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Musica Colonial

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    Introducción

    La mayor parte de la documentación sobre la música y la danza en la época colonial, antes de la expulsión de la compañía de Jesús, gira en torno de la actividad de las misiones y los Colegios urbanos. Los pueblos guaraníes, cuya lengua era tan melodiosa como rica en matices, resultaron especialmente aptos para el aprendizaje de los instrumentos y los temas musicales traídos de Europa.

    Durante las fiestas de proclamación del rey Carlos III, precisamente el que expulsaría a la Compañía de sus dominios, los indígenas de las reducciones de Paraguay bajaron a Buenos Aires y representaron varias óperas compuestas por un maestro jesuita, o por algún músico guaraní. Este aprendizaje había empezado tempranamente; ya en 1628 Céspedes, el gobernador del Río de la Plata, escribía al soberano contándole que más de veinte indios de Yapeyú, entre los que había violinistas, organistas y otros más, estaban en condiciones de ofrecer músicas y danzas para el Santísimo Sacramento.

    Información sobre los jesuitas

    Jesuitas o Compañía de Jesús

    Instituto religioso de clérigos regulares de la Iglesia católica. Fundada por san Ignacio de Loyola en 1534, la Compañía de Jesús fue confirmada oficialmente por el Papa Pablo III en 1540. La frase emblemática de la orden es Ad majorem Dei gloriam (en latín, ‘A la mayor gloria de Dios') y su objetivo es el de difundir la fe católica por medio de la predicación y la educación, así como trabajar en lugares y momentos en que así lo requiera con urgencia la Iglesia. Desde los primeros momentos de su historia, la enseñanza ha sido la principal actividad de la orden. En este campo, sus aportaciones han sido notables, tanto en el ámbito de la teología como en el de distintas disciplinas seculares.

    * Condiciones de ingreso

    La preparación que requiere todo aspirante a la orden, especialmente si quiere ser sacerdote más que hermano (coadjutor), es bastante más larga que la necesitada para el sacerdocio secular o para ingresar en otra orden religiosa. Después de permanecer dos años como novicio, alejado del mundo y dedicado a la oración, el candidato emite los votos simples de pobreza, castidad y obediencia, y se convierte en escolástico. Posteriormente, debe estudiar materias clásicas (durante dos años) y filosofía, matemáticas y ciencias físicas (durante tres). Terminado dicho ciclo, debe dedicar varios años a la enseñanza, seguidos por otros tres años de estudios teológicos, tras los cuales puede ser finalmente ordenado sacerdote. Después de cuatro años más de estudios teológicos, y de un año de retiro y oración, el candidato recibe su titulación, convirtiéndose en coadjutor o en profeso perpetuo. Los últimos votos de los coadjutores son simples, de pobreza, castidad y obediencia, pero para los profesos estos votos son solemnes, a los que agregan uno más, que es el aceptar ir al lugar que decida el Papa. Más tarde, los profesos emiten cinco votos simples, entre los que se incluye la renuncia a todo oficio eclesiástico ajeno a su orden, a menos que lo determine la autoridad de la Compañía.

    * Organización y estructura

    La Compañía de Jesús se estructura en provincias (agrupadas en asistencias). En la actualidad, existen 65 provincias en el mundo, cada una de las cuales está bajo el mando de un padre provincial. La máxima autoridad de la orden recae en un superior general, cargo que tiene carácter vitalicio. El superior general, residente en Roma, es elegido por la Congregación General (integrada por la totalidad de los provinciales y dos diputados por provincia) y asesorado por los asistentes.

    * Historia

    Cuando fundó la Compañía, Ignacio de Loyola pretendía organizar peregrinaciones a Tierra Santa para convertir a los musulmanes. Sin embargo, con el estallido de la guerra contra los turcos otomanos, todos los planes para la peregrinación a Tierra Santa se desvanecieron. En cambio, los jesuitas solicitaron al Papa una constitución que les permitiera realizar misiones a lugares que él mismo decidiera. Una vez aprobada la constitución, eligieron a Ignacio de Loyola como primer superior general.

    La Compañía creció rápidamente y sus miembros tuvieron una actividad decisiva durante la Contrarreforma, especialmente en el transcurso del Concilio de Trento, así como fundando escuelas y centros de estudios superiores en toda Europa. Durante 150 años dirigieron los más importantes centros educativos europeos y, hacia 1640, contaban con más de 500 centros de estudios superiores repartidos por todo el continente. Aproximadamente un siglo después, esta cifra alcanzaba ya los 650; además, la orden tenía a su cargo, en forma total o parcial, la dirección de 24 universidades. También establecieron más de 200 seminarios y casas de estudios para sus miembros. Durante el periodo de la Contrarreforma, la educación jesuítica se enfocó principalmente a fortalecer la fe católica frente a la expansión del protestantismo. Si bien la educación jesuítica para laicos estaba dirigida principalmente a la nobleza europea y a estudiantes pudientes, también tenían a su cargo escuelas profesionales y, en los territorios donde trabajaban en misiones, escuelas para los pobres.

    Por lo que respecta a su aspecto misionero, la actividad de los jesuitas en este sentido tuvo también mucho éxito. Especialmente importante fue la emprendida por san Francisco Javier en India y Japón. La Compañía de Jesús se expandió más tarde por el interior de China y por las costas de África. Las cartas que escribieron los misioneros jesuitas que trabajaban en Canadá, en las que enviaban información de tipo etnológico, histórico y científico, fueron publicadas con el nombre de Relaciones Jesuíticas, formando una única y muy valiosa fuente de información referente a los nativos de ese país. Sin embargo, el trabajo de las misiones jesuíticas más conocido del Nuevo Mundo fue la fundación de las reducciones, siendo las más famosas las de Paraguay. Eran comunidades de indígenas, gobernadas por los jesuitas. Allí, y durante casi 200 años, los jesuitas dirigieron un enorme grupo de indígenas, logrando fundar 32 poblados, con una población de aproximadamente 160.000 personas. Enseñaban métodos agrícolas siguiendo las tradiciones autóctonas, artes mecánicas y favorecían el desarrollo del comercio.

    La historia de la Compañía de Jesús estuvo marcada por una constante oposición a su labor, especialmente en los países católicos. La devoción que los jesuitas tenían por el Papado les costó una fuerte oposición por parte de los dirigentes de diversos estados. Igualmente, y debido al gran entusiasmo que ponían los jesuitas en todo lo que significaran reformas eclesiásticas, se ganaron la enemistad del clero. La Compañía fue expulsada de diferentes países europeos (en España, por Carlos III, en 1767) hasta que, el 21 de julio de 1773, el Papa Clemente XIV publicó la bula Dominus ac Redemptor en la que ordenaba la supresión de la Compañía. El rey de Prusia, Federico II el Grande, y la emperatriz de Rusia, Catalina II la Grande, grandes admiradores de la labor educativa y del conocimiento de los jesuitas, se negaron a aceptar el documento y hacer efectiva la publicación del mismo. En estos países la orden se mantuvo hasta 1814, año en el que el Papa Pío VII restauró canónicamente la Compañía. Ante este hecho, también volvieron a cobrar fuerza los grupos religiosos y políticos que estaban en su contra.

    * Misiones jesuíticas

    Misiones constituidas por la Compañía de Jesús, que se establecieron como un sistema de reducción indígena en una extensa área entre Paraguay, Argentina y Brasil a partir de una primera experiencia llevada a cabo en Juli (Perú) en 1576, y que concluyeron en 1767, con la expulsión de los jesuitas de los territorios españoles por Carlos III.

    Para la organización de estas misiones, que también fueron conocidas como 'reino jesuítico', se partió de la idea de que se trataba de una conquista espiritual, realizada al margen de los intereses de la encomienda, y por lo tanto en conflicto con la sociedad colonial. En 1639 se publicó la obra del padre Antonio Ruiz de Montoya, Conquista Espiritual, en la que se resumían todos los planteamientos teóricos. En 1609 se estableció la primera en San Ignacio Guasú, Paraguay, y le siguieron otras cuarenta fundaciones situadas en torno a los ríos Paraná, Uruguay y Tape que, a mediados del siglo XVIII contaban con cerca de 150.000 habitantes.

    La población guaraní, seminómada, tuvo que variar su forma de vida y reunirse, bajo la dirección de los religiosos, en pueblos de indios dispuestos en torno a una plaza en la que se celebraban todos los acontecimientos públicos. En ellos las viviendas colectivas sólo servían para almacenar los enseres, ya que la vida transcurría al aire libre. Estos pueblos contaban con iglesia, colegio, talleres de diferentes oficios artesanales, hospitales, cementerios y casa para viudas y estaban rodeados por tierras dedicadas al cultivo intensivo, especialmente de la yerba mate, que era uno de los elementos fundamentales del comercio, libre de impuestos, con la sociedad colonial. La economía se organizaba a partir del trabajo y la participación comunitaria de los bienes y el intercambio se establecía a través de la reciprocidad entre sus miembros y los diferentes pueblos. El guaraní fue la lengua empleada para la enseñanza y la práctica de la doctrina cristiana.

    Al rescate de un patrimonio musical

    La música que se cultivó en Latinoamérica en las cantorías de las catedrales, en las misiones jesuíticas, en las diferentes fiestas religiosas y populares callejeras, así como en los salones y teatros durante los siglos XVI, XVII y XVIII, probablemente por el mismo desconocimiento de su existencia, ha permanecido en el olvido como manifestación de la cultura hispanoamericana. Una intensa labor científica comenzó hace aproximadamente 30 años con musicólogos que sacaron del olvido cantidad de obras de diferentes archivos. Estas fueron a su vez el punto de partida de otras investigaciones que continuaron con el trabajo de profesionales.

    El material no sólo es investigado, sino que infinidad de intérpretes lo abordan más tarde y lo dan a conocer en América y Europa. Una muestra de la trascendencia de esta música está dada por el II Festival Internacional de Música Renacentista y Barroca Americana "Misiones de Chiquitos", realizado el año pasado con la participación de 33 grupos.

    Antecedentes históricos

    El aporte musical español se ha manifestado desde un comienzo en América a través del bagaje que traían los conquistadores y los músicos españoles que viajaban al Nuevo Mundo; entre ellos los religiosos, que centraron alrededor de la iglesia el quehacer musical, llegando el mismo a desarrollarse al grado de perfección con que se cultivaban en las mejores cantorías europeas.

    Las primeras escuelas de música, los primeros compositores y los primeros maestros:

    * En 1530, en México, el primer maestro de la música europea, Pedro de Gante, conformó un coro de indígenas que cantaba todos los domingos en la catedral.

    * Con respecto a las Misiones, tres órdenes religiosas se repartieron a partir del siglo XVI un extenso territorio: los jesuitas, los franciscanos y los dominicos. Los franciscanos fundaron en Ecuador una escuela de música (1534). El Hermano Berger, perteneciente a la Compañía de Jesús (jesuitas), estuvo en Córdoba, Paraguay, Chile y Buenos Aires. Fue el alma de la sorprendente eclosión de la vida musical en estas regiones.

    * En el seminario de San Antonio Abad, Cuzco (Perú), fundado en 1598, se estableció la primera escuela del Nuevo Mundo donde se enseñó sistemáticamente música polifónica y el arte relativo a los instrumentos.

    También la música teatral desempeñó un importante papel. Durante el siglo XVII las compañías de actores salían desde Lima y recorrían todo el Alto Perú, desde Cuzco hasta Sucre. Las músicas de estas representaciones jugaban un papel de suma importancia. Los espectáculos llevaban nombres llamativos y se desarrollaban al aire libre. Pero la música de las representaciones no sólo se interpretaba en plazas y calles, sino también en los atrios de las iglesias, inspirando a los compositores contemporáneos.

    La corriente italiana

    Entre las corrientes musicales que predominaron en el período colonial americano se cuentan el renacimiento y barroco español, por los antecedentes históricos; pero también debe mencionarse en este sentido el barroco italiano. En efecto, con el advenimiento de los Borbones en España a principios del siglo XVIII el gusto se inclinó hacia lo italiano, dejándose un tanto de lado lo español. Así es como el primer virrey enviado por los Borbones (Don Manuel de Oms y Santa Pau, Marqués de Castell dos Rius) trajo consigo al maestro italiano Roque Cerutti. La influencia de este compositor fue decisiva para desterrar localmente el estilo español e implantar con una enorme vitalidad las formas propias de la ópera italiana que imperaba entonces en casi toda Europa. Pese a esto, hubo compositores, como Tomás de Torrejón y Velasco, que permanecieron fieles al estilo español.

    El Hermano Domenico Zipoli, el ilustre músico italiano, que vivió en Córdoba desde 1717 hasta su muerte en 1726, contribuyó enormemente a la difusión del estilo italiano con sus destacadas composiciones litúrgicas. Su vasta producción recorrió el continente americano, sobre todo a través de las misiones jesuíticas.

    De crónicas e instrumentos

    Los jesuitas se destacaron por impartir la enseñanza musical, como así también por desarrollar el arte de la luthería. En las misiones se construían instrumentos musicales, principalmente violines, arpas, violones, fagotes, clarines, chirimías, clavicordios, espinetas, órganos y laúdes. Los oboes y las flautas no aparecen con frecuencia en los inventarios, pero documentos contemporáneos confirman también su uso. Se agregan a esta lista los tambores y carillones de procedencia europea y sonajeros de origen indígena.

    En las misiones de Chiquitos se utilizó un instrumento muy particular, como una flauta de Pan de uno a dos metros de largo, construida con hojas de palmera unidas unas con otras. El sonido se producía apretando los labios como para ejecutar una trompeta. Los llamaban bajones.

    Las danzas autóctonas fueron aceptadas por los misioneros como una expresión genuina de los pueblos a su cargo, e incorporadas oficialmente al culto religioso.

    El repertorio

    El repertorio musical del barroco latinoamericano se divide en dos grandes categorías. Por un lado se cuenta la música religiosa, escrita rigurosamente en latín y destinada a un fin litúrgico. Por el otro se encuentra la música secular, inseparable del ámbito religioso, pero cuyos textos aparecen en idioma vernáculo.

    Dentro de esta segunda categoría, tuvo un importante desarrollo el género del villancico (el término se refiere a una estructura formal determinada, utilizada en España desde el Renacimiento, y abarca una evolución que lleva desde la canción villanesca hasta una especie de cantata barroca). De acuerdo a la ocasionalidad del villancico, distinguimos luego entre los siguientes: de Navidad, a la Virgen, de Corpus Christi, a la Ascensión, a los Santos, juguetes, de negros, jocosos, de baile, de gitanos, etc.

    También dentro de la música secular se verificó un impulso de la música dramática (en términos generales, música incidental conectada con la escena), con piezas que encuadran dentro de las formas ópera y arias, además de rorros (canciones de cuna) y tonadas.

    Bibliografía:

    * Encarta 99.

    * Revista Clásica del mes de Diciembre de 1998.

    * Historia Integral de la Argentina, Félix Luna, Tomo 2.

    * Internet.

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