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Acerca de la Identidad
Por Felipe Pigna
"Afortunadamente, y como una de las pocas consecuencias positivas de la crisis terminal que vivió la Argentina en el 2001, se ha venido dando un saludable renovado interés por nuestra historia, o sea por nosotros, por saber de nosotros, de dónde venimos, por qué estamos como estamos, en fin, quiénes somos y quiénes podemos ser".
Construcción de la Identidad Nacional
"Si de las condiciones de la vida pastoril tal como la ha constituido la colonización y la incuria, nacen graves dificultades para una organización política cualquiera, y muchas más para el triunfo de la civilización europea, de sus instituciones y de la riqueza y libertad, que son sus consecuencias, no puede por otra parte negarse que esta situación tiene su costado poético, y faces dignas de la pluma del romancista. Si un destello de literatura nacional puede brillar momentáneamente en las nuevas sociedades americanas, es el que resultará de la descripción de las grandiosas escenas naturales, y sobre todo, de la lucha entre la civilización europea y la barbarie indígena, entre la inteligencia y la materia: lucha imponente en América, y que da lugar a escenas tan peculiares, tan características y tan fuera del círculo de ideas en que se ha educado el espíritu europeo, porque los resortes dramáticos se vuelven desconocidos fuera del país donde se toman, los usos sorprendentes, y originales los caracteres"1.
De esta forma comenzó a forjarse la Identidad Nacional, con el concepto de civilizar a imagen y semejanza de la civilización moderna Europea.
Jauretche2 hace referencia de esto, "la idea no fue desarrollar América según América, incorporando los elementos de la civilización moderna; enriquecer la cultura propia con el aporte externo asimilado, como quién abona el terreno donde crece el árbol. Se intentó crear Europa en América, trasplantando el árbol y destruyendo al indígena que podía ser un obstáculo al mismo para su crecimiento según Europa, y no según América"
Era un obstáculo el hombre que ocupaba el territorio y de ahí sobreviene la autodenigración. También lo era el extenso territorio.
Carlos Mastrorilli3 analizo 2 aspectos fundamentales en los que se baso esta mentalidad. Existe un cierto mesianismo con una vocación por la ideología liberal. Por el mesianismo, la mentalidad colonial cree que todo lo autóctono es negativo y todo lo ajeno positivo.[1]
Por el ideologismo prefiere manejar la abstracción conceptual y no la concreta realidad circunstanciada.
El mesianismo impone civilizar, la ideología determina el cómo, el modo.
La idea no es realizar un país sino fabricarlo según planos y planes, y son éstos los que tienen en cuenta y no el país al que sustituyen, porque como es, es obstáculo.
De esta manera se beneficio la oligarquía que persiguió intereses económicos y no la construcción de un país.
Mastrorilli hace referencia a esto: "Sarmiento y Alberdi querían cambiar el pueblo. No educarlo, sino liquidar la vieja estirpe criolla y rellenar el gran espacio vacío con sajones, al criollo se lo persiguió, se lo acorraló, se lo condenó a una existencia inferior. Sin embargo los aportes de sangre europea que se vertieron sobre el país, no consiguieron establecer una síntesis humana muy distinta a la precedente".
De esta manera se explica cómo los inmigrantes se agaucharon de modo que bajo el régimen colonial se hizo una nueva masa humana que se doblegó sin resistencia ante la presencia de lo hispánico.
Se partió de la idea de que los civilizados debían defenderse de los bárbaros de la negación de lo propio, del país real.
Estos cambios sociológicos fracasaron. Quisieron cambiar al pueblo y no pudieron, quisieron entregar el territorio y chocaron con la conciencia nacional.
Pero no fue la única vez que se intentó negar lo propio, con la llegada de la dictadura militar en el '76 volvió a negarse la identidad.
La democracia se termino con la llegada ilegítima al poder de la Junta Militar, trabando el desarrollo de las fuerzas productivas, explotando al pueblo y disgregando a la Nación. Esta fuerza pudo imponerse mediante la prohibición de los partidos políticos, intervención de los sindicatos (que fueron una de las conquistas más significativas de la clase obrera), coartando la libertad de expresión e implementando el terror más cruel que conoció la sociedad Argentina.
No sólo buscaron heterogeneizar a la clase obrera (que cobro suma importancia en el desarrollo de la economía del país, a partir del ascenso del peronismo) disolviendo a los sindicatos, sino que buscaron la homogeneización del capital, para que nuevamente volviera a las manos de los oligarcas, que hacía 20 años que no participaban de la economía del país debido a la política de industrialización y pleno empleo que instauró el peronismo.
Rodolfo Walsh4, en el primer aniversario del golpe de estado, brinda datos abrumadores sobre el plan que llevaron a cabo: 15 mil desaparecidos, 10 mil presos, 4 mil muertos, desterrados por doquier, cerraban una cifra escalofriante. Desde el punto de vista de la Junta Militar, el plan funcionaba a la perfección, el genocidio que habían librado para eliminar al enemigo de la patria se estaba concretando.
Por estos episodios cobra su significado final la definición de la guerra pronunciada por uno de sus jefes: "La lucha que libramos no reconoce límites morales ni naturales, se realiza más allá del bien y del mal"5.
Pero lamentablemente el pueblo argentino no sólo sufrió estos tipos de violaciones a los derechos humanos, sino que el gobierno de facto castigó duramente a la sociedad con una miseria planificada.
Rebajaron los salarios al 40% y resucitaron los trabajos forzados, abolieron los reclamos colectivos (apuntando directamente a la individualismo de las personas, para dominar con mayor margen), secuestraron cuerpos enteros de delegados, que en algunos casos fueron fusilados y en otros jamás aparecieron, aumentaron la desocupación a niveles récord. Sumado a todo esto, les quedaba más por hacer: impusieron el libre mercado con economías extrajeras y las favorecieron de manera notoria, produciendo la debacle industrial del país.
La sociedad estaba denigrada por completo, con altos índices de mortalidad infantil y enfermedades graves, convirtiendo en villas miserias muchos barrios del conurbano bonaerense.
Sólo se beneficiaban los grupos selectos de monopolios allegados al poder, y cada vez el país estaba más endeudado, o sea, el futuro del pueblo estaba hipotecado.
De esta manera la sociedad homogénea que se había gestado durante los años del intervensionismo estatal quedaban atrás, casi sepultada, pero así y todo hubieran eliminado al último enemigo, tratando de borrar la identidad de todas esas personas y regalado hasta el último peso de las arcas, la memoria colectiva siempre va a estar por sobre las atrocidades humanas, y los intereses personales de los grupos elitistas.
"Aquel pasado debería ayudarnos a dejar de pensar que en este país siempre estuvo todo mal y por lo tanto nunca nada estará bien"
[1] Facundo: Civilización y Barbarie. Domingo F. Sarmiento 1845.
2 Los Profetas del Odio y la Yapa. La colonización pedagógica. A. Jauretche. Marzo 1975.
3 Carlos Mastrorilli, Revista "Jauja". Noviembre 1967.
4 Rodolfo Walsh. Carta abierta a la Junta Militar. 24 de Marzo de 1977.
5 Teniente Coronel Hugo Ildebrando Pascarelli. "La Razón". 12 de Junio de 1976.
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