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La Argentina organizada y el progreso
En febrero de 1516, el navegante español Juan Díaz de Solís, que a la sazón buscaba un paso por el suroeste hacia las Indias Orientales, introdujo su nave en el gran estuario del actual Río de la Plata, y reclamó la región circundante en nombre de España. Sebastiano Caboto, un navegante italiano al servicio de España, visitó el estuario en 1526. En busca de comida y suministros, Caboto y sus hombres remontaron el río que posteriormente se llamará Paraná, hasta llegar a un lugar cercano a la actual Rosario; allí construyeron un fuerte y siguieron remontando el río hasta la región hoy ocupada por Paraguay. Caboto, que no abandonó la región durante casi cuatro años, obtuvo de los nativos varias cantidades de plata, un nombre que pronto se aplicó a la cuenca de estos ríos y a la mayor parte de las regiones circundantes.
Primeros
asentamientos
La colonización
de la región fue iniciada en 1535 por el adelantado español Pedro de Mendoza.
En febrero de 1536, Mendoza -que había sido nombrado primer adelantado del Río
de la Plata- fundó Buenos Aires; los esfuerzos de la expedición de Mendoza por
establecer una colonia permanente se vieron enormemente dificultados por la
falta de alimentos y la hostilidad de los nativos, por lo que los colonizadores
abandonaron el lugar cinco años después.
En 1537, uno de
los lugartenientes de Mendoza, Juan de Salazar de Espinosa, fundó Asunción (hoy
capital de Paraguay), que fue el primer asentamiento permanente en la cuenca
del Río de la Plata. Desde su base en Asunción, los españoles fueron
gradualmente controlando todo el territorio situado entre los ríos Paraná y
Paraguay. Entretanto, las favorables condiciones naturales hicieron que los
pequeños rebaños de ganado traídos desde España se multiplicaran y extendieran
por la Pampa, creando una situación apta para una economía agrícola estable.
Santiago del
Estero, el primer asentamiento permanente de lo que hoy es territorio
argentino, fue fundado en 1553 por colonizadores españoles provenientes de
Perú. En 1573 fueron fundadas Córdoba y Santa Fe, y en 1580 se inició la repoblación
de Buenos Aires. En 1620, toda la región del Río de la Plata quedó bajo el
control administrativo del virreinato del Perú. Debido a la restrictiva
política comercial del gobierno español, la colonización de la región fue lenta
durante el siglo siguiente. Buenos Aires, centro de un floreciente tráfico de
productos importados, creció constantemente y a mediados del siglo XVIII su
población se acercaba a los 20.000 habitantes. En 1776, el territorio ocupado
por las actuales Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay fue separado de Perú,
creándose el Virreinato del Río de la Plata.
La idea de independencia
En 1806, Buenos
Aires fue atacada por una flota británica al mando del almirante Home Riggs
Popham, sin autorización del gobierno británico, ante la que el virrey no opuso
resistencia alguna; los invasores ocuparon la ciudad, pero fueron expulsados
por una milicia popular en agosto siguiente. La nueva fuerza expedicionaria que
el gobierno británico envió a Buenos Aires fue forzada a rendirse en 1807. La
expulsión de los ingleses fue posible por el entusiasmo del pueblo guiado por
Santiago Liniers, quien fue nombrado virrey por Buenos Aires, después de
deponer al virrey Sobremonte. Estos acontecimientos tuvieron consecuencias
imprevistas: los miembros de la colonia habían comprobado su capacidad de
combate y la ineficacia de las autoridades coloniales españolas, por lo que
pronto participaron de forma activa en el movimiento independentista que había
comenzado a recorrer la Sudamérica española.
El sentimiento revolucionario en la
región alcanzó su apogeo en el periodo siguiente al destronamiento del rey
español Fernando VII por Napoleón Bonaparte en 1808. El pueblo de Buenos Aires
se negó a reconocer a José Bonaparte, hermano de Napoleón, que se instaló en el
trono español. Al ser Liniers de nacionalidad francesa, la Junta de Sevilla
-creada para mantener la resistencia contra los franceses- decidió en 1809 que
éste debía entregar el poder a un nuevo virrey, Baltasar Hidalgo de Cisneros.
El 25 de mayo de 1810 depusieron al virrey e instauraron un gobierno
provisional, la Primera Junta de Gobierno, que actuaba en nombre de Fernando
VII. Poco tiempo después el gobierno provisional rompió con los representantes
de Fernando y lanzó una enérgica campaña para llevar al interior del país a la
revolución, pero resultó un fracaso. Sin embargo, los ejércitos realistas
sufrieron importantes derrotas en 1812 y 1813. La parte liberada del virreinato
se dividió en 14 provincias en 1813. Después de la Revolución de Mayo, algunas
ciudades -como Córdoba- se opusieron a la decisión arbitraria de Buenos Aires.
Surgieron algunos movimientos antirrealistas. Mientras tanto, Buenos Aires
decidió enviar expediciones para propagar el movimiento revolucionario. En 1812
llegaron José de San Martín y Carlos de Alvear para ponerse al frente del
ejército rebelde, proporcionándole un carácter más profesional.
Entre 1810 y 1815 se sucedieron
varios gobiernos: Primera Junta, Junta Grande, Primer Triunvirato, Segundo
Triunvirato; todos ellos tenían su sede en Buenos Aires y tenían las mismas
funciones del virrey. En 1815, Fernando VII volvió a ocupar el trono de España
y los que peleaban en el Alto Perú habían retrocedido hasta Salta; por lo tanto
fue necesaria la declaración oficial de independencia, que se proclamó en 1816
en el Congreso de Tucumán.
La Independencia
Durante 1814 y
1815, en los territorios liberados -que nominalmente todavía estaban sujetos a
la corona española- cristalizó el sentimiento favorable a la independencia absoluta.
Los representantes de las distintas provincias se reunieron en Tucumán en marzo
de 1816; el 9 de julio de ese año, los delegados proclamaron la independencia
de España y declararon la constitución de las Provincias Unidas de América del
Sur (más tarde Provincias Unidas del Río de la Plata). Aunque se designó a un
'director supremo' para encabezar el nuevo Estado, se sancionó una Constitución
centralista que no tuvo vigencia. Por ese tiempo, las ideas del federalismo
estaban en su auge, produciéndose así la primera batalla de Cepeda en 1820. Los
caudillos federalistas López y Ramírez derrotaron a las tropas del gobierno
nacional (o Directorio). Se formó así una especie de federalismo unigénito. Se
formaron las 13 provincias, que en 1833 serán 14 al separarse Jujuy de Salta.
El problema a resolver era la formación de un gobierno estable, luego de la
caída del Directorio. Las hostilidades entre las dos facciones fueron en
aumento y provocaron un enfrentamiento civil en 1819. En 1820 se restableció la
paz, pero el problema principal -la formación de un gobierno estable- quedó sin
resolver. Durante la mayor parte de la década siguiente reinó la anarquía en
las Provincias Unidas, situación que hubiera continuado de no ser por la guerra
con Brasil, ya que ésta exigía una forma de organización constitucional. Buenos
Aires convocó a una reunión a las provincias en 1824. El Congreso estuvo
dominado por los unitarios, se eligió a Bernardino Rivadavia como presidente y
fue entonces Buenos Aires la dueña del poder en la República Argentina
(denominación que comenzó a usarse desde ese momento). Argentina le declaró la
guerra a Brasil por la ocupación de la Banda Oriental; Brasil fue derrotado y
la Banda Oriental se declaró independiente, al igual que Bolivia (Paraguay se
mantenía neutral).
El régimen
unitario fracasó y se volvió a la antigua forma de gobierno, en la que cada
provincia se autogobernaba y delegaba en Buenos Aires las relaciones con el
resto del mundo. El gobernador de Buenos Aires, Manuel Dorrego -en quien
confiaban el resto de los gobernadores por ser federal- fue derrotado por el
unitario Juan Galo Lavalle, lo que dio lugar a una guerra civil. En Buenos
Aires, Juan Manuel de Rosas fue el encargado de resistir a los golpistas del
gobierno de Dorrego. En 1829 se acordó que Rosas fuera el gobernador de Buenos
Aires y se restituyó la cámara legislativa.
En el interior
se creó una liga unitaria que no actuaba como tal. Se enfrentó con la provincia
de Buenos Aires; este enfrentamiento desembocó en el Pacto Federal de 1831
(Buenos Aires, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe), por el que se acordó que,
cuando estuvieran dadas las condiciones, se erigiría un gobierno federal.
Además, se estableció un compromiso militar por el que si alguien atacaba a una
de las cuatro provincias, las cuatro se considerarían agredidas.
El
enfrentamiento entre la liga unitaria y los federales llevó a una guerra civil
en la que vencieron estos últimos. Entre 1829 y 1831, Rosas había logrado poner
orden en la provincia de Buenos Aires y logró la pacificación, negándose a
seguir como gobernador si no se le otorgaban facultades extraordinarias. Se
sucedieron algunos gobernadores hasta que en 1834 se produjo una guerra entre
las provincias de Tucumán y Salta; Rosas ordenó a Facundo Quiroga que, como
delegado de la provincia, fuera a pacificar la situación.
El pensamiento
de Rosas quedó plasmado en la Carta de la Hacienda de Figueroa; en ella se
estipulaba que las condiciones no eran las adecuadas para establecer un régimen
federal, pues las provincias no tenían dinero, se acababa de salir de una
guerra civil y todavía seguían luchando los unitarios. Rosas proclamó una
constitución nacional y entre 1835 y 1852 fue gobernador de Buenos Aires. El
país estuvo bajo el régimen dictatorial de Rosas durante 17 años.
El pensamiento
que Rosas expuso en la Carta de la Hacienda de Figueroa pudo ser eficaz para un
periodo, pero habían transcurrido 17 años desde entonces y las condiciones de
las que él hablaba se estaban dando y era necesaria la Carta Magna. Rosas, con
su pensamiento conservador (no en el sentido político-económico), no advirtió
los cambios y su gobierno se volvió anacrónico.
En 1852 se
produce la batalla de Caseros, entre Justo José de Urquiza, defensor de una organización
nacional bajo una constitución, y Rosas. Ambos eran federales; Rosas, a pesar
de la sangrienta represión y de la crisis económica, logró las bases para que
Urquiza -después de vencer en Caseros- lograra reunir un Congreso General
Constituyente y se promulgara la Constitución de 1853.
Formación de la República
Mientras tanto,
como se había pactado en San Nicolás, Urquiza era el jefe del gobierno
provisional hasta la aprobación de la nueva Constitución. Desde Buenos Aires,
Bartolomé Mitre rechazó la incorporación de esta ciudad a la federación; la
cámara legislativa lo escuchó y no aceptó la nueva Constitución. Al renunciar
López y Planes -gobernador de Buenos Aires-, Urquiza dio un golpe de Estado. La
provincia fue recuperada por los porteños en la revolución de 1882; así se
formó la Confederación Argentina -con capital en Paraná y con Urquiza como
Presidente, por un lado, y el Estado de Buenos Aires -que no proclamaba su
independencia ni se unía a la Confederación- por otro. Esta situación ambigua
de Buenos Aires se prolongó durante diez años.
En 1858 se
produjo la batalla de Cepeda, en la que Urquiza venció. A pesar de ello, no
quiso entrar en la ciudad y pidió que se restituyera al Gobernador, que era
ultra porteñista, para llegar al Acuerdo de San José de Flores, por el que
Buenos Aires se comprometía a formar parte de la Confederación. El problema de
la capital suscitó nuevos conflictos: Buenos Aires no deseaba entregar la
ciudad para su federalización y en 1861 se produjo la batalla de Pavón, entre
Buenos Aires y la Confederación, en la que no hubo un vencedor definido.
Urquiza retrocedió hasta Entre Ríos y Mitre -al mando del ejército de Buenos
Aires- cruzó hasta Rosario. En 1862 se realizaron las elecciones y Mitre
fue elegido presidente de la nación; durante este tiempo se declaró que Buenos
Aires sería la ciudad huésped del gobierno nacional, sólo de forma provisional.
En 1888, el
litigio entre Paraguay y Uruguay hizo que el primero entrara en territorio
argentino; así se produjo la sangrienta guerra de la Triple Alianza (Brasil,
Argentina y Uruguay). Entre 1866 y 1870, los ejércitos de los tres países
invadieron Paraguay y mataron a las tres cuartas partes de la población
paraguaya (90% de la población masculina).
La Argentina organizada y
el progreso
Entre 1862 y
1880 se sucedieron los gobiernos de Mitre, Sarmiento y Avellaneda, gobiernos
que pusieron los cimientos para la construcción de la Argentina moderna;
durante los mismos, las actuaciones prioritarias se centraron en la educación,
la inmigración y la libertad económica, aunque no se deben olvidar otros hechos
que disminuyeron el prestigio de estos gobiernos, tales como la campaña del
Desierto (1879-1880).
El país, aunque
con algunos conflictos, estaba pacificado y organizado institucionalmente.
Durante el gobierno de Avellaneda se decidió incorporar el norte de la
Patagonia al país, empresa llevada a cabo por un ejército al mando de Julio
Argentino Roca; los malones indígenas eran una amenaza en la frontera. Hoy se
sabe que hubiera sido mejor una alianza con los indígenas que, seguramente,
hubieran aceptado integrarse al país, pero se eligió el argumento de las armas.
Durante este gobierno Buenos Aires fue proclamada la capital federal (luego el
distrito se extendió hasta lo que es en la actualidad). Dardo Rocha (gobernador
de la provincia de Buenos Aires) fundó la ciudad de La Plata, que se convirtió
en la capital de la citada provincia.
Al regresar
victorioso, Roca fue elegido presidente en 1880. A partir de este momento
Argentina logró un gran progreso económico, institucional y educacional; se
integró al comercio mundial, convirtiéndose en una de las principales naciones
exportadoras de materia prima del mundo. Entre 1880 y 1882 no faltaron
problemas limítrofes con Chile y con otros países, si bien se llegó a un
acuerdo con Chile donde se establecieron como límites "las más altas
cumbres divisorias de aguas".
A pesar de los
adelantos de Argentina, la clase media y los grupos populares habían quedado postergados;
además, al no haber sufragio universal, las elecciones eran un fraude, pues
quien gobernaba el país era un sector elitista. En 1912, Roque Sáenz Peña
promulgó una ley por la cual el voto debería ser secreto y obligatorio para la
población masculina. En 1916, dentro del marco de la nueva ley, se eligió a
Hipólito Yrigoyen -político perteneciente a la Unión Cívica Radical- presidente
del gobierno, donde se mantuvo hasta 1930.
Durante los
gobiernos de Marcelo Torcuato de Alvear e Yrigoyen, Argentina se vio
beneficiada por la actitud neutral que el país mantuvo durante la I Guerra
Mundial, por lo que se convirtió en una de las naciones más ricas del mundo.
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