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2ª parte: Autor: Dra. Hebe Brugo - Resumen de una extensa conversación por radio, con participación de escuchas de El Hornero.
Dice un eminente pediatra: No hay niños neuróticos. Hay hijos de padres neuróticos". La ansiedad y temor que en el embarazo sufre la futura madre su temor al dolor, afortunadamente neutralizados con la psicoprofilaxis pre-parto. Sus vómitos, malestares, dolores, hemos consignado que obedecen a un rechazo subconsciente del niño por llegar con su lógica secuencia de mayores inquietudes, exceso de responsabilidades, limitación de posibilidades e inseguridad por el futuro. En cuanto al padre empeora el cuadro hogareño con su no manifestada pero evidente sensación de desplazamiento. En especial el primogénito viene a disputarle el débil cetro de la autoridad marital al que muchos individuos parecen aferrarse como única razón existencial. El hombre de nuestros días acepta a regañadientes y como indiscutible realidad la competencia de la mujer en diversos campos en lo que por siglos, solo él gobernaba y regía. Si conviene en reconocer ciertas virtudes ejecutivas en su mujer, comúnmente lo hace solo "de la boca para afuera" y solo con el fin de mantener el equilibrio conyugal y social. Se compensa interiormente negativizando y minimizando las manifestaciones del sexo femenino, tanto más encarnizadamente cuando se hacen evidentes y palpables en el terreno en el que es ducho. Claro él sabe interiormente que la mujer lo alienta y complementa, es la que lo hace sentir más fuerte y victorioso cuando, se ha empeñado en un logro determinado y en última instancia no es la responsable de que la ciencia, y el arte y aún la técnica tengan en sí misma exponentes relevantes. Como un m culpa k inconsciente acepta antes y se proyecta mejor en su hija. Aunque asegure soñar con un varón para iniciarlo en el deporte, la cibernética o el goce estético ve colmadas sus aspiraciones mas intimas, se siente compensado y aplacado frente el moño rosa del moisés. Es alguien que necesitará mas de su fuerza física en cuanto es más débil -así lo siente él- alguien que lo querrá tiernamente, espejándose en él e intuyendo que a papá no le guste la competencia. Claro que los hombres estiman y aprecian la intuición. Es una de las pocas cosas que nos perdonan y un radar natural que adosarían a su casi perfecto cerebro, si fueran capaces de hacerlo y muy contentos de competir en un terreno privativo del sexo débil. Eso no quiere decir que pongan siempre en tela de juicio la advertencia, mitad instinto, mitad atavismo, que configura la aguzada percepción femenina. Concesiones aparte, su hija le permite seguir los cánones regocijantes del machismo, condición indispensable de cualquier individuo que se precie. 0tra cosa sucede con el hijo varón. Es alguien que compite en cuanto le disputa la atención y el cariño de su esposa. Además, el muchachito lo enfrenta en su propio terreno constituyéndose en el eje sobre el que gira los primeros días y aun a veces las primeras semanas la atención de familiares, parientes, amigos y vecinos. A 61 solo lo miran para compararlo con el recién nacido. Es aquí donde la mujer debe equilibrar el maltratado mundo interior de su s o prodigándose en atenciones que a la vez no la hagan sentirse en falta ante los ojos del marido. No descuidando la unión sexual y afectiva, y usando de su perspicacia para servir el jugo de naranjas a papá antes que al nene. Es increíble la proporción de papás que descubren su gusto por el jugo de naranjas después de su primer hijo,
Conocer, aceptar y neutralizar estas reacciones lógicas y naturales conforman la terapia contra la neurosis familiar de los primeros tiempos. La más ardua y difícil de sobrellevar para la madre. Fundamental en la relación familiar será crear a papá responsabilidades ocasionales con referencia a su hijo. Bañarlo, cambiarlo, darle la mamadera en ausencia de su esposa o cuando ella este ocupada y él con ganas de hacerlo-tratemos de que sea a menudo cargar con el niño o el moisés cuando salimos de paseo, crearán en padre e hijo una costumbre de aproximación física que se trasuntará en mayor afecto y entendimientos
El próximo al año y cada vez más a medida que crezca y evolucione el niño necesitará del padre. En las primeras épocas con su presencia física de la que emana fuerza seguridad y autoridad y con la que se mantiene una relación de juego brusco, grata y necesaria al niño que se asegura la presencia y el dominio que sobre sus mi músculos ejerce papá, asegurando en él la necesidad proteccional. Más adelante como guía señera del adolescente alguien a quien necesitamos admirar e imitar y cuyos defectos (que conocemos y admitimos como tales) no sean lo suficientemente poderosos como para debilitar nuestro amor por él.
El ser humano es por naturaleza antisolitario. Tiende siempre a unirse con los demás hombres. Clara prueba de ello nos da lo abigarrado de las metrópolis, que han sucedido a la formación primaria del clan o de la tribu. Esto no niega la soledad temporaria como medio tendiente a la reflexión, al autoconocimiento y la instropección. Pero adaptemos al niño para saber gozar de ella como de un oasis de meditación y calma. No tomemos la soledad como amenaza.
Conseguiremos hacerlo sentirse abandonado e impotente en un mundo que no conoce bien y que por lo tanto no puede dominar. Si ciertas circunstancias cada vez más frecuentes en la vida moderna determinan que en algunas ocasiones el niño se vea precisado a quedarse solo en casa, comencemos por desterrar sus temores. Ya habremos comenzado porque el niño se adapte a la oscuridad en las horas del sueño. Descansará mejor, su relajación mental será más completa, ya que la luz significa seguridad es natural pensar que la tiniebla encierra peligro. Recién después de los cinco años lo pondremos frente a la experiencia a de dejarlo solo en casa, con la seguridad previa de que es capaz de neutralizar cualquier posible tentación. Enseñémosle a ser solidario confiando a la vez en quienes podrán ayudarlo en caso de necesidad. El portero el vecino, la tía o la amiga íntima de mama que viven cerca de casa y de las cuales el niño deberá saber de memoria los números telefónicos.
Expliquémosle la causa de nuestra salida, la imposibilidad de que nos acompañe, siempre que la motivación sea justificada, sino abstengámonos de salir dejándolo para la oportunidad en que el niño se encuentre acompañado, o la molestia que tal proceder puede significar para los demás y la hora aproximada en la que regresaremos. Permitámosle jugar, escuchar música, leer, pintar o modelar. En especial la música lo alejará de la sensación de inseguridad que el niño tiene en su transitoria soledad. Pero a la vez le estaremos facilitando la entrada al mundo de las obligaciones puesto que se sentirá contento al poder probar que la confianza que le dispensamos es retribuida por él en la medida dé SUS posibilidades. Estas actitudes merecen el más franco estimulo por parte de los padres, obsequiando al niño y sobre todo participando a los demás alegremente de que el muchacho es ya capaz de cuidar su casa. Asegurémonos de que atienda el teléfono y la puerta, recomendándole usar de la mirilla para franquearla entrada solo a los íntimos en nuestra ausencia. Como medida de previsión es aconsejable salvaguardar los elementos que pueden llamar la atención del niño. Fósforos, máquinas domésticas, armas. El único peligro Te se ha comprobado en las pruebas efectuados a niños acostumbrados a la soledad temporaria, es el de aprovechar la ocasión para actuar libremente, satisfaciendo su natural curiosidad* necesidad que nunca hasta el presente se ha traducido en catástrofe hogareña niño es consciente de su responsabilidad y abandona automáticamente su aventura, que a menudo realiza en un descuido de mamá, estando presente,
El peor de los hogares es siempre preferible al mejor de los asilos. En aquél habrá alguien que ocasionalmente se ocupe del menor. Este es una condena moral para el niño abandonado o con graves problemas familiares. Lugares donde son uniformados exterior e interiormente, desintegrada su personalidad y atacada su individualidad, pilares de su conformación psíquica futura. Conociendo estas instituciones no podemos comprender la abulia legal que traba tan ferozmente la adopción.
Nadie puede ignorar que el ansiado equilibrio emocional se logra gradualmente el niño va cortando uno a uno los lazos que lo unían a su madre. Así como vemos con alegría que el niño aprenda a caminar, considerándolo un hecho positivo que lo libera y nos libera de la mutua limitación física, forma parte del más elemental sentido común dejar que se alimente por sí mismo, sea capaz de entretenerse por su cuenta, escoja más tarde a sus amigos. En cuanto al sentimiento humano podremos encauzarlo, nunca más tratar de criticarlo y menos de modificarlo. El cariño no es un
elemento que pueda trasladarse y solo en casos extremos, aislados excepcionales es admisible señalar con delicadeza y justicia nuestros reparos hacia a aquél que haya decidido amar. Reflexionemos ahora en un hecho real. A medida que el niño crece y se libera de la influencia materna, lo que gana en libertad lo pierde en seguridad. En un medio de madurez psicológica general el chico corre un muy relativo riesgo en incorporar a su personalidad adulta el temor el fracaso o la inestabilidad a emocional. Por el contrario, si colaboramos con su siempre fértil imaginación y el atávico temor a lo desconocido, rodearemos su existencia de fantasmas que no por inexistentes pesarán menos en su psiquis Amor, comprensión, tolerancia, estímulos dirigidos a fortificar su actividad creadora. Trabajo físicos e intelectuales y dominio de ellos en su posibilidad infantil, configurarán una sólida defensa contra los avatares del porvenir.
El equilibrio está dado por la ambivalencia en la independencia de su yo físico y psicológico, que antes se lograra cuanto mayor sea el cariño prodigado. Carencia afectiva equivale a sentirse desposeído, despojado. Por lo tanto en nosotros esta en medir y adecuar debidamente estos elementos. De los 5 a los 7 años suelen aparecer en estos menores carenciales la necesidad de robar o de comer desaforadamente, para procurarse algo que los compense y satisfaga por aquello que no pueden lograr: El amor de sus mayores, Cuando el niño necesite un contacto emocional que el mismo ha de procurarse inventando un pretexto, contando una hazaña, un cuento, exhibiendo su Ultima creación artística, o leyendo su lectura favorita no desoigamos este reclamo. La seguridad de nuestra presencia, de nuestra consideraci0n y nuestro afecto son elementos tan preciosos para el que merecen la constatación de su permanencia. Quienes estén dispuestos al intercambio afectivo siempre y en cualquier circunstancia ahuyentaran de su lado la indeseable forma de la incomunicación
Reiteremos que no basta con querer. Tenemos re saber exteriorizar nuestros sentimientos. Quienes sobre no prodigarse, limitan al niño en sus manifestaciones afectivas, abona el terreno para una adultez inadaptada, agresiva, susceptible y protestadora, donde se proyecta la insatisfacción de la caricia no lograda y la limitación del sentimiento filial. El amor fructifica en la certidumbre.
La peor de las traumatizaciones humanas tiene su origen en el desamor, principio que esgrimen los que aun consideran lile la rigidez es parte positiva de la disciplina casera.
La administración trae del amor no es tarea fácil. Quien besa a su niño con la misma asiduidad que lo reprende o sacude, quien accede a los reclamos amatorios del chico cuando este no es centro de atracción o desea demostrar su posible dominio-actitudes comunes cuando tenemos visitas, hablamos por teléfono o dedicamos debida atención a otro chico; lo esta premiando por un hecho negativo,
El niño lo sabe y en su interior nos inculpa por nuestra debilidad. La represión sin excesos, la explicación posterior de nuestra conducta y lo fines que la mueven, abatirá los resabios que puedan subsistir el adolescente se siente enfermo, triste, solo, necesita una aproximación afectuosa, una palabra amable, una conversación tierna, una invitación no insistente lile podrá aceptar o no, pero que no debe dejarnos rezagos de ofensa personal o ingratitud y sí la disposición de reanudar el dialogo cuando él lo necesite y desee.
Más que la dedicación especifica, revelada en el beso, el abrazo o la caricia el clima invariablemente afectivo del hogar será irreemplazable y positivísimo. A pesar de que los padres son seres humanos como todos, deben tener la
fuerza suficiente para asumir su responsabilidad con la misma fuerza con que exigen al colectivero su atención al volante, a pesar de la boleta reciente,
Podemos identificar al niño que no siente amado por la manifestación de sus tensiones:
§ enrostramiento con nuestra maldad, amenaza de suicidio o muerte, ganas de matarnos.
Estas actitudes son un llamado de atención, no una realidad patológica. Así como las amenazas de "Te voy a matar", "Ojalá te mueras", "No te quiero mas" es traumatizante para los mayores y mueven a la represión y al castigo, que no logran más que justificar al niño en su postura, es menester saber que esta descarga emotiva es positiva en cuanto no permite el resentimiento o la represión que son la causa del mentado complejo de culpa.
Esperar la calma para hacer razonar al niño en cuanto al móvil de su actitud y revisar cuidadosamente nuestra conducta para con él, es la actitud recomendable. La angustia, los celos, la incomprensión son los elementos desencadenantes de esta situación. Igual reclamo es el del niño que se escapa de su casa muchas veces por la imposibilidad de cumplir con la exigencia de la tarea escolar, y no porque se ven afectado su índice de asimilación, sino en la dificultad para aceptar una disciplina o una indiferencia hacia su persona, o una forma represiva y que no está en condiciones de absorber. No reiteremos verbalmente nuestra excelsa bondad ante los hijos. Ellos se benefician con una actitud que intuyen lógica y normal, pero que saben apreciar en todo su valor. No los lesionemos con la posibilidad de nuestra ausencia física y la dolorosa forma en que ellos van a extrañar nuestro afecto. La imagen de la muerte se asocia generalmente con un profundo sentido de impotencia. Habrán perdido refugio y seguridad. Si a esto agregamos los "tabúes" clásicos de alejar al menor de la conciencia de la decrepitud, la enfermedad y la muerte de los que ama, se le niega el derecho del conocimiento. El aceptar la vida tal cual es, comprenderla, tener la posibilidad de entristecerse por lo irreparable, son hechos inherentes a la condición humana y un impuesto lógico que debemos abonar por todo lo que nos ha sido concedido. Condición indispensable del equilibrado es conocer las leyes de la compensación y aceptarlas naturalmente.
Los niños privados de amor materno en las etapas iniciales de su existencia mueren en abrumadora proporción. En el mejor de los casos sufren traumatismos irremediables. Si la necesidad hace imprescindible su internación en asilos, salen convertidos en delincuentes, pervertidos sexuales, inadaptados, o minorizados intelectuales. Este rezago social se define en una ficha que reza: "Niño carencial o privado". De allí la popularizada guardia familiar que reemplaza con ventaja en nuestro país, paulatina pero firmemente el horror del asilado. La figura rectora de la madre es suplantada por otra que se ocupa de cuidar y encauzar las necesidades del niño y respeta su individualidad, sobre la que nunca insistiremos suficientemente. Estamos en Casa Cuna, institución modelo dentro de su tipo. Si nos acercamos a la cuna idéntica en salas idénticas de las de su tipo. Si nos acercamos a la cuna de un niño casi idéntico a los demás en su apariencia externa, comprobaremos que alrededor de los 3 meses no muestra interés en el ambiente circundante y muy poco ante nuestra presencia nuestra palabra o nuestra caricia. Se mueve poco, llora poco con una especie de lamento de triste resonancias y no tarde-en rechazar más o menos manifiestamente a los extraños. Va mostrando su incapacidad de adaptación a cualquier iniciativa. Más adelante observamos su incapacidad para expresarse por oraciones dado su escaso conocimiento del idioma y la falta de necesidad de comunicarse con el mundo exterior. Sus movimientos son automáticos. Se aíslan y evaden mientras su coeficiente intelectual disminuye y su desarrollo es lento, si existe. Hay quienes piensan que la disciplina da resultados positivos en estos institutos, sin apreciar que se trata de chicos en condiciones infrahumanas, De ahí su aparente juicio. Frente a la duda de los futuros padres adoptivos la respuesta es rotunda: Adopte el niño cuanto antes. Cuanto más pequeño sea o cuanto más breve haya sido su condición de asilado. El amor materno es una garantía de vida o muerte para el niño.
Salvo los casos de urgencia la hospitalización de ser imprescindible por razones de enfermedad u economía, no se debe separa el niño de su madre. Debe procurarse la protección de un médico amplio e informado que haga valer sus influencias consiguiendo la internación de ambos. Esto le permitirá estar al lado de su hijo cuando más necesaria es su presencia. Darle de comer, cambiarlo, administrarle las medicinas, estimularlo en las curas con su presencia y su palabra, pasar la noche junto a él. Desgraciadamente son pocas las instituciones que hacen normalmente posible este hecho, faltando habilitaciones para las necesidades de la Mayoría, Pero si la madre se compromete ante el profesional amigo a no perturbar la disciplina hospitalaria, a ser limpia y ordenada, a colaborar en la medida de lo posible, encontrará la repercusión deseada a su pedido -que ha de ser un elemento valiosísimo para la pronta recuperación de su pequeño, evitando el shock emotivo, de tan imprevisibles consecuencias. Imprescindible resulte enterar al niño de la función de cada elemento, instrumento o aparato. En caso de intervención quirúrgica, de no ser posible la palabra del psicólogo el niño debe ser asesorado por quién mas confianza le merezca sobre la índole le de la operación, la razón que la hace impostergable y el beneficio que la misma le reportará. Sólo así se aliviaran las tensiones en base a la confianza y la seguridad que le permitirán abreviar la espera con &a terapia de juego, la lectura y el cuento sabiamente dosificados, ya que el niño capta y refleja la desazón y angustia de su madre si insiste demasiado en crear una cortina de humo a fin de desconocer la realidad inmediata.
Miles de niños viven privados de las más elementales necesidades que sindica como fundamentales e indispensables la moderna psicopedagogía,
Ya porque los padres se niegan a desprenderse de ellos en un impulso egoísta pero humano en seres dotados de una fuerte corriente instintiva, ya porque las leyes de adopción acobardan al mejor intencionado por su burocracia y lentitud, males crónicos de nuestra legislatura. Lo cierto es que de un lado tenemos muchos posibles padres ávidos en volcar su cariño y capacidades en un ser desvalido, niños que configuran listas interminables subsistiendo en pésimas viviendas, sin condiciones higiénicas, físicas ni morales*
Desnutridos, faltos de amor, consideración y respeto. Sabido es que quienes tienen hijos propios no pueden adoptar recién llegados los herederos legítimos a su mayoría de edad y previa anuencia de estos, puede concretarse el
deseado hecho. Claro que la adopción en ningún caso debe ser panacea infalible para el desentendimiento o el hastío, como muchos suponen. Afortunadamente, nuestro país cuenta entre sus virtudes la de la solidaridad y el altruismo bien entendido. Primera condición para la felicidad del niño es la de hacerle saber ni bien esté en condiciones de comprenderlo, su origen y la razón que nos impulsaron a amarlo y tratarlo como hijo propio. El niño tiene derecho a conocer la verdad sin falsos tapujos y sin dramatizaciones. Si se enterara por otro conducto, cosa sumamente fácil y muy corriente, perdería irremediablemente su confianza en nosotros, inculpándonos de haberle
enseñado a mentir en tan delicada cuestión. Debemos satisfacer todas las preguntas del niño cuantas veces reitere las mismas, con toda veracidad y amplitud. A veces, y llegado a la mayoría de edad los hijos adoptivos buscan y ayudan a sus padres, cosa que los llena de legitimo orgullo a pesar de mantenerse firmemente unidos a la familia que los acogiera, y absolutamente identificado con ella.
Adoptar significa evitar que un individuo se convierta en un residuo social a la vez que nos procuraremos una de las formas más absolutas del amor filial, pasando de benefactores beneficiarios Tratemos de no elegir nuestro s fuésemos a comprar un juguete. La Naturaleza no nos consulta cuando procreamos. Así no caigamos en la injusticia y la infantilidad de buscar una nena rubia con ojos celestes que reemplazará la muñeca soñada y nunca conseguida. En nuestro logro debe acompañarnos el deseo del rescate, no el de la iniciación.
En el adulto resentido, neurótico, infantilítico, exigidor de dosis exhaustivas de "niño, es común encontrar el resabio del hijo no deseado. Ese -que llego sin -que se lo deseara y sin contar con é. En el silencio de sus progenitores, en su permanente molestia, sus sanciones, sus castigos, el niño intuirá un desapego que convertirá a sus padres en verdugos. Así nacerá su sentimiento de culpa. Se preguntará la razón sin darse respuesta satisfactoria, y amen de serlo, se sentirá víctima. Ni el rechazo ni la resignación serán soluciones para él. Si bien es deseable la concepción consciente e Inteligentemente plena de amor, es imprescindible recibir amplia, afectuosa, de la presencia del hijo no deseado. Un hijo no debe ser jamás un accidente, sino el resultado de decisión más amor. Muy a menudo no es así. Pero nada hará que nos impida soñar con un mañana en que el hombre goce de la vida en la plenitud de su potencialidad física y moral.
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