehacer histórico que es el permanente y el dominante. Nuestro Movimiento es lo permanente y esta dictadura es un episodio reaccionario, circunstancial y transitorio; por eso, nada pueden hacer por sí, sin referirlo a nosotros: "gritan muera Perón", pero, ¿viva quién?...
El Pueblo lucha por una solución permanente y no para salir del paso mediante un subterfugio político como anhela la dictadura. Cualquiera otra solución, llevará siempre a males mayores para la República. Si un gobierno fraudulento surgiera de esas seudo elecciones, estaría respaldado por una ínfima minoría de los ciudadanos. Cuando el Pueblo pudiera accionar libremente, ¿cuánto duraría ese gobierno?... Por el momento no hay otra solución que la lucha por los medios que el Pueblo tiene, caiga quién caiga y cueste lo que cueste. A través de esta solución coinciden los intereses del Pueblo, las necesidades de la Nación y el estado anímico de las masas y, cuando estas tres circunstancias coinciden, no hay poder humano que pueda torcer el curso de los acontecimientos. Será dentro de poco o será dentro de mucho, pero será irremisiblemente.
Cuando el odio y el deseo de venganza que estos insensatos han provocado, y las masas salgan a la calle convertidas en fuerza motriz, no habrá tampoco poder que pueda evitar lo irreparable que se está preparando mediante la siembra del odio. Mientras la dictadura se descompone, el peronismo se compone. El ideal que animó a las masas obreras y peronistas ha dado continuidad en el esfuerzo pero no le ha dado la intensidad porque, en la lucha, esa intensidad sólo la puede dar el odio. Nuestro defecto ha sido la falta de odio pero todo ha variado hoy, porque la tiranía con sus procederes y enormidades, nos lo ha dado por toneladas. Estamos listos para iniciar la grande y definitiva etapa de la consolidación justicialista. Mientras nuestro Movimiento se encuentre excluído de las grandes decisiones electorales no tenemos otro remedio que seguir accionando tras una solución por la violencia.
El mantenimiento de una cerrada y absoluta intransigencia con firme voluntad de vencer e inquebrantable decisión de llevar la lucha adelante, será el único secreto del éxito perseguido. El Pueblo no puede ser vencido ni aún por las fuerzas armadas si se decide a poner en acción sus extraordinarios poderes naturales. El Movimiento Peronista ha demostrado en tres elecciones inobjetables que contaba con el sesenta por ciento del electorado argentino; hoy, no sólo no ha disminuido sino que ha aumentado su predicamento popular porque el desempeño de la dictadura ha sido tan desastroso que, por contraste, ha hecho resaltar las excelencias del Gobierno Constitucional.
Frente a esta situación, la dictadura militar se debate en la impotencia y su único apoyo lo constituye la oligarquía y una parte de las fuerzas en descomposición. Todos los episodios que se están produciendo en estos días en el país, están preparando el epílogo lógico de un desenlace irremediable. Es que, imponer la arbitrariedad y hacer triunfar la injusticia y el fraude, no es tan fácil cuando se tiene al frente un Pueblo dispuesto a defender sus derechos.
La dictadura, empeñada es destruir la Constitución Nacional Justicialista, que el Pueblo se ha dado legítimamente, no ha trepidado en derogarla por un decreto y sancionar otra por el mismo inconstitucional camino. Para legalizar ese destino ha reunido la Constituyente elegida mediante el fraude y la presión que todos repudian. Cuando mediante un acto de fuerza se atropella la Constitución, no se puede pretender que la que surja de otro acto de fuerza pueda tener algún valor. Bastará que otro, en el futuro, poseedor de esa fuerza, resuelva lo contrario.
También la dictadura ha resuelto llamar a elecciones generales para elegir un Gobierno Constitucional pero oculta que, en esas elecciones estará excluída la mayoría del electorado argentino, como asimismo que se ha decidido a hacer triunfar sus candidatos por el fraude. Será una elección fraudulenta entre minoría y neoformaciones políticas sin arraigo popular.¿Cuál podría ser el destino de un Gobierno Constitucional surgido de semejante acto electoral?...
Como se ve, se trata de fabricar una Constitución y un Gobierno Constitucional, mediante procedimientos inconstitucionales. En la política, los errores cometidos al comienzo de los acontecimientos difícilmente pueden ser corregidos en todo el curso de su desarrollo; por eso, a menudo los que proceden mal, sucumben víctimas de su mal proceder.
Caracas, Venezuela, 1957.
PARA SATISFACER CURIOSIDADES, Y SACAR CONCLUSIONES.
LA FORTUNA DE PERON.
Siempre hubo gente de mala intención, que en su odio recalcitrante hacia el General y el Peronismo, manejó fábulas de esa calaña de miserables que - lejos de servir a todo cuanto fuera benéfico para la Patria - se aferró a las mentiras e infamias, difamando.
Durante el gobierno del General Perón se habló de fabulosos negociados, que luego, no pudieron ser comprobados, porque se ocultaron los resultados de las investigaciones, para mantener en el tiempo las dudas y las sospechas.
Evita y Perón fueron el constante blanco de la oligarquía cipaya, que amparada por sus mandantes foráneos inventaron una y mil historias, suponiendo fabulosos depósitos en cajas de seguridad de los bancos suizos. Realmente, sólo los estúpidos e imbéciles pueden suponer que grandes fortunas se guardan en cajas de seguridad, ya que para tal finalidad necesitarían cofres de medidas insospechadas. Esto también sucede en la actualidad con las fantasías del lavado del dinero. Para llevar paquetes de billetes de baja denominación de un país a otro, - como hacen suponer los sensacionalistas de la prensa amarilla - serían necesarios cientos de contenedores y buques especialmente dedicados a ese transporte.
Pero, vamos al tema de la fabulosa fortuna que le adjudicaban al General.
El mercader de la prensa internacional, el "apóstol del cuarto poder", el"coronel" Jules Dubois, sirviendo a sus mandantes yanquis y a sus sostenedores gorilas, denunció al mundo como gran verdad la fortuna de cientos de millones de dólares que a su derrocamiento, el General Perón guardaba en arcas en el exterior. La prensa argentina, si así se puede llamar a aquellos órganos que apoyaron a Rojas, Aramburu, Lonardi, y compañía, inspirados en la Junta Consultiva integrada por los carcamanes de la prehistoria de nuestro país, divulgaba diariamente los "fabulosos descubrimientos de cuentas millonarias que los liberticidas" manifestaban y que muchos individuos con mentes enanas aceptaban como una verdad absoluta.
Mientras esto se pregonaba aquí y en el mundo, el General vivía dentro de una inimaginable estrechez económica. No disponía de dinero, ya qué, incluso quiénes se habían comprometido a llevar hasta el lugar de exilio una suma de cien mil pesos argentinos de aquel entonces, luego de salir de la Argentina, pasaron con el avión por encima del cielo panameño, para luego, desde México, donde se instalaron, enviarle una carta donde manifestaban que ese dinero habrían de utilizarlo para solventar sus primeros gastos de "exiliados" y, que con el tiempo le sería restituído.(?)
El señor Atilio Renzi, a cargo de la Residencia Presidencial, a la caída de Perón, también se hizo el tonto, no cumpliendo con un compromiso contraído con el General cuando éste debió asilarse. El poco dinero existente en la caja para gastos reservados, se fagocitó, según me contó Perón, en un ida y vuelta que nunca le supieron explicar.
Aquella fabulosa fortuna que en billetes americanos dijeron haber encontrado en el escritorio de trabajo y en cajones descubiertos en los "refugios secretos" del edificio ALEA, pusieron en evidencia la alcoholizada mente de los investigadores gorilas y la camándula de traidores, quedando en claro que sólo a un loco o a un estúpido le podían hacer creer el cuento del tesoro hallado. "Si yo hubiera tenido parte de esa gran fortuna, fácil me hubiera sido comprar a los traidores, ya que con monedas se pagaba la lealtad de esos delincuentes", solía decir el General.
Perón no tenía fortuna. Sus bienes eran conocidos, y eran producto de sus ahorros, o bien de lo heredado al fallecimiento de Evita. Con dinero le hubiera sido posible comprar opiniones y apoyo entre los mismos que lo combatieron, porque el tiempo ha evidenciado la carencia de moral y patriotismo de los que provocaron la gran tragedia argentina.
Puedo dar fe de las muchas privaciones y necesidades del General, las que con toda dignidad supo ocultar, soportando el dolor de no ignorar que supuestos peronistas y simulados amigos creían que era poseedor de mucho dinero. Pero, como lo señalaba, ésa era la calidad humana de la que no se puede uno zafar.
Las mentiras e infamias, muchas veces están basadas en un porcentaje de verdad. Lo que señalo seguramente creará dificultades, ya que pondré en la vitrina a quienes se valieron de sus materias orgánicas para mostrar la falsedad como una verdad irrefutable y de la que han vivido.
Durante el gobierno peronista, como en cualquier otro gobierno en el mundo, sus responsables económicos sabían y saben, que para poder superar situaciones de emergencia es necesario mantener una estructura económica fuerte en bancos del exterior del país. Esto es archisabido por aquéllos que algo conocen del manejo del Estado, ya que siempre se está condicionado a medidas agresivas de las potencias que tratan de imponer limitaciones a la libertad y soberanía de las naciones, o a la propia actividad de los que actúan dentro del mundo político de primer nivel. El peronismo no ignoraba su debilidad, como tampoco desconocía cuáles eran las consecuencias que debería enfrentar el país al no dejarse meter el dedo en las partes íntimas por los opresores. Así, en base al desarrollo de un programa económico defensor de la economía nacional, se crearon aquellas entidades y organismos estatales y semioficiales, que encararon la comercialización de los productos argentinos en el mundo.
Esos negocios dejaron márgenes que se destinaron a las inversiones que dieron un impulso a la Argentina, reteniendo la comisión normal en todo tipo de operaciones comerciales. Estas fueron la base de empresas aparentemente privadas en Europa y Estados Unidos, cuyos capitales, además de servir para la organización comercial, en parte se destinaron a fondos de reserva para emergencias de la Nación.
Muchas veces, escuchaba hablar a Perón sobre la supuesta capacidad de los "economistas argentinos formados en grandes universidades extranjeras", que solamente pudieron alcanzar fama y dinero en base a sus actividades manejadas por los titiriteros del gran mundo de las finanzas, pero que nunca lograron alcanzarlas por mérito propio de sus empresas. Sostenía que estos señores de cuello duro, traje corte inglés y zapatos charolados, no tenían callos en las manos, pero sí en el cerebro. Ajustados a cánones elaborados con la finalidad de someter el mundo del trabajo a los caprichos de unos pocos, eran los mercaderes de todo cuanto pudiera significar independencia económica de naciones soberanas. Y estos genios reconocidos por la prensa comercial dependiente de las internacionales del dinero, eran y son las que ubican en un primer plano a los comisionistas de empréstitos o renegociadores de los mismos. Esos honorarios que perciben y no se aclaran a la ciudadanía si se trata de dinero sucio que emplean partidos políticos, gobiernos y bancos, para satisfacer apetencias personales, y es utilizado en las campañas de desprestigio y opresión por los usureros.
"Se podrá comprobar en el tiempo, decía, que muchos de estos cerebros al estilo Presbich, Krieger Vasena, Verrier y tantos otros, serán los que en un futuro no lejano, los que entreguen el patrimonio del país que tanto costó recuperar, a quiénes han financiado el golpe de estado. Serán ellos o sus secuaces, los que algún día, de continuar en el gobierno o en el poder, sea con el signo que fuera, regalaran a la rapiña apatrida nuestras comunicaciones, nuestros ferrocarriles, nuestra flota, nuestras riquezas, incluso nuestro territorio, olvidando que las naciones fuertes no pueden estar sometidas al capricho de la economía sinárquica liberal."
Así, como en una referencia anterior hice mención de Tricerri, hubo otros que también fueron depositarios de fortunas, por lo que cobraban sus réditos basados en buenas retribuciones económicas, confort, ventajas sociales, etc.
Los negocios del país a través del I.A.P.I. dejaron buenos dividendos para los grupos empresarios conformados para servir al Movimiento, como también excelentes negocios para el país y los productores que vieron facilitadas sus operaciones internacionales, amparadas por una legislación de espíritu nacional. Esto, perjudicó a las grandes corporaciones internacionales, a quienes nada importan los beneficios que puedan lograr los paises y los pueblos. Basta con mirar un poco al pasado, para comprobar en "prohombres" que cuentan con estatuas y bustos en pueblos y ciudades, cualidades mercenarias y sus conductas opresoras de los sectores mayoritarios de la población.
En el listado de hombres y empresas de la nómina de grandes capitales que florecieron durante el gobierno peronista, que era supuesta fortuna de Juan Duarte, también figuraban Antonio, Amar, Triccerri, Durand y otros. Eran realmente en partereservas creadas para enfentar situaciones que se presentaran, que tenían origen en comisiones lícitas que sus interediarios acordaron.En definitiva: parte les correspondió como intermediarios. El saldo quedó para las situaciones críticas. Ellos las dispusieron tras la revolución, administrándola según sus propias conveniencias. En situaciones difíciles, el hombre demuestra lo que es. La lealtad no resulta siempre tal.
Lo expuesto me fue confiado por el General Perón, que en no pocas ocasiones debió enfrentarse a los insolentes desplantes de individuos, que surgidos gracias a él, se transformaron en parte del entorno que servía al enemigo. El dinero que tenían para el Movimiento, no lo pusieron a disposición del mismo, sinó que lo utilizaron para reubicarse. El dinero, lo puede todo. Hasta la compra del honor.
Aún hoy, se ven en las primeras páginas de algunas publicaciones, declaraciones altisonantes de los vividores de Perón y de nuestro Movimiento, los cuales, si bien tratan de disimular los orígenes del dinero que malgastan en sus aventuras y en sus caprichos mil y una nochescos, también ocultan que para salvarse de cualquier situación, que ese dinero también lo utilizaron para solventar gastos de los difamadores y traidores a Perón, y a los promotores de un nuevo orden nacional que sirva a los intereses bastardos de los eternos enemigos de la Nación.
Perón, era de lo más generoso y humano. El dinero le molestaba en el bolsillo.
Tras nuestra salida de Panamá, cuando llegó a Caracas, hubo un dirigente comunista, multimillonario, Otero Silva, propietario de industrias y responsable de la editorial El Nacional, distribuidora de Time y Life, copropietario de la televisora caraqueña y de una cadena de diarios, que le ofreció un puesto figurativo de trabajo dentro de su organización, con una muy buena paga, para que fuera su Director de Relaciones Públicas Internacionales. Le hacía este ofrecimiento, según le dijo, porqué sabía que no tenía muchos recursos, y que sería difícil poder lograrlos si no aceptaba someterse a los designios de las internacionales del dinero."Su presencia en nuestra empresa, le permitirá tener un buen status de vida, y dado que somos parte de un imperio periodístico mundial, poco a poco irá disminuyendo el ataque contra su persona, ya que contribuirá de alguna manera a nuestros proyectos." Así se lo dijo Otero Silva, en las oficinas de Industrias Pampa, al General.
Pero la pobreza y las necesidades, no lo doblegaron. Tenía un resto de capital, y alguna ayuda que su amigo Gayol, desde Paraguay, le enviaba periódicamente. Unos pocos miles de dólares posteriormente le fueron entregados por González Torrado, que estaban depositados en una cuenta de SIGLA S.A., y nosotros podíamos financiar algunos gastos menores con las comisiones que pude ganar en la editorial Capriles por la publicidad lograda para sus publicaciones.
Cuando la situación fue realmente crítica, ya que se requerían fondos para enfrentar gastos en la lucha emprendida, surgió para el General una posibilidad de lograrlos. No estaban condicionados a ningún financista internacional o gobierno extranjero, y podían lograrse en base a una operación comercial encarada por Ramón González Torrado, en ese momento titular de SIGLA S.A.
Habiendo recibido órdenes de Jorge Antonio (en ese momento preso), de vender todo el plantel de caballos del Haras Tres Estrellas de su propiedad, González Torrado conversó con el General sobre el tema y le solicitó una carta de presentación para el Generalísimo Rafael Leonidas Trujillo. "En caso de poder venderle algún producto, le dijo a Perón, SIGLA le reconocerá una comisión del orden del 10 por ciento, entendiendo que ese dinero podrá solventar algunas de sus actuales necesidades. Esto lo sabrá Jorge, y estoy seguro que no habrá problema alguno."
Perón, que no tenía trato con el hombre fuerte dominicano, accedió a lo pedido por González Torrado, y le extendió una carta que éste, posteriormente, utilizó.
Con esa documentación y la carpeta conteniendo los antecedentes y orígenes de los caballos que deseaba vender, todos de buena sangre, viajó a la República Dominicana. Solicitó y logró la entrevista con Trujillo, y en ella obtuvo un resultado altamente positivo. Habiendo sido informado el Generalísimo de que del producto de esa operación, Perón lograría una comisión del 10 por ciento, le compró la totalidad de los caballos.
Según comentó a su regreso González Torrado, cuando conversó con Trujillo, el mismo le preguntó si el Haras o los caballos ofertados eran del General. Al responder que no, que los mismos eran de Jorge Antonio y que el General percibiría una comisión por ser quién lo presentaba, solamente le respondió: Mire, amigo, basta con lo que me dice. Si es para ayudar a un patriota y a un hombre de la integridad moral del General Perón, yo compro todo. Acepto el precio, y confío en Usted, por la recomendación que me trae, de que no hay engaño alguno en cuanto me ofrece. Además, quiero preguntarle algo. Si existe un sobreprecio logrado por Usted, ¿quién recibirá ese dinero?... González Torrado respondió que por supuesto, ese dinero le sería reconocido a Perón.
Al día siguiente, González Torrado retiró la orden girada contra un banco venezolano, para que le pagaran el doble de cuanto había solicitado por los caballos del Haras de Jorge Antonio, dinero que de inmediato puso a disposición de Perón.
Una suma superior a los cien mil dólares engrosaron la caja del General Perón. Era producto de un negocio, y no de una contribución o dádiva de alguien vinculado al Movimiento o a la Argentina. Era el resultado de la admiración del caudillo dominicano hacia uno de los hacedores de una idea latinoamericana de liberación de nuestros pueblos, a quien sabía acorralado por quiénes, mediante presiones económicas, buscaban debilitar y destruir a los hombres firmes en sus convicciones.
De ese dinero, inmediatamente se enviaron partidas a todos los comandos de exilados, y también se destinó una importante suma a los familiares de presos políticos y a perseguidos por la dictadura. Eduardo Colom, recibió más de diez mil dólares destinados al Comando de Montevideo. Una suma similar le fue entregada a Puente, para el Comando de Paraguay, y algo menos fue enviado a Chile (Albistur Villegas), Bolivia (Francia-Iturbe) y Brasil (Spachessi). Para la Argentina, donde se distribuían los fondos por indicación de Cooke, a través del comando en Montevideo, remitió algo más de veinte mil dólares, quedando el General con un resto que fue sufragando los gastos personales en Caracas, y manteniendo una reserva operativa.
Esta reserva es la que confió para su administración a González Torrado, quién, como queda aclarado en otra parte de este libro, no cumplió con la honestidad esperada.
Los grandes capitales del peronismo quedaron en manos de sus tenedores, los cuales le dieron un destino que no era el establecido inicialmente.
La confianza mata al hombre, solía repetir el General, cuando uno le preguntaba por aquellos personajes, que habiendo asegurado que mantendrían una conducta, luego traicionaron la confianza y mantuvieron condicionado y extorsionado al Jefe indiscutido de nuestro Movimiento.
Cada uno carga sobre la conciencia, el saber si no ha cumplido con los compromisos. Cada uno sabe hasta dónde ha actuado dentro de una línea recta, y cuando ha fallado a quien le ha dado oportunidad de proceder con honor. Como decía Perón, al final del camino, cuando llega la zona oscura, uno debe dejar todo cuanto ha acumulado, y finalmente presentarse desnudo, con una sola tranquilidad: la de haber acumulado hechos positivos que le permitan el descanso eterno.
EL CAPITALISMO EN LA ARGENTINA
Los escritos del General, mantenían viva la llama de los hombres de nuestra Resistencia, a la vez que iban formando opinión en todos aquéllos, que más allá de nuestras fronteras, los leían. Diarios y revistas de todo el mundo se interesaban por publicar el pensamiento de Perón, ya que iban comprendiendo la verdad de los hechos producidos en la Argentina, como también la falsedad de los llamados demócratas de la insólita Revolución Libertadora.
Muchos de los trabajos del General fueron preparados para el libro "Los Vendepatria", el que llegó en su momento a la Argentina, pero luego fue sacado de la venta por quienes se sentían identificados en la gran traición.
Este es el texto del capítulo: EL CAPITALISMO EN LA ARGENTINA
El Imperio Británico ha tenido en la Argentina una influencia exageradamente grande y desde hace más de un siglo ha venido manejando la política argentina, hasta el extremo de elegir los Presidentes de la Nación en la Cámara Económica Británica de Buenos Aires, elección que recaía generalmente en algunos de sus agentes nativos que, no por casualidad, correspondían a los abogados de las grandes compañías. El primer "anclote" de la dependencia fue lanzado por el famoso empréstito Baring Brothers cuya amortización dura más de un siglo, en que se pagó casi doce veces su valor. Ese cordón umbilical que sometió nuestra soberanía y nuestra dignidad, se prolongó a través de los frigoríficos y empresas comerciales que fueron los instrumentos más ruinosos de la descapitalización argentina.
Demasiado larga sería la enumeración de los elementos que patentizan la historia de la traición al país consumada por verdaderos "cipayos" al servicio de una paga provechosa pero indigna. Todo este capítulo de la infamia que configura la etapa más dolorosa del sacrificio del pueblo argentino ha sido pagada con lágrimas y miserias de una población explotada inicua e innecesariamente por los agentes nocivos de un imperialismo capitalista insaciable y sin conciencia.
La historia de la entrega del país corre pareja con la historia de la oligarquía argentina. En los tiempos de nuestra organización surgió, como en todos los paises en formación, un "patriciado" formado por la generación de pioneros que al servicio de sus intereses fue acumulando riqueza y poder. Ellos fueron los que inicialmente tomaron en sus manos el manejo de la cosa pública con el mérito de ser los primeros realizadores. Cuando envejecieron, nada les pareció mejor que entregar esta tarea a sus descendientes, que habían crecido en un ambiente de molicie, que no era la escuela en que ellos se habían formado en sus luchas iniciales. Estos herederos de las fortunas y del poder del patriciado, se encontraron de la noche a la mañana con todo en sus manos, e incapaces de otra cosa, comenzaron a disfrutar del esfuerzo de sus antecesores. Así dilapidaron sus fortunas en el extranjero y cuando ya no tuvieron nada que vender comenzaron a vender la Patria. En ese triste oficio, se fueron convirtiendo en amanuenses del capitalismo que los utilizó como ganzúa para extraer la riqueza, primero, y la sangre, luego, a un Pueblo que vivió miserable en medio de la abundancia.
Es indudable que la influencia imperialista no termino allí sino que la penetración fue ampliándose en todos los sentidos hasta manejar las finanzas nacionales a través de un Banco Central dirigido desde Londres por intermedio de un Presbich, como ahora lo vuelven a manejar por intermedio de un Laurancena. Las comunicaciones, con los ferrocarriles y el monopolio de transportes. La exportación de la producción argentina por intermedio de sus testaferros del tipo Bunge y Born. La importación por medio de los grandes consorcios manejados desde la City. El comercio a través de sus grandes compañías. La producción a través de la Forestal de Tierras, Compañía de Tierras de la Patagonia, etc. La industria, por intermedio de sus testaferros al servicio directo de sus intereses. Los combustibles por medio de empresas que, como la Cia. Primitiva de Gas, abastecía un millón de metros cúbicos de gas diario a la ciudad de Buenos Aires para lo cual debía importar la misma cantidad de carbón inglés, en tanto en Comodoro Rivadavia se lanzaba a la atmósfera por día, más de un millón de metros cúbicos de gas natural de seis mil calorías. Pero cosa curiosa, a nadie se le había ocurrido hacer un gasoducto durante cuarenta años, hasta que llegamos nosotros.
El estado colonial de la Argentina de esos tiempos era absoluto. No sólo lo reconocíamos los que teníamos que sufrir la férula imperial sino que un Lord llegó a decir en la correspondiente Cámara de los Lores en Inglaterra "que la Argentina era su mejor colonia, porque, incluso, se defendía sola". Lo terrible de esta afirmación no fue sólo el hecho de que fuera proferida, sino que, además, era verdad. Contra todo ese orden de cosas es que reaccionamos nosotros, el producto de una generación educada fuera de la influencia nefasta del colonialismo, lanzándonos a la conquista de la Justicia Social, de la Independencia Económica y de la Soberanía Nacional, que habían sido vendidas por los que apreciaron menos la dignidad de la Patria y la felicidad de su Pueblo, que las tristes ventajas personales que su condición de traidores les acarreaba.
Ya hemos señalado las nuevas circunstancias que documentan la actual entrega y la nueva traición, de las que han sido instrumentos la oligarquía, un sector del clero y elementos de las fuerzas armadas y ello se explica porque para el parásito es lo mismo vivir a expensas de su pueblo que a las del imperialismo que lo paga.
En los tiempos del crudo imperialismo que mencionamos, la condiciones de vida del pueblo trabajador argentino eran miserables. Nosotros comenzamos por emerger a ese pueblo sumergido por las miserias fisiológicas y sociales hasta elevarlo a una condición humana compatible con la más elemental justicia a que tenía derecho. Le dimos un lugar en la Nación y le concedimos sus derechos de intervenir en la vida y en el gobierno de la República. Le aseguramos una dignidad que nunca había conocido antes y comenzó a tener familia, educar a sus hijos y vivir como gente. La capitalización del Pueblo les dio acceso a la propiedad privada y abrió los horizontes, hasta entonces desconocidos, de la felicidad y la tranquilidad.
Es natural que para poder alcanzar tales conquistas fue necesario destruir el armazón imperialista, anular los privilegios inmerecidos, realizar la independencia de la economía y afirmar la soberanía de la Nación sobre los poderes foráneos que nos esclavizaban. Todo ello fue cumplido acabadamente durante los primeros seis años del Gobierno Constitucional Peronista, sin despojar a nadie y sin violencias innecesarias. Se pagó hasta el último centavo y nadie puede decir que durante ese gobierno se haya confiscado nada a pesar de que el régimen de muchas posesiones era tan espurio que ése hubiera sido el mejor procedimiento. Con lo que antes nos saqueaban fue suficiente para cumplir toda la reforma que llevó al Pueblo a la felicidad y la dignidad que mercería.
Esta revolución reaccionaria ha confesado sus propósitos y objetivos: desperonizar el país y retornar al año 1943 que significa recolonizar a la Nación en beneficio de sus mandarines y colaboradores revolucionarios. Lo primero no lo han podido hacer porque, como era de esperar, el pueblo se ha levantado contra el sometimiento a la nueva esclavitud y lo segundo se ha ido cumpliendo en todo lo que depende del poder usurpado pero, nuestro ejemplo ha sido demasiado elocuente para que el pueblo acepte el nuevo sometimiento.
Toda la acción política argentina de la actualidad no puede explicarse si antes no se conocen estas circunstancias que tan sintéticamente hemos expuesto. Entre los políticos que actúan hay quienes sirven estos intereses espurios pero, los hay también que, como nosotros, no desean cargar con el estigma vergonzoso de la traición; no todo está podrido en Dinamarca. Por eso, aún entre los "gorilas" mismos, las minorías políticas se ha dividido en los sectores representados por los que sirven a la Metrópoli (ARAMBURU, ROJAS, CON EL PARTIDO RADICAL DEL PUEBLO (INGLES) y los que resisten a ser "revolucionarios" para servir los intereses imperialistas que han de esclavizarnos nuevamente (FRONDIZI CON EL PARTIDO RADICAL INTRANSIGENTE Y ALGUNOS OTROS PROYECTOS DE PARTIDOS MINORITARIOS ENTRE LAS MINORIAS)
Lo curioso es que las fuerzas políticas de la revolución reaccionaria se agrupan en la "Unión Democrática" dentro de la cual militan comunistas, (que la formaron), conservadores, radicales, clericales, socialistas amarillos, demócratas cristianos, demócratas progresistas y todos los recortes y desperdicios de otros partidos que han desaparecido por inícuos. Todos ellos sirviendo al imperialismo británico, lo que no es raro, desde que la pérfida Albión ha conseguido también colaborar con el comunismo soviético al mismo tiempo que obtiene el apoyo de los Estados Unidos.
Cualquiera puede darse cuenta de que, en esta situación, el Movimiento Peronista está cosechando lo que ni siquiera ha sembrado. Por eso, cada día, hay más peronistas. Por eso nuestro predicamento en las masas es cada día más firme y mayor. Por eso, nuestra posición de intransigencia absoluta, es la palanca con la que hemos de mover a toda la Nación en el momento oportuno. La liberación representa dignidad y bienestar, la colonia no puede volver, porque no puede ofrecer las soluciones que el pueblo anhela para lo político, lo social y lo económico y, además, porque los que han probado la libertad ya no pueden someterse a la tiranía de los intereses que sólo dejan al Pueblo la LIBERTAD DE MORIRSE DE HAMBRE.
La política actual de la Argentina se ha desgranado en un desbarajuste insospechado, pero hay dos bandos bien definidos: los que sirven al Pueblo y los que obedecen los mandatos foráneos del Imperialismo. Eso es lo fundamental y en el Movimiento de Liberación Nacional que sostenemos y por el cual luchamos sabemos que tarde o temprano la decisión ha de favorecernos. Nosotros luchamos por un país y por un Pueblo joven que se reorganiza en el mayor desorden, ellos luchan por un imperialismo que se deshace en el mayor orden.
El destino de nuestros enemigos no puede variar. El signo ideológico de la democracia popular ha de presidir el próximo siglo. La diferencia es sólo si la hemos de imponer nosotros o la han de imponer los comunistas. Pero su destino no creo que varíe mucho por ello.
CAMINO AL PACTO. REUNION DE LA DIRIGENCIA
EN CARACAS PARA DECIDIR APOYO PRESIDENCIAL.
Desordenadamente, cual una conversación entre amigos, he ido recopilando todo aquello que en mi memoria, ha sido motivo de sobremesas. No he pretendido hacer una obra literaria, sino que he intentado dar respuesta a algunos de las muchos interrogantes existentes. Cada uno cuenta la historia a su manera. Algunos darán por cierto cuanto digo, y otros pondrán dudas, ya que han escuchado versiones diferentes. Queda, pues, a cada uno aceptar o rechazar lo que digo. A mi me resta la tranquilidad de saber que he dicho mi verdad, que he dado mi versión, y que si alguna persona puede sentirse menoscabada o herida en su amor propio, puede tener la certeza que no me ha guiado otra finalidad que expresar lo que he visto, y de la manera que lo he interpretado.
De todos los que estuvimos con el General en aquella etapa de su penoso exilio, puedo señalar que, salvo yo o Ester Méndez San Martín, ninguno ha llegado luego a él. Fui encargado de ciertas misiones que entonces me encomendara. Igualmente, entre todos aquéllos que estuvimos a su lado, contados hemos sido los que luego, al asumir el gobierno peronista en 1973, hemos ocupado cargos relevantes.
Muchos no pudieron sortear la nefasta influencia que ejercía el dueto Isabel-López Rega, que impidieron en todo momento que pudieran llegar al General quienes la habían conocido en Panamá o en Venezuela. Por mi parte, no puse interés alguno en colgarme en listas de candidatos a diputados, concejales, senadores o intendentes, ya que en esa especulación estaban y están los que se han puesto y se ponen la camiseta peronista, sin conocer o entender qué era lo que el General pensaba. Y así fueron y así van las cosas.
El General, cuando regresó, me convocó a su despacho, como en una de estas páginas lo digo. Estaba tremendamente amargado, ya que presumía el final de toda una lucha, no ignorando que simuladores y traidores, harían efectivas, en nombre de un mal llamado Justicialismo, las intenciones y propósitos de la revolución, por así llamarla, que lo derrocara en 1955.
Volviendo al ayer, regresando a Caracas, vivamos los acontecimientos de la última etapa de exilio en Venezuela.
Perón, luego del Jos Mary, se instaló en una modesta casa en la urbanización El Rosal. Era su cuartel general, y allí trabajaba y recibía gente. Gilaberte y yo, como he contado, nos instalamos en un departamento que alquilé a poca distancia de Quinta Mema, la residencia de Perón, en el edificio Riverside, lugar que periódicamente utilizaba el General para encuentros reservados, o bien para descansar y pensar con mayor tranquilidad.
Los celos de unos, y las ambiciones de otros, dieron como resultado algunos problemas entre argentinos, que trascendieron hasta las autoridades venezolanas quienes, a través de Pedro Estrada o del ministro Vallenilla Lanz, luego los comentaban con el General Perón. Los problemas de la casa eran originados en muchos casos por Isabel, que en sus elucubraciones, y respaldada por algunos de sus amigos, pretendía forzar su casamiento con Perón. Inventó, como se sabe, infinitas historias. Historias que aún hoy da sigue dando por ciertas, como queriendo justificarse ante todo el mundo.
La presencia de muchos dirigentes en Caracas, tuvo su origen en el propósito de influir en decisiones de Perón, buscando los caminos para congraciarse con nuestros enemigos, o bien negociar a espaldas del pueblo, apoyos o actitudes que pudieran servir para concretar a la canalla dictatorial. Las revoluciones eran vendidas a diario, y no impresionaban en absoluto al General, que conocía bien a los vendedores. Igualmente ponía en duda la honestidad de los ofrecimientos de políticos de todas las tendencias, que ofrecían a cambio de su reconocimiento y respaldo, las seguridades para que pudiera regresar a la Argentina y dar legalidad al Peronismo.
El voto en blanco, para la Constituyente, fue una decisión tomada con la seguridad de que el Pueblo Peronista era quien rechazaba a la manga de carcamanes y caducos, que desconociendo la Constitución del 49, querían imponernos otra, la cual no contemplaría los intereses de la Nación.
Para las elecciones presidenciales, Perón tuvo en cuenta algunas opiniones, principalmente las de sus amigos y seguros colaboradores Tal el caso del doctor Hipólito Jesús Paz, portador de un proyecto del Partido Conservador Popular y de su dirigente, el doctor Vicente Solano Lima, como también las opiniones de Borlenghi, Méndez San Martín e Ildefonso Cavagna Martínez, entre otros.
De la dirigencia sindical tomó opiniones, que en muchos casos eran calcadas unas de otras, presentando como solución a figuras o militares de reconocida actuación antiperonista, que de antemano daban derecho a toda duda.
En noviembre del 57, la presencia de Ramón Prieto con las propuestas de Frondizi y Frigerio, fueron atendidas por Perón. Del mismo modo, otros llevaron las de Balbín y también la de algunos otros políticos que pugnaban por ocupar despachos en la Casa Rosada.
A esa altura de la situación, luego de producida la fuga de Cooke, Kelly, Antonio, Espejo y Gomiz, se fue organizando la reunión que sobre fines de año iba a realizarse, y de la cual participarían activos dirigentes, de distintas corrientes, con diferentes propuestas, todas las cuales serían escuchadas por Perón.
Las reuniones se realizaron en el departamento que ocupaban Cooke y Kelly en el edificio Riverside, al lado del que teníamos Gilaberte y yo, donde, también, se hacían reuniones reducidas de las cuales participaban dos o tres personas con el General.
Participaron de ellas, según viene a mi memoria, Cooke, Alonso, Framini, Saadi, Paz, Borlenghi, Méndez San Martín, Cavalli, Madariaga, Serú García, Gomiz, Bagnasco, Olmos, Vicente, Sevillano, Oliva, Buceta, Elsa Chamorro, Sarita Romero Souza, Rosa Serrano, Elena Fernícola, Puente, Colom, Kelly, Américo Barrios, Gianola y el General Perón.
Las decisiones, finalmente, fueron tomadas por el General, que escuchó a todos, y a cada apresurado, le dio una "secreta confidencia", tal el caso Saadi, de quien desconfiaba. Regresaron todos al país, con la incógnita de lo que habría de suceder.
Al margen de esos grupos, se encontraban en Caracas Rogelio Frigerio y Ramón Prieto, los que mantenían secretas reuniones de las que participaba John William Cooke y en oportunidades, por sugerencia de éste, Oliva y Américo Barrios.
Luego de escuchar a todos, Perón había resuelto dar la información sobre su decisión, junto con las instrucciones para el electorado peronista, sobre mediados de febrero del 58, es decir, días antes de las elecciones.
Los hechos que se vivieron en Caracas, luego del primer intento de derrocamiento de Pérez Jiménez, apresuraron todos los cursos de acción que debían desarrollarse en vista a las elecciones en Argentina, por lo que con cierta anticipación se envió por intermedio de Oliva, Gomiz, Cavalli, Sevillano y otros dirigentes, la famosa orden para apoyar a Frondizi.
La decisión tomada por Perón se basaba exclusivamente en un golpe estratégico, ya que estaba plenamente seguro de que Frondizi no iba a cumplir con los compromisos, que figuran en el pacto firmado por el mismo, y del que fue portador el mismo Frigerio y Cooke. Cuando el General me entregó una de las copias, con el fin de que hiciera algunas más, recuerdo que dijo:"Pobre Frondizi, no sabe la que le espera. Dentro de su inteligencia, no duda que podrá gobernar a la Argentina. El plan expuesto por Frigerio, es bueno, en parte, en la medida que puedan dar al Pueblo todo cuanto se han comprometido concretar. Yo no creo que puedan hacerlo, pero en el apoyo que le estamos dando, esta la base para que puedan sentar los cimientos necesarios para el futuro del país. Si están resueltos de trabajar para el engrandecimiento de la Patria y la felicidad del Pueblo, nosotros no podemos negarnos a tal finalidad. Pero.... si esta maniobra electoralista, que supongo así es, no se ajusta a lo prometido, poco tiempo durarán en el gobierno. No ignoro, aunque supongan que así es, que por otro lado, los frondizistas han estado haciendo gestiones con nuestros enemigos, e, incluso, se han asociado en sus proyectos con grupos extranjeros que solamente buscan esquilmar a la Argentina. Así les irá."
El acuerdo, que como queda señalado tuvo que ser anticipado debido a los acontecimientos venezolanos, con las firmas de sus responsables, fue dado a conocer al salir Perón de Caracas rumbo a la República Dominicana. En las próximas páginas se lo reproduce junto con la comunicación enviada a la dirigencia.
EL PACTO PERON- FRONDIZI
El acuerdo fechado en febrero de 1958, y que fuera firmado por Perón, Frondizi, Frigerio y Cooke, comprometía a las partes a cumplir el siguiente pacto:
I.- Al fijar su posición frente a la elección del 23 de febrero de 1958, el peronismo
A) declarará que los partidos neoperonistas que deseen pertenecer al Movimiento deben retirar sus candidatos;
b) ordenará a los peronistas que hayan aceptado candidaturas que las renuncien, quedando, en caso contrario, separados del Movimiento;
c) Frente al hecho concreto de la votación, dejará en libertad de acción a la masa peronista a fin de que sufrague en la forma que mejor exprese su repudio a la dictadura militar y a la política seguida por ella en todos los órdenes;
d) aclarará que lo expresado en el punto c) no implicará, por parte de los peronistas, compromiso alguno con los partidos que elijan para expresar su protesta;
e) el documento contendrá un párrafo en el que se hará la crítica de la política conservadora, de manera que sea inequívoco que la opción no incluye al Partido Conservador Popular.
Queda aclarado que esta enumeración no limita en forma alguna el derecho del peronismo a fundamentar su posición frente al acto electoral y reafirmar las líneas estratégicas del Movimiento.
II) De asumir el gobierno, el doctor Arturo Frondizi se compromete a restablecer las conquistas logradas por el pueblo en los órdenes social, económico y político, adoptando entre otras las siguientes medidas:
1° Revisión de todas las medidas de carácter económico adoptadas desde el 16 de setiembre de 1955, lesivas a la soberanía nacional, y de aquellas que determinaron un empeoramiento de las condiciones de vida del pueblo. Se consideran como de fundamental urgencia el restablecimiento de la reforma bancaria de 1946, la estructuración de una política económica de ocupación plena y amplio estímulo a la producción nacional, la elevación del nivel de vida de las clases populares y el afianzamiento de los regímenes de previsión social.
2° Anulación de las medidas de toda índole adoptadas por el gobierno provisional desde el 16 de setiembre de 1955, con propósitos de persecución política;
3° Anulación de todo proceso, cualquiera sea su carácter, iniciado con propósitos de persecución política;
4° Levantamiento de las interdicciones y restitución de los bienes a sus legítimos dueños;
5° Devolución de los bienes de la Fundación Eva Perón;
6° Levantamiento de las inhabilitaciones gremiales y normalización de los sindicatos y de la Confederación General del Trabajo. Todo se cumplirá en un plazo de ciento veinte días. Las elecciones en los sindicatos serán presididas por interventores nombrados de común acuerdo;
7° Reconocimiento de la personería del Partido Peronista, devolución de los bienes y levantamiento de las inhabilitaciones políticas. Tanto la personería como los bienes serán acordados a las autoridades que designe el general Juan Domingo Perón.
8° Reemplazo de los miembros de la Suprema Corte de Justicia y eliminación de los magistrados que han participado en actos de persecución política;
9° En un plazo máximo de dos años se convocará a una Convención Constituyente para la reforma de la Constitución, que declarará la caducidad de todas las autoridades y llamará a elecciones generales.
Las medidas consignadas en los puntos 2°,3°,4°, 5°,6° 7° y 8° se adoptarán dentro de un plazo máximo de noventa (90) días a contar desde la asunción del mando (....).
Los firmantes empeñan su palabra de honor en el sentido de que hasta el primero de agosto de 1958 este plan permanecerá en reserva y solo podrá ser divulgado posteriormente por común acuerdo, salvo el caso de incumplimiento por las partes.
fdo: JUAN DOMINGO PERON
ARTURO FRONDIZI
ROGELIO FRIGERIO
JOHN WILLIAM COOKE
Ante el incumplimiento del compromiso contraído
por Frondizi y Frigerio,
se denunció el pacto el 25 de noviembre de 1958
y el peronismo inició una lucha contra el gobierno.
Como consecuencia de ello, los principales
sostenedores del pacto dentro del Movimiento,
fueron separados de la conducción, como también de
toda relación con el general Perón.-
VENDEPATRIAS Y CIPAYOS
Uno de los trabajos elaborados por el General, que mereció la atención de todos, fue el que bajo el título de VENDEPATRIA Y CIPAYOS, fue remitido a todo el mundo. Fue incluido en el libro que bajo ese mismo nombre se editó en varios paises, entre ellos Argentina. Sugestivamente, desapareció de las librerías, o bien fue escondido por temor a la acción policial. Dicho trabajo, que reproduzco, fue también parte del material que desde Caracas se hizo llegar a la Resistencia Peronista por medio de correos, antes de que Perón fuera obligado a salir de Venezuela.
El progreso técnico ha achicado la Tierra reduciendo en el tiempo los espacios. Nada importante que se produzca en Europa deja de tener inmediata repercusión en los demás Continentes.
Para estudiar un hecho político, social o económico, ya no es suficiente el conocimiento intrínseco, sino que es indispensable penetrar los acontecimientos que, en el orden mundial, los comprende y de donde, generalmente, provienen muchas de sus causas y aun sus consecuencias. Hoy los hechos históricos, forman una sola serie que envuelve al mundo y, muchas veces, un hecho producido en un país puede tener raíces en las antípodas. Por eso, al tratar lo que está ocurriendo en la Argentina he debido extenderme sintéticamente a lo que pasa en el mundo, como la única forma de ofrecer un panorama comprimido que permita encuadrar esos hechos y apreciarlos.
Como en los dramas de la ficción, también los de la realidad, por sangrientos y apasionados que sean, tienen su parte grotesca y a veces cómica; por eso los personajes que configuran las escenas del "Gran Guignol" argentino desde 1955, forman un abigarrado conjunto en el que intervienen tanto los cómicos como los trágicos.
Aramburu, llamado más comúnmente por el Pueblo "la Vaca", es sólo la cabeza visible de la dictadura, no es sino la máscara que cubre el verdadero rostro de la entrega. Este grotesco personaje es sólo el personero de un clan de vendepatrias que actúan entre bambalinas. Como en el circo, él es quien recibe las bofetadas pero, como en el circo, el payaso cree que el mundo gira a su alrededor.
El drama argentino no es, como pudiera creerse, un asunto improvisado. Todo ha sido minuciosamente estudiado y planificado por un equipo que actúa "detrás del trono". Aramburu está para leer, muy defectuosamente, los discursos que le escriben y para firmar los decretos que le preparan. Una banda de "gorilas" lo vigila para hacer cumplir las órdenes.
Detrás está el verdadero organismo, cuyos ejecutores inmediatos componen el elenco de la Presidencia y los Ministerios militares, disimulados en diversos cargos. En cada ministerio actúa una banda similar a la encargada de realizar el mismo trabajo con el Ministro. En las Fuerzas Armadas, detrás de cada comando, actúan elementos de estas bandas con el nombre de "comandos paralelos", lo mismo que ocurre en la Policía, la Gendarmería y grandes reparticiones autónomas. Una especie de policía secreta donde el espionaje y la delación son la regla. El Jefe de Coordinación de Informaciones, que centraliza todo este servicio, es un pintoresco General Quaranta, que el Pueblo graciosamente llama veinte y veinte, del tipo "carbonari", que gobierna los famosos Comandos Civiles Revolucionarios formados por bandas criminales que asaltan, roban y asesinan en la impunidad más absoluta. Actúan entre estos instrumentos de acción agentes de Scotland Yard especializados en la provocación y represión.
Todo este organismo articula lo que podríamos llamar la dirección visible de la reacción y los que cargan con la responsabilidad inmediata y directa de las enormidades que se cometen todos los días. Sin embargo, en la oscuridad, actúan las mentalidades encargadas de concebir y planificar las realizaciones, cuyos resultados hemos ya analizado. Es allí donde se mueven los verdaderos responsables y los auténticos vendepatria.
Casi todos los movimientos militares de tipo reaccionario en la Argentina, han tenido características similares. Marinos o militares aparecen en el Gobierno como "cabeza de turco",mientras las craneotecas accionan detrás de ellos para convertirlos en instrumentos de los intereses y pasiones más despreciables. Así, disimulados entre los más altos funcionarios actúan los vendepatria, verdaderos personajes de la traición, con predicamento entre militares y marinos, inclinados siempre a aceptar famas, aunque sean mal habidas, con tal de que les hablen en difícil y les traten cosas que ellos no conocen. En los distintos cargos de la administración se mueven los cipayos que actúan bajo la dirección del vendepatria y vigilan a éstos por cuenta de sus mandantes foráneos.
El VENDEPATRIA Y CIPAYO forman una especie conocida en todo el mundo y poseen una larga historia que se desarrolla en la extensión de todos los tiempos. Donde haya habido colonización ha habido vendepatrias y cipayos.
El vendepatria es casi siempre un personaje político de predicamento (entre los políticos, porque el Pueblo lo conoce y desprecia). El cipayo es mas bien un amanuense que busca beneficios pecuniarios.
Los vendepatria y cipayos actúan aislados o asociados. En la primera forma lo hacen personajes más o menos conocidos, a quiénes la propaganda publicitaria se encarga de dar prestancia y la "ayuda económica" lo eleva de acuerdo a las necesidades. Asociados actúan en los partidos políticos, en las organizaciones económicas y, en algunos casos, en las sindicales. Fuera de las anteriores actividades que les son específicas, dentro de la función que cumplen, ellos forman parte de todas las asociaciones, de cualquier especie, con tal que puedan servir a los fines de introducirse y figurar. Las asociaciones culturales y científicas suelen a veces mantener algunos de estos "animales sagrados" para presentarlos en los días de ceremonias y, de paso, por si alguna vez necesitan alguna "ayuda" foránea.
Los más decididos y activos, suelen formar en las organizaciones activistas, para aparecer y hacer méritos. Algunas veces son "comisiones de defensa de la democracia", Institutos Culturales, Confederaciones para la Defensa del Continente, Fundaciones de distinto tipo y diferentes fines, Liga de los Derechos del Hombre, Socorro Rojo Internacional, Grupos Insurrexis, etc.
Generalmente son miembros conspicuos del "Rotary Club", pertenecen a distintas logias, están relacionados y ligados a las embajadas y al personal diplomático (por intermedio del cual obtienen algunas franquicias aduaneras), asisten a conferencias, están en todas las recepciones y son infaltables a las ceremonias que interesan a sus funciones.
Dedicados a la confraternidad verbalista, donde colocan alusivamente los conceptos que interesan a su prédica. Si llegan a un puesto público entonces su prédica se acentúa, se intensifica la propaganda sobre su persona y desde el cargo son incondicionalmente útiles a los fines ocultos de su función. Si caen en desgracia, reciben como compensación un cargo en la UN, en la UNESCO, o en la OEA o en su defecto un buen negocio de asesoramiento privado en alguna compañía o directorio.
Cualquiera que, simplemente, imagine la mentalidad de esta gente y la ética que preside su conducta, podrá también imaginar lo que le ocurrirá a un país que, aunque sea momentáneamente, caiga en tales manos, como le ha ocurrido a la República Argentina. Individuos sin escrúpulos y con una avidez incontenible de dinero, capaz de impulsarlos hasta la traición, ante las arcas abiertas de la Nación, se han olvidado de todo y se han dedicado al saqueo liso y llano de los bienes nacionales.
Nada ha representado un obstáculo para ellos y los atropellos han llegado a límites inauditos. Cada uno ha tomado lo que ha podido, y, como es natural, las consecuencias comienzan a hacerse sentir ahora sobre el estado económico-fianciero de la comunidad. Así, entre tanto entregaban al país, se dedicaron a saquearlo.
Este saqueo ha recorrido todas las gamas de la posibilidad. Desde el hurto directo en las casas de familia hasta el desfalco del Estado, esta comandita de malandrines ha recorrido toda la escala social. Así han saqueado casas particulares de los enemigos políticos, en las cuales se han robado hasta los enseres de cocina, hasta establecimientos importantes que han sido prácticamente desmantelados.
Dos ejemplos aclararán mejor estos procedimientos: ¿cómo fue saqueada la industria Mercedes Benz de Buenos Aires?... Se comenzó por ocuparla con tropas u oficiales de marina, allí los oficiales se apoderaron de todos los automóviles y camiones existentes en los depósitos y talleres, se robaron hasta los cajones de tornillos y, no se llevaron las máquinas, porque eran demasiado pesadas. Una vez que esta primera ola pasó, cayó la segunda, representada por los interventores. Ellos comenzaron por hacer llegar a los propietarios de la firma, propuestas de comidas para "arreglar" el asunto, una vez que saquearon lo que había, de lo que no escaparon ni los aparatos de radio, cuadros y muebles diversos de las oficinas y talleres. Clausurada la fábrica, desapareció de ella todo lo que no estaba adherido al suelo. Fue un saqueo integral, comenzó en la caja y terminó en el último rincón del último establecimiento. Bastaría recorrer las casas particulares de las intervenciones para comprobarlo.
Otro caso fue el saqueo de la Fundación Eva Perón, que comprendía más de cincuenta establecimientos de ayuda social, instalados magníficamente. El procedimiento fue similar: primero se ocuparon los establecimientos que fueron literalmente desmantelados por los jefes y oficiales de las fuerzas que los ocuparon, que se robaron hasta la ropa de cama, dejando sólo lo que, por adherido al suelo, no se pudieron llevar. Más de quinientos vehículos fueron robados por los jefes y oficiales de las fuerzas que llegaron primero. Luego llegó la intervención que se encargó de terminar con más de ochocientos millones de pesos que la Institución tenía en el Banco y con sus bienes que representaban un patrimonio que pasaba los diez mil millones de pesos. Hay que hacer notar que esta Fundación era una entidad privada, costeada integramente por el Pueblo, en la que el Gobierno no tenía absolutamente ninguna intervención. Su Directorio fue disuelto, ocupada la sociedad y confiscados sus bienes.
Lo mismo podríamos decir de lo que ocurrió con la Confederación General del Trabajo y más de quinientos establecimientos pertenecientes a los sindicatos obreros que fueron ocupados y saqueados por estas bandas de depredadores que dejaron las instituciones del Pueblo como si hubiera pasado por ellas una manga de langostas. ¿Quiénes intervinienron en estos asaltos y depredaciones?... Todos, absolutamente todos los que intervinieron en la fatídica asonada y los maleantes que se plegaron a ella, como se pliegan siempre los ladrones, en las horas del saqueo. La República Argentina hacía más de un siglo que no presenciaba escenas de saqueo en su territorio y a estos bandidos les cabe el triste honor de haberlas reeditado. No es difícil que ellos mismos paguen algún día las consecuencias de su propia perversidad y rapiña.
Como siempre sucede, en estos casos, la mejor parte no la sacaron los depredadores directos, sino los que pudieron "a posteriori" accionar con la impunidad de los decretos leyes que oficializaron el saqueo de lo que quedaba.
Cuando ya no quedaba nada para robar allí, los que no habían conseguido sino pequeñas cosas, se replegaron a sus cargos públicos desde los cuales comenzaron a preparar los negociados. Los primeros y más provechosos los realizaron con las empresas interdictas, cuyas acciones perdieron, al ser intervenidas, todo su valor, lo que aprovecharon las bandas organizadas para "comprar acciones por moneditas" (como lo dijeron ellos mismos), después de lo cual hacían dar al "gobierno" un decreto retirándolas de la lista de interdictos, con lo que las acciones tornaron a su valor inicial, capitalizando así fabulosas ganancias o quedándose prácticamente con las empresas.
Le siguió a eso el famoso negociado de los cambios que se realizó desde el gobierno mismo por medio de testaferros. Cuando se produjo la asonada de setiembre el peso amenazó con bajar drásticamente. Para evitarlo se procedió a realizar una desmedida propaganda, al tiempo que se lanzaba al mercado dólares libres, haciendo que el peso argentino subiera proporcionalmente y aprovechando para comprar dólares en una gran cantidad, después de lo cual se dejó caer la moneda argentina a la minimaación de su historia y ganando la diferencia estos aprovechados y ocasionales especuladores. Al final de cuentas todo este negociado lo pagó el Estado a través del Banco Central. Después de este primer éxito, el procedimiento ha sido la norma para los que siguieron haciendo este productivo negocio a costillas del Pueblo.
Con los permisos de cambio y de importación se han realizado negociados fabulosos todos en perjuicio del fisco y de la industria nacional y, cuando ya todo parecía poco se llegó hasta lo más inaudito que se conoce en el país, se oficializó el contrabando, declarando que la República Argentina al sud del paralelo 42°, es decir media República, era zona libre. Se retiraron las aduanas y comenzó el contrabando en gran escala realizado por los jefes y oficiales de las fuerzas armadas que, sin duda no habían podido realizar los otros negociados, ni alzarse con nada en el saqueo inicial.
Como si esto fuera poco se ha llegado a "oficializar" la coima en todas partes y nada se puede hacer sin pagar. Es claro que este procedimiento se aplica a los grandes negociados, especialmente en la compra de materiales, armamentos y dotaciones para las fuerzas armadas que se han comprado en enormes cantidades.
El servicio exterior está costando al país casi diez veces más que el normal en divisas y sus partidas de gastos secretos que, generalmente van a parar a los bolsillos de los funcionarios, han llegado a adquirir, naturalmente, la importancia que corresponde, en estos casos, a las partidas sin cargo de rendir cuentas.
Sería largo de enumerar las atrocidades que en este sentido se están cometiendo en perjuicio de la Nación; baste decir que un presupuesto de quince mil millones de pesos anuales, que nosotros cerramos siempre con superávit, está produciendo en la actualidad un déficit de otros quince mil millones. Frente a tales circunstancias no puede haber economía privada ni estatal que resista.
Frente a todo esto, que caracteriza una época y señala un proceso, en el orden administrativo no se ha hecho nada durante dos años. Todo el país está paralizado y ya, la incuria gubernamental comienza a producir sus primeras consecuencias, los caminos están intransitables porque desde hace dos años no se realizan tareas de conservación alguna de los mismos y cualquier carretera del mundo que se abandone en esta forma termina por destruirse. Cada día que pase el problema será peor. Aramburu cree que esto se puede subsanar hablando desde la Casa de Gobierno y quejándose contra el Pueblo, contra los industriales o contra el Gobierno Constitucional. Lo mismo ocurre con los ferrocarriles, la flota mercante, los teléfonos, el combustible, los abastecimientos, etc. etc., y es de esperar que si esto sigue así, el país no tardará en detenerse. Entonces Aramburu dirá que "el tirano" está deteniendo todo desde Caracas y pedirá a las Naciones Unidas o a la Organización de los Estados Americanos o a la Conferencia para la Defensa del Continente que se me expulse del continente, como si con ello pudiera alguien darle un nuevo cerebro o incorporarle a su mentalidad algo de la "paloma del Espíritu Santo".
Este es el bando de la traición; a nadie le importa un rábano del país. Todos han llegado allí para sacar ventaja y no para resolver problemas de ninguna clase. Por eso los hombres, con o sin uniforme, cuando no son bandidos, son incapaces y algunas veces, ambas cosas.
Como consecuencia de todo lo anterior y de muchas otras cosas que omitimos por respeto a todos, el Pueblo desprecia olímpicamente a todas y cada una de estas alimañas que azotan al país. Como consecuencia de sus crimenes y persecuciones, el Pueblo odia a estos sátrapas, a quiénes considera, con razón, culpables de sus desgracias presentes.
Vistos por colectividades, las huestes de la depredación constituyen sectores inconfundibles e inconfundiblemente enemigos del Pueblo por antonomasia. La oligarquía autora de salvajismos incalificables se ha tomado venganza del Pueblo. La Marina, sector con aspiraciones a formar parte de esa colectividad, la ha seguido con una acción digna de mejor causa. No se han distinguido por lo contrario algunos elementos del ejército y la aviación, instituciones que, a pesar de vivir del Pueblo, se han comportado como sus verdaderos enemigos. El clero, ha asistido impasible a los crimenes más repugnantes cometidos por la oligarquía y las fuerzas armadas, quedando a los ojos del Pueblo desprestigiado y odiado como sus demás enemigos. Si bien ni la oligarquía ni el clero han dado la cara, el Pueblo no ignora que ellos han sido los verdaderos inspiradores de todo.
Los partidos políticos minoritarios que formaron el elenco de la destrucción en el campo partidario, constituyen un conglomerado heterogéneo y anacrónico. Se juntan allí los comunistas, socialistas marxistas, radicales, conservadores, clericales y sectores indefinidos, que forman un contubernio evidentemente minoritario, electoralista, al servicio de inconfesables intereses divorciados del Pueblo. En esa masa se encuentran los antiguos dirigentes políticos, repudiados por las fuerzas populares, que también han sumado su acción en la venganza ejercida contra el Pueblo.
Junto con las fuerzas del crimen, actúan en extraño maridaje una multitud de agentes de todo orden, entre los que se distinguen los de las agencias de noticias, como la United Press, que también son parte en este pleito. Ellos se mueven para engañar al mundo, mintiendo o usando la forma más vil de la mentira, que consiste en ocultar la verdad. Esos agentes que reciben también un pago hacen "juegos malabares" para disfrazar la verdad y bastaría comparar los cables de hace un año con los que ahora transmiten, para percatarse hasta dónde llega su falta de honestidad profesional o cuánta puede ser la influencia del dinero en la información.
Además de este personal foráneo inmiscuido en los problemas argentinos y en su política interna, haciendo poco honor a lo que declaman todos los días, existen legiones de individuos que trabajan, codo con codo, con la oligarquía y la dictadura, en la depredación del país. Ellos, que se ocuparon antes de diversas funciones inconfesables esperan el caos porque "a rio revuelto sobreviene la ganancia del pescador". Conectados con los vendepatria están haciendo su agosto y hasta forman parte del "gobierno" al que inducen a tomar las providencias que les favorecen.
Caracas, 1957
SE FRUSTRAN ATENTADOS. LA ORDEN DE ARAMBURU Y ROJAS: "MATAR A PERON".
Los intentos criminales de los "democráticos" liberticidas que en el 55 produjeron la conocida asonada, fueron varios. Para ello contrataron todo tipo de individuos relacionados con el delito, invirtiendo grandes sumas en financiarlos.
En Panamá resultaba mucho más fácil el control, ya que siendo Colón una ciudad pequeña, todos los movimientos que se registraban eran fácilmente advertidos. La Guardia Nacional ejercía eficaz vigilancia, y si bien los mercenarios podían llegar ocultos entre tripulaciones de buques que atravesaban el canal,y también otros podían arribar por la carretera que llega a Costa Rica, existían "custodios" panameños, que por simpatía al General se habían convertido en nuestros informantes.
Además, cuantos arribaban a Tocumen, el aeropuerto internacional, eran inmediatamente fichados, y los propios trabajadores del lugar hacían llegar comunicaciones, tanto a la Guardia, como a nosotros. Una red perfecta.
Pero en Caracas era distinto. Una ciudad en crecimiento, con miles de trabajadores que llegaban a diario para trabajar en las grandes obras del gobierno, hacían poco menos que imposible ejercer un total control. Seguridad Nacional proporcionó dos agentes permanentes para la custodia del edificio, pero es infantil pensar que los que iban a consumar un crimen, pudieran hacerlo directamente, suponiendo que los agentes destacados se hubieran descuidado.
Los intentos criminales eran planificados en Buenos Aires. Según nos contaron luego, en las propias oficinas de la casa de gobierno, existía una sala donde se había reproducido en una maqueta el área de oficinas y domicilio de Perón, además de contar con una galería fotográfica donde figuraban todos aquéllos que de una u otra forma tenían acceso a la vivienda, los que concurrían a las oficinas, y, también, cuadros que incluían informaciones sobre parientes y amigos de quienes estábamos en el círculo cercano a Perón. Nada escapaba a los agentes, y figuraba un grupo de cuatro, por cada uno de nosotros, los cuales nos hacían los seguimientos, controlaban nuestras actividades, se turnaban en los controles que se hacían sobre el domicilio de Perón o en las oficinas del Edificio Central, etc.
El primer intento serio de Caracas de eliminar a Perón, como lo cuento en otro capítulo, fue en 1956. Telefónicamente nos anunció su llegada (flor de caradura o vivo), un tipo llamado Lluvisa Nicodevieth, alias Jack, que llegó procedente de Tanger, y cuyo frondoso prontuario registraba una serie de crímenes que, bien valorados habían sido por los mandantes gorilas. El encargado de contratarlo fue el Primer Secretario de la Embajada Argentina, de apellido Rotjer, quien tenía vínculos con organizaciones delictivas internacionales, y se dedicaba también - de acuerdo a informaciones dadas por Seguridad Nacional y recibidas del F.B.I. - por via diplomática al tráfico de estupefacientes.
Según pudimos saber luego, Jack había sido llamado por Rotjer, suponiendo en principio que lo que debía hacer, era uno de esos llamados "ajustes de cuentas" dentro del hampa. Cuando este asesino se enteró de que su misión era eliminar a Perón, se negó a hacerlo. Esto le costó que la misma embajada, a través de Rotjer, lo amenazara, con lo cual se obligó a intervenir al "cerebro delictivo", el Consejero Barragán.
Atemorizado por esa actitud, el tangerino se presentó en el departamento que ocupaba el General Perón en el edificio Jos Mary, para enterarlo de lo ocurrido, informando además haber realizado gestión similar en la Embajada de los Estados Unidos, ante los agentes locales del FBI.
Nosotros, a nuestra vez, dimos información a Seguridad Nacional, que estaba al tanto de los antecedentes por intercambio de información con los yanquis, la que se hizo cargo de las acciones posteriores.
Fracasados en ése y en otros intentos menores, el gobierno argentino procedió a designar al general Carlos Severo Toranzo Montero, a quien habían elevado de rango para tal finalidad, como embajador en Venezuela. Sus primeras "confidencias a los amigos" señalaban sus continuas bravatas acerca de que había llegado con la finalidad de poner punto final a nuestras actividades y terminar con Perón.
En efecto. Toranzo Montero había recibido del gobierno aramburista la misión de eliminar al General Perón, contando para ello con un equipo que lo acompañó, integrado por el capitán Pedro Antonio Giménez, más conocido como "el torturador de Córdoba", para que junto con otros delincuentes que fueron designados como agregados a la Embajada, planeara y ejecutara sobre el terreno las acciones necesarias para lograr el fin perseguido.
Nosotros no ignorábamos el plan, dado que desde Buenos Aires, nuestros propios agentes infiltrados dentro de los servicios de inteligencia y en la Casa de Gobierno, nos hicieron llegar la información junto con otros detalles, tal el caso de fotografías y otros elementos probatorios.
Quien ejercía el control de este operativo asesino, era el Consejero Barragán, cuya fama de matón le había ganado el respeto de los enmariconados funcionarios diplomáticos destacados en Caracas. Conociendo a todos, nos fue fácil ir colocando en el camino "cáscaras de bananas", para lo cual contamos con muchas personas que colaboraron. Unas dentro de las esferas comerciales, otras, dentro de la farándula y vida nocturna, y también en establecimientos a los que diariamente concurrían estos "calificados ciudadanos o turistas". Algunos agentes de los servicios de inteligencia de los yanquis nos daban a diario ciertas informaciones que obtenían, ya que disponían de buenos equipos de interferencia de comunicaciones, y también procedían a grabar a distancia conversaciones, material que luego de ser analizado por Seguridad Nacional, era entregado al General.
La cooperación de los agentes de inteligencia y contraespionaje, nos permitieron disponer de un amplio detalle de los domicilios contratados por agentes argentinos, como también la nómina de ocupantes, muchos de los cuales fueron infiltrados por nosotros, en especial muchachas que ejercían la prostitución. Esto hizo posible que pudiéramos colocar equipos de grabación en esos departamentos, - con la cooperación de las autoridades venezolanas y agentes del F.B.I. destacados en Venezuela - y disponer de testimonios verbales acerca de todos los planes en ejecución.
En conocimiento de la firme decisión del gobierno argentino de asesinar a Perón, al igual que eliminarnos a los testigos a cualquier precio, hizo que se decidiera el cambio de domicilio con carácter urgente.
El doctor Hipólito Jesús Paz nos hizo llegar anticipadamente información de sumo valor, que coincidía plenamente con la enviada desde Buenos Aires, donde señalaban la inminencia de un acto criminal fijado para el 25 de mayo, mientras en la Embajada Argentina en Caracas se festejaba la fecha patria. La orden de asesinar a Perón había emanado directamente del contralmirante Isaac Rojas, que oficiaba de vicepresidente, el general Quaranta, jefe de los servicios de inteligencia, a través del consejero Barragán. El comando estaba integrado por un grupo de suboficiales de las fuerzas armadas, dos de cada fuerza, y era presidido por un tal Nomariuk o Romaniuk de la Fuerza Aérea.
Muchos fueron los problemas que generó el fracaso, no sólo en el exterior, sino en la propia Argentina, donde se habían hecho cargos al capitán Giménez, auxiliar del Agregado Militar en Caracas, por no haber tenido la decisión de actuar directamente en el hecho criminal, y también por no haber ejercido mayores presiones sobre el bisoño embajador Toranzo Montero.
Un nuevo equipo juramentado debía viajar una vez más a Caracas, pero la ruptura de relaciones que se produjo como consecuencia de la insólita conducta del gobierno gorila, marcó un compás de espera.
No obstante, los numerosos agentes instalados en Caracas y ciudades vecinas, continuaron operando. Mantenían una constante vigilancia sobre todos nosotros, además de intimidar mediante anónimas llamadas telefónicas y cartas, a todos aquellos que por una u otra razón lo visitaban o conversaban con Perón.
De la misma manera se intensificó una acción de prensa, a la que se prestaban generosamente diario venezolanos que ponían alto precio al centimetraje, no olvidando que en una oportunidad, mientras cumplía tareas en la empresa de Capriles, éste me llamó a su despacho para comunicarme sobre una contratación hecha por el gobierno argentino, a través del periodista Moleón, donde se difamaba al General.
Dado que la empresa pretendía que cubriéramos el costo del espacio que podía ocupar esa nota, nosotros nos negamos a aceptar tan sucia propuesta. Uno de los empleados de Capriles, por su cuenta, mandó al cierre la nota para ser publicada, y, ante un aviso recibido por parte de un obrero de la imprenta, denunciamos el hecho ante las autoridades venezolanas, las cuales, procedieron a intervenir, e impedir la aparición de esa edición. Cabe suponer cuáles fueron las consecuencias que siguieron contra mi persona y mi relación con ese grupo.
No obstante, Miguel Angel Capriles y su hermano Renato, reconocieron que había actuado con lealtad y me reintegraron a las funciones que ocupaba, ciertamente por poco tiempo, ya que luego se decidió la formación de la agencia de publicidad Norte S.A., de la que he dado cuenta anteriormente.
Pero no fue el último intento el del 25 de mayo. Teníamos conocimiento que en cuanto se superara el clima adverso y que las aguas pudieran parecer calmas, otro sería el peligro. De Buenos Aires llegó información sobre la presencia de un individuo en Caracas, que habiendo llegado directamente desde Argentina previa escala en Brasil, iba a tomar contacto con los agentes que quedaron en Venezuela, para - antes de las elecciones presidenciales - asesinar a Perón y provocar conmoción en la Argentina lo que significaría una postergación del acto electoral por un tiempo mayor. Esto, también fue informado al General por el doctor Hipólito Jesús Paz, que viajando a la "cumbre" desde los Estados Unidos, le fue proporcionado por las autoridades de ese país un detalle del plan elaborado en Argentina, junto con comentarios sobre la revolucion que se gestaba en Venezuela, asegurándole al General que no habría inconvenientes para él posteriormente.
Desde los Estados Unidos, el Departamento de Estado alertó al gobierno venezolano sobre esta posibilidad (el atentado), pero Seguridad Nacional no puso mayor empeño en buscar a ese agente, ya que vivían la propia crisis que finalmente provocaría la caída del gobierno de Pérez Jiménez.
Tomamos las precauciones del caso, particularmente porque en esos días se habían dado cita en Caracas dirigentes del peronismo y neoperonismo, como también enviados de otros partidos, todos los cuales pugnaban por sacar beneficios de Perón para sus propias apetencias políticas. Ese clima, al que también se sumaban las intrigas "palaciegas", y donde los intereses personales llegaban a niveles insospechados por parte de quienes se decían los iluminados que conducirían nuestro Movimiento, hacía imposible poder acumular mayor información sobre el atentado que se gestaba. ¿Qué les importaba Perón a algunos dirigentes, si ellos, lo que pretendían, era el "oleo bendito" para sus candidatos, y así asegurarse un futuro?... El General nos llamó a Gilaberte y a mí, y nos dio la información que obraba en su poder. Quién habría de comandar ese grupo criminal era un tal "Tarzán", apodo que escondía al personaje en cuestión, que como la única referencia que pudo lograrse, fue que en su momento tuvo alguna figuración en la Argentina.
Con urgencia, solicitamos mayores datos a nuestros compañeros en Buenos Aires, los cuales, sólo nos hicieron llegar fotografías de César Llanos, actor de radioteatro y televisión que había personificado en su momento al Rey de la Selva, material que en nada sirvió, ya que a éste no lo ubicaban en territorio venezolano, y tampoco salido de Argentina.
Ante la conmoción existente en Caracas a causa de los problemas que afrontaba el gobierno venezolano, se solicitó ayuda a todos nosotros. Guillermo Patricio Kelly, con su colaborador y amigo, Carbonell, se puso a disposición de Seguridad Nacional, colocando la "experiencia" al servicio de los que combatían a los conspiradores de ese país. Se suponía cierta relación de los mismos con los agentes argentinos, ya que existía similitud en los hechos que se registraban en contra del regimen imperante. La detención de un conspirador, permitió a Kelly obtener valiosa información encontrada en una agenda del mismo, donde se señalaba a un individuo de nacionalidad guatemalteca, que recientemente llegado a Caracas, tenía a su cargo la coordinación de algunos atentados que conmovieran a la opinión pública.
Lograda esa información, precisamente en las primeras horas del día 24 de diciembre, la misma me fue transmitida por el General Perón telefónicamente a la oficina de Norte Publicidad, encomendándonos la tarea de ubicar a ese individuo. Los datos filiatorios no eran muchos, por lo que dentro de la mayor nebulosa, debíamos encontrarlo antes de las 12 del mediodía, hora en que se estimaba, que en el edificio Central, donde estaban las oficinas que utilizábamos, se registraría un atentado que pondría fin a la vida de Perón. El manco Hernández, agente de Seguridad Nacional, se puso a trabajar con nosotros, cayendo mal la negativa de Américo Barrios de secundarnos en esa búsqueda, aduciendo que más que un atentado contra Perón, era posible que esa denuncia hubiera sido hecha para confudir a la inteligencia venezolana.
Gilaberte y yo buscamos por todos los rincones a este individuo, al que sobre la hora pudimos ubicar instalado en un piso vecino al de la oficina. Fue detenido y llevado a dependencias de Seguridad Nacional. Allí confesó estar relacionado con revolucionarios venezolanos, pero que no tenía la finalidad de asesinar ni atentar contra Perón.
No obstante, en sus declaraciones señaló a varios individuos, uno de los cuales (Cholo Alenci) había alquilado y estaba habitando uno de los departamentos en el edificio que el General había ocupado (Jos Mary), y que sus negocios, por así llamarlos, dado que era tratante de blancas, tenían origen en la Argentina.
Se desarmó así otro intento de asesinato, pero no se pudo obtener mayor información sobre el personaje que buscábamos, el famoso Tarzán.
Con el tiempo, ya en Argentina, pude enterarme por intermedio del compañero Roa, que el famoso "Tarzán" era un conocido modelo de televisión de apellido Chávez, el cual era activista el Partido Comunista, que había contado con el apoyo de Quaranta para esa misión. Fue uno de los que saqueo nuestros domicilios cuando se produjo la revolución en Venezuela, según ese testimonio, agregando que por su amistad con la actriz Zoe Ducós, estuvo escondido en el sótano de su residencia (estaba casada con el 2° de Seguridad Nacional) precisamente el día 31 de diciembre, cuando nosotros en la planta alta esperábamos el nuevo año. En esa reunión estábamos como invitados, Cavalli, Sevillano, Borlenghi, Alonso, Kelly, Jorge Antonio, Charlo, Galán, Sabina Olmos, un prestidigitador Wasmann, dos emisarios de Fidel Castro, Gilaberte y yo, entre otros, siendo el invitado de honor el General Perón.
Desconociendo el peligro en que nos hallábamos, tras las doce campanadas del nuevo año, regresamos a casa. Dejamos al General en su domicilio, mientras Gilaberte y yo nos instalábamos en nuestro departamento en el edificio Riverside. La sorpresa vendría horas después. Esa mañana estallaba el primer intento revolucionario contra Pérez Jiménez. Lo que parecían fuegos de artificio, fueron cañonazos y bombas. Minutos más tarde, el General junto a Isabel, se instalaban con nosotros en el departamento para vivir un día de angustia. López, Salinas, Bruno y González, recorrían la zona controlando todo movimiento, presto a colaborar en cualquier acción necesaria.
DERROCAN AL GENERAL PEREZ JIMENEZ.
MOMENTOS DE ANGUSTIA EN CARACAS.
La situación en Venezuela, tras los acontecimientos con los que se inició el año, obligaron al General a decidir una nueva estrategia. No ignoraba que habrían de ser pocos los días en que pudiéramos quedarnos en Caracas, ya que solamente los tontos podían suponer que la situación habría de solucionarse. La caída de Pérez Jiménez era un hecho, no obstante las seguridades que su gente quería dar. Impopular, en grado sumo, no contaba con una estructura lo suficientemente fuerte como para resistir los embates de una oposición, que también sirviendo intereses foráneos, se empeñaban en instaurar un supuesto régimen democrático
Perón, con su ojo avizor, veía la realidad. A su alrededor se movían muchas opiniones, tratando de influir en él, y si bien en las apariencias las aceptaba, no dejaba traslucir en su intimidad señalar lo que habría de suceder.
Llamándome una mañana, luego del primer intento, me invitó a dar un paseo en el automóvil, aduciendo que quería manejar y conocer bien mi Borward Isabella. Lo fui a buscar, se sentó frente al volante, y salimos a recorrer calles caraqueñas. En el transcurso del paseo, me dijo:
"No dudo, Landajo, que cuanto hemos supuesto se habrá de concretar. Los días de este gobierno están contados, pero no podemos manifestar esta opinión, ya que sería un suicidio hacerlo. Los primeros golpes, los de días pasados, no se concretaron en un éxito, debido a que las cosas no estaban dadas, no existiendo coordinación alguna entre los revolucionarios o golpistas.
Este es otro intento de los yanquis, que han perdido todo respeto y confianza hacia Pérez Jiménez. Por esa razón, debemos estar preparados para todo. No podemos ignorar que los gorilas argentinos están en comunicación y acuerdo con los golpistas venezolanos, los cuales, en su momento, habrán de dar carta blanca para que los comandos actúen en nuestra contra. A nuestro alrededor ya sabemos que hay amigos o seudo amigos, que si bien nos pueden prestar algún apoyo en emergencias que se habrán de presentar, no son dignos de la total confianza. Por esa razón, y como en el auto estamos solamente nosotros dos, podemos conversar con total franqueza y confianza.
He visto con preocupación, que en la oficina se ha metido ese periodista ecuatoriano, amigo de Jules Dubois, el cual tiene un buen trato con Américo Barrios. La información que obra en mi poder sobre el mismo, es que está prestando un servicio a la inteligencia yanqui, a la vez de tener contacto con algunos de los que habitan la embajada argentina. Tengalo bajo la mira, ya que nuestro Tribuno (Américo Barrios) le tiene una muy particular simpatía y lo ha llevado a vivir a la pensión en la cual habita. El mismo está enviando comunicados a Nueva York, y le ha solicitado al "coronel Dubois" su intervención para el caso de producirse en estos días la caída del régimen venezolano.
En cuanto a Capriles, el mismo se encuentra detenido en la cárcel destinada a los directores y propietarios de los medios de difusión, y le agradeceré lo visite en mi nombre, para expresarle mi solidaridad, y que he pedido muy especialmente a Miguel Sanz, que le den un buen trato, ya que es un amigo. No podemos olvidar sus jugarretas y picardías, pero tampoco es noble el olvidar que en su momento se prestó a darnos su apoyo en alguna manera. Además, su hermano Renato le ha prestado a usted ayuda, por lo que sería mal de su parte, negarle solidaridad y apoyo en estos momentos en que la razón no cuenta para muchos.
Yo, en la casa, tengo que aceptar muchas presiones de parte de gente vinculada al gobierno, como también simular creer lo que nuestros conocidos quieren hacerme ver como la realidad. No obstante, le ruego mantenga contacto con grupos gremiales contrarios al gobierno, y me tenga informado de cuanto dicen o anticipan. Se que estamos en víspera de un paro revolucionario, que si bien el gobierno y Seguridad Nacional dicen que lo habrán de superar, estoy convencido de que el mismo será tan exitoso, que minará toda posibilidad de resistencia o de acuerdo con Pérez Jiménez.
En cuanto a lo nuestro, debo decirle que se está intensificando de parte de Cooke, Américo y González Torrado una campaña en su contra. A usted y Gilaberte los están maltratando con muchas mentiras y difamaciones, a las cuales también se están plegando otros, tal el caso de Kelly, Galán y algunos amigos de Isabel, como ser, Algarbe. Todos están relacionados con un plan tendiente a debilitarme, quitándolos a ustedes de mi lado, por lo qué, si nota en mí algún desplante, sepa que es algo que me veo forzado a hacer, para sí darle cuerda a quiénes solos, se habrán de ahorcar.
Previendo que estamos ya sobre horas muy decisivas, tengan previsto que en cualquier momento deberemos buscar refugio en algún lugar en Caracas. Los agentes de la dictadura están al acecho, y como están bien relacionados con los golpistas venezolanos, puede ser que llegada la hora traten de ejecutarnos en algún lugar, achacándole la culpa a quiénes están en contra de este gobierno. Tomen los recaudos del caso, y no lo comenten ni siquiera entre ustedes, ya que no sería nada extraño que en el departamento exista algún micrófono oculto, para escuchar cuanto ustedes conversan. El atentado que usted sufriera días pasados en este, su coche, no fue nada más que un aviso. Era para señalarle que conocen sus movimientos, y que saben que usted se mueve de un lado a otro con este vehículo. Miguel Sanz ya me informó que quiénes lo atacaron son dos muchachos, uno italiano y otro español, quiénes argumentaron seguirlo en la seguridad de que usted venía enamorando a la esposa de uno de ellos. Pero, se supo, que el mismo también frecuentaba el edificio Jos Mary, donde trabajaba en portería su suegra, Agueda, la cual pasaba información sobre nuestros movimientos.
No se le ocurra informar a nadie sobre cuanto estamos conversando, ya que puede ir en contra de nuestra propia seguridad. Lo mismo, recomiende a Gilaberte, señalándole que Eloy Garabito, si bien es un buen peronista, es muy suelto de lengua, siendo posible que en su afán de ayudar, cometa alguna infidencia que nos cree problemas.
Esté atento cuando se produzca el intento de huelga anunciado por los trabajadores, ya que han fijado como centro de inicio de la misma un hecho significativo frente al edificio Central. Desde las ventanas de las oficinas, usted podrá seguir todos los movimientos que se vayan registrando, y le agradeceré que me los vaya detallando minuciosamente a medida que se produzcan. Seguramente estarán en el lugar Américo, como también ese periodista Bastidas.
Regresamos a la casa. Terminó el almuerzo, al que había invitado a Borlenghi. Este se encontraba en Caracas participando del encuentro de la dirigencia peronista que había sido convocado para tratar con el General aspectos de los apoyos en vista a las próximas elecciones, la sobremesa se extendió debido al análisis de las conversaciones de las cuales, el ex ministro del interior, había participado esa mañana.
Mire, General, señaló Borlenghi, los muchachos están muy preocupados, ya que por un lado están las versiones sobre apoyos que anticipó a Saadi y a la Chamorro. Por el otro, están las confidentes charlas de Cooke, Kelly, Américo, González Torrado y otros compañeros, los cuales anticipan tener ya la primicia de su apoyo a Frondizi. Tanto es así, que Américo señala que será el Secretario de Prensa, según promesa de Ramón Prieto y Frigerio. González Torrado juega a que será embajador en los Estados Unidos. Cooke, que luego de declararse una amnistía ocupará el Ministerio del Interior, y Kelly, como siempre, que su presencia será la de "fiscal" de los actos cometidos por el gorilaje.
El General sonrió, miró fijamente a "semillita", como llamábamos a Borlenghi y a quien señalaban como perteneciente a la colectividad judía, y le respondió:
Mire, Borlenghi. Los hechos que se avecinan en el mundo, obligan a tener que aceptar condiciones para poder sobrevivir y librar batallas que conduzcan a buen final. Yo no apoyo, en este momento, a nadie. Si algún candidato nos ofrece alguna probabilidad de que podamos lograr algún beneficio para nuestra lucha, la he de considerar y tomaré el mejor camino para que lleguemos a buen final. Pero, por el momento, todos y cada uno ha recibido una respuesta afirmativa a sus requerimientos, entendiendo que, así, cada uno dejará de interferir en lo que hace a una decisión personal que pueden o no compartir, pero que considero lo adecuado.
Tras esto, el General se retiró a sus habitaciones a descansar. Gilaberte y yo, llevamos a Borlenghi al Hotel Tiuna, donde se hospedaba. Allí estaban otros dirigentes que lo aguardaban, ansiosos para conocer alguna noticia sobre cuanto pensaba el General.
Perón recibía muchas visitas en esos días. Kelly y Cooke, que compartían el departamento, realizaban reuniones a fin de lograr el apoyo de otros en sus fines. El primero, ocupaba parte de su tiempo en brindar colaboración a Seguridad Nacional, hecho este que cuando se registra la caída del gobierno, nos arrastra a todos los que estábamos con Perón, a enfrentar un duro ataque de los revolucionarios. Nos señalaban como esbirros del temido y criticado cuerpo de seguridad que presidió don Pedro Estrada.
A su vez, Cooke, con el aporte de un inteligente compañero, Oliva, hombre de reales agallas y fiel integrante de la Resistencia Peronista, trabajaba en documentos que debían hacer llegar a la militancia, anticipando un respaldo efectivo a la gente de Frondizi.
Buceta, Cavalli, Gomiz y Sevillano, se reunían con González Torrado y Américo, para ir elaborando una serie de estrategias que serían utilizadas en la hipótesis del triunfo frondicista.
La hora difícil, finalmente llegó. Los trabajadores venezolanos y la oposición organizada, anunciaron el paro a realizarse en un plazo perentorio. Las radios y televisora comenzaron a dar partes uniformados, en los que señalaban que el gobierno no permitiría la reacción ciudadana, y que actuaría con el máximo rigor a fin de garantizar el funcionamiento del país. La casa del General se convirtió en el centro de reunión de la dirigencia peronista que se encontraba en Caracas, y los llantos de muchos, tal el caso del doctor Valenzuela, recién llegado a esa ciudad, hizo que todo fuera dramático para algunos. Cada uno buscaba su salida en la emergencia, y preparaban sus argumentos para responder a quienes pudieran detenerlos. Barrios, González Torrado, Cooke, Galán y otros, se apresuraron, en contra de las ordenes o directivas de Perón, a gestionar un salvoconducto que les permitiera transitar por calles caraqueñas, tras el toque de queda establecido por el gobierno. Kelly y Carbonell se instalaron en Seguridad Nacional con un propósito provocador hacia los que luego serían vencedores, mientras que Buceta, Gomiz y Cavalli se quedaron en nuestro domicilio en el Riverside, por si era necesaria su presencia para defender al General de algún ataque.
El paro programado tuvo parcial éxito. Al mediodía, hora fijada, las campanas de las iglesias anunciaban el inicio de la rebelión popular en contra de Pérez Jiménez. Los automóviles corrían a gran velocidad por las avenidas, haciendo sonar sus bocinas, y los negocios cerraban sus cortinas, plegándose a los trabajadores rebeldes. La policía municipal y fuerzas de choque de la Guardia Nacional enfrentaban violentamente a las manifestaciones, y en poco tiempo, las calles caraqueñas quedaron desiertas, con focos de quema de neumáticos y gases lacrimógenos que hacían irrespirable el aire.
En nuestras oficinas nos encontrábamos Américo, Bastidas, un dibujante, Farías Muller, y yo. Yo seguía los acontecimientos desde la ventana, y mediante el teléfono iba dando la información al General que se encontraba en su domicilio.
Esto ha fracasado, señalaban algunos que estaban en Quinta Mema, donde había llegado Miguel Sanz, de Seguridad Nacional. Perón, haciendo caso omiso de esas "seguridades de los expertos", me pedía opinión.
Sucedió lo previsto, General, respondí. Si bien la calle está desierta y no hay manifestaciones, lo que hace presumir un éxito del gobierno, esto no se detendrá aquí. Los trabajadores mantendrán su paro por tiempo indeterminado, y no podrá haber resistencia alguna, ya que la indisciplina se ha adueñado de quiénes deben reprimir. Aquí, en el Edificio Central, una manifestación llegó hasta dos pisos más abajo de nuestra oficina, y, debo poner en su conocimiento, que al frente de ese grupo venía el capitán Angeleri, que trabaja en la Flota Mercante Venezolana, y sabemos bien que es un agente de los gorilas.
Si le llegan a decir que esto ha sido superado, y que volverá la calma, le están mintiendo. Yo, dentro de unos minutos, estaré en su casa para darle mayor información.
El viaje hacia la casa del General se tornó en suplicio. Llevaba además del dibujante español, a quien debía dejar en la casa, a Farías Muller y a Américo. En distintas esquinas se registraban tiroteos entre manifestantes y la policía, lo que hacía que permanentemente anduviéramos entre dos fuegos. Forzosamente, si quería llegar a la casa del General, debía cruzar la zona para ingresar en la Autopista. En determinado momento, ante la histeria del español y de Américo Barrios, frené el coche y los invité a que bajaran. Ahí terminó la cuestión. Se quedaron más silenciosos que una estatua, y si bien todos temerosos, ya que nadie es valiente ante las balas. Al fin pude seguir mi derrotero.
Dejé a Barrios y al dibujante, juntamente con Farías, y enfilé rumbo a lo del General. Cuando llegue, Gilaberte ya había salido con Borlenghi, por lo que pude conversar con mayor tranquilidad. Isabel se encontraba en el dormitorio, y en el living nos sentamos a fin de ir viendo los sucesos por televisión, y, a la vez, explicarle cuanto había presenciado.
Esto no durará mucho. Ya estamos en las últimas horas de este gobierno, que bien o mal nos ha hecho el beneficio de darnos asilo temporariamente. Espero que Gilaberte tenga todo previsto en cuanto a las conversaciones que le indiqué hiciera, particularmente en lo que hace a la embajada de la República Dominicana, como también no olvide el derrotero para llegar a la misma. Es preciso, ahora mismo, que revisemos algunos de los papeles del archivo, a fin de destruirlos. Es mejor que nos encontremos solos, ya que siempre los testigos son molestos. Las cenizas las colocaremos en una bolsa, y cuando usted vaya para el departamento, arrójela en algún descampado.
Desgraciadamente no tomamos muchas precauciones, previendo esta situación, por lo que el dinero que disponemos es muy poco. Si mañana llegaran a abrir los bancos, saque el saldo que disponga en el mismo, para afrontar gastos que se presentarán sin duda. Mientras tanto, cuando regrese a su casa, encontrará en ella a algunos compañeros. No les comente nada, y mucho menos haga llamadas telefónicas que puedan comprometernos, dado que las líneas se encuentran tomadas, tanto por los del gobierno, como por los revolucionarios y, también, por los servicios de inteligencia de los gringos.
En caso de registrarse alguna situación de apremio, lo he de llamar y le daré instrucciones.
Saludé al General, luego de haber realizado con él la quema de papeles y la recolección de las cenizas, y tras arrojar la bolsa en un descampado a un costado de la autopista, fui para la casa. Eran aproximadamente las seis de la tarde, y ya había comenzado a regir el toque de queda.
A la llegada de Gilaberte, que me informó que a Quinta Mema había llegado de visita Miguel Sanz. Se encontraban también Galán y González Torrado, los que con orgullo mostraban un documento que les franqueaba todo control policial o militar, extendido por Seguridad Nacional. Comenzamos a preparar la cena que compartiríamos esa noche con Buceta, Oliva, Cavalli y Gomiz. Buceta fue el encargado de preparar los fideos, demostrando sus cualidades culinarias aprendidas en la cárcel. Dimos buena cuenta de la comida, con verdadera hambruna, dado que los nervios nos habían despertado el apetito. Sobre las diez de la noche, estos se retiraron al departamento de Cooke, y Gilaberte y yo nos dedicamos a descansar del trajín diario.
Sobre las once de la noche, sonó la campanilla del teléfono. Presuroso respondí al llamado, escuchando la voz de Isabel, que nerviosamente me comunicaba que me iba a hablar el General. Este, evidenciando preocupación, me dijo: Hijo: lo que esperamos se ha producido. El gobierno ha caído, por lo que ya no tenemos que quedarnos a la espera de otros acontecimientos. Como lo prometí, nuestra salida se produce ahora que Pérez Jiménez ha abandonado el país. Con Gilaberte, venga para acá, y si encuentra a Cooke, lo traen con ustedes también.
Rápidamente, salimos del departamento. El que ocupaba el "Bebe" Cooke, y donde hasta hacía unos minutos estaban nuestros compañeros. Se encontraba abierto, con señales de que lo habían abandonado. Un desorden total se notaba en el mismo, que hacía comprender la urgencia. Cerramos las puertas, tomamos el ascensor, y en mi automóvil nos dirigimos hacia la casa del General.
La calle era un loquero. Los automóviles a toda velocidad las recorrían, atropellando gente, y tocando la bocina en señal de adhesión al triunfo de Larrazabal. Pañuelos blancos se agitaban por todos lados, lo que nosotros imitábamos, mientras tratábamos de llegar hasta el General.
Al frente de Quinta Mema, residencia de Perón, de donde ya había escapado toda la custodia de Seguridad Nacional, se encontraban vecinos que enarbolando banderas venezolanas, y al grito de "Mueran los Dictadores", acosaban a Perón. El General nos franqueó la puerta. Isabel, asustada, se había escondido en la cocina, que se encontraba en los fondos, llevando con ella a los perros y sus crías. Mientras el General revisaba las cartucheras y cargadores de su metralleta Mauser, nos daba instrucciones. Gilaberte trataba de comunicarse con Gomiz y Kelly, que habían asegurado tener un lugar para refugiarnos en caso de emergencia, a pocas cuadras de donde nos encontrábamos. Como respuesta, recibió un insulto y un "que se las arreglen como puedan". No era ni Gomiz, ni era Kelly. Era otro argentino que había llegado antes, y que realmente era un infiltrado en nuestras filas. Su apellido.... Giménez.
Fijamos una estrategia. Decidimos que Perón, junto con Isabel y Gilaberte fueran al departamento Riverside. Desde allí, con mayor tranquilidad, suponíamos, podrían encaminarse hacia lo del matrimonio Michelli-Muñoz, quienes, si bien habían sido señalados por Isabel como agentes del gorilaje, eran probados amigos identificados plenamente con el General. Ya habíamos combinado esa salida, que los tres mantuvimos en secreto, y fue así como Perón pudo salvar el primer escollo.
Mientras él iba hacia el departamento, yo quedé en la casa, con todas las luces encendidas, escuchando a todo volumen la radio, haciendo ver que nos encontrábamos dentro.
Minutos, que se hicieron horas, mientras que en la calle se escuchaban los disparos de armas cortas junto con el tableteo de ametralladoras. Yo en la casa aguardaba el llamado del General. El mismo se produjo, pero fue para decirme: "No nos quedamos aquí, ya que hemos notado que el edificio ha sido saqueado por un grupo no identificado, que llevaban las banderas argentina y venezolana. Suponemos eran comandos, por lo que ahora, usted deberá encarar la salida de ese lugar lo antes posible. No use su coche. Saque el Oldsmobile, que no es conocido, y con los perritos en él, trate de encontrar un lugar seguro hasta que se reuna con Gilaberte."
PERON, HUESPED DEL EMBAJADOR BONELLY.
NOS INSTALAMOS EN LA EMBAJADA DOMINICANA.
Si bien en algunas versiones que he podido escuchar, Roberto Galán señala que había realizado ciertas gestiones ante las embajadas de España y la República Dominicana ante la eventual necesidad del General Perón de asilarse. No ponía en duda que tal vez así lo hubiera hecho, siempre tomando la iniciativa. Lo cierto es que la gestión oficial fue realizada por Isaac Gilaberte. Ante la posibilidad de que fuera inminente la caída de Pérez Jiménez, Perón resolvió se hicieran conversaciones extraoficiales con los embajadores de México, República Dominicana y de España. Para ello dio cartas a Gilaberte, quien las entregó en dichas sedes diplomáticas durante la última semana de diciembre. Eran conversaciones estrictamente reservadas y confidenciales, y conociendo la tramitación, debían guardarse en secreto ya qué, de haber trascendido,significaba una descortesía hacia los propios venezolanos y sus autoridades.
España dio una respuesta no muy grata, ya que se excusó de admitir a Perón, hasta tanto su gobierno no autorizara por escrito, con la firma del Caudillo, su permanencia en la sede diplomática de ese país, previa consulta que deberían hacer ante el gobierno argentino.
México, como es su tradición histórica, ejemplo para muchos otros paises, informó que las puertas estaban abiertas en cualquier momento, y que luego de contar con la respuesta de la Secretaría de Relaciones Exteriores, por indicación especial de su presidente, el PRESIDENTE PERON Y SUS ACOMPAÑANTES, serían bien recibidos en calidad de huéspedes de la República. A tal fin, si era necesario, dispondrían de un vuelo de Aeroméxico para el traslado.
El Embajador Bonelly, tras recibir la carta del General, consultó al Generalísimo Trujillo, quién sin pérdida de tiempo respondió señalando que Perón sería invitado a residir en Ciudad Trujillo o donde quisiera, dentro del territorio de ese país, y debía ser considerado como un Presidente amigo.
Por expresas instrucciones dadas por el General Perón, Gilaberte junto con un argentino de apellido Michelli, estudió todos los accesos a las embajadas de México y de la República Dominicana, a fin de no dejar sin analizar algún detalle que pudiera surgir en caso de violencia. Ya lo había hecho cuando se logró el visto bueno del matrimonio Michelli-Muñoz para que ocultaramos al General en el momento culminante, lo mismo que el destino que iba a tener toda esa movilización, que guardábamos en secreto el General, Gilaberte y yo. Como queda señalado, por las emisiones radiales y de televisión nos enteramos de los que ya estaban asilados en las embajadas. Ante ese estado de cosas, y dado que grupos vandálicos habían atacado las legaciones de Nicaragua, Perú, Colombia y Cuba, en algunos casos llegando a ametrallar instalaciones, el General decidió que deberíamos asilarnos en la de la República Dominicana. Esta, rápidamente fue rodeada por una multitud, que suponía que en ella se encontraban funcionarios de Seguridad Nacional,y también hostigaban permanentemente tratando de saber oficialmente si en la misma se había asilado Guillermo Patricio Kelly, a quien acusaban de haberse prestado a torturar (por afirmaciones de la prensa amarilla) a ciudadanos venezolanos contrarios al depuesto presidente.
Sobre el mediodía, se hizo pública la información de los revolucionarios, en el sentido de que continuaba el toque de queda desde las diez y seis hasta las seis, reclamando el más estricto cumplimiento de esa disposición. Había focos aislados de resistencia, y también, que aprovechando el clima de efervescencia, grupos delictivos se dedicaban a saquear residencias de ex funcionarios y simpatizantes del gobierno anterior.
Perón encomendó a Gilaberte que tomara contacto con el embajador Bonelly, para informarle dónde se encontraba. Para ello, acompañado por Michelli, que utilizaba su automóvil deportivo que disimulaba sus movimientos, fueron al lugar que sería nuestro destino final en Caracas, para coordinar todos los detalles que hacían al ingreso a la representación diplomática.
Sobre las cuatro de la tarde, llegaron Gilaberte y Michelli, acompañados por el doctor Bonelly, quién en su coche, trasladaría al General, que a partir de ese momento sería huésped del gobierno dominicano. El cónsul general acompañaba al embajador. A fin de no despertar sospechas, el automóvil del diplomático estaba cubierto con una gran bandera venezolana, que ocultaba prácticamente a quiénes iban en el interior, y se semejaba a los que en ese momento corrían por las calles y avenidas de Caracas con gente enfervorizada. Por razones de espacio, solamente pudieron instalarse en él, el General, Isabel, Gilaberte, un custodio dominicano, el Cónsul y el Embajador.
Las instrucciones que recibí, eran las de ingresar a la embajada a la mañana siguiente. Era depositario del maletín personal del General en el que guardaba su documentación personal, y otros papeles muy privados.
Faltando pocos minutos para la vigencia del toque de queda, el coche del embajador entró en su residencia. Minutos después, radios de todo el país anunciaban que en esa embajada se encontraba como huésped, el General Juan Domingo Perón, ex presidente de los argentinos, junto a otros compatriotas, tal el caso de Cooke, Kelly, Américo Barrios, Gilaberte, Farías Muller e Isabel.
Por la mañana, pocos minutos después de las seis, Michelli me llevaba a la embajada. No tuvimos dificultades en el camino.
La guardia existente en la misma, no hizo nada más que revisarme a fin de ver si no llevaba armas. Solamente se trató de un requerimiento formal, al que contesté que no, y evité que buscaran entre mi ropa, donde sí llevaba un revolver que oculté para poder utilizarlo en caso extremo. El baúl con la ropa del General no fue revisado, ya que lo llevábamos en la parte trasera del automóvil, Ahí quedó sellado un capítulo más de nuestro peregrinaje por tierras americanas.
En esos momentos, una larga mesa era tendida en el patio cubierto, en la que jarras con jugos, pan, queso, mantequilla, jamón, leche y café, nos indicaba que era la hora del desayuno. Nos sentamos todos, notándose la ausencia de dos funcionarios de Seguridad Nacional que no quisieron salir del lugar donde fueron instalados. Tampoco lo hicieron Kelly, Cooke y Barrios, los que quedaron analizando la situación tras una conversación muy reservada que mantuvieron con el General.
En la calle, ya se encontraban muchos curiosos. Fotógrafos y periodistas trataban de indagar a través de funcionarios dominicanos, sobre el status del General Perón y de los miembros de su comitiva. Algunos desaforados, arrojando piedras y gritando consignas contrarias al régimen perezjimenistas, daban la sensación de violencia, y no dejaba de sonar el teléfono, que era el medio utilizado para crear un ambiente de gran tensión ante amenazas de ataques.
Por radio nos enterábamos de los saqueos a varias residencias diplomáticas, y del asesinato de algunos funcionarios de esos paises, que eran confundidos por las bandas armadas y comandos que recorrían la ciudad. Perón era señalado - al igual que Borlenghi y Kelly - como asesores de Seguridad Nacional, siendo acusado de haber participado en violentos interrogatorios a "los patriotas opositores" que "encendieron el fuego de la revolución".
El Embajador Bonelly, permanentemente requería el apoyo del Nuncio Apostólico, decano del cuerpo diplomático. Necesitaba refuerzos de soldados, para cubrir toda el área ocupada por su sede. No se descartaba un atentado, ya que se conocía con certeza, por información de la embajada de los Estados Unidos, que grupos armados integrados por argentinos podían atacar en cualquier momento.
Kelly, sabedor que era uno de los grandes cuestionados, y que existían sobre él pedidos de captura de parte de Interpol, le manifestó a Perón su propósito de salir de ese refugio diplomático a fin de no crearle situaciones violentas. Lo acompañaba el periodista Bastidas, quien lo acompañó casi a diario desde su arribo a Caracas. Tras escucharlo, el General nos reunió a todos, informándonos sobre la decisión de quién, pese a sus conocidos defectos, mostró valiente actitud solidaria. Corriendo muchos riesgos, se escondió en el baúl del automóvil de Michelli, y junto a su acompañante circunstancial, el periodista ecuatoriano, salió del lugar con la seguridad de que habría de salir airoso de una "nueva fuga".
Algunas piedras cayeron sobre el coche deportivo. Nadie imaginaba, que en el baúl iba escondido uno de los hombres más buscado en ese momento.
AUTORIZAN LA SALIDA DEL GENERAL.
ISABEL PROVOCA ENFRENTAMIENTOS.
Si bien lo anecdótico resulta de interés para muchos, es fácil suponer que ello puede estar no pocas veces teñido de un punto de vista personal. Es por eso, que trataré de ser lo más objetivo posible, ya que aquí puede volcarse en parte mi antipatía o mi rechazo por algunas personas. Queda a conciencia de cada uno juzgarme, si lo desea.
Como ya he señalado, a lo largo de este texto redactado a través del tiempo, por lo que algunas cosas pueden haber quedado olvidadas en sus detalles, agregaré que en torno al General se habían conformado algunos círculos, unos interesados, otros motivados por los celos que producía la extraordinaria personalidad de nuestro Jefe.
María Estela Martínez, Isabel para casi todos, desde su llegada se había ganado el rechazo de Gilaberte y otros que la conocimos. No ignorábamos, por lo que nos había informado el General, que su presencia en Panamá tuvo su origen en ciertos planes elaborados en la Argentina, del que participaron casi todos los integrantes de ese seudo ballet de un aventurero llamado Joe Herald.
La constante vigilancia que sobre ella ejercíamos Gilaberte y yo, por indicación precisa de Perón, nos hicieron ganar su antipatía, a grado tal que no dejaba de crearnos dificultades, todas basadas en difamaciones o mentiras.
Su permanente contacto con argentinos de dudoso origen que llegaron a Panamá, a Colón y a Caracas, hicieron que también se pusieran contra nosotros otras personas que consideraban a Isabel una buena muchacha, sin ambiciones personales, y a la que mostraban como una dulce y sacrificada compañera del General.
Su encono hacia mí era mayor, ya que en las visitas que Eleanor efectuaba al General en Caracas, yo era el encargado de atenderla y de distraerla, ante la imposibilidad de que Perón pudiera mostrarse con ella luego de los incidentes de Colón. Isabel estaba informada de esa presencia por quienes nos vigilaban a todos, lo que daba certeza de que sus fuentes de información estaban relacionadas con los agentes argentinos.
La decisión del General de apartarla, no le eran desconocidas. Estaba impuesta de ellas desde el mismo momento en que se originaban las disputas o desencuentros, o bien cuando era puesto en duda su comportamiento. Si bien los momentos difíciles motivados por la necesidad de salir de Venezuela hizo disimular los problemas existentes, el clima imperante dentro de la embajada dominicana evidenciaba nuestros desencuentros, a grado tal, que el propio embajador Bonelly conversó con Perón para señalarle que tanto Cooke, como Américo, acompañados por Isabel, se habían dirigido a él con la finalidad de solicitarle que no nos extendiera invitación alguna a Gilaberte o a mí, y señalando que no éramos dignos de confiar. Esto, que nos informó confidencialmente el General, hizo que tomáramos precauciones sobre las intenciones del grupo que llamaremos "isabelino".
Volviendo a nuestra estadía en la residencia del embajador, debo señalar que se vivieron horas de mucha angustia. En ese primer día, el constante griterío de la muchedumbre hacía perder la calma a Bonelly. El reiterado reclamo de refuerzos para la guardia, ante la continua amenaza telefónica de ataques, creaba gran incertidumbre en todos. Isabel, con todas las mujeres de los funcionarios diplomáticos, se habían ubicado en las habitaciones del frente del edificio, las que tenían colocados elementos de alta seguridad.
El General, disponía del dormitorio para huéspedes, en la parte trasera, junto al patio cubierto y el jardín. A dos perseguidos agentes de Seguridad Nacional les fueron adjudicadas unas salitas en las dependencias para huéspedes, mientras Gilaberte, Cooke y Américo se repartieron sillones en el amplio hall del edificio principal. Yo, conseguí un sofá, que coloqué al lado de la puerta del dormitorio de Perón, para así, a lo menos, brindarle cierta seguridad de que no sería molestado.
El General, disimulando disposiciones internacionales para los asilados, guardó su portafolio en el que tenía la metralleta Mauser, y yo me quedé con el modesto revólver que utilizaría en caso de extrema necesidad.
Aquella primera mañana, es decir, el primer día de asilo o como visitantes en la residencia, llegaron para ofrecer colaboración y saludar a Perón, González Torrado, Galán, Penzini Hernández, y una presencia que motivó el disgusto de Cooke, por ser una persona que traía información de la resistencia peronista, que había sido bloqueada permanentemente por quiénes militaban en bandos opuestos: se trataba del coronel Fermín Calderón.
Por necesidad, que venía a un desconocimiento total de la autoridad del General por parte de Cooke, tuve que informarle a este auténtico soldado de nuestro Movimiento, que ante la situación existente, no podría conversar con Perón, ya que estaba controlado por las autoridades venezolanas y dominicanas. Le sugería, entonces, que lo visitara en el nuevo destino.(Quien sabe cómo haría para seguir viajando, si el tramo realizado desde Bolivia, lo hizo con gran sacrificio, sin recursos y sobrellevando una grave enfermedad que con el tiempo lo llevó a la muerte).
No puedo dejar de relatar la pena que causó esa actitud en Perón, el que se dolió de no poder recibir al camarada, a quien lo unía un gran afecto, y a quién en muchas oportunidades acogió con su familia en la Residencia Presidencial en su época de Primer Magistrado. Pero....era el resultado de esas sucias roscas, por llamarlas de alguna manera, dentro de las cuales se movían grandes intereses de parte de quiénes, sirviendo quién sabe a qué mandato, de alguna forma contribuían a mantener alejado a nuestro Jefe de la realidad.
A media mañana, se hicieron algunas reuniones. Se aconsejaba al General, por parte de los funcionarios, que hiciera declaraciones a la prensa, para así disipar toda duda sobre su presencia en la Embajada en calidad de invitado y no de asilado. Se trataba de una solicitud efectuada a través del Nuncio, por sugerencia de la embajada yanqui, a fin de evitar conflictos por reclamos procedentes de la cancillería argentina. Un pedido de extradición enviado por los gorilas, se ajustaba a una presentación hecha como resultado de la presencia en Caracas de Cooke, Kelly, Antonio, Gomiz, extendido a Perón por juicios pendientes en los juzgados argentinos.
En ese momento, cuando arribaba a la residencia para saludar al General, Angel Gabriel Borlenghi, acompañado por Raquel, su esposa, hizo que los periodistas y reporteros pudieran ingresar a la sede diplomática. Fueron recibidos en el patio, donde no se hallaba ningún otro asilado dominicano, contando únicamente con la presencia del embajador Bonelly, el cónsul general, Américo Barrios y yo.
Finalizada esa reunión, en la que el General respondió a todas las preguntas, señaló que ningún argentino había prestado asesoramiento a las fuerzas de Seguridad Nacional, salvando así de toda responsabilidad a quienes nos encontrábamos en Venezuela, lo que además era cierto. Se hicieron presentes en el lugar un oficial de Justicia, con un mandamiento contra Perón, efectuado por la editorial Vargas, la que iba a editar un libro "RADIOGRAFIA DE VENEZUELA", cuya responsabilidad le adjudicaba. Este libro, una fantasía comercial de Jorge Newton, cuyo prólogo también le adjudicaban al General, señalaban los impresores que era un compromiso contraído por Perón de financiarlo en calidad de agradecimiento a la hospitalidad venezolana. Según ellos estaba obligado a cubrir lo invertido."De dónde quieren que saque dinero, si no lo tengo. Mucho menos, para editar una publicación que en nada contribuye a nuestros objetivos y propósitos de lucha, respondió Perón al negarse a recibir la cédula."
Como la situación era tensa, y podía perjudicar la salida del General de Venezuela, Barrios y yo nos hicimos responsables, aunque no teníamos respaldo alguno para ello, de lo que pudieran exigir en la Editorial una vez que nos presentaran cuentas y contratos.
Con la firma de un acta, rubricada por los doctores Penzini Hernández y Briceño, se dio por finalizada esa reunión. No hay dudas de que Newton buscó un buen escape y un buen "padrino", como lo señalara el General, para hacer una travesura que le redituara algún dinero, aunque en parte pudiera servir para ayudar a otros compañeros de desgracia y exilio.
A última hora de la tarde, se recibió la visita del coronel Vicente Marchelli Padrón, director de Extranjería, quien informó al General que el presidente de la Junta de Gobierno, Almirante Wolfrang Larrazábal, había dado el visto bueno y le concedía autorización para salir de Venezuela. Para ello, en veinticuatro horas dispondría de un vuelo para que lo llevara a la República Dominicana, país que le había concedido asilo.
Al día siguiente, luego del almuerzo, tras despedirse de todos nosotros, el General Perón sale de su residencia temporaria, acompañado por el embajador Bonelly y el coronel Marchelli Padrón. Se introduce en el automovil oficial de Extranjería que lo conduciría al aeropuerto de La Carlota desde donde partiría en un avión de TACA, rumbo a Ciudad Trujillo. Gilaberte y yo llevamos hasta el automovil de la custodia militar el baúl con efectos personales de Perón, coche que había quedado en la calle, y en el cual la prensa mercenaria posteriormente señalaba que se llevaba el "tesoro del dictador argentino".
"Cuídese, hijo. Espero verlo pronto, para que terminen estas angustias que hemos vivido. No descuide nada, y recuerde cuanto hemos conversado, ya que desde este momento, queda a merced de las fieras. Actúe con inteligencia y prudencia, y recuerde aquello de no pisarle la cola al diablo". Con estas palabras y un fuerte abrazo, nos despedimos aquélla, la última tarde del General en Venezuela. Eran casi las cinco de la tarde. Veinticuatro horas antes, le habían dado el salvoconducto de salida.
Por la noche, después de nuestra cena, que fue compartida con gran angustia por todos y a la espera de noticias, nos llegaba la información que ese lunes 27 de enero de 1958, aterrizaba en Ciudad Trujillo el avión que transportaba al ilustre huésped, general Juan Domingo Perón, ex presidente de los argentinos, invitado por el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo y el Pueblo Dominicano.
A partir de ese momento, se inició un nuevo proceso de intrigas y enfrentamientos dentro de la embajada dominicana. Por un lado, Borlenghi reclamaba se le diera asilo, aduciendo que la prensa venezolana lo atacaba despiadadamente, poniendo en peligro su vida y la de su esposa.
Por otro lado, Cooke, Américo e Isabel convenían silenciosamente sobre la conducta que seguirían, buscando todos el alejamiento de Gilaberte y el mío, del General. Américo, paño de lágrimas de Isabel, convenía con ella y Cooke, que nosotros éramos un peligro para ellos y el Movimiento, ya que siendo totalmente leales a Perón, no le ocultaríamos algunas inconductas. Esto podría significarles a ellos particularmente ciertos problemas, ya que se encontraban elaborando un plan de acción que "era el indicado para evitar que Perón fuera sorprendido por individuos de mala fe, como también que aceptara a su lado personas que por el momento resultaban indeseables dentro del peronismo (?)". Tal fue la canallada de esos personajes, que en el momento de tener que presentar la lista de personas que solicitaban el salvoconducto de salida, borraron de ella a Gilaberte y a mí. Incluían en esta lista a personas de la amistad de Isabel, las cuales eran las que venían presionando sobre Perón a fin de que accediera a un matrimonio qué, en definitiva, podía limpiar la imagen de un Perón frívolo y mujeriego (?).
Entrar en detalles sobre todo esto, sería como revolver un pozo ciego. Salvo Isabel, los dos principales acompañantes en esta conjura, ya han muerto. Quizás, en el Tribunal del que nadie escapa, hayan podido justificarse o pagar sus culpas.
El hecho es, que por la mañana siguiente, salimos todos. Tuvimos una movida despedida, ya que sin saberlo, en el mismo vuelo que tenía escala en Curacao, viajaban Oliva, Sevillano y Cavalli, los que eran portadores de la copia del famoso pacto con Frondizi. También, un pasajero de última hora, fue el destinatario de abucheos y causa de que fuéramos blanco de una lluvia de piedras arrojadas por quiénes se encontraban en la terraza de Maiquetía. Ese personaje: Guillermo Patricio Kelly. Luego ser recibido por el embajador haitiano, contaba con un salvoconducto para residir en las tierras de Papá Doc.
A poco de despegar, el comandante del avión era reclamado por las autoridades venezolanas, las que le exigían el retorno. Un requerimiento de la Interpol había sido desconocido, y Kelly, -alias Doctor Vargas- se encontraba en la aeronave, debiendo ser entregado a las autoridades policiales para ser juzgado en Chile y Argentina. No se hizo caso de ese requerimiento, pero al hacer escala en la colonia holandesa, dos gigantes de color, sacaron, no sin protestas, a nuestro personaje insólito. El mismo, reapareció días después en Santo Domingo, acompañado por su fiel custodio Carbonell.
SUGESTIVA ALIANZA DE ISABEL CON COOKE Y BARRIOS.
TRIUNFO ELECTORAL DE FRONDIZI. PERON CONDICIONADO.
Quiero mantenerme libre de toda presión en cuanto a mis sentimientos. Por ser parte de esta, busco la calma que me permita relatar los hechos con la mayor objetividad. Me tocó vivir momentos sumamente tensos y amargos,como para poder desprenderme de todo ese resentimiento que se justifica en un hombre en determinadas horas de la vida.
No es necesario abundar en detalles, ya que el tiempo ha sido de gran utilidad para ubicar a cada uno de los personajes que se movieron en torno al General Perón. Tanto durante su vida pública como privada, y cada persona podrá sacar sus propias conclusiones. No he sido mártir, no he sido usado, si se quiere así señalar lo actuado por mí. Y guardo en mi interior la seguridad que me dio Perón al considerarme su colaborador y amigo. Como algunos otros, esto no lo he utilizado para escalar posiciones, y siempre me guió el propósito de ser digno de él. Siempre respondí con lealtad a mis compañeros peronistas, que han querido y quieren que en esta Argentina, sean realidad aquellos principios por los que muchos hemos luchado, y algunos han caído en su defensa. Esto puede hacernos un día dignos del respeto de las futuras generaciones.
Ya instalados en Ciudad Trujillo, nuestro domicilio era el Hotel Paz. Gilaberte y yo fuimos blanco de ataques de la comandita isabelina. Unos por conveniencia, otros por simpatía hacia la danzarina y otros por llevar dentro de sí propósitos no muy limpios, se confabularon en un ataque para sacarnos del medio. Si bien Isabel era la cabeza aparente, en la realidad quienes estaban en ese propósito eran precisamente los simuladores de una lealtad y de una firmeza de lucha, que encontraban en estos dos pobres tontos, los escollos para concretar un mayor dominio sobre Perón. Ese grupo, encabezado por John William Cooke, "el heredero, según Alicia Eguren", estaba compartido en esos momentos por Guillermo Patricio Kelly, Ramón González Torrado, Alicia Eguren, Américo Barrios y Roberto Galán.
Políticamente, quien podía pesar (y no por su gordura) era Cooke. De extraordinaria capacidad, con el antecedente de lucha y de cárcel, merecía cierto respeto. Kelly, por su parte, siempre en su posición de fiscal, no podía negar su compañerismo o amistad con el "gordo", ya que habían compartido experiencias penosas, y juntos, en la cárcel, vivieron momentos duros que solamente aquéllos que han estado tras las rejas y son sometidos a los vejamenes de los carceleros, pueden saber lo que es. Entonces, en parte, mi respeto para ellos. Por lo menos, equivocados o no, fieles a sus convicciones personales, eran dignos de consideración, pues las medallas que lucían no fueron compradas en cambalache alguno.
Américo Barrios, el Tribuno, como lo bautizara Perón, era un periodista capaz, de fácil pluma, pero de pocos sentimientos populares, que divagaba en su mundo de fantasía. Por "identificación espiritual" se acercó a Isabel, siendo su paño de lágrimas por poco tiempo, y utilizando para granjearse sus simpatías las intrigas feminoides de quienes, disfrutando del conventillerío, pergeñaban historias lacrimógenas para ganar posiciones.
Junto a él, un individuo de poca integridad como lo demostró con el tiempo, González Torrado, que siendo depositario de la confianza del General, no tuvo reparo en sorprenderlo en la buena fe. La generosidad de Perón lo justificó en sus últimos días de vida, señalando que "su conducta desleal era muy natural en él, ya que siempre había tratado de vivir dentro de paralelas que saltaba disimuladamente."
En cuanto a Roberto Galán, tenía afinidades con Isabel. Lo mismo Olguita, su esposa. Supo ganarse su confianza, tuvo algunos gestos favorables que fueron ventajosos para el General, y suponiendo que su sentimiento peronista nació en los postreros, pero difíciles momentos de Perón, en última instancia quiso entrar en la historia utilizando para ello las "ingenuidades románticas y sentimentales de la pobre Isabelita".
Si bien nos habíamos precavido y estábamos informados por el propio General Perón de cuanto acontecía, sabíamos que había una maniobra para sacarnos del medio, como nos confiara el coronel Montás Guerrero, edecán del General, puesto por Trujillo. No creímos en la desfachatez de quienes conformando una especie de tribunal de final de la guerra, nos acusaran a Gilaberte y a mí, de difamar a Isabel, y mostrarla como una simple aventura del General, en lugar de darle un lugar de sacrificado privilegio.
Desde un principio, cuando la nombrada llegó a Panamá, las instrucciones de Perón fueron claras y precisas:"Isabel es una mas dentro de nuestro círculo. Eso es cuanto hay que informar a todos los que estén indagando por su presencia. Debemos decir que es una especie de secretaria, que atiende los problemas domésticos, no teniendo ingerencia alguna en la parte política. Su relación conmigo, es estrictamente la de una empleada administrativa, la cual se encuentra con nosotros ante la imposibilidad de regresar a Buenos Aires. Su pasado, basta señalar que era integrante del ballet de Harold que visitó Panamá."
Sostener esto, nos costó el disgusto en la República Dominicana. Una sobrina del Generalísimo, que trabajaba en el Hotel Paz, nos preguntó cierto día cuál era la relación real de Isabel con Perón. Nos ajustamos a lo que nos ordenara el General, agregando que si el General buscara compañera, elegiría a alguna mujer que fuera hermosa como Evita o como Porota, su primera esposa, inteligente como lo fueron ambas, y que tuviera sentimientos nobles hacia los humildes y los necesitados.
Esta respuesta sirvió para que en torno a ella, se tejiera toda una novela, llena de pequeños y sucios detalles, que fueron esgrimidos por Américo Barrios y por Kelly, en el momento de nuestro enjuiciamiento.
Tras poner enérgicamente fin a la pantomima pergeñada por esos genios isabelinos, los que también esgrimieron torpemente el argumento de que en ese momento Isabel sufría, debido al fallecimiento de su madre en la Argentina (?) (Lo que sucedió es que Puente, desde Paraguay le informó sobre el deceso de Isabel Cresto. una especie de "madre espiritual"), Todo se fue transformando en una especie de drama folletinesco utilizado para lograr nuestro alejamiento.
Ante esta situación comunicamos nuestra decisión de alejarnos, a lo que en principio se opuso el General. Gilaberte y yo dejamos el terreno, permitiendo que por un tiempo ganara posiciones, Galán, que luego de pocas semanas, comenzó la etapa de Barrios, apoyado por grupos gremiales y políticos vinculados al frigerismo.
En esos días se concretó el triunfo en las urnas de Frondizi. La algarabía era tal, que no tenían reparos en señalarnos a Isaac y a mí como disgustados por esa victoria del "peronismo", lo que era cierto. Lo justificamos públicamente frente al General, cuando dijimos que nuestra alegría habría estado justificada, si en verdad Frondizi y Frigerio hubieran sido peronistas.
Con la amistad consolidada con el General, quien me reiteró permanentemente su afecto y confianza, dándome indicaciones para las actividades futuras, que relato en otro capítulo detalladamente, dejé Ciudad Trujillo. Pocos días más tarde, lo hacía Gilaberte. La canalla isabelina, había triunfado. No ella, que era una simple carta en el manojo que barajaba la simulación y la traición, sinó ese grupo que para su conveniencia, no tuvieron la dignidad de hacer valer ideales.
Así les fue. Por lo menos, yo, he tenido el privilegio y el honor de contar con puerta franca al despacho del General. Su amistad se prolongó y afianzó en el tiempo. Me confió durante toda la etapa que duró su exilio misiones muy personales, y, en todo momento, consideraba los informes que me encomendaba hacer, para juzgar la actualidad argentina. Pude llegar por su sugerencia a cargos dentro de las estructuras de gobierno. Fui su emisario ante sus amigos japoneses, sobre el final de su vida. Me consideró para confiarme la Secretaría Privada de la Presidencia de la Nación, ofrecimiento que me hizo durante la última entrevista que mantuviéramos el 8 de mayo de 1974, de la que fue testigo el general Morello, Secretario de Informaciones de Estado.
Lamentablemente, se demoró mi regreso de Tokio. Si así no hubiera sido, quizás el General hubiera podido vivir un poco más. Quizás el destino del país hubiera sido otro, ya que por mi intermedio, estaba resuelto a cortar muchas cabezas, y a mandar a no pocos a las cárceles.
Dios, sabrá por qué lo hizo.
PERON CONDICIONADO.
ACORRALADO POR EXTORSIONADORES.
Gilaberte y yo habíamos claudicado. Quiénes nos combatían por nuestra lealtad a Perón, lograron sus objetivos. Esto, quizás no lo entiendan muchos, que ignoran de qué manera se tejen los entuertos en torno a las grandes figuras. Por mí, no me preocupaba. Lo que si me angustiaba era el dolor íntimo de Gilaberte, que luego de servir al lado del General y de Evita durante muchos años,y habiendo sido el único que le brindó extrema lealtad y solidaridad al General en las horas difíciles de setiembre de 1955, debía abandonar su puesto de lucha por la miserable acción de unos trepadores y simuladores.
Pero todo esto era parte de un plan preconcebido para controlar mejor a Perón, quién solo, debería enfrentar a quienes de ahí en adelante lo llevarían a aceptar imposiciones de la canalla conspirativa de dentro y fuera de nuestro Movimiento.
El coronel Montás, edecán que el gobierno dominicano había nombrado al lado del General Perón, se reunió con Gilaberte y conmigo la víspera de mi partida de Ciudad Trujillo. Fuimos a cenar a un restorán en el Hotel Embajador, donde nos manifestó el deseo del Generalísimo Trujillo de brindarnos ayuda, además de señalar que estaba al tanto de las maniobras que se tejían alrededor de Perón, y sobre las cuales, expresó, deberá salir de ellas por sus propios medios e iniciativas.
No ignora el Generalísimo, las maniobras hechas por quienes hoy son sus carceleros políticos. No desconoce quién es, y como es, como tampoco a quienes responden, cada uno de los hombres y mujeres que le acompañan. De todo está al tanto el General Perón, ya que yo, por indicación de mis superiores, le he dado amplio detalle de esta especie de conspiración.
Perón, que es sumamente inteligente, ha respondido que controlará todo a su debido tiempo, pero que en estas circunstancias, y tras darme una amplia explicación de sus razones, debe aparentar debilidad y sometimiento, para ver si así, en el tiempo, puede revertir las cosas.
No ignora del comportamiento de ustedes, y sabe que son los más leales de todos sus amigos. Pero, la política es sucia, y a veces debe lastimar a quienes tiene más confianza y afecto.
Espero que puedan superar estas situaciones desagradables que se dan en la lucha, y, con el tiempo, podremos ver y comprobar si hubo acierto o equivocación en esta decisión del General.
El General Perón ya había conversado conmigo, y me había dado instrucciones para mi actividad futura. Analizamos, en un paseo que realizamos fuera del control de quienes lo vigilaban, muchos de los aspectos que habrían de registrarse en la Argentina y en Latinoamérica. También me anticipó situaciones delicadas que podían producirse en la República Dominicana, ya que no era secreto el plan elaborado por el Departamento de Estado y el Pentágono para eliminar al Generalísimo Trujillo, e imponer un gobierno más condescendiente a la "primera potencia".(Si así no fuera, para que serviría la C.I.A.)
También me advirtió sobre situaciones que debería enfrentar, ya que "se ha convertido en un elemento peligroso para nuestros enemigos, los que no ignoran su total identificación conmigo". Ese era el precio que debía pagar por mantenerme firme en mis convicciones, precio que aún, hasta el día de hoy, continúa vigente.
Mi nuevo destino era La Habana. No acepté ningún dinero o ayuda, por más que Perón insistió en brindarse, porque entendí que era deber de cada uno que cuando se siente revolucionario, cubrir sus propias necesidades y colaborar con el mantenimiento y sostén de aquellos que, identificados en un ideal, no claudican ante la adversidad y enfrentan, a cualquier precio, el costo de una lucha. Pobre de aquéllos que sólo se suman a un proyecto de cambio y liberación de los pueblos, si únicamente lo hacen por beneficios materiales que pueden surgir a costa del sacrificio y esperanza de otros. Toda lucha obliga a aceptar consecuencias. No pocas veces la gente ignora hasta dónde llega el sacrificio de unos pocos, para satisfacer las necesidades de muchos. No es cuestión mostrarse como víctimas, sino que es preciso aceptar hasta la más cruel persecuciones, si todo está orientado a mantener convicciones, que en definitiva, son lo más puro y sagrado que debe defender toda persona digna y con honor.
Comenzaba una nueva etapa para mi. Una experiencia acumulada, que habría de servir para conocer mejor a la gente, como también valorar más a los compañeros que dentro y fuera de Argentina, luchaban por la causa del Pueblo y por Perón. Quería aceptar que muchos me habrían de entender y acompañar, y que no pocos habrían de aceptar mi palabra, como respuesta a muchos interrogantes que se habían hecho y se hacen sobre el genial conductor. No sé si he logrado algo, o si lo he de lograr al ofrecer este testimonio en base a la desordenada recopilación de mis recuerdos. A esta altura de la vida, yo también acepto resignado ese angustioso sentimiento de frustración, ya que la meta no ha sido alcanzada. Además, uno sigue siendo pasto de las fieras, que salvajemente hoy se han introducido dentro del alma de nuestra gente, para concretar la más sucia e inmunda de las traiciones a los sentimientos nacionales.
ANALIZANDO LO ACTUADO
Tras despedirme del General, acompañado por Gilaberte, fuimos al Aeropuerto. Pocos minutos quedaban antes de tomar el avión. Para no tener que aceptar dinero del General para los gastos del viaje, en la República Dominicana vendí mi máquina de escribir. Con esos pocos dólares habría de llegar a la capital cubana, para enfrentar nuevas situaciones.
En el viaje, comencé a recordar todo lo vivido desde el mismo momento en que llegué a Colón, para colaborar con el General Perón. Lo recordaba en su primera etapa en el hotel Washington, ubicado dentro de la zona de los yanquis, lugar que fue testigo de muchos padecimientos y angustias del hombre más criticado y difamado de Latinoamérica y uno de los más cuestionados en el mundo por defender principios de la nacionalidad y derechos de los trabajadores.
Vilmente vilipendiado por sus enemigos, tuvo que soportar en soledad las presiones de grandes intereses, saliendo airoso por esa voluntad que lo mantenía en una lucha, cuando muchos creían que iba a claudicar. Le ofrecieron riquezas, a cambio de su silencio, y las rechazó pese a estar en la miseria más absoluta. Le ofrecieron medios para retornar a la Argentina, incluso reitegrándolo, al gobierno siempre y cuando aceptara imposiciones de la sinarquía, y el lo repudió y rechazó. Lo amenazaron una y otra vez, pero el destino decidió que no se concretara. Pretendieron vencerlo con armas sucias, pero siempre salió victorioso. Ese era su destino, y así se fue cumpliendo hasta el final de sus días. La historia, en definitiva, cuando se conozcan todos los aspectos de cuanto ha sucedido en el mundo en el siglo, sabrá juzgarlo y ubicarlo no en el lugar que algunos desean, sino en el que los méritos acumulados o errores cometidos, lo coloquen.
Su libro, LA FUERZA ES EL DERECHO DE LAS BESTIAS, era, como son estas páginas, parte de un folleto que hizo no como escritor, sino como un hombre de lucha que quiere dar testimonio de todas sus intenciones y propósitos. No falto quién, dentro de su imprudencia o de sus sentimientos, quiso menoscabarlo. Quien lea aquel trabajo realizado en horas de angustia y dolor, de bronca y desaliento, deberá leer entrelíneas las intenciones de quien en absoluta soledad, sin otro contacto con su pueblo que aquello que personalmente pudiera generar, comienzo del contra-ataque reclamado por la mayoría de su Pueblo.
La canalla que dominaba la Argentina, envió a un mercenario mexicano para robarle el manuscrito. Lo logró, pero no alcanzó a robar las copias existentes, por lo que tiempo después, editado por amigos de Colombia, Venezuela, Ecuador, Brasil, Paraguay, Uruguay, Cuba y México, salían ediciones que sirvieron para mantener en unos la llama de la rebelión encendida, y para que otros, dentro de su estrechez mental, tuvieran motivos de crítica.
Pocos fueron los que llegaron hasta el derrotado Caudillo. Algunos amigos, que he mencionado, ofrecieron apoyos y ayuda. Muchos de los que se decían incondicionales, fueron la sucia carroña de exponentes de la simulación y la traición. Lo utilizaban y utilizaron para alcanzar fines mezquinos y satisfacer ambiciones. Si bien esto no pasaba inadvertido para él, debía mostrarse crédulo ante todos cuantos se acercaban para tratar de timarlo.
Me creen caduco, solía decir. Llegan con la intención de venderme un buzón, y yo les vendo todo el sistema de correos. Debo aparecer como idiota, aceptando los condicionamientos de quiénes no buscan nada más que un medio para alcanzar fines inconfesables. Pero, así es la lucha en la cual estoy, y debo elaborar mi propia estrategia y táctica para salir, a lo menos, empatado. A lo largo de la vida, Landajo, todos debemos, en algún momento aceptar como válido el chantaje y la extorsión. No siempre estamos en condiciones de enfrentar situaciones que nuestros enemigos nos crean, como también, no pocas veces, nuestros propios allegados nos originan. Usted, a lo largo del tiempo, podrá ser testigo o, también, víctima de esa crápula sociedad a la que pertenecemos.
A su llegada a Panamá, tuvo el primer problema. Fue de índole económica, ya que el desaprensivo Carlos Pascali, que fue su embajador, no encontró nada mejor que instalarlo en el Panamá Hotel, en la suite presidencial, cuyo costo era sumamente alto. Reunió en su restorán a la prensa nacional e internacional, les ofreció un servicio de primera, para luego, terminada la convocatoria, presentarle una cuenta altísima para que él la abonara. ¡Pobre Perón....qué lindo paquete le hicieron de entrada!...
Pagó, porque calavera no chilla, y con un poco resto se fue para el Washington, modesto hotel de lejana jerarquía y rumboso nombre, donde encontró la posta para poder salir del primer sofocón. Hubo idiotas que supusieron que Perón a su llegada a Panamá era un huésped del gobierno, o estaba económicamente solventado por algunos amigos. Nada más falso. Parte del dinero con el cual pudo salir de Argentina, quedó, entonces, en ese hotel.
Sus amigos, Parra, Bazán, Abougamem, el Mayor Alemán y unos pocos más, panameños, le brindaron el apoyo que supo ganarse entre quiénes le admiraban. Poco a poco los lazos afectivos fueron mayores, ya que las familias de ellos, se constituyeron en la propia del General. Acompañado siempre por su fiel colaborador Gilaberte, encontraba cierta tranquilidad en ese pequeño, pero noble país, donde todo su Pueblo le brindaba el cariño que saben dar los caribeños, sinceros y leales, fieles a principios que muchos no entenderían, ya que supieron con grandes sacrificios superar épocas de esclavitud y explotación.
Eleanor Freeman, fue una turista yanqui, que supo brindarle un cariño al hombre supuestamente derrotado. Noble de corazón, sin especulaciones baratas de novelería, quiso ser parte de la vida del gran exiliado. Supo alegrar sus horas amargas de nostalgia y abandono, hasta que la intriga y la insidia pudieron más. La aprovecharon los propios carceleros, los agentes del Departamento de Estado, para satisfacer reclamos del gorilaje mercenario instalado en Argentina. Así, elevaron protestas y denuncias ante las autoridades panameñas, señalando que estaba secuestrada en la ciudad de Colón.
La repatriaron a Chicago, su ciudad de origen. Perón había sido amenazado con ser extraditado, ya que le querían adjudicar el hecho penal que justificara su expulsión.
Tras el alejamiento de Eleanor, hizo su aparición el "ballet" de Joe Harold. La presentación de "Isabelita", y su posterior incorporación al grupo del General. Tramas sucias de todo un plan, que el General, con total conocimiento de los hechos, aceptaba simulando ingenuidad o incredulidad. "A lo menos, solía repetir, la tengo en casa. No tengo que salir a buscarla por la calle, lo que sería ridículo a mi edad..."
Cuando llegué a Colón, luego de los hechos revolucionarios del 9 de junio, Perón se encontraba con su salud deteriorada por el clima panameño, como también por las angustias que a diario soportaba por su deseo de no abandonar la lucha." No puedo abandonar a millones de argentinos que han confiado y confían en mi. Soy bandera de una revolución, que abrazada por quiénes anhelan una Nueva Argentina, libre y soberana, sufren persecuciones y presiones. Se sacrifican y mueren por un ideal, que yo estoy obligado a defender hasta las últimas consecuencias. Mi patria y mi pueblo, son los únicos motivos por los que anhelo vivir." Así se expresaba el General, el hombre que era sinónimo de liberación y de argentinidad. De derechos y conquistas alcanzadas por los trabajadores, que eran cimiento de una patria que comenzaba a ser respetada y considerada por todo el mundo.
Perón no ignoraba que uno de los medios de infiltración, era a través de una mujer. Es el más fácil y sencillo. Así me lo manifestó, señalando que tuviera cuidado en lo que hacía en mi relación con Isabel, ya que no desconocía sus relaciones con argentinos que se habían instalado en Panamá y que eran "frecuentes" visitantes de Halperín, a la sazón embajador de los gorilas en ese país.
Durante algunas tardes, cuando terminábamos con nuestra tarea de contestar cartas, al salir a dar un paseo en el automóvil por los alrededores de Colón, llegando principalmente al área militarizada, ya abandonada, de Coco Solo, comentábamos aspectos que hacían a la situación argentina. Eran análisis producto de la lectura de numerosa correspondencia, particularmente la enviada por los "comandos de exilados". Mi curiosidad me llevó a hacerle preguntas referidas al movimiento del 9 de junio, encabezado por Valle y Tanco, a lo que me contestó:
"Como le comentara en varias oportunidades, cuando yo recibí a Lagomarsino y Morales con la información sobre ese proyecto, les señalé, no obstante el poco tiempo que restaba, que el mismo habría de fracasar, ya que no se ignoraba en los servicios de inteligencia, particularmente en Ejército, su próxima realización. Era criminal el capricho de sus jefes, ya que suponían que estarían en fuerza para salir victoriosos. No era auténticamente peronista, como aclaré a esos compañeros, ya que en reuniones que habían mantenido Valle, Tanco y otros jefes con oficiales del ejército, señalaban que lo que se iba a imponer era un gobierno que respetara cuantas conquistas había logrado la masa trabajadora, pero que no se reconocería la jefatura ni se aceptaría la ingerencia de Perón. Además, los suboficiales no aceptaban de buen grado esa idea esgrimida por los responsables de la revolución proyectada, por cuanto se les restaba representatividad dentro de los cuadros de decisión. Militares, al fin.
La idea, en general, era instaurar un gobierno neoperonista, de fuerte integración con sectores oligarcas católicos, que fueron los que brindaron apoyo pleno a Lonardi en la primera etapa del gorilismo. Se sumaban a ellos los grupos de "peronistas sin Perón", especialmente dirigencia sindical ya superada por las bases, pero que estaban señaladas como cómplices de quiénes actuaron dentro de la C.G.T. sirviendo intereses personales o de grupo, al igual que muchos de los políticos que se enancaron dentro del Partido cuando se les abrieron las puertas para integrar a todos los sectores ciudadanos. Esos dirigentes, muchos producto de la propaganda, carecían de suficiente fuerza dentro de sus agrupaciones, y de ahí que corrieran a ponerse nuestra camiseta.
Lagomarsino y Morales volvieron a Buenos Aires, con la buena información que obraba en nuestro poder, y que nos fuera dada a conocer por la gente infiltrada en los servicios en Argentina, como también por agentes del Departamento de Estado que cuentan con oficinas en este país. Les advertí que los estaban esperando, y que si dejaron avanzar las cosas, era por la simple razón de dar un escarmiento y poner fin a todo plan de resistencia o contrarevolución peronista.
No hubo traición. La gente que se jugó lo hizo con un alto sentido político, defendiendo sus ideas, y si querían ignorarme, pero que si eso hubiera servido para devolverle al Pueblo y a la Patria todo cuanto le habían quitado los serviles de la sinarquía, yo los habría de apoyar. No sé si les habrán dado la voz de alerta a esos valientes hombres, peronistas o no, pero ellos fueron responsables de cuanto sucedió. En la guerra, hay que tener cabeza fría para actuar. No se puede ignorar las posibilidades y fuerza del enemigo, porque los errores se pagan con la derrota."
Otro de los temas que se tocaban, estaba referido a la resistencia peronista. Muchas eran las cartas que llegaban, y que tenía la responsabilidad de contestar. Si bien muchas coincidían en sus apreciaciones, había otras que diferían totalmente de la generalidad. Estas eran las más apreciadas por Perón, ya que si la "información es generalizada, señalando todo como positivo, es una mala información, porque se orientaba a sentar como válido, lo carente de sostén. "Estos que pegan duro, creyendo que me están lastimando, son los que me hacen ver mejor la realidad. Un porcentaje de la verdad se compone de mentiras. Mucho optimismo es fatal en la lucha que desarrollamos, porque ese mismo criterio es el que priva en el enemigo. No se pueden apurar los ciclos que deben cumplirse, como tampoco se puede dar el paso más largo que lo que dan las piernas, así evaluaba el General la correspondencia."
Cuando se refería a los que se mostraban como dirigentes o jefes de la resistencia o responsables de grupos activistas, Perón era sumamente claro: "No todos son tan leales y desinteresados como dicen. Cada uno guarda una intención, y cada uno quiere llevar agua para su molino. Pero es mi obligación, como la del Padre Eterno, darle a todos y cada uno la bendición. Se que no harán mucho para que se cumplan directivas o que se ajusten a un plan de lucha, porque cada uno es en parte, jefe de si mismo. Cada uno negociará, llegado el momento, con aquellos que puedan redituarles logros personales y satisfagan apetencias. Conozco demasiado de todo esto, ya que mi oficio ha sido siempre la conducción de hombres, y se, por experiencia, de que lado renguean. ¿Acaso, no me ha tocado en carne propia esa experiencia?....
Yo estoy elaborando un plan que será duramente criticado por nuestros propios compañeros, y que no pocos habrán de suponer que estoy medio lelo. Pero habrá otros que lo aceptarán, cumpliendo todo cuanto digo, porque consideran que es lo correcto. Dentro de esas directivas generales que diré son estrictamente confidenciales y secretas, llegarán a todos, por la simple razón de que serán difundidas por nuestros propios enemigos para hacerme aparecer como loco y ridículo. Incitaré a la rebelión, que enardecerá a las mayorías, y les daré características de organizaciones secretas, que nunca lo son, a grado tal que se formarán especie de ku-klux-kan criollos. Hasta he de sugerirles que se pongan capuchas, aduciendo que por nuestra formación, muchas veces no queremos mostrarnos cuando hay que tomar determinaciones cruentas. Todo esto me será criticado, pero al divulgar parte de estas directivas, también se darán a conocer otras que serán asimiladas por nuestro Pueblo que tiene un olfato especial para las cosas. Eso es cuanto espero que suceda, ya que no disponiendo de medios de divulgación auténticamente nuestros, debo adecuar todo a las posibilidades que pueden brindar supuestos equívocos o incongruencias estratégicas o tácticas.
La formación militar nos ayuda muchas veces, como también, otras, nos hacen aceptar como válidas idioteces que no están acordes al tiempo en el que se vive. Nuestros enemigos no son tan idiotas como nos cabe suponer, ya que hay que valorarlos en muchos aspectos. Ellos son prisioneros de sus principios, sean cuales fueran, como nosotros también lo somos de los nuestros.
Como le señalo, las directivas que hemos de dar, serán duramente criticadas por nuestros propios compañeros, pero al hacerlo, al comentarlas, irán brindando la información que nosotros buscamos llegue a mayor parte de la población, y que todos se organicen en cuadros dependientes o no de la conducción superior, pero que cada uno sea un engranaje en una lucha, que le reitero, no será de uno o diez años. Muchos serán los años que me tendrán lejos de Argentina, y no se si algún día he de regresar. Quizás, usted tampoco vea el triunfo de nuestras ideas, ya que muchas habrán de ser las generaciones que deban sucedernos para clarificar los derechos que asisten a las mayorías populares y nacionales. Aparecerán a lo largo del tiempo "dirigentes o conductores" producto de laboratorio, ya que emergerán de grupúsculos creados por intereses muy secretos y oscuros, ocupando algunos de ellos posiciones relevantes en el mundo, todo producto de un manejo tendiente a someter a todos a los dictados de la sinarquía. El tiempo dará razón a esto que le señalo, y con el correr de los años, antes de finalizar el siglo, será usted testigo de la caída del comunismo al igual que del capitalismo.
Ellos son hoy socios dentro de una misma empresa. Pero, llegará la hora en que al igual que en muchos matrimonios, "entren a tallar las queridas o amiguitas, para conformar un nuevo hogar o lograr una nueva relación que gane a la debilidad humana". Por mucho tiempo no podrán los rusos ejercer el dominio de un pueblo hambriento y esclavizado. Tampoco podrán los chinos, por más sabiduría que tengan, mantener sometidos a millones de hombres y mujeres, ya que el hambre y las necesidades mínimas, harán que se produzcan reacciones violentas. Tampoco podrá la explotación de capitales insensibles mantener sojuzgados a los paises y a los pueblos, porque el hombre tiene un límite en su resistencia y una meta en sus ambiciones. Y, será entonces, cuando se produzca la reacción en cadena en todos los Continentes, y se buscará tras cruentas guerras, la anhelada paz entre los hombres.
En el interinato, el hambre y la miseria, al igual que las enfermedades creadas por el mismo hombre en sus laboratorios científicos y en sus técnicas, habrán de ir diezmando la población. Es lo lógico que suceda, ya que no habrá medios de mantener alimentados a tantos millones de seres que compondrán la población mundial.
Dentro de ese esquema, como reserva para los privilegiados, figura nuestro Continente. Para poder mantenerlo así, siempre sometido a los grandes intereses de la sinarquía que domina, deberán ir creando y cambiando dirigencias políticas, al igual que militares, para evitar que se pueda despertar y alcanzar la total libertad y respeto.
De ahí, mi querido Landajo, cuando usted me pregunta por los hombres que dirigen nuestra resistencia, como nuestro Movimiento o Partido, le debo responder que en esta hora, se están ubicando muchos que carecen de ideal, pero si de ambiciones. Somos parte de un proyecto de lucha por la dignificación del hombre, y por ser tales, debemos enfrentarnos con enemigos muy superiores que a veces, por idealismo o inconsciencia desafiamos. Es como la lucha de David y Goliath. Es casi posible que triunfemos, no seguro. Pero es una etapa que hay que cumplir, porque seremos semilla de un nuevo mundo, de un nuevo estilo de vida, en que cada uno pueda ser respetado en todos sus derechos.
Yo, como le he dicho, en esta hora no puedo seleccionar hombres. Debo impartirle a todos la bendición, porque cada uno, en su medida, habrá de servir para el acierto o para el error, que en definitiva son los componentes de todo logro."
Con el tiempo he podido comprender mejor aquellas enseñanzas del General. Las directivas que yo mismo tuve que escribir y llevar a la imprenta en Colón, antes de que nos echaran, las critiqué en sus aspectos más infantiles con Perón. Ciertamente, pude comprobar luego que lo anticipado, se concretó. Hasta el gorilaje se encargó de imprimirlas en Buenos Aires y distribuirlas, creyendo así ridiculizar al Conductor Genial, como lo calificaban, pero que lograron llegar con partes que unos aplicaron a la lucha, y que otros desconocieron, pero que fueron de utilidad para mantener encendida una llama que alumbrara la noche.
Esas directivas redactadas e impresas originariamente en Panamá, en la imprenta de Aaron Abougamem, fueron posteriormente modificadas por Pablo Vicente qué, a espaldas de Perón, elaboraba su propia estrategia en la seguridad de servir mejor a la causa revolucionaria. Perón no era partidario de la violencia, como lo demostró a lo largo de su gobierno, cuando contaba con todo el poder. Vicente, con espíritu de boy scout, como muchas veces lo señalara el General, aprovechando su presencia dentro del círculo inmediato de la conducción del llamado Comando Superior Peronista, cometió muchos errores. Estos fueron insidiosamente adjudicados a Perón, porque Vicente fue incapaz de asumir sus responsabilidades suponiendo que de lograr sus propósitos petardistas, podría mostrarse como el gran discípulo que podía suplir o reemplazar al General.
El, Perón, siempre estuvo solo. Buscó un poco esa soledad, ya que desconfiaba en demasía de la conducta humana. Se aferraba muchas veces a unos, para luego, al ser traicionado, descubrirlo ante todos. "La culpa no siempre es de otros, solía decirle, sino que cada uno, mi General, carga con parte de ella en su mochila."
Perón no desconocía muchas cosas, pero las aceptaba. Creía poder dominar un caballo que se desbocaba, con sólo dar una orden para que se aplacara. Así lo traicionaron y así jugaron muchos con él. Teniendo la fuerza, fue incapaz de tomarla para destruir al simulador y al traidor. Cuán diferente hubiera sido, si muchos de los que se mostraban en el escenario de la farsa de la resistencia peronista o del enfrentamiento al gorilaje, hubieran sido señalados por el General en el instante preciso. Cuan diferente hubiera sido todo el proceso que siguió a tantas farsas revolucionarias y constitucionales, si el General, alejando de su lado toda la porquería, hubiera llegado al Pueblo no con el mensaje que querían algunos, sino con ése que manaba de su propia sangre y corazón.
La presencia del mayor Marcelo Delú en Caracas, acompañado de su mujer, Ines Valerga, quizás quitó un poco de fuerza a las idioteces de Vicente. Delú pudo hacer llegar al General algunos comentarios e informes de gente de la resistencia peronista, como también de los camaradas que enfrentados a los criterios de Vicente, mostraban en parte la realidad argentina.
Poco a poco se fueron abriendo canales de diálogo de Perón con otros sectores, pero existían fuertes controles y lazos con quiénes, respondiendo a otros proyectos, no muy populares o muy nacionales, ejercían influencia sobre las decisiones finales del General. Su condicionamiento económico a un Jorge Antonio, que era permanente mesias de las necesidades de muchos de cuantos llegaban a él, el control que existía sobre Isabel para que ésta, a su vez lo mantuviera informados sobre todo el movimiento de la casa, provocaban enfrentamientos entre nosotros, creando sospechas e insidiosas historietas que debían distraer la atención de Perón. Al igual que cada una de las versiones interesadas que enviaban supuestos hombres leales de nuestro Movimiento, cumplieron con la finalidad de nuestros enemigos: ir minando la resistencia de unos, y de afirmar la presencia de otros, para llegar finalmente a un desencadenamiento electoral en el cual surge como solución Frondizi, que no era nada más que parte de ese siniestro plan al que se ha sido sometido nuestro país.
Para que esto se lograra, hubo maniobras perfectamente definidas y que en el tiempo pueden analizarse con total objetividad.
Todas fueron valiosas para la gran conspiración que se sufre, y que tuvo origen en el mismo instante que a un Coronel Perón y un grupo de jefes y oficiales del Ejército Argentino, se les puso en la cabeza la idea de que podíamos ser una Nación libre y soberana.
Cooke, que en su momento alcanzó la cúspide del peronismo, llegó de la mano de su padre, un político tradicional. Fue promovido por su capacidad, su inteligencia, pero no por su total identificación con los principios doctrinarios de Perón. Desde la cárcel, tras los hechos de setiembre, enviaba al General tremendos informes sobre las actividades que desarrollaba en la Argentina por la resistencia que decía comandar. Esos informes conformaban rollos de tela sobre las cuales escribía dentro de su celda. ¿Podía, acaso, tener tanta libertad y tantos medios como para escribir metros de tela, donde volcaba información no siempre creíble?...¿Podía sostener una posición peronista, quien estaba inmerso dentro de los principios románticos de una revolución que nunca alcanzaría éxito, salvo en los textos de algunos filósofos soñadores?.... César Marcos y Raúl Lagomarsino, fueron quienes, en verdad, levantaron todo un andamiaje en el cual colocaron a Cooke, un jóven inteligente y audáz, dominado por su mujer, Alicia Eguren, siendo ellos, en definitiva, los forjadores del "Bebe".
Perón no tenía medios ni forma de escoger a otro personaje. Incluso, las fuerzas que presionaban al General, hicieron que éste le otorgara un documento, escrito de su puño y letra, por el cual lo nombraba su "heredero", como si nuestro país o nuestro movimiento fuera algo religioso o monárquico.
Cuando salimos de Caracas, durante uno de los paseos que pude hacer con el General por la avenida costanera, frente al hotel donde residió, le pregunté sobre el pacto con Frondizi, las razones, y el porvenir de todo. Estaba en claro que mis días en Ciudad Trujillo estaban contados, y que no podía hacer frente a la maniobra planeada por el entorno isabelino. ¿Que es lo que me comentó entonces Perón?... Mas o menos, esto:
"No se preocupe por esto, Landajo. El apoyo a Frondizi fue una maniobra que me impusieron las circunstancias, la que estoy forzado a aceptar. No estamos ni en tiempo, ni en condiciones, para ninguna otra salida. Estoy plenamente seguro que los peronistas, muchos de ellos engañados por el discurso que están haciendo, y al que prestan apoyo no pocos dirigentes comprometidos, habrán de votarlo sin hacer caso a mis instrucciones. Por eso, dándo las mismas, como surgidas de este Comando Superior Peronista, no dudo que ganará. Como no podrá cumplirlas, será entonces cuando estaremos en condiciones de poner en duda la fuerza que pueda tener, y de ahí en más, ejercer presiones. De lo que estoy bien seguro, es que no habrá de cumplir el compromiso contraído con nosotros. Cooke ha sido gestor de esta salida, al igual que otros que nos han acercado. Yo sé que no es gratuita, como tampoco lo es el esfuerzo que otros están haciendo, tal el caso de Prieto, incondicional de Frigerio, como también de Américo Barrios.
Usted no ignora que ellos están comprometidos hasta el tuétano con Frondizi, que les ha puestos, dinero y negocios. Yo me hago el tonto, pero no ignoro las intenciones de cada uno de ellos. Por el momento, acato. Acepto por la única razón de que no tengo otra salida. Podría apoyar, si se quiere, a Balbín. Pero el chino es muy zorro. El propósito de ambos es el llegar al gobierno, No podrán enfrentarse a las exigencias externas qué, en definitiva, son las que manejan los hilos de todos los títeres que están en el escenario, y cuentan con medios para alcanzar sus objetivos.
Antonio, jugó bien sus cartas, cuando llevó gente a Caracas, pretendió cierto apoyo a un partido neoperonista, el cual no tendría ni base ni fundamento, pero eso fue conveniente, para mostrar que existían divergencias en nuestra conducción. Nunca ignoré el pensamiento de Jorge, porque ha sido en todo momento serio en sus análisis y propuestas. Esos partidos o movimientos separatistas, son un conglomerado de piantavotos. Si yo los aceptara, lo que quedaría maltrecha sería la imagen del justicialismo que aparecería rechazado por una mayoría. En eso estaba también el otro turquito, Saadi, que ya sabemos que de peronista, no tuvo, ni tiene nada. De mercachifle, mucho. Propiciaba el voto en blanco, para así negociar sus intereses con los radicales."
No podía escapar a nadie. La "cumbre" caraqueña estuvo bien armada. Unos llegaron por un lado con una propuesta, otros por la otra, y finalmente unos pocos, con una simulada identificación con el General, aceptando cuanto él decidiera. Total, qué le hacía una mancha más al tigre.
El avión ya entraba en la zona del aeropuerto José Martí. Regresaba a Cuba, hermosa tierra, de gente noble y hospitalaria. Un país en plena convulsión, provocada por aquellos que hasta hacía poco tiempo, le brindaban todo para mantener un lugar de diversión y prostíbulos baratos. El Pueblo se había decidido a luchar contra el genial sargento, impulsado por un proyecto liberador que tenía como protagonista al pueblo cubano, y como líder a un joven universitario, de ideas avanzadas, cercanas al justicialismo, llamado Fidel Castro.
Qué me depararían esas horas que seguirían a mi arribo, es todo lo que me preguntaba en esos momentos en que descendía la máquina. Señor, a ti me encomiendo en esta nueva hora en el reloj de la vida. Virgen de la Caridad del Cobre, protégeme....
EXPERIENCIA EN CUBA
PERON DECIDE MI REGRESO A LA ARGENTINA.
Finalmente, La Habana. Una prolija revisión de mi equipaje por la policía cubana, tras lo cual salí del aeropuerto. Tomé un taxi, que me llevó directamente al centro, y cuyo chofer me recomienda un hotel de dos estrellas en el Paseo Martí. Me registran, con mucha desconfianza, dado que era portador de un pasaporte emitido por las Naciones Unidos en calidad de refugiado político, el que carecía de visa de las autoridades de ese país.
Apenas con cuarenta dólares en el bolsillo, y una gran preocupación por cuanto había de sucederme, tras dejar mi portafolio y valija en el dormitorio, salgo a caminar por la tradicional calle, buscando una cafetería para cenar algo. Regreso al hotel, me acuesto, no sin antes hacer una llamada telefónica a Borlenghi para anunciarle que estoy en Cuba.
Por la mañana, tras desayunar, regreso al hotel, y a manera de precaución escondo entre la ropa de mi valija, el pasaporte y los pocos dólares que constituían todo mi capital. La cierro. Bajo y me encamino hacia la cafetería del Hotel Alhambra, donde desayunaría.
Averiguo dónde queda la CMQ, emisora de los hermanos Mestre, con el fin de encontrarme en ese lugar con Borlenghi para todas las últimas novedades acontecidas en el círculo del General en Ciudad Trujillo. No le oculto nada, ya que no me interesaba mostrarme como víctima, y le manifiesto que Perón me ha encomendado que entreviste a Jorge Antonio, que salió de Caracas al presumir la caída de Pérez Jiménez, y que se ha instalado en el lujoso Habana Riviera, acompañado de su séquito encabezado por Manuel Araujo, y su secretario, un miembro de la nobleza española (?). La razón, era solicitarle el envío de dinero a Ciudad Trujillo, ya que prácticamente estaba con lo puesto.
Juntos fuimos hasta el hotel, donde Antonio ocupaba, con sus acompañantes, varias suites. Sus custodios y secretarios lo seguían a todos lados, y no ocultaba su presencia, qué era por demás respetada, ya que ostentosamente era frecuente visita en el casino. Era el multimillonario, el "piantadino" de la cárcel de la Patagonia, que prometió ayuda al gobierno batistiano a cambio de seguridades.
La respuesta a mi pedido, fue esta: "yo me he de comunicar con el General. Por el momento no dispongo de medios como para satisfacer el pedido, Usted sabe de mi situación, pero ya veré que puedo hacer".
Yo no he tenido relación amistosa con Jorge Antonio, y si pude criticarlo en algunas cosas, debo aceptar que ha sido uno de los realmente consecuentes con las necesidades del General. En alguna oportunidad nos hemos visto, nos respetamos, pero de ahí en adelanta, nunca pretendí, ni me ofreció nada a cambio de ese conocimiento. Muchos si se acercaron a él, sabiendo que era un hábil comerciante e influyente hombre de negocios a nivel internacional Quizá pude hacerlo en una oportunidad en que lo indicó el General, pero, de haber aceptado, hubiera estado condicionado por mi respeto a pagar favores y lealtad, a cuanto el quisiera impoonerme.
Si se comunicó o no con Perón, lo ignoro. Cumplí con lo encomendado y seguí mi camino.
Ese día, Borlenghi me invitó a almorzar a su casa, donde encontré al periodista Bruni (Loria), un muchacho de la órbita de Remorino, que radicado en Madrid, se desempeñaba como redactor del diario Pueblo. Sus artículos sobre la situación argentina le habían hecho ganar el respeto, y fueron el agrado de Perón. Su presencia en Caracas se debió a su relación con los grupos afines a Cooke, y también, por el deseo de cubrir aspectos de la revolución venezolana que se anticipaba en las noticias europeas desde hacía mucho tiempo. Tras producirse esta él y su esposa, salieron rumbo a La Habana.
¡Cuánto no me enteré ese día! Borlenghi, haciéndose la víctima frente a su madre, una viejita sumamente simpática, que adoraba al hijo. "Usted lo quiere a Angelito, ¿no es cierto?... Cuídelo, que está muy enfermo", me decía.
Bruni, y la esposa, que se alojaban en el hotel EL FARO, secreta propiedad de Borlenghi, al igual que una casa de venta de comidas en viandas. Me informaron de todo cuanto averiguaron sobre este travieso ministro del gobierno peronista, dirigente del gremio de Comercio, que había logrado además, ser recibido en Cuba como exilado, y disponer de un cargo en el Ministerio de Gobierno, como asesor del doctor Rey, por lo que cobraba suculento sueldo. Además, "Don Jorge", le daba una especie de ayuda, y diariamente concurría a las oficinas de la Mercedes Benz, distribuidora de pequeños coches alemanes, por así requerirlo su patrón.
Ese día, al regresar al hotel, hasta donde me llevó en su automovil mi anfitrión habanero, me encontré con la triste sorpresa de que individuos habían entrado en mi habitación, llevándose mi pasaporte, además del dinero que tenía escondido en la valija. Se lo comuniqué a Borlenghi, con quien fuimos hasta la dependencia policial. Hicimos la denuncia, pero nada se logró poner en claro. Viendo mi desesperación, me invitó a que esa noche fuera a cenar al departamento de Juanita Azpitarte, su segundo frente, como dirían los mexicanos. Luego me presentaría a Corner (Sojit) que me llevaría ante otro argentino, Jaime Schvartman Rotbart, propietario de varios cines pornográficos. La idea, era que éste me diera algún trabajo que me permitiera ganar dinero para enfrentar la situación.
El departamento de Juanita, era muy cómodo y amplio. En una de las habitaciones se guardaban varios cuadros de firmas famosas, como también cantidad de cajas conteniendo mercadería, que según Borlenghi, le habían sido entregadas por Krislavin para ser enviadas a la tienda del gremio, en la calle Florida. A raíz de los acontecimientos, "se hizo depositario de toda esa carga", la que no quería comercializar para cubrir gastos personales, ya que era patrimonio de los "compañeros trabajadores".
Además, con Juanita, era dueño de una peluquería destinada a los artistas, que se encontraba ubicada en la planta baja de la televisora de los hermanos Mestre, en la principal área de residencias cubanas: El Vedado.
Ya me estaba acostumbrando a las sorpresas, Esa noche también estaban en la casa de Juanita, la madre e hija de Borlenghi, que compartieron una cena donde había algo más que sal, y la bebida era algo más que agua. Todo un show del que fuera ministro, y del que participamos todos, menos Raquel, la esposa.
Terminada la cena, Corner me llevó hasta el Floridita, un tradicional restorán habanero, donde Jaime, cenaba con su gerente y pareja. Fue el único que me tendió la mano. El "moishe converso", como le gustaba decir, o "el nacionalista furioso", me llevó hasta una de las salas, donde conversó conmigo, y con solidaridad humana, no sólo me dio unos pesos para mis primeros gastos, sino que me llevó hasta el hotel, pago la cuenta, y me hizo dar lugar en una pensión ubicada en las cercanías. La tarea encomendada, era la de acompañarlo en calidad de "asesor" o "guardaespaldas".
Pablo Vicente y Yolanda, "la botona", también se encontraban en la capital cubana. Antonio lo había ayudado a que se instalara en un cómodo departamento del barrio El Vedado, pero mantenía cierta distancia conmigo, ya que sabía bien que no le había respaldado en su relación con el General. Manuel Araujo era su compañero de todo momento, y quien le aportaba dinero de su "protector" para sufragar su castigado exilio cubano.
Otro que se encontraba en ese lugar, era el coronel Fermín Calderón, que tras su fugaz paso por Caracas, pudo llegar con gran sacrificio hasta La Habana, logrando que Jorge Antonio lo ayudara en su propósito de regresar a la Argentina.
A todos ofreció ayuda el financista, menos a mí. Seguramente porque en momento alguno me presté a ser comparsa en su equipo, sabiendo que todo le informaba a Perón, y había decidido relegarme totalmente. Igual conducta siguieron sus colaboradores, por lo qué, mi presencia en La Habana se encontraba librada a mi propia suerte.
Dos o tres días después, no recuerdo exactamente, me paró en la calle una mujer, llamada Belkis, a la que había conocido en Caracas. Era una hermosa muchacha de color, que se encontraba instalada, como otras compatriotas, en el hotel El Nacional. "Chico, me dijo. Coño, tu si que das trabajo, Te he estado buscando por todos lados, porque tengo algo que entregarte. Toma, es tu pasaporte, que lo tomaron mis hermanos en la visita que hicieron a tu hotel. No me pidas el dinero, porque ellos lo han destinado a otra finalidad. Si quieres, te invito a tomar café."
La acompañé hasta uno de los barrios en los alrededores de La Habana. En una modesta casa, se encontraba su madre, una ancianita hermosa, de cabellos canos que contrastaban con la negrura de su piel. Pero era una negrura que también contrastaba con el alma blanca de una sufrida mujer que tuvo que enfrentarse a quiénes la explotaron y esclavizaron. También estaban en esa casita de chapas y maderas, los hermanos de Belkis, todos los que pertenecían al Movimiento 26 de Julio.
"Esta es tu casa, hermano. Belkis, nos ha contado de tu amistad con Perón, y eso es para nosotros un salvoconducto. El lucha por los humildes, al igual que lo hizo Evita, y tu estás con él. Eres uno de los nuestros. Ten por seguro, que aunque tu no nos veas, ni nos hables, nosotros te estaremos cuidando mientras estés en Cuba. Dios y la Virgen Negra te protejan."
Los que luchan sin pedir nada, son los humildes. Esa noche, cuando fui a verlo a Jaime, le comenté lo sucedido. Si bien era el socio del subjefe de policía y del ministro de Gobierno, Dr. Rey, no me ocultó que a través de Fiquito, su secretario, diariamente hacía aportes para el sostén del movimiento revolucionario fidelista. "No le puedo negar nada a ellos. Son mi seguro, de que no me pondrán una bomba o me incendiarán las salas".
Pardo Llada y Santiago Touriño, personas de la amistad de Perón, eran mis diarios contactos con el movimiento de Fidel Castro. Yo les informaba de las noticias que recibía del General, a la vez que ellos, por mi intermedio, llevaban noticias de sus progresos en la lucha revolucionaria en contra de Batista. Los yanquis, a través de sus servicios de inteligencia, no ignoraban esto. ¿Como simular desconocer todo lo que sucedía, si ellos eran los promotores y los financistas de la revolución cubana?...
Poco antes de la caída del régimen, Borlenghi fue víctima de una travesura de su secretario Mendivil, un argentino que lo había conquistado. Este, que tenía las cuentas bancarias del ex ministro a su nombre, se levantó con todo, y acompañado por una jovencita se escapó a Miami. Al pobre "angelito" le volvió con más intensidad el asma.
En esos días, la prensa comentaba insidiosamente que Perón se encontraba con algunas dificultades en la República Dominicana. Aprovechando eso, el ministro de gobierno cubano, por intermedio de Jaime, me solicitó que viajara a Ciudad Trujillo para hacerle entrega de una invitación al General, a fin de radicarse en Cuba. Era, en el fondo, una jugada de Batista, ante la inminencia de su derrota. Me hice el tonto, y viajé para entregarle al General la carta con la invitación oficial.
Ni bien llegué, luego de pasar por la rigurosa aduana de Trujillo, fui al hotel Paz, donde ya se había mudado Perón. En el momento de mi arribo, salía para dar un paseo, acompañado por Isabel y Américo. El General me saludó con su calidez de siempre, mientras que "la parejita" me ignoraron por completo, haciéndose a un lado. " "Recién me comunicaron sobre su arribo, Landajo. Tenía contraído un compromiso para cenar, por lo que voy a regresar tarde. Mañana hemos de desayunar juntos, y conversaremos. Ahora, descanse.
Por la mañana, temprano, como de costumbre, me aguardaba en su suite. Se encontraba solo, ya que en la habitación contigua dormía plácidamente Isabel. Américo estaba en la suya, en el mismo piso, pero no apareció por expresa indicación del General. He querido que estuviéramos solos, hijo, para poder conversar más tranquilos. No dudo que mucho es cuanto tendrá que contarme de sus experiencias en la isla, y yo también quisiera darle algunas indicaciones para el futuro. Luego de tomar el café, que le parece si salimos a caminar para sacar un rato a Canela y Tinola.
Conociendo la forma en que decía las cosas, entendí que no quería hablar en el lugar. Los micrófonos estaban por todos los rincones, y nada escapaba a los servicios de interferencia que el amigo Trujillo tenía. Buen amigo, pero también, desconfiado. Salimos, y dejando lejos al edecán militar que había suplantado a Montás, a paso lento por la costanera, la fuimos recorriendo y conversando.
"Le agradezco su venida, ya que quería conversar con Usted. El correo no es confiable, y se están apurando ciertos acontecimientos que espero no lo tomen distraido. La caída de Batista es un hecho, y se habrá de producir en las próximas semanas, Esto lo sabe, ya que es información coincidente con la que usted me hiciera llegar a través de Touriño. Castro entrará con sus fuerzas a La Habana posiblemente el primer día del año próximo, lo que significa que esta invitación que me hace Batista, está motivada por ese hecho y con el fin de buscar alguna maniobra que lo mantenga en el gobierno. Le sugiero que apresure su salida de La Habana. Si lo desea, puede venir aquí, aunque no ignoro que tendrá algunos problemas con Américo e Isabel. Eso, por un tiempo lo podremos ir superando, pero finalmente deberá enfrentar ataques que provendrán de Buenos Aires, ya que ambos están en muy buenas relaciones y condiciones con los grupos sindicales y políticos afirmados por Frondizi. Eso sumará presiones sobre mi, pero si es necesario yo estoy dispuesto a enfrentarlos."
Esto era una especie de explicación y argumentación, dándome pie para rechazar toda posibilidad de establecerme en Ciudad Trujillo. Le hice conocer mi deseo de acompañarlo, pero entendía, le dije, que ello le acarrearía una serie de dificultades que no deseaba ocasionarle.
"Lo segundo, y le ruego el más estricto secreto, es que mi permanencia en República Dominicana está condicionada a ciertas situaciones que se irán planteando. Estados Unidos ha decidido cortarle la cabeza al Generalísimo y a toda su familia, y está programando una revolución. El propio Trujillo me lo ha comentado, como también me han dado información proveniente de los Estados Unidos. Trujillo será tomado prisionero por los revolucionarios, y será fusilado tras un juicio sumario. Es posible, inclusive, que alguno de sus allegados más cercanos lo asesine en cualquier momento.
El Generalísimo, que tiene su carácter, no quiere dejar del país, ya que sabe que no le quedan muchos sitios que le brinden seguridad, y en determinado momento, se consumará la traición. Está condenado, y acepta su destino.
Esto me traerá un sinfín de problemas y disgustos, ya que deberé buscar un lugar donde poder instalarme, ya que mi regreso a la Argentina es por el momento ilusorio. No deja de ser un deseo, y también yo he aceptado con resignación continuar el peregrinaje al que he sido condenado. Por eso, no puedo decir que venga para quedarse. Tampoco le puedo indicar a donde iré, aunque presumo que finalmente me tendré que instalar en España, donde están haciendo algunas gestiones.
En lo que hace a la situación argentina, ha acontecido lo que yo señalé. Frondizi nos ha traicionado, lo que pone en claro la mala conducta de muchos de nuestros dirigentes que "idiotizados" por los ofrecimientos que les hicieran antes de las elecciones, se prendieron al desarrollismo sin entrar en ningún tipo de análisis, buscando solamente satisfacer sus ambiciones. Así les va . Terminarán no muy dignamente. En su momento hemos de denunciar esta nueva burla que sufre nuestro Pueblo, quedando marcados con fuego estos nuevos fracasados.
El gobierno, seguro de haber alcanzado el total respaldo, ya que ha aceptado todas las imposiciones foráneas, no tardará en encontrarse acorralado con numerosos problemas que se están acumulando en el camino emprendido, además de la deserción de muchos de los colaboradores de confianza.
Considero, Landajo, que tras regresar hoy a La Habana, con mi respuesta y agradecimiento, de inmediato debe preparar su valija, despedirse de los amigos, y emprender el regreso. Yo lo espero la próxima semana, para entonces darle las directivas del caso, ya que previamente he de escribir a Blanca Luz para que lo reciba en Chile, y lo ayude a entrar en la Argentina. La semana entrante ya le daré mayores precisiones, pero no deje pasar el tiempo. Batista tiene las horas contadas, y el batuque que se armará para fin de año en ese país, será impresionante y para muchos peligroso
Como este amigo Jaime Schvartzman está muy condicionado, ya que ha jugado con Dios y con el Diablo, pero que a usted y a algunos otros compañeros les tendió la mano, sugiera que sería prudente de su parte liquidar sus bienes, saliendo de inmediato para Miami."
Esta conversación me aclaró sobre muchas situaciones, además de algunas confidencias personales que me hiciera, las que no corresponde divulgar por no ser del interés de todos. Regresamos al hotel. En la entrada, con su motoneta, Américo, aguardaba a Isabel para el paseo matutino al que se había acostumbrado. ¿Viene, General?... le preguntaron. "No, respondió. Tengo que prepararle algunas cosas a Landajo, que regresa a La Habana.
El automovil puesto a disposición del General, me estaba aguardando. Pagué mi cuenta, hice una llamada a Jaime desde el teléfono del General Perón, adelantándole que en dos horas estaría con él. Que me aguardara en el aeropuerto.
"Cuídese, gordo. Y no olvide todo cuanto hemos conversado y sabe. Mañana mismo saque su boleto, para regresar a ésta. Agradezca a los amigos cubanos la invitación, pero por el momento no pienso encarar ningún viaje, ya que soy huésped del Generalísimo en este hospitalario y bello país caribeño."
Nos despedimos, como de costumbre con un fuerte abrazo, y el "hasta pronto" que se habría de concretar pocos días después.
RETORNANDO A LA ARGENTINA.
SALGO DE CUBA Y
PASO POR REPUBLICA DOMINICANA.
Regresé a La Habana. Conversé con mi madre, que finalmente había podido reunirse conmigo, y con quien compartía la habitación en la pensión. La puse al tanto de mis próximos pasos. Después de mucho tiempo, íbamos a estar juntos por el término de dos meses. Temerosa de mi suerte, ella quería regresar a Argentina, pero había que vencer muchos obstáculos para que pudiera hacerlo. Mi familia, es decir, mi hermana y cuñado, estaban terriblemente disgustados con nosotros, conmigo, por mi vinculación con el General Perón, y con mi madre, por ser consecuente conmigo. Pero, había que encarar el viaje, por lo que solicité el apoyo de mi tía Lupe de México, quién, como en todo momento, brindó a mi madre la seguridad que necesitaba y, que yo no había podido darle, y mi hermana le negaba impulsada por el antiperonismo de mi cuñado.
Quiero dejar esto establecido, aunque es un aspecto personal, porque es necesario que se conozcan las privaciones, sufrimientos, necesidades y amarguras que sufren los que decididamente se empeñan en una lucha, que, siendo finalmente benéfica para todos, siempre es mal juzgada por unos cuantos que cual la hiedra, se prenden únicamente a los beneficios, pero escondiéndose o negándose a participar en la lucha para alcanzarlos. Son los vividores y los camaleones de la política.
Me despedí de los amigos cubanos tras entregar las cartas de agradecimiento del General. A Jaime lo impuse de la situación que en semanas o días habría de enfrentar, aunque él suponía que los revolucionarios lo respetarían por haber dado alguna ayuda económica al Movimiento 26 de julio. Así pagó su ingenuidad. Si no hubiera sido por la intervención del embajador Julio Amoedo, habría sido fusilado, acusado de colaborador de Batista y promotor de la pornografía en Cuba.
Borlenghi, ni corto ni perezoso, comenzó a limpiarse de todos los bártulos, y encaró su viaje a Europa con su esposa e hija. De Juanita Azpitarte no se nada, estimo que lo debe haber seguido en principio al nuevo destino.
Conversé mucho con Manuel Araujo, quién, ante la inminencia del triunfo del Movimiento 26 de Julio dejó el cómodo departamento que ocupaba en el barrio residencial, y se instaló en una modesta casa del barrio La Cotorra, donde alquiló una habitación donde, como único mobiliario colocó un catre con un petate, a la espera de la entrada en la ciudad de los vencedores de Batista. Tiempo después supe, que al entrar Fidel, lo primero que hizo fue presentarse ante él haciéndole entrega de documentación y bienes que le había dado en confianza Jorge Antonio, señalando "este dinero no es mío. Es dinero del Pueblo, y nada mejor que sus liberadores para que lo administren en aquello que sea benéfico para la comunidad."
Esto le valió ser Comandante del Movimiento Revolucionario, y designado para dirigir el penal de Isla de Pinos.
Mi última noche en La Habana, la compartí en una cena con mi madre, tras la cual me entrevisté con Santiago Touriño. También con otros amigos revolucionarios deseándoles la mayor de las suertes. Ellos mantenían en jaque a las fuerzas policiales de Batista en La Habana, y debían intensificar su acción de sabotajes en vísperas de la entrada de Fidel y Camilo Cienfuegos en la capital. La ciudad a oscuras, ocultaba el resplandor del sol que días más tarde iluminaría el cielo de esa isla maravillosa, tan castigada entonces y ahora, pero siempre codiciada por los tahures y corsarios.
Para un Peronista, no hay nada mejor que otro Peronista....una de las veinte verdades que recitábamos. ¡Minga!...Pocos son los que se deciden a solidarizarse con otro compañero, ya que como bien lo había señalado el General, casi todos se movían por los impulsos de sus visceras más sensibles: el estómago y el bolsillo.
Ya entrada la tarde, tras una escala en Haití, llegué a Ciudad Trujillo. Un coche enviado por el General, me aguardaba en el aeropuerto. El único inconveniente que tuve, fue que en mi valija llevaba una pistola automática, de ultima tecnología, que era un obsequio para Perón de parte de un general batistiano apellidado Rodriguez. Como en la Dominicana no pasaba nada sin que el Generalísimo se enterara, cuando le fue informado sobre esa portación, rápidamente quiso que lo informaran de lo acontecido a Perón. Américo, que atendió la llamada, señaló que la retuvieran, "dado que era posible que intentara algún ataque al Jefe, ya que me había defenestrado." Algo muy natural en quién, movido por sus celos feminoides, consideraba un peligro mi presencia cerca de ellos.
Al enterarse el General de lo sucedido, encomendó a su edecán que interviniera, ya que se encontraba al tanto de ese obsequio, y que no era nada personal mío. Así se hizo, y todo quedó en claro. Incluso, motivó un disgusto muy particular para el secre-periodista-valet, a quien le impusieron algunas condiciones.
Llegue al hotel, donde tenía reservada una habitación en el tercer piso, el mismo en que se encontraba la suite del General. Luego de dejar mi equipaje, que consistía en una sola maleta, me presenté a él para saludarlo. "Estoy preparando algunas cartas, Landajo, para que las lleve a la Argentina. Ya he conversado telefónicamente con Blanca Luz, quien lo recibirá en el aeropuerto de Santiago. Ella tiene instrucciones para que pueda entrar a nuestro país. Mañana, temprano, hemos de desayunar, y entonces le daré las últimas directivas. Como usted debe estar saliendo para el aeropuerto a las nueve, lo espero a las cinco y media para que tengamos tiempo suficiente para ultimar detalles. Ahora, cene y descanse, ya que le esperan horas que lo habrán de desgastar y cansar."
Por la mañana desayunamos. Luego, salimos a caminar por los alrededores del Hotel Paz, llevando a los perritos en su "meada matutina", y sin ninguna clase de "oídos" cercanos, comenzamos a conversar sobre todo lo acontecido desde el mismo instante en que le entregué las cartas del Licenciado Alemán en 1955.
Hicimos un resumen de lo vivido, y de las experiencias logradas en ese tiempo.
"Hemos superado algunas etapas, hijo. No puedo olvidar su gesto cuando me visitó, bien había llegado a Panamá. No puedo dejar de recordar el gesto solidario y la muestra de amistad del presidente Alemán, al igual que la de otros amigos mexicanos. No puedo dejar de mencionar, tampoco, la lealtad y cariño que Isaac (Gilaberte) tuvo para conmigo, ya que en la actualidad, muchos son los que quieren mostrarse como hombres de conducta y honor, que quieren hacer creer que en mis horas difíciles de setiembre, ellos se encontraban a mi lado.
Hasta Atilio Renzi, que fue un farsante y aprovechado, que negociaba hasta las máquinas de coser que la Fundación tenía destinadas para la gente humilde, pasando por muchas otras cosas, ha venido haciendo comentarios sobre su lealtad, habiendo sido un simple negociador de influencias.
Cuando Renner, que en definitiva fue el que vino para decirme sobre los propósitos de los gorilas de asesinarme, el único que expresó su total solidaridad, fue Gilaberte. Y, a despecho de lo que muchos quieran hacer creer, fue él, quién llamó a la embajada Paraguaya, ya que era amigo del mayordomo de la embajada, para decirle que íbamos para ese lugar. Fue él, quien hizo las gestiones, y no otros, que hoy quieren vestirse de héroes. Cuando llegamos a la calle Viamonte, bajé del coche, entré por la pequeña puerta del casero, y desde ese lugar llamó al embajador Chávez.
Para no crear problemas e inconvenientes, convine con él, que me hiciera el favor de acompañarme al exilio, ya que ese fue su pedido.
El salió de la sede diplomática para ir hasta la cochera presidencial, entregar el automovil, para que no dijeran que yo lo había robado o abandonado, y también entregó las armas que le habían sido dadas en custodia.
En el ínterin, llegó Chávez, también el general paraguayo Cardoso, Zambrino y Cialcetta. Con ellos fui hasta la residencia del embajador, pero considerando que el momento era sumamente peligroso para todos, decidieron que debía trasladarme a la cañonera paraguaya que se encontraba en reparaciones en nuestro país. En el camino, recuerdo que llovía torrencialmente, a Zambrino se le ocurrió ir por la calle Salguero, que estaba inundada. Hoy pongo en duda si fue con buena intención. El hecho fue, que al querer pasar, se detuvo el motor, y viendo que no arrancaba, todos bajamos del auto para empujarlo. Suerte que en ese momento pasaba por el lugar un colectivo. Me reconocieron los muchachos, y todos, ayudándonos, salimos del problema.
Finalmente, llegué a la cañonera, donde me aguardaban los hermanos paraguayos, los cuales, con valentía y coraje, estaban prontos a defender, hasta con sus vidas, a este ya depuesto presidente argentino.
En Paraguay tuve un buen trato. Se me recibió como General del Ejército de ese país, y en la casa de Gayol, un buen amigo, pasé los primeros tiempos de angustia, soledad y amargura. Luego me llevaron a Villarrica, donde me brindaron seguridad, hasta que se recibieron noticias sobre un atentado que estaba organizando. Stroessner me sugirió saliera de ese territorio, ya que no estaba en condiciones de soportar muchas presiones, por lo que decidí viajar a Nicaragua. Somoza me había hecho llegar su invitación, a lo que se sumó el ofrecimiento para que un avión de la fuerza aérea de Paraguay, piloteado por Leo Nowack, piloto del presidente, me trasladara.
Pasé por Caracas, donde hicimos escala técnica. Esos dos días fui visitado por algunos amigos, como también invitado para que visitara a los famosos corredores de automóviles que participarían en el Gran Premio de Caracas. Todos se hospedaban en el Colegio Militar. Farina, Villoresi, Ascari y otros. Todos ellos, menos uno, nuestro gran campeón, esperaron para saludarme.
Durante el vuelo para Nicaragua, decidí quedarme en Panamá. Esto lo sabe bien. En ese país fue nuestro encuentro y el comienzo de esta relación.
Creo, que su visita, en aquellos momentos, fue como una inyección de fuerza para continuar la lucha, Difería ese ofrecimiento mexicano del que era portador, de otros recibidos de mercaderes de la amistad, que valoraban más mi supuesta fortuna en bancos suizos, que el sentir amistoso que surge, expontáneamente, del corazón.
El "cabo" Parra, Bazán, Aaron Abougamem, el mayor Alemán, y muchos otros, me dieron la bienvenida en esa tierra caribeña, donde un pueblo sufrido, con su piel canela, mostraban la blanca pureza de sus sentimientos y solidaridad. Grande era la diferencia de todos ellos, con muchos de nuestros "incondicionales", de los cuales, algunos me negaron hasta el saludo en un primer momento, tal el caso de Charlo, a quien tanto había ayudado y luego, como sabe, vino a pedirme apoyo.
Conocí a Eleanor, la gringa famosa, la que supo brindarme su alegría champurreando español. Esto lo conoce, porque le tocó ser el intérprete en algunas oportunidades. Su presencia, que no obedezcía a ninguna confabulación, me trajo problemas que me llevaron a casi ser procesado por la justicia, ya que urdieron de que estaba "secuestrada". Se fue la gringa, y llegó, aquel fin de año, el ballet de Joe Harold, con las complicaciones posteriores que convirtieron a Estelita, en "Isabel, la secretaria".
Sume, ¿cuántos errores en tan poco tiempo?.
Después, el 9 de junio, la visita de los presidentes a Panamá, los intentos de asesinatos, el viaje a Nicaragua, hasta finalmente salir rumbo a Venezuela. Más errores, más presiones, más angustias, más traiciones, no pocas simulaciones, nuevos intentos criminales, para finalmente tener todos que salir y venir a esta hospitalaria tierra del Generalísimo, verdadero amigo, que en su calendario tiene fecha fijada. Hoy se irá usted, y faltan pocos meses, para que yo me vea forzado a salir de aquí.
¿Regresar a la Argentina?... Pasarán años, mi querido Landajo. Nuestra lucha no tiene plazos para alcanzar el triunfo. Tampoco nosotros tenemos que tener la seguridad que podamos verlo. Estoy viejo y enfermo. Además, demasiado cansado de tantas angustias, producto de la simulación y la traición de la manga de aventureros que con alientos extraños, usufructúan lo que es nuestro Movimiento. Como le anticipe, allá por noviembre del 55, puedo asegurarle que somos contados los que estamos luchando con un mismo sentimiento y con idéntico propósito. Yo, estoy de salida. A usted, le queda tiempo. Pero, le reitero con total franqueza, que será difícil poder alcanzar el objetivo que guió nuestra lucha, ya que a lo largo del camino irán apareciendo individuos que poniéndose nuestra camiseta, y enarbolando nuestras banderas, serán los verdugos de nuestro Pueblo."
Hicimos silencio. Sentía un nudo en la garganta. Inmensa la soledad del genial Conductor, y si bien el Pueblo lo acompañaba, ignoraba su sufrimiento, su amargura y sus sacrificios y privaciones. Era la angustiosa noche del que sabía, como visionario que era, cuanto habría de suceder en esta oscuro momento dentro de la vida de nuestro país.
"En Caracas, y esto no lo ignora, continuó diciendo, se produjeron situaciones desagradables. Fuí en parte responsable de ellas, pero también los demás tuvieron su culpa. Gilaberte, por ser extremadamente celoso, no disimulaba muchas cosas que en política estamos obligados a no oir o mirar. Como ve, la extrema lealtad, el total respeto a los principios, a veces originan situaciones indeseables o impensadas. En esto, se que él también lo complicó a Usted, ya que si bien la lealtad de ambos no puedo poner en dudas, a veces, con esa sinceridad y respeto al compromiso contraído, chocaron con conductas que debí aceptar en procura de una estabilidad dentro de las fuerzas existentes.
La presencia de Isabel, que sabíamos estaba "programada", cosa que es fácil entender y suponer, ya que nuestros enemigos no eran ni son nada tontos, nos metieron una "pica en Flandes" para informarse, primero, y luego, para provocar enfrentamientos aparentemente infantiles, pero que tenían el propósito de perturbar nuestras actividades.
Recordará a Flora. Bien. Ella fue tentada en una oportunidad por Isabel, para que por la mañana sustrajera varias carpetas donde presumía guardaba informes y la correspondencia confidencial. Esta mujer, que me fue recomendada por Parra, me mantenía al tanto de todos los movimientos de Isabel, la qué, a través de sus dos hijas, recibía los mensajes de la gente instalada en la embajada, y que en Colón, se hospedaban en el Washington. Como apreciará, yo estaba al tanto de todos los movimientos.
Lo mismo, no ignoraba las relaciones de Isaac con Carmen Bardales, la empleada del correo que recibía la correspondencia, ya que el mismo me las había comentado. Ambos eran excelentes amigos, al igual que aquella actriz argentina Macchieta, que trabajaba en el cabaret de Colón. Formaban parte de nuestra red de informantes, lo mismo que la cantante que confundieron con Isabel, creo que su nombre artístico era Lidia Castex, pero el verdadero Lidia Martínez, la cual nos puso a claro las intenciones de Lamuraglia cuando llegó en la avioneta a Panamá, y también la de otros que le siguieron.
En Caracas, los problemas provocados por Martincho, se debían a que éste, que no era nada tonto, quería adueñarse de la situación, no teniendo reparos para ensuciar a cuantos pudieran ser un estorbo a sus fines. Jugador, mujeriego, hombre de la noche, sirvió a nuestros propósitos, y si causó dolores de cabeza, en definitiva, también hizo un aporte positivo para nuestra lucha. No olvide que el barro se mezcla con la bosta, para finalmente tener un material que permita hacer ladrillos que son las bases de los monumentos.
Aquel famoso "Cholo Alenci", al que sacamos de la cárcel y les pedí que lo tuvieran escondido en el departamento Riverside, era un individuo de avería. Había sido capitalista de juego en la Argentina, además de tratante de blancas, y su presencia en Caracas obedecía a dos fines: uno, salvarse de la cárcel en la Argentina, tal como me lo señaló Don Pedro Estrada. El segundo, infiltrarse dentro de nuestras filas para abrir brechas a quienes llegaron con la intención de eliminarme. Fracasó en lo último, ya que nosotros tuvimos que pedir por él.
Los problemas caseros, provocados por Isabel, y a los que se prestaron todos, pero con mayor insistencia Vicente, eran influenciados desde fuera por quiénes buscaban afirmar a Isabel, en sus pretensiones casamenteras, no debiendo ignorar que Galán y Olga fueron los que por simpatía hacia ella, más insistieron.
El aquella dramatización de Isabel cuando quería hacernos creer de su embarazo, fue descubierta por el doctor Benzo en su mentira. Al revisarla, no solo la encontró sin rastro alguno de embarazado, sino que pudo descubrir en ella ciertas anomalías. Pero todo fue parte de una patraña, y tenía por finalidad perturbarme, no ignorando que los problemas que se registraban dentro de la casa, influían en toda la actividad que desarrollábamos para la lucha.
En lo político, puedo decirle, para que tenga en claro cuanto habrá de responder cuando llegue a Argentina, que las condiciones en que me encontraba y encuentro, no son las ideales para desarrollar actividades, y, mucho menos, tener una facilidad para encauzar la lucha, salvo a través de instrucciones o sugerencias que bien leídas entre líneas, pueden servir para que nuestros compañeros encuentren los medios adecuados para fortalecer una dura guerra que no será de días, meses, sino de muchos años.
Habrá que tener nervios de acero, y saber esperar. No pocas veces seré maljuzgado, pero en verdad, en mi posición, no puedo librar las batallas que quisiera, ya que no estoy ni en condiciones, ni en fuerza.
Estas respuestas en lo referido a nuestro accionar, que he dado hasta hoy, obligado por las circunstancias, han satisfecho a unos, y han disgustado a otros, pero cada uno que llegó hasta Caracas, lo ha hecho buscando satisfacer las apetencias personales o las del grupo que lo enviaba. Ninguno, absolutamente ninguno de los que han llevado medias palabras, ha traído algo que fuera realmente digno de ser considerado. No contemplaban el interés de la Nación y mucho menos el interés de los trabajadores. Por un lado llegaron los neos que conocemos, los cuales, por ser renegados, ni son neo, ni son peronistas. Llegaron los radicales traídos por la mano de Antonio, al igual que los anteriores, pero como otros, su dependencia a intereses foráneos los hacían indeseables para los objetivos nacionales y populares. Llegaron los ahora frondi-frigeristas, escondiendo sus intenciones de satisfacer a sus mandantes, por más que se mostraron nacionalistas, y cuyo final está próximo. Frondizi no podrá gobernar. Frigerio no podrá responder a sus inspiradores desarrollistas vinculados a las internacionales, y, juntos en la caída, dejarán el camino abierto para el florecimiento de otro gobierno militar qué, en definitiva, será como el queso del sandwich. Tras el mismo se irán repitiendo idénticas experiencias, para finalmente, destruído el país, dejarar en manos de políticos desprestigiados la etapa final de la entrega y sometimiento.
La única salvación existente quedará, en definitiva, en manos de las masas, las cuales deberán tener inteligencia y astucia para saber elegir a sus gobernantes. Deberán tener la fuerza y decisión de luchar, para poder superar la crisis total que en unos cuantos años se producira en la Argentina. Una Argentina desmantelada, enajenada y con un futuro incierto, porque deberá construirse sobre tierra arrasada, pero esta vez con la obligación de sacar con manos sangrantes los escombros que serán la evidencia de un pasado del que todos formamos en parte y somos responsables.
Deberá ser el Pueblo, quién en definitiva, deba asumir la responsabilidad de no volver a ser usado y engañado. Deberán todos, hombres y mujeres, tomar la decisión de enfrentar al o los canallas que disfrazados de argentinos, seran los testaferros o gerentes de la sinarquía. Deberán ser los trabajadores, los que con sabiduría, los que elijan a sus dirigentes, para poder defender sus derechos. Si ellos no lo hacen, serán pasto de esa ferocidad de los opresores, que en nombre de la libertad y la democracia, desconocerán el derecho del trabajador a ser digno de una vida mejor.
Y, ya verá, desgraciadamente, que poco a poco se irán concretando los planes de los opresores, que mediante la complicidad de los medios de comunicación y utilizando técnicas sofisticadas, irán lavando cerebros y formando nuevas generaciones que rechazarán todo cuanto sea honor, todo cuanto signifique esfuerzo, todo cuanto sea rectitud, todo cuanto sea patria y religión, para hallar el el camino fácil del vicio y la holganza, el que los lleve a la total degradación.
Usted, Landajo, ya está viajando para Argentina. Su misión será la de sumarse a la resistencia peronista. Le pido, sea un observador de todo y cuanto suceda dentro y alrededor de ella. Sea lo más imparcial posible, y por medio de estos amigos cuyos nombres figuran en la lista que le entrego, hagame llegar lo más seguido posible, una información que pueda servir, conciliándola con otras que recibo, formar mi propia opinión sobre cuanto acontece en el país. Yo deseo, en estos últimos años, poder servir a nuestra causa. Tengo un compromiso que cumplir con el Pueblo, y no quiero morir con la amargura de no haber podido dejar la semilla para construir esa Argentina Grande, Próspera y Feliz que un día prometí.
A lo largo del tiempo que me queda de vida, sepa que muchos errores se habrán de cometer, y de los que yo seré responsable. Deberé en no pocas oportunidades aceptar imposiciones, pero, en mi corazón, llevo solamente el deseo de ser un digno argentino, que no claudicará ante la adversidad, ni renunciará a la lucha.
Perón cumplió. Libró sus batallas en soledad. Rodeado por simulados amigos o colaboradores. Pero era el prisionero de quiénes no concebían, ni conciben, que los argentinos podamos ser ciudadanos LIBRES, y una Nación SOBERANA e INDEPENDIENTE.
LA RESISTENCIA PERONISTA
Tras abandonar Ciudad Trujillo, después de una escala en Panamá, emprendí viaje hacia la Argentina. Eran los últimos días de ese año 1958, que había sido testigo de tantos hechos que guarda la historia del mundo. Terminaba para mi una etapa de mi vida, y regresaba al país para ocupar otro puesto de lucha. Viví una gran experiencia, y el destino me favoreció al haber podido acompañar al General Perón, quien supo enseñarme a ver la vida de otra manera, y sentir un fuego diferente en el corazón de quien quiso y quiere aún, transcurridos los años, ser un auténtico revolucionario al servicio del Pueblo y de la Patria.
Blanca Luz me aguardaba en el aeropuerto de Santiago. Sin inconvenientes pude transponer la aduana y la oficina de inmigración, no obstante llevar mi pasaporte de refugiado político emitido por las Naciones Unidas. Me instalé en un modesto hotel, en la calle Andes, cercano al palacio de gobierno, donde aquella noche, tras muchas de insomnio, pude dormir. Por la mañana, temprano, ya se encontraba aguardándome Blanca Luz, quien me llevó hasta el hotel Carreras, cuyo gerente era su marido, y luego de pasear en coche por Santiago, fuimos a su casa, en El Rosal, a almorzar.
Larga fue nuestra conversación, y la noche nos sorprendió en el patio, tocando muchos temas relativos a los acontecimientos vividos, tanto por ella, como por mí. Me pude enterar de que en su juventud, fue amiga dilecta de Evita, como también del General, y que sus libros circulaban por todo el mundo. Su lugar predilecto de trabajo era la isla de Juan Fernández, en el Pacífico, lugar que me invitó a visitar; invitación que nunca pudimos concretar por estar embarcado a nuestra lucha por la causa latinoamericana.
Me habló de los exiliados argentinos, en especial de Guillermo Barrena Guzmán, como también de Guillermo Patricio Kelly en su publicitada fuga de la cárcel chilena. "Este Patricio, si que nos dio disgustos, también alegrías. Yo lo ayude en su fuga, junto con mi hija, y tuvimos que hacer muchos ensayos para que pudiera escaparse como una damisela encantadora. A raíz de esto, y por declaraciones que hizo en su afán de publicitarse, me costó varios juicios y no pocos problemas, tanto dentro de mi matrimonio, como en el país.
Ella fue quien me ayudó en los intentos de ingresar clandestinamente a Mendoza, pero habiendo sido descubierto por un funcionario de la embajada argentina en Santiago, de apellido Gómez Garay, cuando venía escondido en la locomotora del tren que cruza la cordillera, fui advertido de la presencia de Gendarmería que me estaba esperando. Eso me obligó a arrojarme en el túnel que une ambos países, esperando que el tren, de regreso, pudiera recogerme para finalmente entregarme a carabineros. Días después, estando confinado en la ciudad de Los Andes, tomé contacto por medio de Blanca Luz con unos contrabandistas, los que me ayudaron a pasar a la Argentina, cruzando la Cordillera a lomo de mula.
En Mendoza, más precisamente en Las Heras, estuve varios días en el domicilio de un gran compañero y hombre de la resistencia peronista, Lopecito, quién me facilitó los medios para poder llegar a Buenos Aires. Mi arribo a la estación Presidente Perón (Retiro) coincidió con el inicio de aquella famosa primera huelga que se le hizo a Frondizi. Esto motivó que fuera detenido por la Policía y conducido hasta la seccional, pero como presenté la cédula de identidad de un amigo mío, Horacio Hernández, hoy fallecido, el cual no tenía antecedentes, y salí a las pocas horas.
Deambulé por las solitarias calles de este Buenos Aires que había dejado tiempo atrás, y tocando puertas, encontré que hasta mi familia me rechazaba en momentos de suma gravedad. Era cierto aquello de que a la familia nos la imponen, y en verdad, lo que vale, es a quien uno elige con el corazón.
No quiero amargarme y amargar a otros recordando aquellas primeras horas, o primeros días en Buenos Aires. Solamente aquella novia que un día abandoné, y que hoy es mi esposa, fue quién me cobijó, al igual que algunos hasta entonces desconocidos compañeros y amigos. La realidad de lo que son los afectos pude valorarlo entonces. Algunos de los que antes antes se habían mostrado como amigos, a quiénes brindé oportunidades para ser algo en la vida, me respondieron con las mayores infamias y traiciones.
Mis primeros contactos con la gente de la Resistencia Peronista se produjeron a través de Guillermo Barrena Guzmán, Aparicio Suarez, un extraordinario valor al que nunca se le dio el homenaje merecido, Mario Asad, el negro Viera, alambre Brid, Balcaneras, Laigle, Wilkinson, Sicilia, Vicente, Pasant, Fernández, el negro Petrone, Horacio Hernández, la familia Carrillo, Jorge Di Pasquale, Sebastian Borro, Poccione, Avelino y Eduardo Fernández, Estercita Méndez, Barredo, Iñiguez, el "flaco" Ferrari, Mazzaferro, Tito Zavala Ortiz, Arce, Roberto Juárez, Victor Navas Prieto, los hermanos Tolosa, el gallego Franco, Fernícola, Lala García Marín, Fermín Calderón, Edgar Berro, Tito Merino, Progreso Constela, Tito Pérez, Armando Cabo, Alicia Sayago, Munilla, Escalada, Alterach, José Nassif y tantos otros. Serían necesarias varias guías para reproducir sus nombres, ya fueran de "guerra" o los auténticos.
Me encontré con una realidad distinta a la que mostraban las cartas que el General recibía en Caracas. Aquí existía una resistencia real, que era la de los anónimos soldados del Pueblo, y una falsa, que era la de una dirigencia llene de desmedidas ambiciones, las cuales solamente buscaban el beneficio personal o de grupo. Se engañaba a Perón mediante falsas historias, continuas y coordinadas, y se le mentía al Pueblo anunciando "revoluciones" que únicamente servían para llevar a la cárcel a extraordinarios compañeros, para mantener un clima que sirviera a la economía de unos pocos vividores del ideal de la masa, o bien para satisfacer las exigencias y planes de los enemigos.
Una juventud extraordinaria se jugaba permanentemente, no en esa lucha basada en la violencia asesina que tanto gustan mostrar en la cinematografía sinárquica, sino que eran muchachos de pocos años, muchos aún niños, que desafiando el poder policial, "acosaban a la dictadura y al continuismo" pintando paredes, realizando actos menores de sabotaje, y provocando desordenes que jaqueaban a una policía que no sabía como enfrentar a los clavos miguelitos, a las tapitas con clorato de potasio colocadas en las vías de los tranvias, a las manifestaciones relámpago que se registraban en pleno centro a horas clave, como también a los caños, doble rosca, que con polvora negra, causaban alarma, pero no víctimas. Era la lucha de los humildes, sin recursos, pero con auténtico y conmoverdor fervor, en contra de los poderosos intereses internacionales defendidos por el bastardo de turno.
Panfletos mimeografeados, revistas o diarios clandestinos, llevaban la esperanza a millones de argentinos, no resueltos a luchar abiertamente, pero tampoco dispuestos a aceptar la simulación y el engaño de quiénes no concebían una Argentina socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Millones eran los predicadores de la doctrina Peronista. Los detractores de ésta eran cientos de Judas, que al servicio de los sucios intereses antinacionales y antipopulares, buscaban destrior ña imagen y mito de Perón, para así, mediante la pantalla de un neoperonismo, concretar el éxito de la fallida revolución liberticida de los Aramburus y los Rojas.
Allí, en las calles, estaba presente la juventud, junto a una no menos heroica y extraordinaria "vejetud", luchando contra un sistema apátrida. Allí, en las calles y en los cafés, estaban los que peinando canas, fueron avanzadas de aquel glorioso 17 de octubre, junto con una muchachada que escuchaba atentamente las conquistas logradas cuando ellos aun eran niños. Esos muchachos que salían a la vida, tal el caso de El Kadre, Chacho Alvarez, Carlitos Caride, el "negro Atahualpa", Pablo Maestre, Fernando Abal Medina, Spina, Rearte, y muchos que hoy continúan siendo nombres respetados y fieles a sus convicciones.
Eran los integrantes de la auténtica resistencia peronista, esa que no llegaba con sus gritos hasta Perón, y a quién, en mis cartas e informes le fui poniendo al tanto de su real valía.
"De nada valen los cajetillas que se visten de revolucionarios, decía el General en una de sus respuestas, porque es el auténtico Pueblo, el de esos muchachos que me menciona, los que realmente habrán de sentar las bases de nuestra revolución. Yo no he claudicado, como pretenden hacer aparecer dirigentes como Cooke, Iturbe, y tantos otros integrantes de los comandos que he creado, pero son simples pantallas para que nuestros enemigos tengan con quien entretenerse. Es el pueblo, que en la clandestinidad, debe ir eligiendo a sus hombres, y con ellos, librar la verdadera batalla por la liberación, la que no puede darse en libros estratégicos o tácticos. Cada peronista, es un poco mariscal de si mismo. Cada uno, si quiere alcanzar el éxito, si quiere alcanzar la victoria, debe sumar su esfuerzo al del conjunto, pero todos en unidad de acción, enfrentar a la canalla.
He recibido cartas de compañeros que en su incredulidad o en su "luminosidad divina" creen que he desertado o que estoy en un juego personal. Ellos me conocen, pero no conocen mi forma de pensar, ni mi sentir. Yo sigo siendo prisionero, y ellos, sin quererlo, sirven al propósito de simuladores y traidores que me tienen alejado del Pueblo".
Y esa era la verdad. Perón, en España, al igual que en Caracas, Panamá y República Dominicana, era un prisionero. Era una prenda de la que se valían los secuaces de la sinarquía para mantener un elemento de negociación, que servía como barrera al avance de los propios adversarios que buscaban el poder mundial. Los carceleros de Perón, aquellos que llegaban con mensajes y directivas precocinadas, los que le daban las migajas de sus robos o trampas para, supuestamente, mantenerlo, pero que eran dineros que repartían entre la comparsa que lo rodeó y traicionó permanentemente. Fueron los mismos que llegando a la Argentina lo pintaban de manera diferente a la realidad, cambiaban sus opiniones, se burlaban de su "chochera", para luego negociar el sacrificio de Perón y la sangre y sacrificio de millares de peronistas enrolados en las filas de la heroica resistencia, con los cambalacheros que medraban con la Nación.
En 1960 intentamos sacar un órgano publicitario del peronismo. El propósito era apuntalar otras publicaciones de lucha, como Rebeldía, El 17, Resistencia Popular, Palabra Argentina, Pero...donde está el Pueblo, El descamisado, El Lider, Soberanía, El Restaurador, Sangre Nueva, etc. Nuestro recorrido pasó por los despacho de Saadi, depositario de fondos que, según dijeron era para la Resistencia, por los de las oficinas pertenecientes al grupo Antonio, por las de los Tricerri, por la de los Durand, por las de muchos otros muchos. Nos acercamos a los sindicatos y agrupaciones de poderosos gremios, cuyos dirigentes escondían la realidad, para perpetuarse en el poder, sustrayendo o dilapidando en su proyectos los dineros que hubieran sido de utilidad para cubrir mínimas necesidades de nuestros auténticos compañeros de la lucha clandestina. Eran los miserables, y muchos de ellos que conocí con sus comedias en Caracas, negaban todo cuanto pudiera servir al Peronismo y a Perón.
Finalmente, un grasita anónimo, José Alegre, editor de revistas de historietas, fue quien me presentó a un hombre de bien, un hombre Don Alberto Honneger que supo entendernos, y que si bien buscó su negocio, que no fue tanto, nos facilitó el camino, junto con otro amigo, José Ayerbe, para que editáramos PV, Pregonando Verdades. Una revista de poca vida, pero tribuna peronista en momentos en que el CONINTES intentaba poner la mordaza para que no se escucharan los reclamos de las mayorías. Magníficos compañeros acompañaron en esa tarea, Victor Navas Prieto, Maestre Wilkinson, Romeo Sicilia, Juarez, Gómez Morales, Edgar Berro, García Mellid, y otros que fueron corresponsables en ciudades y pueblos provincianos, sentaron bases para un periodismo peronista que enfrentaba a la prensa mercenaria en la que pululaban muchas de las figuras que hoy se muestran como pilotos de la opinión nacional.
Finalmente pudieron silenciarnos. Pero las cenizas quedaron para vigorizar la tierra, de la que luego fueron alzando otros que con igual pasión, enfrentaron a la infamia.
"Nuestra prensa, me dijo Perón, no podrá sostenerse. Carecemos de los medios necesarios para que así sea, ya que como lo pudo comprobar, no puede esperar nada de un Saadi, que ni fue, ni será peronista. Es un turco charlatán, que sirve sólo a sus ambiciones. Busca su fin, sin importarle nada del semejante. En la medida que uno puede servirle, el estará con uno. Cuando uno deja de prestarle sostén a sus mentiras o sus propósitos, a sus ambiciones o intereses, no disimula nada, para pasarse al día siguiente al bando contrario en busca de sus objetivos.
Cada uno en su salsa, como diría un buen cocinero, pero cuidado con el condimento que puede ser indigesto, sino venenoso".
La Resistencia Peronista que conocí, era de hombres auténticamente virtuosos. Los más humildes: los mejores. Hombres y mujeres que sacrificaron todo, por la felicidad de sus semejantes. Luchadores que creyeron, y los que viven aún creen, que será posible esa Argentina que nos prometieron, donde la seguridad alcance a todos, y en la que no existan desamparados, ni abandonados. Donde cada uno alcance su destino de felicidad y seguridad, y donde, al final del camino, cada hombre, cada mujer, cada anciano, pueda disfrutar de ese descanso real sin angustias, que en la actualidad, los mercaderes del ideal, los entregadores de la patria, les han negado en una lacerante realidad.
Quede en estas líneas mi sincero homenaje y gratitud a los miles de compañeros, que del norte al sur, del Atlántico hasta la Cordillera, me permitieron de alguna forma estar junto a ellos, y si a lo largo de la lucha hemos discrepado en algunos conceptos e ideas, nos une una sola verdad: la de ser fieles a nuestras convicciones.
PERON EN ESPAÑA. PRESIONES DE LA DIRIGENCIA.
PROBLEMAS ECONOMICOS. PERON...¿VUELVE?.....
La Resistencia Peronista no era ese fabuloso ejército que muchos suponían, o que querían hacer creer. Pocos eran los que en verdad la formaban, pero simulaba ser cuantitativa por ese fuego que encendía corazones de compañeros que sin buscar beneficios personales, eran inflamados por el ideal. Como lo he señalado siempre, y tal como se lo manifestaba al General, tanto en mi correspondencia con informes, como durante las esporádicas y secretas entrevistas que manteníamos, esos grupos de resistencia no respondían a los dirigentes que se publicitaban, sino que actuaban creyendo en la propaganda. Aceptaban las directivas originales, siendo células secretas que dictaban sus propias tácticas sujetas a una estrategia común. Los muchachos, esa Juventud Peronista que se formó en la espontaneidad, donde adolescentes se convirtieron de la noche a la mañana en hombres, y eran quienes salían a pintar paredes con lo que tuvieran. Hombres más experimentados, que juntando pesos para moverse, dineros que restaban al alimento de su hogar, viajaban hasta distintos lugares donde pudieran hallar dinamita para hacer esos caños que si bien provocaron destrozos y crearon temores, no eran bombas asesinas ya que nunca, en el corazón de los peronistas, estaba presente un propósito criminal.
Era época de lucha y no hora de satisfacer la frivolidad o el vedetismo de algunos, que como hoy sucede, gastan fortunas en la impresión de folletos o afiches multicolores, en la búsqueda de un apoyo para alcanzar el "premio de una jubilación privilegiada o un negocio redituable", ya que la dirigencia debe alcanzarse dentro de una auténtica lid para imponer los ideales del Pueblo y de la Patria.
Los Peronistas, éramos auténticamente PERONISTAS. LA CAMISETA DE PERON NO ESTABA EN VENTA EN UN CONSEJO PARTIDARIO SIMULADO, O EN UNA UNIDAD BASICA CAMALEONICA,YA QUE ERA UNICAMENTE UTILIZADA POR QUIENES ESCAPANDO DE LAS SUCIAS INTRIGAS Y DIFAMACIONES, enfrentaban a muchos de los que en la actualidad, muerto Perón, ocupan para la traición, el engaño y la entrega, lugares que debieran ocupar auténticos hombres y mujeres de nuestro Movimiento.
Perón era del Pueblo que luchaba, al igual que el recuerdo de Evita. Y, dentro de la filosofía que se conocía más que por leerla, por haberla escuchado y vivido, no se aceptaba la injerencia de quienes olvidando compromisos de honor, se acercaban para ubicarse mediante el pago sucio de los miserables, en puestos de conducción dentro de la Resistencia o del Movimiento.
No fueron muchos, pero hubo Compañeros que forzados a delitos menores, purgaron con la cárcel, el haber sentado los peldaños de los que pudieran servirse los trepadores y sus comparsas. Los jerarcas que acumularon fortunas, aquéllos que recibían "prebendas", incluso de la opresión, negaban apoyo a los militantes que ofrendaban su sacrificio, su comodidad y hasta su vida, para tratar de hacer realidad el PERON VUELVE. La supuesta dirigencia actuaba en la retaguardia, pero quería hacer valer lo logrado por otros como resultado de sus estrategias o tácticas y de una "conducta insobornable" ante el Comando Superior Peronista. Dios me ha permitido hacerle llegar al General, como me lo solicitara, informes permanentes, muchos de ellos coincidentes con los enviados desde distintos puntos del país o de nuestros vecinos Paraguay o Chile, los que mostraban la realidad que las "vedetes" de la Resistencia (?) le alcanzaban en frondosas carpetas en sus viajes a Ciudad Trujillo y a Madrid.
La salida del General de la República Dominicana no iba a provocarme sorpresa alguna, dado que él así me lo había anticipado. Trujillo no podía mantenerlo mucho tiempo en su territorio, ya que las presiones que se ejercían sobre él eran muchas. Igualmente, no se ignoraba que el gobierno dominicano tenía las horas contadas, por lo que la desaparición del hombre fuerte tenía fecha cierta.
Se ejercían muchos controles sobre el General, no solo de parte de Trujillo, sino, también, de los servicios de inteligencia de los yanquis que de una u otra forma estaban informados de los pasos de Perón. Si se quiere, la tranquilidad dominicana significó en parte un descanso para el General, hasta que, se ve precisado a aceptar la "sugerencia" de su traslado a España.
Cooke ya había sido defenestrado por Perón, ya que a poco de regresar a la Argentina, se supuso con suficiente poder y fuerza como para asumir la conducción del Movimiento y la lucha revolucionaria. Sus proyectos y negociaciones con el frondicismo habían fracasado por lo que se recostó de inmediato, por influencia de Alicia Eguren, sobre el régimen de Fidel Castro.
En un clima de desconcierto dentro de la Resistencia, órdenes y contraórdenes se daban a diario, y en las filas peronistas se iban infiltrando elementos que estando hasta ese momento enfrentados, hacían valer la hipótesis de la desaparición o silencio de Perón, para encauzar a la gran masa hacia otras corrientes.
En Diciembre de 1958, Perón decide enfrentar directamente a Frondizi. El incumplimiento de los compromisos contraídos, que hipócritamente desmentía el ex presidente, dieron motivos para un recrudecimiento de acciones por parte de los grupos activistas, que culpaban de la difícil situación al General, desconociendo que aquel apoyo brindado era, quizás, la más inteligente salida en un momento en el cual, coaccionado por una dirigencia no ortodoxa, buscaba salidas a los intereses personales o de grupo.
Sobre mediados del año, se denuncia el pacto, con puntos y comas, apareciendo con fuerza en el escenario gremial el dirigente metalúrgico Augusto Vandor, que se constituye prácticamente en el hombre fuerte de la corriente justicialista y neo peronista.
Para el General, comienza otra etapa de lucha, esta vez enfrentando a sus enemigos de afuera, como también a los infiltrados dentro del Peronismo. Solo y a gran distancia, su estrategia está reducida a cuanto sus declaraciones parcialmente conocidas en la Argentina, pueden generar en cada uno de los activistas, ya que tal como lo señalara, cada uno es un poco "mariscal" de si mismo.
Perón, obligado a salir rumbo a España, llega a Sevilla en noviembre de 1959. Es internado por el "hospitalario Caudillo" en Torremolinos, para luego instalarse en un chalet en El Plantío". El viaje que costó casi treinta mil dólares que cobró Varig por el charter, fue pagado por Rafael Leónidas Trujillo, participando de ese "tour", Isabel, Américo Barrios, un amigo de éste apellidado Re, y Alberto Campos, "el negro".
El Atlántico separaba ahora a Perón de su Pueblo. Sus pasos estaban más controlados, tanto por el gobierno español, como por los servicios de inteligencia de varios países. También por individuos que, cercanos a Perón, mantenían los grupos supuestamente enfrentados del peronismo que ya se habían liberado de los complejos que los ataban a nuestro General. Eran los que contando con medios económicos suficientes, mostraban allá una "película", y aquí, al regresar la gran cantidad de emisarios y delegados, presentaban una diferente a la cada vez más enfervorizada masa de mujeres y hombres del peronismo.
A aquellas presiones que sufría el General, se sumaban las de los allegados y amigos, que buscando crearle conflictos al acosado ex Presidente Argentino, utilizaban a las fuerzas del clero español, mediante constantes reclamos al católico Dictador Español, para llevarlo a convalidar una relación con quien aparcería como "secretaria", y a la que querían ver como "esposa". Sin más defensas para enfrentarse a tantos problemas y disgustos, Perón debe transar ante ese reclamo, y esto se concreta el 15 de noviembre, en el domicilio del doctor Flores Tascón.
Tiempo después, en una entrevista que mantuve con el General en su domicilio de la calle Dr. Arce, en Madrid, éste me manifestaba lo siguiente:
Isabel logró su objetivo, mi querido Landajo. En parte, es fruto de todo su esfuerzo por quedarse a mi lado, por lo que tuvo que sufrir bastantes problemas y situaciones desagradables. Pero más, mi matrimonio se debió a dos razones. Una, la de tener en casa una enfermera, ya que a mi edad, la soledad de la noche trae muchos fantasmas y recuerdos. Es cuando uno piensa en lo bueno y en lo malo, y hace balance de todo. A mi edad, podemos alegrarnos, quizás, viendo el amanecer. La otra, que las presiones que han venido ejerciendo sobre mi persona todos los que me han cercado, al igual que el gobierno español, que es puritano en el día, pero que es lo más prostituido durante la noche, me obligaron a aceptar una "normalización" de relaciones pecadoras, como lo ha estado pregonando un cura, que fuera cliente suyo de correspondencia en Panamá y Caracas, Moré Serra.
Estos aspectos, pueden mostrar a mis amigos, que el General estaba totalmente controlado, alejado de su Pueblo, enfrentando una dura guerra en contra de los enemigos comunes. Se mostraban como inclaudicables soldados de la lucha nacional y popular, pero no eran mas que serviles agentes de los que sometían y esclavizaban a todos, y participaban en los planes iniciados de la entrega total de la Nación Argentina.
Hablar de aquellos años de lucha, contar una y mil anécdotas, ya no viene al caso. Perón fue traicionado. El Pueblo fue burlado. La Nación ha sido y es sometida a la rapiña de la sinarquía, que poco a poco va conduciendo al mundo a un nuevo enfrentamiento, ya que la única solución que se percibe, para satisfacer esos mezquinos intereses y esas sucias ambiciones, es, como lo señalara en muchas oportunidades el General, el aniquilamiento total de la mitad de la población mundial.
CONTINUA LA ENTREGA.
PERON EXPUESTO A PELIGROS.
Se podría abundar en muchos detalles de cuanto ocurrió en el país durante estos últimos treinta y pico de años. Somos demasiados los testigos y participantes de los hechos, y ningún ciudadano puede sacarse de la mochila, las pesadas culpas de cuanto ha acontecido.
El argentino, por naturaleza, carece de un sentimiento nacional. Sus Orígenes se basan en la vieja inmigración, y pocos son los criollos que se salvaron del degüello por la supuesta civilización impuesta a América. Nos fuimos formando en base a las ideas importadas, y poco o nada fue quedando de lo lindo y puro de nuestro pasado glorioso. Ayer, decir argentino, era un orgullo que paseábamos por el mundo. Decirlo hoy, es aceptar un concepto que incluye muchos errores y desaciertos. Y ésa es la opinión que nos ha hecho merecer en el extranjero
Perón y el peronismo han sido y son bandera. Algunas pocas veces, bien utilizada, pero la mayoría ha sido la declamación de quienes, aprovechando el sentimiento popular, han manejado lo que es patrimonio de todos, para satisfacer las apetencias de unos pocos. Los principios doctrinarios del Justicialismo han sido y están siendo cambiados por los mercaderes de la entrega, olvidando que nuestra causa está inspirada en un principio nacional y social que no ha estado ni está en las vidrieras cambalacheras de los politiqueros ni en las organizaciones bastardas del liberalismo opresor. Si bien el mundo ha ido cambiando su eje, y en consecuencia han aparecido circunstancias que para muchos eran o son inesperadas o insospechables, como lo señalara el General en no pocas oportunidades, los hechos presentes son el reflejo de otros hechos pasados. El mundo, en miles de años, ha ido generando situaciones similares, por lo que nada de lo que ocurra puede diferir en lo que ya ocurrió. El hombre, por naturaleza, tal como lo señalara Marco Tulio Cicerón cien años antes de Cristo, casi siempre ha estado sometido a las ambiciones. Para lograrlas ha existido un elemento de persuasión y sometimiento: el dinero. "No hay nada tan sagrado que el dinero no pueda violar; ni nada tan fuerte que el dinero no pueda doblegar". Pocos son los que tienen la fuerza suficiente para rechazar las permanentes tentaciones. Menos, aún, los que aceptando su precio, se atreven a confesarlo.
En el país - desde el alejamiento forzoso de Perón y aquella primera victoria del liberalismo, en 1955 - el Movimiento Peronista, que nació por inspiración del visionario y el apoyo de la clase trabajadora, respaldado por un ejército de hombres probos y patriotas, se ha ido desbarrancando hacia el abismo, donde a poco andar, hemos de encontrar el castigo a nuestras defecciones, a nuestra incapacidad, a nuestra indolencia, a nuestra indiferencia por defender la honra y dignidad de la Nación, como también a nuestra aceptación del sometimiento del Pueblo a intereses bastardos de minorías cipayas que se han vuelto a enseñorear en nuestra tierra.
Cuando regresé al país, en 1959, pude cerciorarme de que todo cuanto declamaba una dirigencia supuestamente peronista, eran puras mentiras, detrás de las cuales se escondían intenciones que con el tiempo fueron base del drama de nuestro país. Un pueblo decididamente y mayoritariamente peronista, era utilizado por quiénes, siendo parte del gran complot, se habían adueñado de las banderas del Movimiento, colocándose al frente del mismo, pero solamente para arriesgar, mediante el engaño y el fraude, a quienes luchaban con lealtad y pasión por la Nueva Argentina, cuyos cimientos quedaron tapados por el lodo de la traición.
Perón, solo y condicionado, lejos del país, poco podía hacer. Rodeado por miserables Judas, era permanentemente utilizado por los mercaderes del ideal, que pretendían ir alcanzando posiciones expectantes dentro de una estructura que con el tiempo había de fortalecerse, para hacer posible la rapiña con la cual en esta última parte del siglo ha sido castigada la Nación.
En 1962 Perón se atreve a imaginar la posibilidad de dar batalla. Para lo cual su estrategia fijaba como posible salida la presentación del doctor Vicente Solano Lima, a la candidatura del gobierno de la provincia de Buenos Aires. Pero intereses oscuros infiltrados dentro del gobierno de turno y dentro de una dirigencia política y gremial del justicialismo, le imponen la salida de Framini y Anglada. La dirigencia argentina sabía entonces que su triunfo habría de originar un golpe de estado, derrocando al presidente Frondizi, para colocar en su lugar a un militar o a un individuo que diera "legalidad" al continuismo de la entrega.
Recuerdo, que en esa época viajé a Madrid, acompañando al dirigente del Partido Conservador Popular, el doctor Alberto Fonrouge, quien iba a entrevistar al General en representación del doctor Lima y de su partido. Coincidió nuestra presencia en España con la de una delegación del "peronismo", integrada, entre otros por Rosendo García, metalúrgico, y Prado, petroleros.
No olvido que a su arribo al hotel, un mensaje aguardaba al doctor Fonrouge, en el que le señalaban que debido a mi presencia, el mismo no iba a ser recibido por el General Perón.
Gran desilusión deben haber tenido los informantes del doctor Lima, cuando se enteraron, minutos después que el doctor Fonrouge me lo informara, de la invitación que por mi intermedio le hacía llegar el General Perón, para que a la mañana siguiente desayunaran juntos y solos en su residencia de la calle Dr. Arce 11.
El apoyo al doctor Lima, hubiera sido la solución a muchos de los lamentables problemas que posteriormente debió sufrir la Argentina, ya que este extraordinario político de raza, de larga militancia en su partido, hubiera sentado las bases para un proceso que, en poco tiempo, habría podido darle al Peronismo la salida que nunca pudo tener. ¿Quien o quiénes conspiraron entonces contra aquella solución?... Cada uno carga sobre su conciencia, si es que la tiene, la pesada carga de la frustración nacional.
Viene a mi memoria lo que entonces me expresó el General, cuando le informé de las razones de mi presencia en Madrid. "No crea, Landajo, que tengo esperanzas en que el doctor Lima pueda salir airoso en esta situación. Yo lo he de apoyar, ya que merece toda mi confianza, pero aquí me tiene, condicionado por los propios compañeros, que cuando insinué tal posibilidad, ya que he tenido otros contactos con Lima, me amenazaron con desconocer y desvirtuar toda directiva que yo pudiera dar al respecto. La fórmula será encabezada por Framini, que si bien es un luchador de nuestras filas, no tiene capacidad suficiente como para ser cabeza de nuestra lucha. Además, está muy condicionado por otros dirigentes sindicales, los cuales se han adueñado de los principales engranajes de la máquina, y por carecer de suficiente luz que les ilumine el cerebro, faltándoles capacidad de interpretación de lo que es la realidad, quieren manejar al país como si fuera un sindicato. Con patotas, y buscando las triquiñuelas para embolsar algunos vueltos que dicen invertir en los gastos que origina la lucha revolucionaria (?)."
Para entonces, ya se había desprendido el General de su cancerbero Américo Barrios. Ya Isabel había logrado también su objetivo del casamiento, y junto a ellos ubicó a José Manuel Algarbe, el sospechado individuo que con el tiempo demostró su miserable condición humana.
En otro lugar de esta recopilación iremos mostrando ciertas "virtudes" en algunos hombres a los que colocaron cerca del General, pero que lejos de servir al Líder y al Movimiento, fueron avanzadas del control que sobre él se ejercía.
Tras el triunfo de Unión Popular, es decir, el triunfo de Framini-Anglada en la provincia de Buenos Aires en las elecciones del 18 de marzo, el peronismo logra cuarenta y una bancas en la Cámara de Diputados, todo lo cual hace suponer que el éxito estaba cercano. Nueve eran las gobernaciones ganadas por los peronistas, cambiando el mapa político del país.
Mientras unos festejaban el triunfo, en otros lugares se analizaba con frialdad la situación y se ponía en marcha una segunda parte del plan elucubrado, que sostenía la necesidad de la salida de Arturo Frondizi. Este, ambicioso del poder, intentaba zafar mediante la intervención de la provincia de Buenos Aires, suponiendo que ello le permitiría calmar a los militares. A esta altura, no obstante el apoyo que Aramburu le prestaba, los radicales con Balbín a la cabeza le negaban toda posibilidad de formar un gabinete de coalición, lo que apresuró entonces su caída. El 29 de marzo es reemplazado por el presidente del Senado, José María Guido.
Tras estos acontecimientos, seguidos con sumo interés por toda la ciudadanía, aparece en la escena con más fuerza, Augusto Timoteo Vandor, quién se enfrenta con Perón. Respaldado por la estructura gremial neoperonista, y con fuerte poder económico, decide en base a una simulada lealtad al exiliado Jefe del Movimiento en Madrid, encarar la lucha que, quedó evidenciado con el tiempo, solamente estaba orientada a establecer bases para un gobierno de aparente carácter popular y nacional, para satisfacer en el fondo las apetencias de los mismos que derrocaron a Perón en 1955.
La Resistencia Peronista jugaba un papel secundario, no obstante el sacrificio de muchos compañeros. Era usada por la dirigencia sindical y política que se decía leal a Perón, y no pocos fueron a parar con sus huesos a las cárceles. Perón continuaba siendo utilizado por los mercaderes que se fueron sucediendo en el movimiento, y siempre cercado y condicionado en su lugar de exilio. Solamente le quedaba el recurso de mantener su presencia en base a enviados y delegados "iluminados" únicamente por el poder del dinero.
En esos años, cuando se produce el enfrentamiento de Azules y Colorados, con la salida de los tanques a las calles y la idea de que todo habría de cambiar, Federico "Piquito" Green, ex concejal en la Municipalidad de Merlo durante el peronismo, cuñado del general Juan Carlos Onganía, me solicita le haga llegar las inquietudes de este general, a Perón.
Juan Carlos cuenta con el apoyo del Ejército para instalar un gobierno, que inspirado en los principios del Peronismo, sea la base para el despegar argentino, me manifestó cuando me hizo entrega de una tarjeta, que serviría de contraseña, cuando un emisario del jefe militar viajara para entrevistar a Perón en Madrid. Esto habrá de significar la posibilidad de que el General pueda regresar en poco tiempo, y luego de ser "amnistiado", participara de cerca en las actividades políticas en el país.
Esta reunión tuvo lugar en el domicilio de Onganía, en la calle Chenaut, cercana al Hospital Militar, la que observó desde una habitación contigua al living en el que me había recibido Green. La tarjeta se la entregué personalmente al General Perón, quién, a partir de ese momento identificaba a Onganía como el "general tarjetita".
"Como señala, Onganía puede tener buenas intenciones. El mundo está lleno de ellas. Pero la única referencia que tengo, que es un hombre que se ajusta estrictamente al reglamento, lo que si bien en la milicia habla en su favor, no resulta tan favorable en lo que hace a la política, en la que debe ser flexible. Es posible que exista en él la idea de cumplir ese propósito de favorecer las condiciones para mi regreso, pero dudo que sus camaradas puedan estar de acuerdo. Junto a este militar se encuentran otros no tan conformes, por lo que no dudo que si sale de la línea que le han fijado, le cortarán la cabeza. Yo he de recibir a quien me envíe, y espero que sea todo lo convincente para que yo le crea. Le repito: el mundo esta lleno de buenas intenciones, pero nada más que eso".
Dentro de la estructura del peronismo, Raúl Matera fue designado secretario general del Partido, contando con el pleno apoyo de sectores gremiales vinculados a Vandor. Tenía como ladero en la parte política a Gazzera, y procuraba encontrar soluciones para la legalización de una línea política que respondiera al ideario justicialista. Evidentemente, Matera, con su prestigio de neurocirujano, era figura relevante dentro de la escena nacional, y contaba con cierta libertad personal. En cuanto se refería a lo económico, podía ir canalizando sus apetencias presidencialistas de acuerdo a planes previamente trazados. Perón, que conocía al doctor, siempre lo señalaba como un "neuroperonista", que tenía la pinta de Gardel, la sonrisa de Gardel, pero que no cantaba como Gardel.
No obstante, dentro de todo, era una figura que prestigiaba a nuestro Movimiento, tanto por sus antecedentes profesionales, como también por haber sido uno de los dilectos discípulos de un grande de nuestro país y del mundo: el doctor Ramón Carrillo.
El dirigente textil Mendoza, asiduo viajero a Madrid, era quien siempre sostenía ante Perón la necesidad de mantener controlado a Matera, ya que no eran un secreto sus negociaciones con otros sectores; no buscaba el total apoyo al retorno de Perón y la legalización partidaria, sino, más bien, ir creando condiciones para una especie de peronismo, ligado a la Democracia Cristiana.
Debo confesar que en algún momento creí en la posibilidad de que Matera pudiera ser un hombre que, respondiendo a los intereses nacionales y populares, y manteniendo la lealtad obligada al General, sirviera como solución a los problemas argentinos. Lamentablemente, en el andar se vio que no era el indicado para hacerse depositario de nuestras banderas, ya que siempre estuvo obsesionado por ser primera figura en el cartel, olvidando que los pasos deben ser cortos y medidos, para no dar uno en falso.
Mientras todo esto sucedía en el ámbito político, dentro del Pueblo se buscaban elementos para ser "adoctrinados" en Cuba, donde se había instalado Cooke y Alicia Eguren. Había dinero para llevar a nuestros muchachos, el que llegaba por intermedio de Hector Villalón, y se canalizaba por diferentes conductos.
Muchos jóvenes fueron reclutados y viajaron a la isla, algunos de los cuales luego se unieron a las fuerzas radicalizadas de la izquierda revolucionaria, que abandonando los idearios peronistas, rápidamente fueron seducidos por los del "Che" Guevara.
Muchos preguntan cómo llegó Villalón al lado del general Perón. No pocas son las historias que se cuentan. Pero la que se ajusta más a la realidad, es la que lo muestra así: Villalón, que se encontraba en Brasil tras el golpe del 55, tenía una hija, que era ahijada del doctor Armando Méndez San Martín y de Estercita Méndez. Conocedor del afecto y amistad que ligaba a estos con el General Perón, les solicitó una carta de presentación, ya que iría a visitarlo.
Munido de esta credencial, Perón lo recibió y lo escuchó en sus afirmaciones, y después, por el respaldo que presentó, le confió algunas misiones. Una de ellas fue la de viajar a Cuba, donde mostrándose como enviado del General, logró que le encomendaran una cuota de tabaco cubano para ser colocada en Europa, señalando que las utilidades serían entregadas a Perón para que financiara la revolución peronista. Este negocio redituó grandes beneficios a Villalón, quien contando con una credencial que lo acreditaba como miembro del Comando Superior Peronista (fueron cientos de credenciales las que generosamente distribuía Perón), pudo concretar negocios, cuyos beneficios, ciertamente, no fueron en la mayoría de los casos a sufragar gastos del Comando Superior Peronista o de nuestro Movimiento.
En 1964 el General me convoca para que viaje urgentemente a Madrid. Begonia Abrisketa, una vasca que servía como correo del General para temas ultra reservados, me visita en Buenos Aires. En su alojamiento en el hotel City, cercano a Plaza de Mayo, me expresa que el General tiene intenciones de encarar el retorno a la Argentina, pero tiene dudas en lo referente a los dirigentes que en esos momentos actúan al frente del movimiento o en la Resistencia. Igualmente duda de las intenciones del gobierno radical, en ese entonces presidido por el doctor Illia, a quien señala como "un médico viejito, canoso, con poco carácter, que en definitiva es más joven que él, que entiende poco de medicina, salvo la que se cura con yuyos serranos, y que si bien muestra una total honestidad provinciana, carece de los atributos necesarios para ejercer la conducción nacional."
De acuerdo a lo solicitado, viajo a Madrid. En el mismo vuelo lo hace Begonia Abrisketa, la que ha mantenido algunas reuniones con hombres y mujeres del peronismo, según le ha indicado Perón. También es portadora de un informe basado en entrevistas realizadas en su calidad de periodista a lo largo y ancho del país, y el informe refleja una real idea de cuanto se vive y piensa en la Argentina.
Puedo llegar al General al día siguiente de mi arribo. Me encuentro con Algarbe en el café Sahara, vecino a su domicilio, y este es forzado a llevarme a la residencia de Puerta de Hierro. Previamente, para asegurarme, había llamado al General por teléfono para comunicarle mi presencia, lo que hizo que me citara para la mañana siguiente.
Gran disgusto tiene Isabel, me dijo Algarbe, porque se ha enterado que usted entrevistará al General. La "señora" no estará en la casa, ya que ha decidió salir de Madrid por dos días, lo que le permitirá disfrutar de sus conversaciones plenamente con el General. El ya está repuesto de su operación de pólipos en la vejiga y próstata, por lo que su actividad es casi normal. Yo, estoy siempre cuidando de él, y mi esposa es compañera permanente de la "señora" Isabel.
Por la noche, me encontré con Cesarsky, viejo militante de la Alianza y hombre vinculado a Kelly en su momento, quien me hizo depositario de algunas confidencias sobre el entorno de Perón en Madrid. Esto no era una novedad, ya que Begonia me los había hecho conocer previamente, durante el vuelo Buenos Aires-Madrid.
Por la mañana, Algarbe me vino a buscar. Lo hacía en el pequeño auto Renault que disponía el General para que su "mayordomo" pudiera hacer gestiones y trámites, y que luego se vio obligado a entregarle como parte de la "indemnización" que le exigiera cuando lo echó de su lado. En el auto también viajaba el compañero Mena, un militante de activa participación en la resistencia, el cual había llegado, siendo portador de informes de los grupos a los que pertenecía. El General nos aguardaba a la entrada de la histórica residencia 17 de Octubre, y tras caminar un rato por el parque, y dedicar un tiempo a conversar con Mena, me llevó hasta su lugar de trabajo en la planta baja de su domicilio.
"Agradezco, Landajo, que haya venido. La señorita que lo buscó, es una buena amiga, que ha ganado mi confianza, y por ser extremadamente reservada y seria, es a quién confío algunas de las gestiones confidenciales que me veo obligado a realizar. No cuenta con la simpatía de Isabel, por una cuestión natural de piel, pero es lo más seguro que tengo cerca. Ella me fue presentada por un buen amigo español, no simpatizante de Franco, como supondrá, ya que está ligada al movimiento nacionalista vasco. Podrá suponer que mucho no puedo confiar en los "turcos", que no tienen reparos en venderme, o colocarme en la vidriera para hacer negocios.
Luego de recibir mis informes y analizar la situación en la Argentina y en el mundo, me expresó, más o menos, lo siguiente:
Yo sigo siendo un rehén en España. No ignoro cuanto pasa en la Argentina ya que muchos informes son los que recibo, coincidiendo la mayoría en el contenido. Los dirigentes gremiales son exponentes de la "nueva oligarquía", y se han adueñado de los resortes de nuestro Movimiento ante la pasividad cómplice de los políticos, que se venden o alquilan con facilidad. Casi todos están en su negocio, no importándoles un bledo lo que sufre el pueblo trabajador, y tampoco como se está consolidando la entrega. El plan que aplicaron las potencias a partir de Yalta y Postdam para nuestro país y América Latina, se encuentra en ejecución, que se desarrolla en complicidad con los "gerentes locales".
No ignoro que sobre mí existe una condena que habrá de cumplirse, pero estoy firmemente decidido a ir quemando etapas, aún cuando ello me obligue a enfrentar peligros y arriesgar la vida. Estoy dispuesto a librar las batallas que sean necesarias y permitan mostrar a nuestros enemigos, tal cual son, y, también, ir obligando a los simuladores a desnudarse ante la opinión pública.
En la Argentina, sé que la mayoría apoya mi retorno. Millones de hombres y mujeres lo desean y esperan, y son, desgraciadamente nuestros dirigentes los que van demorando todo, negociando todas y cada una de las posibilidades, para ir afirmándose en sus ambiciones. Especulan con mi salud y la edad. Evalúan el promedio de vida que puedo tener, y dentro de sus cálculos tienen prevista la posible fecha en que la "parca" me encuentre. Estando ellos en la conducción, controlando los resortes del partido, ya que los del movimiento no podrán jamás tenerlos, dado que cada peronista es su propio jefe y conductor, suponen que ante mi desaparición física contarán con via libre para comerciar libremente una fraudulenta salida electoral.
Aquí, los que llegan, con la complicidad de quienes me rodean, me presionan para el retorno. Lo hacen de boca para afuera, ya que no ignoran que surgirán dificultades y problemas si lo intento. También, suponen algunos que no estoy dispuesto a arriesgarme, en la idea que cuanto me interesa es mi seguridad y bienestar. Si así fuera, y usted lo sabe bien, habría podido negociar mi tranquilidad hace muchos años, precisamente cuando me encontraba en Panamá, en que las ofertas fueron muchas y tentadoras. Directas e indirectas. Pero a Perón, no le interesa Perón. Yo quiero cumplir con mi destino, y responder a la confianza y al apoyo que me dieron los peronistas, haciendo lo imposible para devolverles derechos y conquistas, facilitando el camino para que las futuras generaciones puedan disfrutar de una Argentina libre y soberana.
He de intentar mi retorno próximamente. No dudo que habrá vallas en el camino, y será difícil sortearlas para llegar a la Argentina. No existe organización para ello, como tampoco existe vocación revolucionaria en nuestra gente. ¿Puede recordar cuanto le expresé cuando nos encontramos en Colón, allá por noviembre del 55?... Le dije que los dedos de una mano bastaban para señalar a los leales y amigos. Hoy, le puedo asegurar con total seguridad, que entonces no me equivoqué. Nuestro pueblo, si bien se manifiesta peronista, también es indiferente en su mayoría, a cuanto hace a la lucha por alcanzar el triunfo. Analice cuántos son los que forman la verdadera Resistencia Peronista en medio del total de habitantes del país. Los activistas son minoría dentro de la militancia, y todos buscan soluciones fáciles dentro de las unidades básicas o bien en mesas de los cafés. Los dirigentes están en el propio entongue, es decir, que juegan con las esperanzas de los compañeros, pero en nada sirven para concretar el triunfo de todos. O, acaso ignora, que los dirigentes sindicales, tanto los nuestros o los otros, no negocian a espaldas de los trabajadores lo que son sus derechos y conquistas. O, también ignora que llenan sus bolsillos con dineros provenientes de las negociaciones de los convenios, despidos, suspensiones, etc.., donde tienen obligación de defender a los que les han confiado tal responsabilidad.
¿Cree, entonces, que ellos están dispuestos a luchar firmemente para que retorne al país, y pueda colocarme al frente de los compañeros?... Verá que no me equivoco. En semanas más, lo confirmará.
El General puso en mi conocimiento su propósito de forzar situaciones, tal como lo expresó. Si bien se carecía de fondos, acordamos que sacaría nuevamente la revista PV, Pregonando Verdades, para - desde ella - tratar de llevar su mensaje a la mayoría. En la revista, iba a adjuntarse pequeños discos, en los cuales enviaría su mensaje al Pueblo Argentino, a los Compañeros y al mundo entero, sobre su propósito de contribuir a la pacificación del país, y con ello, aprovechar las posibilidades de encarar un trabajo conjunto para sacarlo del estancamiento. Me dio una carta para Vicente Saadi, que administraba los fondos de Antonio y que - decía - financiaba a la Resistencia, para que se pagara la edición de los treinta mil discos que se incluirían en cada entrega de la publicación. También me facilitaría la instalación de una oficina y se buscarían medios para financiar una propaganda intensa. Me indicó que conversara con Antonio, lo que hice, pero no recibí respuesta positiva alguna.
Aquella noche se dedicó el General a grabar los mensajes, cuyo texto se encuentra en esta recopilación. Por la mañana me los entregó Algarbe, momentos antes de mi regreso a Buenos Aires. Sabía Perón que Algarbe jugaba doble partido. Las grabaciones antes de entregármelas, se supo que las llevó a la Embajada Argentina para que fueran escuchadas y copiadas y poder informar con la anticipación necesaria a Buenos Aires, y, también, que de ellas tomara conocimiento el círculo casero y estuvieran al tanto de su idea de regresar. Poco antes de despedirme, nos sacamos una fotografía en el parque de la Residencia 17 de Octubre. A partir de ese momento, se inició el frustrado primer intento de Perón de regresar a la Argentina.
PERON PUSO A PERON. NOSOTROS, ¿QUÉ PUSIMOS?...
MENSAJE AL PUEBLO ARGENTINO.
LA DIRIGENCIA SABOTEA LA DIFUSION.
1.-
Conocida mi decisión de regresar al país, he visto surgir una multitud de opiniones, que como siempre obedecen a los sentimientos de diversos círculos de intereses, pero no he sentido ninguna que se refiera a las necesidades perentorias que el país enfrenta, es decir, que las fracciones o banderías pretenden colocarse sobre la misma nacionalidad.
Creo que todos los argentinos tendrán conciencia del estado político, social y económico en que se encuentra la Nación, y que muchos de ellos lo sentirán en sus propias necesidades e intereses, pero es necesario que se persuadan todos, que mientras la situación persista, ninguno podrá resolver sus propios problemas y que la comunidad toda continuará dando tumbos sin encontrar el camino de sus soluciones.
Hay que decidirse, entre seguir peleándose por lo pequeño, o iniciar la pacificación que permita trabajar por el bien de todos los argentinos, que en último análisis, es el bien de cada uno en la parte que le corresponde en la comunidad.
Espero que nuestros irreconciliables enemigos comprendan, que mientras el pueblo esté ausente de las grandes decisiones nacionales, ellos, aún con la fuerza y el gobierno, no podrán hacer nada que el país tenga que agradecerles.
Creo que es demasiado elocuente lo que viene sucediendo desde 1955 hasta nuestros días. Hay que comprender que el mundo esta viviendo una etapa nueva, y que nuestro país, por más que se esfuercen algunos, no puede escapar a la hora de los pueblos que ha sonado. ¿Cómo puede concebirse entonces que haya quien se oponga a una comprensión de todos para iniciar una etapa de colaboración y cooperación común en la tarea para sacar a la patria del falso camino de la lucha estéril para colocarlo en el de la construcción de su verdadero destino?
No me creo indispensable, pero nadie puede negar en el país que algo represento. Quizás un poco más que muchos que en esta hora de comentarios se rasgan las vestiduras en la desesperación de demostrar lo indemostrable. Si ellos piden paz al pueblo, ¿serán escuchados?...
Si ellos le piden trabajo, esfuerzo o sacrificio,¿serán obedecidos?... Yo me he ganado el derecho de pedirle al pueblo, lo que ellos nunca podrán hacer con fundamentos.
Así como he visto despotricar a nuestros enemigos contra mi retorno, ante la simulada indiferencia culposa de otros, he visto encendida la fe de los peronistas. Entre ambas cosas mi elección no es dudosa. Si se tratara de mi comodidad y seguridad no me movería de Madrid, pero hay un deber que cumplir. Soy de los que piensan que así como no nace el hombre que escape a su destino, no debiera nacer el que no tiene una causa para servir.
Nuestra causa es la única razón de mi vida. Los peronistas podremos disentir en la forma de ejecución pero jamás en los postulados que son la razón de ser de nuestro Movimiento. Siempre estaremos unidos y solidarios detrás de la determinación que fija nuestro destino. Nada, ni nadie, habrá de separarnos, porque esteremos vigilantes sobre los insidiosos intentos. Esa ha sido, es y será nuestra fuerza. Que nadie se llame a engaño.
Otras fuerzas políticas argentinas, cuyos líderes están sinceramente empeñados en la pacificación nacional, apoyan decididamente mi retorno. Ellos son y serán nuestros amigos, no sólo porque nos apoyan, sino porque son los únicos sinceros.
Debemos luchar sinceramente por la pacificación del país aun contra la maligna insistencia de nuestros enemigos para que así se evidencien como enemigos de la patria. Nada podrá justificarlos ante la historia, si con su contumacia llegan a provocar días trágicos para la República.
Nosotros sólo perseguimos el bien de la patria, porque nuestra doctrina la coloca sobre cualquier otro interés. En estos momentos el bien de la patria sólo puede consumarse mediante la superación de una lucha estéril que nos permita construir y no destruir.
Los que sinceramente se adhieren a esa pacificación, no pueden expresarse contra nuestros deseos de alcanzarla sin descubrir sus verdaderas intenciones.
El que echa leña a la hoguera del odio, no merece hoy ser mirado como argentino.
2.-
Si en realidad el empeño de pacificar al país es un designio honesto del gobierno,¿cómo puede ser posible que ante mi ofrecimiento de cooperar honestamente en lograrlo, haya recibido por respuesta una indiferencia sospechosa? Si los partidos políticos que acompañan al Gobierno son partidarios de esa pacificación indispensable, ¿cómo es posible que salgan a la palestra para oponerse al intento que, con sacrificio personal ofrezco, en bien de esa pacificación? Si los diarios y demás órgano publicitarios, manejados por los hombres de tendencia para nosotros conocida, mantienen una beligerancia "a outrance" y se oponen a mi retorno al país con la finalidad indicada,¿cómo pueden explicar que sean a pesar de ello, partidarios de la pacificación nacional?
Si uno aprecia la situación que surge de estas afirmaciones contrarias al retorno,llegará irremisiblemente a la conclusión de que en el país existe un sector minoritario que anhela continuar en el estado en que se vive en el país porque eso satisface a los objetivos de su pasión o de sus intereses. Es hora ya que tales señores confiesen que desean la guerra y no la paz entre los argentinos, lo que lleva implícito que no les interesa tanto el país como sus propios intereses.
Algunos de nuestros enemigos en su ofuscación consideran que Perón se representa sólo a sí mismo. No dicen lo mismo los hechos objetivos que se vienen sucediendo desde 1955 cuando de la opinión pura de mayoría popular se ha tratado. En las épocas electorales las minorías han pujado por ganarse la buena voluntad del Peronismo y han iniciado sus dirigentes la ruta de mi exilio en busca de soluciones para sus grandes ambiciones y sus magras fuerzas electorales. Los mismos que hoy me niegan o dudan de mi predicamento, fueron los sumisos peticionantes de otras horas. Si antes, desde mi exilio pude ganar elecciones y manejar al país en muchas cosas, ¿por qué hoy no he de representar nada en el deseo de alcanzar una pacificación que parece estar en todas las bocas pero no en todos los corazones?
Las fuerzas peronistas, que hoy son tan fuertes o más fuertes que antes, están unidas y organizadas, ofreciendo la paz justificada en su propia fuerza y en lo elevado de sus objetivos se cumplen con un imperativo de su doctrina que pone a la Patria sobre toda otra consideración. Queremos saber si los que se nos oponen persiguen los mismos fines y son capaces de deponer sus intereses por el bien común de todos.
Los órganos publicitarios y de difusión que sistemáticamente vienen combatiendo mi retorno, ¿pueden justificar su postura ante la necesidad de pacificar el país? ¿Es que el sector peronista de la opinión pública es tan despreciable que esos órgano consideran que no hay que tenerlos en cuenta? O es que ellos están empeñados en mantener una lucha a costa de la cuál subsisten como órganos de opinión aunque ignoran que como tales no representan sino a una infima minoría que marcha de contramano en un corso que ya esta desesperando a la verdadera opinión publica nacional.
En la República Argentina parecería que los órgano publicitarios no forman opinión, sino que intentan deformarla. Pero en el pecado llevan la penitencia porque aun cuando digan la verdad, ya nadie se la cree. Es lo que está ocurriendo en esta emergencia, en la que más les valdría confesar que están por la lucha y el revanchismo, que simular un pacifismo que ni sienten ni practican.
¿Hay alguien en el país que de buena fe pueda sostener que se puede alcanzar la pacificación prescindiendo del peronismo? El problema político argentino reside precisamente en que hay dos clases de argentinos: los peronistas y los antiperonistas. Si se ha de alcanzar una paz es preciso que los dos bandos alcancen esa pacificación. Los que pretenden la pacificación en un solo bando, que es por añadidura una minoría, para así seguir usufructuando de la situación, están evidentemente en un error o están obrando de mala fe con otros designios.
Si esto es así, ¿hay quién pueda creer que la pacificación se puede hacer sin Perón, como algunos ingenuos pretenden, utilizando a los tránsfugas del Movimiento para formar un neoperonismo que ya ha sido desenmascarado hace mucho tiempo? El Peronismo, como todo movimiento de base y doctrinario, no está atado a los caudillos como sucede en la "política criolla", porque cada peronista es un poco dirigente de sí mismo. Los neoperonismos sin Perón, han recorrido ya su camino y no han tenido más remedio que desembocar nuevamente en el Peronismo para no fenecer.
Lo que está ocurriendo en realidad es que a muchos no les conviene la pacificación porque mediante ella puede reinar la verdad y a los fraudulentos nada hay que les dé más miedo que la verdad.
3.-
Hasta ahora hemos venido hablando del problema político argentino, cuyo saldo fluye elocuentemente con un poco de observación objetiva. No será malo hablar un poco de nosotros, ya que eternamente tenemos problemas que, no porque hayan sido provocados por nuestros enemigos, son menos importantes.
El peronismo no es un partido político, sino un gran movimiento nacional y popular. La posición ideológica es clara, porque nace en una doctrina nacional, tan alejada de la caduca concepción demo-liberal burguesa, como del marxismo internacional. Es una tercera posición tan distante de Washington como de Moscú. En consecuencia, nuestro Movimiento no puede ser considerado ni tratado dentro de las normas clásicas de la política criolla en la que son hábiles los "puntos de comité".
Pero nuestra caída es debida a la acción internacional de unas y otras fuerzas imperialistas coaligadas - nuestros enemigos vernáculos extraídos del cipayismo argentino - que se han esforzado en aniquilar al Movimiento Peronista, para lo cual ensayaron primero la violencia, luego el soborno y más tarde el engaño y el fraude.
Esos intentos fracasaron por falta de sensibilidad, y porque ni la violencia, ni la tentación, ni el engaño, pueden contra un Movimiento doctrinario de base.
Pero, fracasados los anteriores intentos, en la actualidad se ensaya uno nuevo: la intriga metida dentro de nuestras propias filas, con la finalidad de disociarnos y reemplazar los actuales dirigentes peronistas, por otros comprometidos en la traición.
Este proceso comenzó con los reagrupamientos neoperonistas, de los ingenuamente apresurados con la herencia vacante, a los que siguieron los tránsfugas, ya con mala intención, que tratan de medrar con el antiguo título como Peronistas, aunque hayan sido radiados del Movimiento, a los que el gobierno impulsa en toda forma, especialmente con una publicidad intensa por todos los medios de difusión monopolizados por el Estado, con el objetivo de dividir a los compañeros dirigentes políticos y gremiales del Peronismo.
No es tampoco una casualidad que esta misma maniobra se intente en la Confederación General del Trabajo, aprovechando a los dirigentes amarillos para dividir la clase trabajadora en su expresión más genuina: LA CENTRAL OBRERA.
La reestructuración del Partido Justicialista y de las 62 Organizaciones, ha tenido por objeto, además de llevar a las fuerzas del Movimiento a una estructura más orgánica y representativa, la de paliar estos intentos de disociación y evitar nucleamientos provocados por la insidiosa influencia de la propaganda, en detrimento de la unidad y solidaridad del Movimiento.
Así se podrá también impedir que los que trabajan por su cuenta, o por cuenta de la traición, puedan seguir haciéndolo con la camiseta Peronista.
El Peronismo, como todo Movimiento de masas, tiene características originales. Una de ellas, es la relativa dependencia que los peronistas tienen en sus dirigentes, ya que las masas mandan por sí, cuando están adoctrinadas, por lo que cada uno de sus componentes es un poco dirigente de sí mismo.
Esta es la razón por la cual los divisionistas tratan de ocultar sus intereses detrás de un declamatorio peronismo que nunca va más allá que el Peronismo mismo. Pero, afortunadamente, la masa no es tan fácil de engañar ni dominar. Por eso, en los momentos actuales nada es tan importante como la unidad y solidaridad del Movimiento. Todo intento divisionista es funesto, y nada puede justificar el enfrentamiento de dos peronistas.
Tenemos una tarea común y un único objetivo que nos une. Si nos dedicamos a ello, nada ni nadie podrá dividirnos o disociarnos.
Los dirigentes peronistas tienen la responsabilidad de conducir y están investidos de la autoridad necesaria para defender esa responsabilidad. Su influencia y su ejemplo deben ser puestos al servicio de esa unidad y solidaridad con la capacidad y la grandeza que las circunstancias imponen.
El Peronista de la masa debe saber que la consigna de la hora es: unidos y solidarios para cumplir hasta más allá de lo preciso, la tarea encomendada por la conducción.
El gobierno podrá seguir insuflando a los seudo peronistas que ha elegido para la traición, y sus medios de difusión podrán seguir intrigando, con la intención de meter la cizaña entre los verdaderos dirigentes, pero no creo que lleguen a lo que pretenden, porque los organismos directivos de las ramas sindical y política del Peronismo no están descuidados, ni los Peronistas de la masa se chupan el dedo.
4.-
Todas las medidas tomadas para la solución política del problema argentino, han sido sólo arbitrios destinados a satisfacer intereses de círculos o de banderías, en tanto se han olvidado olímpicamente los problemas de fondo que estos nueve años de desatinos han provocado hasta comprometer la suerte misma del país. Así, para dar continuidad a ese estado de cosas, no para corregirlo, se debió hacer triunfar a la minoría, para lo cual no se titubeó en proscribir a la opinión pública nacional y establecer un gobierno de forma que, no representando al Pueblo Argentino, constituye una yunta de caballos atada detrás del carro.
Estos procedimientos que todos han masticado pero ninguno ha tragado, tienen necesariamente que gravitar negativamente en todo acto de gobierno que implique la acción colectiva que, por bien intencionado que sea, no ha de contar con el apoyo decisivo y enérgico de los encargados de realizarlo. La pacificación del país, cuya paz ha sido alterada profundamente por los violentos procedimientos de arbitrariedad, represión y persecución que se vienen sucediendo sin solución de continuidad desde el año 1955, no ha de alcanzarse con el empleo de estudiadas formas de amabilidad o ingeniosos sistemas de engaño, sino por una efectiva y veraz acción que, con medidas de fondo, vaya desarmando los odios y prevenciones que la injusticia y la arbitrariedad han montado.
Lo que está faltando en el país es paz, confianza y trabajo. Sin paz, no será posible la convivencia, y sin ella no habrá confianza; por eso la solución política justa es previa a cualquier otra solución. El Pueblo ha aprendido ya que sin su participación activa en el Gobierno no encontrará solución a ninguno de sus problemas, pero también conoce que en la Argentina de hoy, nada se puede solucionar sin el concurso orgánico del Pueblo. La clase productora sabe que las fuerzas o "factores de poder" que han actuado desde 1955 lo llevaron a una economía de miseria y que no podrán salir de ella si los métodos y los hombres no cambian. Las soluciones políticas, económicas y sociales no pueden llegar precedidas por la injusticia y el error. Esto debemos comprenderlo, en especial los dirigentes, porque un político puede carecer de todo menos de imaginación y sensibilidad.
Se habla de una "crisis argentina" porque su economía está en bancarrota, pero no se habla de una crisis mayor representada por una falta total de ética y honestidad que, habiendo sido el comienzo, amenaza con ser el final trágico de nuestros males. La crisis moral de los argentinos es el peor azote de la situación actual, con el agravante que ha sido provocada desde el poder, que se empeña con una contumacia incomprensible, de mantenerla, y su solución ha de ser previa a toda otra solución.
Dentro de este estado de cosas, la clase trabajadora organizada ha sido refugio de los valores morales de la comunidad argentina, y ella tiene la grave responsabilidad de mantenerlos aún cuando a su alrededor todo se descomponga. Consciente del deber de esta hora, no puede ceder ni a la fuerza ni a la insidia. Deberá enfrentar al sacrificio, pero a ella le corresponderá siempre la gloria de haber luchado por mantener las virtudes de un Pueblo que no ha cedido a la descomposición de sus pretendidos dirigentes.
¿ARGENTINOS?....
CUMPLIENDO ORDENES, BRASIL FRUSTRA EL RETORNO DE PERON.
EL GOBIERNO DEL PRESIDENTE ILLIA, SOLICITA APOYO
DE ESE PAIS. ALGARABIA RADICAL.
Y Perón no se equivocó. El retorno se vería impedido no sólo por la acción del gobierno radical de Illia y por los militares, sino por la incapacidad o mala intención de la dirigencia del simulado peronismo.
Cuando regresé al país, luego de la entrevista a la cual había acudido por expreso llamado del General, encontré la cerrada negativa de Saadi de solventar el costo de las grabaciones. Sorprendido por el anunciado propósito de Perón de encarar el regreso a la Argentina, tras escuchar los mensajes, rápidamente tomó el avión y partió rumbo a Madrid. Era evidente la existencia de un plan para impedir el retorno a la Argentina, en el que también, no obstante sus apariencias engañosas, estaba comprometida la conducción local, tanto política como sindical.
Perón podía ser usado como bandera para mantener el apoyo de la masa, pero representaba el gran peligro para quienes a lo largo del tiempo habían estado comerciando con él. Por un lado el gobierno, por el otro, enemigos conocidos.
No obstante, nuevamente con el apoyo de don Alberto Honneger y también de José Ayerbe, encargado de la distribución, encaramos la edición de PV. No fue posible obtener financiación para los discos, ya que los que podían ofrecer ayuda olvidaban su compromiso con el Movimiento, no obstante haber predicado que no escatimarían esfuerzos para el éxito del operativo retorno.
En Madrid se encontraron los dirigentes que acompañarían a Perón, todos los cuales se reunían en las oficinas de Jorge Antonio, quien se encargaría de las gestiones para conseguir un avión. Era la conducción "ortodoxa" integrada por Iturbe, Vandor, Delia Parodi y Andrés Framini. Algarbe fue enviado por Perón a la Argentina, para mantener una serie de conversaciones, pero ésta fue una maniobra que tenía la finalidad de alejarlo para que no conociera detalles que seguramente le permitirían cumplir con la misión que la embajada le tenía encomendada, al igual que su presencia en el país serviría para mantener en jaque al gobierno, ya que era un "adelantado" del operativo que tanto se temía.
Stanley Barnes, un norteamericano que seguramente era un agente de la C.I.A., y que semanas antes también había entrevistado a Perón en Madrid, para lo cual se hizo presentar como periodista y político vinculado a los Demócratas de los Estados Unidos, me ubicó el día 30 de noviembre. Me anticipó que Perón saldría de Madrid en dos o tres días, lo que significaba que el Departamento de Estado ya estaba en conocimiento de los movimientos programados por el General. Esa misma información estaba en conocimiento del gobierno argentino, - luego se supo - que desesperadamente había hecho gestiones para que los yanquis presionaran a España y a Brasil con el fin de que no se concretara exitosamente el retorno.
Por su parte, la dirigencia local suplente, a la que estaban ligados Cavalli, Cafiero, Bruni, Izetta, Roqué, y otros notables mariscales de la derrota, no tomaba en serio la posibilidad de retorno de Perón, no habiendo hecho ningún plan de movilización de bases para cuando se anunciara la salida desde Madrid.
Habían transcurrido unas horas del día 2 de diciembre de 1964, cuando un llamado telefónico me pone sobreaviso del viaje iniciado por el General, el que se realizaba en un avión de Iberia que, previa escala en Rio de Janeiro, tocaría luego Montevideo para llegar finalmente a Buenos Aires. Aquella madrugada ningún dirigente notable contestaba los llamados telefónicos, pero, recuerdo, que al llegar a Aeroparque con el fin de tomar un avión que me llevara a Montevideo para recibir y acompañar al General, encontré un grupo de sindicalistas que con idéntico destino habrían de viajar.
Uno de ellos, ya fallecido, al preguntarle yo si algunos se encontraban movilizando las bases para declarar una huelga general de apoyo al retorno de Perón, me expreso:
Cuando llegue, las bases habrán de movilizarse solas. No tenemos nosotros por qué jugar este partido, ya que si sale mal deberemos pagar un alto precio. Que se juegue Perón. Que enfrente las situaciones y después veremos.... Tal como se fue, puede volver.
Este dirigente conocido por sus bigotes y por haber sido activo militante de Avellaneda, disfruto el honor de una banca como diputado del peronismo, y en vida usufructuó el nombre y la figura de Perón. Es posible que al morir, haya podido recordar su cobarde acción, ante la posibilidad de encontrarse, en el Más Allá, con el hombre a quien juró lealtad hasta la muerte.
En Uruguay, en la confitería del aeropuerto de Carrasco, estábamos todos. Vicente, con sus amigos uruguayos y hombres de prensa. La delegación política y gremial de Argentina presidida por Armando Cabo, Izetta, Poccione, Carrasco y otros. También estaban allí el famoso Turco Alí, un activo hombre de la resistencia, asilado en el Uruguay, junto a Bernardo Troxler, Hnatiuk y otros compañeros, los cuales querían constituirse en la "guardia o custodia" del Jefe que regresaba.
Junto a éstos, también estaban hombres de la Aeronaútica y del Ejército Argentino que habían llegado de improviso en un Avión de la Fuerza Aérea no con la finalidad de proteger a Perón, sino para sumarse al operativo "Bolsa", programado en Buenos Aires. Un comodoro de apellido Medrano o Moreno, no recuerdo bien, era el encargado del grupo.
Perón llegó a Rio de Janeiro. No obstante las bravatas del gobierno de Illia, señalando que dudaban de que el General se animara a regresar, las gestiones realizadas por el canciller Zavala Ortiz tuvieron respuesta favorable en la cancillería brasileña. El ex presidente argentino fue maltratado por las fuerzas que custodiaron el avión, obligándolo a regresar desde la capital del país vecino, cumpliendo las órdenes emanadas de Washington. Un país al que le brindamos nuestro afecto y solidaridad, pero que no retribuyó al sentir y reclamo de los argentinos.
LA POLITICA ES COMO EL CATCH.
PERON SABIA CON QUE BUEYES ESTABA ARANDO.
EN SU SOLEDAD MADRILEÑA, CONTINUA LA LUCHA.
Tal como lo anticipara, el regreso a la patria se había frustrado. Para el General no resultó una sorpresa, ya que como lo señalara, "sabía con los bueyes que estaba arando". Su retorno siempre estuvo condicionado a las conveniencias de los grandes intereses, en el complot que sufre Argentina y Latinoamérica, y si lo mantenían con vida, la razón era que él significaba un reaseguro contra la penetración comunista en el Continente.
"La política, me decía, es como el catch. Los que están sobre el ring deben respetar las condiciones que el empresario impone para el show. En mi caso, me impiden todo en razón de que no soy un partiquín, y no pertenezco a la "troupe" que se presta a la simulación. Si me permiten cierta figuración fuera del programa, es por la simple razón que en determinado momento, ante el fracaso de todos los payasos que se disputan la escena, intentarán convencerme para que salve el espectáculo."
El peronismo no reaccionó. Los dirigentes se hicieron los tontos, y solamente se dedicaron a criticar la conducta del gobierno que aceptó, valga el término, que los brasileños le metieran el dedo en el c.....
El Presidente Illia, honesto, "disfrutó, como decía Perón, las incursiones dedólogas del proctólogo". Zavala Ortiz, un canciller que se suma a los tantos que en el tiempo y la distancia han avalado la entrega y sometimiento del país, vergonzosamente acudió a sus mandantes foráneos para que intervinieran y exigieran a los brasileños que impidieran el regreso del General.
Volvió el avión a España. Perón fue sometido a nuevas condiciones del Caudillo, quien lo internó por unos días, para que luego, una vez aceptadas, pudiera regresar a Madrid. Jorge Antonio fue expulsado por ser el financista del vuelo, y los otros dirigentes, con Vandor a la cabeza, regresaron con una aureola de sacrificados y leales soldados de la causa nacional y popular, con la que se mostraron por un tiempo en el escenario donde se desarrollaba y desarrolla el drama argentino.
Desde España, el General Perón envió una carta, la cual tuvo poca difusión en nuestro país. La misma decía lo siguiente:
LA JUVENTUD, VANGUARDIA DE LA RESISTENCIA.
LOS MERCADERES NEGOCIAN EL PADECIMIENTO DEL PUEBLO.
No me cabe duda, que a medida que avanza esta recopilación y se vuelca en el papel lo vivido, al expresarme con total sinceridad, surgirán las voces de reprobación e indignación de no pocos simuladores, entre los cuales algunos han vivido a la sombra del recuerdo de Perón, y otros se han valido de la misma para ocupar posiciones. Puede alguno de nuestros personajes históricos o los de las nuevas generaciones mostrarse como auténticos triunfadores, huérfanos de la imagen o condición de hombres de Perón?... Perón ha sido y es todo. El Pueblo vive con el recuerdo de aquel extraordinario ser y de la no menos inolvidable Evita, aunque sea por la anécdota contada por los mayores, o por la divulgación de los principios doctrinarios del Peronismo.
En los años que han transcurrido desde aquel nefasto 16 de setiembre de 1955 hasta la fecha, muchos son los que han escalado posiciones vistiendo la camiseta, aprovechados de la nostalgia popular, prenda que hoy, inescrupulosos alquilan o venden a quienes, carentes de bases o imagen, necesitan del rótulo de peronistas para alcanzar puestos de importancia dentro de las distintas estructuras. Mirando a este presente, siento repulsión al escuchar a individuos, que hablan de Perón y de nuestro Movimiento o nuestra Doctrina, sabiendo que ellos han estado y están en contra de todo cuanto significa ortodoxia. ¿No están mezclados en la cloaca política quienes directa o indirectamente han sido enemigos de Perón y han conformado las filas de los que masacraron o encarcelaron al Pueblo Peronista?....
Pero volviendo al ayer, tomando nuevamente el camino del frustrado retorno del 64, sigamos transitando por él...
Perón regresó a Madrid. En aquel lugar volvió a someterse a los dictados periódicos de sus carceleros o "protectores", y tuvo que condicionarse a los insolentes caprichos de dirigentes que manipuleaban los engranajes tanto nacionales como internacionales. La juventud fue convocada por Perón, confiando en el trasvasamiento generacional. Muchachos de distintos sectores fueron conformando los cuadros de lucha, y alentados por los mayores, que no daban la cara en momentos difíciles, pero usaban los resultados de los sacrificios para mostrarse como conductores de un proceso de liberación, aquéllos dieron ejemplo de conducta a los que defeccionaron.
Perón confiaba en los jóvenes, a los que entregaba sus banderas. Eran ellos, los que daban esperanza al Líder sojuzgado y escarnecido, ya que era la sangre nueva que habría de lavar las traiciones que fueron expresión de toda una etapa en la Historia del País. Eran los hijos de aquellos trabajadores, mujeres y hombres, que fueron dignificados en el gobierno nacido al impulso de los hombres del 4 de junio de 1943, y que desde el 46 al 54, sentaron las bases para que la Argentina fuera una nación libre y soberana, con un Pueblo auténticamente feliz. Eran los herederos de sentimientos de gratitud de millones de soldados de la causa nacional, que el 17 de octubre salieron a las calles y plazas de todo el país, para reclamar por el coronel del Pueblo, que dejando el uniforme de soldado, vestía el overol o el guardapolvo de obreros o profesionales que habían de enorgullecer a toda una generación de constructores de una Nueva Argentina.
Vandor, el dirigente simuladamente peronista, alcanzó la conducción del Movimiento. Perón lo colocó en un puesto de vanguardia con la finalidad de que evidenciara ante todos cuales eran sus intenciones y a quiénes servía. Lo ubicó en el más alto peldaño, que él se negaba a ocupar, para así someterlo al desgaste qué, finalmente fue lo que lo llevó al trágico final. El hombre es arrastrado a veces, por sus desmedidas ambiciones, a un oscuro abismo, solía repetir el General.
El dirigente gremial, insuflado en su poder y con el acompañamiento de quienes recibían sus favores y prebendas, quiso enfrentar a Perón para adueñarse del Movimiento. Para desbaratar las maniobras tejidas por el metalúrgico y sus acólitos, el General se impuso un plan al cual, unos y otros, habrían de contribuir.
Vandor, en su primer intento abierto de enfrentar al General, al convocarse a elecciones en Mendoza en 1966 - para lo cual presentaba su propio candidato "peronista", Serú García - suponía que el triunfo de éste le permitiría dar por terminado el "ciclo Perón". Con apoyo dentro de las organizaciones gremiales y políticas, donde el neo saboreaba el "dulce" del desplazamiento o condicionamiento mayor del jefe insustituible, contaba igualmente con el respaldo de sectores ultragorilas en la suposición de que el Pueblo rechazaría cualquier otro intento desde Madrid, para continuar con esa influencia que persistía dentro del mismo.
A Perón le bastó únicamente mover un elemento de tercera, que nunca había participado abiertamente en política, tal el caso de Isabel, y la envió a la Argentina precisamente para desbaratar la maniobra vandorista. No obstante la incapacidad política de la "enviada", los ciudadanos ofrecieron un fuerte rechazo al candidato del metalúrgico, quien vió así disminuir sus fuerzas y posibilidades. El Peronismo de base, había dado por tierra con la aspiración del pretendido heredero.
Eso no significó sin embargo que las brechas existentes pudieran acercarse, por lo que el Comando Superior Peronista decidió que su respaldo se volcaría hacia otro dirigente gremial para enfrentar a los que habían cruzado el charco. José Alonso, tomó fuerza, y con una postura de ortodoxo, fue quien impulsó a los sectores díscolos hacia la violencia. Las luchas internas fueron alentadas desde sectores del gobierno y desde las fuerzas armadas, entendiendo que así se destruían las posibilidades de unión dentro de la masa peronista. Los sindicatos se dividían entre los adictos a Vandor y los respaldados por Alonso. Así, también, fueron surgiendo agrupaciones de jóvenes que mostrándose peronistas, eran activos militantes de sectores radicalizados de la extrema izquierda, y contaban con aportes provenientes de secuestros y extorsiones, como también de fondos provenientes del exterior.
Dentro de esa lucha, se produce el asesinato del dirigente metalúrgico, el segundo en relevancia dentro de la estructura de ese gremio, Rosendo García. Cae acribillado en un bar de Avellaneda, crimen que hasta hoy, pese a cargos y desmentidas, se mantiene en el misterio sobre sus autores materiales o intelectuales. Ese era y es el sucio mundo de las bajas pasiones, las simulaciones y las traiciones, todas las cuales son un estigma para la historia de este final de siglo.
Muchos peronistas, como también elementos de otras fracciones ideológicas, sufrieron tremendas persecuciones. Las nóminas de muertos y desaparecidos fueron incrementándose, y los enfrentamientos recrudecieron en las sombras, donde los ortodoxos, los leales, eran juzgados y puestos en tela de juicio por los mercaderes del ideal.
En ese ínterin, mientras Isabel se encontraba en la Argentina, aparece en escena, de la mano del mayor Alberte, José López Rega, quien junto con Raúl Lastiri, formaron el "círculo protector" de la esposa del Jefe del Movimiento. López Rega, el oscuro cabo de la policía, llegaba allí mostrando como antecedente peronista el haber sido custodio de una de las puertas de la Residencia Presidencial (calle Austria),ya que su incapacidad era tan notable que antes había fracasado como encargado del casino de agentes y suboficiales, luego como cantor lírico, y finalmente como hombre de letras. Junto a él, en una dependencia donde se imprimían folletos y panfletos de la Resistencia - así lo conoció Alberte - era el encargado de llevar las cuentas administrativas junto con el que luego fuera secretario de Prensa, Carlos Villone.
Las luchas dentro del peronismo, los continuos problemas del gobierno radical, las imprecisiones de Illia, el desbarranque de la economía nacional y popular, los problemas que presionaban al país por el desconocimiento de los compromisos petroleros, junto con otras leyes y disposiciones que revertían parte de la entrega de los gobiernos anteriores, hicieron que el general Juan Carlos Onganía, respaldado por sus pares Lanusse, Saint Jean, Alsogaray, etc., decidieran el derrocamiento del presidente constitucional.
Una nueva etapa comenzaba para la Argentina. El gobierno de la Revolución Argentina llegaba con cierto apoyo de las fuerzas nacionales y populares, y también de amplios sectores de la Iglesia Católica. A Onganía se le impusieron los atributos de mando, y en sus primeros pasos pareció encaminarse hacia un estado de derecho, dentro del estricto marco de las leyes. El "general tarjetita" intentó entonces acercarse más a Perón, enviando emisarios en busca de apoyo, y no se cansó de seducir, a través de sus familiares y amigos, a no pocos peronistas. Quizás, yo fui uno de esos. Pero, señalo que no olvidé nunca lo que me dijo Perón cuando le entregue la famosa "contraseña". "Es un militar atado a los reglamentos. No contará con el apoyo de sus camaradas, ya que no le colocaron el botón en el pecho que lo acredita como Oficial de Estado Mayor. En el camino está dejando tigres heridos, y serán éstos los que habrán de devorarlo al menor descuido ". Y, el tiempo, probó que así fue. (Aunque de esto ya hemos hablado, no estará de más reiterarlo.)
Vandor se sintió favorecido con el cambio. Fue un asiduo visitante del general Onganía, y junto a él fueron pululando en los despachos oficiales cantidad de dirigentes que veían en el nuevo jefe de Estado, al hombre providencial que sacaría a la Argentina del letargo. Era el Franco que muchos querían para el país. No podemos decir que fuera corrupto. Atado a firmes convicciones cristianas, ajustado a los reglamentos y leyes, olvidó que conducir al país, no es lo mismo que manejar tropas. Un general que olvida esto, es un general que marcha a la derrota.
Los cuadros de la Juventud se fueron organizando dentro de, valga la contradicción, la desorganización. Cada uno hacía una interpretación distinta de lo doctrinario, y creyendo en el nuevo mesías, los grupos de extrema derecha fueron tomando fuerza al amparo de sindicalistas que se espantaban del "peligro zurdo" que en las trastiendas fabricaban.
Mientras esto sucedía en la Argentina, Latinoamérica era sacudida por la intervención de los yanquis en la República Dominicana, y se extremaban acciones en un universo al borde de muchos conflictos nacidos dentro del esquema de "guerra fría". Perón libraba en Madrid su propia guerra.
Algarbe, comprobada su deslealtad y simulación, no logró con el apoyo de su "madrina" Isabel, mantenerse en la "Residencia 17 de Octubre". Fue echado por el propio General, comprobados los deslices. Como respuesta a ello hizo pública una carta donde denostaba a quien lo había mantenido y socorrido.
Tras su alejamiento, que mucho dolió a Isabel, varios trataron de ubicarse cerca del General. Cada uno respondía a un determinado interés o grupo, que en definitiva era quién "lo bancaba". Rodolfo Valenzuela, que en Caracas, en los momentos críticos y de peligro, lejos de acudir en defensa del General se escondió en el balneario "Los Caracas", actuó con la simpatía isabelina como un secretario de Perón. Por lo menos, tenía mejor presencia y capacidad para acompañarlo, y si bien en algunos temas era neófito, no creó muchos problemas, salvo el de ITAGLE S.A.,al que habré de referirme en otras páginas.
Perón, presionado desde todos lados, tanto por el gobierno español, como por los yanquis y también por los dirigentes que llegaban desde Argentina, entró en una etapa depresiva , entendiendo que sus fuerzas estaban limitadas, comenzando así a introducirse en una etapa de nuevas condiciones, únicamente en los aspectos que en ese momento configuraban un proyecto de mejor vida en el mundo para el nuevo siglo. Sus contactos con Jefes de Estado lo llevaron a otros paises, y sus horas estaban ocupadas por las visitas de destacados hombres inspirados en el sentimiento de ser útiles a la humanidad. El león hervíboro se encontraba en su celda.
CARTA DEL GENERAL PERON AL PRESIDENTE JOHN F. KENNEDY
Señor
John F. Kennedy
Presidente de los
Estados Unidos de América.
S.D.
Señor Presidente:
Hace pocos días, usted, señor presidente, ha afirmado con evidente buen juicio que los problemas latinoamericanos tienen su solución en la Justicia Social.
Hace quince años, los justicialistas en la República Argentina afirmamos lo mismo y lo hicimos doctrinaria y acabadamente en realizaciones fehacientes. Estados Unidos e Inglaterra colaboraron para que fuéramos derribados del Gobierno, donde estábamos elegidos por una mayoría sin precedentes en la historia política del país. De estas incongruencias suele estar empedrado el camino que conduce al fracaso. Las consecuencias no pueden cambiar porque hayan variado los presidentes de los Estados Unidos y usted debe cargar con el lastre tan negativo de sus predecesores. En los últimos quince años la República Argentina no ha recibido de Norteamérica sino perjuicios, tanto cuando nos bloquearon en 1947, como cuando la invadieron sus compañías petroleras en 1959.
Muchas veces he oído a funcionarios americanos preguntarse por la causa de la adhesión que los pueblos iberoamericanos sienten por su país y su gobierno.
La explicación es demasiado compleja y larga de enumerar, aunque implícitamente se puede condensar en pocas palabras: los días que corren comienzan ya a ser la "hora de los pueblos", anunciada por el Justicialismo hace más de quince años; los Estados Unidos hasta ahora se han dedicado a "ganar gobiernos" (o comprarlos), en tanto Rusia ha tratado de conquistar los pueblos. Los pueblos son lo permanente, mientras los gobiernos son circunstanciales (...) Uno de los peores males que azotan al pueblo y al gobierno norteamericano son sus agencias de noticias y sus cadenas publicitarias, que actúan dirigidas por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) No es secreto para nadie que tales agencias y cadenas sirven normalmente intereses muchas veces inconfesables y que detrás de su acción publicitaria no hay más que falsedades y sofismas al servicio de tales intereses.
Una despiadada campaña publicitaria realizada por las agencias norteaméricanas de noticias, apoyada por el mismo gobierno de los Estados Unidos, se encargó de difundir por el mundo las mayores calumnias e infamias contra nuestro régimen constitucional, como preparación de una acción revolucionaria que, con suficiente evidencia, sabemos fue costeada, apoyada y dirigida por Gran Bretaña. Durante los diez años de nuestro gobierno sentimos el ataque permanente y la persecución más enconada tanto del State Department como del Foreing Office, que fueron desde el bloqueo implícito hasta el sabotaje más abierto y descarado. Ahora nos preguntamos si ante semejante evidencia, el pueblo argentino y su único gobierno realmente representativo deben seguir amando a sus detractores y destructores.
La carta, más extensa, abunda en detalles sobre el proceso argentino antes y después de 1955, haciendo hincapié en los estados financieros posteriores, poniendo en evidencia la trampa de los empréstitos negociados por Aramburu y Frondizi. Haciendo referencia a la Tercera Posición Argentina no vacila en hacer agudas críticas al macartismo implícito en la política norteamericana, señalando que "no hay que culpar inconsultamente al comunismo de la agitación de los pueblos, cuando existen otras causas mayores que explican esa agitación, como tampoco hay que fabricar un comunista en cada uno de los hombres libres que se rebelan ante las injusticias flagrantes.
Finalmente hace un amplio detalle de cómo la República Argentina está hipotecada, desequilibrada por la acción de seis años de incuria y latrocinios, donde existe la disyuntiva de ser patria o colonia, con patriotas o mercenarios.
ENFRENTANDO LA REALIDAD
La desaparición de los supuestos dirigentes que "daban la vida por Perón", ya fuera por muerte natural o violenta, no sirvieron en nada para depurar nuestro Movimiento. Sus adláteres o discípulos, convencidos de que alcanzarían el dominio total de la situación especulando con los años que podían restar de vida al General, continuaron controlando los hilos de la sucia trama. Los jóvenes se dejaron arrastrar por su sana pasión, siendo muchos de ellos instrumentos de la camándula de simuladores que sirviendo mezquinas ambiciones, iban favoreciendo el plan sinárquico en marcha a partir de Yalta. La supuesta "democracia" de la gran potencia, no era ni es, nada más que la pantalla tras la cual se esconden aquellos miserables que no conciben la libertad del hombre y el derecho de los Pueblos.
En primera fila, a lo largo del tiempo, hemos sido testigos de la conducta de individuos que al igual que el camaleón, cambiaban de color de acuerdo a las maniobras que a nivel local se producían. La juventud, carente de un panorama cierto, alejada del Conductor, actuaba por propia intuición e iniciativa, mientras que un Pueblo con desesperación se abrazaba a todo aquello que pudiera identificarse en mínimo porcentaje con el ideario de Perón.
Fueron muchos los problemas que durante los últimos años de la década del sesenta se le presentaron al exiliado Presidente. A las presiones a las que estaba sometido por su falta de poder económico para enfrentar el costo de una lucha, al constante acoso de la dirigencia política y gremial, las cuales condicionaban todo a sus propios intereses, sin importarles un ápice los de la Nación y el Pueblo, a su obligado sometimiento a los vaivenes de la política internacional y a la constante acción de la sinarquía, se sumaron situaciones de índole íntima y personal. Isabel, con sus ambiciones, vinculadas a quienes sometían a permanentes intrigas a Perón, se sumaba al clima irrespirable dentro de la Residencia 17 de Octubre, primero por la presencia de Algarbe, luego por la de Cresto y Valenzuela, Remorino, Paladino y finalmente por la de López Rega. Todo el enroque de quienes con interesada amistad buscaban preponderancia en torno al General, operaba el desgaste emocional que finalmente incidía sobre todo plan o proyecto de lucha.
El acondicionamiento económico por parte de Jorge Antonio y su enfrentamiento con Isabel, motivó ausencias a la Residencia de Puerta de Hierro, a lo que se sumó la presencia del ex canciller Jerónimo Remorino y su "pollo" Jorge Paladino, con todo un panorama político relacionado con sectores frigeristas y del onganiato, al que sumaban sus fuerzas los sindicalistas que dominaban el campo en la Argentina. Esto fue demorando las acciones que premeditadamente impulsaba desde Madrid el General, propiciando las formaciones especiales de la Juventud, que habrían de ir conformando las bases de cuanto aconteció posteriormente en el país.
Luego del alejamiento forzoso de Onganía, Lanusse entró a jugar sus cartas, utilizando para ellos a mercaderes del ideal, que acercándose a Perón, jugaban un partido muy personal. No era ajeno a todo esto Paladino, que más bien pareció delegado del militar Lanusse, en lugar de ser el representante de Perón, al igual que otros notorios "neo" que impulsaban el afianzamiento de una nueva corriente ideológica nacional, con reminiscencias de la revolución gorila del 55.
La violencia desatada en la Argentina fue tomando cuerpo. La muerte de Aramburu, en momentos en que negociaba secretamente con Perón, los asesinatos de dirigentes obreros que también le eran achacados en su aspecto intelectual, fueron dando base a un nuevo esquema al que se vinculó López Rega, que apoyado por Isabel, era la barrera impuesta a todo intento de llegar a Perón para poder brindarle información, veraz y desinteresada. Todo análisis lo tuvo que realizar en base a cuanto aportaban los órganos de prensa internacionales, siempre interesados y dependientes, como también lo que manifestaban desorganizadamente quienes podían verlo después de trasponer los estrictos controles de sus carceleros.
Así tuvieron influencia en todo ese proceso interesado, Jorge Antonio - que en definitiva es quien mejor se portó - Vicente Leonides Saadi, ya recompuesta su relación con el financista, Héctor Villalón, quien se avino a jugar papeles preponderantes al servicio de sus mandantes o asociados, al igual que otros personajes de menor nivel y fuerza, pero que en definitiva perturbaban toda acción positiva que hubiera podido acortar el proceso que se padecía.
Al producirse el ascenso de Lanusse al gobierno, en su deseo de venganza hacia Perón, impulsa crear situaciones que este no pudiera superar. Paladino se presta a este juego, lo que no es ignorado por Perón, y es el coronel Cornicelli, quién logra entrar en la Residencia del General para llevar una propuesta concreta de Lanusse. Así surgen las conversaciones de La Hora del Pueblo, piloteadas por Mor Roig, las que buscan encarar el Gran Acuerdo Nacional con el apoyo de todas las tendencias políticas.
Una de las condiciones que el gobierno dictatorial imponía a Perón, era la de dejar de alentar a la juventud en sus actos de rebeldía revolucionaria, como también que aceptara someter a una reorganización las estructuras del Partido Justicialista, del que se deberían alejar todos aquéllos que fueran ortodoxos, para poder encaminar, en base a un nuevo movimiento nacional, simuladamente popular, todo un proceso electoral que permitiera el advenimiento del llamado Peronismo sin Perón.
Conociendo los problemas que afrontaba Perón en el orden económico, intentó su soborno mediante la visita que le efectuara el Brigadier Rojas Silveyra, junto con Jorge Paladino, quienes le ofrecieron "a cambio de la cooperación en el gran entendimiento" el pago de todos los haberes adeudados desde 1955, y colocar en el salón de los bustos, en Casa de Gobierno, el suyo, además de reconocerle algunos derechos en su condición de ex presidente. El ofrecimiento incluía dar por finalizadas las causas pendientes ante la Justicia por estupro, como también, dar a publicidad la decisión del Vaticano de haberle levantado la excomunión.
Dentro de esa estrategia, se manejaba la idea de que Perón aceptaría todo a cambio de una supuesta comodidad personal, y del otorgamiento de honores que antes se le negaban, con la seguridad de que no intentaría regresar a la Argentina y aceptaría el éxito imaginario del Gran Acuerdo Nacional. Suponían que esto afectaría la salud del anciano jefe del Movimiento. Rojas Silveyra, junto con Paladino, le informaron que entregarían los restos mortales de Eva Perón.
Esto se produjo con la intervención del coronel Cabanillas, quien llevó un atardecer el cajón que contenía los restos de Evita, los que se depositaron en el living de la Residencia 17 de Octubre, ante la presencia del General, de Isabel, de Rojas Silveyra, de Paladino y del entonces "mayordomo-secretario-etc-" José López Rega.
Con ese hecho, cuyos detalles son macabros, se produce la caída de Jorge Daniel Paladino, el que no sólo fue repudiado por Perón, sino, también, por sus ex aliados o mandantes. Poco dura el sol, solía decir luego al comentar su alejamiento, cuando cercano a uno se encuentran los nubarrones que algunos soplan para producir tormentas.
López Rega, a partir de entonces comienza a tomar fuerza. Isabel es dominada por el brujo, el cual, con sus cómplices en la Argentina, pero sirviendo oscuros intereses, van creando condiciones propicias para los enfrentamientos entre sectores del peronismo que abiertamente se encolumnan en "zurdos", como califican algunos a la ortodoxia, infiltrada por elementos de la izquierda, y los "puros", dentro de los cuales se encuentran sujetos de extrema derecha, ultra católicos, conservadores, y ultranacionalistas. Esas divisiones se trasladan igualmente a las organizaciones sindicales, donde se constituye la juventud sindical, que arma las patotas y siembran terror en la Argentina, no combatiendo contra el enemigo común, sino ejecutando o delatando a peronistas que no comulgan con la simulación y la entrega.
Las formaciones especiales constituyen la avanzada guerrillera que también siembra terror con atentados que mantienen en vilo a todos. Estas son infiltradas por elementos no peronistas, identificados con las guerrillas internacionales que responden a los esquemas de izquierda fidelista o maoista, siendo responsables todos de una sucia guerra de la cual, aún en la actualidad, se viven las consecuencias. La ultraderecha, conformando cuadros con jóvenes militantes de los sectores estudiantiles y universitarios, es llevada de la nariz por dirigentes que viven de espaldas a la marcha del mundo, y que han endiosado a quienes, dentro de sus aciertos y errores, marcan las oscuras páginas de la historia.
La Iglesia sufre igualmente las consecuencias de estos enfrentamientos, ya que curas progresistas, identificados con los más puros y caros sentimientos basados en las enseñanzas de Cristo, enfrentan a quienes los atacan, y asesinan en nombre de un viejo conservadorismo clerical, que viene apartando a fieles de la Santa Iglesia en favor de sectas comerciales empeñadas en la destrucción de los principios fundamentales a los cuales estamos ligados los hispanoamericanos.
Muerte y Terror, es la consigna de la hora. Nada se hace por frenar los odios y rencores, los que son incrementados por la acción de una prensa vinculada a los grandes emporios dependientes de la sinarquía. Todas las prédicas hablan de pacificación, pero en las trastiendas se promueven nuevas acciones tendientes a la destrucción del ser nacional.
Los grupos que conforman las nuevas logias, tal el caso de la P2, van reclutando elementos en los niveles medios de conducción política, con vistas a un nuevo dominio. Un joven italiano, Gian Carlo Valori, es quién frecuenta la residencia de Perón, apoyado por Isabel, López Rega, y un grupo clerical español, siendo quien dispone de medios económicos para conquistar adeptos dentro del círculo que rodea a Perón con el propósito de mantenerlo controlado.
Nada puede hacer Perón frente a sus enemigos. Nada puede hacer el cansado General, que alejado por los grandes y mezquinos intereses que dominan el panorama, tanto nacional como internacional, lo obligan a una constante actividad, sumamente agotadora y de escasos resultados, que le posibiliten el retorno a la Patria, en la suposición de que el Pueblo habrá de respaldarlo.
Begonia Abrisketa vuelve a principios del 72 a la Argentina. Me ubica en la Municipalidad de Tigre, donde he sido designado por los responsables del movimiento denominado "El "Tigrazo"" para ocupar el cargo de Director junto a Osvaldo Fossati. Mis relaciones en aquellos momentos era con activistas de la juventud ortodoxa, auténticamente peronista, que enfrentaban con coraje a la dictadura, a la que tenían acorralada.
"El General está dispuesto a librar su última batalla. Se siente cansado y enfermo, me dice. Lo he visto hace pocos días, y me encargó que conversara con Usted, a fin de solicitarle que tome contacto con Arnaldo Parra, de Panamá, ya que si al intentar el retorno a la Argentina se le presentan trabas, pueda tener la alternativa para instalarse en el que fue su primera etapa en el exilio.
Las elecciones que habrá de convocar Lanusse, es una trampa que le quieren poner a Perón, juego al que se prestan no pocos individuos infiltrados en el Justicialismo. Cámpora, es un elemento que el General colocará en primer plano, pero está convencido que no podrá responder a las responsabilidades de conducción, ya que está limitado tanto en capacidad, como en medios. Es leal, a su manera, pero no cuenta con la fuerza y el fuego que distingue a los hombres tocados por la varita mágica del destino."
A PERON LE DA EL CUERO, Y MUCHO MAS...
El cálculo de muchos, falló. La vida del General Perón duró mas tiempo que el previsto por los enemigos y vividores que especularon con él, que supusieron que" no habría de darle el cuero" y no se atrevería a regresar al país.
En Argentina el clima que se vivía se hizo insoportable. El gobierno no podía continuar enfrentando las presiones de quienes encararon acciones violentas que diariamente conmovían a la opinión, y mostraban la realidad, el enfrentamiento del pueblo con quienes consumaban la continuidad de maniobras cuya finalidad era destruir las esperanzas de ese mismo pueblo que era sometido a toda clase de burlas y atropellos. La presencia de Perón, tan temida por los apátridas, demorada por la complicidad de una supuesta conducción leal del Peronismo en el país, obligaban a esos cálculos sobre las posibilidades de vida, con los cuales especulaban los simuladores y usurpadores en la idea de adueñarse del Movimiento, para, desde él, cooperar con la ejecución de la faz final del plan de dominación, cuyos objetivos eran los de concretar el sometimiento de nuestro país a los dictados foráneos.
Perón, con pocas fuerzas, siempre estuvo atento a la mínima posibilidad que pudiera servir para producir condiciones favorables a su regreso.No buscaba revancha, sinó que anhelaba concretar con su presencia el reencuentro de los argentinos, y dentro del territorio patrio ir señalando caminos que pudieran conducir a la Nación al puesto de vanguardia que alguna vez supo tener como ejemplo ante los pueblos libres y soberanos del mundo.
Por ello, ante el desafío grosero de uno de los traficantes del honor, aceptó el reto. Sorprendió a los conspiradores en silencio, y encaró como se lo presentaron, el regreso a la Argentina. Viajó en un avión en el cual iban algunos miserables seleccionados que escondiendo su sentimiento de odio, no eran merecedores del honor de estar cerca del genial Conductor, y previa aceptación de condiciones por parte de los mandantes de la farsa, lo trajo de regreso a la Argentina, dejando las seguridades madrileñas. Quería librar junto a su pueblo las batallas que fueran necesarias para devolverle sus derechos y conquistas.
Cuando se anunció su llegada al país, yo me encontraba sufriendo las consecuencias de una hepatitis virósica, postrado en cama, sin posibilidad de movimiento. Grande era mi rabia ante la imposibilidad de no poder ir junto a millares de compañeros a recibirlo a Ezeiza. Ver que nefastos personajes se ubicaban a su alrededor, para continuar con idénticas traiciones a las del año 55. En esos momentos, mordiendo impotencia, releía alguna de las cartas que me enviara, entre las cuales se encontraba una de noviembre de 1970, que señalaba:
No imagina la pena que me produce ver a los peronistas disociados en una tarea que debería ser absoluta en la unidad de acción. Es que los hombres son así y ya no tienen remedio. Sin embargo lo importante es que la lucha se haga, y se mantenga la continuidad en el esfuerzo. No se puede pedir que el Pueblo esté formado de héroes ni de santos, como tampoco que todos sean honestos y cabales en sus pensamientos y sus acciones, Hay que aceptar las cosas como son y no como nosotros desearíamos que fueran. Lo importante es que exista una lucha continuada y perseverante en la que todos participen, aunque sea a la manera de cada uno. Sería maravilloso que todos lo hicieran bien, pero eso es como pedirle peras al olmo.
Lo que está pasando en el país es de tal naturaleza que pienso que el tiempo trabaja para nuestros fines. Un Pueblo sublevado, las fuerzas políticas en abierta oposición a la dictadura y con sectores importantes de lucha activa en la "guerra revolucionaria", los mandos de las F.A. en plena disociación y las tropas en alcahuetería contra sus mandos, no parece que sea la mejor posición para hacer frente a la situación política, social y económica cercana al caos y en pleno derrumbe. Entre tanto el país sin gobierno, es manejado por muchas manos incapaces o interesadas, que no sólo lo llevan a una frustración, sino que también hacen lo posible para demostrar la mas absoluta irresponsabilidad. No faltaría un terremoto para consumar todo.
Si todo ello no fuera dramático para la Argentina, podríamos decir como los cubanos:"lo bueno es lo malo que se está poniendo". Es indudable que colocado nuestro Movimiento en la situación imperante, no tiene otra conducta que seguir la guerra revolucionaria hasta el fin, sin otra consideración que la necesidad de terminar por las buenas o por las malas con los culpables de semejante desastre, como única manera de corregir los males que, desde hace ya más de quince años, azotan despiadadamente la República. No creo que esta situación pueda dar lugar a dudas sobre lo que el Pueblo tiene que hacer si desea llegar a una solución definitiva.
Por eso, si bien muchos especulan con mi retorno, sé que los más "fanáticos predicadores del mismo", están confabulados con nuestros enemigos a fin de ir postergándolos en la idea de que el "Padre Santo" puede llamarme a la brevedad. No obstante, como bien lo sabe, habrá de llegar el día en que pueda producirse mi regreso a la Patria, como es mi mayor deseo. Pero si así no fuera, por esas circunstancias de la vida, mi espíritu continuará vigente dentro de nuestro Pueblo, ya que nuestras banderas podrán ser arriadas temporariamente por los cretinos que se visten de Peronistas, en alianza con nuestros eternos enemigos que simulan ideales populares y nacionales, pero que serán finalmente llevadas al tope del mástil, ya que no se puede concebir al hombre que renuncie a su dignidad, a su honor y a sus derechos.
Por eso es preciso continuar estimulando en toda forma a la juventud que en esta emergencia, interpretando cabalmente la situación, se ha decidido a luchar por los medios que sean, cuanto más violentos, mejor. Es claro que es preciso pensar que los Montoneros no pueden ser todo el Pueblo, sino sólo un selecto grupo de muchachos valientes y decididos. Ellos deberán cuidarse, porque si alcanzan mediano éxito en sus acciones, rápidamente serán infiltrados por los que simulando un ideal, son como las bacterias y virus que entran en el organismo humano, para finalmente matarlo. A los muchachos es necesario sustentarlos y ayudarlo en toda forma, haciendo en cada caso todo lo que cada uno sea capaz de realizar en la lucha general y de conjunto. Hay una misión para cada Peronista: el que sea valiente, para la lucha abierta; el que carezca de valor, para las funciones de la lucha insidiosa; el capaz para dirigir y los demás para ejecutar; el intelectual para concebir y estudiar lo concerniente a la lucha misma; el político para forzar, por el medio que sea, la salida institucional. El que pide elecciones y grita normalización institucional, también es un luchador porque, con su prédica molesta a la dictadura le crea todos los días y en todo lugar una intranquilidad permanente. En fin, cada uno debe luchar con los medios que sean. El único que traiciona a la causa es el que colabora con la dictadura militar y el que no hace nada por acomodaticio y cobarde.
Por eso es necesario ser un poco tolerante con los demás y aceptar la realidad tal como se presenta, ya que nadie puede pedir que todos piensen igual y procedan de la misma manera. La lucha tiene infinitas gradaciones y peculiaridades. En ella nada es despreciable con tal de que sea lucha. Tengo la sensación desde aquí que en el país se está luchando y eso es lo importante. Movilizar todos los días nuevos medios de acción, de toda clase e intensidad, es lo que corresponde y por lo que debemos bregar.
Yo veo como natural que, los que luchan heroicamente sientan un poco de desprecio por los que solo hacen por medios menos activos, pero ello no quiere decir que lo que éstos hacen sea una traición ni mucho menos. Es claro que es mucho más efectiva la lucha activa y violenta de la guerra revolucionaria pero, es necesario comprender que las otras formas de lucha también tienen sus efectividades con tal que ocasionen un mal al enemigo común.
Por eso, es necesario continuar alentando a enfrentar al enemigo con todas las armas y todos los medios. La lucha será más corta o más larga, según se produzcan hechos que conmuevan la estructura de los opresores. Pero, al igual que sabemos que dentro de los cuadros de los abiertos enemigos de nuestro Movimiento, no debemos descuidar nuestro frente interno, ya que dentro de nuestras propias estructuras se han ido infiltrando en el tiempo los camanduleros de siempre, que buscan así alcanzar un primer plano a costa del sacrificio y trabajo de nuestra gente. Hay que estar alertas, y saber utilizar a quienes pretendan utilizarnos, no para devolverle a la Nación su honor y dignidad, sino que se colocan como guías para llevar a todos a un abismo donde pueden caer y destrozarse las mejores intenciones y propósitos.
No ignoro, mi querido Landajo, que estoy permanentemente jugando en la línea límite. Los años pesan sobre nosotros, los viejos, que como lo hago periódicamente, debo someterme a una "revisión del casco" y a su "calafateo". No pocas veces tengo que superar mis propias depresiones ante el panorama que me ofrecen los enfrentamientos mezquinos de los ambiciosos, como también debo muchas veces aceptar con sonrisas a miserables simuladores que se acercan con la finalidad de capitalizarse y ubicarse como interlocutores ante nuestros enemigos. Pero son cosas de la vida, y debemos aceptarlas.
Mi regreso a la Patria, como se lo manifestara antes del frustrado intento de retorno en el 64, no depende de mi. Son las circunstancias las que podrán forzarlo en alguna oportunidad, que aprovecharé aún a costa de mi seguridad. Quienes por estos lados me rodean, que bien conoce, habrán de jugarme más de una mala pasada, ya que ellos han sabido y saben sacar provecho de la situación en que me encuentro, no ignorando que si les afecta pueden llegar a intentar contra mi propia existencia.
Pero no debemos doblegar nuestro espíritu de lucha. Se habla de un paro de 36 horas para los próximos días anunciado por los dirigentes. (En esos días, como parte del plan de lucha, la CGT ordenaba un paro activo) Es una acción más dentro de la lucha revolucionaria que por sí, no puede aspirar sino a crear el clima indispensable para que los sectores militares favorables tengan ocasión de manifestarse. No creo en su éxito, ya que en definitiva, están todos empeñados en un peronismo sin Perón. Por eso no hay que hacerse ilusiones todavía. Pero todos estos incidentes serán los que algún día puedan justificar una reacción general de masas, civiles y militares juntos, para poner fin a una etapa de vergüenza en la historia del país. Si ello a pesar de todo no se produce, no habrá más remedio que seguir la pelea por los medios que sean hasta desmontar del poder a los que lo usurpan.
En fin, querido Landajo, desde aquí, a más de quince mil kilómetros de distancia, a que las circunstancias me condenan, le hago llegar con mi abrazo, mi sincera exhortación a seguir en la lucha en la que nos hemos empeñado. Cuando lo comentamos y analizamos en Colón, y durante nuestros encuentros, pusimos las piezas sobre el tablero y no desconocíamos riesgos y consecuencias de lo que significaba y significa luchar por la causa de la Patria y del Pueblo. Sabíamos y sabemos que a nuestro lado marchan muchos que nos engañan, no pocos que nos critican, pero si muchos que nos difaman, suponiendo que no es sano nuestro propósito y sentir. Quizás podamos ser testigos finalmente del triunfo.
El Pueblo se movilizó para recibir al Conductor. Frente a las barreras colocadas por la dictadura que no salía de sus temores, el Pueblo llegó hasta Ezeiza donde mantenían prisionero al General en las instalaciones del Hotel Internacional. Los cañones y ametralladoras, junto con los carros de asalto se interponían entre Perón y el Pueblo, en desafiante actitud. Perón, rodeado de algunos leales y otros, simples simuladores y arribistas, vivía la angustia de saber que podía producirse una masacre ante la intolerancia de aquéllos que pocos días antes lo desafiaron a regresar. Finalmente, Perón pudo salir del encierro. Se instaló en Gaspar Campos, y fue constante la presencia de todo un pueblo que clamaba por su Líder, al que expresaba su incondicional propósito de luchar para terminar una decadente e infame etapa de la vida del país. Allí estaban los exponentes de una maravillosa juventud, que con la pureza de sus pocos años, no temían las represalias de las fuerzas que siendo responsables de la custodia de la Nación y de los derechos del Pueblo, eran opresoras de quienes no concebían el sometimiento a los dictados de las fuerzas de los mercaderes de la nacionalidad.
Pero todo estaba calculado y planificado. Cerca de Perón se ubicaron muchos traficantes del Peronismo, y con su presencia y presiones, continuaron apartándolo del auténtico Pueblo que supo crear condiciones para que pudiera volver. Allí estaban los López Rega, los Osinde y toda la camarilla isabelina, que enloquecidos por sus proyectos de dominación para servir bastardas intenciones de incapaces dirigentes, marcaban para que fueran asesinados o alejados, los auténticos luchadores que en momento alguno midieron su sacrificio y entrega. Allí estaban los mercaderes bastardos de un disfrazado justicialismo, al que se sumaron figuras de otros sectores que, carentes de sustento en las bases, utilizaron las escaleras de la oportunidad que les vendían los gerentes de la traición, para mostrarse dentro de un escenario en el que estaban ausentes quienes fueron los auténticos protagonistas de una lucha, sin buscar otro fin que el del triunfo de la causa del Pueblo y de Perón.
Recuerdo que aquel día llegó a visitarme Isaac Gilaberte. Irritados sus ojos, bañados con las lágrimas de la impotencia, me comentó aspectos de cuanto acontecía en Ezeiza. "No pude llegar al Hotel", me dijo. "Si bien trasponía las barreras, finalmente el hijo de puta de Osinde y Esquer me cerraron el paso. La orden de López Rega era terminante. Nadie que haya tenido contactos con el General durante su exilio en tierra del Continente, puede llegar sin una orden expresa mía. Menos, los que conocen de esas épocas a la Señora Isabel".
Evidentemente, Gilaberte, el único que acompañó y jugó su vida al lado del General en la noche de setiembre del 55 cuando fue consumada la gran traición, sin reclamarle nada, por ser leal, le impedía llegar a su Jefe ese grupo de individuos, que investidos de una moral y un derecho del que carecían, ya formaban parte del entorno que luego sería el muro que apartaría a Perón de su Pueblo.
Pero Perón había regresado. Dentro de nuestro espíritu vivíamos la satisfacción de haber podido formar parte inicial de ese proyecto y ese anhelo que fue el principio de un largo andar para que se concretara la reconquista de un terreno perdido y el regreso del genial Conductor. Estaba pisando tierra argentina. Lindo cachetazo para los gorilas, para los traidores y los simuladores, como también para los que durante diez y siete años estuvieron engañando y viviendo de una esperanza. A Perón le dio el cuero....
SALIDA ELECTORAL - TRIUNFA EL FRENTE JUSTICIALISTA
PERON REGRESA PARA MORIR EN LA PATRIA.
No es necesario entrar en el análisis de cuanto sucedió en torno al General una vez concretado su primer regreso. Luego de los acontecimientos en los que quedó demostrado que el cuero le daba, ya instalado en Gaspar Campos, rodeado por quienes eran integrantes de una custodia que no estaba organizada para protegerlo, sino a servir a quienes ordenaron su control, se tejieron intrigas tendientes a acosarlo permanentemente, dedicadas a lograr su total desgaste y cansancio. Ejercían presiones sobre él muchos de los simulados peronistas, fueran activistas políticos o sindicales, civiles o militares, al igual que otros sectores infiltrados dentro de las estructuras de nuestro Movimiento que siriviendo intereses de detarminados grupos, se enfrentaban con distintas técnicas y formas tratando de ubicarse cerca del "poder" con la finalidad de alcanzar sus objetivos, simulando integrarse dentro de un pueblo que evidenciaba con su presencia física la identificación, respeto y cariño para con su Líder.
Perón jugó sus cartas con pleno conocimiento de que a sus espaldas especulaban los mercaderes de todo momento. Los "piantavotos" compraban candidaturas apoyados por compinches de la entrega, como también por individuos que promocionándose como "avanzadas de Perón y hombres de la Resistencia" (únicamente de algún calefón o plancha), compraban espacios para figurar en notas y titulares de diarios gracias a los "lobbies" y a los "relacionistas", eternos aprovechadores de la ingenuidad de la opinión pública.
El General juntó cabezas de políticos de casi todos los partidos, y logró lo que durante muchos años no pudieron conseguir delegados, representantes, dirigentes, enviados o acomodaticios componedores, ya que su presencia pudo romper muchas de las trenzas existentes, como también, pese a los controles que sobre él ejercían, desmantelar no pocas de las componendas que tuvieron como protagonistas a notorios y "leales" personajes.
Muchos se candidateaban tratando de alcanzar la "bendición" para ocupar el primer lugar en la fórmula presidencial, en conocimiento de que el sistema habría de impedir toda posibilidad de que Perón pudiera ser candidato. El nombre por él guardado en secreto, era el del doctor Vicente Solano Lima, por quien guardaba un gran respeto, ya que habiendo sido su opositor desde el Partido Demócrata Conservador hasta 1955, supo mantener en todo momento, incluso durante su exilio en Montevideo, una linea de conducta transparente y honesta. Durante los años de exilio, tanto en América o en Europa, el General mantuvo una permanente comunicación, así como algunas entrevistas reservadas, que afianzaron una amistad basada en un sentido de mutua consideración. Contribuyó el doctor Lima, con sus apreciaciones, a crear un mejor conocimiento de Perón sobre todo el acontecer argentino de esos años.
Seguramente, cuando designó a Cámpora como candidato del FREJULI, no descartaba la posibilidad de que llegado el momento en que el hombre de San Andrés de Giles tuviera que dar un paso al costado, ya que sus fuerzas y capacidad de conducción no eran las indicadas para dirigir un proceso como el que la Argentina requería, fuera el doctor Lima el que lo reemplazara al frente del Gobierno que debía ser el responsable de la transformación del país.
Asqueado y dolido por cuanto había podido observar durante su permanencia en Argentina, y en la seguridad de que al poco tiempo de asumir nuevas responsabilidades y ante la inconducta de muchos de aquellos que controlaban el Movimiento, así como también por el accionar de los solapados enemigos servidores de las fuerzas foráneas, decidió su regreso a Madrid. No ignoraba que su salud flaqueaba. Intuía el cercano final, ya que siendo buen conocedor de su cuerpo, sabía que un gran esfuerzo le sería demandado y que éste acabaría con su vida. El final del camino se encontraba a la vista, y trató de disimularlo tras una engañosa vitalidad. No quería mostrar ante sus enemigos y adversarios debilidad alguna, ya que su propósito era poder servir a su pasión patriótica, contribuyendo con su aporte y experiencia en la corta etapa que le deparaba el futuro junto a su Pueblo.
En una de esas largas charlas mantenidas en alguno de los momentos compartidos, en que la nostalgia ganaba su espíritu, y la preocupación ante noticias que le llegaban se acrecentaba, supo decirme, más o menos, lo siguiente:
"A pesar del tiempo, y del engañoso optimismo de muchos, nos enfrentamos a una penosa realidad. Nuestros enemigos, mantienen su dominio sobre las estructuras dentro de las cuales se mueven los que abierta o encubiertamente han sido y son los sostenedores de los objetivos perseguidos por los protagonistas del golpe de septiembre del 55, y junto a ellos se han agrupado los"neos", que justifican una oposición legal, que no es tal, a espaldas del accionar sacrificado lleno de esperanzas de los peronistas que se agrupan en la llamada Resistencia.
Si bien existe un sano propósito en algunos dirigentes de crear condiciones para mi retorno, en la idea que el mismo puede derivar en un pronto retorno a la normalidad para el país, hay otros que en sus ambiciones se encuentran ya cantando la victoria que no ha llegado, y que tampoco habrá de llegar por mucho tiempo, aún contando con un gobierno que nos sea favorable y se identifique con nuestros propios fines patrióticos.
No podemos exigir al Pueblo más sacrificios, ya que el mismo está formado por hombres y mujeres que tienen iguales defectos o virtudes, a los que no se les puede pedir que sean santos o héroes. Nosotros somos conscientes de nuestras propias debilidades, como también sabemos que nos encontramos a merced de quienes pertenecientes a la oligarquía de vieja y nueva conformación, continúan identificados y sirviendo a aquellos mandatos dados por las potencias vencedoras de la segunda guerra, las que decidieron no dejar que existieran naciones libres y soberanas. Debemos aceptar que los dirigentes no hemos estado a la altura de nuestra misión, y si no se cuenta con dirigentes, los resultados nos muestran que no se puede conducir un proceso con posibilidades de triunfo que sirva a los intereses de nuestros Pueblos.
El futuro nos depara días inciertos. Los mismos serán de lucha. Hay un proceso de desargentinización en marcha, y con o sin nuestra presencia se irá afirmando en el tiempo, ya que nuestros enemigos no escatimarán medios para alcanzar el objetivo. Habrá que cuidar bien, y ésa es la misión de las nuevas generaciones, quiénes y cómo serán los hombres o mujeres que asuman la conducción de nuestro Movimiento, ya que no podemos engañarnos creyendo en la seguridad que todos cuanto se muestren como Peronistas, lo serán. Por todos los medios tratarán de mostrarse como tales, para luego, desde las estructuras del poder al que llegarán con el engaño, la simulación y la mentira, proceder a la entrega del patrimonio nacional, del sometimiento y opresión de nuestro Pueblo, y así cumplir con el mandato pagado con el vil dinero del que se valen para conquistar a los farsantes del gran drama.
El tiempo habrá de servir de testigo. Duro será el castigo que pagará nuestro Pueblo, ya que la lucha que deba enfrentar va a ser muy distinta a todo cuanto hoy nos es conocido. Lo más peligroso que se habrá de producir, será la reacción, ya que la determinante de ella será el hambre, la miseria y el dolor, que en definitiva son los carburantes y aglutinantes para que se produzca.
De ahí, podemos señalar que el tiempo que transcurra, no resulta un factor que interese. Es lo secundario. Es la misión que tenemos o que tendrán quienes tomen nuestras banderas, es concretar en la lucha el triunfo definitivo de los ideales que nos mueven. Yo, seguramente, podré por un tiempo servir a la misma como aglutinante de las masas. Pero el tiempo que transcurre nos quita posibilidades de poder llegar, ya que los imponderables del destino gravitan sobre todos y cada uno de nosotros. Yo estoy viejo, enfermo y me siento cansado. Muchos son los golpes recibidos, y si bien puedo mostrar una carrocería aparentemente en buen estado, la misma esconde todo un aparato que está al borde de su vida útil. Por eso, para enfrentar lo que vendrá, siempre aconsejo a cuantos compañeros llegan con inquietudes que es necesaria la organización, la preparación y el adoctrinamiento. Nuestros enemigos, que también lo saben, no ignoran que la descomposición que en ellos existe, también puede germinar en nosotros, y para que eso no suceda, es necesario crear las suficientes autodefensas, las cuales se encontrarán en aquellos nuevos dirigentes que doctrinariamente consustanciados, en la constante batalla por alcanzar la meta anhelada de las mayorías, puedan suplantar a muchos de estos aprovechados de la vieja o actual dirigencia, tanto política como sindical, que llevan en su sangre todo lo malo que las malas artes, las mañas y las ambiciones han ido inyectando.
Usted sabe bien que no he buscado soluciones personales. He sido y soy hombre que vive la pasión de nuestro Pueblo, y uno solo ha sido y es mi propósito: Servir al mismo.
Muchos señalan que en esta lucha no he dado posibilidad para el surgimiento de quién pueda asumir la conducción de nuestro Movimiento, siendo ello, en parte, la causa de la situación que vive el país. Bien sabe, que el primer Peronista sin Perón soy yo, y que no me interesa la gloria o el poder. Tampoco quiero figurar en la historia, porque sé cómo se la escribe y cómo la elaboran. Estoy conforme con haber participado dentro de ella, siendo impermeable a todos los halagos que puedan hacerme, al igual que no me interesa, bien lo sabe, el fracaso de nuestros enemigos, si ese fracaso es parte del que deba sufrir nuestro Pueblo.
En definitiva, será este el que con su esfuerzo y sacrificio, con su aporte real, alcance la liberación que anhela. Si nuestras mujeres y hombres encaran la lucha, será porque merecen ser libres y dignos de todos los beneficios que la libertad otorga. Los pueblos que luchan merecen la libertad y la justicia, cuando son capaces de conquistarla. Si no es así, merecen la esclavitud.
Yo he de regresar, espero, algún día a la Argentina. Quiero cerrar mis ojos en la Patria, y descansar mis huesos en la tierra que me vio nacer. El camino que tengo que recorrer estará lleno de obstáculos, porque en definitiva es el camino por el que debemos transitar los que estamos inspirados en el ideal. No puedo fijar condiciones, sino que estoy obligado a crearlas por mí mismo, ya que rodeado por quienes se basan en el engaño, la simulación y la mentira, solo podría encontrar el éxito aceptando viles humillaciones que denigrarían por completo el objeto de la lucha que muchos compartimos. Pero, si ese probable retorno me obliga a tener que aceptar a mi lado a miserables que se valen de ello para satisfacer sus ambiciones, quizás pueda en principio aceptar el condicionamiento,pero luego necesitaré de quienes en verdad comulguen con nuestra doctrina, para sacar esa escoria que al igual que ayer, y que seguramente será mañana, son los virus que podrán impedir se concrete el triunfo de la Patria y del Pueblo.
Quiero regresar a la Patria. No me mueve hacerlo como ídolo, porque he podido superar ese tiempo. Mi propósito, le repito, es poder hacer el bien al Pueblo, que está en manos mercenarias y deleznables. Nuestra posición es harto conocida y la lucha que debemos llevar adelante, hoy y siempre, deberá ajustarse a la manera de actuar de los enemigos. Si al Pueblo se le cierran los caminos que lo conduzcan a su liberación, no tendrá otro remedio que abrir otros nuevos. En el peor de los casos, si así no sucediera, si nuestros hombres y mujeres se conformaran con la esclavitud, la explotación y la ignominia, allá ellos. No somos nosotros los que estamos obligados de hacerlo libre y feliz a la fuerza".
Tras el regreso del General Perón a España, recrudece en el país la ola de violencia. Nuevos grupos que se injertaron en la resistencia peronista integrando cuadros de la llamada Juventud, buscaron escalar posiciones y controlar sectores de poder en base a atentados que ya no podían ser justificados. Los enfrentamientos se registraban dentro del propio Movimiento Peronista, donde grupos orientados por ultraderechistas se enfrentaban con los de la ultraizquierda, creando un ambiente contrario a quienes siendo Peronistas de Verdad, eran las verdaderas víctimas que sucumbían bajo los ataques de estos bandos. Nuevas siglas fueron apareciendo junto a Montoneros, el FAR y el ERP, los que tuvieron momentos gravitantes en la lucha subversiva desatada, que, junto con disimulado apoyo del gobierno de Lanusse que preveía su derrota, prohijaron y prohibieron la presencia de Perón en la Argentina hasta que asumiera el gobierno el partido que resultara vencedor en las elecciones. El triunfo del FREJULI fue aplastante, con el casi 50% de los votos, contra los 20% alcanzados por Balbín. Resultaron triunfantes los candidatos del Frente junto a Cámpora-Solano Lima. Igualmente se logró la mayoría en la Cámara de Diputados y de Senadores de la Nación.
Así terminó una etapa, pero comenzó otra nueva para la Argentina. También, con el nuevo gobierno, se allanaba el camino para el retorno definitivo de Perón, al igual que se inició un período oscuro que se transformó en la noche llena de sangre y saqueo que postergó el reencuentro de los argentinos y sirviendo para que nuestros enemigos pudieran continuar con el sucio proceso de desargentinización.
CAMPORA ASUME LA PRESIDENCIA DE LA NACION.
PERON DECIDE SU REGRESO Y EL PAIS SE CONMUEVE
CON LOS ENFRENTAMIENTOS EN EZEIZA.
El triunfo del FREJULI fue categórico. El Pueblo hizo escuchar su voz, la que retumbó en todos los ámbitos. Perón había demostrado que se encontraba vigente, dándole a los detractores una enseñanza. Quedaba así grabada a fuego la lealtad de las masas hacia su indiscutible Conductor, prueba de apoyo a la política y doctrina Justicialista que supo hacer felices a los argentinos.
Pero el triunfo del peronismo, no significó una página positiva para la Nación, tal cual lo pensó y deseaba el General Perón. Los enfrentamientos registrados dentro del Peronismo, infiltrado por individuos de mala calaña, minaron todas las posibilidades de emprender un camino hacia la recuperación del país arrasado.
Se ubicaron en primeros planos, junto a algunos leales, algunos que llegaron a la política con la única finalidad de satisfacer las propias apetencias, servir a grupos foráneos que sabían pagar a los Judas, y infiltrar en las estructuras a patotas asesinas que sosteniendo posturas seudo nacionales, eran en realidad avanzadas de un ideario bastardo destinado a crear condiciones para la masacre de militantes honestos y sinceros, que habiendo sido vanguardias en la lucha de largos años, ahora eran desconocidas por los aprovechados de última hora.
Sectores de la juventud peronista ofrecieron al gobernador Bidegain algunos compañeros para integrarlos al equipo de gobierno, los cuales, como he señalado, muchos tenían militancia en sectores infiltrados por elementos de izquierda que aprovecharon ávidamente la apertura que se dio en los últimos meses de la Resistencia. Estos grupos que se denominaron posteriormente como Tendencia, fueron enfrentados por grupos de extrema derecha que respaldándose en quienes controlaban los movimientos del General Perón, tanto en España como en nuestro país a su regreso, fueron los responsables de miles de asesinatos y atropellos cometidos en la hora más triste y dolorosa que ha vivido el país.
Calabró, desde la vice gobernación, fue una constante presión a todo cuanto se propusiera el gobernador Bidegain, y desde sus oficinas en la Legislatura, con sus compinches del momento, fueron creando las condiciones para enfrentamientos posteriores, que culminaron con la renuncia del titular del ejecutivo provincial. Sobre el particular he de referirme en capítulo aparte, ya que mucho es lo que se desconoce de aquellas conductas. Ellas contribuyeron a crear el clima que hizo eclosión en enero del 74, y fueron parte de la conspiración silenciosa contra Perón.
Tras la asunción como presidente de la Nación del doctor Cámpora, se inició una terrible ofensiva por parte de sectores de supuesta motivación peronista, donde convergían grupos de extrema derecha de total inspiración totalitaria, alentados por grupos de los altos estratos sociales. A estos se sumaron las patotas sindicales en las que los activos participantes de las llamadas "barras bravas" respondían a la voracidad de aquellos dirigentes que durante mucho tiempo fueron figuras que declamaron lealtad a Perón y a los principios doctrinarios. Como contraparte, también se sumaron a esa ofensiva en procura de conquista de espacios en el poder, los grupos de izquierda, quienes declamando la doctrina Peronista, infiltraban todas las premisas de extrema izquierda. Conformaban ambos sectores un panorama insurreccional al que pretendieron sumar a la mayoría de la ciudadanía que reclamaba la reimplantación de derechos y conquistas conculcadas en 1955.
El queso del sandwich era un conciente Cámpora, que presionado por ambos nucleamientos, no podía mantener el equilibrio. Su debilidad era total; a esto contribuía la falta de grupos fuertes que pudieran respaldarlo, como también el mosaico legislativo donde se mezclaban personajes de todas las tendencias, que lejos de trabajar para un proyecto nacional y popular que respondiera a las expectativas creadas durante la campaña electoral, proponían únicamente paliativos que aguardaban ciertamente, que con la presencia y fuerza del General Perón en el país, pudieran finalmente hallar cauce a las esperanzas de tantos años de silencio y opresión.
Mientras esto sucedía en nuestro país, en Europa, cerca de Perón, se manejaban distintas tesis. El cordón de acero impedía al General mantener contacto con quienes en verdad querían prestar apoyo al resurgimiento peronista, y con la complicidad de individuos de mala calaña, como el ex presidente señalara tantas veces, frustraban todo intento positivo. Ahora, el objetivo era terminar con Perón, para imponerle a la Argentina un régimen seudo democrático, pero que respondiera a los intereses de aquellos grupos extranjeros que en 1955 estuvieron aliados para producir el golpe de Estado. Los grupos mafiosos y masónicos tenían fácil vía de acceso a Perón mediante los caminos que abrían Isabel, López Rega, junto a otros personajes de menor cuantía, comprometiéndolo en aceptar apoyos que buscaban, como lo demostró el tiempo, convertir a nuestro país en un campo fértil para sus siniestros proyectos. La Iglesia, a través de Gian Carlo Valori, contaba con Isabel y López Rega como eficientes agentes para introducir la llamada Democracia Cristiana y la Logia P2, en la idea de que esa tendencia habría de consolidarse en nuestro país. Por otro lado, la Social Democracia tendía sus manos a grupos a los que se vinculaban dirigentes del peronismo, tal el caso de Vicente Leonides Saadi -que jugaba a todo - junto a no pocos radicales, que también pugnaban por conquistar el poder.
Al margen de estos grupos, había otros compuestos por los agentes del cipayismo criollo, que buscaban introducirse dentro de las estructuras del gobierno a través de los llamados "tecnócratas", cuya tendencia era ir creando condiciones propicias para la posterior entrega de la Nación a la voracidad del poder mundial.
Una de las últimas páginas de la desargentinización se encontraba en marcha, y en esa tarea estaban involucrados los diferentes sectores, aparentemente opuestos, que servían y sirven a un mismo propósito que, como señalara el General Perón, habrá de concretarse sobre los últimos años de este siglo.
Perón decidió su regreso. Se fijó la fecha para que el mismo arribara a la Argentina, y se conformó una comisión encargada de organizar todos los actos, como también de brindarle "seguridad". Cuanto pude averiguar se encuentra condensado en la información que yo enviara desde la Secretaría de Informaciones y Personal de la Gobernación a la Secretaría de Informaciones de Estado (S.I.D.E.), de la cual era Delegado en la provincia más importante del país. Toda esta información era previamente controlada y aprobada por el Gobernador, Doctor Oscar Bidegain, quien en todo momento mostró su preocupación por cuanto acontecía, información que él, a su vez, elevó a las autoridades del Ministerio del Interior.
Si bien dentro de la provincia de Buenos Aires estaba representada por ese grupo orquestado y dirigido por el coronel Osinde, ‑ de total identificación con López Rega, que a su tiempo fue socio y hombre de confianza del doctor Vicente Leonides Saadi- por Maisonave, en esos momentos Secretario General de la Gobernación, toda participación de los organismos de seguridad bonaerenses estaban impedidos de actuar. Maisonave, que jugaba a varias posturas, lejos de buscar o promover soluciones, aceptaba a quienes ejercían los controles. Osinde, Norma Kennedy, Ciro Ahumada, y grupos de suboficiales retirados, etc., eran los responsables directos de aquella organización, que con fallas denunciadas en todos los sentidos, demostró que no servía en absoluto, y que protagonizaría posteriormente hechos de sangre y violencia que empañaron lo que debió ser la fiesta más hermosa en la lucha por la Libertad y la Democracia dentro del ideario del Peronismo.
Cámpora viajó a Madrid para acompañar en su regreso al General Perón. El doctor Vicente Solano Lima se hizo cargo del gobierno, tomando decidida acción con el fin de asegurar garantías para el regreso del General Perón. En las reuniones realizadas en la Presidencia de la Nación con los que se hicieron cargo de la responsabilidad del orden, presididos por Osinde y Righi, tomaron conocimiento de todos los informes existentes, muchos de los cuales coincidían (entre ellos los enviados por mi Secretaría) sobre la posibilidad de un intento de asesinar al General Perón y a Cámpora. El propósito era, tras consumar el crimen, instaurar un gobierno de aparente signo nacional y popular bajo la advocación de Perón y Evita, pero cuyo objetivo real consistía en iniciar un proceso tendiente a consolidar el pensamiento de los gestores de la traición del 55. En este proyecto se movían grupos políticos de extrema derecha, a los cuales se vinculaban sectores que pertenecieron al lonardismo y a la democracia cristiana, y contaban con el apoyo de muchos activistas del peronismo que durante toda una época fueron engañados por estos simuladores que comerciaron con el prestigio y figura del ex presidente.
Si bien era conocida la planificación "secreta" elaborada por el equipo de Osinde, no se tenía referencia clara de la manera que habría de operar la llamada Juventud Sindical, agrupación de activistas manejada por los sindicalistas, particularmente por la Unión Obrera Metalúrgica y S.M.A.T.A.
El discutido militar que operó toda su vida en grupos vinculados al terrorismo de Estado, contaba con su propia fuerza integrada por militares retirados, ex policías, ex gendarmes y muchos integrantes de las patotas, que estando ocultas durante los años de lucha de la auténtica resistencia peronista, se mostraban como conductores de esas fuerzas a las que durante los diez y ocho años tuvieron en la juventud, a sus vanguardias de lucha.
La Policía de la Provincia de Buenos Aires, en ese momento presidida por el coronel Bidegain, recibió la orden del gobierno nacional y del Ministerio del Interior de no actuar en modo alguno, responsabilidad que fue derivada a los organizadores. La Policía Federal, que en un principio iba a tener el control del palco levantado en la Av. Richieri, fue desplazada, para que ese control se encontrara a cargo de los hombres de Osinde, y los laterales a cargo de la JP de Yessi de la Juventud Sindical, de la U.O.M., de S.M.A.T.A., del Comando de Organización, de grupos de estudiantes universitarios agrupados en la C.N.U., grupos de extrema derecha, y por los minúsculos grupitos de activistas de la que fuera la Alianza Libertadora Nacionalista, junto con la élite ultranacionalista católica vinculada a los ex lonardistas.
La Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, cuyo titular era el doctor Frenkel, que participara de los equipos de planificación, prestaba todo el apoyo logístico; también el Automóvil Club Argentino había de brindar la cobertura en las comunicaciones con sus unidades móviles.
Se sabía que existían disposiciones reservadas a los activistas que se instalarían en las mediaciones del palco, quienes en determinado momento estarían en condiciones de abrir el fuego sobre la concurrencia, con la finalidad de producir caos y enfrentamientos; acto típico de los gestores de las horrendas páginas siguientes protagonizadas por la Triple A, y luego del 76 por las patotas del régimen que derrocó a Isabel. Las informaciones que recibió el gobierno de la Provincia fueron transmitidas tanto por el Gobernador Bidegain, como por el Jefe de Policia bonaerense, y quedaron documentadas en la información que desde mi secretaría se enviaba a la SIDE, juntamente con la de SIPBA que era destinada a la comunidad informativa.
De nada valieron nuestras advertencias, ya que el propósito de tantos era terminar con la vida de Perón. El silencio de muchos que han fallecido, sirve para ocultar otra página de traición, llena de sangre inocente, que oscurece la realidad de la conducta de muchos dirigentes que hoy se muestran como los herederos del pensamiento y gloria del General Perón y de la llama revolucionaria de Evita.
Quiero dejar señalado en estas recopilaciones, que en transcurso del tiempo, he sufrido muchas presiones y extorsiones por parte de muchos de aquellos militantes que integraron las patotas que asolaron el país, procurando mi silencio. Debo aceptar que me avine a esto, no por mi propia seguridad, sinó por la de aquellas personas a quienes quiero y debo proteger, aún a costa de mi propia seguridad. Por las calles de esta ciudad, caminan numerosos individuos que enrolados en filas supuestamente ciudadanas y democráticas, y ocupando lugares dentro de las estructuras de los estrados judiciales o los organismos de seguridad, y también compartiendo los beneficios del apoyo ciudadano a los que hoy son funcionarios y legisladores, han sido los responsables de la tragedia que nos duele a todos y a cada uno de los peronistas de Perón. Es la confusión producto de la época, provocado por quienes buscan disociarnos, para que finalmente, una vez divididos, nos enfrentemos para producir condiciones favorables a una intervención foránea para preservar "la vida de los hombres y el patrimonio nacional".
La víspera del regreso del General, angustiados por ciertos informes que hablaban de tiroteos en las adyacencias del palco ubicado en el Puente 20, como también de la distribución de bebidas alcoholicas entre los que se habían instalado en sus cercanías, tras sobrevolar la zona con un helicóptero de la Policia de la Provincia de Buenos Aires, fui con el gobernador, Dr. Bidegain, a comprobar la verdad de esas advertencias que hacían a la seguridad del General Perón.
El palco estaba levantado en el lugar indicado. Los vallados aparentemente servirían para controlar a una multitud ordenada, pero no ofrecían ninguna resistencia para el caso de producirse avalanchas. Además, los organizadores habían previsto que el General Perón y el doctor Cámpora fueron transportados, desde el lugar donde aterrizaría el avión hasta el palco, en un helicóptero del Ejército, que luego de sobrevolar a la multitud que se concentraría sobre la Richieri, descendiera al lado del lugar donde expresaría su saludo al Pueblo.
Cuando llegamos para inspeccionar el lugar, gente de Osinde trató de impedir nuestro ingreso al palco, aduciendo que ésa era una zona vedada a toda persona no autorizada por él. Este hecho produjo la reacción del gobernador, que debió recordar al funcionario de Bienestar Social, que el territorio era de la provincia de Buenos Aires y que él, por más autorización que tuviera de López Rega, no podía impedir nuestra presencia. Patoteros de ese grupo, entre los cuales se encontraban algunos suboficiales, pretendieron amedrentar al gobernador, obligando a la custodia de Bidegain a mostrar la decisión de llegar a las armas en caso de ser necesario. El comisario Balcone, fue quien con sus hombres abrió nuestro paso, lo que nos permitió observar todas las fallas existentes y premeditadas.
Sin entrar en los aspectos generales de otras seguridades que seguidamente he de recordar, nos fijamos en la idiotez o mala fe de quienes concibieron el palco, ya que si se hubiera concretado la llegada del General Perón al mismo, Osinde y su camarilla tenían fijado el propósito de que el helicóptero descendiera en medio de cuatro columnas de alumbrado, distanciadas pocos metros entre sí, lo cual hacía factible un desplazamiento que hubiera significado un accidente de imprevisibles consecuencias para sus ilustres pasajeros y tripulación. Igualmente, por falta de seguridad, en el caso de producirse una avalancha, no existían vallas suficientemente seguras para contenerla, y preveían que Perón fuera rescatado desde su palco con vidrios de seguridad por un helicóptero, al que debía ascender por una escala de soga. (Tamaña idiotez del coronel Osinde, era considerada como una solución, lo que evidencia que no sólo estaba impulsado por mala fe, sinó también por una criminal incapacidad. Perón, con sus años, jamás hubiera podido salir airoso en el intento de escapar del lugar haciendo uso de una escala de soga, y en el caso de que hubiera podido trepar por ella, podía ser fácil blanco de francotiradores que, como después se supo, estaban ubicados en la copa de los árboles a los lados del palco.)
De nada valieron las advertencias, por lo que esa noche del 19 de junio de 1973, el doctor Bidegain se comunicó con el doctor Vicente Solano Lima. Le informó sobre lo que había podido comprobar, y le reiteró la información sobre los posibles enfrentamientos que podían producirse en el lugar de la concentración. Igualmente, le informó que obraban en poder del gobierno provincial noticias sobre supuestos individuos llegados al país, mercenarios contratados y a los que se vinculaba a los discutidos personajes relacionados con el lopezreguismo, los cuales portando moderno equipamiento entrarían en acción una vez consumado el atentado que pusiera fin a la vida de Perón.
Esa misma noche, también tomé contacto con el doctor Lima. Le hice saber de mi inquietud, sumada a la información que en esos momentos recibía de la policía, la que me informaba que nuevos enfrentamientos se habían registrado cerca del palco, donde grupos de la juventud, ante el frío reinante, habían sido abastecidos con bebidas alcoholicas, que los estaban embriagando. El clima es insostenible, rezaba el parte policial, y no hay posibilidades de entrar a poner orden. Los que se encuentran detrás del palco, suboficiales y gendarmes retirados, han hecho una serie de disparos para dispersar a algunos grupos que llegan, y que no estando identificados por los brazaletes que repartiera Osinde, presumen pueden ser activistas de izquierda.
Mi amistad con el vice gobernador y dirigente conservador popular, me permitía conversar con él sin ninguna clase de reservas, y como respuesta a lo que le manifestara, me señaló:
Quédese tranquilo, Landajo. Tengo toda la información, y puede estar seguro que he de darle la total seguridad al General Perón. Ya he dado instrucciones a personas de mi entera confianza, y si bien no le puedo adelantar nada, tenga la seguridad que no se producirá ningún atentado, y que mañana por la noche Perón se hallará en Gaspar Campos rodeado de su Pueblo.
Por la mañana, concurrí a la Residencia del Gobernador, donde pude conversar con el doctor Bidegain. Con el se encontraba su sobrino, quién le hizo conocer la última información proporcionada por el Servicio de Inteligencia de la Policia de Buenos Aires, además de sumarse Julio Troxler, sub jefe de la Repartición, un valeroso compañero, luchador en las horas más difíciles, asesinado por la Triple A por su firme lealtad a los principios Peronistas y incansable soldado de Perón. La información era clara y preocupante. Los enfrentamientos registrados hasta ese momento, también tenían como origen a elementos parapetados que respondiendo al Comando de Organización de Brito Lima, subordinados a las órdenes de Osinde, descargaban sus armas en señal de fuerza.
La Juventud Peronista identificada con la Tendencia, se agrupaba en la provincia de Buenos Aires. Con experiencia en movilizaciones masivas, tenía previsto entrar por detrás del palco, ruta 205, con el fin de desplazar a la Juventud Sindical, a los activistas de la UOM y de SMATA, para ubicarse en primera fila ante Perón cuando estuviera en el palco. Algunos de los omnibus que los transportaban fueron detenidos por la policía, la que sólamente pudo hallar armas de menor calibre, que eran portadas por ciertos activistas, las que fueron confiscadas.
Los temores a un enfrentamiento recrudecieron sobre las primeras horas de la mañana, en que se tuvo conocimiento que una legisladora provincial había llegado al lugar con una cantidad importante de armas, que habían sido distribuidas entre los grupos de la Juventud Sindical; también había sido interceptado por la policia provincial un vehículo que llevaba una carga de fusiles con miras telescópicas y granadas, todas destinadas a los "muchachos" que se habían instalado en los árboles.
Pocos minutos después de las 9, el gobernador, Dr. Bidegain, el vicegobernador, Victorio Calabró, el Jefe de Policía, el presidente del bloque de diputados peronistas de la Legislatura, Dr. Alvarez Echagüe, el titular del Senado, Lázaro Roca, el diputado nacional, compañero Kunkel y yo, nos instalamos en los dos aviones de la provincia de Buenos Aires, y desde el aeropuerto de La Plata, volamos con destino a Ezeiza. Descendimos poco antes de que las instalaciones fueran cerradas a todo vuelo, y desde allí nos trasladamos al Palco.
En el trayecto pude ver a Ciro Ahumada, Norma Kennedy, de Morras, Maisonnave, y otros, que movilizándose en vehículos de la Municipalidad de Buenos Aires, iban recorriendo el área en una supuesta actividad relacionada con la organización.
El palco se encontraba controlado por la gente de Osinde, y Leonardo Favio era el encargado de mantenerla informada y lanzar consignas desde la torre de transmisión ubicada a la derecha del palco. Tras confirmar nuestras sospechas, con el gobernador, junto con el comisario Balcone, jefe de su custodia, nos trasladamos hasta la estación terminal donde se encontraban, entre otros, el doctor Lima, el compañero Bittel, gobernador de Chaco, junto a otros legisladores y funcionarios del gobierno. Mientras nos encontrábamos en el lugar, se pudo conocer la información de que se habían registrado algunos enfrentamientos, que terminaron en tiroteos, que habían generado algunos heridos. También, que gente de Osinde había secuestrado a militantes peronistas, que habían sido llevados hasta el Hotel Internacional, donde salvajemente eran interrogados por las patotas de la AAA, suponiéndolos activistas de extrema izquierda.
En esos momentos se mantenía la información de que el avión de Aerolíneas Argentinas que traía a Perón ya se encontraba en territorio argentino, y que en momentos más se había de producir su arribo a Ezeiza. Bidegain se trasladó hasta el palco, y en el pudimos comprobar que los francotiradores ya habían comenzado a disparar sus armas indiscriminadamente hacia el mismo; lugar éste donde se produce el desbande de músicos de la orquesta del Teatro Colón, mientras el coro, agazapado, trataba de motivar a la concurrencia cantando el Himno Nacional.
Favio, que también era blanco de algunos francotiradores, trataba de hacerse oir, lanzando consignas de unidad, de fervor peronista y otras, las que no llegaban a los oídos de la multitud, que inconscientemente se quedaba en el lugar a la espera del Líder. Camilleros corrían de un lado a otro, atendiendo heridos, y se sabe que en esos momentos, el capitán Chavarri, que se encontraba detrás del palco cubriendo la seguridad uno de sus lados, es herido de muerte por un francotirador. Si bien se encontraba con compañeros que eran peronistas, pero que acataban las órdenes dadas por Osinde, debo señalar que fue un auténtico soldado de la Resistencia, identificado con el sentir del General Perón, de quien fui compañero en oportunidad de viajar a España con la finalidad de entrevistarse con el exiliado presidente.
En esos momentos, informados que por la ruta 205 se acercaban los grupos de la denominada Tendencia, y no ignorando que los mismos habrían de enfrentarse con los grupos sindicales y de extrema derecha, el gobernador decide que nos traslademos a instalaciones del Aeropuerto con la finalidad de conversar con el doctor Lima. En el camino, Ciro Ahumada, De Morras y Norma Kennedy, nos informan que había rumores de que Perón no aterrizaría en Ezeiza, lo cual nos fue luego confirmado por el doctor Lima, quien ante la situación imperante y la seguridad de nuevos enfrentamientos, dio instrucciones al comandante del avión y conversó con Cámpora, que el aterrizaje se debía hacer en la base aérea de Morón.
No obstante las disposiciones de aeronáutica, bajo amenaza de que cualquier avión sería derribado, se decidió que los aviones de la provincia despegaran rumbo a la ciudad de La Plata, desde donde se siguieron los hechos que son de dominio público.
Perón regresó al país. El recibimiento del Pueblo a su Conductor fue frustrado, pero se le pudo dar la seguridad física gracias a la firme decisión del doctor Vicente Solano Lima, que enfrentando a los organizadores, decidió el cambio de aeropuerto. Las investigaciones posteriores dieron pie a muchas divagaciones de parte de la prensa, las cuales, prestando oídos a los comprometidos con el asalto al poder, quisieron inculpar de aquellos hechos a la militancia honesta y lealmente peronista, que comprometida en uno u otro lado, creyó en los simuladores de una dirigencia que no estuvo nunca al servicio de los intereses de la Patria o del Pueblo.
INFORMACION ELEVADA POR LOS SERVICIOS DE INTELIGENCIA
REFERIDA A LOS SUCESOS DE EZEIZA. PERON HABLA AL PAIS
En la mañana del 21 de junio, Perón abandona la Residencia Presidencial donde pasó la noche, y se dirige a la residencia de Gaspar Campos. En su pensamiento, según me comentó tiempo después, guardaba las imágenes que reprodujo la televisión sobre los acontecimientos vividos por los manifestantes en Ezeiza. Una tremenda angustia lo había ganado, ya que los enfrentamientos registrados entre grupos supuestamente peronistas, habían dejado un tendal de muertos y heridos, además de profundizar divisiones dentro del Pueblo. En el informe que le fuera entregado por Cámpora, se indicaba que se habían registrado heridos en el orden de los 270, además de 17 muertos. La verdad es que nunca pudieron conocerse las cifras exactas, ya que todos los datos diferían.
Ese informe elaborado por inteligencia de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, señalaba que los disparos iniciales se originaron en los árboles del bosque situado en las cercanías del palco, desde los cuales los francotiradores allí apostados tenían la mira de sus armas puesta en los ocupantes del palco. Un lugar que se tomó como centro de operaciones y logística fue el Hogar Escuela, ocupado por elementos reclutados por el Comando de Organización que respondían a Brito Lima, y que actuaban bajo órdenes emanadas del coronel Jorge Osinde. A un primer desalojo realizado por la Policía Federal el 19, sucedió otra ocupación por parte de más de mil quinientos jóvenes, la mayoría de los cuales llevaban palos y cadenas con los que actuaron en las refriegas.
Osinde pretendió negar toda vinculación con ellos, lo que fue desmentido por sus propios dirigentes que lo señalaron como jefe de los acantonados. En el mismo lugar funcionaba un centro de comunicaciones con equipos proporcionados por el Automovil Club Argentino, operado por suboficiales vinculados al general Iñiguez.
La orden dada por el jefe del operativo (Osinde), era la de impedir a cualquier costo que grupos de la juventud peronista identificada como la Tendencia, pudiera acercarse al palco, para lo cual durante la madrugada del día 20 entregó, junto con brazaletes que los identificaran de los demás, armas de grueso calibre. Esas armas, que en su momento guardaron tanto en el Ministerio de Bienestar Social de la Nación, como en la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires y en la Intendencia Municipal de Esteban Echeverría, según consta en los informes elevados a la comunidad informativa de SIDE, fueron entregadas a militantes de la C.N.U, de la Alianza Libertadora Nacionalista, de la Juventud Sindical y del Comando de Organización. Estas armas eran, como queda señalado, de gran calibre, encontrándose metralletas Silver, fusiles FAL, escopetas de caño recortado y pistolas automáticas de origen europeo.
Esos grupos, que contaban con una central de comunicaciones en un departamento ocupado por un dirigente del peronismo en la Av. Córdoba y Talcahuano, se encontraban a cargo del entonces capitán Jorge Obón, segundo del periodista Napp en TELAM, a los que se fueron sumando activistas que quedaron en la Capital, con la idea de que en caso de producirse exitosamente el atentado contra el General Perón, todos marcharían hacia la Casa Rosada para ocuparla. Allí se iba a constituir un gobierno provisional que formado por una Junta que incluía a Osinde, López Rega y otros notables de esas tendencias conocidas luego en el tiempo.
Puedo recordar que desde La Plata fueron varios los ómnibus ocupados por una juventud entusiasta que se identificaba con carteles y emblemas de Montoneros y del FAP, que fueron minuciosamente revisados por la policía provincial antes de partir por expresa orden del Gobernador, y se comprobó que no llevaban arma alguna, como tampoco cadenas o palos, tal como aseguró en sus declaraciones el grupo de Osinde. Daniel Vaca Narvaja, Jauretche, Caletti, y otros funcionarios que ocupaban responsabilidades dentro del gobierno de la Provincia, se ubicaron en esos vehículos como garantía de que no serían los que promovocarían desordenes.
Esa columna enfervorizada, con sus cantos y consignas peronistas, que entraba por la ruta 205, al hacer su aparición, fue recibida por ráfagas de ametralladoras que esgrimían grupos del Comando de Organización y de la Juventud Sindical, respondiendo a una orden emanada del responsable de la seguridad del acto.
El grupo que ordenadamente venía marchando desde la zona sur, estaba integrado por adolescentes, con compañeros que no sobrepasaban los 30 años. De ellos, muchos cayeron en la refriega, donde el sentimiento caníbal de los que se habían impuesto cumplir los designios de hacer dura y difícil la vida de Perón en el país, logró diezmar la existencia de quienes, sin otro ideal que servir a los intereses del Pueblo y ser forjadores de una Patria Libre y Soberana, se habían entregado con pasión peronista a la lucha que un día iniciaron sus mayores.
Pero lo sucedido en Ezeiza no fue casual. Estaba decidido desde mucho antes que el electorado diera su voto a la fórmula Cámpora-Solano Lima. Era parte del complot para concretar el anhelado propósito del secreto, pero real poder mundial, uno de cuyos objetivos ha sido el destruir todo intento peronista de ser cabeza del tercer mundo. Perón debía morir en la patria para así poder utilizarlo en el tiempo como bandera de seudo peronistas, quienes apartándose de la doctrina de Justicia Social que él impulsara, pudieran servir mejor a los objetivos neoliberales.
Ante los hechos registrados en Ezeiza, angustiado por esa realidad que lo tuvo como protagonista y espectador, ante el incremento de los enfrentamientos que se registraban dentro de las facciones movilizadas por diferentes sectores, Perón decidió dar un mensaje por radio y televisión la noche siguiente a su arribo.(21-6-73). No se dirigió a "hermanos", sinó a todo el Pueblo Argentino y a todos los Compañeros Peronistas.Cabe analizar cada una de sus palabras y el contexto de su mensaje, siendo aconsejable leer entrelíneas:
Deseo comenzar estas palabras con un saludo muy afectuoso al Pueblo Argentino. Llego del otro extremo del mundo con el corazón abierto a una sensibilidad patriótica que sólo la larga ausencia y la distancia pueden avivar hasta su punto más alto. Por eso, al hablar a los argentino lo hago con el alma a flor de labio y deseo que me escuchen también con el mismo ánimo.
Llego casi descarnado. Nada puede perturbar mi espíritu porque retorno sin rencores, ni pasiones, como no sea la pasión que animó toda mi vida: servir lealmente a la Patria. Y sólo pido a los argentinos que tengan fe en el Gobierno Justicialista, porque ése ha de ser el punto de partida para la larga marcha que iniciamos.
La situación del país es de tal gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que no deba participar y colaborar. Este problema, como ya lo he dicho muchas veces, o lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos, para que comencemos a ponernos de acuerdo.
Una deuda externa que sobrepasa los 6.000 millones de dólares y un deficit cercano a los tres billones de pesos, acumulados en estos años, no han de cubrirse en meses, sino en años. Nadie ha de ser unilateralmente perjudicado, pero tampoco ninguno ha de pretender medrar con el perjuicio o la desgracia ajena. No son estos días para enriquecerse desaprensivamente, sino para reconstruir la riqueza común, realizando a una comunidad en la que cada uno tenga la posibilidad de realizarse.
El Movimiento Justicialista, unido a todas las fuerzas políticas, sociales, económicas y militares que quieran acompañarlo en su cruzada de liberación y reconstrucción del país, jugará su destino dentro de la escala de valores establecida: "primero la Patria, después el Movimiento y luego los hombres", en un gran movimiento nacional y popular que pueda respaldarlo.
Tenemos una revolución que realizar, pero para que ella sea válida ha de ser de construcción pacífica y sin que cueste la vida de un solo argentino. No estamos en condiciones de seguir destruyendo frente a un destino preñado de acechanzas y peligros. Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra creación: DE CASA AL TRABAJO Y DEL TRABAJO A CASA. Sólo el trabajo podrá redimirnos de los desatinos pasados.
Ordenaremos primero nuestras cabezas y nuestros espíritus. Reorganicemos al país y dentro de él al Estado que preconcebidamente se ha pretendido destruir y que debemos aspirar a que sea lo mejor que tengamos para corresponder a un Pueblo que ha demostrado ser maravilloso. Para ello elijamos los mejores hombres, provengan de donde provinieren, acopiemos la mayor cantidad de materia gris, todo juzgado por sus genuinos valores en plenitud y no por subalternos intereses políticos, influencias personales o bastardas concupiscencias.
Cada argentino ha de recibir una misión en el esfuerzo de conjunto. Esa misión será sagrada para cada uno y su importancia estará, más que nada, en su cumplimiento. En situaciones como la que vivimos, todo puede tener influencia decisiva y así como los cargos honran al ciudadano, éste también debe ennoblecer los cargos.
Si en las Fuerzas Armadas de la República, cada ciudadano, de general a soldado, está dispuesto a morir tanto en defensa de la soberanía nacional como del orden constitucional establecido, tarde o temprano han de integrarse al Pueblo que ha de esperarlos con los brazos abiertos como se espera a un hermano que retorna al hogar solidario de los argentinos.
Necesitamos una paz constructiva sin la cual podemos sucumbir como Nación. Que cada argentino sepa defender esa paz salvadora por todos los medios, y si alguno pretendiera alterarla con cualquier pretexto, que se le opongan millones de pechos y se alcen millones de brazos para sustentarla con los medios que sean. Sólo así podremos cumplir nuestro destino.
Hay que volver al orden legal y constitucional como única garantía de libertad y justicia. En la función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y el que acepte la responsabilidad ha de exigir la autoridad que necesita para defenderla dignamente. Cuando el deber está por medio los hombres no cuentan, sino en la medida en que sirvan mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser patrimonio de los amanuenses.
Cada argentino, piense como piense y sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en seguridad y pacíficamente. El Gobierno tiene la insoslayable obligación de asegurarlo. Quien altere este principio de la convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la intolerancia desata.
Conozco perfectamente lo que está sucediendo en el país. Los que crean lo contrario se equivocan. Estamos viviendo las consecuencias de una posguerra civil que, aunque desarrollada embozadamente, no por eso ha dejado de existir. A ello se le suman las perversas intenciones de los factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras designios no por inconfesables menos reales. Nadie puede pretender que todo esto cese de la noche a la mañana, pero todos tenemos el deber ineludible de enfrentar activamente a esos enemigos, si no queremos perecer en el infortunio de nuestra desaprensión o incapacidad culposa.
Pero el Movimiento Justicialista, que tiene una trayectoria y una tradición, no permanecerá inactivo frente a tales intentos y nadie podrá cambiarlos a espaldas del Pueblo que la ha afirmado en fecha muy reciente y ante la ciudadanía que comprende también cuál es el camino que mejor conviene a la Nación Argentina. CADA UNO SERA LO QUE DEBE SER O NO SERA NADA.
Así como antes llamamos a nuestros compatriotas en La Hora del Pueblo, el Frente Cívico de Liberación y el Frente Justicialista de Liberación, para que mancomunando nuestros ideales y nuestros esfuerzos pudiéramos pujar por una Argentina mejor, el Justicialismo, que no ha sido nunca ni sectario ni excluyente, llama hoy a todos los argentinos, sin distinción de banderías, para que todos solidariamente nos pongamos en la perentoria tarea de la reconstrucción nacional, sin la cual estaremos todos perdidos. Es preciso llegar así, y cuanto antes, a una sola clase de argentinos: LOS QUE LUCHAN POR LA SALVACION DE LA PATRIA, GRAVEMENTE COMPROMETIDA EN SU DESTINO POR LOS ENEMIGOS DE AFUERA Y DE ADENTRO.
LOS PERONISTAS TENEMOS QUE RETORNAR A LA CONDUCCION DE NUESTRO MOVIMIENTO. PONERLO EN MARCHA Y NEUTRALIZAR A LOS QUE PRETENDEN DEFORMARLO DESDE ABAJO O DESDE ARRIBA. NOSOTROS SOMOS JUSTICIALISTAS. LEVANTAMOS UNA BANDERA TAN DISTANTE DE UNO COMO DE OTRO DE LOS IMPERIALISMOS DOMINANTES. NO CREO QUE HAYA UN ARGENTINO QUE NO SEPA LO QUE ELLO SIGNIFICA. NO HAY NUEVOS ROTULOS QUE CALIFIQUEN A NUESTRA DOCTRINA NI A NUESTRA IDEOLOGIA. SOMOS LO QUE LAS VEINTE VERDADES PERONISTAS DICEN. NO ES GRITANDO LA VIDA POR PERON QUE SE HACE PATRIA, SINO MANTENIENDO EL CREDO POR EL CUAL LUCHAMOS.
Los viejos peronistas lo sabemos. Tampoco lo ignoran nuestros muchachos que levantan nuestras banderas revolucionarias. Los que pretextan lo inconfesable, aunque cubran sus falsos designios con gritos engañosos, o se empeñen en peleas descabelladas, no pueden engañar a nadie. Los que no comparten nuestras premisas, si se subordinan al veredicto de las urnas, tienen un camino honesto para seguir en la lucha que ha de ser para el bien y la grandeza de la Patria, no para su desgracia.
Los que ingenuamente piensan que pueden copar a nuestro Movimiento o tomar el poder que el Pueblo ha reconquistado, se equivocan. Ninguna simulación o encubrimiento, por ingeniosos que sean, podrán engañar a un Pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una firme voluntad de vencer. Por eso, deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese camino van mal. Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni designios inconfesables. Nadie puede ya escapar a la tremenda experiencia que los años, el dolor y los sacrificios han grabado a fuego en nuestras almas y para siempre.
Tenemos un país que a pesar de todo no han podido destruir, rico en hombres y rico en bienes. Vamos a ordenar el Estado y todo lo que de él dependa que pueda haber sufrido depredaciones y olvidos. Esa será la principal tarea del Gobierno. El resto lo hará el Pueblo Argentino, que en los años que corren ha demostrado una madurez y una capacidad superior a toda ponderación. En el final de este camino está la Argentina Potencia,plena de prosperidad, con habitantes que puedan gozar del más alto "standard" de vida, que la tenemos en germen y que sólo debemos realizarla. Yo quiero ofrecer mis últimos años de vida en un logro que es toda mi ambición; sólo necesito que los argentinos lo crean y me ayuden a cumplirla.
La inoperancia, en los momentos que tenemos que vivir, es un crimen de lesa Patria. Los que estamos en el país tenemos el deber de producir, por lo menos lo que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de inoperantes. Los científicos, los técnicos, los artesanos y los obreros que estén fuera del país deben retornar a él a fin de ayudarnos en la reconstrucción que estamos planificando y que hemos de poner en marcha en el menor plazo.
Finalmente, deseo exhortar a todos mis compañeros peronistas para que, obrando con la mayor grandeza, echen a la espalda los malos recuerdos y se dediquen a pensar en la futura grandeza de la Patria, que bien puede estar desde ahora en nuestras propias manos y en nuestro propio esfuerzo.
A los que fueron nuestros adversarios, que acepten la soberanía del Pueblo, que es la verdadera soberanía, cuando se quiere alejar el fantasma de los vasallajes foráneos, siempre más indignos y costosos.
A los enemigos, embozados, encubiertos o disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el escarmiento.
Dios nos ayuda, si somos capaces de ayudar a Dios. La oportunidad suele pasar muy quedo. ¡Guay de los que carecen de sensibilidad e imaginación para percibirla!
Cabe a los peronistas, a veinte años de este mensaje del General Perón, preguntarse si el mismo ha sido bien escuchado, analizado y aceptado. Releerlo, significa encontrar la palabra orientadora para poder transitar caminos que deben recorrerse. Particularmente, las nuevas generaciones, desorientadas ante la presencia de los falsos apóstoles y los simuladores, que se dicen PERONISTAS.
EL MINISTERIO DE BIENESTAR SOCIAL
PROMUEVE LA VIOLENCIA. RENUNCIA CAMPORA.
FORMULA PERON-PERON, PARTE DE SINIESTRO COMPLOT.
Luego de escuchar el mensaje del General Perón al país, se desató una guerra entre los grupos que enancados dentro del Movimiento Peronista, continuaban con sus propósitos de adueñarse de las estructuras dentro del Gobierno. La debilidad de Cámpora era total, y si bien trataba de superar contingencias, la presencia del General Perón ocupaba todo el horizonte , estando en él las posibilidades de normalización deseada por la mayoría del Pueblo.
A mi me tocó vivir esta situación en la Provincia de Buenos Aires, donde el doctor Bidegain era permanentemente acosado por quienes de un lado, respondían a la estrategia de Victorio Calabró, identificado con el sector del lópezreguismo. Por el otro, la llamada Tendencia ofrecía su apoyo al Gobernador, entendiendo que desde la provincia de Buenos Aires podían extender a todo el país el proyecto revolucionario compartido por grupos del peronismo revolucionario, infiltrado por grupos izquierdistas que unificaron su discurso en el último período de lucha contra el gobierno militar de Lannusse.
La guerra entre estos grupos era salvaje. Nada se podía hacer, ya que desde el Ministerio de Bienestar Social, se trababa toda posibilidad de gobierno de aquellas provincias que no fueran controladas por los amanuenses del "brujo", aparente jefe del grupo ultraderechista. La dirigencia gremial enrolada dentro de las 62 Organizaciones, respondía a los mismos fines, colgándole a los enemigos el mote de troskos. A nadie le interesaba Perón dentro de los grupos de conducción que respondían a los dirigentes de ambas facciones, ya que cada uno buscaba controlar sectores importantes de opinión para imponer criterios y propósitos.
En la provincia de Buenos Aires, el doctor Bidegain soportaba el permanente asedio de grupos dependientes de la Legislatura, compartidos por dirigentes gremiales locales, como también por los muchachos de la juventud peronista, que sabiéndose atacados desde la Capital, veían caer a sus compañeros bajo las balas asesinas de las patotas manejadas por quienes pretendían dominar a Perón. El Partido Justicialista, infiltrado por los aventureros y camanduleros de la política, pretendía mostrar una imagen de dominio total del poder, pero nada hacía para que se impusiera en el país el programa o plan inspirado en Perón, tendiente a la reconstrucción de la Nación. Cada grupo, cada sector, cada dirigente, buscaba acomodarse lo mejor posible a fin de sacar partido de esa soledad en que vivía el General Perón en Gaspar Campos, quien rodeado por una supuesta custodia, que más que eso, era su carcelera, no podía contactarse con ese Pueblo Peronista que lo aguardó durante diez y ocho años, para, junto a él, recuperar derechos y conquistas, y trabajar duramente hasta alcanzar la Argentina Potencia.
Puedo dar fe, de que la identificación del doctor Bidegain con el General Perón, era total. Una lealtad a toda prueba, que le valió enfrentarse con sus adversarios quienes finalmente lo obligaron a renunciar.
También puedo dar fe, de la intolerancia, la falta de respeto por la investidura del Gobernador y la carencia total de vocación de servicio en esos momentos del vicegobernador Calabró, quien solamente se empeñaba en gestar enfrentamientos llevado por su ambición de ocupar la titularidad del ejecutivo bonaerense. De su peronismo caben dudas fundadas, ya que su militancia gremial, si bien lo tuvo entre dirigentes de probada identificación justicialista, dentro de su función política se orientó a ahondar las fisuras existentes entre los grupos de base, sirviendo únicamente a intereses sectoriales o personales.
Pero los enfrentamientos, lo ha demostrado el tiempo, sirvieron para ir minando las bases de nuestro Movimiento. Los servidores de los intereses foráneos se han adueñado de la Nación en cuanto significaba las posibilidades de vida del General Perón; esto les ha sido de gran utilidad para ir creando las condiciones para desmembrar el gran movimiento que naciera en aquellos días de junio del 43 y se consolidara posteriormente con el triunfo del 46. Esos enfrentamientos posibilitaron cruentas luchas entre los bandos, y sin meditar consecuencias en algunos leales compañeros que se suponían fieles a los dictados de Perón y se lanzaban en ataques a otros que militaban en filas adversas, posibilitaron la muerte o desaparición de auténticos hombres, de probada capacidad, que hoy podrían haber sido cabezas de una masa que busca dirigentes honestos y capaces.
Durante las primeras semanas, el acoso a Perón fue constante. La guardia que le impusieran, respondiendo a López Rega, impedían que todo peronista honesto, que no estuviera identificado con esos grupos, pudiera llegar con su voz y reclamos al General. Esquer, lejos de servir a Perón, se identificó con el "secretario privado y Ministro de Bienestar Social", siendo el "alcahuete", así me lo definió el General en nuestra entrevista. Le informaba de todos sus pasos y movimientos. Si bien el doctor Bidegain era el titular del gobierno de la provincia, le estaba vedada la llegada a Gaspar Campos. Incluso, ningún funcionario de la policía provincial podía acercarse, ya que luego de la renuncia de Cámpora, el títere Lastiri dio orden expresa de que nadie, sin autorización de su "papucho" López Rega o de quién este designara, pudiera contactar a Perón.
Finalmente, luego de numerosas gestiones, al doctor Bidegain le fue posible concurrir a saludar y conversar con el General, entrevista que pude compartir. Si bien el gobernador entró solo con las hijas, dado que yo "no me encontraba en la nómina autorizada", al informarle sobre mi presencia, Perón salió a la puerta, invitándome a que ingresara a su domicilio.
En un aparte, al despedirnos, me manifestó que estuviera en contacto con él, lo cual luego no pudo concretarse por la orden emanada de sus carceleros, principalmente de Isabel, ya que por ser conocedores de su pasado panameño y venezolano, temía que emprendiéramos una campaña en su contra.
Tras la renuncia de Cámpora, la visita de figurones a la ciudad de La Plata se hizo más notable. Munilla, recuerdo, acompañando a Héctor Villalón, junto con otros dirigentes vinculados al lópezreguismo, llegaron con sus propuestas para que fuera Bidegain quién lanzara la fórmula Perón-Perón para la presidencia de la Nación. Las presiones se sucedieron, y encontraron en Victorio Calabró la vía más segura para esas pretensiones desmañanadas de llevar a María Estela Martínez a ocupar el segundo lugar en la fórmula, no obstante conocerse la voluntad del General de no entrar en un terreno de mayores responsabilidades y trabajo, dado que no ignoraba que su tiempo estaba limitado por sus problemas de salud. Pero, una sóla era la consigna de los simuladores y traidores que lo rodeaban, y de aquéllos que enancados en el gobierno, buscaban terminar con Perón para así facilitar el camino de quienes luego lo sucedieron y llevaron al abismo a todos los argentinos.
En esos tiempos pude informarme, por una confidencia de mi amigo, el doctor Gianni Villani, a quien en un principio, junto al doctor Carena se le había confiado la atención médica en el domicilio de Gaspar Campos, que el mal del General avanzaba, y requería un cuidado muy especial, señalándome que si no se lo cuidaba su vida no se extendería por más de un año. El doctor Villani y el doctor Carena fueron posteriormente alejados del lugar, en una actitud prepotente del carcelero, que suponía que con sus poderes esotéricos podía prologar la vida de Perón.
Hubo en esos tiempos, según consta en informes que recibí en mi Secretaría, que un grupo de suboficiales, leales a Perón, en conocimiento de la conducta de López Rega, habían decidido eliminarlo. Este plan, posteriormente en conocimiento de Esquer, le fue transmitido por éste al "secretario", que preocupado por su posible desaparición se lo hizo conocer al General. Fue el mismo Perón, a quien no le gustaban las violencias, el que se puso en contacto con los suboficiales a los cuales disuadió de tal idea.
Instalado Perón en la Presidencia de la Nación, e Isabel en la titularidad del Senado, las dificultades para el General se incrementaron. El círculo que lo rodeaba le ocasionaba problemas de toda índole, lo cual afectaba su salud. El dueño del escenario era el "brujo", quien fue ubicando su gente alrededor del Presidente, para convertirse, ante la posibilidad de su desaparición, en el dueño del país.
También, grupos de la Tendencia crearon problemas al adjudicarse el asesinato de Rucci, dirigente metalúrgico de probada lealtad a Perón, cuya muerte significó un duro golpe, no sólo para el General, sinó para todo el Peronismo, ya que si bien se identificaba como un firme luchador contra la extrema izquierda, era un ferviente soldado de la auténtica pasión nacional. No me cabe duda, que en ese atentado influyeron sectores antinacionales, que infiltrados en los bandos en pugna, han servido y sirven a los mercaderes que se han sucedido en el manejo de los negocios del país.
Durante ese período, que duró desde setiembre a diciembre, en una oportunidad más pude entrevistar al General Perón, audiencia que fue concretada por gestión directa del doctor Lima, y a la que concurrimos el Gobernador Bidegain, el Ministro de Gobierno, Manuel Urriza y yo. Recuerdo, como un dato muy personal, que el General, expresó: "Mucho es cuanto hemos pasado con el gordo Landajo. Corrimos la coneja juntos allá por Panamá y Venezuela, pero siempre mantuvo un optimismo y un entusiasmo que en momento alguno le hizo perder esa sonrisa que es su característica. Después, en la embajada de la República Dominicana, se la aguantó junto a mi puerta, en momentos que otros se escondían durante el tiroteo que nos despertó por la madrugada. Mucho es cuanto hemos pasado juntos, y no cabe dudas que él sabrá comentarles algunas jugosas anécdotas que vivi durante mi exilio más duro y amargo".
Sobre finales del 73, la campaña contra Bidegain se hizo más intensa. Los grupos de la triple A, sembraban terror por todos lados, provocando situaciones angustiosas para Perón, que impotente para dar soluciones, debía aceptar las imposiciones de quienes lo cercaban. Cuando asumió la titularidad de la Armada, Eduardo Massera, amigo con quien era mi colaborador y Director General de Personal de la Provincia de Buenos Aires, Horacio Romano, mantuve una entrevista con él, autorizada por el doctor Bidegain. Era sobre los finales de diciembre del 73, oportunidad en la cual me informó sobre aspectos de la campaña dirigida contra la provincia de Buenos Aires. Para ampliarme detalles, a fin de comunicarlos al gobernador, nos puso en contacto, con el capitán de navío Montes, que se desempeñaba como titular de los Servicios de Inteligencia de la Marina, quién nos confió que estaba en conocimiento que: un duro enfrentamiento se habrá de producir en el territorio de una de las provincias, lo que motivará una reacción del gobierno central, junto con la obligada renuncia de sus actuales poderes ejecutivos. Les sugiero informen de ello al señor Gobernador, a fin de tomar los recaudos necesarios para no verse sorprendido por algún hecho violento.
Esto le fue informado de inmediato al doctor Bidegain, y, con su autorización, elevé un informe a la Secretaria de Informaciones de Estado en mi calidad de Delegado en la Provincia de Buenos Aires.
A fin de no entrar en otros detalles,que harían demasiado extenso este libro, sólo diré que uno de esos hechos se registró precisamente en Azul, provincia de Buenos Aires, originando la renuncia del gobernador, junto a la de la mayoría de su gabinete. Aquí, cabe una pregunta que quedará como interrogante para muchos: ¿Quién o quiénes alentaron el ataque a la guarnición de Azul, que era conocido con varias semanas de anticipación por todos los integrantes de la Comunidad Informativa?...
No me cabe duda, de que en caso de haberse mantenido en el gobierno de la provincia de Buenos Aires el doctor Bidegain, hubiera sido un extraordinario gobernante, que habría significado en su momento una trinchera para impedir el avance de aquéllos que luego, dueños del poder y del gobierno, generaron el recrudecimiento de la subversión, como también la sangría que caracterizó al gobierno isabelino y su continuidad: el Proceso Militar.
RENUNCIA BIDEGAIN. ASUME CALABRO.
Producido el ataque a la guarnición de Azul, Bidegain se ve obligado a renunciar. Esa misma noche, en la residencia en la ciudad de La Plata, tras conocerse los hechos, nos reunimos el Gobernador, el Fiscal de Estado y yo. En el comedor de diario, nos ubicamos para escuchar el mensaje que el Presidente de la Nación iba a dirigir al país.
Esto terminó para nosotros, señaló Bidegain. El General no querrá escuchar nuestras razones, por lo que estimo que debo presentar mi renuncia.
El Fiscal de Estado, le señala que es demasiado apresurado, entendiendo que debería tratar de entrevistar al Presidente, para actuar de acuerdo a sus instrucciones. Yo, por mi parte, conociendo al General, le digo lo mismo, dado que no podían existir dudas de que el entorno habría de aprovechar la situación para colocar sus hombres en la provincia y desde ésta intensificar toda acción tendiente a controlar totalmente al país.
Me ordena proceda a convocar a los Ministros y Secretarios a fin de realizar una reunión de gabinete urgente, en la cual habrían de analizarse todos los aspectos de los sucesos, como también se intentarían maniobras a fin de atemperar los ataques y evitar las consecuencias. Era idea del Fiscal, Dr. Ricci, y mía, que también fuera convocada la prensa, para informar de inmediato las medidas que tomaría el gobierno de la provincia en relación al ataque consumado a la guarnición de Azul.
La reunión que trató de realizarse a la medianoche de esa misma jornada, se vio frustrada ante la inasistencia de varios integrantes del gabinete, tal el caso de los ministros Miralles, Baldrich, González y Boccalandro, los cuales no pudieron ser informados ya que no se encontraban en sus residencias platenses. Tampoco fue fácil ubicar al titular del bloque justicialista del Senado de la Provincia, Lázaro Roca, ni tampoco al de Diputados, Alvarez Echagüe.
Ante esa situación, el doctor Bidegain resolvió que esa reunión tuviera lugar a las 7 de la mañana siguiente, comunicación que junto al secretario general de la Gobernación, Angel Ponce, hicimos conocer por medio de citaciones distribuidas por agentes de la policía de la provincia. En el ínterin, se trató de gestionar una entrevista con el General Perón para el gobernador, siendo vano todo esfuerzo por lograrla, ya que se interponía siempre López Rega, quién señalaba que "no hay nada que pueda convencer al Presidente para evitar la intervención a la provincia".
Durante esas horas, el coronel Bidegain, titular de la Policía de la Provincia de Buenos Aires, pudo recopilar importantes datos en el lugar de los hechos, que sumados a los que anteriormente fueran obtenidos, tanto por SIPBA como por mi Secretaría, ya de conocimiento de la SIDE, mostraban que lo que fuera anticipado en diciembre por el SIN, se concretaba en los hechos.
Pudo evitarse el ataque a la guarnición de Azul. ¿Quiénes lo organizaron y con qué propósitos?... ¿Cuál era el objetivo final?...Si bien los autores materiales fueron señalados, no han aparecido los autores intelectuales.
Lo que está escrito, escrito está. Inexorablemente se cumple lo que el destino tiene fijado, y cada hecho y cada acción se basa en un propósito. A mi entender, todo formó parte de un plan irreversible, destinado a crear caos en el país. El aumento de presiones sobre el general Perón a fin de deteriorar su salud, para finalmente los mercaderes del ideal, los simuladores y los traidores, adueñarse de la conducción total e imponer sus malsanos propósitos.
De aquel gabinete del doctor Bidegain, no quisieron presentar sus renuncias, Miralles, que como queda señalado en otro lugar, decía responder a directivas de Gelbard, el doctor Baldrich, un atado al sillón, obsecuente para mantenerse al frente del Ministerio de Educación, y el doctor Boccalandro, que tenía su propio proyecto en Acción Social y Salud.
Tras la reunión, donde algunos hicieron cargos y otros justificaron lo actuado por ellos y colaboradores, con las renuncias en el bolsillo, y aconsejado por alguno de sus íntimos, Bidegain emprendió un triste recorrido hacia Buenos Aires, ante la posibilidad de entrevistar a Perón de acuerdo a promesas transmitidas por Lorenzo Miguel y Benito LLambí. López Rega, en una comunicación telefónica le manifestó a Bidegain: El presidente lo recibirá, si previamente me hace entrega de su renuncia a la Gobernación. De esa manera evitamos males mayores, nuevos disgustos, y el país puede ver en su actitud una noble conducta al servicio de la pacificación por la que luchamos todos.
Silvestre y Urriza, acompañaron a Bidegain. Yo fui convocado por la SIDE, donde también se analizaban los hechos. Un triste peregrinaje fue el de Bidegain, que sentado en una mesa de la confitería del Molino, frente al Congreso, aguardaba respuesta a su pedido de entrevista con el Presidente de la Nación, mientras conversaba con dirigentes políticos y gremiales. La entrevista no se concretó, lo que hizo comprender que para él, todo estaba terminado.
Mientras esto sucedía en la Capital, todo era jolgorio en la Legislatura. Calabró festejaba en su residencia platense su acceso a la Gobernación, dedicándose a conformar su gabinete. El triunfo de la Patria Metalúrgica y de la Triple A se había concretado en un principio con el acceso al Ejecutivo. A esto, luego sucederían hechos similares en otras provincias que se encontraban fuera del control de las bandas cuya cabeza visible era José "Daniel" López Rega.
Bidegain presentó su renuncia a la Legislatura, la que fue aceptada. Este extraordinario compañero y leal soldado de la causa Peronista, abandonó La Plata, en una tarde de amargo sabor. Antes de irse, mantuvimos una conversación, ya que Angel Ponce, Silvestre y yo, éramos los encargados de entregar la Gobernación a los nuevos ocupantes. Nos agradeció nuestra colaboración, ratificó su sentir y afecto por el General Perón, y expresó su dolor sincero por no haber podido responder con eficiencia al mandato que le diera el Pueblo.
Pudo haber cedido en muchos casos a presiones de quienes lo rodeaban, como alguna vez analizamos. Era natural. La Tendencia, a la cual se identificaban sus hijas y su esposa, intentaban imponer la presencia de muchos activistas jóvenes, que con ideas revolucionarias y de características sociales radicalizadas, consideraban que quien ocupa un espacio físico, que no es gobierno, puede imponer sus ideas en todos los terrenos, desconociendo derechos de otros. La urgencia de ellos, se enfrentaba también a los planes de aquéllos que, no instalados en el gobierno, pretendían concretar sus ambiciones personales o de grupo, aprovechando aquella simulada pero fuerte ingerencia de los sindicalistas enrolados en las filas capitaneadas por la UOM, olvidando todos, unos y otros, que por encima de cualquier programa político, están los intereses de la Nación y del Pueblo en general.
Con el alejamiento de Bidegain, comenzó una nueva ofensiva de las patotas que escondiéndose en una supuesta inspiración ultraderechista, contaban con el visto bueno de los integrantes del cerco criminal que rodeaba al Presidente de la Nación.
ES GRAVE EL ESTADO DE SALUD. NO LE PRESTAN LA ATENCION ADECUADA.
LOPEZ REGA Y GELBARD EN UNA MANIOBRA PARA EVITAR INVERSION JAPONESA
Todos los días, en los diarios, la nota destacada la constituían enfrentamientos que se registraban dentro del peronismo. A la intensificación de los actos subversivos que tienen como protagonistas al ERP y otros grupos que pretenden mostrarse como los Montoneros, se enfrentan otros ataques protagonizados por los activistas de la triple A y de la Juventud Sindical junto con la CNU.
La inspiración de estos hechos no puede estar lejana de quienes, asociados en las sombras, sirven a los intereses foráneos preocupados por provocar disgustos a Perón, cuya salud se va deteriorando, y para ir marcando el camino para el mayor desprestigio del Movimiento Peronista.
No pocos peronistas toman partido honestamente en uno y otro lado, creyendo que es una lucha honesta y sincera por el logro de los grandes objetivos nacionales y la reivindicación de la clase trabajadora. Dentro de las estructuras del gobierno, en economía, Gelbard y sus secuaces responden también a las pretensiones y ambiciones del brujo Daniel, que desde su Ministerio, desde la Secretaría Privada de la Presidencia y desde su "mayordomía", comete toda clase de tropelías. Isabel es permanentemente alentada por el siniestro personaje, a fin de ir creando mayores problemas a Perón dentro del círculo íntimo, a grado tal, que junto con su mentor, privan al General Perón de los cuidados médicos necesarios para atemperar las consecuencias de su enfermedad. Sus médicos de confianza, los renombrados doctores Cossio y Taiana, son desplazados por la "pareja esotérica", los que imponen la presencia de Pedro Eladio Vázquez para que actúe como médico de cabecera y permanente vigía de la salud del Presidente.
Su presencia desagrada a Perón, quién desconfía de este personaje tan identificado con López Rega e Isabel. No se podía ignorar las intenciones criminales de la pareja, que junto a quienes ocupaban la Residencia Presidencial, prestando servicios de buena o mala fe, (queda en cada uno, en su conciencia, saber cómo ha actuado) controlaban todos los movimientos del Presidente de la Nación, negándole la atención médica indispensable. Primero fueron Osvaldo Carena, Gianni Villani y Rodriguez Vigil, las víctimas del entorno satánico. Luego el profesor Cossio y el eminente doctor Taiana.
Existen constancias del verdadero estado de salud de Perón. La desmedida ambición de la mujer, María Estela Martínez, y su sometimiento a los caprichos y ambiciones de José López Rega, lo llevaron con la complicidad de quienes en su momento lo obligaron a asumir la conducción del Gobierno, a apurar el proceso mortal que se concreta el 1 de julio de 1974.
En marzo de ese año, regresa a nuestro país Yoshinobu Daisho presidiendo una delegación empresarial nipona. Viene con propuestas concretas para aportar soluciones a las necesidades argentinas, particularmente en lo que hace al desarrollo patagónico, al problema ferroviario, a la construcción de autopistas, al desarrollo industrial en las más importantes áreas lo que permitirían darle salida a la paralización existente, fomentar la construcción de viviendas, etc.
A la llegada de estos huéspedes, motivada por una invitación directa del Presidente de la Nación, López Rega y Gelbard, junto con otros funcionarios del gobierno nacional, traban toda posible entrevista con el general Perón. Aducen que el mismo sufre un estado gripal, y que por ello, toda entrevista debe cumplimentarse con la señora "vice presidente" y el "secretario privado y Ministro de Bienestar Social", junto con el Ministro de Economía, Gelbard.
La prensa dio cuenta de esta entrevista, durante la cual, entre otros obsequios, Isabel recibe un kimono. Otros obsequios que traían para el General, son llevados nuevamente al hotel por los visitantes, ya que en ocasión anterior, traviesos funcionarios de la secretaría de la Presidencia, los escamotearon.
La delegación nipona fue visitada varias veces por Villone, en nombre del brujo, y otros funcionarios lo hicieron en nombre de Gelbard, todos los cuales condicionaron la entrevista con Perón, a la aceptación de una intervención o participación económica del grupo en todo los proyectos japoneses.
Daisho, a quien conocí en Caracas cuando visitaba al General Perón ofreciéndole solidaridad y amistad, me ubicó. Deseaba conocer mi punto de vista ante la situación que lo afligía, ya que consideraba que el Presidente no conocía ciertamente su presencia en el país, además de quedar descolocado ante importantes personalidades del poder político y económico de Japón. Mi almuerzo con ellos en el Plaza Hotel, donde fueron hospedados por gentileza del gobierno argentino, coincidió con la presencia en el lugar del Secretario de la Presidencia, doctor Vicente Solano Lima. Ambos escuchamos a Daisho, quién, ante la manifestación de Lima, en el sentido de que se haría difícil poder informarle al Presidente de la situación, ya que todos los canales de comunicación eran controlados por la gente de López Rega, sugirió que retornaran a Tokio y, desde allá, encaminaran nuevas gestiones por intermedio de la Cancillería.
Es difícil aceptarlo, pero el Presidente de la Nación es un prisionero de lujo, señaló Lima. Ni yo, que ocupo el cargo de Secretario de la Presidencia, que soy amigo, puedo llegar a él. Vivimos horas muy graves y difíciles, ya que el pobre Perón está sometido a los imponderables de esta conspiración manejada por un loco.
De regreso al hotel, luego de conversar con sus compañeros de viaje, Daisho decidió comunicar su regreso a Tokio sin esperar la audiencia varias veces postergada con Perón. Entendió claramente cuanto estaba sucediendo. Para hallar salida a los compromisos contraídos, y de alguna manera salvar su crédito, Daisho me formuló una invitación para que viajara a Japón, y, allí, tras tomar contacto con los grupos empresarios y políticos, elaborara un informe para hacérselo conocer al General. El había contraído un compromiso de honor: ayudarlo a dar soluciones a los muchos problemas que enfrentaba la Argentina. Quería cumplir con el amigo.
Ya que no investía cargo o representación alguna, lo que le hice notar, decidió que a su llegada a Tokio enviaría la invitación correspondiente por medio de la Cancillería y otros canales, comunicación que harían directamente al telex de la Presidencia de la Nación. Copias de esos telex me fueron enviados, todas las cuales, en fotocopias, luego traté de hacer llegar a manos del General Perón. Las carpetas fueron entregadas al doctor Vicente Solano Lima, que no supo que hacer con ellas, en la Casa Militar, a cargo del coronel Corral, en la oficina de Edecanes, al coronel Damasco, por intermedio del teniente coronel Obón, y al general Morello, titular de la SIDE.
Otras fueron dejadas en manos del almirante Massera, titular de Marina, y en la oficina de Audiencias y Ceremonial de la Presidencia de la Nación.
No había respuesta. Todos los caminos se encontraban cerrados a la posibilidad del encuentro con el General Perón. El cerco era infranqueable. Perón se encontraba prisionero.
A estas situaciones se sumaban otras de mayor importancia. Se agravaba el enfrentamiento de grupos armados, Perón descalifica a Montoneros, sumándose el accionar de la patota asesina de la Triple A que encamina sus pasos a forzar salidas violentas, que al incrementarse tiñen de sangre la realidad del momento. La seguridad no existe, y la injusticia impera. La principal víctima: el país.
PERON MUERE EN LA PATRIA. EL PUEBLO LLORA A SU LIDER
EL VATICINIO DEL GENERAL: ARGENTINA DOMINADA
En su momento, ofrecí amplia información sobre mi último encuentro con el General Perón. Enrique Pavón Pereyra, en su libro "Los últimos días de Perón", reproduce parte de lo acontecido, y coincide con lo dicho por otros amigos del Presidente que pudieron sortear el cerco de la simulación y la infamia.
Gracias a que el general Morello quiso hacer méritos, pude trasponer las barreras. El 8 de mayo me llevó a la presencia de Perón con la finalidad de informarle sobre mis conversaciones con sus amigos japoneses, y, a la vez, para que me diera directivas sobre el viaje que iba a emprender al día siguiente a Japón. Reitero lo que me dijo, haciendo referencia a los integrantes del cerco: "Estoy rodeado por delincuentes, traidores, simuladores, ambiciosos, incapaces y alcahuetes." (Esto, transcurrido el tiempo, ha sido aceptado por todos, ya que al conocerse lo que muchos habían ocultado en su momento, nos pone en claro lo que sufrió el General.)
Luego de darme las instrucciones, me comprometió para que a mi regreso ocupara la Secretaría Privada de la Presidencia, para así poder acompañarlo y romper en lo posible las maniobras de sus secuestradores. Su propósito era sacar a López Rega y sus secuaces, y con gente que sabía leal y de confianza, encarar medidas urgentes y no dejar el camino a aquellos los que posteriormente consumaron la incalificable traición.
Con su cordialidad de siempre, al despedirnos me dijo: "No le estoy dando un premio, Landajo, ya que esto es parte del castigo que le corresponde. Usted contribuyó para que llegaramos a este presente, trabajando al igual que muchos para el triunfo del Peronismo. Y, ya ve. Esto que vivimos es el resultado de tantos sacrificios y mucho trabajo. La simulación y el engaño está aquí, cerca mío, rodeándome, aprovechando los silencios obligados que me han impuesto, ya que no cuento con personas de confianza. Con su presencia, podremos meter a la cárcel a todos estos individuos que son responsables de la frustración que sufre nuestro Pueblo. Si no se logra, tremendas serán las consecuencias que sufrirá la Nación."
La soledad del General se reflejaba en su angustioso reclamo. Le ofrecí quedarme. Pero me pidió que cumpliera con sus instrucciones en cuanto se refería a los ofrecimientos hechos por los empresarios japoneses. Tenía que aclararles a sus amigos de probada y solidaria presencia durante su exilio en Panamá y Caracas, que ignoraba todo sobre la estancia de ellos en la Argentina, y que esa fue la razón por la cual no se encontraron. "Vea cual es el poder de estos colaboradores, que en definitiva son peores que los gorilas del 55. Además de impedir que reciba a gente que trae soluciones o que son de mi confianza y amistad, me entretienen con individuos que sólamente sirven para las intrigas y mentiras. Mi estado de salud me obliga, no pocas veces, a quedarme en cama, ya que no ignoro que mis fuerzas flaquean. No ha de ser mucho el tiempo que pueda resistir, ya que me han impuesto controles sobre los médicos, imponiéndome en reemplazo de los aquellos en los que tengo confianza, otros que vienen a hacerse el cartel a costa de mi vida. En un principio me alejaron al gringo Villani y a Carena, que al igual que Rodriguez Vigil, se esforzaron para cuidarme. Me impiden consultar a médicos de la capacidad e idoneidad de los profesores Cossio y Taiana, que son eminencias, para imponerme a ese "doctorcito" Vázquez, que bien puede servir con ayudante de enfermero, pero no para asumir las responsabilidades de un consultor. Y, para más, el caradura de López Rega que aprovechándose de mi estado y de su dominio sobre Isabel, hace que me escondan las medicinas, para luego el venir con su locura de la brujería y los yuyos. Todo con la anuencia cómplice incluso de Isabel, que especula con ser gobierno, sin entender que con ello habrá de crucificarse. Ni las velas, ni los polvitos de la Madre María podrán salvarla.
A mí, me están haciendo más pesados los últimos momentos de vida, ya que ante la impotencia de poder generar soluciones, crece mi amargura al ver derrumbarse todo cuanto construimos para lograr la felicidad del Pueblo.
Por ejemplo. Daisho, que siempre me mostró sincera amistad, realizó esfuerzos para que pudiéramos encontrar apoyo, los que habrian de permitir un rápido resurgimiento de Argentina. Pero aquí, están estos mercaderes, que lejos de pensar en alcanzar metas que dejen bases para el progreso y el bienestar, ponen trabas buscando satisfacer sus mezquinas apetencias. Son unos miserables que mostrándose como peronistas, creen que por el solo hecho de cantar la marcha o mostrar una fotografía, pueden confundir a todos, para valerse de la buena fe para consumar la más ruin de las traiciones."
A Morello le dio órdenes precisas para que mantuviera en estricto secreto todo cuanto pudo escuchar durante nuestra conversación. También le exigió que a mi regreso, me llevara a su presencia de inmediato, para informarle sobre mis gestiones y para asumir el cargo. También le dio instrucciones de ubicar a Gilaberte, que ocuparía un lugar a su lado, desplazando a quién le habían impuesto como mayordomo de la Residencia Presidencial.
En ese momento, dijo: "Me ha dado pruebas suficientes de su lealtad. Por ella, en su momento, tuve que separarme de ustedes. Pero ha llegado la hora de que nos rencontremos, y, juntos, compartiremos las muchas tareas que aparecerán en lo que supongo será el último tramo de mi vida."
Viajé a Tokyo. El pasaje lo cubrieron dos conocidos, Ciani y Paparazzo, y la estadía en el Japón fue por invitación de los empresarios. Pese a mi propósito de apurar las conversaciones y visitas, el tiempo calculado por Perón fue el que demandó mi tarea. Los treinta y cuatro días de aquella misión que realicé como enviado especial y personal de Juan Domingo Perón, impidieron que finalmente pudiera acompañarlo en sus últimos días. Llegué a Buenos Aires el 16 de junio de 1974. Me presenté a Morello, con intención de ver inmediatamente al Presidente. Me planteó dificultades para poder entrevistarlo, argumentando que se ajustaba a las instrucciones precisas del brujo. "Primero debe entregarme el informe para que lo lea el Ministro López Rega. El informará al Presidente de su gestión, y finalmente se decidirá si lo ve o no."
No cabía duda que había informado a López Rega de lo que conversé con Perón. No creo que fuera necesario, ya que en el despacho deben haber tenido colocados micrófonos, para estar al tanto de las conversaciones que el General mantenía con quienes podían llegar a él. Fue un prisionero. Los demás, quienes le rodeaban, fueron partícipes de lo que llamo un magnicidio, porqué, en definitiva, todos contribuyeron de alguna forma, para que muriera. No les interesó Perón. Si le permitieron regresar, fue en conocimiento que su vida estaba muy condicionada, y que los días que le restaban, eran contados. Ellos contribuyeron, finalmente, para que así lo fuera.
Nunca más pude ver al General. Tan miserables fueron todos estos individuos, que llegaron a impedir mi ingreso al Congreso de la Nación, donde fueron velados sus restos.
A partir de ese instante, fui objeto de intensa persecución; hasta el día en que se produce el alejamiento de López Rega, mi vida estuvo pendiente de un hilo. Primero, a modo de advertencia, me pusieron "ganchos" para presionarme. Luego, me agredieron y robaron el automovil. Finalmente, dos compañeros que se desempeñaban en la órbita de López Rega, y en su momento formaron parte de la Resistencia Peronista, Franco y Rios, al verme caminando por la calle Florida, me alertaron sobre la existencia de la orden de matarme. Me contaron que en dependencias de la Policía Ferroviaria, en la Estación Retiro, donde se reunían para recibir órdenes los matones de la Triple A, exhibían con la de otros condenados, mi fotografía datos sobre mis movimientos, y costumbres. Ante la inminencia del atentado, busqué refugio. Encontré excusas y negativas en los que creí amigos. Una amiga personal de mi esposa, la señora María Inés Irigoyen, nos brindó su domicilio para ocultarnos. Estuvimos en él casi una semana, para suponiendo disminuyó el peligro, regresar a nuestro departamento. Esta sincera amiga, tiempo después, "murió" al sufrir un desmayo en el baño de su departamento, lugar en el que estuve escondido. Su muerte fue caratulada "fractura de cráneo como resultado de una caída. Alejado López Rega, volvieron a darme la posibilidad de trabajo. Durante un tiempo, continué con mis tareas periodísticas gracias a la solidaridad de Humberto Volando, Martínez Prieto, Antonio Di Rocco, Ernesto Rossi,y otros hombres de la Federación Agraria y Federación Argentina de Cooperativas Agrarias. También ocupé funciones dentro del gobierno. Mi amigo, el coronel Guillermo Barrena Guzmán, me llevó como asesor de gabinete a la Secretaría de Energía, que al renunciar Setti, el nuevo titular me transfirió por unas horas a Y.P.F., para luego pasar a ocupar tareas en relaciones públicas en Gas del Estado.
Por influencia y pedido de Manuel Murguía, fui nombrado asesor en la intervención del canal 7 de Televisión, lugar en el que me encontró el derrocamiento del gobierno isabelino.
El haber estado cerca de Perón, el haber sido un hombre de su confianza, el haber integrado la gloriosa Resistencia Peronista, y haber sido funcionario del gobierno provincial presidido por el doctor Bidegain, los militares del Proceso me incluyeron en la nómina de subversivos, galardón que con orgullo no oculto.
A lo largo de estos años, he sufrido muchas dificultades. No me fue fácil superarlas. No ignoro que ese ha sido el precio que hay que pagar cuando se es fiel a las convicciones y se lucha por la causa nacional y popular. He conocido y conozco las consecuencias que debo afrontar cuando estoy en la mira de los enemigos. No he sido, ni me considero víctima. Cuando uno resuelve sumarse a la lucha por una causa, sabe que deberá afrontar situaciones, que ignoradas o disimuladas por algunos, amparadas por disposiciones o leyes no siempre ajustadas al derecho, son utilizadas para ejercer presiones con el propósito de quebrar voluntades. Hay infinidad de medios para condicionar a la persona. Hay formas y métodos. La extorsión y el chantaje al que todos estamos expuestos, es uno de los tantos. Los enemigos, siempre cuentan con elementos para imponer sus propósitos sobre aquellos que deben ser silenciados.
Mientras ejercí funciones de responsabilidad dentro del gobierno - como titular de la Secretaría de Informaciones y Personal de la Gobernación de la Provincia de Buenos Aires - toda clase de "carnadas" me fueron enviadas. Propuestas de negociados, facilidades para obtener dinero a cambio de la firma de un decreto, ocultar, destruir, o tergiversar información, invitaciones a fiestas y orgías, la aparición de hermosas mujeres con invitaciones a sus departamentos, como señuelos que luego amenazaban con escándalos.
Alejado del gobierno, las presiones disminuyeron, pero la "carnada" siempre estaba al acecho para ejercer controles y aumentar condicionamientos. Mujeres aparentemente ingenuas y fáciles, a las que el hombre acepta en sus ideas de seductor, fueron apareciendo. Todas escondiendo sus reales propósitos, y amenazando luego con provocar escándalos. Esto, que en su momento tomé a la ligera cuando me fuera advertido por el General Perón durante nuestro exilio, pude comprobar posteriormente. Desagradables consecuencias de las que uno no se puede desentender, ya que se trata de las trampas, respaldando la extorsión en argumentos para hacer aparecer como culpables, a los que son inocentes. Armas utilizadas por esa oculta delincuencia que la Ley ampara. Así, van acorralando a los que no aceptan imposiciones de los que, en su ambición, sirven a bastardos intereses y que condenan a los hombres que luchan por un ideal.
"El haber abrazado una lucha como la nuestra, solía decir Perón, le acarreará dificultades y presentará problemas por el resto de su vida. La política, como la entiende y practica la mayoría, es sucia. No le perdonarán el haber estado conmigo, menos, el haber sido leal. Sobre usted pesa una condena que la pagará, aunque algún día se concrete nuestro triunfo. Distinto sería, si renunciado a los principios, se hubiera prestado a servir a quienes nos acosan y combaten. Lo ensuciarán. Lo acorralarán. Le pegarán donde más duela, para finalmente tratar de someterlo. No descansarán hasta que claudique. Y no tenga duda, que llegarán, para lograr sus objetivos, considerar eliminarlo en caso de representar un peligro mayor."
Resulta difícil ofrecer pruebas para mostrar cómo maniobran los extorsionadores de la política y del ideal. Hay hilos que pueden llevar al origen, pero se cortan siempre para impedir documentar esas acciones. De ahí, que no pocas veces uno se vea forzado a aceptar las imposiciones, para ir superando los escollos que se presentan, creyendo con eso lograr cierta seguridad.
Digo esto, con el propósito de aclarar situaciones personales, porque no dudo que debido a lo aquí expuesto surgirán acusaciones, críticas y dudas sobre mi conducta. En este último tramo de la vida, mi actividad estuvo alejada de toda actividad política, y dedicada a la gestión de negocios y al asesoramiento de empresas. En alguna alcancé éxito. En otras el más rotundo de los fracasos. Uno de ellas realizada en el exterior, cuando el gobierno se encontraba en manos de los militares, fue exitosa, y mi asesoramiento recompensado con importantes honorarios. Gran parte de los mismos los invertí en fracasados proyectos, como también en el cumplimiento de compromisos que a lo largo de más de veinticinco años de lucha hube de contraer.
Aquella gestión, que tomó estado público debido a un reclamo que hiciera Spiro Agnew, ex vicepresidente de los Estados Unidos, que decía haber sido perjudicado por la empresa norteamericana en la que presté servicios, motivó un juicio en Nueva York en el que reclamaba un reconocimiento de comisiones de las que afirmaba ser acreedor. En las presentaciones judiciales, aducía que era él quién había hecho gestiones para que se concretara la presencia de la empresa en la Argentina, y que yo, simplemente, había sido un intermediario ante las autoridades que aprobaron el proyecto, señalando que mis honorarios los había compartido con ellos. Aprovechando ese reclamo, apareció en el país un individuo, de ésos que lanzan acusaciones al aire para justificar su incapacidad, las que dieron base para que me viera involucrado indirectamente con otros malintencionados ataques, lo que ha motivado presiones por parte de quienes pretendían mi total sometimiento.
Cansado de los acosos, y con la certeza que en caso de acceder a las exigencias me obligaría a renunciar a principios que siempre he defendido, me siento en el banquillo de acusados, sabiendo que soy inocente. Que sea la gente la que juzgue mis actos. Hay una Justicia de la que nadie escapa. Es la de Dios, y èsta no está sometida al capricho de los hombres.
He querido dejar testimonio de aquello en lo cual he actuado, mostrando mis propias falencias, para que parte de lo relatado pueda servir para escribir la verdadera historia de esta época. Mal referida, pueda servir para adjudicar méritos a quienes no los merecen, o pintar aureolas a personajes oscuros que pretenden colocarse en los altares.
Tal vez la pasión me ganó en algún momento, pero mi deseo es alentar a mis compañeros y amigos identificados con esta lucha, para que, llevada hasta sus últimas consecuencias, pueda dar base para que nuevos compañeros, reencontrándose con el viejo espíritu que millones alentamos, puedan ser los que concreten en los hechos la presencia de una Nueva Argentina, que sea socialmente justa, económicamente libre y políticamente soberana.
Dijo el General Perón:
"Si todavía hay tontos que creen que debemos volver al medioevo, debemos confesar que están completamente equivocados. Porque el mundo moderno ya no permite semejante retroceso; de la misma manera los que piensan que volvemos a un demo-liberalismo capitalista y burgués, que ha sido superado por los tiempos"
26 de Noviembre de 1972
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