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Enfermedades bacterianas
Las bacterias causan enfermedades de distintas maneras. Algunas producen poderosos venenos o toxinas; por ejemplo el bacilo Botulinus, el bacilo del tétanos, y el bacilo de la gangrena gaseosa. Otras bacterias causan la muerte local o generalizada de tejidos corporales, bloquean el flujo de la sangre o producen irritaciones graves. La salmonelosis y todas las enfermedades causadas por la bacteria del género Salmonella están muy extendidas. La diarrea blanca o pullorum, causada por la S. pullorum, amenazó a la industria avícola hasta que fue controlada tras someter a las aves afectadas a un análisis de sangre. Se conocen casi 2.000 tipos más de Salmonella, que pueden producir enfermedades en el ser humano y en los animales. La bacteria S. typhimurium es responsable de casi la mitad de los casos de la llamada intoxicación alimentaria en el hombre, así como de grandes pérdidas de aves y otros animales.
La leptospirosis, debida a bacterias en forma de espiral, o espiroquetas, pertenecientes al género Leptospira, causa pérdidas entre el ganado vacuno, los perros y el hombre. Los estanques, los lagos y otras acumulaciones de agua actúan como reservorios, o focos de infección de la leptospirosis, y los roedores pueden ser transmisores de las enfermedades.
La tuberculosis puede ser causada por bacterias del género Mycobacterium. Los monos y otros primates que viven en zoológicos deben ser protegidos de la exposición a las bacterias procedentes de humanos afectados por la enfermedad por medio de cristales. Del mismo modo, las personas deben ser protegidas de las vacas afectadas por la enfermedad mediante controles periódicos de las vacas lecheras y por el examen de la carne destinada al consumo humano.
El carbunco o carbunclo, enfermedad producida por el Bacillus anthracis, afecta a las personas y a los animales domésticos. Sus esporas, transportadas por el aire, y residentes en la piel de los animales o las aguas residuales, explican la repentina aparición de esta enfermedad bacteriana.
La pasteurelosis, así como cualquier otra infección causada por bacterias del género Pasteurella, como el cólera de las gallinas, producido por la P. multocida, origina graves problemas, y afecta a la fauna silvestre, las aves domésticas (sobre todo a las gallinas), los conejos y otros animales.
Las bacterias diminutas de pared blanda del género Mycoplasma producen toda una variedad de enfermedades en los animales y el ser humano, como la pleuroneumonía en el ganado vacuno, la sinusitis infecciosa en los pavos y la enfermedad respiratoria crónica en los pollos.
Se cree que enfermedades a las que se atribuyó durante mucho tiempo un origen viral, como la psitacosis, o fiebre de los loros, están producidas por bacterias del género Chlamydia. Ciertas enfermedades graves que afectan tanto al hombre como a los animales pertenecen a este grupo.
Enfermedades producidas por hongos
Los hongos producen multitud de enfermedades graves en los animales. El Aspergillus puede causar necrosis en los pulmones, en el sistema nervioso y en otros órganos. Estos hongos pueden generar también productos tóxicos en los componentes de los alimentos, causando una micotoxicosis en los animales que los ingieran. Un hongo similar a las levaduras, Candida albicans, puede causar la muerte a los pavos, a la perdiz nival, a los colibríes y a otros animales. Los hongos dermatofitos afectan a la piel de los animales y del ser humano. Los hongos transportados por el aire, como el Coccidioides immitis y el Histoplasma capsulatum, producen enfermedades pulmonares o generalizadas tanto en los animales como en las personas.
Enfermedades víricas
Los agentes víricos son innumerables, y producen anemia infecciosa equina, la enfermedad de Newcastle (véase Paramixovirus), el cólera porcino, la viruela aviar, la rabia, el moquillo, la encefalitis, y muchas otras. Varios agentes víricos causan la formación de tumores en las aves domésticas, el llamado complejo leucémico, que produce enormes pérdidas económicas. Los virus de la gripe producen graves problemas en los cerdos, caballos y aves.
Algunos virus se propagan de madre a hijos a través de la placenta o el huevo, y presentan formas muy resistentes capaces de sobrevivir en el polvo. Otros virus requieren un contacto íntimo para su transmisión, y los hay que se transmiten a través de la picadura de artrópodos.
Los virus no se limitan siempre a una sola especie de animales o a un único tejido u órgano. Por otra parte, la gravedad de algunas enfermedades puede ser mucho mayor en una especie o un tipo de tejido determinados.
Enfermedades parasitarias
Los parásitos, que atacan a todos los animales, varían en tamaño, desde protozoos diminutos, hasta gusanos renales de un metro de longitud.
Ejemplos de enfermedades protozoarias son las coccidiosis, de gran importancia económica, y que afectan por lo general al intestino de los animales, como los conejos que son susceptibles a la coccidiosis hepática y los gansos a la coccidiosis renal; las malarias, infecciones transmitidas por artrópodos y causadas por los protozoos Plasmodium, Leukocytozoon o Haemoproteus, que afectan a los animales salvajes y a los de los zoológicos; las infecciones por flagelados, como la tricomoniasis, producida por el Trichomonas gallinae en las aves, o por el T. fetus en el ganado vacuno; y la tripanosomiasis, también conocida como nagana, surra, y durina, producida por flagelados relacionados con el agente productor de la enfermedad del sueño africana.
Los gusanos llamados helmintos forman un grupo grande y heterogéneo de parásitos que incluye los gusanos cilíndricos (nematodos), la duela parásita (trematodo), las tenias (cestodos), los gusanos de cabeza espinosa (acantocéfalos), y los gusanos en forma de lengua (linguatúlidos).
Las formas larvarias de los gusanos cilíndricos producen considerables daños en los pulmones y otros órganos de algunos animales. Los gusanos Capillaria pueden atacar el revestimiento del tracto digestivo. Los adultos del Strongylus vulgaris producen obstrucciones arteriales, con los consecuentes trastornos digestivos e incluso parálisis.
Las tenias, que en forma adulta suelen encontrarse en el intestino de los animales, presentan a menudo fases larvarias muy dañinas en los tejidos corporales de huéspedes secundarios. Las formas larvarias de la tenia canina forma grandes quistes en el hígado, los pulmones y otros órganos humanos y animales; la enfermedad recibe el nombre de equinococosis.
Las duelas, que tienen varios huéspedes en un ciclo vital complejo, pueden ser muy dañinas en sí mismas, como ocurre con las duelas hepáticas que afectan al ganado ovino, bovino y caprino; o pueden actuar como transmisores de otras enfermedades, como es el caso de las duelas que acarrean un agente infeccioso para los perros, que lo contraen de salmones o truchas infestadas. La urticaria del nadador en el ser humano se debe a la acción, en determinadas fases de su desarrollo, de las duelas que afectan a las aves acuáticas.
Los gusanos de cabeza espinosa (acantocéfalos), equipada con multitud de ganchos sólidos, la clavan en la pared intestinal. Son comunes en el petirrojo y otras aves.
Los linguatúlidos tienen un ciclo vital complejo, y atraviesan varias fases, una de ellas ocurre en los órganos internos de un huésped; después pasan a la fase adulta en las vías respiratorias de un huésped de otra especie. Los artrópodos, que suelen ser parásitos externos, tienen algunas especies en las que todas o algunas de las fases se desarrollan en el interior del cuerpo del huésped. Producen daños a los animales al alimentarse de sus tejidos, generando sustancias tóxicas y sustancias sensibilizadoras y transmitiendo agentes patógenos.
Dentro de los artrópodos algunos insectos en su fase adulta son hematófagos, por ejemplo, mosquitos, cínifes, algunas moscas, pulgas, y piojos; otros son hematófagos en su fase larvaria; y los hay que se alimentan de tejidos, incluyendo las larvas de algunas moscas y algunos piojos. Las larvas de especies como el moscardón del buey producen graves daños en los tejidos y la piel del ganado, ya que migran a través de los tejidos y, tras perforar orificios en la piel para respirar, pasan a la fase de pupa. Los dípteros hematófagos transmiten a menudo protozoos a la sangre y arbovirus. Una mosca áptera que ataca a las ovejas suele ser confundida con una garrapata.
Los piojos son de dos tipos, los que tienen mandíbulas masticadoras y los que tienen mandíbulas chupadoras. Son causa de irritación, transmiten agentes patógenos, y pueden producir anemia.
Todas las pulgas son hematófagas. Pueden transmitir tenias en fase larvaria, filarias y otros agentes patógenos. Hay una pulga capaz de matar a las aves jóvenes por un exceso de absorción de sangre.
Entre los arácnidos parásitos se incluyen los ácaros y garrapatas. Los ácaros pueden ser hematófagos externos, como el ácaro rojo de las aves, que afecta también al hombre y otros animales; también pueden ser parásitos internos, como el Sternostoma, que afectan a los pulmones y las vías respiratorias de los canarios y otras aves. Las garrapatas, de mayor tamaño que los ácaros, chupan sangre y transmiten agentes patógenos como protozoos, virus y bacterias. Las garrapatas pueden tener varios huéspedes en su ciclo vital.
Enfermedades hereditarias
La herencia desempeña un papel muy importante en las enfermedades de los animales, bien causando defectos esqueléticos, dérmicos o endocrinos, o haciendo al animal más susceptible a los agentes patógenos. Aunque es posible criar animales en función de su resistencia a agentes patógenos específicos, los criadores deben permanecer alerta frente a la aparición de características indeseadas que puedan acompañar a otras deseadas en la dotación genética.
Factores ambientales
El calor es un factor muy importante, en especial en los animales jóvenes cuyo pelaje o mecanismos fisiológicos protectores, no se han desarrollado aún. El enfriamiento o el exceso de calor pueden producir la muerte; en los machos puede producirse esterilidad por un aumento excesivo de la temperatura ambiental. La electricidad, en forma de rayos o de descargas inhibidoras de los mecanismos de retroalimentación celular, es siempre un riesgo para los animales. La radiación de alta frecuencia también es origen de graves problemas. Los animales poco pigmentados pueden sufrir daños por los rayos ultravioletas, e incluso las ondas de radar, a corta distancia, que pueden matarlos. Los rayos X y la radiación atómica pueden dañar a los tejidos formadores de la sangre, las células reproductoras y otros tejidos. Las heridas físicas habituales debidas a objetos u otros animales son siempre motivo de preocupación ya que pueden llevar a una infección bacteriana.
Las plantas venenosas pueden causar pérdidas graves, sobre todo en determinados lugares o en determinadas temporadas, como a comienzos de la primavera, cuando todavía no hay plantas de forraje disponibles. Algunas plantas sólo son venenosas en ciertas épocas, por ejemplo, el sorgo sudanés, que sólo es venenoso cuando está marchito o congelado. Otras plantas, como la dragontea (véase Aráceas), son siempre venenosas.
Los pesticidas, insecticidas, herbicidas, fungicidas y otras sustancias empleadas en el control de plagas y el control de malas hierbas producen enfermedades y la muerte si no se usan de forma apropiada. No obstante se culpa a los pesticidas de ser la causa de muertes de animales que en realidad se deben a enfermedades víricas o bacterianas no detectadas.
El uso excesivo o indebido de algunos fármacos causa la muerte a muchos animales. También los antibióticos de amplio espectro son letales en el alimento de los cobayas y un exceso de sal puede matar a los cerdos y los pollos.
El agua es esencial para la mayoría de las funciones corporales. La sobrealimentación, en especial cuando se trata de alimentos poco frecuentes en la dieta convencional, produce trastornos digestivos. Un animal sufrirá inanición si no dispone de alimento o si es dominado socialmente por otros animales.
Los requerimientos nutritivos y la complejidad de los animales, a pesar de muchos años de intensas investigaciones, siguen siendo poco conocidos. Cada especie, al igual que cada raza o variedad dentro de una especie, tiene diferentes necesidades. Un cachorro de dogo alemán o Gran danés, por ejemplo, sufriría raquitismo si fuera alimentado con una dieta propia de un cachorro de terrier. Las crías de faisanes y pavos requieren muchas más proteínas que los pollos. Ciertos piensos, o alimentos para animales, pueden predisponerlos a determinadas enfermedades. Por ejemplo, los colibríes desarrollan candidiasis cuando se les alimenta con miel, pero no cuando se les alimenta con jarabe de sacarosa. Los alimentos pueden contener también antivitaminas, que producen enfermedades por carencia de éstas.
Control de las enfermedades
En el pasado, los programas gubernamentales han llegado a erradicar enfermedades devastadoras como la durina y la melioidosis equina, así como la pleuroneumonía y la glosopeda vacuna, y han conseguido controlar enfermedades como la brucelosis y el cólera porcino. Las medidas de control que se practican en los programas actuales implican la cuarentena de los animales importados, la cooperación entre organismos para el control y estudio de las enfermedades de los animales, la inspección de las carnes rojas y de ave para minimizar el contagio de enfermedades de los animales al ser humano, y la inspección y evaluación de vacunas y otros productos farmacéuticos y biológicos en lo referente a su pureza, eficacia y seguridad. Las universidades y otros centros de investigación realizan estudios sobre las múltiples enfermedades que afectan a todo tipo de animales.
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