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Bécquer, cuyo nombre real era Gustavo Adolfo Domínguez Bastida Bécquer, nació en Sevilla en 1836. Era hijo de un pintor y hermano de otro, Valeriano Bécquer. En 1847 murió su padre y él quedó a cargo de uno de los discípulos más aventajados de su padre, pero en 1854 se trasladó a Madrid abandonando la pintura para dedicarse únicamente a la literatura.
No logró triunfar en vida como lo ha hecho tras su muerte, ya que actualmente los entendidos debaten entre si era el mejor poeta del romanticismo, la figura del intimismo o el gran escritor del premodernismo.
En sus inicios Bécquer pasó necesidades mientras escribía para periódicos de segunda fila, hasta que comenzó a colaborar con "La Vanguardia", periódico importante de la época, entre 1856 y 1863.
La primera obra que escribió fue "Historia de los templos de España" (1857), que no tuvo mucha aceptación entre el público pero que ayudó a definir su estilo y los temas de sus futuras leyendas. La primera leyenda apareció publicada en 1857 con el nombre de "El caudillo de las manos rojas", y la última de ellas la escribió en 1866.
A finales de 1860 formó parte, junto con Galdós y Valera del recién fundado periódico "El contemporáneo", donde entabló gran amistad con el poeta Augusto Ferrán. Un año más tarde se casa. En ese mismo año escribió y publicó "Cartas literarias a una mujer", y siete de sus 22 leyendas en prosa.
En los años siguientes continuó colaborando en periódicos y escribiendo en prosa. En 1864, tuvo que irse a un balneario al norte de España para recuperarse de una tuberculosis. Allí escribió "Cartas desde mi celda". A finales de ese año consiguió un cargo, bastante bien pagado, como censor gubernamental de novelas, que ocuipó durante cuatro años.
En este periodo escribió las rimas, pero en 1868, cuando tenía listo el manuscrito para darlo a la imprenta, se produjo la revolución de la Primera República, en la que se perdió dicho manuscrito. Bécquer tuvo que reescribirlo, la mayor parte de memoria, y con ligeras variaciones, es el que hoy conocemos.
En 1868 se deshizo su matrimonio, que nunca fue feliz y del que tuvo tres hijos. Una vez separado, Bécquer, con dos de sus hijos se marchó a Toledo, para vivir con su hermano Valeriano. El pintor murió en septiembre de 1870, y esta muerte causó un gran impacto en Bécquer, que no tardó en seguir su camino, muriendo el 27 de diciembre del mismo año, al igual que Espronceda, a los 34 años.
Aunque Bécquer sea popularmente conocido por las leyendas, éstas no fueron las únicas obras en prosa que escribió, aunque si las más importantes y en las que voy a centrar mi trabajo. En 1860 y 1861 Bécquer publicó "Cartas literarias a una mujer" en el periódico "El Contemporáneo". En éstas muchas veces trata los mismos temas que en las rimas, y otras habla sobre su poesía y el motivo por el que escribe: la mujer.
"Hay una poesía magnífica y sonora...
Hay otra natural, breve y seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye, desnuda de artificio, desembarazada dentro de una forma libre, despierta, con una que las toca, las mil ideas que duermen en el océano sin fondo de la fantasía."
Cartas a una mujer
"En una ocasión me preguntaste:
¿Qué es la poesía?
¿Te acuerdas No sé a qué propósito había yo hablado algunos momentos antes de mi pasión por ella.
¿Qué es la poesía- me dijiste, y yo que no soy muy fuerte en eso de las definiciones, te respondí titubeando:
-La poesía es..., es...-"
..."y exclamé al fin:
-La poesía..., la poesía eres tú!"
Rima
-¿Qué es poesía- dices mientras clavas
En mi pupila tu pupila azul-
¿Qué es poesía? ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía..., eres tú
Bécquer también cultivó el ensayo literario en "Cartas desde mi celda". Se publicaron en "El Contemporáneo", y en ellas se puede observar cierto tono de rebeldía, melancolía y resignación. Describe su estancia en el balneario, sus sentimientos y algunos cuadros de costumbres.
"En el fondo de este valle, cuya melancólica belleza impresiona profundamente, cuyo eterno silencio agrada y sobrecoge a la vez, diríase por el contrario, que los montes que lo cierran como un valladar inaccesible me separan por completo del mundo."
Escribió otros ensayos como "Roncesvalles", "La venta de los gatos", "Las Perlas", "La Soledad", y "El Carnaval" entre otros, y un libro en prosa titulado "Templos de España".
Las obras en prosa más importantes, conocidas y estudiadas de todas las que escribió Bécquer, fueron las leyendas. Éstas son 22 relatos cortos en los que trata distintos temas, en diferentes ambientes, normalmente nocturnos.
Las leyendas están inspiradas en la tradición popular y local, ya que describen costumbres en lugares concretos, cita nombres de ciudades, iglesias y personajes. También están inspiradas en la literatura, con influencias de la literatura oriental y tradicional española.
La mayoría de los entendidos clasifican las leyendas de Bécquer en tres grupos: las tradicionales, las fantásticas y las exóticas.
Las tradicionales, están influidas por los escritos de Zorrilla, y, aunque con un toque becqueriano, pueden ser consideradas de honor y de honra, como por ejemplo "La promesa", "El Cristo de la calavera".
Las fantásticas son relatos sobrenaturales y simbólicos como "Los ojos verdes", "El monte de las ánimas", "El rayo de luna", "Maese Pérez el organista", etc. Hay que destacar que la mayoría de las leyendas pertenecen a este grupo.
Y, por último, las leyendas exóticas, de influencia hindú o árabe como "El caudillo de las manos rojas" y "La Creación". En estas leyendas no se ven tan bien representadas las "típicas" características de Bécquer, referidas principalmente a los dos primeros grupos de leyendas.
Las características geerales de las leyendas son:
Presencia de un mundo espectral, sobrenatural y misterioso, que muchas veces utiliza para presagiar los episodios, como en "El monte de las ánimas":
"Y cerrando los ojos intentó dormir; pero en vano había hecho 00 el esfuerzo sobre si misma. Pronto volvió a incorporarse, más pálida, más inquieta, más aterrada. Ya no era una ilusión: las colgaderas de brocado de la puerta se habían rozado al separarse, y unas pisadas lentas y sonaban sobre la alfombra..." "... Separó las cortinas de seda del lecho, y ya se disponía a reírse de sus temores pasados cuando de repente un sudor frío cubrió su cuerpo... Sobre el reclinatorio había visto sangrienta y desgarrada la banda azul que fue a buscar Alfonso."
Pasa de lo real a lo fantástico, llegando a introducir datos históricos en sus relatos que los hacen más verosímiles, como en "La Promesa", en la que habla de la batalla que realizó Fernando IV, a la que el Papa dio el carácter de Cruzada:
"...Circulaban en todas direcciones multitud de soldados que, hablando dialectos diversos y vestido cada cual al uso de su país, y cada cual armado a su guisa..."
Presencia de ambientes nocturnos, de ruinas, en los que está casi siempre presente la luna. Bécquer gustaba de monasterios e iglesias.
"Algunas veces llegaba su delirio hasta el punto de quedarse una noche entera mirando la luna, que flotaba en el cielo entre un vapor de plata..."
"...Aún quedaban en pie restos de los anchos torreones de sus muros, aún se veían, como en parte se ven hoy, cubiertos de hiedra y campanillas blancas los macizos arcos de los claustros, las prolongadas galerías ojivales de sus patios de armas en las que suspiraba el viento con un gemido..." (El rayo de luna).
Presencia de un enamorado, ya valiente, ya frágil que desafía a todo por los deseos de su amada, y acaba siendo condenado. Otras veces, aunque aspirando a un amor natural, acaba siendo destruido por una amada sobrenatural o espectral.
"¿La ves? -parecía decirme mostrándome la joya- Pues no es tuya, no lo será nunca..., nunca..."
"¿Qué virgen tiene esa prisa?
-la del Sagrario- murmuró María
-La del Sagrario!- repitió el joven con acento de terror- ¿La del Sagrario de la catedral!...
Y en sus facciones se retrató un instante el estado de su alma, espantada en una idea..." ... "Yo se la arrancaría para ti, aunque me costase la vida o la condenación". (La ajorca de oro).
La amada es inalcanzable, malvada la mayoría de las veces, que conduce al hombre a la perdición. Es siempre bella, muy bella y ha de tener algo que la haga misteriosa.
" Yo la he de encontrar, la he de encontrar; y si la encuentro estoy casi seguro de que he de conocerla... ¿En qué? eso es lo que no podré decir..., pero he de conocerla. El eco de sus pisadas o una sola palabra suya que vuelva a oír, el extremo de su traje, un solo extremo que vuelva a ver me bastará para conseguirlo..." (El rayo de luna)
El tiempo tratado en las leyendas es siempre pasado, preferiblemente el de la edad Media, con batallas, juras, duelos, torneos, gloria, fama...
"El Rey de Castilla marchaba a la guerra de moros, y para combatir con los enemigos de la religión había apellidado en son de guerra... (El Cristo de la Calavera).
Por último, añadir que Bécquer muchas veces añade comentarios críticos, satíricos o irónicos la final de sus leyendas, como en "El Rayo de Luna":
"Cantigas..., mujeres..., glorias..., felicidad..., mentira todo, fantasmas vanos que formamos en nuestra imaginación y vestimos a nuestro antojo, y los amamos y corremos tras ellos. ¿Para qué? ¿Para qué? Para encontrar un rayo de luna.
Manrique estaba loco; por lo menos todo el mundo lo creía así. A mí, por el contrario se me figura que lo que había hecho era recuperar el juicio..."
Hasta ahora se han encontrado 84 rimas, agrupadas y publicadas por sus amigos en "El libro de los gorriones" ya que Bécquer no las pudo publicar en vida.
Las rimas están clasificadas en cuatro series, atendiendo a los temas, y numeradas con números romanos.
Comprende desde la rima I hasta la rima XI; el tema principal que se desarrolla en estas rimas es el de la propia poesía, el trabajo creador y la figura del poeta. Al mismo tiempo Bécquer pone de manifiesto el motivo de su poesía y su único destinatario: La mujer.
"Mientras sintamos que se alegra el alma
Sin que los labios rían;
Mientras se llore sin que llanto acuda
A nublar la pupila;
Mientras el corazón y la cabeza
Batallando prosigan;
Mientras haya esperanzas y recuerdos,
Habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
Los ojos que los miran;
Mientras responda el labio suspirando
Al labio que suspira;
Mientras sentirse puedan en un beso
Dos almas confundidas;
Mientras exista una mujer hermosa
Habrá poesía!
(Fragmento, Rima IV)
Abarca desde la rima XI a la rima XXIX. En ellas habla y describe a la mujer perfecta, a una mujer ideal e inalcanzable. Podríamos considerar estas rimas como el reflejo de una primera etapa en la biografía amorosa de Bécquer.
Porque son, niña tus ojos
Verdes como el mar, te quejas;
Verdes los tienen los náyades,
Verdes los tuvo Minerva,
Y verdes soon las pupilas
de las hurís del profeta.
El verde es gala y ornato
Del bosque en al primavera
Entre sus siete colores,
Brillante el Iris lo ostenta.
Las esmeraldas son verdes,
Verde el color del que espera,
Y las ondas del Océano,
Y el laurel de los poetas
Es tu mejilla temprana
Rosa de escarcha cubierta.
En que el carmín de los pétalos
Se ve al través de las perlas.
(Fragmento, Rima XII)
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
Hoy llega al fondo de mi alma el sol;
Hoy la he visto..., la he visto y me ha mirado...
Hoy creo en Dios!
Rima XVII
Sabe, si alguna vez tus labios rojos
Quema invisible atmósfera abrasada,
Que el alama que hablar puede con los ojos
También puede besar con al mirada.
Rima XX
Por una mirada, un mundo;
Por una sonrisa, un cielo;
Por un beso..., yo no sé
Que te diera por un beso!
Rima XXIII
Bécquer habla, desde la rima XXX hasta la rima LI, sobre el desengaño amoroso, la frustación e incluso la infidelidad. En esta serie Bécquer trata las rimas de dos maneras, por un lado con arrepentimiento y por otro lado con rabia y frustración hacia una amor no conseguido. Hay expertos que han identificado estas rimas con la depresión que atravesó Bécquer tras la separación de su mujer, que le había sido infiel.
Asomaba a sus ojos una lágrima
Y a mi lado una frase de perdón;
Habló el orgullo y enjugó su llanto,
Y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
Pero al pensar en nuestro mutuo amor,
Yo digo aún: "¿Porqué callé aquel día?"
Y ella dirá: "¿Porqué no lloré yo?"
Rima XXX
Los suspiros son aire y van al aire.
Las lágrimas son agua y van al mar.
Dime, mujer: cuando el amor se olvida,
¿Sabes tú adonde va?
Rima XXXVIII
Desde la rima LII hasta la última (LXXXVIII) se agudizan los sentimientos de desengaño y frustración, hasta llegar a un desasosiego parecido al de Larra en su últimos artículos. También en estas rimas Bécquer entra en un periodo de dudas y preguntas existenciales, que unidas a su pesimismo respecto del amor y de las mujeres nos demuestra que llegó a perder la esperanza.
Volverán las oscuras golondrinas
En tu balcón sus nidos a colgar,
Y otra vez con el ala a sus cristales
Jugando llamarán;
Pero aquellas que el vuelo refrenaban
Tu hermosura y mi dicha al contemplar,
Aquellas que aprendieron nuestros nombres,
Esas... no volverán!
Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar,
Y otra vez a la tarde, aún más hermosas,
Sus flores se abrirán
Pero aquellas cuajadas de rocío,
Cuyas gotas mirábamos temblar
Y caer, como lágrimas del día...,
Esas... no volverán!
Volverán del amor en tus oidos
las palabras ardientes a sonar;
Tiu corazón de profundo sueño
Tal vez despertará;
Pero mudo y absorto y de rodillas,
Como se adora a Dios ante su altar,
Com yo te he querido..., desengáñate:
Así no te querrán!
Rima LIII
Mi vida es un eral:
Flor que toco se deshoja;
Que en mi camino fatal,
Alguien va sembrando el mal
Para que yo lo recoja.
Rima LX
¿De dónde vengo?... El más horrible y áspero
De los senderos busca.
Las huellas de unos pies ensangrentados
Sobre la roca dura;
Los despojos de un alma hecha girones
En las zarzas agudas,
Te dirán el camino
Que conduce a mi cuna.
¿Adónde voy? El mas sombrío y triste
De los páramos cruza;
Valle de eternas nieves y de eternas
Melancólicas brumas.
En donde esté una piedra solitaria
Sin inscripción alguna,
Donde habite el olvido,
Allí estará mi tumba.
Rima LXVI
Se discute si encuadrar la poesía de Bécquer en el post-romanticismo o en el pre-modernismo, ya que por una parte Bécquer nos desnuda todos sus sentimientos, pero por otra es la máxima inspiración de los modernistas. Lo que si es seguro es que escribía una poesía sincera y desnuda, y que se sirve solamente de los recursos necesarios para causar sonoridad, musicalidad y ritmo. Estos recursos suelen ser la anáfora, el paralelismo y la gradación, que podemos observar en la Rima IV o en la Rima XII.
Otra de las principales características es que nunca utiliza nombres propios en su poesía. Aparecen el yo del poeta y el tú referido a una mujer, a la que siempre va dirigida la poesía.
Bécquer mezclaba los versos populares (coplas y canciones) con los versos cultos. La mayoría de sus rimas son combinaciones de versos octasílabos y endecasílabos formando estrofas de no más de ocho versos, agrupadas en poemas de una, dos, tres o cuatro estrofas.
Andrea Barceló Martínez-Valero
2BUP C
Junio, 1998
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