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Territorio
Durante el Imperio, Egipto, a través de campañas militares extendió sus fronteras hacia el este, hasta abarcar Palestina y parte de Siria, y hacia el sur, hasta incorporar Nubia (el Sudán actual).
La capital estaba situada en Tebas, pero durante el reino de Amenofis IV, fue trasladada a Tell al-Amarna.
Arquitectura
Los faraones de las dinastías XVIII a XX fueron grandes constructores de arquitectura religiosa. Tras el restablecimiento de la capital en Tebas la realeza divina de los faraones se asoció al dios local Amón, que llegó a ser la divinidad suprema más importante de Egipto y reinaba sobre los dioses secundarios. Casi todos los faraones del Imperio Nuevo se preocuparon por ampliar y hacer nuevos añadidos en el conjunto de templos de Karnak, centro del culto a Amón, convirtiéndose así en uno de los más impresionantes complejos religiosos de la historia. El mayor de todos ellos es el de Karnak; sus gigantescos pilonos, la gran sala hipóstila, los vestíbulos plagados de columnas, los obeliscos y las estatuas dispuestas en numerosos lugares, llevan directamente a pensar en el poder y majestuosidad del faraón y el Estado de aquella época. Próximo a este conjunto destaca también el templo de Luxor, con una fachada compuesta de dos enormes muros macizos que flanquean la entrada y conducen al patio. Ya en el interior encontramos una serie de recintos y capillas, dispuestos simétricamente, que albergan el sanctasanctórum, una sala cuadrada con cuatro columnas.
En la ribera occidental del Nilo, cerca de la necrópolis de Tebas, se construyeron templos para el culto y honras fúnebres de los faraones. Durante el Imperio, los cuerpos de estos faraones se enterraron en tumbas excavadas en la roca en el entorno denominado Valle de los Reyes, ya en pleno desierto, con los templos funerarios o mortuorios a cierta distancia fuera del valle. De estos templos, uno de los primeros y más insólitos fue el de la reina Hatshepsut en Dayr al-Bahari, levantado por el arquitecto Senemut (muerto hacia el año 1428 a.C.). Situado frente a los acantilados del río Nilo, junto al templo de Mentuhotep II, de la XI Dinastía, y probablemente inspirado en él, el templo es una extensa terraza con numerosas capillas para los dioses y relieves representando los éxitos logrados por Hatshepsut a lo largo de su reinado. Otros faraones no siguieron este precedente, y construyeron sus templos al borde de las tierras fértiles, lejos de los escarpados riscos del desierto.
Las tumbas del Valle de los Reyes fueron excavadas en el interior de la roca, en un esfuerzo �casi nunca conseguido� por ocultar los sepulcros donde reposaban las momias de los faraones. Largos pasajes y corredores, escaleras y cámaras funerarias fueron decorados con relieves y pinturas de escenas de textos religiosos destinados a proteger y amparar el espíritu del difunto para su próxima vida.
Durante la XIX Dinastía, en época de Ramsés II, uno de los más importantes faraones del Imperio, se levantaron los gigantescos templos de Abu Simbel, en Nubia, al sur de Egipto. Fueron excavados en el interior de la roca, sobre la falda de una montaña y con las fachadas custodiadas por cuatro figuras monumentales del faraón y su esposa respectivamente. Entre 1964 y 1968 ambos templos tuvieron que ser desmontados en bloques y trasladados a un lugar más elevado con el fin de salvarlos de su inmersión bajo las aguas de la nueva presa de Asuán.
Como en todas las épocas, la arquitectura
doméstica y palaciega se hizo fundamentalmente con materiales más baratos que
la piedra, como el adobe. No obstante, se han conservado los suficientes restos
como para dar una idea aproximada de la planificación de los palacios y sus
múltiples estancias con pinturas y decoraciones diversas en suelos, paredes y
techos. Las viviendas de las clases privilegiadas formaban amplios conjuntos
urbanos integrados por edificios residenciales y para el servicio. Ejemplos de
casas modestas para los obreros pueden aún encontrarse, agrupadas junto a los
pueblos, muchas veces como las del Egipto actual.
Templo de Abu Simbel
Templo en Luxor
Amenofis IV
También llamado, Akhenatón o Amenhotep IV (en egipcio), faraón de Egipto (c. 1350-1334 a.C.). Akhenatón, hijo de Amenofis III y Tiy y marido de Nefertiti, fue el último soberano de la XVIII dinastía del Imperio Nuevo y destacó por adoptar y eventualmente identificarse con Atón, dios solar o disco solar, al que consideraba como un espíritu universal omnipresente y el único creador del Universo. Algunos eruditos le han considerado el primer monoteísta y creen que el concepto de un dios universal, predicado por los profetas hebreos siete u ocho siglos después en la tierra en la que una vez gobernó Akhenatón, procede en parte de su culto.
Después de instituir la nueva religión, cambió su nombre real de Amenofis IV por Akhenatón, que significa 'servidor de Atón'. Trasladó la capital de Tebas a Tell el-Amarna, convirtiéndola en una nueva ciudad dedicada a Atón, y ordenó la destrucción de todos los restos de la religión politeísta de sus ancestros. También combatió con mucho rencor a los poderosos sacerdotes que intentaron mantener el culto del Estado al dios Amón. Esta revolución religiosa tuvo un profundo efecto en los artistas egipcios, quienes cambiaron las formas rituales a las que se habían limitado por un arte mucho más natural como prueba del poder del sol que todo lo abarca, Atón. También se desarrolló una nueva literatura religiosa. Sin embargo, el florecimiento de la cultura no continuó tras la muerte de Akhenatón. Su yerno, Tut Anj Amón, trasladó la capital de nuevo a Tebas y restauró la antigua religión politeísta, y el arte egipcio una vez más se ritualizó.
El arte en la época de Amenofis IV, último soberano de la XVIII dinastía del Imperio, refleja la revolución religiosa promovida por el faraón. Amenofis adoraba a Atón, dios solar, e imaginó y proyectó una línea artística encaminada hacia esta nueva dirección, es decir, a eliminar el hieratismo tradicional del arte egipcio. Al comienzo de su reinado se utilizó un realismo casi caricaturesco, pero poco a poco fue derivando hacia un estilo de sutil belleza y profunda ternura, cualidades perfectamente ejemplificadas en la cabeza de piedra caliza pintada de su esposa, la reina Nefertiti (c. 1360 a.C. Staatliche Museen, Berlín).
Himno a Atón (fragmento): "�Cuán numerosas son tus obras! Están ocultas a los ojos de los hombres, �oh dios único, fuera del no hay otro! Has creado la tierra a tu voluntad, cuando estabas solo; con los hombres, todo el ganado mayor y menor, todo lo que hay sobre la tierra que camina sobre los pies, lo que se encuentra en lo alto volando con sus alas, los países extranjeros, Siria y Nubia, y la tierra del Egipto..."
Amenofis IV Akhenatón y Nefertiti
Referencias bibliográficas: Enciclopedia Hispánica
Microsoft Encarta 99
"Historia 1" Editorial Santillana
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