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Biografia de Simon Bolivar.

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Vida y obra de Simon Bolivar.

Agregado: 29 de AGOSTO de 2000 (Por ) | Palabras: 12487 | Votar |
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    República de Venezuela

    U.E Niño Jesús de Escuque

    Simón Bolívar 
El Libertador


    Alumno:

    Docente:

    Asignatura:

    Cátedra Bolivariana.

    Introducción

    Este trabajo esta dedicado a un hombre entre hombres, aun señor de señores, este trabajo esta dedicado a la memoria, visión y vida de Simón Bolívar.

    Simón Bolívar era un patriota muy dedicado quien soñó con una Latinoamérica unida. Fué honrado con el título de "Libertador" por su participación en las guerras de la independencia.


    Aunque su visión quedó sin florecer, su sacrificio personal contribuyó al nacimiento de muchas de las orgullosas repúblicas latinoamericanas que existen hoy.


    Simón Bolívar

    El hombre que hoy, con toda justicia, es conocido

    en el mundo entero como el Libertador, nació en

    Caracas el 24 de julio de 1783. Su ciudad natal,

    capital entonces de la Capitanía General de

    Venezuela, provincia del Imperio Español,

    sería en 1810 la matriz del movimiento independentista

    hispanoamericano. como cualquier niño rico de la época,

    vino al mundo entre sedas, cojines de terciopelo carmesí con guarnición de oro; entre pañales de Holanda. Era hijo del Coronel Juan Vicente Bolívar y Ponte (La Victoria, Aragua, 1726) y de Doña María de la Concepción Palacios y Blanco (Caracas, 1759) criollos ambos, fue bautizado el 30 de julio en la Catedral con los nombres de Simón José

    Antonio de la Santísima Trinidad. Pero la

    historia lo llama Simón Bolívar, el Libertador.

    Su ejemplo, su acción, su pensamiento

    - su legado, en suma - están más vigentes

    que nunca. Pues él actuó, sintió, reflexionó y escribió para su época, y también para la posteridad.

    Los Bolívar-Palacios, familias arraigadas desde hacía varias generaciones al suelo americano, pertenecían a la encumbrada y poderosa clase social de los "mantuanos", que dentro de la Provincia tenían la primacía en todo, excepto el pleno poder político. Simón vino al mundo "en cuna de oro" y, además, al poco tiempo un pariente suyo el padre Juan Félix Jérez-Aristiguieta y Bolívar instituyó en su favor un rico patrimonio, llamado "Vínculo de la Concepción

    Simón, cuya madre no podía amamantarlo, tuvo por nodriza a una vitalmente robusta y san esclava de la familia, la negra Hipólita. Esta no sólo calmó con su seno el apetito del niño (sustituyendo a una amiga de doña Concepción, la dama cubana Inés Mancebo de Miyares, que lo alimentó unos días) sino que se ocupó luego de él, ya más crecido; sobre todo después de la muerte del coronel Bolívar, ocurrida cuando Simón tenía apenas dos años y medio. Junto con su veneración por doña Concepción, su "buena madre", y el cariño a doña Inés, Bolívar guardó siempre en su pecho un sentimiento de afecto, gratitud y respeto hacia la esclava que, en su tierna infancia, le sirvió de guía y cumplió para con él las funciones de un padre, después de haber sido su nodriza.

    Otra esclava importante en la vida de Bolívar, fue la negra Matea que se encargaba de realizar los quehaceres de la casa de la familia Bolívar y Palacios.

    Alrededor de 1790 la señora Bolívar, con sus hijos María Antonia, Juana, Juan Vicente, Simón, con otros parientes y amistades, iba de paseo a sus haciendas, especialmente a la de San Mateo, en los valles de Aragua. La serena belleza del paisaje tropical despertaría entonces en Simón el amor a la naturaleza que nunca dejó de sentir y que expresó más tarde, ya adulto, en sus decretos conservasionistas.

    El encanto se quebró el 6 de julio de 1792, al morir su madre, probablemente de tisis, en Caracas. Los Bolívar-Palacios quedaron huérfanos. Las dos hijas, aunque muy jóvenes, no tardaron en casarse. El abuelo materno, don Feliciano, fue tutor de Simón, quien contaba 9 años. Aquel mismo muchacho que sintió en su alma el frío y el vacío de la orfandad -aunque no el abandono ni las privaciones- fue el mismo que treinta años después dictaría un decreto para proteger a la infancia desvalida: "... un gran parte de los males de que adolece la sociedad, proviene del abandono en que se crían muchos individuos por haber perdido en su infancia el apoyo de sus padres", escribía en Chuquisaca en 1825.

    El niño Simón que había aprendido a leer, escribir y contar con varios preceptores, asistió a la Escuela Pública, regentada por el educador venezolano Simón Rodríguez, hombre de originales y progresistas ideas pedagógicas y sociales, quien ejercería luego una profunda influencia sobre Bolívar. Entre tanto, murió el abuelo, y la tutoría recayó en Carlos Palacios, tío de Simón, con quien éste no se entendía muy bien. Don Carlos, soltero, pasaba mucho tiempo en sus haciendas, y Simón salía a pasear, a pie y a caballo, por Caracas y sus alrededores, en compañía de muchachos que no eran "de su clase".

    Al cumplir 12 años, el niño, en ausencia del tutor, se fugó de su casa y fue a buscar calor de hogar en la de su hermana María Antonia y su esposo. Esto suscitó un pleito, que terminó cuando Bolívar, a pesar de su resistencia, fue conducido, en calidad de interno, a la casa de su maestro Simón Rodríguez.

    La recia personalidad de aquel muchacho, que más tarde habría de convertirse en el Libertador y ser conocido por su firmeza y constancia, se puso ya de manifiesto en aquel momento. Cuando quisieron llevarle a la fuerza a otra casa, él se resistío, diciendo que de sus bienes podrían disponer, pero no de su persona, pues en ésta sólo mandaba él. Otra vez exclamó que si los esclavos tenían derecho a cambiar de amo por lo menos a él debía permitírsele vivir en la casa que mejor le acomodase. Sin embargo, tuvo que ceder.

    En estas circunstancias, Rodríguez logró ganarse la confianza y se convirtío desde entonces en "El Maestro" de Bolívar. Entre ellos, durante esos pocos meses de 1795, se anudaron estrechos lazos de simpatía, que no cesarían sino con la muerte.

    LA siembra afectiva en el espíritu del joven pupilo la hizo en caracas Rodríguez, no con teorías a la Rousseau, sino con tacto, comprensión, sensibilidad y firmeza. Le impartiría también conocimientos; pero más que éstos, lo importante fue cómo le abrió los ojos, la mente y el corazón a las perspectivas de una vida consagrada a un ideal. Por esto le escribía Bolívar a su antiguo maestro en 1824: "Usted formó mi corazón para la libertad, para la justicia, para lo grande, para lo hermoso..."

    Otros maestros de Bolívar fueron Andrés Bello

    ( letras y geografía), José Antonio Negrete (Religión e Historia), Guillermo Pelgrón (nociones de Latín), Fernando Vides (escritura y aritmética) y Francisco de Andújar (algebra, geometría, física y topografía)

    A los 14 años ingresó al Batallón de Milicias de Blancos Voluntarios de los Valles de Aragua. Un año más tarde se graduaba de subteniente, con la calificación de sobresaliente en aplicación.

    En 1799 viajó por primera vez a España, visitando de paso Veracruz y Ciudad de México y haciendo una corta escala en la Habana. En Madrid, bajo la dirección de sus tíos Esteban y Pedro Palacios y del sabio Marqués de Ustáriz, su mentor intelectual, Simón perfeccionó sus conocimientos literarios y científicos (el francés, la historia, las matemáticas, etc.) y su educación de hombre de mundo con la esgrima y el baile. La frecuentación de tertulias y salones en la corte pulió su espíritu, enriqueció su idioma y le dio mayor aplomo.

    Conoció a la Marquesa María Teresa Rodríguez del Toro y Alaiza, joven española con antepasados venezolanos, de la cual se enamoró. "Amable hechizo del alma mía", le decía en sus cartas. Pensaba en construir un hogar, tener descendencia y volver a Venezuela para atender al fomento de sus propiedades. Pero hubo un compás de espera: en la primavera de 1801, viajó a Bilbao, donde permaneció casi todo el resto del año. Hizo luego un breve recorrido por Francia que le condujo a París y Amiens. Le encantó ese país, su cultura y su gente. En mayo de 1802, estaba de nuevo en Madrid, donde contrajo matrimonio, el día 26, con María Teresa. Los jóvenes esposos viajaron a Venezuela, donde llegaron en julio; pero poco duró la felicidad de Simón. María Teresa murió en enero de 1803.

    En una carta dirigida desde Caracas a un amigo suyo que vivía en Francia, Bolívar expresaba sus sentimientos ante la muerte de la esposa: "Yo la he perdido; y con ella la vida de dulzura de que gozaba mi tierno pecho conmovido del Dios de Amor... el dolor un solo instante no me deja consuelo". Era una emoción profunda y sincera, expresada en el lenguaje del romanticismo que entonces empezaba a tener boga en la vida real, antes de penetrar la literatura. El joven viudo regresó a Europa a fines de ese mismo año, pasó por Cádiz y Madrid, y se estableció en París desde la primavera de 1804.

    Allí Bolívar llevó una intensa vida social, y disfrutó los placeres que brindaba la gran ciudad. Tuvo amores con una dama francesa que se decía su prima, Fanny Du Villars, cuyo salón frecuentaba, y al cual acudían políticos, militares, diplomáticos, científicos, negociantes y hermosas mujeres. Pero también leyó mucho, asistió a conferencias, y observó con sagaz mirada los acontecimientos políticos y militares que estaban cambiando al mundo. Era la época, en 1804, en que Napoleón se convertía en emperador. Este hecho impresionó mucho a Bolívar, quien admiraba el genio militar de Bonaparte, pero criticaba su ascenso al trono imperial. En sus conversaciones con los sabios Humbolt y Bonpland - sobre todo con el segundo, más receptivo - ya Bolívar tocaba el tema de la independencia suramericana.

    Se encontró en Francia con su maestro Simón Rodríguez, un excelente compañero para la aventura intelectual, para la lectura y la discusión. Una misma pasión de saber y libertad les poseía. Juntos viajaron a Italia en 1805. Hicieron parte del recorrido a pie, al cruzar los Alpes. En Roma, un día de agosto de 1805, subieron a la cima del Monte Sacro, donde Bolívar, en tono solemne, juró no dar descanso a su alma ni reposo a su brazo hasta lograr que Hispanoamérica fuese libre del dominio español. Fue un hermoso gesto romántico, pero no sólo un gesto, pues Bolívar cumplió luego su juramento. Por eso es el Libertador: porque prometió... y cumplió su promesa.

    Tras una visita a Nápoles, Bolívar regresa a París donde a comienzos de 1806 se afilia por breve tiempo a la masonería. A fines de ese mismo año se embarca en Hamburgo en un buque neutral que toca Charleston en enero de 1807; recorre una parte de los Estados Unidos, y regresa a Venezuela a mediados del mismo año. Durante su permanencia en la República del Norte - según lo declaró más tarde - vio por primera vez en su vida el ejercicio de la "libertad racional".

    Desde mediados de 1807 hasta comienzos de 1810, permaneció en Caracas y en sus haciendas, atendiendo al fomento de las propiedades que había heredado de sus padres. Durante ese tiempo sostuvo un pleito - que casi llegó a un enfrentamiento personal - con un hacendado vecino, Antonio Nicolás Briceño. Fué también nombrado teniente de justicia mayor en Yare. Pero no olvidaba el Juramento de Roma. En las reuniones que él y su hermano Juan Vicente celebraron con sus amigos en la quinta el recreo que poseían en Caracas a orillas del río Guaire, se hablaba de literatura, pero también se hacían planes para la independencia de Venezuela.

    El momento llegó cuando el 19 de abril de 1810 se inició en Caracas la revolución de la independencia. Bolívar ascendido a coronel, fue comisionado por la Junta de Caracas, junto con Luis López Méndez y Andrés Bello, para viajar a Londres, y exponer ante el gobierno británico los deseos de Venezuela, que eran los de mantenerse por lo menos en autonomía respecto al gobierno que en España había tomado el mando luego de haber sido apresado el rey Fernando VII por Napoleón. Bolívar, en su fuero interno, iba más lejos, pues aspiraba a la independencia total. De todos modos, los gobernantes ingleses guardaron una prudente reserva. En Londres, donde permaneció dos meses, Bolívar - que contó con el entusiasta y franco apoyo de Miranda - pudo apreciar el funcionamiento práctico de las instituciones en el equilibrado sistema político británico.

    A fines de aquel mismo año, Bolívar estaba de regreso. Poco después, llegó Miranda a su patria. Como miembro prominente de la Sociedad Patriótica, Club Revolucionario, Bolívar fue uno de los más decididos partidarios de que el Congreso declarase la independencia. Después del 5 de julio de 1811, combatió bajo las órdenes del general Miranda para someter a los realistas que se habían alzado en Valencia. El 23 de julio de 1811 recibió Bolívar su "bautismo de fuego", es decir, peleó por primera vez.

    El 26 de marzo de 1812, cuando un terremoto causa grandes daños materiales y muchísimas pérdidas de vidas en Caracas y en otras poblaciones, Bolívar, en la plaza de San Jacinto, sobre un montón de ruinas, lanza su conocida exclamación: "Si se opone la naturaleza a nuestros designios lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca". Es la actitud de un hombre que no se rinde, que no desmaya nunca, cualesquiera que sean las dificultades que encuentra en su camino; es, también, un intento para contrarestar el desaliento y el terror que se han apoderado de muchos republicanos ante tan tremenda catástrofe.

    Para Bolívar, la voluntad, siempre tensa, debería vencer cualquier obstáculo para afianzar la independencia. Otros se les presentaron meses más tarde, debido no a la naturaleza, sino a los hombres. Siendo comandante de la plaza de Puerto Cabello, no pudo impedir, a pesar de sus esfuerzos, que cayese en manos de los realistas debido a una traición. Bolívar vio allí como sus propios soldados se pasaban a los españoles y tuvo que huir con un puño de oficiales fieles. Fue un golpe durísimo para él. Semanas después, el general Miranda tuvo que capitular ante el jefe realista Monteverde, y la primera República de Venezuela se extinguió. En la Guaira, un grupo de oficiales jóvenes, entre los cuales figuraba Bolívar, deseosos de continuar luchando, arrestaron al infortunado Precursor Miranda; pero todo resultó inútil.

    Bolívar logró obtener un pasaporte gracias a la generosa intervención de su amigo Iturbe, y pudo marchar al exilio, a Curazao. De allí pasó a Cartagena de Indias, donde el 15 de diciembre de 1812 publicó un manifiesto en el cual expuso ya las ideas principales que guiarían su acción en los años próximos: la unidad de mando para luchar hasta conseguir la victoria, y la unión de todos los países hispanoamericanos para lograr y consolidar la independencia y la libertad.

    Esos principios son claros y sencillos. Bolívar se da cuenta de que el fracaso de 1812 tuvo sus raíces en la desunión. hay que concentrar los esfuerzos de todos los americanos para ganar la guerra, a fin de poder organizar después las nuevas naciones. Es necesario convencer a los criollos de la justicia de su causa y atraerlos para que luchen en favor de la independencia. Finalmente, ésta no podrá sostenerse en uno solo de los países de América: para que sea viable, es indispensable la unión de todos los americanos a fin de conquistar la libertad, consolidarla y defenderla contra cualquiera otra potencia imperialista que intente apoderarse de las antiguas colonias españolas de América aprovechándose de la crisis.

    Poco después, transforma sus palabras en hechos. A la cabeza de un pequeño ejército limpia de enemigos los márgenes del río Magdalena, toma en febrero de 1813 la Villa de Cúcuta e inicia en mayo la liberación de Venezuela.

    La serie de combates y de hábiles maniobras que en tres meses le condujeron vencedor desde la frontera del Táchira hasta Caracas, donde entró el 6 de agosto, merecen en verdad el nombre de Campaña Admirable. A su paso por Trujillo, el 15 de junio, había dictado el Decreto de Guerra a Muerte, con el objeto de afirmar el sentimiento nacional de los venezolanos y lograr una mayor cohesión.

    Poco antes, en la ciudad de Mérida, los pueblos le habían aclamado Libertador, título que le confieren solemnemente, en octubre de 1813, la Municipalidad y el pueblo de Caracas, y con el cual ha pasado a la Historia.

    El período que va de agosto de 1813 a julio de 1814 (La Segunda República) es en verdad el Año Terrible de la Historia de Venezuela. La Guerra a Muerte hace furor, y los combates y batallas indecisos, afortunados o perdidos se suceden unos a otros con gran rapidez. Girardot y Ricaurte se sacrifican heroicamente. Urdaneta, impávido, defiende Valencia. Ribas triunfa en la Victoria. Mariño (que había liberado antes el Oriente del país), acude en auxilio de Bolívar y logra la victoria de Bocachica. Bolívar se defiende tenazmente en el campo atrincherado de San Mateo, y está en todas partes. Entre batalla y batalla, solicita el apoyo de los próceres civiles para restaurar las instituciones, expide proclamas y decretos, redacta artículos para la Gaceta de Caracas.

    Pero finalmente los realistas mandados, por el audaz e infatigable Boves, derrotan en la Puerta, en junio de 1814, a Bolívar y Mariño. La Segunda República está herida de muerte. Los patriotas tienen que abandonar Caracas. Una gran emigración, pueblo y ejército unidos, se dirige hacia Barcelona y Cumaná. Los republicanos sufren una derrota en Aragua de Barcelona.

    En Carúpano, Bolívar y Mariño ven desconocida su autoridad por sus propios compañeros de armas. Después de lanzar un manifiesto en el cual se reconoce los reveses sufridos, analiza las causas y reitera su confianza en la victoria final, el Libertador se traslada a la Nueva Granada, donde halla por segunda vez fraterno asilo. Allí interviene, con varia suerte, en las luchas políticas internas, buscando siempre el fortalecimiento de la unidad. En mayo de 1815, para evitar una enconada guerra civil, abandona el mando y marcha a la colonia británica de Jamaica. Entre tanto, una poderosa escuadra y un aguerrido ejército español, al mando del General Pablo Morillo, llegan a Venezuela. La causa de la Independencia parece perdida.

    En Jamaica permanecerá Bolívar hasta diciembre de 1815. Allí escribe su célebre Carta de Jamaica, donde el análisis del pasado y presente de Hispanoamérica le permite considerar el porvenir con esperanza. El estudio y la reflexión avalan y sustentan su visión profética. Prevé ya, desde entonces, la reunión del Congreso de Panamá y esboza su proyecto de crear la Gran República de Colombia.

    Después de haberse librado milagrosamente en Kingston de un intento de asesinato por un criado suyo sobornado, el Libertador se dirige a la República de Haití, donde obtiene generoso apoyo del Presidente Alejandro Petión. Gracias a él, sale de aquella isla la expedición de Los Cayos, que toca en Margarita, y luego en Carúpano y Ocumare de la Costa. En esos lugares proclama la emancipación de los esclavos, pues está convencido de que un país que combate por la libertad no puede albergar en su seno el cáncer social de la esclavitud. Sin embargo, las circunstancias económico-sociales hacen inútiles estos y otros esfuerzos suyos en tal sentido.

    Separado en Ocumare del grueso de sus fuerzas, Bolívar está a punto de caer prisionero, y decide suicidarse antes de sufrir tal ignominia; por fortuna, el mulato Bideau lo salva y lo conduce a bordo de un buque. Regresa a Haití, donde obtiene nuevamente la ayuda del Presidente Petión y logra a fines de 1816 volver a Margarita y pasar de allí a Barcelona, en enero de 1817.

    Su objetivo es ahora la liberación de Guayana, a fin de convertirla en la base de las próximas ofensivas republicanas y en el punto de contacto con el exterior a través del río Orinoco. Cuenta allí con el ejército que rige entonces el general Manuel Piar, que ya ha iniciado la conquista. En junio, la capital, Angostura (hoy ciudad Bolívar), cae en poder de los patriotas. Allí se organiza el gobierno con Bolívar como Jefe Supremo. A la vez que combate contra los españoles, Bolívar ha de enfrentarse a la anarquía; en octubre de 1817 se produce el fusilamiento del general Piar, condenado a muerte por un Consejo de Guerra. Por esos días, el Libertador decreta la repartición de Bienes Nacionales entre los miembros de las Fuerzas Armadas: es una medida justa que contribuye a la consolidación institucional. En 1818, la campaña del centro, feliz al principio, casi logra la libertad a Caracas pero termina sin alcanzar sus objetivos.

    Los valientes llaneros que antes habían luchado, muchos de ellos, a favor de España bajo las órdenes de Boves, pelean ya por la República conducidos por el general José Antonio Paéz, quién se ha unido al Libertador. Llegan también numerosos voluntarios europeos. En medio de la guerra, Bolívar se preocupa por organizar el Estado de Derecho, y convoca a un Congreso, que reune en Angostura el 15 de febrero de 1819.

    El Libertador pronuncia, al inaugurarlo, un discurso donde está condensado lo esencial de su pensamiento social y político-constitucional. Les presenta un proyecto de Constitución y les pide que para moralizar a la sociedad adopten el Poder Moral elaborado por él. Pero respetuoso de la autonomía del Congreso, acepta su desición de no tomar en consideración el Poder Moral, porque la mayoría lo ve como demasiado perfecto y útopico y otros lo consideran peor que la Inquisición.

    A mediados de 1819 el ejército republicano, con Bolívar a la cabeza, atraviesa los Andes, derrota el ejército realista de la Nueva Granada en el Pantano de Vargas y en Boyacá, y entra triunfante en la ciudad de Bogotá. En diciembre de 1819, a instancias de Bolívar, el Congreso de Angostura crea la República de Colombia, que comprendía a las actuales naciones de Venezuela, Colombia, Panamá y Ecuador.

    En 1820, tras arduas negociaciones, un armisticio y un tratado de regularización de la guerra son firmados en Trujillo por Bolívar y el General Morillo, quienes se entrevistan y abrazan en el pueblo de Santa Ana el 27 de noviembre. Estos tratados significan a la vez el fin de la Guerra a Muerte y el reconocimiento tácito de la Gran Colombia por el Gobierno de Fernando VII, dominado entonces por el partido liberal.

    Pero la paz no resulta duradera. En 1821, se inician de nuevo hostilidades, y el 24 de junio se da en la sabana de Carabobo la batalla decisiva para la independencia de Venezuela, que será completada, en 1823, por la batalla naval del Lago de Maracaibo. Después de Carabobo, Bolívar es recibido en triunfo en su ciudad natal, pero él vuelve ya la vista hacia el Ecuador, que todavía dominan en gran parte los españoles. Como única recompensa para él y para el ejército por la victoria de Carabobo, pide de nuevo la libertad a los esclavos.

    En 1822, el general Sucre marcha hacia Quito desde Guayaquil, que se había sublevado antes contra los realistas, mientras Bolívar ataca desde Popayán por el norte. La batalla de Bomboná, dada por Bolívar en abril de aquel año, quebranta la resistencia de los terribles pastusos, defensores acérrimos del rey, mientras que la acción liberadora de Pichincha, ganada por Sucre el 24 de mayo, da la libertad definitiva al Ecuador. Bolívar entra semanas después en Quito, donde halla el gran amor de su edad madura, la quiteña Manuela Saénz, justicieramente llamada "la libertadora del Libertador" porque le salvó la vida en dramáticas circunstancias años más tarde.

    El 11 de julio, Bolívar se halla en guayaquil, en donde desembarca el día 25 el general José de San Martín, procedente del Perú. Allí se abrazan y se entrevistan los dos ilustres capitanes de la Independencia Suramericana. Lo que conferenciaron en privado, consta en los documentos auténticos emanados de Bolívar y de su Secretaría General. El objetivo principal del general San Martín, que era negociar sobre el destino futuro de Guayaquil, no pudo realizarse, puesto que la Provincia se había incorporado ya a la República de la Gran Colombia.

    Los últimos meses del año 1822 y la primera mitad del siguiente los pasó Bolívar en el Ecuador, recorriendo el país, de Guayaquil a Cuenca, de Loja a Quito y de allí a Pasto, en el sur de la Nueva Granada, donde los campesinos partidarios del rey se habían alzado nuevamente en armas y fue necesario someterlos; y de nuevo volvío al sur del Ecuador, a Guayaquil. Durante uno de esos viajes recordando con admiración la impresionante mole del Chimborazo, redactó probablemente en la ciudad de Loja, hacia octubre de 1822, su conocida página literaria "Mi delirio sobre el Chimborazo", dónde expresa profundos conceptos filosóficos acerca del hombre, el infinito y el universo. Sigue, entre tanto, atento al desarrollo de la guerra en Venezuela, donde el general realista Morales ha emprendido la ofensiva pero pronto será derrotado en Maracaibo por mar y tierra. Le preocupa sobre todo lo que ocurre en el Perú, pues después de la salida del general San Martín de aquel país, debido a las dificultades que tuvo con la oligarquía limeña, sus sucesores en el mando no habían podido vencer al poderoso ejército realista que todavía se sostenía en el territorio peruano y representaba una seria amenaza no sólo para la independencia del propio Perú, que no estaba consolidada, sino para los demás países de Sur América.

    En 1823, el Congreso del Perú llama al Libertador en su auxilio, pues los republicanos están divididos y un potente ejército realista amenaza con destruir la obra que había iniciado San Martín. Bolívar desembarca en El Callao en septiembre de 1823, y pasa de inmediato a Lima, donde al poco tiempo el Congreso le concede poderes extraordinarios. Investido del carácter de Dictador, para salvar al Perú, (como en la antigua República Romana), Bolívar concentra todas sus energías en este objeto, del cual es una excelente síntesis su exclamación de Pativilca en enero de 1824. Cuando un amigo, al verlo enfermo, en medio de traiciones, le pregunta que piensa hacer, el Libertador responde: "Triunfar!". Con el apoyo de ardientes patriotas peruanos como Unanue y Sánchez Carrión, Bolívar enfrenta todas las dificultades, las penurias, las traiciones y decepciones, y supera también la enfermedad que mina su propio organismo. La voluntad, indomable, está tensa para lograr la victoria. Por eso él se llamó a sí mismo "el hombre de las dificultades".

    Su genio y su fe en el destino de América hacen el milagro. En agosto de 1824, la victoria de Junín, tremendo choque de caballería, inclina la balanza del poder hacia la causa republicana. En diciembre, la batalla de Ayacucho, ganada por el más destacado de los generales del Ejército Republicano, Antonio José de Sucre, pone fin a la Guerra de Independencia. ha concluido la etapa militar y ha llegado la hora de la reorganización política y social de los nuevos Estado, para fortalecer la unidad, y con la paz, alcanzar el progreso.

    En vísperas de Ayacucho, el 7 de diciembre de 1824, Bolívar había convocado desde Lima el Congreso de Panamá (el cual se reunió en 1826), para que las naciones hispanoamericanas se unieran y fijasen una posición común frente a las grandes potencias del mundo y ante España, que quería continuar la lucha. El Congreso de Panamá representa el primer paso firme en la vía de integración latinoamericana. Para Bolívar las naciones hispanoamericanas, a las cuales se incorporó Brasil, debían presentarse unidas como países hermanos, sin mengua de sus soberanías respectivas.

    En 1825 el Libertador visita Arequipa, el Cuzco y las provicias que entonces llamadas el Alto Perú. Estas se constituyen en nación independiente, y lo hacen bajo la protección del Libertador, en cuyo nombre se inspira la nueva República: Bolívia. Para ella redacta un proyecto de Constitución, que considera también aplicable en líneas generales a los demás países que su espada liberó. Dicta también muchos decretos orientados hacia la Reforma Social, a fín de proteger al indígena, defender los recursos naturales renovables, fomentar y extender la educación, organizando escuelas y universidades, abrir caminos, desarrollar la agricultura y el comercio: en una palabra impulsar el progreso, que era objetivo principal de su acción; pues la guerra no había sido sino un medio de lograr la independencia para iniciar después la verdadera revolución.

    Es aquel el momento de máximo esplendor la carrera del Libertador. A su paso por la aldea de Pucará, en el Perú, un abogado de origen incaico, José Domingo Choquehuanca, le había dirigido una arenga profética el 2 de agosto de 1825 que concluía así: "Con los siglos crecerá vuestra gloria como crece la sombra cuando el sol declina". Hasta el Potosí fueron a buscarle en octubre de aquel mismo año los agentes diplomáticos de Buenos Aires, a fin de solicitar su apoyo en el conflicto bélico que enfrentaba al Río de la Plata con el Imperio del Brasil. Bolívar había cumplido apenas 43 años. El 26 de octubre de 1825 ascendió hasta la cima del cerro del Potosí, tesoro de España en América, y desde allí lanzó una vibrante proclama que era como la culminación de todo lo que había ofrecido desde su juramento en Roma, hecho 20 años antes, y ratificado luego tantas veces, en las playas de Barcelona, en las selvas de Guayana ... El sabía a dónde quería ir, y llegó allí, al sitio de su máxima glorificación. El Nuevo Mundo antes español era libre. En un gesto simbólico, por aquellos mismos días, Bolívar se afeitó definitivamente su poblado bigote.

    Para llevar a cabo sus vastos proyectos de reforma sociopolítica, el Libertador cuenta ahora con Simón Rodríguez, quien se ha vuelto a reunir con él. Bolívar, en su madurez creadora, busca de nuevo el apoyo de su antiguo maestro y amigo. Ambos aspiran a una profunda transformación de las sociedades americanas, mediante una educación para la democracia y el trabajo ennoblecedor, basada en las realidades humanas, geopolíticas y económicas del Nuevo Mundo. Pues para ellos - y para hombres como Gual, Revenga, Vargas, Mendoza, Sucre, Bello...- la independencia sellada por las armas en Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín y Ayacucho no era sino el primer paso en la marcha de América Latina hacia la plena auto-determinación: no bastaba con ser independientes de España, era necesario ser también libres; y para ello existían dos palancas, como el propio Bolívar lo había expresado en el Discurso de Angostura: el trabajo y el saber.

    Pero los sueños se desvanecieron; y los proyectos se transformaron en utopías para que futuras generaciones las hiciesen realidad.

    En abril de 1826, una revolución acaudillada por el general Paéz, la Cosiata, había estallado en Venezuela. Bolívar regresa de ese año al suelo natal por la vía de Bogotá y logra restablecer la paz, evitando los horrores de la guerra civil, en enero de 1827.

    Durante los seis primeros meses de 1827, que Bolívar pasó en su ciudad natal, no sólo logró establecer la paz y la armonía al detener la marcha hacia la guerra civil, restaurando al mismo tiempo el sentido de la autoridad y el orden público, sino que se enfrentó también a la tremenda crisis económica que entonces atravesaba Venezuela, consecuencia de la bancarrota de unos bancos ingleses donde estaban depositados parte de los fondos del Estado Gran Colombiano, y de una crisis económica mundial. Se esforzó por poner orden en la hacienda pública, lograr que los deudores pagasen lo que debían al gobierno, y combatir la corrupción, en lo cual tuvo dos muy eficaces colaboradores en Cristóbal Mendoza y José Rafael Revenga. Junto con este último y con el Dr. José María Vargas, eminente médico venezolano, quien fue nombrado Rector de la Universidad de Caracas, se renovó la estructuras de esta institución, transformándola de colonial a republicana, y abriéndola a todos los jóvenes deseosos y capaces de estudiar.

    Pero las fuerzas de la disociación predominan sobre la tendencia hacia la unidad; las mayorías se dejan arrastrar por sus pasiones. Bolívar se distancia cada vez más del vicepresidente de la República, Francisco de Paula Santander, quien desde Bogotá le hace una oposición despiadada. Una Convención reunida en Ocaña se disuelve sin haber logrado reorganizar la República, pues los diversos partidos están en total desacuerdo.

    Bolívar, aclamado dictador en Bogotá, acepta el mando para tratar de salvar su obra, y es víctima allí de un atentado contra su vida, el 25 de septiembre de 1828. Su sangre fría, el valor de los edecanes, y la presencia de espíritu de Manuela Sáenz le salvan la vida en tan triste ocasión.

    Poco después, ha de ponerse en campaña para enfrentar la invasión de los peruanos en el sur de la República y permanece en el Ecuador durante casi todo el año de 1829. En su ausencia, el Consejo de Ministros proyecta establecer una monarquía en Colombia, pero Bolívar rechaza con energía toda insinuación al respecto, y reitera su antigua divisa: "Libertador o muerto".

    A comienzos de 1830 está de nuevo en Bogotá para instalar el Congreso Constituyente que se espera podrá salvar la unidad de la Gran República. Pero Venezuela se agita de nuevo, y se proclama Estado Independiente. La oposición crece y se fortalece en toda partes. Bolívar, enfermo y agotado, renuncia a la Presidencia y marcha a la costa con el propósito de viajar a Europa. El asesinato en Berruecos del General Sucre, quien hubiese podido ser el continuador de su obra, y el rechazo de quienes entonces gobiernan en Venezuela, le afectan profundamente.

    La muerte, misericordiosa, le sorprende en San Pedro Alejandrino, una hacienda cercana a Santa Marta, el 17 de diciembre de 1830. Su última proclama, firmada el día 10, después de haber recibido los auxilios espirituales de un sacerdote, es un elocuente testimonio de su grandeza, de su desprendimiento y de la rectitud de su espíritu. Es, también, y sobre todo, un legado donde señala rumbos hacia el futuro."

    Los pueblos que liberó su espada conservan la esperanza de que sus hombres revivan el espíritu de Simón Bolívar y culminen su obra.

    Bolívar vida, crianza obras y familia

    La Casa Natal del Libertador

    La residencia familiar de los Bolívar-Palacios, conocida por todos como la Casa Natal del Libertador, fue construida cerca de lo que antiguamente fuera la Plaza y el Convento de San Jacinto, a mediados del siglo XVIII.

    Aquí los visitantes podran observar las estancias que una vez fueron visitadas por la familia Bolívar hoy convertidas en Museo, donde se exiben importantes piezas de mobiliario y artes decorativas de la época así como invalorables retratos de los ancestros de Bolívar. El conjunto representa en la actualidad, un inestimable legado para la nación. El plano de la casa permite visitar virtualmente cada parte de la misma.



    RELÁFICA DE LA NEGRA HIPóLITA ,
    NODRIZA DE BOLíVAR.

    ¿Uté ha visto?, Le va a pegá !
    ¿Y po que le va a pegá ?
    ¿Po que e su mama ?
    Esa e rasón;
    Yo también soy su mama;
    Su mama somo la dó.
    No me le pegue al niño,
    Misia consesión!
    Déjemelo maluco,
    Déjemelo grosero ,
    Déjemelo lambío,
    Déjemelo pegón.
    ¿Qué les pega a los blancos?,
    ¿que le pega los negros?,
    ¿qué le pega a tós?
    pues, que les pegue, que les pegue,
    que les rompa el morro, que les rompa el josíco,
    que tiene razón!.

    Mi niño no é malo,
    Lo que pasa é lo que pasa, Misia cosesión :
    que defiende a los chiquitos,
    a los negritos,
    a los blanquitos,
    contra e grandulón.

    Mi niño Simón é malo,
    Mi niño Simón pelea,
    Mi niño Simón é el diablo,
    Mi niño Simón é la incorresión de la incorresión...
    Pero é que uté no sabe,
    é que uté no sabe cómo hay gente mala,
    mi ama Consesión!

    Que viene lo blanco malo,
    que viene lo negro malo,
    que viene lo grande malo,
    ahí esta el pegao!
    que le brinca ala bemba, que le brinca al guargüero,
    que le brinca a la pasa, que le brinca a tó;
    y tiene justisia pa pone la mano
    y é la incorresión de la incorresión...

    No me le vaya a pegá!
    Uté no é más mai que yo.
    Déjemelo endiablao,
    Deje que pelee mi niño Simón...

    Ese va a sé el Coco ! Cuando me mamaba ,
    me dejaba arrugao el pesón !
    Ese se va a poné flaco
    arriando mandigas con su mandadó!

    Ese va a sé bueno; ese va sé santo....
    No le pegue, mi ama ,no le pegue!
    El caporal malo,el dueño ladrón,
    el mal blanco y el mal negro,
    esguañangaos en sus manos los vamos a vé alos dó.

    Mire, mi ama Cosesión :
    el é del blanco y del negro,
    el é pa tos en la vida.
    De noble, de grande, de santo,

    Pa los Palasio ,pa los Boliva...
    Pero , mire ,misia Cosesión ,
    De pelión y justisiero,
    pa su mamita lambía.

    ¿Qué uté é su mama?.... Sí... la sangre é suya,
    pero... la leche é mía!

    Andrés Eloy Blanco.

    Simón Rodrigez

    Nace en Caracas Simón Rodríguez, calificado de "loco", "maestro" o "don", este ejemplar venezolano, de padres desconocidos, el 28 de octubre de 1771. Se dice que fue hijo adoptivo de Cayetano Carreño y de Rosalía Rodríguez. De su infancia, se conoce muy poco. Simón Rodríguez es un niño expósito y su único familiar conocido es su hermano Gayetano.

    Su carácter nada común lo lleva a quitarse el apellido paterno, el adoptivo y a quedarse sólo con el de su madre (originalmente se hubiera llamado Simón Carreño Rodríguez), por eso es que, el mismo Simón se presenta como expósito en el acta matrimonial.

    Se caracterizará toda su vida por seguir apasionadamente su ideal de pensar y enseñar en libertad plena. Su vida estuvo dominada por la pasión de las letras.

    El primer contacto de los dos Simones se produce cuando Rodríguez es contratado por Feliciano Palacios, abuelo de Bolívar, para que en su propia casa le sirva de amanuense. Más tarde, al fugarse de la casa de su tío Carlos Palacios, Bolívar ingresará a la escuela pública de Rodríguez. Este era un maestro que enseñaba divirtiendo, según expresión bolivariana. Su manera de enseñar, distinta a todo lo tradicional, era en el campo, frente a la naturaleza, lo cual servía para el espíritu, para la fortaleza del cuerpo y para el conocimiento de las cosas que nos rodean. Si está en el aula, entre sus 114 alumnos (setenta y cuatro que pagan y

    cuarenta gratis, entre ellos nueve expósitos), les da instrucción adecuada a sus edades y les inculca las buenas costumbres y el amor por la libertad.

    Don Simón Rodríguez, precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por antonomasia el Maestro del Libertador; antes de que éste independizara a América, Rodríguez (su "Maestro Universal") hace su tarea: independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; le ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador, a intuir su faena y a calcular las fuerzas de sus auxiliares y sus enemigos. Simón Rodríguez llama a Bolívar a ser terriblemente cuerdo entre aquellos mediocres que se autoestiman depositarios del buen juicio y de la sensatez, y a los ojos de los cuales la Independencia tenía que ser una locura singular.

    El Padre del Libertador

    El 15 de octubre de 1726 nace en La Victoria, Estado Aragua, don Juan Vicente Bolívar y Ponte, Padre del Libertador Simón Bolívar. Fue activo propulsor de la independencia de Venezuela, desde un año antes del nacimiento de su cuarto hijo, Simón, cuando en compañía de Martín Tovar y el Marqués de Mijares, escribió a Miranda pidiéndole que viniera a salvar a sus paisanos de la tiranía española.

    Muy joven, cuando aún no tenía cumplidos los 17 años, intervino en acciones armadas que tuvieron lugar en la Guaira, a comienzos de 1743, en defensa de aquel puerto, duramente atacado por una escuadra inglesa al mando del Comodoro Knowles.

    Don Juan Vicente heredó una importante fortuna que acrecentó luego con su actividad. Entre sus propiedades se contaron dos haciendas de cacao, una en los Valles del Tuy, y otra en Marón, cerca de Puerto Cabello; inmuebles en Caracas y La Guaira, así como un almacén donde se vendían telas finas; propiedades menores en Suata, Caicara y los Valles de Aragua; el ingenio de San Mateo, el Hato de Totumo, en Tiznados. Entre 1753 1758, aproximadamente, residió en España.

    Para 1759 se encontraba de regreso a Caracas, y fue nombrado Teniente del Gobernador, Corregidor, Cabo de Guerra y Juez de Comisos en los pueblos de La Victoria y San Mateo. Fue en este período cuando organizó las milicias de pardos. En julio de 1768 fue designado Coronel del batallón de Milicias Regladas de los Valles de Aragua.

    El 1 de diciembre de 1773 contrajo matrimonio con doña María de la Concepción Palacios. Para la fecha del matrimonio, don Juan Vicente poseía bienes que luego fueron justipreciados en 225.236 pesos. Fue este varón el primero de los Bolívar que manifestó su descontento con la forma como el régimen español mantenía a los criollos. En unión de don Martín Tovar y del Marqués de Mijares, escribió una carta a Francisco de Miranda, en la cual le comunicaba su firme repulsa a los constantes tributos impositivos que ordenaba el Intendente

    español José de Abalos, y por la conducta del Ministro Galves, quien desde Madrid limitaba cada vez más la libertad de acción de los criollos y los hería en lo más vivo de su dignidad. La carta de aquellos tres rebeldes la llevó hasta la Habana un discreto fraile mercenario, el Padre Cárdenas, y en ella, sus firmantes ofrecían a Miranda todo el apoyo necesario para que en nombre de ellos y de toda la Provincia de Venezuela, pactase y contratase con pleno poder y consentimiento; y aún más, buscase el apoyo de aquellas potencias extranjeras

    que tuvieran a bien auxiliarlos para conseguir la liberación de lo que calificaban como un maldito cautiverio.

    Don Juan Vicente Bolívar falleció en Caracas el 19 de enero de 1786. Lo sobrevivió su viuda, doña María Concepción Palacios, y cuatro hijos: María Antonio, Juana, Juan Vicente y Simón.

    Hermana del Libertador

    Nace en Caracas, el 1 de noviembre de 1777, María Antonia Bolívar y Palacios, hermana mayor de Simón Bolívar. Fue una mujer de carácter recio, heredado de su madre, María de la Concepción. Contrajo matrimonio el 22 de octubre de 1792, antes de cumplir los 15 años de edad con D. Pablo Clemente Francia.

    Siempre mostró simpatías por la causa realista. Sin embargo, mantuvo una relación armoniosa con su hermano el Libertador, a veces un tanto afectada por los negocios que ella le llevaba en Caracas, en particular el de las minas de Aroa; pero en general, Bolívar tuvo en alto aprecio los consejos y sentencias de María Antonia. Esta murió el 7 de octubre de 1842, dos meses antes de que trajeran a Caracas los restos de su inmortal hermano, el 17 de diciembre de ese año.

    Madre del Libertador

    El 9 de diciembre de 1758 nace en Caracas María de la Concepción Palacios y Blanco, madre de Simón Bolívar. A los quince años de edad casó con Juan Vicente Bolívar y Ponte. Los Palacios siempre fueron gente de buen gusto. A doña María de la Concepción le apasionaba la música, tocaba la flauta con delicadeza, sobre todo en las veladas familiares. Murió muy joven, a los 34 años de edad, dejando huérfanos a María Antonia, Juana, Juan Vicente y Simón Bolívar. Su recio carácter le había permitido manejar con buen tino los negocios y las propiedades que dejara su esposo.

    Pocos datos se tienen sobre doña María de la Concepción Palacios. Fue la primogénita de don

    Feliciano de Palacios y Sojo y de doña Francisca Blanco y Herrera. Su educación estuvo al cuidado de sus padres y debió de ser muy esmerada, pues se sabe que redactaba con propiedad y era aficionada a la música y a la pintura. La prematura muerte de su esposo, ocurrida cuando llevaban apenas 13 años de matrimonio, la enfrentó con la doble responsabilidad que suponía la educación de sus cuatro pequeños hijos y la correcta administración de los bienes dejados en herencia por su difunto esposo. En el celo, austeridad y consagración que dedicó a cumplir estos deberes está sin duda el retrato moral de una matrona de costumbres morigeradas, de profundo sentido religioso y familiar, dedicada por entero a sus obligaciones como cabeza de familia. Falleció en Caracas el 6 de julio de 1792, a consecuencias de una hemotisis. Su menor hijo, Simón, contaba apenas 9 años de edad.

    Los restos de los padres del libertador, así como los de la esposa de éste, y algunos otros deudos, descansan en la Capilla de la Trinidad, en la Catedral de Caracas. Un monumento del notable escultor italiano Vittorio Macho, señala el sitio donde duermen.

    MARIA TERESA DEL TORO Y ALAYZA

    El 22 de enero de 1803 muere en Caracas María Teresa del Toro y Alayza, esposa de Simón Bolívar. El matrimonio duró escasamente ocho meses. El joven Bolívar quiso tanto a su mujer, que al morir ésta, víctima de la fiebre amarilla, se dedicó a viajar, transido de dolor, para mitigar la pena que le causó la ausencia de su María Teresa.

    Es en este estado de ánimo cuando jura que no volverá a casarse jamás. Y esto, a pesar de sus muchos amores y amoríos, lo cumplió fielmente, como sus otros juramentos.

    En 1828, analizando la influencia que la muerte de su esposa había tenido en él, Bolívar confiesa: Sino hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador, aunque convengo en que mi genio no era para ser Alcalde de San Mateo.

    Al comentarle a su amigo Alejandro Dehollain sobre la muerte de su esposa, Bolívar muestra todo su dolor: Ya tu Simón no es aquel ente dichoso que tantas veces cantaba alegre el colmo de sus felicidades con la posesión de su Teresa. Yo la he perdido; y con ella la vida de dulzura de que gozaba mi tierno pecho conmovido del Dios de amor.

    Andrés Bello

    La Gramática de la lengua castellana (1847) del poeta y erudito venezolano Andrés Bello constituyó durante mucho tiempo una autoridad incontestable en su género, tanto en España como en América, y resulta un libro imprescindible para todo estudioso del idioma.

    Andrés Bello nació en Caracas el 29 de noviembre de 1781 y se formó en el ambiente ilustrado de la época. A los 19 años acompañó al naturalista alemán Alexander von Humboldt en sus exploraciones por Iberoamérica, lo que despertaría su interés por la geografía. Además, desde muy joven leyó a los clásicos, en especial a Horacio y Virgilio, y aprendió inglés y francés. En la Universidad de Caracas estudió filosofía, derecho y medicina. Su enorme bagaje cultural y su vocación didáctica hicieron de él un preceptor, que contó entre sus discípulos al libertador Simón Bolívar; ambos fueron enviados a Londres,

    en misión diplomática, a finales del mes de junio de 1810. En aquella ciudad permanecería Bello 19 años como secretario de las legaciones de Chile y Colombia. Dedicaba su tiempo libre al estudio, la enseñanza y el periodismo.

    Fue durante esa larga estancia en Gran Bretaña cuando Andrés Bello se convirtió en un ciudadano de toda la América latina. La unidad lingüística y la búsqueda de nuevas técnicas de expresión empezaron a dibujarse como su tarea prioritaria. También de esa época son sus dos poemas titulados Silvas americanas, que se publicaron en Londres en 1826 y 1827. El segundo de ellos, Silva a la agricultura de la zona tórrida, constituía una elegiaca exaltación de la naturaleza sudamericana, y fue uno de los primeros y más influyentes ejemplos de la literatura nativista.

    En 1829 Bello aceptó el cargo de ministro de asuntos exteriores de Chile, y el 25 de junio de aquel año llegaba al puerto de Valparaíso. En Santiago, donde se instaló, tomó parte activa en la vida cultural y política y llegó a ser senador. Fundó la Universidad de Chile, de la que ocupó el puesto de rector hasta su muerte. Su actividad política lo llevó a redactar el Código Civil chileno, promulgado en 1855, que ejerció gran influencia en el pensamiento constitucional iberoamericano. Esta segunda etapa de su vida fue probablemente la más fructífera: publicó la mayor parte de su obra y cristalizó su vasta labor cultural, cimentada en sus años londinenses. Entre sus ensayos críticos destacaron Análisis ideológicos de los tiempos de la conjugación castellana (1841), Filosofía del entendimiento, aparecida póstumamente, y, sobre todo, su ya citada Gramática, que hizo exclamar al erudito español Marcelino Menéndez Pelayo: "Fue el salvador de la integridad del castellano en América."

    Andrés Bello murió en Santiago, Chile, el 15 de octubre de 1865, esforzándose hasta el final de sus días por orientar la cultura latinoamericana hacia la autenticidad y el rigor de la expresión.

    Bolívar Diplomático

    Bolívar, junto a Andrés Bello y Luis López Méndez, integra una comisión de diplomáticos que viajó a Inglaterra. Este viaje le sirvió además para entrevistarse con Francisco de Miranda y pedirle que regresara a Venezuela, pues Bolívar conocía sus dotes de militar experimentado y sabía también que esta era un convencido partidario de la lucha por la Independencias, lo cual había demostrado con sus expediciones en 1806. Por razones tácticas, la Junta Suprema había acordado no permitir la entrada de Miranda al país; sin embrago, por insistencia y recomendaciones de Bolívar y López Méndez, y debido a la aclamación que el pueblo le dio a su llegada a la Guaira (10-12-1810), la Junta reconsideró la medida y finalmente decidió admitirlo. El ya Coronel Simón Bolívar fue comisionado, para recibirlo, luego lo hospedó en su propia casa, lo relacionó con los más prestigiosos patriotas, y lo presentó como el militar revolucionario adecuado a la circunstancias.

    Características Físicas del Libertador

    ... "Bajo de cuerpo; un metro con sesenta y siete centímetros. Hombros angostos, piernas y brazos delgados. Rostro feo, largo y moreno. Cejas espesas y ojos negros, románticos en la meditación y vivaces en la acción. Pelo negro también, cortado casi al rape, con crespos menudos. Las patillas y los bigotes se los cortó en 1.825. El labio inferior protuberante y desdeñoso. Larga la nariz que cuelga de una frente alta y angosta, casi sin formar ángulo. El General es todo menudo y nervioso. Tiene la voz delgada pero vibrante. Y se mueve de un lado a otro, con la cabeza siempre alzada y alertas las grandes orejas." ... "El General es decididamente feo y detesta los españoles"... (Descripción atribuida a Páez, "El General" 1.829, Santiago Martínez Delgado)

    Bolívar en la Sociedad Patriótica

    En la Sociedad Patriótica, Bolívar tuvo una participación destacada y decisiva, que contribuyó enormemente a la declaración definitiva de independencia, el 5 de julio de 1811. Dicha sociedad se había convertido en un club de política ( especie de partido político), donde se daban cita lo más connotados patriotas y revolucionarios jóvenes de entonces. Se atribuye a Bolívar y a Miranda, ser los autores de este cambio; ellos le dieron vida y fisonomía política.

    Es el seno de la Sociedad Patriótica, donde Bolívar, ante la indecisión de los congresantes por declarar la independencia definitiva y la actitud de algunos diputados que acusaban a los miembros de la Sociedad de pretender arrogarse la atribuciones del Congreso, lanza lo que ha calificado de " su primer discurso político" (3-7-1811), para proponer que se comunicara al Parlamento los deseos de juventud revolucionaria.

    Surgimiento de Bolívar como conductor de la Empresa Emancipadora

    En la Nueva Granada, Bolívar despliega una intensa actividad intelectual, política y militar, que lo convertirán para el futuro, en el máximo líder de la guerra de independencia, el conductor de la empresa emancipadora. Es verdad que se sintió, en cierto sentido, responsable y por tanto, sumamente afectado por la pérdida de la plaza de Puerto Cabello, pero no se podía dejar derrotar por este infortunado hecho.

    Es así como se levanta de la postración en la que lo mantuvo su fuerte estado depresivo, para organizar y emprender una campaña militar victoriosa ( Campaña Admirable), que le hace ganar el titulo del Libertador. Esto fue posible gracias a su férrea voluntad ante la adversidad, a su tenacidad y constancia para la acción libertadora, a su inquebrantable fe en el éxito y a su incansable trabajo orientado hacia el objetivo por el añorado : La independencia Suramericana; condicioens humanas estas que no tienen paragón entre sus conciudadanos, y que lo hacen aparecer como un hombre excepcional en el escenario político militar de América.

    Rasgos Mentales

    Bolivar según José de Sanmartín
    (Guayaquil, 1.822)

    ... "El General Bolívar demostraba tener mucho orgullo, lo que me parecía en contradicción de no mirar nunca de frente a la persona que lo hablaba, a menos que fuese muy inferior a él. Pude convencerme de su falta de franqueza en las conferencias que tuve con él en Guayaquil, porqué no respondió de modo positivo a mis proposiciones sino siempre en términos evasivos" ... "En cuanto a los hechos militares de ese General, puede decirse que le han merecido, y con razón ser considerado como el hombre más asonbroso que haya producido la América del Sur. Lo que le caracteriza por sobre todo y forma, por así decirlo, su sello especial, es una constancia a toda prueba, que se endurecía contra las dificultades, si dejarse jamáz abatir por ellas, por grandes que fueran los peligros a que se hubiese arrojado su espíritu ardiente"...


    Bolivar según el cura realista José A. de Torres y Peña
    (1.816)

    ... "..................... el otro mozo
    con aspecto feroz, amulatado,
    de pelo negro y muy castaño el bozo;
    inquieto siempre y muy afeminado,
    delgado el cuerpo, y de aire fastidioso,
    torpe de lengua, el tono muy grosero,
    y de mirar turbado y altanero.

    Este Bolívar era, según dicen,
    los que el infame monstruo conocieron.

    Bolivar según el General realista Pablo Morillo

    (El General español Pablo Morillo, vino a combatirlo a Venezuela al frente de la mejor y más numerosa expedición de tropas peninsulares que nunca vino a America, tomado de "Bolívar Hoy" por Arturo Uslar Pietri)

    "Alma indomable, a quien le basta un triunfo, el más pequeño, para adueñarse de quinientas leguas de territorio... Bolívar es el jefe de más recursos y no hallo cómo ponderar su actividad. Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes que no desmayan con ninguna derrota y que estan resueltos a morir antes que someterse... Nada es comparable a la incansable actividad de este caudillo... Su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra".

    Bolívar Político

    El pensamiento político del libertador fue extraordinariamente amplio y al mismo tiempo de gran profundidad. Esto se puede observar en los numerosos escritos realizados por el, como el Manifiesto de Cartagena, La Carta de Jamaica, El Discurso de Angostura, entre otros.. Durante su vida publica se pueden resaltar aspectos fundamentales y consecuentes, como éstos:

            La visión republicana del Estado y su franca oposición a la monarquía y a la dictadura.

            Su lucha por la libertada y los derechos del pueblo.

            Su firme defensa del sistema centralista y su rechazo a la tendencia disgregadora del federalismo y la división, de acuerdo con el momento histórico.

            Su profundo respeto a las instituciones civiles frente a la anarquía y el militarismo.


    DISCURSO DE BOLíVAR EN LA SOCIEDAD PATRIOTICA DE CARACAS

    3 DE JUNIO DE 1811


    No es que haya dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que más conocen la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva, para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad. Unirnos para reposar y dormir en los brazos de la apatía, ayer fue mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso nacional lo que deberiera estar decidido. Y, ¿qué dicen? Que deberíamos empezar por una Confederación: como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera! Que debemos esperar los resultados de la política de España: ¿qué nos importa que España venda a Bonaparte sus esclavos, o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son triste efecto de las antiguas cadenas. Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Tescientos años de calma, ¿no bastan? ¿Se quieren otros trescientos todavía?

    La Junta Patriótica repeta, como debe, el Congreso de la nación; pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad sudamericana. Vacilar es perdernos. Propongo que una comisión del seno de este cuerpo lleve el soberano Congreso estos sentimientos.

    Decreto de Guerra a Muerte

    [1813]


    SIMON BOLíVAR, Brigadier de la Unión, General en Jefe del Ejercito del Norte,

    Libertador de Venezuela

    A sus conciudadanos

    Venezolanos: Un ejército de hermanos, enviado por el soberano Congreso de la Nueva Granada, ha venido a libertaros, y ya lo tenéis en medio de vosotros, después de haber expulsado a los opresores de las provincias de Mérida y Trujillo.

    Nosotros somos enviados a destruir a los españoles, a proteger a los americanos, y a restablecer los gobiernos republicanos que formaban la Confederación de Venezuela. Los Estados que cubren nuestras armas, están regidos nuevamente por sus antiguas constituciones y magistrados, gozando plenamente de su libertad e independencia; porque nuestra misión sólo se dirige a romper las cadenas de la servidumbre, que agobian todavía a algunos de nuestros pueblos, sin pretender dar leyes, ni ejercer actos de dominio, a que el derecho de la guerra podría autorizarnos.

    Tocado de vuestros infortunios, no hemos podido ver con indiferencia las aflicciones que os hacían experimentar los bárbaros españoles, que os han aniquilado con la rapiña, y os han destruido con la muerte; que han violado los derechos sagrados de las gentes; que han infringido las capitulaciones y los tratados más solemnes; y, en fin, han cometido todos los crímenes, reduciendo la República de Venezuela a la más espantosa desolación. Así pues, la justicia exige la vindicta, y la necesidad nos obliga a tomarla. Que desaparezcan para siempre del suelo colombiano los monstruos que lo infestan y han cubierto de sangre; que su escarmiento sea igual a la enormidad de su perfidia, para lavar de este modo la mancha de nuestra ignominia, y mostrar a las naciones del universo, que no se ofende impunemente a los hijos de América.

    A pesar de nuestros justos resentimientos contra los inicuos españoles, nuestro magnánimo corazón se digna, aún, abrirles por la ultima vez una vía a la conciliación y a la amistad; todavía se les invita a vivir pacíficamente entre nosotros, si detestando sus crímenes, y convirtiéndose de buena fe, cooperan con nosotros a la destrucción del gobierno intruso de España, y al restablecimiento de la República de Venezuela.

    Todo español que no conspire contra la tiranía en favor de la justa causa, por los medios más activos y eficaces, será tenido por enemigo, y castigado como traidor a la patria y, por consecuencia, será irremisiblemente pasado por las armas. Por el contrario, se concede un indulto general y absoluto a los que pasen a nuestro ejército con sus armas o sin ellas; a los que presten sus auxilios a los buenos ciudadanos que se están esforzando por sacudir el yugo de la tiranía. Se conservarán en sus empleos y destinos a los oficiales de guerra, y magistrados civiles que proclamen el Gobierno de Venezuela, y se unan a nosotros; en una palabra, los españoles que hagan señalados servicios al Estado, serán reputados y tratados como americanos.

    Y vosotros, americanos, que el error o la perfidia os ha extraviado de las sendas de la justicia, sabed que vuestros hermanos os perdonan y lamentan sinceramente vuestros descarríos, en la íntima persuasión de que vosotros no podéis ser culpables, y que sólo la ceguedad e ignorancia en que os han tenido hasta el presente los autores de vuestros crímenes, han podido induciros a ellos. No temáis la espada que viene a vengaros y a cortar los lazos ignominiosos con que os ligan a su suerte vuestros verdugos. Contad con una inmunidad absoluta en vuestro honor, vida y propiedades; el solo título de americanos será vuestra garantía y salvaguardia. Nuestras armas han venido a protegeros, y no se emplearán jamás contra uno solo de nuestros hermanos.

    Esta amnistía se extiende hasta a los mismos traidores que más recientemente hayan cometido actos de felonía; y será tan religiosamente cumplida, que ninguna razón, causa, o pretexto será suficiente para obligarnos a quebrantar nuestra oferta, por grandes y extraordinarios que sean los motivos que nos deis pare excitar nuestra animadversión.

    Españoles y Canarios, contad con la muerte, aun siendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio de la libertad de América. Americanos, contad con la vida, aun cuando seáis culpables.

    Cuartel General de Trujillo, 15 de junio de 1813.3

    Simon Bolívar.

    Es copia.

    Pedro Briceño Méndez,

    Secretario-

    Comentarios

    Simón Bolívar, uno no se da cuenta de lo que representa este hombre hasta que no conoce a fondo su historia y el legado tan preciado que nos dejo, nuestra libertad. Realmente Simón Bolívar dedicó su vida y su fortuna a la liberación de los países Latinoamericanos y a la formación de la Gran Colombia sacrificando todo por ello, aunque su ultimo sueño lo vio desvanecerse. En esta historia hay una ironía ya que el héroe de la misma no es sino un Venezolano mas que lucho por sus sueños y los logro. Bolívar nuestro libertador es un digno ejemplo a seguir para todoslos Venezolanos y para el mundo entero.

    Personalidad Del Libertador

    Nota sobresaliente en la faceta intelectual de El Libertador es la objetividad, o sea, la característica mental que permite reconocer y apreciar los hechos -independientemente de la simpatía o antipatía que puedan inspirar- en su tamaño propio y dentro de estructuras totales.

    La objetividad en Bolívar se expresa en dos direcciones. Una individual, que denominaremos autocrítica, concretada en el exacto conocimiento de sí mismo. Y otra referida hacia los demás, y que llamaremos ecuanimidad.

    En el político es fundamental conocerse. Es rara esta cualidad; lo corriente es que el individuo ignore sus posibilidades, que se supervalore o se subestime, que tenga entrabada su personalidad por una de esas embarazosas armaduras psíquicas que son los complejos. En el prepórtico de su vida pública, Bolívar escribió: "Es siempre útil el conocerse, y saber lo que se puede esperar de sí". Con claridad entendió cuál era su empresa, y no se equivocó en cuanto a su temperamento y sus aptitudes. Dice que no está hecho para la función sedentaria y que detesta la administración. Sabe que los peligros lo tonifican; siente que su ánimo se estimula ante la adversidad. No pide reposo material para pensar mejor; sabia abstraerse, aislarse en medio de humanos torbellinos y concentrarse en la meditación de sus ideas. "Hay hombres -decía- que necesitan estar solos y bien retirados de todo ruido para poder pensar y meditar; yo pensaba, reflexionaba y meditaba en medio de la sociedad, de los placeres, del ruido y de las balas. Sí, me hallaba solo en medio de mucha gente, porque me hallaba con mis ideas y sin distracción".

    En cuanto a su personalidad mental -en sentido estricto- la apreciación más exacta, comprobable por quienquiera que analice su obra, es la que de manera condensada él mismo formula así en 1825: "No soy difuso.... soy precipitado, descuidado e impaciente..., multiplico las ideas en muy pocas palabras".

    Un testimonio fidedigno, aparte de los escritos a disposición del más severo examen, el de Luis Peru de Lacroix en 1828, confirmará la concisión bolivariana. Peru de Lacroix lo vio y observó muy de cerca: "En todas las acciones de El Libertador y en su conversación se ve siempre, como he dicho, una extrema viveza: sus preguntas son cortas y concisas; le gustan contestaciones iguales, y cuando alguno sale de la cuestión, le dice, con una especie de impaciencia, que no es lo que ha preguntado:

    nada difuso le gusta".

    Su precipitación la había observado desde su niñez; en la primera carta que de él se conserva dice que se le "ocurren todas las especies de un golpe". Esa precipitación le impedirá ser más afortunado y certero en la planificación de ciertas instituciones. Es igualmente fácil comprobar lo que afirma sobre su descuido e impaciencia.

    Merece consideración particular su aserto autocrático de que multiplica las ideas en muy pocas palabras. El mérito de Bolívar, implícito en su peculiar don de síntesis, es el de su riqueza conceptual e ideológica. Podrían citarse muchas expresiones suyas, líneas breves con una potencia de enseñanza insospechada a simple vista. Por esta característica, su pensamiento ha sido objeto de las más diversas interpretaciones; algo parecido a lo que, salvando la distancia, ocurre con versículos bíblicos. Todos los traficantes políticos, los gestores de todos los partidos americanos han buscado en palabras de Bolívar, banderas para sus parcialidades; ello no lo asombra: "Con mi nombre se quiere hacer en Colombia el bien y el mal, y muchos lo invocan como el texto de sus disparates". Medítese la frase: el texto de sus disparates, y se comprenderá por qué ha sido difícil para el lector ordinario, acostumbrado a las informaciones indirectas, el conocimiento verídico de las ideas de Bolívar. En la

    mayor parte de los casos, el lector común, nuestro hombre medio, precisamente aquél para quien forjó El Libertador su doctrina, se halla perplejo al no poder separar la propaganda de la verdad. Son muy escasos los intérpretes objetivos y globales del pensamiento bolivariano; todavía se persiguen en la obra de El Libertador expresiones sueltas para pretender justificar indignidades o cubrir miserias. A Bolívar no puede comprendérsele si el estudioso no posee al par que una mentalidad científicamente capaz, comprensiva y avisada, una gran escrupulosidad ética. Aún abundan esos que hábilmente silencian la voz acusadora de Bolívar, para dar resonancia a la parte que parece servirles en sus aventuras; pero si esta traición al pensamiento bolivariano, en cuanto a un inteligente escamoteo de sus palabras, es absolutamente perniciosa, más lo es aún la interpretación desagajada de su unidad original. Son solidariamente culpables del pésimo conocimiento que se tiene de Bolívar, todos sus intérpretes fragmentarios. Su obra no es para leerse y comprenderse por cuotas, ni para asimilarse en frases aisladas. El estudio honesto, y naturalmente el estudio científico -con la ética propia de la investigación auténtica- ha de penetrar en la unidad, ha de reconstruir previamente el panorama; en este sentido el método indicado es buscar la estructura, entender en conjunto y asimilar de manera global. Tal es la fórmula para un acercamiento válido a su obra; y no se crea que ésta es una recomendación más o menos influída por los métodos científicos en boga; es pauta del propio Libertador, quien precisamente refiriéndose al Discurso de Angostura -su más densa expresión política- da al futuro la técnica interpretativa por intermedio de su amigo Don Guillermo White: "Tenga Ud. la bondad de leer con atención mi discurso, sin atender a sus partes, sino al todo de él".

    Múltiples testimonios de un espíritu ecuánime, de una mentalidad objetiva capacitada para mirar la verdad sin apasionamiento, hallamos repetidas veces en su obra. Su ecuanimidad no se empaña ni se desmiente, ni siquiera cuando se trata de hechos que le atañen por referirse a su familia. Tampoco cuando se trata de sus amigos; los conoce bien, y sabe dónde pueden dar el mejor rendimiento.

    Sus aciertos en la apreciación de méritos son notables, el cariño no logra desviarlo; así dice llanamente a Santander en 1823: "los intendentes de Bogotá y Caracas son eminentemente malos, con ser los mejores del mundo y mis mejores amigos". Esta virtud mental posee mucho interés para la estimación de su labor intelectual; ya no habrá sorpresa cuando se diga que El Libertador era un observador de mirada precisa, capacitado para formular una crítica imparcial. Esta cualidad especialmente ha de tener fecunda proyección en su opinión política, sociológica e histórica.

    Era además un hombre de mirada aguda; no pasaba tan inadvertidamente por encima de las cosas mínimas, como ordinariamente se cree. Está siempre atento a su circunstancia con ojos que abarcan a los grandes hechos y a los pequeños: en Guayaquil nota prontamente que se casan muy tempranos los muchachos; desde Lima subraya que "en Caracas era moda pensar todos mal contra el gobierno". Y véase igualmente el caso del joven Michelena a quien destituye en Lima; la conducta de Bolívar responde en este caso a un cuidadoso proceso de observación.

    Su don observador unido a su ecuanimidad llévalo a un conocimiento exacto de sus hombres; ya anotamos que conocía las aptitudes de éstos.

    Estudiaba la personalidad psíquica de sus amigos, y aplicaba a cada uno el tratamiento adecuado; en este sentido es un psicólogo espontáneo, sus cartas más cuidadosas y políticas son para Santander, sus cartas más plenas de nobleza y afecto son para Sucre.

    Por último en la fisonomía intelectual de Bolívar señalaremos su tendencia discreta al humorismo, la facilidad para captar -hasta en momentos serios- la nota risueña. Asimismo llamamos la atención sobre su forma tan espontánea de mezclar expresiones populares en sus cartas; Bolívar repetía frases del vulgo, conocía sus refranes y los aplicaba con tino

    Cualidades morales de Bolívar son la nobleza de espíritu y la constancia. La nobleza espiritual ya supone una serie de virtudes, supone sobre todo una buena capacidad de desprecio; Bolívar sabía despreciar, sorprende que en sus cartas no se ocupe, con la debida insistencia, de sus enemigos; trabajo cuesta indagar en su correspondencia los nombres de sus adversarios.

    La constancia es el denominador común de la empresa de Bolívar; jamás cede él en su propósito, su voluntad "no desmaya y aún se fortifica con la adversidad", por eso la consigna de Pativilca ha llegado a simbolizar su carácter. "El valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna", dijo en su primer memorial político. Es efectivo el afán que jamás se doblega.

    Su carácter práctico y dinámico, encaminado directamente hacia sus objetivos, explica una de sus críticas básicas a los hombres de la Primera República, quienes, a juicio de Bolívar, se equivocaron al pensar que sus principios saldrían victoriosos y serían respetarlos por su sola verdad y bondad intrínsecas. El triunfo de una doctrina es obra de tenacidad y de lucha, su bondad es aliciente y estímulo para que sus propugnadores no la abandonen.

    La vida entera de Bolívar fue fiel a la idea de la necesidad de la acción permanente; reconocía en todo instante la creadora proyección de la energía, sin ella "no resplandece nunca el mérito, y sin fuerza no hay virtud, y sin valor no hay gloria". En la historia halla asideros, recuerda que más le valió a Cicerón un rasgo de valentía que todos los prodigios de su genio. Si se investiga el perfil de su deber, se comprende por qué existe en Bolívar junto a un carácter generoso un hombre riguroso e inexorable, terrible cuando las circunstancias son terribles. Su actividad utiliza los elementos propios de la disciplina y de la fuerza cuando ha menester; no sólo fusila desertores y traidores y encarcela delincuentes y deudores del Estado, sino que su justicia toca hasta sus allegados. En hora crítica, obligado a restar una ventaja a sus antagonistas, decreto la guerra a muerte; después vendrá el momento de celebrar el tratado regularizador de la contienda; y el mismo firmante de la proclama de Trujillo señalará más adelante a sus soldados "la obligación rigurosa de ser más piadosos que valientes".

    El Libertador tenía noción de su propia personalidad, y sabía los linderos y la dimensión de su esfuerzo. Conoció la magnitud de su obra; era llano y sencillo. En las páginas de Peru de Lacroix, quien lo retrata con ojos de intimidad, se advierte la personalidad de Bolívar constituida por rasgos sobrios y severos, fáciles en todo momento de ser reconocidos y observados sin misterio.

    La figura moral de Simón Bolívar se refleja en todas su expresiones. El investigador científico no encuentra inconsecuencias en los escritos de Bolívar, porque no las hubo. Don Vicente Lecuna, sabio en materia bolivariana, recogió en forma que obliga la gratitud del mundo, la obra escrita de El Libertador. La honestidad y competencia del eminente compilador es garantía suficiente de que no ha habido lagunas convencionales, ni ocultamientos, ni tergiversaciones,

    . ni cortes ni enmendaturas. Las fuentes, siempre claras, están indicadas en todas las publicaciones hechas por Lecuna, con absoluta precisión.

    Mas no es necesario buscar en los libros la dimensión moral de Bolívar, más que en palabras ella consta en hechos, está en la vida de quien pudo decir: "Para qué necesitaré yo de Colombia! Hasta sus ruinas han de aumentar mi gloria! Serán los colombianos los que pasarán a la posteridad cubiertos de ignominia, pero no yo. Ninguna pasión me ciega en esta parte, y si para algo sirviera la pasión en juicios de esta naturaleza, sería para dar testimonios irrefragables de pureza y desprendimiento. Mi único amor siempre ha sido el de la patria; mi única ambición, su libertad".

    Bibliografía

            Catedra Bolivariana 9 grado. Editorial Santillana

            Efemerides Venezolanas.

            Enciclopedia Hispanica

            Bolívar, El hombre http://wekker.seagull.net/simon.html

            Biblioteca Virtual de Simón Bolívar

            http://www.caveguias.com.ve/tour/biografias/SBolivar/SBolivar.html

            http://www.geocities.com/Athens/Acropolis/7609/index.html


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