|
El Congreso de la Nación
El Congreso de la Nación ejerce el Poder Legislativo. En la Argentina este Congreso se compone de dos cámaras, la de Diputados y la de Senadores. Ambas cámaras representan a las provincias y a la Ciudad de Buenos Aires.
La Constitución Nacional establece que el número de diputados en la cámara debe ser de uno cada 33.000 habitantes o fracción superior a 16.500. La unidad territorial cuyos habitantes se cuentan es la provincia. Pero en la actualidad, la provincia con la menor cantidad de diputados tiene cinco de ellos, a pesar de que la población no es la correspondiente a esa cifra. Este hecho lleva a la reflexión, ¿es justo? Por un lado, si no analizamos en profundidad, es evidente que no. La cantidad de diputados debería ser proporcional a la de habitantes de la provincia, y así lo establece la Constitución, por lo que no es razonable que no se cumpla esto. Pero por el otro lado, hay que tener en cuenta la situación de la Argentina. Las provincias con la menor cantidad de habitantes son las que se encuentran en un estado mayor de crisis. Estas crisis son las que provocan la migración de sus habitantes en busca de trabajo y mejores condiciones de vida. Si a estas provincias se les quitara representación en el Congreso, se las estaría silenciando y negando la posibilidad de resolver sus problemas. Atentaría contra el federalismo, cuestión problemática que está presente en la Argentina desde sus primeras épocas.
Por el contrario, el Senado sí respeta el federalismo. En él hay tres representantes de cada provincia y tres de la Ciudad de Buenos Aires. Aquí el problema reside en la forma de elección: las dos primeras bancas son otorgadas al partido que obtiene la mayoría de los votos, y la tercera corresponde a la primera minoría. En mi opinión, los senadores no representan realmente a sus provincias, sino a sus partidos. No hace falta decir que esto no concuerda con el espíritu de la Constitución. Pero tampoco creo que los métodos establecidos para la elección de los senadores sean inadecuados para lograr una efectiva representación del pueblo; quizás no exista un sistema mejor para asegurarla. El problema, desde mi punto de vista, no es el sistema, sino los políticos. La ambición de ascenso y de poder es la que lleva a que la actividad sea en favor de los partidos y no de los votantes.
La Constitución Nacional establece que para ser senador, entre otras cosas, se debe contar con una renta anual de dos mil pesos fuertes, o de una entrada equivalente. Esta condición es elitista.
Hay que aceptar que la intención no es otra que evitar la corrupción, suponiendo que si el senador no tiene necesidad de dinero, no va a robar. Pero la solución podría ser darles un salario elevado, razonable por supuesto, asegurándoles así una renta anual de dos mil pesos fuertes y llegando al mismo resultado.
En cuanto al número de legisladores, se puede hacer un análisis muy amplio. En primera instancia, yo diría que es excesivo. Tratándose de un país que se encuentra en una profunda crisis económica, reducir el gasto político aportaría bastante. Pero el elevado número de legisladores proporciona una mayor diversidad de propuestas y una discusión desde puntos de vista o interpretaciones diferentes.
El bicameralismo, en mi opinión, se justifica, ya que, como dije antes, la cámara de diputados proporciona una gran cantidad de opiniones y el senado las analiza en un ámbito que defiende el federalismo. A nivel nacional creo que es necesario. No así en las provincias: allí no hay federalismo que defender y la existencia de dos cámaras no hace más que quitar velocidad a las resoluciones. Podríamos interpretar el bicameralismo provincial como una burocracia que resulta perjudicial para el sistema.
Reelección
La Constitución Nacional establece que los diputados y senadores pueden ser reelegidos indefinidamente, mientras que el presidente sólo puede ser reelegido una vez consecutiva.
Personalmente, no creo que ningún funcionario deba poder perpetuarse en un cargo. Aunque el funcionario sea competente y honesto, no debe ser reelegido más de una vez. Esto permite que haya un recambio y que el enfoque que se da a los problemas varíe.
El voto
Una pregunta frecuente es si el voto debe ser obligatorio. En esta pregunta debemos nuevamente tener en cuenta dos aspectos: 1) cómo debería ser en última instancia; 2) cómo debería ser, en este momento de nuestra historia, para poder llegar a ser cómo realmente debería serlo.
El objetivo que deberíamos tener es llegar a la no obligatoriedad del sufragio, para que los votantes sean realmente aquellas personas interesadas en los problemas de la nación y que, tras un análisis responsable de las opciones, toman una decisión consciente y voluntaria. Mas para llegar a ésto, la Argentina no puede adoptar este sistema inmediatamente. Se necesita un programa de conscientización de la población, mejorando la educación en todos los ámbitos, y especialmente la educación cívica. De lo contrario, los votantes no serían más que los familiares, amigos o los que se favorecerían con el éxito de algún candidato. No hay candidatos en los que confíe el pueblo entero, los resultados de las últimas elecciones lo probaron.
Las elecciones del 14 de Octubre del 2001
Estas elecciones se caracterizaron por el voto en blanco, el "voto bronca", con el que los ciudadanos manifestaron su repudio a los políticos en general. Muchos de los responsables de la elección de los funcionarios (empleados) públicos decidieron que ninguno de ellos era idóneo para el cargo.
¿Cómo debería responderse a un número tan grande de votos en blanco? ¿Deberían computarse? En mi opinión, sí. Si se los deja de lado, el porcentaje que se adjudica a los distintos candidatos no es más que aparente, no es el real. Como ya dije, en última instancia se debería eliminar el voto obligatorio, permitiendo a los que no encuentran un candidato que los represente, no votar. Pero también dije que la Argentina no está preparada aún para este sistema electoral.
Suponiendo que se computaran los votos en blanco pero que no se dejaran bancas vacías, no encuentro una solución factible. Lo más probable sería que si un candidato a presidente no ganara debido a los votos en blanco, que tras un ballotage, estos mismos votos no le permitieran ganar. En este caso, una solución posible sería disminuir el porcentaje de votos necesarios para obtener el cargo. Pero tampoco esto sería realmente útil, ya que, en caso de que todos, o una gran mayoría, votaran por algún candidato, la situación se complicaría.
Aún no hay comentarios para este recurso.
Monografias, Exámenes, Universidades, Terciarios, Carreras, Cursos, Donde Estudiar, Que Estudiar y más: Desde 1999 brindamos a los estudiantes y docentes un lugar para publicar contenido educativo y nutrirse del conocimiento.
Contacto »