Armas de la 2da Guerra Mundial - ALIPSO.COM: Monografías, resúmenes, biografias y tesis gratis.
Aprende sobre marketing online, desarrollo de sitios web gratis en Youtube
Suscribite para recibir notificaciones de nuevos videos:
Martes 19 de Noviembre de 2024 |
 

Armas de la 2da Guerra Mundial

Imprimir Recomendar a un amigo Recordarme el recurso

Agregado: 12 de ABRIL de 2000 (Por ) | Palabras: 21315 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
Categoría: Apuntes y Monografías > Historia >
Material educativo de Alipso relacionado con Armas 2da Guerra Mundial
  • Trabajo Practico segunda guerra mundial: les dejo un buen tp de la 2º guerra mundial, esta re completo..espero q les sirva
  • La guerra fria: Etapas de la guerra fria.
  • Biografia y vida de Patricia Guerra: Breve Biografia de Patricia Guerra

  • Enlaces externos relacionados con Armas 2da Guerra Mundial

    Trabajo

    de

    investigación.

    Tema: Armas de la Segunda Guerra Mundial.

    Alumnos: Capeluto, Lucas.

    Colombo, Santiago.

    Iglesias, Juan José.

    Aulicino, Javier.

    Introducción:

    Durante la Primera Guerra Mundial, la aviación había demostrado claramente la utilidad que podía prestar en el campo de batalla. La demanda de aeroplanos durante la contienda permitió, a su vez, acelerar el desarrollo de su producción en serie y diversos grupos industriales se convencieron de la rentabilidad que obtendrían invirtiendo en ella sus capitales.

    El rearme (alemán primero y europeo y norteamericano después), garantizaba a las grandes compañías la fácil colocación de una producción cada vez mayor, cuyos principales compradores eran entonces el ejército y la fuerza aérea de su propio país.

    Desde los comienzos de la guerra hasta la victoria final, los Estados Unidos se convirtieron en el "arsenal de las democracias". La industria civil norteamericana, llamada a cooperar por el presidente Roosevelt, se transformó en industria de guerra, y puso al servicio de la nación su extraordinaria capacidad de producción. Así, superando los cálculos más optimistas, se llegaron a fabricar con extraordinaria rapidez millares de barcos, aviones y tanques.

    Colocado bajo la tutela de los intereses militares, el desarrollo de los aeroplanos atendió fundamentalmente a su potencialidad bélica más que a la posibilidad de dar beneficios en el comercio. Esta situación marcaba una preocupación constante por la velocidad y la maniobrabilidad de los aparatos, sin reparar demasiado en los costos. Sin embargo, la industria siguió avanzando a paso muy cuidadoso.

    De este modo, la velocidad con que se reproducían las comunicaciones, ya aceleradas con la introducción del telégrafo en los albores del siglo, se multiplica con la aviación, la telefonía y la radiotelefonía en este nuevo período.

    El transporte automotor, que había sido exitosamente probado durante la guerra, inclusive como arma en el campo de combate (los tanques ingleses desde 1916) , se asentaba en 1920 sobre una estructura industrial dominada por pocas y gigantescas empresas.

    Un vehículo creado con fines militares en 1938 habrá de popularizarse durante la guerra y será producido por millones: el jeep.

    Una innovación se introduce hacía fines del período en los motores de los barcos: se trata del motor Diesel eléctrico, y el primer buque que lo utiliza es el Wupperthal en 1936. Después de la guerra, en 1949, existían en todo el mundo 146 millones de aparatos receptores y las estaciones transmisoras superaban la cifra de 10.000.

    De este total, en los Estados Unidos había unos 75 millones de receptores y casi 4.000 emisoras.

    En el segundo año de la guerra, la pantalla de radar inglesa comenzó a funcionar precisamente a tiempo cuando arreciaba la ofensiva aérea alemana.

    Poco después se inventó el magnetrón de cavidad, fuente de radiación muy intensa con longitud de onda del orden del centímetro, que permite una mayor precisión en la localización.

    Hacia el fin de la guerra, el radar fue usado para guiar las bombas y los proyectiles.

    Inicialmente se trataba de dispositivos empleados para apuntar, gobernar, guiar y disparar proyectiles, desde el sistema de cañones antiaéreos controlados por radar a los millones de granadas electrónicas de aproximación que tales aparatos disparan.

    El rearme se canalizó buena parte de los capitales y la producción industrial, y en las industrias de armamento, tanto directo como indirecto, fueron empleados numerosos trabajadores.

    De hecho, uno de los más grandes desarrollados tecnológicos del período, tanto en capital invertido como en la importancia de sus consecuencias para la historia de la humanidad, es la construcción de la bomba atómica en el corto período que va desde el descubrimiento de la fisión del uranio hasta el momento que Hiroshima y Nagasaky fueron arrasadas.

    Prácticamente todas las ramas de la producción se han visto comprometidas con el desarrollo de los armamentos; la industria automotor contribuyó con vehículos que luego se han popularizado en sus usos pacíficos y que inclusive desempeñan actualmente un importante papel en el transporte y la construcción, el jeep y el bulldozer. Durante la preparación de la guerra, y mientras se desarrollaban las hostilidades, se construyeron los DUKV, los radiotransmisores portátiles, el radar, los proyectiles cohetes y los cohetes dirigidos.

    La industria química vendió grandes cantidades de explosivos y nuevos como el napalm (bomba incendiaria).

    Entre las armas que obtuvo durante la guerra se cuentan las baterías de cohetes dirigidos, usadas en la batalla de Stalingrado, cañones y proyectiles espaciales, carros de combate, e inclusive fue el primer ejército en utilizar paracaidistas como auxiliares para el ataque.

    La investigación operativa se restringió inicialmente a las aplicaciones de la ciencia física, puesto que fue aplicada al estudio del radar y las miras de bombas.

    La rendición se debió en gran parte al pánico producido por la bomba atómica, ensayada sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Durante la segunda guerra se utilizaron por primera vez las armas nucleares.

    LUCHA EN TIERRA:

    En la Segunda Guerra Mundial, los ejércitos conservaron la misma estructura organizativa básica empleada durante la Primera Guerra Mundial.

    La estructura del ejercito británico puede servir de ejemplo, ya que en los otros ejércitos la organización era similar.

    La unidad mas pequeña era la sección, compuesta de ocho hombres; cuatro secciones formaban un pelotón, al mando de un oficial subalterno. La siguiente unidad estructural era la compañía, de 120 hombres, seguida por el batallón, compuesta por unos 700 u 800 efectivos. El batallón era una formación permanente que conservaba la identidad tradicional, ya fuera regional o étnica, del regimiento originario, por ejemplo, escocesa, inglesa. Los batallones se agrupaban en brigadas de 3000 a 4000 hombres y las brigadas en divisiones de 12000 a 14000 efectivos. Las divisiones tenían asignadas denominaciones genéricas, por ejemplo, "división acorazada" o "de infantería".

    Por ultimo, las divisiones se agrupaban para formar cuerpos de 30000 a 60000 hombres y los cuerpos constituían ejércitos de 60000 a 100000 efectivos.

    La organización de los ejércitos asiáticos era muy similar a la de sus pares europeos. De hecho se habían reorganizado a fines del siglo XIX o principios del XX a imagen y semejanza de las fuerzas armadas de Europa y con la ayuda de asesores europeos.

    Aunque a menudo divididas para luchar en diferentes escenarios, las fuerzas armadas participantes en la Segunda Guerra Mundial eran cúmulos enormes de hombres y equipo. Poco antes de la defensa del saliente de Kursk, a mediados de 1943, el ejercito soviético contaba con 6.442.000 oficiales y soldados, 103.085 cañones y morteros, 9.918 caros de combate y cañones autopropulsados y 8.357 aviones. El control de unas fuerzas de tan grande magnitud requería numerosas formaciones de escala elevada.

    En mayo de 1940, las fuerzas alemanas se componían de unas 153 divisiones, entre ellas 10 divisiones acorazadas y 9 motorizadas. El primero de julio de 1944, con las fuerzas extendidas al máximo en los frentes occidental, oriental e italiano, el ejercito alemán estaba constituido por 139 divisiones de infantería, 11 de aviación, 29 de infantería estática, 11 divisiones Jager, 7 de montaña, 10 acorazadas de granaderos y 24 divisiones Panzer, todas ellas complementadas con las 16 divisiones de combate de la SS.

    Las formaciones de los ejércitos requería enormes cantidades de equipo. El transporte motorizado era lo que mas se requería, y era el mas insuficiente. La demanda de medios de transporte era tan elevada que incluso el ejercito alemán, el mas estrechamente vinculado al desarrollo de las acciones bélicas motorizadas, continuo utilizando el caballo hasta el final de las hostilidades.

    CARACTERISTICA DE LA LUCHA EN TIERRA

    La Segunda Guerra Mundial se considera una guerra móvil y no un combate de posiciones estáticas, una guerra de tanques, aviones y columnas mecanizadas y no una lucha de trincheras, alambre de espino y ametralladoras. La tecnología transformo el carácter de la guerra entre 1939 y 1945, sobre todo por la posibilidad que ofreció a los generales de trasladar rápidamente hombres y cañones a través de largas distancias.

    En la mayor parte d los frentes, los movimientos rápidos eran la excepción mas que la regla, y durante toda la guerra se invirtió mucho tiempo en acciones estáticas o casi estáticas, con los dos bandos manteniendo firmemente sus posiciones, uno frente al otro.

    En términos estratégicos, la disponibilidad de vastas fuerzas mecanizadas y el generalizado deseo de evitar el trágico estancamiento de la Primera Guerra Mundial, determinaron una amplia preferencia por todas las variantes del enfoque indirecto (maniobras de rodeo destinadas a evitar los choques frontales con las posiciones mejor defendidas por el enemigo), así como por los ataques rápidos a cargo de las unidades acorazadas, seguidas de un inmediato aprovechamiento del caos resultante (el principio básico de la Blitzkrieg o "guerra relámpago" alemana.

    LA GUERRA EN EUROPA: la Blitzkrieg

    La Blitzkrieg o "guerra relámpago" era una estrategia que utilizaba la nueva tecnología militar mecanizada. Desarrollada en Alemania en el periodo de entreguerras, domino los primeros años la Segunda Guerra Mundial en Europa. Las victorias alemanas de 1939 a 1941, que destacan por su rapidez y totalidad, no se debieron a una aplastante superioridad numérica ni a una superioridad cualitativa del equipo. Las avanzadillas alemanas estaban a menudo dispersas y se exponían a los contraataques. Por otro lado, la mayor parte del equipo de las divisiones Panzer alemanas consistían en carros de combate ligeros que no podían compararse en blindaje ni armamento con sus equivalentes franceses o británicos, y la experiencia posterior demostraría que los temidos bombarderos en picado JU87 Stuka eran maquinas mediocres, incapaces de hacer frente a un ataque aéreo bien organizado.

    La Blitzkrieg no dependía tanto de los hombres y las maquinas como de la forma en que eran utilizados.

    En la campaña de Noruega, en abril de 1940, los alemanes consiguieron una posición aventajada al arriesgarse a enviar las flotas invasoras directamente a los puertos noruegos y capturar todos los puntos clave que pudieron, sin prestar atención a la escasez de afectivos, además de estacionar unidades de la aviación en las bases avanzadas en cuanto caían en su poder. En Francia y los Países Bajos, un mes, mas tarde, los alemanes atacaron de forma imprevista a través de los bosques de las Ardenas, supuestamente impenetrables, rodeando las elaboradas defensas francesas de la línea Maginot y aislando en el norte, en Flandes y Bélgica, a las fuerzas francesas y británicas. Después de abrir la primera brecha, los alemanes no se detuvieron pare consolidar sus posiciones, sino que siguieron avanzando hacia la costa con sus fuerzas mecanizadas. Aunque sus flancos estaban desprotegidos, el aprovisionamiento escaseaba, el equipo sufría desperfectos y las tropas de apoyo estaban a menudo muy lejos del frente, las divisiones Panzer provocaron caos entre las fuerzas enemigas.

    El instrumento táctico fundamental detrás de estos asaltos relámpago era la estrecha colaboración no solo entre las distintas formaciones del ejercito alemán, sino entre el ejercito de tierra y la aviación. Las divisiones Panzer no se componían exclusivamente de carros de combate; eran mas bien combinaciones de tanques, infantería motorizada, artillería y otros elementos de apoyo, que constituían fuerzas de ataque semiautónomas, capaces de hacer frente a cualquier situación que se les presentara.

    Como las divisiones Panzer contaban con divisiones de infantería propias, nunca se veían obligadas a lanzar ataques de carros de combate contra posiciones bien defendidas sin apoyo. Sin embargo, no tenían que ocuparse de las bolsas de resistencia ni de las formaciones aisladas del enemigo que su avance dejaba atrás, que eran mas bien responsabilidad de las divisiones de infantería, que avanzaban con mayor lentitud detrás de las unidades acorazadas. Por ultimo, la Blitzkrieg no dependía solamente de la superioridad aérea, sino de la intervención directa de la aviación en los combates de tierra. La aviación alemana solía asegurarse la supremacía en el aire lanzando ataques preliminares para destruir las defensas antiaéreas terrestres del enemigo.

    Además, los alemanes intentaban desbaratar las comunicaciones y la estructura de mando del enemigo mediante incursiones aéreas contra puentes, líneas férreas, carreteras y centros poblados alejados del avance de las divisiones acorazadas, mientras que las propias divisiones Panzer podían contar con el apoyo directo de la aviación para eliminar cualquier obstáculo que bloqueara sus progresos. Mas importante aún, la Blitzkrieg era tan arrasadora para la moral del enemigo como para los elementos materiales de su capacidad combativa y en algunas ocasiones, como en Francia en 1940, la rendición se producía mas como resultado de la perdida de voluntad para la lucha que de la destrucción de los medios para combatir.

    LA GUERRA DE DESGASTE: el ejemplo de Stalingrado

    La campaña de Stalingrado fue el punto de inflexión de la guerra en el frente oriental.

    Comenzó cuando los alemanes se internaron en el sur de Rusia, hasta llegar hasta el Volga en el este y hasta las estribaciones del Cáucaso en el sur, y termino con el repliegue de las tropas germanas por detrás del punto de partida, dejando todo un ejercito aislado y condenado a la rendición, al este de Stalingrado en ruinas. En si misma, la campaña puede dividirse en tres feces diferenciadas: la ofensiva alemana inicial, la batalla por la ciudad de Stalingrado y la contraofensiva soviética con el asedio al octavo ejercito alemán, que había quedado atrapado.

    Los alemanes en el transcurso de la campaña perdieron efectivos a raíz de la dispersión en pos de objetivos distantes y como resultado de una obsesión estratégica por la captura de Stalingrado. Finalmente, todo un ejercito de 22 divisiones se vio arrastrado hacia la ciudad en ruinas, confiando la protección de sus extendidos y vulnerables flancos a formaciones húngaras, rumanas e italianas de segunda fila. Mientras los alemanes ganaban terreno, los soviéticos tuvieron tiempo de construir masivas defensas al norte y al sur de la ciudad. El 19 de noviembre de 1942, los rusos atacaron y en dos días aislaron Stalingrado. Los alemanes no lograron escapar de la trampa ni pudieron enviar refuerzos a través de las filas soviéticas. Cuando los intentos de aprovisionamiento desde el aire realizados por la Luftwaffe también fracasaron, entre el 30 de enero y el 2 de febrero de 1943, el sexto ejercito cayo aplastado y se vio obligado a rendirse. De una fuerza cifrada originalmente en 250.000 hombres, solo quedaron 80.000 para marchar hacia el cautiverio.

    Los combates alrededor de Stalingrado siguieron una pauta común a casi toda la guerra de Rusia. Cada bando contraatacaba cuando el otro avanzaba excesivamente. Los soviéticos recurrían a masivos ataques de la infantería para arrastrar las posiciones enemigas por la mera fuerza numérica y las columnas acorazadas se habrían paso una y otra vez, causando confusión y precipitadas retiradas.

    La lucha en el interior de la ciudad tuvo un carácter diferente. Stalingrado era un centro moderno, sumamente industrializado, que se extendía sobre 18 km. a lo largo de la ribera occidental del Volga. Cuando los dos ejércitos alemanes, el sexto y el cuarto, se abrieron paso hasta la ciudad desde el oeste y los rusos reforzaron las unidades de defensa hasta concentrar cinco ejércitos en la zona, la batalla degenero en confusas luchas callejeras.

    A medida que la estación avanzaba, la nieve, el viento y el frío se añadieron a los padecimientos de los soldados. Después de quedar aislados y a la defensiva, los alemanes vieron como se iban agotando las reservas de alimentos, municiones y combustible. Los soviéticos enviaron refuerzos a través del Volga con instrucciones de no volver atrás, mientras que los alemanes perdieron las oportunidades que pudieron tener de escapar de la trampa por esperar ordenes concretas de Hitler. A finales de enero de 1943, las posiciones alemanas no median mas de 16 km. de diámetro y la ultima base aérea había sido capturada. Poco después, con este reducido enclave convertido en dos bolsas de resistencia, los alemanes se rindieron.

    LA LUCHA EN EL DESIERTO:

    El terreno árido y hostil del desierto no ofrecía posibilidades de aprovisionamiento ni oponía obstáculos naturales al avance de las tropas. El aprovisionamiento era el factor critico y la fuerza de los ejércitos rivales dependía generalmente de la distancia que los separaba de sus bases principales (Trípoli para las fuerzas del Eje y Alejandría para los aliados). Con los avances rápidos, la capacidad de aprovisionamiento solía quedar superada, dejando al atacante expuesto a un contragolpe del enemigo, que se había replegado a posiciones mas cercanas a su propia fuente de suministros. Como resultado, la campaña se desplazaba en una y otra dirección sobre toda la extensión del desierto norteafricano.

    Las características del terreno fueron decisivas para la lucha. En ausencia de obstáculos naturales o de posiciones fácilmente defendibles, ambos bandos recurrieron al alambre de espino y a los campos minados para formar perímetros defensivos que les permitieran agrupar su infantería y artillería. Alrededor de estos perímetros, las fuerzas acorazadas de ambos ejércitos disfrutaban de gran libertad de movimiento y siempre había posibilidades de realizar maniobras de rodeo o ataques sorpresa contra zonas del frente poco defendidas. Hasta mediados de 1942, cuando los carros de combate de construcción americana Grant y Sherman comenzaron a llegar, las fuerzas acorazadas británicas habían sido por lo general lentas y escasamente armadas. En Rommel encontraron a un comandante enemigo con una capacidad instintiva para la lucha entre carros de combate. Además, los alemanes poseían el mas poderoso de los cañones antitanque, el arma de doble uso de 88 mm. De calibre, y no dudaban en desplegar estos cañones al frente mismo de las posiciones. Desde allí conseguían destruir los carros de combate británicos antes de que estos se pudieran acercar lo suficiente para hacer algún daño.

    También la campaña se caracterizo por la intervención de fuerzas poliglotas. Si bien el Afrika Korps alemán acaparo la mayor parte de la atención en las filas del Eje, en realidad contaba con el apoyo de grandes contingentes italianos. Esta fuerza era inferior en cuanto a equipamiento y había sufrido graves perdidas durante las primeras fases de la campaña, pero a las ordenes de Rommel no podía ser completamente ignorada por sus adversarios. Del lado aliado, casi toda la Commonwealth y el Imperio británico estaban representados: el octavo ejercito se componía de unidades australianas, neozelandesas, surafricanas e indias, además de las británicas. En sus filas militaba asimismo un destacamento de la Francia Libre y en 1942 recibía ya materiales de Estados unidos, sobre todo los carros de combate medianos Grant y Sherman, que le permitían enfrentarse en igualdad de condiciones a los MkIII y MkIV de Rommel. Durante las ultimas fases de la campaña, tras la derrota de Rommel en El Alamein y los desembarcos aliados en la zona francesa del norte de Africa, comenzó la participación de las tropas norteamericanas, que adquirieron experiencia en el combate en los enfrentamientos con unos adversarios inferiores en número pero mucho mas fogueados en la lucha.

    Rommel ha sido criticado por intentar una campaña ambiciosa para las fuerzas que tenía a su disposición; pero independientemente de las consideraciones estratégicas, es válido reconocer que sus unidades alcanzaron uno de los niveles mas elevados de rendimiento entre todas las formaciones alemanas participantes en la guerra. Sus victorias fueron triunfos basados en el espíritu y entrenamiento de sus hombres. En la derrota, el Afrika Korps mantuvo la moral y la capacidad combativa hasta el fin, consiguiendo retrasar el triunfo aliado en varios meses. Para las fuerzas británicas e imperiales, la campaña fue importante porque les ofreció la oportunidad de recuperar la moral y desarrollar su habilidad combativa, como preparación para la reconquista del continente europeo. Después de los desastres de 1940 y 1941, el norte de Africa era el único escenario donde las fuerzas de tierra de los aliados occidentales se enfrentaban en el campo de batalla con el ejercito alemán.

    Si bien sufrieron reveses a manos de sus adversarios, finalizaron la campaña con conocimientos mas profundos sobre las exigencias de la guerra moderna mecanizada que los que habían podido recabar en Noruega, Francia o Grecia. Además, la heroica defensa de Tubruq, la firme actuación de hombres y maquinas en las zigzagueantes campañas de 1941-1942 y el triunfo decisivo en El Alamein proporcionaron a las unidades del octavo ejercito la confianza en su capacidad era derrotar al enemigo que les había faltado al los aliados al final de las primeras campañas en el norte de Europa. En general, difícilmente pudo haber otro escenario de operaciones militares donde los dos bandos adversarios actuaran tan bien y de forma tan continuada durante un periodo de tiempo tan prolongado.

    LA GUERRA EN LA JUNGLA: el caso de Birmania

    En la campaña de Birmania de 1944-1945, las fuerzas aliadas alcanzaron el éxito aprovechando ventajas y utilizando tácticas similares a las empleadas por los japoneses durante los dos años anteriores. También contribuyo a su victoria un ataque preliminar japonés, cuyo éxito inicial determinó la excesiva dispersión del decimoquinto ejercito del general Mutaguchi, dejándolo expuesto a un devastador contragolpe. Al principio, los ataques aliados encontraron una firme resistencia; pero cuando la barrera defensiva japonesa finalmente se derrumbo, el avance aliado se volvió imparable. Tras la caída de Mandalay (20 de marzo de 1945) y de Rangun (3 de mayo), los japoneses se retiraron hacia la frontera tailandesa , mientras los efectivos del ejercito birmano desertaban para unirse a las filas aliadas.

    El éxito de la conquista de Birmania en 1942 había estado basada en la superioridad aérea de los japoneses y en sus mejores técnicas para la lucha en la jungla. En 1944, la superioridad aérea estaba del lado de los aliados.

    En el sector británico del frente, a lo largo de la frontera india, estas incursiones estaban a cargo de los Chindit del general Orde Wingate. En el sector chinoamericano, mas alejado de la costa, los ataques eran obra de una formación norteamericana conocida con el nombre de "los Merodeadores de Merril". Estas unidades semiguerrilleras contaban con el apoyo de ofensivas mas convencionales.

    En el norte, las fuerzas chinoamericanas del general Joseph Stilwell consiguieron restablecer las comunicaciones terrestres con China por la ruta de Birmania, mientras el decimocuarto ejercito británico del general Slim avanzaba sobre Akyab a través de las montañas costeras y a lo largo del río Chindwin en Birmania central.

    La segunda de estas ofensivas fue desbaratada por un contraataque japonés, lanzado a través de las montañas hacia India. Los japoneses invadieron la llanura de Manipur y lograron rodear las ciudades de Imphal y Kohima, de importancia estratégica. Tanto en la costa como en la campaña de Imphal, Slim no permitió que sus tropas se retiraran aun cuando estuvieron a punto de quedar rodeadas. Ordeno en cambio a las guarniciones que se mantuvieran firmes y que confiaran en la superioridad aérea para obtener aprovisionamiento y apoyo. A continuación envió a sus propios refuerzos a la jungla, para realizar una maniobra envolvente en torno a los sitiadores japoneses. La batalla decisiva se produjo en Imphal, donde el asedio duro 88 días ( del 29 de marzo al 22 de junio de 1944). Cuando finalmente se levanto el sitio, el decimoquinto ejército japonés estaba al borde de la destrucción y su capacidad para resistir una nueva ofensiva en 1945 estaba gravemente reducida.

    Para ambos bandos, Birmania era un escenario de guerra remoto, rodeado de montañas y cubierto de una selva impenetrable. La clave del éxito para aliados y japoneses era la capacidad de enviar provisiones y refuerzos a unas fuerzas que luchaban a kilómetros de distancia de las rutas de comunicación anteriores a la guerra. Además de conquistar terreno, los japoneses consiguieron completar la línea férrea de Birmania, que iba desde Moulmein en la costa hasta las bases de aprovisionamiento en Tailandia. Para su construcción, sacrificaron mas de 50.000 vidas, la mayor parte trabajadores asiáticos y prisioneros aliados.

    Por su parte, los aliados construyeron una serie de bases aéreas y una nueva carretera en las montañas, que iba desde el noreste de la India hasta Birmania a través de los montes Naga. Esta fue sin duda la campaña mas agotadora de la guerra.

    En el plano táctico, el decimocuarto ejercito de Slim pudo haber ganado la guerra en Birmania por haber adoptado con éxito las técnicas flexibles de la lucha en la jungla; pero desde el punto de vista estratégico, el resultado dependió sin lugar a dudas de la organización de un extenso servicio de aprovisionamiento y apoyo que utilizaba masivamente lo aviones de transporte.

    La actuación de Slim al frente del decimocuarto ejercito fue particularmente distinguida: su manera de llevar la batalla de Imphal - Kohima bastaría para colocarlo entre los mejores comandantes de la Segunda Guerra Mundial.

    LAS ARMAS DE LA LUCHA EN TIERRA:

    La Segunda Guerra Mundial se caracterizo por el espectacular incremento de la capacidad de fuego y de la movilidad de las formaciones militares. El elemento más notable de este proceso fue el carro de combate, pero también desempeñaron un papel de cierta importancia todas las piezas de artillería y las armas de la infantería.

    El carro de combate - un vehículo blindado provisto de oruga, con el cañón o arma principal montado en la torreta - había hecho una vacilante primera aparición en la Primera Guerra Mundial, pero fue durante la Segunda cuando alcanzo la mayoría de edad como el rey del campo de batalla, demostrando ser una valiosa arma táctica en los combates tradicionales de infantería y un potencial ganador de campañas, al ser desplegado para quebrar las líneas del enemigo o rodearlas. Las divisiones Panzer alemanas, que en 1939-1941 fueron las primeras en llevar el carro de combate a un primer plano, estaban ampliamente equipadas con vehículos pequeños de armamento ligero; pero con el transcurso de la guerra, las divisiones acorazadas se fueron fortaleciendo con la llegada de tanques mas grandes y mejor blindados como el Sherman norteamericano, el T-34 soviético y el Panther alemán.

    Sin embargo, el carro de combate nunca llegó a dominar por completo el campo de batalla. En terrenos muy accidentados o contra una resistencia bien organizada, las divisiones acorazadas podían sufrir graves pérdidas sin lograr progresos importantes.

    En la Segunda Guerra Mundial, las armas básicas de la infantería fueron los mismos fusiles utilizados en 1914-1918, entre los cuales el mas conocido es tal vez el Lee-Enfield británico de 1903, capaz de colocar cinco balas en un circulo de 10 cm. desde 180 m. de distancia. Además del fusil, las formaciones de infantería de la Segunda Guerra Mundial podían recurrir a un arsenal mucho más amplio que el de sus predecesores. Las subametralladoras añadieron un inmenso poder destructivo de corto alcance, mientras que las armas manipuladas por dos hombres - desde la tradicional ametralladora Vickers hasta la innovadora MG42 alemana- permitieron abrir fuego sobre el enemigo desde distancias mayores.

    La infantería podía utilizar además morteros y lanzallamas, pero durante todo el conflicto operó a la sombra de la artillería. Los cañones y los obuses constituían la columna vertebral de la capacidad de fuego de todos los ejércitos, que contaban además con el apoyo de armas mayores, desde los cañones autopropulsados de 150 mm. de calibre, montados sobre un chasis blindado con cadenas de oruga, hasta cohetes como el soviético Katyushka. El poder destructivo de las armas desplegadas era muy superior al de cualquiera de las famosas cargas de artillería de la Primera Guerra Mundial.

    CAÑON DORA:

    En 1935 uno de los objetivos militares para el ejército alemán era la línea Maginot, para conseguir resolver el problema de la neutralización de esta posición defensiva del potencial adversario, se decidió buscar un arma similar al cañón Berta que, en la Primera Guerra Mundial, había bombardeado París con óptimos resultados. Las condiciones de fabricación exigidas por el ejército alemán eran: 35- 40 km. de alcance, elevación máxima de 65, poder de penetración 1 m. de coraza de acero, 7 m. de cemento armado, o 30 m. de terreno compacto. La firma que lograra presentar el proyecto de un arma con estos requisitos fue Krupp, con el equipo de técnicos presidido por el ingeniero Erich Muller. El resultado de los estudios fue un gigantesco cañón sobre afuste ferroviario sostenido por 4 vagones- plataforma.

    El conjunto estaba remolcado por dos locomotoras diesel de 1.000 H. P. cada una. La elevación del tubo de la pieza se conseguía eléctricamente, mientras que para orientarla se precisaba construir un amplio de vía curvo sobre la que se situaba el cañón para variar el disparo en dirección. Para abrir fuego eran necesarios 350 hombres, la dispersión del tiro era de 1%, "El Dora" a causa de los acontecimientos bélicos, no fue usado en Francia, pero fue utilizado para neutralizar las posiciones de Sebastopol, haciendo 48 disparos en 5 días; posteriormente seria utilizado en 1944 durante la revuelta de Varsovia, pero de ello no hay verdadera constancia.

    PESO TOTAL .............................................1350 TM

    LONGITUD MAXIMA...............................42,97 M

    ANCHURA..................................................7 M

    ALTURA.....................................................11,6 M

    LONGITUD TUBO.....................................32,48 M

    PESO DEL TUBO.......................................400 M

    TIEMPO DE MONTAJE.............................3 DIAS

    PREPARACION DE POSICION................3- 6 SEMANAS

    CALIBRE....................................................80 CM.

    CADENCIA DE TIRO................................1 DISPARO CADA 19- 45 MINUTOS

    PESO DEL PROYECTIL

    PERFORANTE............................................7.1 TM

    PESO DEL EXPLOSIVO.............................4.8 TM

    LONGITUD DEL PROYECTIL

    ROMPEDOR CON CARGA.........................6.49 M

    LONGITUD DEL PROYECTIL

    PERFORANTE CON CARGA......................8.26 M

    La poca historia que se conserva de ella nos habla que iba apoyada sobre cuatro vagones- plataforma de 10 ejes cada uno, lo que hace un total de 80 ruedas; encima de estos vagones se apoyaba la cureña que, en esta pieza concretamente, consta de dos semicureñas, una por cada ancho de vía, encima esta el cureñin con los soportes del tubo y el tubo, a continuación hay una gran plataforma en la que se encuentra la reja, el atacador (que es un bloque mecánico).

    PANZER:

    El Panzer III entró en acción por primera vez durante la invasión de Polonia. Entonces montaba un cañón de 3,7 cm. Kw. K. L/45, que seria cambiado por uno de 5,0 cm. Kw. K. L/42 en los modelos más modernos. Los Pz. Kpfw. III formaron el grueso principal de las Panzerdivisionen en los primeros años de la guerra, y fue producido hasta en 12 versiones diferentes sin contar los Stug III que tenían el mismo chasis.

    La primera versión del Pz. Kpfw. III fue el Ausf. A (Sd. Kfz: 141), construido por Daimler- Benz en 1936, y armado con un cañón de 3,7 cm. Kw. K. L/45 y tres MG34, dos en la torreta junto al cañón y otra en el chasis. La torreta se construyo lo suficientemente amplia para permitir la instalación de un cañón de mayor calibre en un futuro. El motor que tenia era un Maybach HL 108 TR de 12 cilindros y 250 caballos con el que alcanzaba una velocidad máxima de 35 Km/h, y la suspensión estaba formada por cinco ruedas. Este carro tenía un peso de unas 15 tn, y un blindaje de 14,5 mm. en el frente y los lados. La tripulación estaba formada por cinco hambres. En total se construyeron 10 Pz. Kpfw. III Ausf. A en 1936.

    A las versiones Ausf. B, C y D se les añadieron pequeñas modificaciones, destacando el aumento a ocho ruedas más pequeñas en la suspensión. Se produjeron 15 Ausf. B en 1937, 15 Ausf. C y 55 Ausf. D en 1938.

    Algunos de ellos entraron en combate en la invasión a Polonia.

    El Ausf. E fue el primer modelo de fabricación en serie. Se le puso un motor más potente Maybach HL 120 TR de 12 cilindros y 300 cv. Que sería el estándar del futuro, y aumentó así la velocidad hasta 40 Km/h. Se redujo definitivamente y para todos los siguientes modelos el número de ruedas a seis en la suspensión, que sería el estándar definitivo. También se le aumento el blindaje hasta 30 mm. lo que produjo un aumento de peso que quedo fijado en 19,5 toneladas. De los 98 Pz. Kpfw. III que actuaron en Polonia la mayoría eran Ausf. E. Se produjeron unos 100 Ausf. E en 1939.

    En el Ausf. F se añadieron pequeños cambios en la torreta (que recibió una estructura adicional en la parte de atrás). A partir de este modelo se incorporarían sólo dos MG34, una en la torreta y otra en el chasis. El Ausf. F junto con el Ausf. E en menor cantidad fueron los modelos de Pz. Kpfw. III usados durante la campaña de Francia en 1940. Más tarde, a los últimos modelos del Ausf. F (unos 100) se les montó un cañón de 5,0 cm. Kw. K. L/42 reemplazando así el de 3,7 cm. En total se produjeron 435 Pz. Kpfw. III

    Ausf. F en 1940.

    Al Ausf. G se le cambió la cúpula del comandante y todos fueron construidos exclusivamente con el cañón de 5,0 cm. Kw. K L/42. Unos cuantos Pz. Kpfw. III Ausf. G fueron usados por el D. A. K. Durante la primera ofensiva de Rommel en abril de 1941. Entraron en servicio unos 600 Ausf. G en 1941.

    Al Ausf. H se la añadió una placa de 30 mm. de blindaje adicional en la parte delantera del chasis. Se produjeron 1400 Ausf. H en 1941.

    Al Ausf. J (Sd. Kfz. 141/1), comenzado a construir en la primavera de 1941 se le añadió un montaje redondeado y mejor blindado en la ametralladora del chasis. Las últimas entregas recibieron un cañón largo más potente de 5,0 cm. Kw. K L/60 además se les aumentó el blindaje frontal y trasero hasta 50 mm, lo que provocó un aumento de peso hasta llegar a las 21,6 toneladas. Se produjeron unos 2600

    Ausf. J en 1941-1942 que fueron usados en Rusia a partir de finales de 1941 y el norte de Africa a comienzos de 1942.

    A las versiones Ausf. L y M se les montó exclusivamente el cañón largo de 5,0 cm. Kw. K. L/60. Se les añadió también 20 mm. más de blindaje en la parte frontal del chasis y la torreta. En total fueron construidos 650 Ausf. L y 500 Ausf. M en 1942-1943.

    El Ausf. N (Sd. Kfz. 141/1) fue la última variante y montaba la torreta del Pz. Kpfw. IV y su cañón corto de 7,5 cm. Kw. K. L/24. Tenía como función apoyar a la infantería, otros sin embargo fueron asignados a los batallones de Tiger para protegerles de la infantería enemiga. Fueron construidos 660 tanques de este tipo en 1942-1943.

    La producción del Pz. Kpfw. III cesó en agosto de 1943 empleando sus chasis para la creación de cañones de asalto hasta el final de la guerra.

    PANZERKAMPFWAGEN IV:

    El Panzer IV fue uno de los cuatro modelos de tanques con los que el ejército alemán comenzó la guerra y estuvo en servicio más tiempo. Solo 211 estaban disponibles cuando estallo la guerra el 1 de septiembre de 1939, pero con el tiempo se convirtieron en el elemento principal de las Panzerdivisionen.

    Originalmente montaba un cañón de 7,5 cm. Kw. K. L/24 corto de baja velocidad. Pero en 1942 el cañón se cambió por uno largo de 7,5 cm. Kw. K. L/43, y demostró ser un magnífico carro de combate.

    Muchas modificaciones fueron llevadas a cabo dando lugar a múltiples versiones y utilizándose su chasis para otros fines.

    La primera versión fue el Pz. Kpfw. IV Ausf. A (Sd. Kfz. 161), de los que fueron construidos 35 entre 1936 y 1937. El motor que tenía era un Maybach HL 108 TR de 12 cilindros y 250 caballos, con el que alcanzaba una velocidad de 32 Km/h. Tenía un peso de 17,3 toneladas, un blindaje de 14,5 mm, e iba armado con un cañón de 7,5 Kw. K. L/24 corto de baja velocidad, y dos ametralladoras MG34, una en la torreta y otra en el chasis. Unos pocos entraron en combate durante la invasión de Polonia.

    A las siguientes versiones, Pz. Kpfw. IV Ausf. B y C, se les añadieron pequeñas modificaciones. Se les aumentó el blindaje frontal de la torreta y el chasis hasta 30 mm. lo que provocó un aumento de peso hasta 18,5 toneladas. La MG34 del chasis fue suprimida, y se les instaló una sola MG34 en la torreta.

    También se les dotó de un motor más potente Maybach HL 120 TR de 12 cilindros y 300 caballos, lo que aumentó su velocidad hasta 42 Km/h. La cúpula del comandante se hizo algo más compacta, y se le añadió un visor al conductor que proporcionaba mayor protección. En total se construyeron 42 Ausf. B en 1937-1938 y 140 Ausf. C en 1938-1939. La mayoría de ellos participaron durante las campañas de Polonia en 1939 y Francia en 1940. Más tarde los que quedaron fueron enviados a Rusia durante Operación Barbarossa en junio de 1941.

    Al Pz. Kpfw. IV Ausf. D se la volvió a instalar la MG34 del chasis, y se les aumentó el blindaje a 20 mm. en los lados y en la parte de atrás, alcanzando esta vez las 20 toneladas de peso. El Ausf. D se produjo en número mayor y fue el Pz. Kpfw. IV más usado durante la campaña de Francia en 1940.

    Más tarde, a los que quedaban se les añadió una estructura adicional en la parte trasera de la torreta, y se le atornillaron planchas de blindaje adicional (20 mm.) delante de los visores del conductor y radio operador, y también en los lados, siendo enviados al norte de Africa en marzo de 1941, y a Rusia durante la Operación Barbarossa a partir de junio de 1941. En total se construyeron unos 250 Ausf. D en

    1939-1940.

    El Pz. Kpfw. IV Ausf. E recibió modificaciones en la torreta, a la que se le añadió una estructura adicional en la parte de atrás para dar más protección, que se convertiría en el estándar del futuro. Se le aumentó de nuevo el blindaje frontal del chasis hasta 50 mm, y se le añadieron planchas blindadas de 20 mm. en los lados. El peso aumentó hasta 22 toneladas. En total se construyeron 150 en 1940.

    Los Pz. Kpfw. IV Ausf. F fueron diseñados para llevar un cañón de 7,5 cm. Kw. K.40 L/43 largo. Sin embargo la torreta requería volver a ser diseñada de nuevo para sostener el nuevo cañón. Debido a esto los primeros Ausf. llevaban aún el cañón corto, y fueron denominados Ausf. F1. Para empezar, a la torreta se le aumentó el blindaje hasta 50 mm. frontalmente y hasta 30 mm. a los lados. A las "ventanas" laterales de la torreta se les añadieron dos pequeñas puertas en lugar de una grande como se venía haciendo hasta ahora con los otros modelos. El visor del conductor fue reforzado, y se construyó más grueso y compacto. A la MG34 del chasis se le añadió un montaje redondeado. Casi todos los Pz. Kpfw. IV Ausf. F1 fueron enviados a Rusia durante la Operación Barbarossa.

    Se produjeron unos 500 Ausf. F1 entre 1941 y comienzos de 1942.

    Finalmente el Pz. Kofw. IV Ausf. F2 (Sd. Kfz: 161/1) consiguió montar el cañón de 7,5 cm. Kw. K40 L/43 largo que tan desesperadamente necesitaba. Además se le añadió una boca de freno redondeada. El F2 causó un gran impacto en el enemigo ya que fue el primer carro alemán dotado de un cañón de gran calibre lo que le permitía batir blancos a grandes distancias, y fue denominado "Special" por los ingleses.

    Comenzado a producir en marzo de 1942, los primeros llegaron al norte de Africa en mayo de 1942 y a Rusia poco después.

    El Pz. Kpfw. IV Ausf. G fue el primer Pz. Kpfw. IV en llevar blindaje extra en los laterales (schurzen), para adquirir así mayor protección contra los proyectiles de carga hueca. Si bien los schurzen no eran todavía estándar, muchos carros los llevaban sólo en la torreta y los primeros Ausf. G todavía no llevaban nada. Además, se le cambió la boca de freno del cañón por una de forma rectangular. Fueron construidos 1687 Pz. Kpfw. IV Ausf. G entre 1942-1943, y fueron utilizados en Rusia y en el norte de Africa.

    A los Pz. Kpfw. IV Ausf. Hy J (Sd. Kfw. 161/2) se les volvió a cambiar el cañón, esta vez se montó un 7,5 cm. Kw. K. L/48, que era un poco más largo y tenía más velocidad que el L/43. El blindaje fue aumentado hasta 80 mm. en la parte delantera. Debido a este aumento de blindaje, además de las planchas extra de los laterales, el peso aumentó hasta las 25 toneladas. Entraron en servicio 3774 Ausf. H en 1943-1944 y 1758 Ausf. J en 1944-1945.

    Al finalizar el conflicto la producción total de Pz. Kpfw. IV ascendía a unas 8600 unidades aproximadamente. En 1944 el Ejército español adquirió 20 Pz. Kpfw. IV Ausf. H que estuvieron en servicio hasta 1965, año en el que 17 de ellos fueron vendidos a Siria participando más tarde en la guerra de los Seis Días.

    Lucha en el mar:

    La segunda guerra mundial sorprendió a las fuerzas navales en el pleno periodo de transición, al estallar la segunda guerra mundial, la adopción de submarinos y aviones, llevaba varios años transformando este concepto.

    Las formaciones de submarinos iba en aumento, las defensas contra submarinos era precaria muy pocos navío contaban con sistemas de defensa anti-submarino.

    Todavía se seguían proyectando buques acorazados, los portaaviones estaban en una etapa avanzada en EE.UU. y Japón .

    La organización de las fuerzas navales:

    La marina tenia una organización mucho mas flexible que el ejercito o la aviación. Los buques se agrupaban en flotas que variaban según el ataque a realizar.

    En el curso de la guerra se produjo un cambio fundamental en la naturaleza del equilibrio naval. En 1937, la marina imperial japonesa era la tercer potencia en los mares del mundo, con toda la gama de portaaviones en el mundo, acorazados y cruceros. En 1945, tras su aniquilación, la MIJ, había cedido su puesto a la armada canadiense.

    La marina y la guerra en el mar

    La tecnología y la moral de las tropas:

    La tecnología, desempeño un papel fundamental en los enfrentamientos navales, la victoria dependía de la tecnología de los radares y del entrenamiento en la utilización del armamento disponible.

    La guerra moral es en muchos casos la mas importante, pero en la segunda guerra mundial, no fue tan así, por que casi siempre se luchaba al limite de las capacidades técnicas.

    Comercio, arovisionamento y guerra en el mar

    Mas allá de las espectaculares batallas navales y de las operaciones anfibias, la guerra naval en la época moderna ha girado siempre en torno al control de las rutas marítimas con fines de comercio y aprovisionamiento.

    El bloqueo de las costas enemigas, la organización de los grandes convoys escoltados por buques mercantes la utilización de buques corsarios han sido rasgos fundamentales de las campañas navales durante siglos, antes de que el avión y el submarino entran en escena.

    El submarino apareció durante la primera guerra mundial como la mas poderosa amenaza contra el comercio marítimo de una nación en guerra. Durante la segunda guerra mundial, las marinas volvieron a librar batalla por el control de las rutas marítimas, con nuevas armas y tradicionales y a una escala inimaginable desde el punto de vista de cualquier conflicto anterior.

    La guerra de degestape en el mar:

    La batalla en el Atlántico, fue una lucha en la cual los submarinos alemanes intentaban hundir buques mercantes a un ritmo mas acelerado que el de su producción y tratando de evitar perdidas propias, fue también una guerra de tecnologías, los submarinos y los barcos contaban con equipos cada ves mas poderosos y con técnicas de defensas mas avanzadas.

    Tanto la localización geográfica como el equilibrio de la guerra de submarinos cambio varias veces, los ataques contra los convoys alcanzaron su punto máximo en el 1942 a 1943, lejos de el continente.

    La importancia de los portaaviones:

    La guerra naval en el pacifico se caracterizo por el uso de portaaviones, este constituyo el primer punto de inflexión entre EE.UU. y Japón, en estos conflictos en el océano Japón perdió la mayoría de sus tropas, la perdida japonesa se debió a la mala planificación y el exceso de confianza, con el resultado que un solo portaaviones japonés resulto intacto , mientras de que en lado norteamericano fue afectado un solo portaaviones.

    Los buques de la segunda guerra mundial:

    Durante la segunda guerra mundial, el buque de combate blindado y propulsado a vapor alcanzo el nivel mas alto y variado de desarrollo. La guerra naval no solo se libro en la sup. marina sino también en el cielo, y en las silenciosas profundidades marinas y las nuevas amenazas determinaron una sorprendente y variada evolución de los buques de guerra.

    La marina británica, que por mucho tiempo había sido la mayor fuerza naval del mundo, fue la que participo de manera mas activa y amplia en la guerra, hacia el final del conflicto fue superada ampliamente por la norteamericana.

    Al igual que las otras armadas de su tiempo, la marina británica entro en el conflicto con una fuerza contrada en el acorazado fuertemente blindado acorazado. Con el desarrollo de la guerra, su atención se fue centrando progresivamente en el los portaaviones.

    Lucha en el Aire:

    La aviación ejerció una profunda influencia en el curso de las hostifidades; sin embargo, al principio del conflicto, las fuerzas aéreas europeas disponían probablemente de menos máquinas de combate que sus predecesores al final de la Primera Guerra Mundial. La aviación francesa, por ejemplo, contaba en noviembre de 1918 con más de 2.000 aviones, pero a principios de 1940 sólo pudo enviar al frente 1.147 máquinas, de las cuales apenas 678 podían considerarse modernas. Sólo la fuerza aérea alemana, la Luftwaffe, era realmente eficaz en su poder combativo. En mayo de 1940 desplegó 3.530 aviones operativos en la batalla de Francia.

    Sin embargo, los programas de construcción aérea se consideraban prioritarios en todo el mundo antes de que se oyeran los primeros disparos de la guerra. Con el transcurso del conflicto, las fuerzas aéreas de los principales países combatientes experimentaron una espectacular expansión. Hacia el final de las hostilidades, las más importantes rivalizaban con los ejercitos de tierra en número de efectivos. La fuerza aérea Británica (RAF), que contaba con 175.692 hombres el 3 de septiembre de 1939, alcanzó un máximo de 1.185.833 efectivos el 1 de julio de 1944. La capacidad de combate de los aviones, por su parte, alcanzó niveles que ni siquiera se podían imaginar seis años antes. En septiembre de 1939, la escuadra de bombarderos de la RAF estaba compuesta por 352 aparatos (sin ningún cuatrimotor pesado), pero durante los cuatro primeros meses de 1945 la RAF registró una media diaria de 1.420 aviones operativos (de los cuales 1.305 eran cuatrimotores), cumplió 67.483 misiones de vuelo y lanzó más de 180.000 toneladas de bombas.

    Organización y eficacia:

    La mayoría de las fuerzas aéreas tenían una estructura organizativa similar: los aviones se agrupaban en escuadrones, alas, grupos y, finalmente, en mandos

    semiautónomos como el de la octava fuerza aérea de Estados Unidos, responsable de la ofensiva de bombardeos estratégicos lanzada contra Alemania desde las bases del Reino Unido. La aviación alemana, que durante toda la guerra empleó un sistema de mando rígidamente estructurado, puede considerarse

    bastante típica por la manera en que organizaba sus formaciones en el frente. La unidad táctica más pequeña era el Staffel de 12 aviones (únicamente para los fines de combate, el Staffel se dividía en tres SchWarmen, cada uno compuesto por un par de Rotten de dos aeroplanos cada uno). Tres Staffien constituían un Gruppe, y tres o cuatro Gruppen formaban a su vez un Geschwader. Hasta este último nivel, la organización era fija; pero según las necesidades operativas, varios Geschwadem y a veces algunos Gruppen por separado podían constituir una flota aérea con mando autónomo.

    Como es lógico, el rendirrúento de los aviones era uno de los factores determinantes de la eficacia en el combate. Los pilotos que tenían la mala suerte de contar con aparatos de inferior calidad, como los de la aviación rusa en 1941 o los aviones japoneses de los dos últimos años de la guerra en el Pacífico, estaban prácticarnente condenados al desastre.

    Aparte del equipo, sin embargo, el entrenamiento, la experiencia y el entusiasmo de las unidades eran los factores que realmente determinaban su eficacia en la batalla. La tarea de pilotar aviones de alto rendimiento en condiciones de combate exigía unas habilidades individuales muy superiores a las esperadas en la mayoría de los soldados. El perfeccionamiento de las máquinas resultaba inútil sin un prolongado e intensivo programa de entrenamiento o sin la experiencia necesaria para desarrollar la capacidad de volar en solitario y en grupo.

    Tácticas y resistencia:

    Durante la Segunda Guerra Mundial se produjo una enorme transformación en la naturaleza y la intensidad de los combates aéreos. La aviación estuvo presente en todas las campañas y en la mayoría desempeñó una función importante y a veces decisiva, desde los bombardeos tácticos japoneses de 1937 hasta el ataque definitivo contra Japón en 1945. Gran parte de la guerra aérea estaba directamente relacionada con los combates que se libraban en tierra y mar. La Blitzkrieg alemana de 1939-1941, que dependió en gran medidadel apoyo de la aviación, proporcionó el modelo para peraciones tácticas aéreas realizadas posteriormente por todas las fuerzas combatientes. En el mar, los avioes demostraron ser una amenaza mayor que los propios buques de guerra. En campañas tan diferentes como las desarrolladas en el Mediterráneo entre 1940 y 1943 y en el Pacífico entre 1941 y 1945, la aviación con base en tierra o en los portaaviones fue el elemento decisivo.

    Esto se debió en gran parte a que los aviones habían ganado considerablemente en autonomía, velociad, fiabilidad y capacidad destructiva desde la última guerra. La introducción del monoplano con carcasa le metal, cabina cerrada y motor o motores de gran etencia ofreció a la aviación posibilidades mucho más amplias de actuación en las campañas de tierra y mar, ermitiéndole además lanzar una carga considerable de bombas o torpedos sobre un objetivo lejano con basante precisión. El avión se convirtió en un arma esratégica por derecho propio. Era posible enviar escuadrones de bombarderos contra objetivos indusiriales o civiles situados a cientos de kilómetros del frente, en un intento por cortar de raíz el esfuerzo bélico del enerrágo.

    Las tácticas de la guerra aérea variaban según su naturaleza. En el enfrentarniento clásico entre cazas y bombarderos de la batalla de Inglaterra o de la campaña aliada de bombardeos estratégicos contra Alemania, la introducción del rádar, del control por radio y de una nueva generación de veloces cazas monoplanos, entre los que figuraban el Spitfire y el Messerschmitt Bf109, desmintió la máxima de antes de la guerra según la cual los bornbarderos siempre acabarían por abrirse camino. Incluso las formaciones más grandes de bombarderos, dotadas de potentes armas defensivas, se exponían a sufrir importantes pérdidas si no llevaban su propia escolta de caza . En las operaciones de carácter táctico, realizadas por lo generál a baja altura, las funciones de caza y bombardero se combinaban a menudo en un solo aparato, y era preciso aceptar la eventualidad de un gran número de bajas como consecuencia del fuego antiaéreo desde tierra.

    La potencia de las armas antiaéreas desplegadas en tierra aumentó progresivamente con el desarrollo de la guerra. A gran altitud, los aviones se exponían al constante peligro de los proyectiles de explosión retardada o por proxímidad, lanzados por grandes cañones, como el de 88 mm de los alemanes. A altitudes menores, podían chocar contra una muralla de fuego automático o

    semiautomático, procedente de ametralladoras pesadas, como la Oerlikons de 20 mm o la Bofors de 40 mm. Las ciudades y los centros industriales importantes estaban protegidos por anillos cuidadosanente integrados de focos antiaéreos, cañones y estaciones de control dotadas de rádar, y tanto los buques de guerra en el mar como las formaciones militares en, tierra llevaban en todos sus desplazamientos grandes baterías de cañones antiaéreos.

    En todos los frentes, la guerra aérea aumentó en intensidad a medida que el conflicto avanzaba y las fueras aliadas se fueron recuperando de las pérdidas iniciales, hasta alcanzar el predominio aéreo en una prolongada guerra de desgaste. Una vez alcanzado el punto de inflexión, la decadencia del poderío aéreo del EJE fue rápida. Los últimos meses de la guerra, tanto en oriente corno en occidente, se caracterizaron por la innegable superioridad aérea de los aliados sobre los territorios del Eje. Los objetivos del Eje fueron atacados no sólo con bombarderos de varios motores y gran autonomía, sino con aviones más pequeños que despegaban de bases avanzadas detrás de la línea del frente de portaaviones anclados cerca de la costa.

    La idea de que la aviación haya ganado la guerra por sí sola todavía es objeto de controversia, pero sin duda alguna su contribución fue muy importante. Empleando decena de miles de aviones, mató a cientos le miles de personas y provocó pérdidas materiales cifradas en millones de dólares. El lanzamiento de dos, bombas atómicas sobre Japón en agosto de 1945 fue una siniestra advertencia sobre la horrenda destrucción que podría producirse en cualquier guerra futura.

    La guerra aérea de desgaste: La batalla de Inglaterra.

    La batalla de Inglaterra, librada en el cielo del sur de Gran Bretaña a finales del verano y en el otoño de 1940, comenzó como un intento de la fuerza aérea alemana por eliminar la aviación británica, con el fin de preparar el terreno para llevar a cabo la planificada invasión de la isla. En la medida en que el objetivo demostró ser difícil y las posibilidades de la invasión fueron disminuyendo, la campaña alemana degeneró en un ataque contra la moral de la población británica, mediante el bombardeo de las principales ciudades. Los alemanes fracasaron en las dos fases de la campaña, no tanto por la mala planificación o la ineficacia de los servicios de inteligencia, sino debido más bien a que las fuerzas que tenían a su disposición no estaban preparadas para las misiones que debían cumplir. Otro grave obstáculo para su triunfo fueron los recientes progresos en la tecnología de la aviación, que habían aumentado considerablemente la capacidad defensiva de los británicos.

    La aviación alemana era ante todo una fuerza de apoyo aéreo táctico para las operaciones militares en el continente europeo. No disponía de bombarderos pesados y su dotación de bombarderos medianos se componía de aviones JU88, Heinkel 111 y Dornier 17, que tansportaban pocas bombas y estaban provistos de armarnento defensivo ligero. No eran máquinas adecuadas para llevar a cabo operaciones estratégicas de largo alcance ni para enfrentar una intensa oposición de aviones caza. Los famosos bombarderos en picado JU87 Stuka se revelaron prácticamente inservibles en Inglaterra y tuvieron que ser retirados después de sufrir numerosas pérdidas en las primeras incursiones. Además, la escuadra de cazas alemanes no podía proporcionar a los bombarderos un apoyo adecuado. Los bímotores Messerschmitt Bf 109 no estaban a la altura de los cazas de un solo motor de sus adversarios y, si bien el excelente Messerschmitt Bf 109 era un gran rival para los Spitfire y los Hurricane británicos, carecía de autonomía para internarse en la zona del combate.

    Por otra parte, la adopción casi simultánea del rádar, del radiocontrol integrado desde tierra de las unidades en vuelo y del veloz caza monoplano de alas bajas pernitió a los británicos organizar una defensa mucho más eficaz de la que habría sido posible unos pocos años antes. Como eran capaces de detectar los ataques alernanes cuando los aviones comenzaban a volar en formación sobre Francia, los británicos podían echar mano de todos sus recursos y desplazar rápidamente los caza para hacer frente a las amenazas a medida que surgían. Como resultado, las incursiones alemanas sufrían a menudo graves pérdidas o quedaban totalmente desbaratadas antes de alcanzar su objetivo. Los británicos disfrutaban además de la ventaja añadida de luchar sobre su propio territorio. De esta forma, los pfiotos que escapaban con vida de los aviones derribados, recurriendo a los paracaídas, podían reincorporarse a las operaciones, en lugar de languidecer en los campamentos de prisioneros de guerra. Además, los aviones alemanes estaban expuestos a la amenaza del fuego antiaéreo.

    Los altos mandos de la aviación alemana han sido criticados por no aplicar un programa coherente de objetivos, pero en realidad era difícil neutralizar cualquiera de los objetivos que estaban a su alcance. Las estaciones de radar eran pequeñas y resultaba especialmente difícil dejarlas fuera de combate. Los alemanes podían dejar fuera de servício los aeródromos de la costa, pero los británicos podían trasladar los cazas a otras bases del interior, con una pérdida margínal de efectividad. Por otra parte, la industria de construcciones aéreas británica estaba muy dispersa y muchas de sus fábricas se encontraban en el norte industrial. Los servicios de inteligencia alemanes subestimaron persistentemente la fuerza combativa y las reservas de la RAF, pero el factor más importante para la batalla fue que la industria británica, movilizada de manera más integral para la guerra, producía aviones a un ritmo mucho más acelerado que la alemana.

    Las bajas alemanas convirtieron a su aviación en la auténtica perdedora de la guerra de desgaste. Sin contradecir la reputación de la RAF por su valiente defensa en la batalla de Inglaterra, es preciso señalar que la probabalidaddes en su contra no eran tan elevadas como normalmente se piensa.

    La aviación en auge: La guerra en el Pacífico, 1944-1945

    En 1944, después de un año de continuados pero poco espectaculares progresos, el esfuerzo bélico norteamericano contra el imperio alemán en el Pacífico experimentó una gran aceleración. En cambio resultó especialnente notable en la guerra aérea. Gracias a la llegada le una nueva generación de aviones, a la masiva expansión de la flota de portaaviones y al éxito de los pogramas de adiestramiento de pilotos, la aviación norteamericana se fortaleció de manera espectacular. a situación de los japoneses era radicalmente opuesa. Sus fuerzas aéreas seguían dependiendo en gran medida de diseños ligeros anteriores a la guerra, que no podian soportar la capacidad de fuego del enemigo. En realidad había algunos aviones nuevos, pero Japón no podia fabricarlos en número suficiente para que su presencia tuviera cierta importancia. Los portaaviones perdidos en 1942 nunca fueron repuestos y en 1944 desaparecieron los últimos de la flota. Lo peor de todo fue que los programas japoneses de adiestramiento de pilotos, pensados en un principio para producir pequeños grupos de aviadores sumamente preparados, nunca se adaptaron a las exigencias de la guerra. La capacidad de las tripulaciones para el vuelo sufrió un descenso tan radical que la calidad de los aviones seconvirtió en un factor secundario.

    La superioridad norteamericana se puso claramente de manifiesto durante la batalla del mar de Filipinas, en junio de 1944. Mientras los bombarderos transportados por los portaaviones norteamericanos acosaban a los buques del enemigo, sus cazas cortaron de raíz todo intento japonés de contraataque, en una batalla aérea tan unilateral que la prensa llegó a llamarla "el festival de tiro al pavo de las Marianas". Este enfrentamiento acabó con la aviación japonesa basada en los portaaviones. Cuando la marina decidió realizar el último esfuerzo para recuperar la iniciativa en el golfo le Leyte, en octubre de 1944, sus portaaviones estaban tan desprovistos de aviones y de pilotos que fueron sacrificados como anzuelo, solo por alejar a los portaaviones norteamericanos. Esta batalla tuvo como consecuencia todavía mayores pérdidas para la avianón japonesa y fue ademas el escenario donde por prinera vez los karnikazes participaron sistemáticamente, convirtiendo los aviones en proyectiles que se esrellaban deliberadamente contra los buques.

    En las campañas de Iwo Jima y Okinawa, en 1945, los japoneses aplicaron la técnica de los karnikaze para defender la última barrera que separaba las islas japonesas del enemigo. Infligieron graves daños a las fuerzas navales norteamericanas, pero su acción no fue suficiente para detener la marea aliada. Por otra parte, las pérdidas de la aviación japonesa fueron tan elevalas que les quedaron muy pocos recursos para cumplir misiones más convencionales, como proporcionar apoyo aéreo al acorazado gigante Yamato. En las últimas semanas de la guerra, los portaaviones norteamericanos y británicos navegaron casi con total impunidad junto a la costa japonesa y sus ataques a objetijos navales y costeros encontraron escasa resistencia.

    Mientras la guerra aérea naval se abría camino hacia las costas de Japón, las ciudades japonesas sufrían intensos ataques procedentes de otra dirección. Utilizando bases en China y en las islas del Pacífico, los norteamericanos lanzaron una ofensiva de bombardeos stratégicos destinada a minar la moral y la capacidad industrial del enemigo. Potenciadas por la llegada de los nuevos B-29, llamados, superfortalezas", estas incursiones aéreas provocaron enormes daños, Sometidas al ataque con bombas incendiarias, las construciones de madera de las ciudades japonesa ardían como cajas de cerillas. La industria y el sistema de trarispores de Japón se desintegraron más rápidamente que los de su aliado, Alemania, sometido a un ataque similar. A diferencia de los alemanes, los japoneses no contaban con un sistema adecuado de defensa aérea en su territorio, en parte por la falta de aviones y de pilotos. Durante los últimos meses de la guerra, prácticamente había cesado toda resistencia aérea contra las incursiones y el centro de muchas ciudades japonesas estaba totalmente arrasado. El último golpe desde el aire se produjo a principio de agosto de 1945, cuando Hiroshima y Nagasaki fueron destruidas por dos bombas atórnicas lanzadas por aviones B-29. Convencidos de la inutilidad de seguir resistiendo, los japoneses se rindieron, confiriendo a la aviación norteamericana el dudoso honor de haber sido la primera fuerza militar capaz de provocar la rendición de una potencia industrial sin necesidad de recurrir a la invasión. El bombardero había desempeñado un papel más decisivo en la derota de Japón que en la de Alemania, ya que Japón, a

    diferencia de Alemania, no poseía la resistente infraestrctura de un estado industrial moderno.

    Los Kamicakazes:

    Llamados "viento divino" por el tifón que en la Edad Media destruyó una flota mongola invasora que se acercaba a Japón, los pilotos kamikazes fueron el último recurso utilizado por los japoneses para alterar el cúrso de la guerra del Pacífico y salvar una vez más a la patria de la invasión extranjera. Inspirados por el ideal del sacrificio, los kamíkazes abandonaban la base con la explícita intención de utilizar sus aviones como proyectiles, en misiones suicidas destinadas a provocar el mayor daño posible al enemigo.

    La campaña de los Kamicakazes comenzó a pequeña escala, a fines de octubre de 1944, durante las fases finales de la batalla del golfo de Leyte por iniciativa

    de un comandante local. En su primera misión, los Kamicakazes consiguieron destruir un buque escolta norteamericano. Para el desesperado alto mando

    japonés, los éxitos logrados desde entonces (exagerados en los informes) aparecieron como una solución ante la amenaza naval norteamericana. En 1945, en especial durante los prolongados combates de Okinawa (isla que constituía la última barrera entre el enemigo y las costas japonesas), las misiones Kamicakazes se convirtieron en el rasgo dominante de la táctica aérea japonesa, con pilotos y aviones sacrificados a centenares.

    Los Kamicakazes infligieron graves daños e hicieron tambalear la moral de los efectivos norteamericanos, pero no consiguieron pese a todo impedir o retrasar la ofensiva aliada. Algunos portaaviones quedaron temporalmerite fuera de servicio a consecuencia de estos ataques, pero los Kamicakazes no consiguieron hundir ningun navío importante.

    Su efectividad tenía muchas limítaciones. Los pilotos eran por lo general voluntarios sin experiencia y los aviones no destruían los barcos con tanta eficacia

    como las bombas o los torpedos convencionales. La mayor parte de los daños afectaban la cubierta del buque alcanzado, pero nunca el casco ni las piezas

    vitales de la maquinaria. Además, los inexpertos pilotos Kamicakazes solían atacar el primer barco que veían, independientemente de su tamaño o importancia. En la mayoría de los casos, se trataba de destructores u otras naves pequeñas en misión de reconocimiento, de la periferia de la escuadra invasora.

    Los Aviones de la Segunda Guerra Mundial:

    El desarrollo tecnológico de la aviación se ha caracterizado por períodos de rápido progreso alternados con otros de relativa inactividad. Durante los años 20 y principios de los 30, los diseños se apartaron muy poco del concepto del biplano ligero de corto alcance, construido durante la Primera Guerra Mundial, pero a partir de 1935, la introducción del monoplano de carcasa metálica con motores de mayor potencia transformó la aviación en una poderosa máquina de combate. Hacia la mitad de la guerra, la aviación táctica era capaz de dominar cualquier área de batalla en tierra y mar, y los bombarderos multimotores de largo alcance podían llevar la destrucción a objetivos estratégicos situados a cientos de kilórnetros por detrás de la línea del frente.

    Los cazas como el Spitfire británico, el Mustang norteamericano y el Zero japonés eran capaces de alcanzar velocidades mucho mayores y llevaban armas mucho más potentes que los anteriores biplanos. La superioridad de su rendimiento con respecto a los bombarderos transformó la naturaleza de la lucha aérea, ya que para evitar pérdidas irreparables los pesados bombarderos se veían obligados a llevar una escolta de cazas. El principal problema de los primeros cazas era que carecían de autonomía suficiente para luchar durante períodos prolongados sobre suelo enemigo. Los progresos de mediados de la guerra permitieron que los caza aliados llevaran el conflicto al sitiado territorio de sus adversarios, desplazándolos del aire y exponiendo el suelo japonés y alemán al devastador ataque de los bombarderos de largó alcance.

    En el otro bando del diseño, surgieron durante la guerra bombarderos multimotores de largo alcance, capaces de transportar toneladas de explosivos. Aunque aviones tales como los Lancaster y losHalifax británicos o los B-17, B-24 y B-29 norteamericanos estaban dotados de potentes armas defensivas, las pérdidas sufridas a manos de los caza defensores no disminuyeron hasta que sus propios caza alcanzaron la autonomía necesaria para hacer frente a la resistencia enemiga. Con o sin escolta, sin embargo, las gigantescas formaciones de bombarderos que los aliados enviaron contra el corazón de los territorios enemigos entre 1943 y 1945 causaron tremendos estragos,arrasando ciudades enteras y destruyendo fábricas y de redes de transporte. Todavía hay controversias sobre la importancia de los bombardeos estratégiecn en el resultadode la guerra, pero es indudable que la incapacidad de las potencias del Eje a la hora de organizar fuerzas propias de bombarderos de largo alcance supuso una grave desventaja para ellas.

    Entre los cazas y los bombarderos pesados había una amplia variedad de aparatos tácticos, cuya función básica consistía en intervenir directamente en las batallas libradas en tierra y mar. Alemania alcazó los principales progresos en este campo ya al principio, con sus bombarderos en picado JU87 y sus bombarderos medianos HR111, JU88 y D017, que contribuyeron en importante medida al éxito de la Bltzkrieg y mantuvieron las aguas europeas libres de buques de guerra. Hacia la mitad de la guerra, sin embargo, los ejércitos y lA fuerzas navales del Eje comenzaron a sufrir los ataques de una nueva generación de aviones aliados, entre ellos el Shturmovik soviético.

    El Radar:

    Entre los muchos avances tecnicos de las gurra, el radar fue fundamental para la victoria de los aliados. Su desarrollo aumentó la eficacia de los caza en vuelo nocturno, permitó a los bombarderos de largo alcance navegar y localizar sus objetivos con precisión y fue tambien importante para la detención de los submarinos.

    Gran Bretania, Alemania y Estados Unidos estaban ivestigando desde antes de la guerra la posibilidad de detectar objetos distante mediante ondas de radio. El sistema consiste en producir con un trasmisor una rápida descarga de ondas de radio, que se irradian desde una antena. Los objetos solidos reflejan esta onda y la fuente emisora recoge el "eco" producido. A partir del tiempo transcurrido entre la emsion y la resepción, se calcula la distancia a que se encuentra el objeto.

    En 1939, los sistemas britanicos y alemanes eran los más avanzados. El Freya alemán era un sistema con base en tierra para la detención de avionesy, en 1940, los alemanes adoptaron el Wurzburg, otro sistema con base en tierra, capaz de detectar aviones que volaran a gran velocidad en un radio de 32 Km.

    Robert Watson-Watt realizó las primera demostraciones del radar britanicoen 1935, y en 1938 los bitanicos establecieron una red de estaciones de radar para proteger la costa de la isla, que recibió el nombre de Chain Home (CH). El mismo año se efectuaron las primeras pruebas de un sistema de radar aereo diseñado para detectar embarcaciones en alta mar y en 1939, se hicieron demostraciones del sistema (AI) para interseptar aviones en vuelo.

    Las estaciones CH y el sistema AI fueron fundamentales para la derrota de la luftwaffe en la batalla de Inglaterra. Sueficacia se multiplicó con la introducción del sistema IFF (identificación de enemigos y amigos), que permitía determinar si los aviones o los buques que aparecian en la pantalla del radar pertenecian o no al enemigo.

    De vital importancia para la supervivencia de Gran Bretaña fue asi mismo la funcion decenpañada por el radar en la batalla del Atlantico. Para la aviacion aliada, el radar contituyo el primer medio seguro de deteccion de submarinos. Su eficacia se multiplico gracias a la adopcion de un nuevo tipo de valvula trasmisora denominada magnetron, que conficio al radar mayor definicion y gran precision, permitiendole detectar incluso los periscopios submarinos parcialmente sumergidos.

    El radar norteamericano que en 1939 estaba muy atrasado con respecto a los sistemas Britanico y Aleman, se fue perfeccionando con la colaboracion tecnica con los cientificos Britanicos. Japon por su parte disponia de un sistema muy inferior.

    La bomba atómica sobre Japón:

    Japón era excepcionalmente vulnerable, Su fuerza aérea había sido destruida y sus superpobladas ciudades estaban construidas en gran parte con madera y papel.

    Los ataques diurnos comenzaron el 24 de noviembre de 1944 y en marzo de 1945 empezaron los ataques nocturnos con bombas incendiarias sobre Tokio.

    Se produjeron a continuación incursiones similares sobre Yokohama, Osaka, Nagoya y Kobe.

    Para el verano, la industria japonesa estaba prácticamente paralizada.

    La cuarta parte de las viviendas habían sido destruidas.

    Los habitantes de las zonas rurales, que en 1945 consumían un 20% menos de arroz que en 1941, tuvieron que ocuparse de los 10 millones de refugiados.

    El hambre era inminente.

    El 25 de marzo de 1945, el gobierno decretó la movilización de todas las personas mayores de 13 años y menores de 60 (excepto los enfermos y las mujeres embarazadas) en un Cuerpo Popular de Voluntarios.

    Si se producía la invasión, lucharían con lanzas de bambú a falta de mejores armas.

    Las potencias aliadas temían que este singular pueblo luchara hasta el final, llevándose consigo a tal vez medio millón de soldados enemigos.

    Esta fue la justificación de la decisión de Truman de utilizar la bomba atómica, aunque había también otros motivos.

    Desde entonces, muchos han expresado sus dudas acerca de la realización de este experimento si la población afectada hubiera sido blanca.

    Hiroshima y Nagasaki:

    El 6 de agosto de 1945, una bomba de 3m de longitud y 70 cm de diámetro hizo explosión a 500m de altura sobre la ciudad de Hiroshima.

    La temperatura en el hipocentro de la explosión fue tres veces superior a la necesaria para fundir una barra de hierro.

    El uranio 235 había sido el agente de la destrucción.

    La gente sufrió quemaduras a 3,5 km de distancia.

    De los 76.000 edificios que había cerca del hipocentro, 70.000 quedaron completamente inutilizados.

    Después de la matanza inicial, murieron otras muchas personas como consecuencia de las quemaduras, las heridas y los efectos de radiación.

    Con los trabajadores coreanos y el personal militar, la población de la ciudad ascendía quizás a un total de 420.000 almas.

    El número exacto nunca se sabrá, pero se calcula que 140.000 personas habían muerto a fines de 1945 por exposición directa a la explosión.

    Los efectos de la radiación a partir de entonces podrían haber aumentado la cifra hasta 200.000 hacia 1950.

    El 25 de marzo de 1945, el gobierno japonés había decretado la movilización general de todas las personas de trece a sesenta años de edad.

    La ciudad de Hiroshima se encontraba en una llanura, a diferencia de Nagasaki que estaba entre colinas.

    Con menos habitantes y una población menos concentrada, los efectos de la segunda bomba atómica lanzada tres días más tarde sobre Nagasaki fueron diferentes a los experimentados por Hiroshima. La bomba de Hiroshima, de Uranio 235, desencadenó una fuerza explosiva equivalente a 13 kilitones de TNT, mientras que el Plutonio 239 confirió a la bomba de Nagasaki una pontencia de 22 kilotones, pero causó menos víctimas. Poco antes, la ciudad había sufrido dos ataques "convencionales" sin recibir en ninguna de las dos ocasiones la advertencia previa que normalmente daba la USAAF.

    Luego de una racha matinal de sirenas antiaéreas, sonó la señal de que no había peligro. El Sol iluminó la hora pico de la bulliciosa Hiroshima, resaltando el esbelto follaje de los famosos sauces de la ciudad. En este día de agosto de 1945, los hombres de negocios que corrían a sus trabajos, los niños en camino a la escuela y las amas de casa sabían, después de muchos bombardeos, que dos o tres bombarderos B29 de EUA no eran peligrosos: si se tratara verdaderamente de un ataque serio, el cielo estaría lleno de aviones. Un sobreviviente recordaría que, de pronto, "Un brillo cegador cortó el cielo... la piel de mi cuerpo sintió un calor quemante... silencio mortal... luego un gran '!bum!', como el estallido de un trueno distante." A las 8:14, hora local, el bombardero Enola Gay soltó su única carga, el "Little Boy" y se alejó rápidamente. Minutos después la bomba atómica estalló, produciendo un intenso brillo que encendió el cielo y provocó fuertes vientos. De una bola de fuego de 400 m de diámetro surgió una nube en forma de hongo que se elevó 20 km. El intensísimo calor, de quizá 3.000C, convirtió instantáneamente en carbón a miles de seres humanos. Miles más les sobrevivieron unos pocos segundos, para ser golpeados por escombros o sepultados por edificios caídos. En medio del pánico, muchos se tiraron a ríos que habían hervido. En la horrenda vorágine murieron 200.000 almas, la mitad de la población diurna de la ciudad. Desaparecieron aproximadamente unos 60.000 edificios, fuegos dispersos se convirtieron en incendios mayores y la contaminación radiactiva inició brutalmente su inhumana y silenciosa labor de provocar una muerte lenta y dilatada.

    Cómo actúa la bomba atómica:

    Al explotar la bomba se produce una reacción en cadena que libera grandes cantidades de energía térmica. La temperatura alcance decenas de millones de grados. La posterior expansión y vaporización del material de la bomba provoca una potente explosión.

    Durante la II Guerra Mundial se construyó en (Tennessee) una inmensa planta de difusión gaseosa. El material de base para este tipo de planta es el gas hexafluoruro de uranio, que es muy corrosivo. El producto final es uranio apto para fabricar bombas con más de un 90% de uranio 235.

    Durante la II Guerra Mundial se diseñaron reactores que proporcionaban los neutrones necesarios para producir el plutonio. Se construyeron algunos capaces de producir grandes cantidades de plutonio en Hanford (Washington) y cerca de Aiken, en Carolina del Sur.

    A principios de la década de 1944, el centro de investigaciones nucleares en Los Alamos era secreto máximo. Ni siquiera los habitantes de Nuevo México sabían de sus trabajos, hasta que se enteraron de la bomba que cayó sobre Japón en agosto de 1945.

    Los efectos de las armas nucleares se estudiaron con mucho detenimiento. o sea, el punto situado justo bajo la explosión de la bomba en vertical. En el caso de las bombas A que explotaron sobre Japón, la altura de la explosión fue de unos 550 metros, ya que se calculó que esta altura produciría un área de destrucción máxima. Si el equivalente en TNT hubiera sido mayor, se habría escogido también una mayor altitud de explosión.

    Los efectos térmicos los producen las altísimas temperaturas que se alcanzan en una explosión nuclear y éstas provienen de la formación de una masa de gas incandescente muy caliente que se llama bola de fuego. Por una bomba de 10 kilotones detonada en el aire, la bola de fuego alcanzaría un diámetro de 300 metros y la de una bomba de 10 megatones sería de 4,8 kilómetros. La bola de fuego emite un fogonazo de radiación térmica (es decir, calor), que se extiende sobre una gran área pero con una intensidad cada vez más débil. La cantidad de energía térmica recibida a cierta distancia de la explosión nuclear depende de la potencia de la bomba y de las condiciones de la atmósfera. Si hay poca visibilidad o la bomba explota sobre las nubes, la efectividad de la onda térmica disminuye. La radiación térmica provoca quemaduras en la piel que no está protegida. Una explosión de 10 kilotones en el aire puede producir quemaduras de gravedad moderada (de segundo grado y que requieren atención médica) a 2,4 kilómetros del punto cero. Pero si la bomba es de 10 megatones la distancia se eleva a más de 32 kilómetros. También se producirían quemaduras menos graves de la piel expuesta mucho más lejos. La mayor parte de la ropa ordinaria protege de la radiación térmica, al igual que casi cualquier objeto opaco. Las quemaduras provocadas por el fogonazo térmico sólo se producen si la piel está expuesta de forma directa, o la ropa es demasiado liviana para absorber la radiación térmica.

    La radiación térmica puede provocar incendios en materiales inflamables secos, como por ejemplo el papel o algunos tejidos. Estos incendios pueden propagarse si hay condiciones apropiadas. La experiencia de las bombas detonadas sobre Japón indica que muchos incendios, en especial los de las zonas cercanas al punto cero, se iniciaron por causas secundarias como cortocircuitos, conductos de gas rotos y hornos y calderas industriales volcados. La onda expansiva produjo escombros que ayudaron a mantener los incendios y que dificultaron el acceso de los servicios de bomberos. Por tanto, gran parte de los daños provocados por el fuego en Japón fueron efectos secundarios de la onda expansiva.

    Bajo ciertas condiciones, como las que se dieron en Hiroshima pero no en Nagasaki, muchos fuegos dispersos se pueden combinar y producir una tormenta de fuego, como las que acompañan a algunos grandes incendios forestales. El calor del fuego provoca una fuerte corriente ascendente, que a su vez provoca vientos fuertes, dirigidos hacia la zona que está ardiendo. Estos vientos avivan las llamas y convierten la zona en una hoguera en la que se destruye cualquier cosa inflamable. Sin embargo, como el viento lleva las llamas hacia el interior, se puede limitar la zona en que se propague un fuego.

    Además de la onda térmica y expansiva, las bombas nucleares liberan radiación penetrante que es diferente por completo del calor. Cuando es absorbida por el cuerpo, la radiación nuclear puede provocar graves daños. Si la explosión ocurre a gran altitud, el radio en que se producen estos daños es menor que el de los daños por incendios y por la onda expansiva o que el de las quemaduras por radiación térmica. Sin embargo, en Japón debido a la radiación murieron más tarde muchas personas que estaban protegidas de la onda expansiva y de las quemaduras.

    Existen dos categorías de radiación nuclear provocadas por una explosión: la radiación instantánea y la radiación residual. La radiación instantánea se compone de un fogonazo de neutrones y rayos gamma que se propagan por una zona de varios kilómetros cuadrados. Los efectos de los rayos gamma son idénticos que los de los rayos X. Tanto los neutrones como los rayos gamma pueden atravesar la materia sólida, por lo que para protegerse hacen falta materiales de gran espesor.

    La radiación residual conocida como lluvia radiactiva puede ser un peligro en grandes zonas que no sufran ninguno de los otros efectos de la explosión. Los productos de la fisión producen una radiactividad permanente en los restos de la bomba, ya que la vida media de estos átomos se puede medir por días, meses o años.

    Se conocen dos tipos de lluvia radiactiva, la inicial y la tardía. Si la explosión nuclear se produce cerca de la superficie, la tierra o el agua se levantan formando una nube en forma de hongo. Además el agua y la tierra se contaminan al mezclarse con los restos de la bomba. El material contaminado empieza a depositarse a los pocos minutos y puede seguir haciéndolo durante 24 horas, cubriendo una zona de varios miles de kilómetros cuadrados, en la dirección en que el viento lo lleve. Se llama lluvia radiactiva inicial y supone un peligro inmediato para los seres humanos. Si una bomba nuclear explota a gran altitud, los residuos radiactivos se elevan a gran altura junto con la nube en forma de hongo y cubren una zona aún más extensa.

    El 6 de agosto un bombardero B-29, el Enola Gay, lanzó la primera bomba atómica sobre Hiroshima.

    La experiencia de la lluvia radiactiva en el hombre ha sido mínima. Las consecuencias nucleares de Hiroshima y Nagasaki en 1945 todavía se manifiestan en la población que sufrió sus efectos y en sus descendientes. Las propiedades de la radiactividad y las inmensas zonas que pueden contaminarse convierten a la lluvia radiactiva en lo que, potencialmente, pudiera ser el efecto más letal de las armas nucleares.

    La onda expansiva es la que causa el daño en los edificios y en otras estructuras, igual que en otras clases de explosiones. En el aire, la onda de choque se llama onda expansiva, porque es equivalente a ésta y la acompañan vientos de una fuerza mucho mayor que los de un huracán. Los daños son producidos tanto por la gran presión de aire que anteceden a la onda expansiva como por los vientos tan fuertes que siguen soplando después del paso de la onda expansiva. El alcance de los daños en tierra como consecuencia de la explosión depende de su equivalente en TNT, de la altitud a la que explotó la bomba y de la distancia de la estructura hasta el punto de choque.

    El padre de la bomba atómica:

    Brillante físico y talentoso líder de otros científicos, J Robert Oppenheimer contribuyó a la victoria de EUA en la Segunda Guerra Mundial. Pero su vida privada le produjo acusaciones de traición y un fin prematuro a su servicio en el gobierno.

    J. Robert Oppenheimer dirigió con energía el proyecto para construir la primera bomba atómica. Después de Hiroshima, su actitud frente a estas armas fue de extremo excepticismo.

    El ese 6 de agosto de 1945, el azorado mundo supo que el hombre había dominado la energía encerrada en el átomo para crear un arma increíblemente destructiva. Hasta esa fatídica explosión, sólo unos cuantos militares de alto rango y líderes políticos sabían la verdadera historia: durante años, un equipo de científicos y técnicos trabajaron frenéticamente para construir en secreto esta "arma del día del juicio final". Lo consiguieron, debido en gran parte a la inteligencia e inspiración del distinguido físico teórico J. Robert Oppenheimer, que en aquel entonces contaba con apenas 41 años de edad.

    La amenaza nazi:

    Estados Unidos supo en 1939 que la Alemania de Hitler, preparándose para una guerra total, había descubierto la fisión nuclear. Oppenheimer y otros expertos supusieron que los experimentadores alemanes tratarían de producir una reacción en cadena controlada que haría posible una bomba infinitamente más destructiva que cualquier otro explosivo convencional. Los científicos alertaron al presidente Roosevelt con una famosa carta, luego de conseguir el apoyo del renombrado genio científico Albert Einstein, quien era exiliado del régimen nazi. En el mayor de los secretos, el presidente autorizó el financiamiento de un proyecto destinado a construir armas nuevas. Irónicamente, muchos connotados científicos, forzados a huir de sus hogares en Alemania, Italia y Hungría, se unieron a los investigadores de EUA para trabajar en laboratorios en todo el país. Algunos grupos investigan reunidos en un solo laboratorio en la pequeña aldea de Los Álamos, en Nuevo México, una región que conocía bien, pues era dueño de un rancho cercano. En marzo de 1943, un internado para varones fue transformado en una vigilada instalación secreta, con Oppenheimer como director científico. Insistiendo en que toda información fuera intercambiada libremente entre los científicos, cuyos viajes al exterior estaban severamente restringidos, Oppenheimer estimuló una atmósfera de confianza y respeto que produjo enormes progresos. Con meticulosidad, se mantuvo al frente del complejo proyecto, aunque su vida privada se resintió enormemente. Su esposa, que adiaba las restricciones, comenzó a beber y a maltratar a sus dos pequeños hijos.

    Harry S. Truman, sucesor a la presidencia cuando murió Roosevelt, nombró a un comité que incluyó a Oppenheimer para examinar las posibles consecuencias de una detonación nuclear. Los expertos decidieron recomendar, con la anuencia de Oppenheimer, que la primera bomba atómica fuera arrojada casi como cualquier experimento, sin advertencia previa, sobre un blanco militar japonés.

    La muy esperada prueba de la primera arma atómica del mundo tuvo lugar el 16 de julio de 1945, a unos 90 km de la base de la fuerza aérea en Alamogordo, Nuevo México.

    El artefacto de prueba, llamado "Fat Man" ("Gordo") por su forma bulbosa, se instaló en el desierto sobre una torre de acero. A las 5:30 un control remoto detonó la bomba. Con un rugido, una bola de fuego verde violáceo y anaranjado se elevó sobre un área de 1.5 km de ancho. La reacción en cadena hizo temblar la tierra y la torre de acero se esfumó. Una columna de humo se elevó hacia los cielos, ensanchándose hasta formar un hongo a 11 km del suelo. La primera explosión nuclear hecha por el hombre pasmó, y luego alegró, a los observadores militares y científicos que la presenciaron. Algunos felicitaron a gritos al director, pero Oppenheimer recordó el Bhagavad Gita, poema épico de la India: "Me volví Muerte, el destructor de mundos." Por el resto de su vida, su satisfacción por el logro científico fue moderada debido a un justificado y profundo sentido de responsabilidad por las consecuencias.

    Tres días después de que "Little Boy" cayó en Hiroshima, una réplica del "Fat Man" fue arrojada sobre Nagasaki. Japón se rindió incondicionalmente el 15 de agosto, completamente desalentado por esta nueva arma. La invención de la bomba atómica fue vista como el clímax de la victoria de EUA sobre sus enemigos de la Segunda Guerra Mundial, tal vez salvando la vida de un millón de soldados que pudieron haber muerto de haber invadido a Japón.

    Anexo.

    Stalingrado:

    Los cadáveres de sus compañeros muertos de frío fueron los últimos parapetos de los soldados alemanes en la batalla de Stalingrado, la mayor carnicería de la historia, donde se decidió la suerte de la Segunda Guerra Mundial. A orillas del Volga se desvaneció definitivamente el mito de la invencibilidad de la máquina bélica de Hitler. Hace cincuenta años capitularon los últimos focos de resistencia en la bolsa de Stalingrado, el 31 de Enero el del sur, y el 3 de febrero el del norte.

    Allí Gregori Zukov, el mismo general ruso que luego entraría victorioso en Berlín en mayo de 1945, acabó con el legendario VI Ejército Alemán.

    De los 284.000 hombres que habían quedado cercados por el Ejército Rojo el 22 de noviembre, murieron 146.000 en poco más de dos meses, la aviación evacuó 34.000 heridos y el resto -más de 100.000- cayeron prisioneros, de los que solo 6.000 volvieron a Alemania. De ese VI Ejército, orgullo del militarismo alemán, había dicho Hitler en Agosto, cuando sus carros de combate rodaban por la polvorienta estepa hacia Stalingrado, que era una fuerza invencible con la que el Tercer Reich podía conquistar el cielo.

    El último radiomensaje recibido del VI Ejército fue el parte del tiempo del 2 de Febrero de 1943: "Temperatura 31 grados bajo cero STOP Stalingrado cubierta por la niebla STOP la estación meteorológica se despide STOP Saludos a la patria STOP". La propaganda nazi orquestada por Goebels ocultaba todavía la amarga realidad, pero como preludio de la tragedia, buscando símiles heroicos en las viejas sagas nórdicas a las que Richard Wagner, había puesto música, el diario oficial, el Vlkischer Beobachter, anunciaba que los soldados alemanes estaban luchando en Stalingrado como los nibelungos contra los hunos.

    El final fue patético. No morían como héroes de la superior raza germánica, sino desesperados y hambrientos o acribillados por las balas, aplastados por los tanques o despedazados por la artillería o los cohetes Katiuska o los lanza proyectiles conocidos como Organos de Stalin. Desde que empezó la última ofensiva rusa, el 10 de enero, ya no se luchaba, solo se moría.

    El 24 de enero, Paulus describe la situación en un mensaje enviado por radio a Berlín: "Es terrible. Tenemos por lo menos 20.000 heridos a los que no hay posibilidad de atender y otros tantos soldados padecen congelamiento en distintas partes del cuerpo. Las escenas de la catástrofe son indescriptibles". Otro testimonio habla del olor pestilente a sangre, pus y excrementos en los sótanos de los edificios en ruina donde se habían trasladado heridos sin poder atenderles por falta de medicamentos. Permanecían casi todo el tiempo en la oscuridad, pues los sanitarios procuraban ahorrar las velas de sebo que aun les quedaban para iluminarse.

    Tropas alemanas, de vencedores a vencidos:

    Ya no podía llegar ningún avión a las tropas sitiadas, porque se acababa de perder el último aeropuerto, la pista de Pitomnik. De allí había despegado el día anterior un Junker con 19 heridos y 7 sacas de correo. Contenían cartas de los soldados a sus familias en Alemania, conscientes la inmensa mayoría de los que habían podido escribir y enviarlas de que era su último adiós.

    Casi ninguna llegó entonces a su destino. El Junker sobrevoló las líneas enemigas hasta aproximadamente 60 kilómetros al sur, donde habían quedado inmovilizadas las fuerzas alemanas procedentes de la región del Cáucaso, que mandaba el General Von Manstein. Pero cuando las cartas llegaron a Alemania, la mayoría fueron confiscadas por orden de Goebels.

    Sus destinatarios no las recibieron hasta años después, ya concluida la guerra. Relataban su tragedia, en general sin reflejar derrotismo, pero dudando que la manera de morir a estas alturas de la batalla de Stalingrado fuera útil a la patria o dejando claro que sabían que estaban abandonados a su destino, que el Führer le había dejado en la estacada.

    La mayoría de los que sobrevivieron murieron después en el cautiverio. Decenas de miles de prisioneros de guerra (condenados como mínimo a 25 años de trabajos forzados) participaron en condiciones precarias de alimentación y sanidad en la reconstrucción de Stalingrado y muchos pasaron después por los campos de concentración de Siberia.

    Paulus y sus generales se habían dejado convencer por Hitler y el general Von Manstein, que comandaba las fuerzas alemanas en el sur de la Unión Soviética, hasta la región del Cáucaso, de que recibirían refuerzos y de que se iba a romper el cerco de Stalingrado. Se dejaron engañar por su fe absurda en el Führer, aunque un análisis de la situación militar le hubiese bastado para comprender lo imposible de las promesas.

    Al quedar las 20 divisiones alemanas del VI Ejército, más dos de sus aliados rumanos y un regimiento croata, sitiadas el 22 de noviembre en una bolsa de unos 60 kilómetros de larga por unos 40 de ancha, el mariscal Goering, responsable de la aviación del Reich, se comprometió con Hitler a abastecer por aire a los 284.000 hombres. Hubieran sido necesarios, como mínimo, 650 aviones de transporte Junker 52, pero la Luftwaffe sólo disponía en total de 750 y buena parte de ellos estaban en Italia.

    De los 300 en la región del Don, desde donde se organizó el puente aéreo con la bolsa de Stalingrado, sólo 100 se hallaban idóneamente equipados para esta misión. Era necesario transportar entre 500 y 750 toneladas diarias, bien aterrizando dentro del territorio cercado, bien haciendo lanzamientos desde el aire. Por término medio, en las primeras semanas no se pasaba de 100 toneladas.

    En enero los suministros eran ya muy escasos y gran parte de los paquetes arrojados desde el aire quedaban inaccesibles en la nieve, ya que los soldados exhaustos y amenazados por el fuego enemigo, no podían recuperarlos o eran los rusos quienes los recogían. En aquel crudo invierno la Luftwaffe tenía que pasar a menudo días sin poder volar a causa del hielo, la nieve, las ventiscas y la niebla, mientras los soviéticos disponían cada vez de mas artillería antiaérea y de cazas.

    Ya a primeros de Diciembre la tropa sitiada únicamente comía caliente cada dos días, el resto del rancho era a base de embutidos y pan, cuya ración se redujo a partir del 30 de Diciembre a una rebanada diaria. En algunas posiciones, pasaban hasta una semana sin recibir provisiones. El día de Nochebuena el rancho festivo consistió en carne de caballo y pan. Durante el cerco a Stalingrado el VI Ejército se comió los 10.000 caballos y mulos de carga de que disponía.

    En agosto de 1942, en una ofensiva de avance rápido, como las de Blitzkrieg, la guerra relámpago con la que Alemania había comenzado la Segunda Guerra Mundial, las divisiones acorazadas del VI Ejército habían llegado a orillas del Volga ante Stalingrado. Militarmente no parecía difícil ocupar esa ciudad industrial, de importancia estratégica para el transporte fluvial por el Volga y el Don, gran nudo ferroviario y último obstáculo en el camino hacia las riquezas petrolíferas, carboníferas y de manganeso del Cáucaso.

    Pero al primer intento de asalto la escasa guarnición y la población dejaron claro que iban a oponer una resistencia heroica, para la que se había preparado Stalingrado, que se extendía a los largo de 38 kilómetros a orillas del Volga. Antes de iniciar los alemanes su avance, a los 500.000 habitantes de Stalingrado se habían unido 400.000 refugiados de otros lugares de Rusia. Pero cuando Paulus comenzó el asalto, todo ruso no útil para la resistencia había sido evacuado ya.

    Durante el asedio, los rusos cruzaban el Volga todas las noches para dejar heridos en la otra orilla no ocupada por los alemanes y recoger víveres y munición. Por el río llegaban además tropas de refuerzo. Hitler se puso nervioso y advirtió a sus generales que si no aniquilaban al enemigo a orillas del Volga para seguir avanzando hasta apoderarse del petróleo de los yacimientos de Grosny tendría que liquidar la guerra. La resistencia de Stalingrado impedía además seguir hacia la frumentaria zona del Don, a la que Goebbels se había referido como la "bolsa de pan de Europa".

    El mundo estuvo pendiente de la batalla de Stalingrado desde Agosto de 1942 hasta Febrero de 1943. La orden de Stalin era "ni un paso atrás". Los comisarios políticos, al frente de los cuales estaba Nikita Jruchef (luego impulsor de la desestalinización como dirigente de la Unión Soviética, que en 1961 decretó que la ciudad volviera a llamarse Volgrado, como antes de 1925), se encargaban de que se cumpliera el mandato de Stalin matando a balazos a quien abandonaba una posición. En el bando alemán, donde se luchaba bajo el lema venceremos por que tenemos que vencer, se fusilaba a quien intentaba desertar.

    El terror de los comisarios y el fanatismo patriótico dominaron ambas partes. Se luchaba en las ruinas de las casas o piso a piso donde aun quedaban edificios en pie. Cuando se acababa la munición, a bayoneta calada, cuerpo a cuerpo. Peor equipados y entrenados, los soviéticos pagaron un altísimo tributo de sangre sobre el que los historiadores no se han puesto de acuerdo.

    Aspecto de la ciudad durante la conflagración:

    Debieron morir más de 300.000 hombres y mujeres, la mayor parte milicianos improvisados entre obreros, campesinos y miembros del Komosol, las juventudes comunistas. Combatieron con tanto heroísmo como los soldados a las órdenes del general Zukov, que tenia su puesto de mando en los sótanos de un edificio en ruinas a orillas del Volga.

    Fueron meses de infierno, de un asedio que comenzó el 12 de Agosto; ya no quedaban en poder más que un par de manzanas de edificios en ruinas cuando el 19 de noviembre empezó la contraofensiva del Ejército Rojo. El día 23, en medio de una copiosa nevada, dos columnas de tanques soviéticos procedentes de direcciones distintas se juntaron en el puente sobre el Don en Galaj. En el mismo lugar donde habían llegado victoriosos tres meses antes, en los calores del estío, los Panzer que formaban la punta de lanza del avance del VI Ejército, que luego quedó sitiado en una ratonera que cambió de signo no solo la batalla de Stalingrado, sino la Segunda Guerra Mundial, y por tanto la historia de la humanidad.

    Una campaña marcada por el fanatismo

    En ningún otro lugar del mundo en la historia de la guerra hubiera podido ser tan verdad con en Stalingrado el que una retirada a tiempo es una victoria. Pero Stalingrado se había convertido en un símbolo, en el prestigio del Tercer Reich. Hitler minusvaloró la capacidad del Ejército Rojo. La situación en aquel crudo invierno de la guerra en Rusia se había tornado insoportable para las Fuerzas Armadas del Reich. Una vez cercado el VI Ejercito por un enemigo superior en número, que luchaba en su propio territorio y con capacidad de ir concentrando mayores contingentes de tropa y armamento, era insostenible mantener la ocupación en la cuenca del Volga y en la región del Cáucaso, donde los soldados alemanes luchaban ya en retirada sin haber conseguido llegar a las zonas petrolíferas.

    Hitler, que en la Primera Guerra Mundial sólo había conseguido ser cabo, fue el estratega al que se sometieron los grandes militares de Alemania en la Segunda Guerra Mundial. Toda la campaña de Rusia está marcada por el fanatismo, inspirado en la creencia de la superioridad de la raza germana y en el Drang nach Osten, el expansionismo hacia el Este. Cuando Hitler ordenó en agosto de 1942 la ofensiva hacia Stalingrado, ya había perdido en los fracasados intentos de ocupar Moscú y Leningrado 1.300.000 soldados, más de una tercera parte de las tropas asignadas a la Operación Barbarrosa, que es como el había bautizado, con el entusiasmo del Estado Mayor Conjunto del Reich, la invasión y la conquista de Rusia.

    Cuando en mayo de 1945, después de suicidarse el Führer, los soviéticos arriaron de la Puerta de Brandenburgo la bandera de la cruz gamada e izaron la de la hoz y el martillo, la guerra en el frente del Este había costado la vida a seis millones de alemanes y a 20 millones de soviéticos, y la Unión Soviética tenía tres millones y medio de prisioneros alemanes.

    Es algo peculiar; la mirada. Cabría esperar un ojo diferente de parte de los vencedores, del lado de los vencidos. Y no es así. Alemania yacía en ruinas, el sangriento sueño había pasado dejando tras de si millones de cadáveres y ahora solo quedaba un ominoso silencio.

    Fueron días y semanas donde nadie sabía. Los conquistadores sospechaban de un pueblo que había seguido mayoritariamente la sangrienta alucinación de su Führer, que había resistido hasta el absurdo, adolescentes lanzados a la metralla, emboscados entre ruinas y aun capaces, como en Berlín, de destrozar una brigada de tanques soviéticos. Cuando ya todo estaba perdido.

    Alemania había capitulado sin condiciones. Aún más, Alemania no existía. Las fuerzas ocupantes reclamaron para si toda la autoridad y se preguntaban todavía que hacer con ese país que había llevado la desgracia al mundo por dos veces en menos de cincuenta años.

    Eran cuestiones de alta política, decididas en oscuros despachos y en conferencias mas o menos públicas. Allí se comenzaba a trabajar en una nueva guerra, ahora fría. Fuera estaba la calle, y la incierta continuación de la vida.

    Si, los aliados habían llegado a un suelo extraño, rodeados por gentes entre humilladas y aliviadas, y que ahora, solo ahora, afirmaban no recordar nada de cuanto había pasado. En cualquier caso, Hitler tenía la culpa de todo.

    Solo cuando de verdad callaron las armas, pudo comprobarse la magnitud de la hecatombe. El silencio llegó al tiempo que se desvelaba el humo, y la realidad se presentaba desnuda, iluminada en blanco y negro por el sol de primavera.

    Más de dos terceras partes de los edificios en las grandes ciudades habían sido destruidas. A los pies de la casi intacta catedral de Colonia se extendía un tapiz de cascotes hasta donde alcanzaba la vista. En Munich, Chemnitz, Dresden, Essen o Francfort no quedaba piedra sobre piedra. Las nueve décimas partes del centro de Berlín habían sido arrasadas.

    LA LUFTWAFFE Y LA
    BATALLA POR LA
    SUPERIORIDAD AÉREA

    MODELO O ADVERTENCIA?

    MAYOR WILLIAM F. ANDREWS, USAF


    POCO DESPUÉS del término de la I Guerra Mundial, los líderes militares alemanes tomaron la decisión de basar su estrategia en una ofensiva corta, de alta movilidad, de marcha rápida y de nivel de teatro ofensivo. La Luftwaffe fue conformada alrededor de este concepto de operaciones. Podemos medir su efectividad en base al desempeñó de su tarea más importante: la conquista de la superioridad aérea. La Luftwaffe fue organizada, equipada y utilizada exitosamente para conquistar la superioridad aérea en campañas ofensivas cortas sobre Europa Continental. Esta impresionante estrategia aérea ofensiva dio importancia a las operaciones independientes contra fuerzas aéreas opositoras como el medio para lograr superioridad aérea. Muchas fuerzas aéreas, desde entonces, han intentado imitar las primeras victorias de la Luftwaffe: éxitos notables incluyen la victoria de Israel sobre la fuerza aérea egipcia, en 1967 y la derrota de Irak por la fuerza aérea de la Coalición en 1991. El éxito alemán, sin embargo, fue en un contexto dependiente. La Luftwaffe estaba preparada para ganar la superioridad aérea dentro del marco de una guerra ofensiva corta. La guerra aérea sobre Europa llegó a ser un conflicto prolongado en todas las fronteras y, la Luftwaffe fue forzada hacia la defensiva estratégica. A pesar de los dramáticos ajustes, la Luftwaffe finalmente fracasó en su búsqueda de la superioridad aérea. Este fracaso puede servir como una advertencia; los alemanes idearon una estrategia excelente que fue forzada hacia un contexto en el cual no pudo tener éxito.

    Los líderes de la Luftwaffe buscaron la victoria dentro del marco de la guerra corta porque las lecciones alemanas de la I Guerra Mundial incluyeron el entendimiento de que Alemania no tenía los recursos para sostener una guerra de desgaste prolongada. Alemania había estado abrumada por la superioridad económica y de armamento de los aliados. El General Hans von Seeckt, comandante del Ejército desde 1920 a 1926, se dio cuenta que las defensas móviles rápidas serían necesarias para evitar el tipo de conflicto prolongado que Alemania no podría ganar. Esta filosofía tuvo un impacto en el modo en el cual la Luftwaffe se aproximó a la superioridad aérea.

    La Luftwaffe identificó la superioridad aérea como su tarea más importante. Esta creencia fue fundamentada en las experiencias de Alemania en la I Guerra Mundial, aceptada por líderes militares alemanes más antiguos y establecida en los reglamentos militares. En la I Guerra Mundial, los aviadores del Kaiser lucharon y perdieron una batalla costosa por la superioridad aérea sobre Francia y Bélgica. La experiencia reveló que la superioridad aérea era deseada porque permitía operar libremente los aviones de observación y de ataque mientras se le negaba lo mismo al enemigo. En 1929 el General von Seeckt escribió que la guerra futura empezaría con un choque de flotas aéreas y que el objetivo aéreo debería ser la fuerza aérea enemiga y sólo después de su supresión la ofensiva podría ser dirigida contra otros objetivos. El requisito para la superioridad aérea fue reflejado en reglamentos de interguerra. El manual de doctrina operacional del ejército de 1934, Truppenführung (Liderazgo de la Tropa), establecía que para llevar a efecto las operaciones terrestres exitosamente, uno debería buscar establecer superioridad aérea sobre el enemigo en el momento decisivo. Que los líderes de la Luftwaffe aceptaran la necesidad de ganar superioridad aérea es también evidente en sus escritos previos a la guerra. El primer Comandante en Jefe de la Luftwaffe, General Walther Wever, registró la necesidad de combatir la fuerza aérea enemiga, entre las tareas prioritarias de la Luftwaffe. Antes de la campaña polaca, el General Hans Jeschonnek, posterior Comandante en Jefe, escribió que la tarea más apropiada y esencial es la batalla contra la fuerza aérea enemiga, esta debe ser ejecutada vigorosamente y a cualquier costo. La segunda tarea, el apoyo al ejército, en los primeros días de la guerra no puede demandar el mismo nivel de importancia .... Lo que se pueda lograr en los dos primeros días usando su propia fuerza aérea contra un ejército opositor no se compara con el daño que la fuerza aérea enemiga pueda infligir si permanece en condiciones de combatir.

    Entre los aviadores alemanes era ampliamente aceptado el que derrotar la fuerza aérea del enemigo era el mejor medio de obtener el objetivo primordial que consistía en la superioridad aérea.

    La doctrina aérea alemana enfatizó la concentración y la acción ofensiva. Estas características son evidentes en el enfoque que la Luftwaffe tenía en la superioridad aérea. Desde los primeros minutos de una campaña, las unidades aéreas alemanas enfocaban la mayor parte de sus esfuerzos en la destrucción de la fuerza aérea enemiga. La Regulación 16 de la Luftwaffe, Luftkriegsführung (Conducción de la Guerra Aérea), señalaba que la fuerza aérea enemiga debe ser combatida desde el comienzo de la guerra.... Una ejecución ofensiva de la batalla en el territorio enemigo era indispensable. La batalla aérea ganará la iniciativa sobre el enemigo. La acción ofensiva de unidades de bombardeo tenía como propósito la destrucción de las unidades aéreas en la tierra, simultáneamente impidiendo la iniciación de salidas de vuelos al igual que el comando y control. Unidades de caza entonces perseguirían a las unidades que eran capaces de aerotransportarse. La defensa no era enfatizada. Para evitar que la ofensiva aérea se diluyera, la defensa fue dejada a unidades de artillería antiaérea. El esfuerzo ofensivo de superioridad aérea (Offensive CounterAir OCA) era reunido a tiempo para neutralizar la fuerza aérea del oponente lo más rápido posible.

    La Luftwaffe estaba efectivamente organizada y equipada para ejecutar operaciones ofensivas aéreas breves para destruir las fuerzas aéreas opositoras. Las unidades alemanas de la fuerza aérea estaban organizadas en flotas aéreas autónomas (Luftflotten) que estaban bien preparadas para desarrollar las operaciones OCA. Cada Luftflotte era capaz de ejecutar operaciones autónomas contra una fuerza aérea enemiga, combinando diferentes tipos de unidades de alas de artillería antiaéreas, de señales y unidades de apoyo mutuo. Más significativamente, los Luftflotten estaban comandados por aviadores, que eran independientes de la cadena de mando del ejército. Esta independencia le permitió a la Luftwaffe minimizar los desvíos en apoyo de objetivos secundarios y concentrarse en derrotar primeramente la fuerza aérea del enemigo.

    La tecnología apoyó bien la ofensiva aérea operacional de la Luftwaffe. Sus aviones estaban bien adaptados para misiones OCA preferentemente para la destrucción de unidades aéreas en tierra. Los bombarderos alemanes (Do17s, He111s, Ju87s, Ju88s) eran buenas armas para atacar los campos aéreos; su alcance y armamento eran los adecuados para alcanzar las bases aéreas, principalmente para sostener enfrentamientos con la fuerza aérea enemiga. Las débiles defensas de las bases aéreas predominantes al comienzo de la guerra, permitieron ataques desde muy baja altitud, destacándose la precisión, y sorpresa del bombardero mediano. Los aviones de combate de doble motor (Bf110s) estaban destinados a escoltar a los bombarderos, desviando los ataques de los aviones de combate hasta que la fuerza aérea del enemigo era vencida. Los aviones de caza mono motor (Bf109s, y más tarde el Fw190s) estaban destinados a combatir unidades enemigas en el aire, preferentemente sobre territorio enemigo. Los alcances de los aviones de caza eran adecuados para llevar a cabo el combate a los adversarios más continentales, pero resultaban incapaces de alcanzar elementos de las fuerzas aéreas inglesas y soviéticas más distantes.

    El equipo que una organización militar selecciona debe apoyar su doctrina pero puede excluir (doctrinalmente) tareas imprevistas o no deseadas. En el caso de la Luftwaffe, su armamento le permitió combatir las campañas OCA de corta ofensiva pero limitó su habilidad para comprometerse en otras formas de guerra aérea. Equipada para una guerra ofensiva corta, la Luftwaffe estaba capacitada para atacar fuerzas aéreas continentales en el campo de batalla. Sin embargo, no estaba bien preparada para ataques distantes al poder aéreo enemigo bases de entrenamiento y fábricas de aviones localizadas lejos del frente de batalla. Los bombarderos alemanes carecían de alcance, carga útil, y potencia de fuego defensiva para alcanzar objetivos distantes en Inglaterra, la USSR y el Sudoeste de Francia. El eventual fracaso del Bf110 como escolta y el corto alcance del Bf109 sólo agravaron este defecto operacional. Estas limitaciones son significativas porque dictaron que el poder aéreo alemán sólo podía ser enviado contra fuerzas aéreas en el campo de batalla, en vez de efectuar ataques significativamente más provechosos sobre los recursos del poder aéreo del adversario. Una guerra aérea prolongada entre adversarios semejantes conlleva el riesgo real de convertirse en una exhaustiva guerra de desgaste. La guerra aérea de desgaste confía tanto en la materia prima, el poder industrial y el entrenamiento de la tripulación como en la doctrina y la estrategia.

    El énfasis alemán en el uso ofensivo del poder aéreo resultó en una capacidad de defensa aérea subdesarrollada. Para la Luftwaffe, las operaciones de aire defensivas representaron un fracaso de la ofensiva porque la defensa pura niega el carácter esencial de la fuerza aérea. Aunque la doctrina de la Luftwaffe requería la unificación de barrera antiaéreas, aviones de caza, y una red de control y comando (C2) bajo la orden de comandantes defensivos regionales, esto no se hizo realidad hasta 1943, después de la primera invasión a granescala de los bombarderos aliados en Cologne.

    Aún después de la unificación local, sin embargo, las organizaciones regionales nunca fueron subordinadas a un comando de defensa extendido, resultando en rivalidades innecesarias por recursos y mala coordinación. La doctrina de preguerra de la Luftwaffe era pesimista en cuanto a la efectividad defensiva de los aviones de caza destacando la dificultad de interceptar aviones de alta velocidad y señalando la posibilidad que las intercepciones tendrían que ser llevadas a cabo durante los vuelos de regreso de los enemigos.

    Este escepticismo defensivo pudo haber retardado el desarrollo e integración de las tecnologías defensivas decisivas tales como los sistemas de control de radar y aviones cazas. Sin embargo, las poderosas capacidades defensivas nacieron eventualmente de la necesidad, cuando Alemania se vio obligada a salir de su estrategia preferida de ofensiva corta.

    Alemania aplicó exitosamente su doctrina aérea ofensiva en los primeros dos años de la guerra contra Polonia, Escandinavia, los Países Bajos, Francia y los Balcanes. Los ataques concentrados en los campos aéreos enemigos eliminaron la resistencia aérea efectiva dentro de días. Durante la batalla por Francia, el comando de la Luftwaffe declaró superioridad aérea al quinto día de la campaña y supremacía aérea seis días más tarde. Ataques de sorpresa en las principales bases de operaciones destruyeron gran cantidad de aviones. Las unidades aéreas enemigas que se habían dispersado escaparon de la embestida inicial pero, operaban con una eficiencia reducida, haciéndose más vulnerables a la acción ofensiva de los aviones cazas alemanes.

    Una faceta del éxito aéreo alemán que es fácilmente pasado por alto, es la contribución de las fuerzas terrestres alemanas a la derrota de las fuerzas aéreas enemigas. Las campañas OCA fueron respaldadas grandemente por el éxito ofensivo en el campo de batalla. Las simultáneas ofensivas aéreas y de tierra, colocaron a los comandantes aéreos enemigos en un dilema; fueron forzados a elegir entre usar sus ventajas aéreas para contra atacar los avances en el terreno alemán o emprender las campañas de combate aéreo. La concentración en tierra podría llevar a una rápida derrota en el aire, mientras que la concentración en la guerra aérea parecía poco práctica y sin sentido cuando los ataques de vanguardia alemanes estaban teniendo éxito en tierra. El énfasis alemán en una estrategia contra ofensiva aérea parecía bien situado según las unidades de la Luftwaffe, toda vez que estas permanecían operativas mientras las fuerzas aéreas enemigas eran destrozadas tratando de detener el ataque de los panzers.

    Aún con el enfoque de la Luftwaffe en la superioridad aérea, sus victorias no fueron sin costo. Las pérdidas de la Luftwaffe fueron altas durante cada una de sus campañas ofensivas. Por ejemplo, el 36% del poder total de la Luftwaffe fue dañado o destruido durante la corta (dos meses) pero intensa batalla por Francia. Esto fue probablemente un estimado aceptable considerando el hecho de que las fuerzas aéreas francesas, holandesas, belgas y británicas en el continente estaban derrotadas y Francia y los Países Bajos estaban invadidos. La alta proporción de perdida, sin embargo, demostraría ser insostenible en una guerra aérea prolongada.

    Las campañas ofensivas de superioridad aérea alemanas fracasaron contra Inglaterra y la Unión Soviética cuando se convirtieron en combates prolongados. En el verano de 1940, la Luftwaffe intentó derrotar a la Real Fuerza Aérea (Royal Air Force RFA) en una corta campaña ofensiva contra el comando de aviones de caza.

    El objetivo aéreo operacional fue ganar superioridad aérea sobre el Sudeste de Inglaterra. Después de un fracasado intento para combatir a la RFA sobre el Canal de la Mancha, la Luftwaffe realizó una campaña OCA de tres semanas contra las bases de la RFA (y por extensión, la producción de la RFA) a finales de agosto. Esta campaña estaba teniendo resultados favorables hasta que los alemanes cambiaron sus ataques hacia Londres en un esfuerzo de atraer los aviones de caza de la RFA hacia una batalla aérea final. Tres semanas de ataques diurnos sobre Londres fracasaron en derrotar el comando de aviones de caza, en este momento la Luftwaffe abandonó su batalla por la superioridad aérea sobre Inglaterra y llevó a efecto bombardeos nocturnos de terror.

    Los alemanes fueron incapaces de obtener una decisión rápida en el aire por varias razones. La RFA fue el primer adversario de la Luftwaffe armado con una efectiva estrategia. El comando de aviones de caza tenía una doctrina defensiva de superioridad aérea (Defensive Counterair DCA) y estaba entrenado y equipado efectivamente para operaciones defensivas. Los británicos fueron capaces de emprender la batalla aérea defensiva exitosamente sin desviación. La ausencia de una campaña en tierra significó que la RFA se pudo concentrar en atacar a la Luftwaffe. Los errores operacionales alemanes también contribuyeron al fracaso. La inteligencia alemana, fracasando en identificar las vulnerabilidades defensivas de la red C2 de la RFA, ignoró este centro de gravedad critico. La inteligencia también fracasó en determinar correctamente la efectividad de los ataques en los campos aéreos de comando de aviones de caza, y esto resultó en un cambio malogrado y prematuro del ataque sorpresivo a Londres. Por último, hubo carencia de voluntad y capacidad alemana para mantener las pérdidas aéreas mientras la campaña se extendía a costosas semanas. Como resultado, los alemanes fueron incapaces de derrotar a la RFA, y la guerra aérea en el Oeste cayó en una larga paralización.

    La guerra aérea ofensiva contra Rusia gozó de éxitos iniciales mientras que el esfuerzo de OCA ganó rápidamente superioridad aérea sobre el Oeste de la Unión Soviética. La fuerza aérea roja fue virtualmente aniquilada en una serie de poderosos ataques contra los campos aéreos soviéticos. Las condiciones fueron favorables para el golpe fuera de combate de el OCA de la Luftwaffe. Los campos aéreos soviéticos estaban incompletos, aumentando la vulnerabilidad de los aviones rojos en la tierra. Las unidades soviéticas que lograban tomar vuelo eran rápidamente arrasadas al igual que las armas inferiores de la fuerza aérea roja, entrenamiento y organizaciones eran expuestas. Las unidades armadas alemanas invadieron las bases soviéticas, desviando o destruyendo las unidades aéreas rojas. La superioridad aérea fue rápidamente lograda y la Luftwaffe fue capaz de cambiar sus esfuerzos hacia prohibición y apoyo aéreo cercano. Durante el período de incuestionable superioridad aérea alemana, el Wehrmacht sin embargo, fue incapaz de lograr una decisión en la guerra. Las fuentes del poder aéreo soviético fueron reubicadas fuera de alcance (Este de los Urales) y la fuerza aérea roja comenzó una lenta recuperación. Durante la batalla de Moscú, los soviéticos fueron capaces de traer unidades siberianas en tierra y aire no comprometidas previamente para apoyar, ya que la Luftwaffe estaba gravemente impedida por las condiciones invernales. Después de Moscú, la fuerza aérea roja aumentó constantemente mientras que la Luftwaffe fue desvaneciéndose. El gran tamaño del frente oriental se comió a la pequeña Luftwaffe. Incapaz de cubrir vastos sectores del frente, las unidades aéreas tenían que estar concentradas en puntos decisivos. La concentración era decisiva en la batalla por la superioridad aérea local pero no daba garantías de éxito. En los cielos al Oeste de Stalingrado, la fuerza aérea roja y el clima invernal frustraron los intentos alemanes para reabastecer el VI Ejército. Después de esta costosa batalla, la declinación dramática de la fuerza de la Luftwaffe produjo que los intentos de ganar superioridad aérea fueran muy limitados en cuanto al área y a la duración. Grandes batallas por la superioridad aérea se desarrollaron en las áreas de Kursk y Kuban en 1943 a medida que lentamente la fuerza aérea roja ganaba ventaja. Mientras la fuerza aérea alemana en el Este comprobaba su incapacidad de destruir a la resurgente fuerza aérea soviética, lentamente perdió su misión independiente y cambió su énfasis a un apoyo directo del ejército. El Frente Oriental se transformó en un constante agotamiento de la Luftwaffe, debilitándola para el ataque fatal que le fue administrado en el Este.

    En 1921, el General von Seeckt ordenó que el oponente debía ser empujado hacia la defensiva, y su poder y agresividad interrumpido por la destrucción de muchos de sus aviones. El fracaso de los alemanes para ganar superioridad aérea sobre las Islas Británicas permitió a los aliados lograr la superioridad del aire en contra de la Luftwaffe. La superioridad aérea de los aliados sobre Inglaterra proveyó un refugio para un incremento de bombarderos aliados. Los aliados fueron capaces de lanzar la ofensiva de bombardeo combinado, que debía ser respondida por la Luftwaffe. Habiendo ya abandonado la ofensiva en el Oeste, y comprometido excesivamente en el Este, la Luftwaffe fue forzada a una batalla DCA. Este ataque defensivo agotó gradualmente a la fuerza aérea alemana mientras las esperanzas de superioridad aérea en la periferia fueron sacrificadas para sostener las costosas batallas sobre el Reich.

    La prolongada guerra aérea defensiva impuso cambios en la organización, armamentos y la utilización de la Luftwaffe. Aunque los alemanes fueron capaces de hacer un cambio drástico de una estrategia ofensiva aérea hacia una defensiva, finalmente se tornaron indefensos en el aire por la producción aliada en una batalla de desgaste. Sin una doctrina defensiva substancial, los esfuerzos alemanes DCA fueron desviados para intentar imponer pérdidas significativas a la fuerza de bombardeo aliada. Sin embargo, la estrategia alemana preferida de aniquilación fue poco práctica desde que OCA fue excluida por la superioridad aérea aliada sobre Inglaterra y la acción ofensiva de los bombarderos aliados fue opcional. Los generales de la Luftwaffe se aferraron a la esperanza de que si suficientes aviones de caza pudieran ser reunidos contra una formación de bombarderos, podrían esparcir y diezmar y presumiblemente resultaría en una suspensión de la ofensiva aérea.

    Las organizaciones defensivas aéreas se desarrollaron regularmente desde 1941 a 1944 en respuesta a requerimientos operacionales. La defensa del Reich fue inicialmente confiada a un sólo Fliegerkorps, pero eventualmente aumentó a dos Luftflotten que controlaban cinco divisiones de aviones de caza. Las divisiones de aviones de caza controlaban las comunicaciones aéreas y órdenes de control, órdenes de aviones de advertencia, grupos de aviones de caza, y órdenes de barrera antiaérea. Esta organización defensiva se expandió y fue perfeccionada a medida que la amenaza empleada por la ofensiva aérea aliada creció.

    Los requisitos de combate aéreo defensivo, resultaron en muchos cambios técnicos. La Luftwaffe produjo e integró radares de vigilancia aérea, radares de intercepción aérea, radares de control de fuego de barrera antiaérea y sistemas de control automático de aviones de caza. Los blindajes y el armamento crecieron, sacrificando el alcance y la maniobrabilidad (atributos deseados para los aviones de caza ofensivos) para combatir a los bombarderos aliados. El armamento de los aviones de caza alemán se expandió para incluir bombas aéreas para derribar bombarderos, cohetes y cañones pesados (30 mm.). La producción de aviones reflejó el cambio hacia la defensa a medida que la producción de bombarderos fue sacrificada con motivo de la creciente producción de aviones de caza defensivos. Como la Luftwaffe perdió su capacidad ofensiva, los ex pilotos de bombarderos y transporte fueron trasformados en combatientes para la batalla defensiva.

    Para dar crédito a la Luftwaffe, las operaciones defensivas lograron algunos éxitos a través del año 1943. Aunque los aviones de caza alemán fueron incapaces de responder a las invasiones de bombarderos rápidamente obligaron al comando de bombarderos de la RFA a realizar operaciones nocturnas menos efectivas e infligieron pérdidas prohibitivas en bombarderos sin escolta de la 8 Fuerza Aérea estadounidense. Las operaciones diurnas sobre Alemania fueron suspendidas después de la segunda invasión Schweinfurt. Este éxito alemán fue sin embargo sólo una victoria pírica. Debido a Schweinfurt, la Luftwaffe había perdido cientos de valiosos aviones y pilotos irremplazables. Aunque los líderes de Luftwaffe habían desplegado una considerable flexibilidad doctrinal y operacional en el cambio hacia la defensa, la guerra aérea se había convertido en una lucha de desgaste que la Luftwaffe no podía ganar. Cuando los estadounidenses retomaron la ofensiva en 1944, la inesperada aparición de aviones de caza escolta de largo alcance inclinaron la balanza del intercambio en el aire claramente en su favor.

    La Ofensiva del Bombardeo Combinado le arrebató la iniciativa a la Luftwaffe. Las operaciones defensivas de aviones de caza fueron de naturaleza reactiva e incapaces de producir un resultado favorable para la Luftwaffe. Los maravillosos avances tecnológicos tales como jets, cohetes de combate y misiles de superficie aérea que pudieron haber anulado a los aviones de caza aliados de largo alcance, aparecieron muy tarde para tener resultados. Las cifras aliadas eliminaron a la Luftwaffe de los cielos. En medio de una rápida y fracasada campaña defensiva, la Luftwaffe se aferró a su ofensiva preferida profundamente arraigada. El bombardero alemán en decadencia y las fuerzas de combate desempeñaron su última obra en los esfuerzos OCA. El último logro significativo de la fuerza bombardero tripulada de la Luftwaffe fue el ataque en junio de 1944 sobre la ciudad ucraniana de Poltava. Los bombarderos nocturnos sorprendieron a la fuerza de transportadores estadounidense en tierra y lanzaron un ataque averiando o destruyendo 69 B17. En el Oeste, la última operación importante de combate se llevó a efecto el 1 de enero de 1945 cuando la fuerza total de combate operacional de la Luftwaffe estaba dedicada a la Operación Bodenplatte (Ground Plate), un ataque contra los campos aéreos aliados en los Países Bajos y Francia. Bodenplatte destaca la mutilación de la Luftwaffe. La operación fue ejecutada por aviones de caza de un sólo motor (la fuerza de bombarderos era casi inexistente), por pilotos inexpertos en una misión que tenía poca posibilidad de éxito. Entrenados y equipados para el aire, los pilotos alemanes sufrieron aproximadamente el 30 por ciento de pérdidas en esta sola misión. Aunque ambas operaciones destruyeron a los aviones aliados en el terreno, ascendieron sólo a simples molestias considerando la cantidad de aviones que la Luftwaffe aún enfrentaba.

    Al analizar el desempeño de la Luftwaffe en la II Guerra Mundial, muchos han encontrado fácil criticar el liderazgo de la Luftwaffe. Una generación de defensores estadounidenses y británicos del bombardeo estratégico han censurado a los líderes aéreos alemanes por fracasar en la construcción del bombardero pesado de 4 motores, sin embargo estas dos naciones insulares (que fueron capaces de dedicar muchos más recursos a sus flotas de bombarderos) fueron incapaces de producir suficientes bombarderos pesados que rindieran resultados significativos antes de 1944. Más aún, los bombarderos pesados estadounidenses fueron incapaces de operar libremente sobre Alemania hasta que los efectivos aviones escoltas de caza de largo alcance fueron ampliamente utilizables. Una crítica con más mérito fue que el Alto Mando de la Luftwaffe, particularmente el Jefe de Estado Mayor Hans Jeschonnek, era corto de vista. Las prácticas de entrenamiento alemán se inclinaban a apoyar esta postura; en particular, la dedicación de Jeschonnek a las unidades de entrenamiento de la Luftwaffe en las contingencias fue bastante dañina considerando el hecho de que el entrenamiento de los activos es primordial en largas guerras de desgaste. La Luftwaffe fue lenta en reconocer que estaba en una guerra aérea de desgaste y en implementar las medidas necesarias para llevar a cabo una guerra con éxito. Hay una fuerte posibilidad de que Hermann Gring y Jeschonnek fueron culpables en la apreciación de su estrategia de guerra aérea de ofensivacorta. El alto mando de la Luftwaffe fracasó en prepararse seriamente en la eventualidad de que su estrategia preferida fracasara. Sin embargo, la Luftwaffe hizo ajustes notables en el cambio de operaciones aéreas ofensivas a las defensivas, y es un crédito para el personal aéreo alemán y los comandantes operativos el que la Luftwaffe permaneciera como elemento importante por tanto tiempo contra una poderosa oposición.

    Después de 1941, la Luftwaffe enfrentó una situación que no pudo ganar. La pregunta que esto sugiere a los estrategas contemporáneos es ¿Cómo deja uno de tropezarse con un cañón estratégico? La experiencia de la Luftwaffe sugiere que debemos reconocer que hay limitaciones en las estrategias militares preferidas de una nación. Simplemente declarado, hay batallas y adversarios para los cuales uno estará preparado y entrenado para combatir, y habrán combates que militarmente uno debe evitar. Desgraciadamente, los oficiales militares no pueden elegir las guerras en las cuales se les ordenará combatir. Enfrentando tal situación, el general, y su personal debe estar al tanto que el objetivo que están proyectando puede no adaptarse a una doctrina preconcebida y sus fuerzas pueden no estar óptimamente entrenadas, organizadas o equipadas para la situación. Más aún, el comandante se debe dar cuenta que puede entrar en un conflicto bajo condiciones favorables, pero puede no ser capaz de dictar la naturaleza de la guerra una vez comenzada. Cuando esto sucede, primero, él debe reconocer que la guerra ya no es de la naturaleza deseada. Luego debe ajustar su estrategia a la situación existente. Afortunadamente el comandante y su personal habrán pensado en posibles alternativas y habrán hecho preparaciones para ellas. La experiencia de la Luftwaffe, sin embargo, nos advierte de la verdadera posibilidad de que los ajustes sólo pueden afectar situaciones marginalmente y que ninguna flexibilidad doctrinal u operacional puede salvar una situación sin posibilidad. Después de 1941, la única solución a los problemas de los alemanes fue política, no militar. Esto nos conduce de vuelta al comienzo: puede que el general tenga que decirle al político que hay límites en lo que se puede hacer en el plano militar. La alternativa es tratar de hacer lo mejor posible en el descenso hacia el abismo.


    Votar

    Ingresar una calificación para del 1 al 10, siendo 10 el máximo puntaje.

    Para que la votación no tenga fraude, solo se podrá votar una vez este recurso.

    Comentarios de los usuarios


    Agregar un comentario:


    Nombre y apellido:

    E-Mail:

    Asunto:

    Opinión:



    Aún no hay comentarios para este recurso.
     
    Sobre ALIPSO.COM

    Monografias, Exámenes, Universidades, Terciarios, Carreras, Cursos, Donde Estudiar, Que Estudiar y más: Desde 1999 brindamos a los estudiantes y docentes un lugar para publicar contenido educativo y nutrirse del conocimiento.

    Contacto »
    Contacto

    Teléfono: +54 (011) 3535-7242
    Email:

    Formulario de Contacto Online »