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Lic. Nielsis Edgardo Zulueta Díaz. Licenciado en Cultura Fisica y Deporte, doce años de experiencia; de ellos siete en el Alto rendimiento del INDER y cinco en el sector de la salud. |
introduccion
La Obesidad como enfermedad se ha convertido en una de las enfermedades de riesgo para la salud de la población cubana, por sus características. De ahí que es propósito de este trabajo ofrecer reflexiones teóricas sobre el proceder con los pacientes, las definiciones, orígenes, antecedentes y evolución, tipos o formas clinicas, el papel del medico, el comportamiento de la dieta y los alimentos en la enfermedad, los tratamientos y los síntomas y signos de la obesidad.
la obesidad dentro del programa de adelgazamiento en el sector de la salud.
La rehabilitación como parte del sistema de la Cultura Física Terapéutica, está en correlación con los centros de atención terciaria de salud, con los gimnasios terapéuticos inaugurados en los 169 municipios del país, fruto de la batalla de ideas en el año de la revolución energética en cuba, con los centros docentes de ambas entidades y con otros campos de la Cultura Física están dirigidos al mejoramiento de la calidad de vida de personas que padecen alguna enfermedad.
Y como dice el Dr. Kenneth H. Cooper en su libro "El camino del Aerobics"... la salud es la piedra angular sobre la cual se edifica el progreso social. Un país que cuente con un pueblo sano puede llevar a cabo todas aquellas cosas que hacen que valga la pena vivir y a medida que se supera el nivel de buena salud, aumenta la posibilidad de ser feliz.
Hay algunos científicos que plantean que la obesidad es una enfermedad crónica, cuya prevalencia va en aumento y consiste en la acumulación excesiva de grasa corporal. Alrededor del 20% de la población cubana es obesa. La obesidad es difícil de definir. Se dice aún si se trata sólo de un estado, una enfermedad o un síndrome, pero en la actualidad la Salud Publica la ha denominado como enfermedad. Consiste en un trastorno crónico, poligénico y de heterogeneidad fenotípica, que no es sencillo de evaluar porque incluso es dificultoso determinar los patrones normales de la población.
Esta enfermedad se asocia con algunas patologías y sus riesgos para la salud. El aumento de la mortalidad por obesidad se debe fundamentalmente a patologías cardiovasculares, hipertensión arterial, diabetes mellitus tipo 2, además se asocia con el cáncer de mama en la mujer y en el hombre de próstata y el colorectal en ambos sexos, además agrava la adnea del sueño, la EPOC y el asma bronquial.
Pero no se debe considerar la obesidad solo por su magnitud, sino también según su disposición de la grasa en el cuerpo y por su celularidad (hipertróficas o hiperplásicas) en este caso la clasificación de Bouchard es de tipo I o difusa, de tipo II o toracoabdominal subcutánea, tipo III abdominoviceral y tipo IV, femoroglútea o ginoide).
Las vías fundamentales para el tratamiento de la obesidad son entre otras: el plan alimentario (dietas balanceadas moderadas, dietas bajas en calorías, dietas de muy bajo valor calórico); los programas de actividad física; la farmacoterapia y la cirugía. Esta investigación tratará el importante papel de la actividad física, practicada en forma regular, en el tiempo de tratamiento y prevención de la obesidad a
Para el diagnóstico del sujeto como obeso se pueden recabar, en principio, ciertos datos y realizar diversas mediciones, tales como la edad, el sexo y la talla, el peso corporal, la cintura y la cadera, los pliegues antropométricos, bicipital, tricipital, subescapular, supra ilíaco. Esto permite establecer la estructura corporal, el peso ideal, calcular el índice de masa corporal, el índice de cintura/cadera, el por ciento de grasa corporal, el índice de masa corporal activa, etc.
El paciente obeso debe ser respetado por el profesional que lo atiende. La modalidad de tratamiento será no autoritaria y desculpabilizadora, motivadora, firme y comprensiva. Quizás entre los objetivos terapéuticos se incluya enseñar al paciente a ser respetado también por su medio y por él mismo.
Se hace necesario contar con un parámetro de uso clínico para definir la presencia de obesidad abdominovisceral como:
El índice cintura/cadera: es igual al perímetro de la cintura en (cm) dividido entre el perímetro de la cadera (cm). Según la Organización Mundial de Salud la cintura se mide a nivel del punto medio entre el reborde costal y la cresta iliaca, y la cadera a nivel del trocánter mayor.
Una vez que el paciente asiste al centro de salud y es diagnosticado por el clínico, obeso se hace necesario recolectar una serie de datos útiles como:
Posteriormente se realizan las mediciones antropométricas para determinar la composición corporal que a nuestro juicio podemos utilizar de manera precisa y con un fácil acceso para los profesionales y pacientes.
El por ciento de grasa (% G) se determina a través de la suma de los pliegues cutáneos siguientes:
Los resultados obtenidos se llevan a la escala evaluativa según sexo:
Hombres | % de Grasa | Mujeres |
20 o más | Elevado | 30 o más |
18.1 a 19.9 | Ligeramente Elevado | 27.1 a 29.9 |
12 a 18 | Normal | 24 a 27 |
9.1 a 11.9 | Ligeramente Bajo | 21.1 a 23.9 |
9 o menos | Bajo | 20 o menos |
Posteriormente se realiza una prueba de esfuerzo de moderada intensidad para valorar el estado funcional cardiorrespiratorio a través del Test de RUFFIER para medir índice cardiaco y no correr riesgos a la hora de la realización de las actividades físicas, que en estos casos se convierte en intensa.
Observaciones:
Las evaluaciones según tabla de calificaciones.
INDICE CARDIACO | |
Suma de la Frecuencia Cardiaca | Calificación |
30 -41.5 | (S) Sobresaliente |
42 - 50.5 | (B) Bien |
51 - 59.5 | (R) Regular |
60 o más | (M) Mal |
Obviamente, antes de realizar cualquier programa de ejercicios, se tendrá en cuenta que la actividad elegida será preferentemente aeróbica, como caminata a paso vivo y enérgico, marcha-trote, trote aeróbico, bicicleta y gimnasia. El nivel de complejidad estará dado según el rendimiento alcanzado en los controles y por la utilización fundamentalmente del test de recuperación de Bhomen, fisiólogo alemán que plantea dicha evaluación a través de la siguiente tabla.
Evaluación | 1 Minuto |
Excelente | Menos de 100 P/min. |
Bien | De 101 a 110 P/min. |
Regular | De 116 a 120 P/min. |
Mal | Más de 121 P/min. |
Para tener eficiencia aeróbica las actividades deberán realizarse diariamente o como mínimo tres veces por semanas.
Para analizar los resultados de la composición corporal, realizaremos los cálculos siguientes:
Kg Grasa = %Grasa * Peso Actual (Kg) /100
Kg MCA = Peso Actual (Kg) - Kg Grasa
AKS = Kg MCA * 100 / Talla 3
Hay técnicos y profesores no solo de la especialidad, sino de otras manifestaciones de la salud, que limitan el trabajo con pacientes obesos al cumplimiento de un programa colectivo, utilizando el peso corporal empíricamente como único criterio. Reducen su trabajo a la tabla de peso ideal con relación a la edad y estatura, sin tener en cuenta la individualización que debe tener un programa de ejercicios, que a largo plazo contribuyen al mantenimiento y control de los niveles de % G, AKS e IMC; es decir, realizar los cálculos adecuadamente de manera periodica, para que cada paciente pueda realizar los ejercicios y actividades que le corresponden, sin provocar alteraciones en los sistemas de entrenamiento y su contribución relativa con los sistemas energéticos, así como la buena planificación y utilización del volumen y la intensidad de forma individual.
Por lo que este trabajo puede servir para determinar la composición corporal, la aptitud física y los sistemas de entrenamiento de un paciente obeso en la altura.
Una de las tareas fundamentales que deben tener los técnicos y profesores del gimnasio terapéutico, es la planificación individual del entrenamiento físico derivado del análisis del fisiatra y del control inicial. Que debe hacerse basado en el análisis objetivo de una serie de factores que intervienen y determinan la calidad y el desarrollo progresivo del paciente y así darle la importancia que posee el análisis científico y profundo de las características individuales de un paciente, a la hora de hacer las selecciones necesarias de manera que éstas no se encuentren afectadas por criterios empíricos que inciden negativamente en el nivel que deben alcanzar los obesos.
Con esta investigación no serán aclaradas todas las interrogantes acerca del tema, pero puede servir para llamar la atención de trabajadores competentes para la apertura de iniciativas e ideas, que influya en una efectiva preparación, teniendo en cuenta la individualización y la selección de métodos y procedimientos de entrenamiento más asequibles en el tratamiento de la obesidad en la altura.
DEFINICIONES DE OBESIDAD.
La Organización Mundial de Salud la ha considerado a la obesidad como la enfermedad del siglo XXI. Definir la obesidad no es tarea sencilla, lo heterogéneo y complejo de esta entidad, a partir de su carácter poligénico, hace necesario reunir criterios clínicos y epidemiológicos para su caracterización. Desde un punto de vista práctico bastaría con definirla como un "exceso de tejido adiposo", aunque es sabido que en la mayoría de los casos existe también incremento en tejido no graso.
La definición que da F. Grande Covián como el "acumulo de energía sobrante" es un punto que debemos tener en cuenta, ya que se trata de un trastorno metabólico crónico caracterizado por un balance energético positivo a lo largo del tiempo que conduce a un depósito graso excesivo.
Esta definición de Daniel H. De Girolami, alcanza para enmarcar pragmáticamente y ayudar a situar su eje en el compartimiento corporal adecuado; pero no es completa. El autor del presente trabajo comparte el criterio de que, si bien alguien bien entrenado podría descubrirla y hasta clasificarla a través de una simple observación y evaluar científicamente el exceso de tejido adiposo de un individuo presupone al menos dos cosas: la posibilidad de medirlo en forma precisa y la necesidad de contar con valores normales frente a los cuales cotejar la medición.
Al ser esta una definición poco exacta debido a la dificultad de medir la grasa corporal y por tanto su exceso, en la practica se considera obesidad al exceso de peso referido a una edad, sexo y talla determinado.
La definición de obesidad debe completarse con criterios que tomen en cuenta el riesgo de morbilidad y mortalidad precoz que en cada individuo tiene el exceso de peso. El profesor Reinol Hernández en un resumen del curso de postgrado en el Instituto Superior de Cultura Física de Ciudad de la Habana, plantea el siguiente concepto de obesidad: "es el exceso de grasa corporal en relación a índices y desbalances entre el ingreso y el gasto de energía", criterio que el autor de esta tesis comparte, además, debe agregarse los hábitos de la práctica de ejercicios físicos regularmente.
En términos clásicos la obesidad según el autor del libro "Obesidad, patogenia, clínica y tratamiento" es todo aumento de peso corporal a expensas del tejido adiposo, criterio que el autor de la tesis no comparte, debido a que sí se usa el peso corporal como único criterio, usando las tablas de altura y edad, se puede concluir que un individuo está pasado de peso sin realmente serlo así; jugadores de fútbol, fisiculturístas, pesistas y otros de deportistas con alto peso magro son ejemplos típicos, aunque parecen tener unas 20 o
Otros a lo que todos consideramos muy delgados o bajos de peso pueden clasificarse en la categoría de obesidad, debido al alto contenido de grasa corporal, más del 30% de grasa, una tercera parte de su peso corporal. Esta gente o es sedentaria o están en dieta casi todo el tiempo.
Teniendo en cuenta lo anteriormente expuesto, podemos intentar llegar a la definición de la obesidad incluyendo su proporción y factor de riesgo, digamos que puede considerarse como un incremento en el Por Ciento de Grasa Corporal (%G) por encima de los niveles normales, frecuentemente acompañado de un ligero aumento de peso, cuya magnitud y distribución condicionan la salud del paciente, es decir, la acumulación excesiva de grasa corporal.
Se suele hacer una incorrecta referencia a la grasa corporal como sinónimo o equivalente de tejido adiposo, pero debemos recordar que éste comprende además tejido conectivo, vascular y citoplasmático.
La medición del tejido adiposo no es posible en la práctica, pero existen diferentes métodos indirectos desarrollados, que permitirán aproximarnos a resultados muy cercanos a la realidad. Así se acepta que para el diagnostico de la obesidad se pueden tomar diversos criterios: por encima del 20% de la tabla de peso normal, del 27,3 para mujeres y del 27,8 para hombres, el índice de Masa Corporal (IMC), y el Porcentaje de Grasa Corporal (PG) por encima del 25% en hombres y 30% en mujeres.
La obesidad se ha venido definiendo como un peso corporal >30% del peso ideal o deseable según las tablas estatura-peso estándar (v. tabla 1-5). Hoy suele definirse en términos de índice de masa corporal (IMC): peso (en kilogramos) dividido por el cuadrado de la estatura (en metros). Para la determinación de este índice se utiliza la fórmula:
Peso (Kg.)
IMC= -----------------
Talla2 (m)
El índice ponderal se viene evaluando en este tipo de estudio, y aunque existen otros índices simples de relación peso-talla para evaluar el desarrollo físico y estado nutricional.
Este instrumento resulta muy práctico para estimar el bajopeso y el sobrepeso que como se conoce es uno de los factores de riesgo de enfermedades cardiorrespiratorias y cardiovasculares, como el infarto del miocardio.
En cuanto a procedimientos, estamos convencidos que existen otros componentes como la diferenciación de indicadores de la composición corporal que junto a esta resultan también muy eficaces, como el análisis de la composición corporal a partir de los panículos adiposos y su distribución en el cuerpo, el cual como se conoce se determina a partir de la aplicación de ecuaciones de regresión para definir el por ciento de grasa estimada; también resultan muy útiles la toma de circunferencias, diámetros e incluso análisis radiológicos del carpo, la ecuación de Lohman, el sistema O-Scale, etc. No obstante como ya hemos dicho la utilización del IMC ha sido muy generalizada a escala universal.
La composición corporal estudia los diferentes componentes del cuerpo humano, como los músculos, viseras, partes óseas, contenido de grasa; líquido intra y extracelular.
La inactividad física y un balance calórico negativo, contribuyen a la pérdida de peso magro y aumento del porcentaje de la grasa corporal, que comprende la parte del organismo que no se utiliza en la actividad física y cumple las funciones de: reserva energética, aislante térmico, protección contra traumatismos, y flotabilidad en el agua. Cuando es excesiva limita el trabajo físico del hombre, pues constituye un peso añadido sin función al respecto.
También se puede determinar por la relación por ciento de grasa y el índice de masa corporal activa o útil en el trabajo físico (AKS), es el más fácil indicador que existe para analizar el desarrollo muscular.
El por ciento de grasa (% G) se determina a través de la suma de los pliegues cutáneos siguientes: pliegue cutáneo bicipital, Tricipital, subescapular y Suprailiaco, y la suma de estos se busca en la tabla de Rahaman y Durnin.
La obesidad es una de las razones que con mayor frecuencia llevan a las personas a la consulta del médico. Casi todos los casos se deben a que el paciente come más de lo que necesita. Las influencias genéticas son evidentes y en la actualidad se están identificando los genes responsables. Las causas endocrinas, como el hiperadrenocorticalismo o el hipotiroidismo, y las metabólicas son raras, aunque siempre es necesario descartar el hipotiroidismo; por ejemplo si un niño tiene una talla baja e hipertensión, deberá sospecharse de un síndrome de Cushing. A menudo, un niño con un ligero sobrepeso experimenta una rápida ganancia ponderal durante la adolescencia y se hace claramente obeso. Los adolescentes obesos suelen desarrollar una mala autoimagen y se desinteresan por el ejercicio, son más sedentarios y, posiblemente, retraídos. Entre los problemas médicos secundarios frecuentes se encuentran la hipertensión y los trastornos de rodillas y espalda. Si no se trata, la obesidad puede persistir durante toda la vida adulta; a menudo, los padres no se sienten capaces de ayudar a solucionar el problema.
A pesar de las muchas medidas terapéuticas, la obesidad es uno de los problemas de tratamiento más difícil y desalentador de tratar y, a largo plazo, los resultados son escasamente satisfactorios. La escuela es un lugar adecuado para establecer programas especializados de nutrición y ejercicio, pero son pocos los programas de este tipo que existen. Las intervenciones quirúrgicas encaminadas a reducir el tamaño del estómago se reservan para los casos de obesidad grave. La reducción de la ingesta calórica con una dieta bien equilibrada y un aumento de la actividad física (caminar, montar en bicicleta, nadar, bailar) pueden ser útiles. Es necesario estimular el cambio de los hábitos dietéticos, manteniendo un apoyo psicológico continuado.
ORIGENES, ANTECEDENTES Y EVOLUCION DE LA OBESIDAD.
La obesidad es la enfermedad metabólica más frecuente del mundo occidental o pone de manifiesto múltiples patologías, como diabetes mellitus, HTA, dislipidemías, síndrome de adnea del sueño, incapacidades derivadas de la artrosis, etc.
Los antropometristas de la década de 1920, entre ellos Sheldon, distinguían diferentes biotipos de obesidades: ectomórficos (no obesos), endomórficos y mesomórficos, y el mesoendomórfico era el relacionado con la obesidad androide y sus riesgos.
Un clínico llamado Gregorio Marañón, describió la obesidad hiperadrenal, subrayando el predominio de la grasa en la mitad superior del cuerpo.
Cushing en su magistral descripción del basofilismo hipofisario (1932), remarcó la importancia del tejido adiposo, desde los puntos de vista fisiopatológico y clínico. Esto fue señalado con más precisión en 1947 por Jean Vague, quien al describir las obesidades androide y ginoide demostró que sus diferencias clínicas estaban determinadas en gran medida por los esteroides sexuales y por la hiperfunción adrenal.
En 1963 Schtingart y Conn describieron hiperfunción adrenal, aun sin precisar su tipo clínico. En 1965 Margaret Albrink, aparentemente sin conocer los trabajos de Vague, demostró que las obesidades centrales se asociaban con la hipertrigliceridemia. A partir de 1980 aparece la nueva descripción de los riesgos de la localización abdominal de la grasa.
El tejido adiposo representa la reserva energética principal del organismo, aunque no es la única función: tiene un papel como aislante térmico, y como se conoce actualmente su papel como órgano endocrino, como tejido autorregulado y por su influencia en los niveles de ciertas lipoproteínas. La masa grasa corporal representa el 85 % de la reserva energética. A su vez el exceso de masa grasa corporal define clínicamente a la obesidad.
La tabla muestra el total de energía disponible en el organismo.
Normal | Obeso | |||
Kg | Kcal | Kg | Kcal | |
Peso | 70 | 100 | ||
Grasa (Tejidos Graso Adipocitario) | 15 | 135. 000 | 40 | 360. 000 |
Proteínas (músculo) | 6 | 24. 00 | 7 | 28. 000 |
Glucógeno | 0.07 | 280 | 0.07 | 280 |
Glucosa | 0.020 | 80 | 0.25 | 100 |
Tabla. (1) Total de energía disponible en diferentes depósitos.
En presencia de un balance calórico positivo, producido por el mayor ingreso alimentario y/o disminución de la actividad física, predomina la lipogénesis, con la formación de triglicéridos dentro de la célula grasa. Es un mecanismo de almacenamiento de energía con aumento del tamaño celular. Si este se excede (hipertrofia) puede determinar una resistencia a la acción de la insulina con aumento de la secreción hormonal y disminución del número de receptores celulares, originándose una inhibición de la actividad antilipolítica. La lipólisis, por su parte, es hormonodependiente e irreversible y como consecuencia se desdoblan los triglicéridos en ácidos grasos y glicerol.
Existen dos tipos de tejido adiposo: el blanco, que sus células poseen una sola vacuola lipídica de almacenamiento en el interior y son por lo tanto unicelulares y el tejido adiposo pardo que sus células poseen numerosas vacuolas multiloculares pequeñas en su interior, con una mayor riqueza mitocondrial y de gran interés metabólico.
La unidad anatómica y funcional del tejido adiposo es el adipocito o célula grasa. Estas células son las más grandes del organismo y su volumen puede tener gran variabilidad: durante un periodo de un balance calórico positivo pueden alcanzar un diámetro 10 veces superior a su tamaño normal; de hecho esto no ocurre con ningún otro tipo de células.
La célula adiposa está compuesta principalmente por una gota única de grasa citoplasmática, constituida por triglicéridos y un núcleo periférico que le da el aspecto característico de célula. El núcleo carece de nucleolo. En el citoplasma se observan mitocondrias con sustancia densa, el aparato de golgi y el retículo endoplasmático rugoso. Además se encuentran vesículas que corresponden al retículo liso.
La función principal del tejido adiposo, es el metabolismo de los triglicéridos, a partir de la utilización de la glucosa y ácidos grasos, provenientes de los hidratos de carbonos y de lípidos de la alimentación.
La diferencia que hay entre la masa grasa y el tejido adiposo, es que la masa grasa corporal se relaciona con los procesos metabólicos y el tejido adiposo está formado, por la masa grasa y el tejido de sostén muy significativo y vascularizado.
En él se encuentran los polimorfonucleares (mastositos), que tienen una gran concentración de heparina, la cual actúa como cofactor de la enzima lipoproteinlipasa. Cada célula está en contacto directo con un capilar, y esto reviste importancia en cuanto al intercambio recíproco de nutrientes.
El tejido adiposo pardo es más vascularizado aún, y de ahí su importancia metabólica y termogénica. En el ser humano adulto joven el tejido adiposo es de entre un 12 y un 20 %.
Hay tres etapas de desarrollo adipocitario: gestación, infantojuvenil donde ocurre un rebote adipocitario con posible proyección hacia la adultez, y la adolescencia.
El número de adipositos permanece constante en la vida adulta, pero el tamaño celular se modifica con la edad. El volumen de los adipositos varia según las regiones, en estos procesos la actividad hormonal desempeña un importante papel; así, la somatotropina activa la multiplicación y el número de células; y el cortisol y la insulina actúan sobre el volumen adipocitario y por tanto existe un hiperinsulinismo proporcional a la hipertrofia celular.
La obesidad iniciada en la adultez se caracteriza por predominantemente hipertrófica y actualmente se discute si origina aumento del número de adipositos (hiperplasia). En este grupo de edades no solo se produce hipertrofia adipocitaria, sino también multiplicación considerable de células, correspondiendo al crecimiento prepuberal mediado por la somatotropina.
Existen entre otros, cuatro factores causales de la obesidad: el aumento del consumo de alimentos, particularmente denso en calorías y en grasas. Dentro de este aspecto hay que tener presente el consumo de alcohol, que contribuye con el 5 - 7 % del ingreso energético total. También encontramos la disminución notable del gasto energético por actividad física. El número creciente de artefactos que ahorran el trabajo personal, así como el tiempo que se usa frente al televisor y otros entretenimientos que han llevado al sedentarismo como modo de vida. Otro de los factores es el consumo del tabaco. Algunos criterios atribuyen tal importancia, pues dejar de fumar contribuye en forma moderada al aumento generalizado del peso corporal. Y en último caso tendríamos en cuenta las razones culturales que pueden determinar que no existe hábitos de conducta de realizar actividad física y esto conlleva al aumento de peso.
TIPOS DE OBESIDAD (FORMAS CLíNICAS)
Es indiscutible la influencia de la obesidad sobre la salud y la expectativa de vida de un individuo. Hoy resulta imprescindible considerar a la obesidad como una entidad heterogénea y multideterminada. Ya no podemos referirnos a la obesidad sino a diferentes formas clínicas de la obesidad, con distintas características correspondientes a determinados trastornos metabólicos y clínicos asociados que pueden incrementar el riesgo de morbimortalidad. Aunque existe un elemento común entre las diferentes formas, que es el exceso de grasa corporal. Su heterogeneidad es considerada indiscutible, ya que se hace necesario para su diagnóstico intentar clasificar los tipos de obesidades.
Es fundamental que las clasificaciones aporten elementos útiles, para que en cada caso sirvan para optimizar la evaluación y el tratamiento del paciente obeso, así como también para prever su pronóstico.
Existen diversas formas de a las obesidades: de acuerdo con el exceso de peso corporal, de acuerdo con distribución de grasa, de acuerdo con la edad de comienzo y de acuerdo con la celularidad.
El peso corporal tiene buena correlación con la grasa corporal total, por lo que es una medición adecuada para evaluar el grado de obesidad. Esto ha sido y continúa siendo el primer método que el clínico utiliza en su consulta para valorar el grado de sobre peso.
Para conocer cuál debería ser el peso de un individuo se recurre al uso de las tablas de peso para la talla, sexo y constitución física. Estas tablas fueron elaboradas con el objetivo de evaluar el riesgo de mortalidad en relación con el peso de un individuo.
El peso ideal expresa la mayor expectativa de vida, pero debemos considerar que no se llega a un diagnostico definitivo, si tomamos este aspecto como único criterio.
Tanto el sobrepeso como la obesidad ejercen una influencia negativa sobre las concentraciones en el plasma del colesterol malo (LDL-colesterol) y de los triglicéridos, porque en tales condiciones, ambos se encuentran elevados, así como disminuido el colesterol bueno (HDL-colesterol). No obstante la reducción del peso en la persona obesa, conduce a una disminución del LDL-colesterol y de los triglicéridos, así como de un aumento del HDL-colesterol, lo cual contribuye a prevenir la aterosclerosis y sus fatales consecuencias clínicas, de donde se deduce que las personas obesas, pueden mejorar su calidad y esperanza de vida, si modifican su estilo de vida.
La obesidad también se clasifica de acuerdo con la distribución de grasa. Investigaciones han demostrado que el depósito de tejido adiposo en determinados sitios del organismo se asocia con un aumento de riesgo de mortalidad; los hombres con mayor circunferencia abdominal tenían un incremento de este riesgo.
En tal sentido se estableció diferencias en la distribución de grasa subcutánea entre mujeres y hombres, entre las que encontramos:
La obesidad de tipo masculino androide, se caracteriza por el predominio de tejido adiposo en la mitad superior del cuerpo: cuello, hombros y mitad superior del abdomen; y la de tipo femenino ginoide, por presentar adiposidad en glúteos, caderas, muslos y mitad inferior del cuerpo.
La obesidad androide puede estar presente en ambos sexos y se asocia frecuentemente con un aumento de riesgo de desarrollar diabetes no insulinodependiente, aterosclerosis e hiperuricemia. La ginoide no presenta complicaciones cardiovasculares o metabólicas.
Actualmente se utilizan diferentes términos para referirse a los patrones de distribución de grasa, que en el orden de riesgo de morbimortalidad son: obesidad viceroportal, obesidad subcutánea central, obesidad difusa y obesidad femoroglútea.
La grasa viceroportal es el compartimiento crítico de la masa grasa abdominal.
La grasa intraabdominal posee más pronunciadamente los tejidos adiposos en zonas que drenan en la circulación portal, como los tejidos omentales y mesentéricos. Éstos tejidos adiposos portales tienen un sistema de alta sensibilidad para la movilización de los ácidos grasos libres.
La distribución de grasa depende fuertemente del perfil hormonal, que difiere en ambos sexos. La grasa en la mujer será apreciadamente mayor y predominará en la parte inferior del cuerpo. Mientras que en sexo masculino ocurrirá lo opuesto. El sexo es una variable de gran impacto, porque a pesar de que en la mujer existe una mayor presencia de tejido adiposo presenta un menor riesgo de morbimortalidad en razón de la localización de la masa grasa.
El efecto de las hormonas esteroides en el tejido adiposo es el siguiente: Andrógenos, hay un mayor número y volumen de adipositos en la mitad superior del cuerpo. Estrógenos, hay un mayor número de adipositos en la mitad superior del cuerpo. Cortisol, hay un mayor número y volumen en la mitad superior del cuerpo.
Se considera obesidad abdominovisceral a un valor mayor de 0.80 en la mujer y 1 en el hombre, cuando realizamos la prueba cintura-cadera.
La obesidad también se clasifica de acuerdo con la edad de comienzo, pues la edad es un indicador tanto para el tratamiento como para el pronóstico.
Teniendo en cuenta este factor existen dos tipos: Obesidad infantojuvenil, comienzo anterior a los 18 años y Obesidad del adulto, comienzo posterior a los 18 años.
Es importante valorar la obesidad desde la niñez, es predictiva de obesidad en la edad adulta, los niños con sobrepeso tienen mayor probabilidad de ser obesos en la adultez. Y en el caso de esta investigación, los adultos obesos que fueron niños obesos tendrán una obesidad más prolongada, y esto puede tener consecuencias clínicas y terapéuticas importantes.
En la obesidad del adulto predomina el mecanismo de hipertrofia celular y se asocia más frecuentemente a obesidad abdominovisceral y complicaciones metabólicas. Muchos estudios demuestran que los factores de riesgo asociados al sobrepeso tienen mayor incidencia en la población adulta, pero menor de 40 años, a partir de esa edad hay una disminución notoria del riesgo estadístico.
La obesidad también se clasifica de acuerdo con la celularidad. En el adulto con obesidades moderadas o cambios ponderales de corta duración (semanas o meses), el sobrepeso se asocia a cambios en el volumen adipocitario (hipertrofia), en tanto en obesidades más significativas o en periodos de ingesta hipercalórica, se produce un aumento en el número de adipositos (hiperplasia).
Por los que podemos clasificar a las obesidades de acuerdo con el mecanismo fisiopatológico que produce el incremento de peso en Obesidad hipertrófica, que en general se observa en el adulto, hay un incremento en el tamaño celular del adiposito, se asocia a complicaciones metabólicas y cardiovasculares, tiene un patrón de tipo androide y predomina el depósito de grasa abdominovisceral y la Obesidad hiperplásica, en general se observa en la niñez, existe un aumento en el número total de adipositos y el patrón de distribución de grasa es de tipo ginoide. Puede darse el caso que las obesidades puedan tener un patrón mixto, hipertrófico/hiperplásico; es decir que si el primer cambio observado se deba a un mecanismo hipertrófico y existe un desequilibrio calórico prolongado puede asociarse con un patrón hiperplásico.
Posteriormente se pasa a la evaluación del paciente, presenta un problema clínico complejo, ya que la obesidad sigue siendo una patología con numerosas incógnitas e interrogantes y no responde a una respuesta definitiva y universal de los pacientes.
El papel del medico en el tratamiento de la obesidad.
En la primera consulta se debe determinar si es un problema crónico el que lo motiva a consultarse, la solución no es demasiado fácil ni rápida. Si siempre su finalidad ha sido solucionar su obesidad bajando solamente de peso, se debe aclarar que la obesidad está multideterminada, y aunque muchas de las causas no han sido debidamente aclaradas, no se está curado cuando solo se haya logrado bajar de peso, sino cuando se haya adquirido el mejor peso posible en el contexto de una salud mejorada.
La actitud del médico debe ser cuidadosa, comprensiva y contenedora. Del interrogatorio inicial se debe intentar obtener información suficiente si se trata de un tratamiento médico o cosmético. Se puede realizar una entrevista libre en la cual el profesional formula preguntas guiadas por su experiencia y por la demanda del paciente, o bien una entrevista preprogramada en un formulario diseñado para tal fin o teniendo el médico una serie de preguntas clasificadas con anterioridad para no dejar a un lado ningún tema importante en el primer encuentro médico-paciente.
¿Por qué desea bajar de peso?
¿Qué peso desea lograr?
¿Estas realizando alguna dieta actualmente? ¿Cuál es el tipo?
¿Es el peso actual su peso máximo? Si lo es ¿Cuánto hace que está en ese peso?
¿Cuál es el tiempo máximo durante el cual logró mantenerse en un buen peso? ¿En cuánto tiempo lo logró, de qué manera y con qué ritmo de descenso?
¿Podría referirse a su familia y a su trabajo?
¿Cree que puede descender de peso sin un compromiso concreto y continuo?
¿Cómo se observa a sí mismo con respecto a su sobrepeso?
De los antecedentes personales tendremos en cuenta los antecedentes familiares de obesidad. Es conocida la importancia de los factores genéticos en el desarrollo de la obesidad.
Otro aspecto es la edad de comienzo, pues se implica con el tratamiento y pronóstico del paciente. Se deben investigar experiencias traumáticas que pudieron haber coincidido con el inicio de la patología. Son significativos algunos traumas psíquicos como la muerte del padre asociada con cambios en el nivel de regulación del peso. También importa indagar acerca de ciertos momentos biológicos de riesgo, como pubertad, ingreso en la escuela secundaria, embarazo, casamiento, periodos de reposo prolongado de diferente causa y retiro laboral.
Es importante conocer los antecedentes de tratamiento, éxitos, fracasos y abandonos terapéuticos anteriores. Se debe investigar siempre la presencia de episodios anteriores de bulimia y anorexia nerviosa.
Se pueden conocer por lo menos tres tipos de pacientes entre quienes concurren a la consulta: Aquellos que nunca pudieron seguir un tratamiento: tienen poca motivación, predomina la idea de permanecer en el peso actual. Aquellos que pudieron seguir un tratamiento, pero al que abandonaron por inconformidad, para esto el porcentaje y la velocidad de descenso de peso son esenciales. Y aquellos que realizan tratamiento pero casi no descienden de peso, es el grupo más difícil de tratar.
Entre los aspectos más importantes en la primera consulta se encuentra el sexo, es totalmente por distintas razones; en general los hombres buscan tratamiento sin estar tan expuesto a la presión cultural hacia la delgadez. Desde el punto de vista biológico al hombre le es más fácil eliminar masa grasa. Por su mayor masa magra y por su facilidad para la lipólisis, además, su motivación se debe a razones médicas y no cosméticas, no está frecuentemente en contacto con la manipulación de alimentos durante periodos prolongados.
Los factores de riesgo también es difícil de abordar con el paciente, debido a la comprensión de que una patología puede ser evitada con determinados elementos. Se debe hablar de peso saludable no de peso ideal.
En cuanto a la actividad física es necesario informar la doble función de la misma, además de ser un elemento importante de tratamiento, importa para reconocer y disfrutar el propio cuerpo.
En cuanto a la medicación debemos hacer énfasis en el consumo de drogas que pueden predisponer a la obesidad como son: corticoides, medroxiprogesterona, insulina, trimipramina, fenotiazinas, marihuana, antidepresivos tricíclicos, litio, clorpromazina, etc.
Entre los hábitos alimentario se investigará el patrón promedio del paciente, que tipo de ingesta realiza, con qué frecuencia, donde, si existe picoteo, compulsividad, síndrome de comedor nocturno, restricción alimentaria, ayuno o hiperingesta social.
Es conveniente investigar la curva de peso, además de sus propias referencias, se pueden usar fotos.
En el interrogatorio se precisará sobre la posible presencia de trastornos clínicos asociados. En el aparato digestivo indagar sobre trastornos dispépticos, intolerancia a las grasas, cólicos biliares, pirosis, reflujo esofágico. En el aparato cardiovascular, sobre las dislipemias, antecedentes de hipertensión arterial, infarto agudo del miocardio, angor, tromboembolismo. En el aparto respiratorio, la disnea de reposo o de esfuerzo, apnea del sueño, somnolencia diurna, insomnio nocturno. En el aparato osteoarticular, las artralgias, hiperuricemia, artrosis, edemas. En el aparato ginecológico, infertilidad, alteraciones del ciclo menstrual, hipertricosis.
Posteriormente se realiza un examen físico que puede ser dificultoso, pero no debe dejar de realizarse cuidadosamente. Se estudiará el tipo de distribución de grasa. Se verificará su presencia en la piel y faneras de micosis, sobre todo en pliegues cutáneos, acantosis nigricans, estrías, flacidez, la celulitis, zonas de atrofia cutánea y zonas de fragilidad vascular. También los índices antropométricos a través del peso, la talla, los pliegues cutáneos. Las circunferencias de cintura/cadera. Se determina la tensión arterial.
Múltiples han sido los estudios realizados para investigar la relación positiva o negativa entre la obesidad y la morbimortalidad. Tal es así que existen diferentes patologías asociadas que hay que tener en cuenta para su diagnostico y tratamiento.
El comportamiento de la dieta y los alimentos en la enfermedad.
Una gran ingesta de alimentos se asocia con obesidad. Durante muchos años se creía que la obesidad estaba causada por oscuras perturbaciones metabólicas y que la ingesta de alimento era normal. Sin embargo, el método del agua doblemente marcada, que emplea isótopos estables del hidrógeno y el oxígeno, muestra que las personas obesas tienen un gran consumo de energía, lo cual a su vez exige una ingesta de alimentos grande. Además, esta gran ingesta de alimento suele incluir una gran ingesta de grasa, la cual predispone por sí misma a la obesidad.
El agua tiene beneficios para el organismo, en primer lugar el agua suprime el apetito y ayuda al cuerpo a metabolizar la grasa acumulada. Los estudios recientes nos demuestran que al ingerir menos agua los depósitos de grasa aumentan y viceversa. Esto sucede porque los riñones, encargados de filtrar el contenido de la sangre y eliminarla por la orina, no pueden funcionar debidamente sin suficiente agua. Cuando no trabajan con eficiencia, parte de su tarea pasa al hígado. Una de las funciones principales del hígado es metabolizar la grasa y convertirla en energía, que el cuerpo puede utilizar fácilmente, pero si este tiene que hacer parte del trabajo de los riñones, no puede hacer su propio trabajo con eficiencia y como resultado metaboliza menos grasa.
En los obesos hay resistencia a la insulina, o sea que es lento el proceso de liberación de energía. La insulina es producida por el páncreas y es la encargada de convertir la glucosa o los carbohidratos en energía.
La enfermedad vesicular se incrementa con la edad, el sobrepeso y l paridad. En la obesidad se produce un aumento en la síntesis de colesterol, un incremento de la secreción biliar de colesterol y una elevación del índice de saturación biliar de colesterol. Son frecuentes las anomalías en la función hepática del paciente. La función respiratoria en ciertos obesos presenta numerosas anomalías, la actividad diafragmática está compensatoriamente aumentada, hay un incremento en la frecuencia respiratoria en tratar de mantener la ventilación en los niveles normales, el volumen de reserva inspiratoria, en obesidades masivas, pero es típico observar la reducción del volumen de reserva espiratoria, que es proporcional al sobrepeso y que se incrementa en la posición decúbito.
El síndrome de apnea del sueño, frecuentemente se caracteriza por la interrupción del flujo de aire nasobucal de por lo menos 10 segundos. También la osteoartritis en las articulaciones padecen una sobrecarga de peso acelerada, por lo tanto aparece un incremento de riesgo de la aparición de enfermedades articulares. Existe una correlación positiva con el nivel de ácido úrico, sobre todo en edades entre
La obesidad puede estar asociada con el cáncer, en el hombre se presentan en el colon, el recto y próstata; en la mujer en el útero, ovarios, mamas y vesícula. En la posmenopausia puede aparecer con mayor fuerza el cáncer.
La diabetes mellitus es la patología mas comúnmente asociada.
Se reconoce que la obesidad constituye un factor de riesgo independiente de la aterosclerosis y se asocia con trastornos de los lípidos plasmáticos, o sea, con dislipidemias.
TRATAMIENTOS DE LA OBESIDAD.
Epidemiología de la obesidad:
La prevalencia de la obesidad es alta y sigue en aumento. La prevalencia varía significativamente según la edad, el sexo, el nivel socioeconómico y la raza (Los problemas sanitarios más frecuentes de la adolescencia se relacionan con el crecimiento y desarrollo, las enfermedades infantiles que persisten durante esta época de la vida y la experimentación, reflejados en situaciones como el embarazo, los accidentes y la violencia, incluido el suicidio). Entre las mujeres, la obesidad está fuertemente asociada con el nivel socioeconómico, y es dos veces más frecuente entre las que tienen un nivel socioeconómico más bajo que entre las que tienen un nivel más alto.
Etiología de la obesidad:
En cierto sentido, la causa de la obesidad es simple: gastar menos energía de la que se ingiere. Pero en otro sentido es ambigua por afectar a la regulación del peso corporal, principalmente de la grasa corporal. Todavía no se comprende del todo cómo se logra esa regulación.
El peso está regulado con gran precisión. Por ejemplo, durante toda la vida una persona media consume como mínimo 60 millones de kcal. Una ganancia o pérdida de
Determinantes genéticos de la obesidad:
Descubrimientos recientes han contribuido a explicar cómo los genes pueden determinar la obesidad e influir en la regulación del peso corporal. Por ejemplo, las mutaciones del gen ob han llevado a una obesidad masiva en ratones. La clonación del gen ob condujo a la identificación de la leptina, una proteína codificada por este gen; la leptina es producida por las células del tejido adiposo y actúa en el control de la grasa corporal. La existencia de la leptina apoya la idea de que el peso corporal es regulado, porque la leptina sirve de señal entre el tejido adiposo y las áreas del encéfalo que controlan el metabolismo de la energía, el cual influye sobre el peso corporal.
Existen en estos momentos entre el 25% al 35%. Lo niños de padres no obesos tienen aproximadamente el 28% de probabilidades de padecer la obesidad. Cuando la madre es obesa aumenta el %, pero cuando el padre es el obeso, este % aumenta mucho más, y cuando el padre y la madre son obesos sobrepasa el 80% de probabilidades.
La medida de las influencias genéticas sobre la obesidad humana se ha valorado mediante estudios en gemelos, en individuos adoptados y en familias. En los primeros estudios sobre gemelos, se calculó que la heredabilidad del IMC era muy alta. Los resultados en individuos adoptados y los estudios en familias, la cual en general se considera más razonable que la de los estudios en gemelos. Las influencias genéticas pueden ser más importantes en la determinación de la distribución regional de la grasa que en la grasa corporal total, especialmente el crítico depósito de grasa visceral.
Determinantes ambientales: El hecho de que las influencias genéticas expliquen de la variación en el peso corporal significa que el ambiente ejerce una influencia enorme. Esta influencia está ilustrada espectacularmente por el notable aumento en la prevalencia de la obesidad en la última década.
El nivel socioeconómico tiene una importante influencia sobre la obesidad, particularmente entre las mujeres. La correlación negativa entre nivel socioeconómico y obesidad refleja una causa subyacente. Los estudios longitudinales han mostrado que educarse con un nivel socioeconómico más bajo es un poderoso factor de riesgo de obesidad. Los factores socioeconómicos tienen importantes influencias tanto sobre la ingesta de energía como sobre el consumo energético.
El estilo de vida sedentario, es otra influencia ambiental importante promotora de obesidad. La actividad física no sólo consume energía sino que también controla la ingesta de alimento. Los estudios en animales indican que la inactividad física contribuye a la obesidad por un efecto paradójico sobre la ingesta de alimento. Aunque éste aumenta con el consumo de energía, la ingesta de alimento puede no reducirse en proporción cuando la actividad física cae por debajo de un nivel mínimo; de hecho, la restricción de la actividad puede aumentar la ingesta de alimento en algunas personas.
Determinantes reguladores: El embarazo es el principal determinante de la obesidad en algunas mujeres. Aunque la mayoría pesan sólo un poco más un año después del parto, que pesan unos
Un aumento de células adiposas y de la masa de tejido adiposo durante la lactancia y la niñez, y para algunas personas gravemente obesas incluso durante la edad adulta, predispone a la obesidad. Este aumento puede dar como resultado cinco veces más células adiposas en personas obesas que en personas con peso normal. Ponerse a dieta reduce sólo el tamaño de la célula adiposa, no el número de éstas. En consecuencia, las personas con tejido adiposo hipercelular pueden bajar a un peso normal solamente por depleción intensa del contenido lipídico de cada célula. La dificultad de esta depleción y los procesos asociados en la membrana celular pueden poner un límite biológico a su capacidad para perder peso y pueden explicar sus dificultades para descender a un peso normal.
Una lesión cerebral causada por un tumor (especialmente el craneofaringioma) o una infección (particularmente las que afectan al hipotálamo) conducen a obesidad en un número de personas muy pequeño. Cualesquiera que sean los demás determinantes de la obesidad, la vía común final para el equilibrio calórico reside en la conducta mediada por el SNC.
Los fármacos se han sumado hace poco tiempo a la lista de determinantes de la obesidad a causa del uso creciente de la farmacoterapia. Puede producirse ganancia de peso por las hormonas esteroides y las cuatro clases principales de fármacos psicoactivos: antidepresivos tradicionales (tricíclicos, tetracíclicos, inhibidores de monoaminooxidasa), benzodiacepinas, litio y fármacos antipsicóticos. Limitar el uso del tratamiento farmacológico para prevenir la ganancia de peso puede constituir un dilema terapéutico importante.
Los factores endocrinos han sido clásicamente considerados como importantes determinantes de obesidad. El hiperinsulinismo por neoplasias pancreáticas, el hipercortisolismo de la enfermedad de Cushing, la disfunción ovárica del síndrome del ovario poliquístico y el hipotiroidismo han sido implicados en algunas causas de obesidad, pero los determinantes endocrinos afectan sólo a un pequeño número de personas obesas.
Actualmente se cree que los factores psicológicos, antes considerados como importantes determinantes de obesidad, se limitan principalmente a patrones alimentarios desviados. El trastorno de la bulimia se caracteriza por el consumo de grandes cantidades de alimento en poco tiempo con una sensación subjetiva de pérdida de control durante la comida excesiva y sufrimiento después de ella (anorexia nerviosa) Trastorno caracterizado por una alteración del sentimiento de la propia imagen, un temor morboso a la obesidad, rechazo a mantener un peso corporal normal y, en las mujeres, amenorrea.
La etiología es desconocida, pero los factores sociales parecen ser importantes. La sociedad occidental está totalmente imbuida de la noción de que estar delgado es lo deseable, mientras que la obesidad se considera poco atractiva, insalubre y desagradable. Cerca del 80 al 90% de los niños prepúberes tienen conciencia de esta actitud social, y más del 50% de las muchachas prepúberes siguen una dieta o adoptan otras medidas de control del peso. Sin embargo, visto que sólo un pequeño porcentaje desarrolla anorexia nerviosa, puede que también sean importantes otros factores. Algunas personas probablemente tienen una predisposición de tipo psicológico, genético o metabólico. La anorexia nerviosa es muy rara en zonas donde realmente hay escasez de alimentos.
Síntomas y Signos de la obesidad.
Los síntomas y los signos de la obesidad consisten en las consecuencias inmediatas de una gran masa de tejido adiposo. Destaca entre ellos la apnea del sueño, un trastorno gravemente infradiagnosticado que se caracteriza por momentos durante el sueño en que la ventilación cesa, a menudo hasta cien veces en una noche (Síndromes de apnea del sueño) Alteraciones que afectan a la capacidad de conciliar o mantener el sueño, que incluyen el sueño excesivo, o que producen una conducta anormal relacionada con el sueño. Aunque el sueño es necesario para la supervivencia, su contribución precisa a la homeostasis del organismo es desconocida. Los requerimientos individuales varían ampliamente, desde 4 hasta 10 h al día en personas sanas. Existen varios factores, incluyendo el estado emocional y la edad, que influyen en la duración y la satisfacción que proporciona el sueño. Las dos fases del sueño, sin movimientos oculares rápidos (NREM) y con movimientos oculares rápidos (REM) presentan un trazado EEG característico y otros cambios, que incluyen los movimientos oculares. El tono muscular, la presión arterial y la frecuencia cardíaca y respiratoria disminuyen. La mayor parte de las ensoñaciones tienen lugar durante el sueño REM; los terrores nocturnos, el sonambulismo y el parloteo durante el sueño ocurren en los estadios 3 y 4 del sueño NREM.
En el síndrome de obesidad-hipoventilación (síndrome de Pickwick), la disminución de la ventilación conduce a hipercapnia, un efecto reducido del CO2 en el estímulo de la respiración, hipoxia, cor pulmonares y riesgo de muerte prematura.
La obesidad puede conducir a alteraciones ortopédicas de las articulaciones que soportan el peso y de las que no lo soportan. Los trastornos cutáneos son particularmente frecuentes; el aumento de sudor y secreciones cutáneas, atrapadas en los gruesos pliegues de la piel, produce un medio de cultivo propenso a la proliferación de hongos y bacterias y a infecciones.
El nivel de psicopatología general, valorado mediante pruebas psicológicas, no difiere entre las personas que son obesas y las que no lo son. Sin embargo, en algunas mujeres jóvenes que están en los grupos socioeconómicos medio y alto, los problemas psicológicos están relacionados con la obesidad. El punto de vista actual es que el intenso prejuicio y la discriminación a que están sometidas las personas obesas es el origen de esos problemas. Además de los trastornos del patrón alimentario señalados antes, estos problemas incluyen el menosprecio de la propia imagen corporal, situación en que las personas sienten que su cuerpo es grotesco y asqueroso. Estas mujeres creen que los demás las contemplan con hostilidad y desprecio, lo que las hace cohibidas y deteriora las relaciones sociales.
Conclusiones.
Con la construcción del marco teórico referencial de la investigación se arribo a las siguientes conclusiones:
1. Se llegó a una conceptualización de las principales definiciones, elementos y tendencias sobre la obesidad en el programa de adelgazamiento, con el objetivo de aplicar este método de forma creativa y eficiente para los gimnasios e instalaciones de la salud publica cubana, la cual se sustenta sobre la base de la revisión de diferentes fuentes bibliográficas nacionales e internacionales, lo que permitió el análisis, reflexión y toma de posición del la autor para abordar la temática objeto de estudio y plantear la estrategia a seguir.
2. Los trabajos realizados por otros estudiosos del tema han permitido al autor construir una perspectiva teórica centrada en los aspectos mas importantes para el diagnostico y tratamiento de la obesidad, basados en la concepción del sistema de salud cubano coherente con las características de nuestra población y de los recursos que disponemos para tener un criterio mas asequible en manos de los técnicos y profesionales.
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Lic. Nielsis Edgardo Zulueta Díaz. Licenciado en Cultura Fisica y Deporte, doce años de experiencia; de ellos siete en el Alto rendimiento del INDER y cinco en el sector de la salud. |
introduccion
La Obesidad como enfermedad se ha convertido en una de las enfermedades de riesgo para la salud de la población cubana, por sus características. De ahí que es propósito de este trabajo ofrecer reflexiones teóricas sobre el diagnóstico, las complicaciones, el pronóstico y los tratamientos, el rol de la actividad física: (el ejercicio y el metabolismo, la termogénesis en el tratamiento, en ambiente hipobárico, modificaciones fisiológicas producidas por la presión, la utilización de sustratos, la dieta, prescripción del ejercicio en estos tipos de pacientes, beneficios, efectos y resultados a través del ejercicio físico, tratamientos de la obesidad a través del deporte sobre la base de una concepción bioética.
la obesidad dentro del programa de adelgazamiento en el sector de la salud.
Diagnóstico de la obesidad.
La obesidad representa un extremo de una curva de distribución de la grasa corporal sin un punto de corte fisiológico definido. A efectos prácticos, basta la simple inspección: si una persona parece gorda, la persona está gorda.
Algunas distribuciones especiales de la grasa corporal son importantes en el diagnóstico de ciertos trastornos, por ejemplo, la joroba de búfalo del hiperadrenocorticismo y la peculiar acumulación de líquido en el hipotiroidismo.
Reconocer el significado de la distribución de la grasa corporal, particularmente del depósito de grasa visceral, ha hecho progresar considerablemente la comprensión de la obesidad. Esta distribución se valora clínicamente mediante el cociente cintura/cadera, definiéndose la obesidad de la mitad corporal superior como de alto riesgo cuando el cociente es > 1,0 en los hombres y > 0,8 en las mujeres. El riesgo, no obstante, es directamente proporcional a la magnitud del cociente, independientemente del sexo. La superior mortalidad y morbididad de los hombres es función de su cociente cintura/cadera mayor.
Complicaciones de la obesidad.
Las consecuencias perjudiciales de la obesidad son considerables. Estimaciones recientes atribuyen que es la segunda causa de muerte detrás del tabaco.
Se cree que muchas de las alteraciones metabólicas de la obesidad están causadas por la grasa visceral abdominal, la cual conduce a un aumento de concentración de ácidos grasos libres en la vena porta y, en consecuencia, a un aclaramiento reducido de insulina por el hígado, resistencia a la insulina, hiperinsulinemia e hipertensión. Esta secuencia de hechos lleva a diabetes, a dislipidemias y, finalmente, a arteriopatía coronaria.
Las complicaciones de la obesidad ponen de manifiesto una paradoja. La mayoría de las personas que reciben tratamiento son mujeres, que son mucho menos susceptibles a padecer sus complicaciones que los hombres. Los hombres que necesitan tratamiento no suelen recibirlo.
Pronóstico y Tratamiento de la obesidad.
El pronóstico de la obesidad es malo; la obesidad, sin tratamiento, tiende a progresar. La mayor parte de los tratamientos permiten perder peso, pero la mayoría de las personas vuelven a su peso anterior al tratamiento en 5 años.
En años recientes, los objetivos y los métodos de tratamiento de la obesidad han cambiado radicalmente como consecuencia de dos avances. El primero es la evidencia de que una pérdida de peso modesta, 10% o tal vez incluso 5% del peso corporal, es suficiente para controlar, o cuando menos mejorar, la mayoría de las complicaciones de la obesidad. Por consiguiente, no existe motivo para perseguir el tradicional objetivo de alcanzar un peso corporal ideal, lo cual sólo se consigue raras veces y, si se alcanza, resulta tan difícil de mantener. La "solución del 10%" se ha convertido en el objetivo de la mayor parte de los programas de tratamiento.
El segundo avance, derivado del escaso mantenimiento de la pérdida de peso durante el tratamiento, es cambiar el objetivo de la pérdida de peso por el del mantenimiento del peso, alcanzando el mejor peso posible en el contexto de la salud general.
Los programas de mantenimiento del peso pueden dividirse en las tres clases principales que se describen a continuación.
Los programas son el recurso de la mayoría de las personas obesas que buscan ayuda. Un médico puede ayudar a los pacientes obesos familiarizándoles con esos programas. Esto incluye grupos de autoayuda, como programas comunitarios y laborales, libros y artículos de revistas, productos para perder peso y fórmulas de sustitución de comidas.
En los programas no clínicos tienen una estructura creada por una casa matriz y reuniones semanales dirigidas por asesores adiestrados de modo diverso, suplementados con materiales de instrucción y orientación preparados en consulta con profesionales sanitarios. Estos programas suelen proporcionar no más de un año de tratamiento y la eficacia de los programas comerciales es difícil de evaluar porque publican pocas estadísticas y tienen tasas elevadas de abandono. En cualquier caso, su fácil disponibilidad los ha hecho populares. Los médicos pueden colaborar con los pacientes ayudándoles a elegir programas prudentes con dietas pobres en grasas y a poner énfasis en la actividad física.
En nuestro país los programas clínicos son proporcionados por profesionales colegiados a través del sistema nacional de salud, a menudo para perder peso, y también con la práctica individual o de grupo.
Los programas de mantenimiento del peso hacen uso de cuatro modalidades: asesoramiento dietético y nutricional, modificación de la conducta, fármacos y cirugía.
Dieta: En la actualidad, raras veces se prescribe la costumbre tradicional de "ponerse a dieta"; en su lugar se insiste en un cambio prolongado de los hábitos alimentarios. La mayoría de los programas enseñan a los pacientes a hacer cambios graduales inocuos y prudentes en los patrones alimentarios. Los cambios incluyen un aumento de la ingesta de hidratos de carbono complejos (frutas, verduras, panes, cereales y pastas) y una ingesta reducida de grasas e hidratos de carbono. Las dietas muy bajas en calorías, que proporcionan
Terapia de la conducta: El fundamento de la mayor parte de los programas para perder peso no clínicos (comerciales) es la terapia de la conducta. Se basa en el análisis del comportamiento que debe cambiarse, sus antecedentes y sus consecuencias. El comportamiento primario a cambiar es el hecho de comer, con esfuerzos para hacer más lento el ritmo de comer. Lo siguiente es un esfuerzo para cambiar los antecedentes del acto de comer, desde los relativamente remotos (p. ej., ir a comprar comida) hasta los más inmediatos (p. ej., tener a mano en casa alimentos de alto contenido energético). El tercer paso consiste en reforzar estos comportamientos. El autocontrol, llevando un registro detallado, se emplea para determinar qué conductas deben modificarse y reforzarse. La educación nutricional es cada vez más importante en esos programas, como también las medidas para aumentar la actividad física. La terapia cognitiva está aplicándose para superar actitudes autodestructivas y de mala adaptación ante la reducción del peso entre las personas obesas, y para enseñar a estar prevenido ante las recaídas en los fallos habituales en cualquier programa de mantenimiento del peso.
Fármacos: Los numerosos beneficios de una pérdida de peso, incluso modesta, y la dificultad de mantener dicha pérdida, han vuelto a encender el interés en la farmacoterapia de la obesidad, especialmente desde que los fármacos más recientes tienen menos potencial de abuso que los utilizados en los años 70. Sin embargo, el hallazgo reciente de una valvulopatía cardíaca generalizada en pacientes que recibieron fenfluramina sola o en combinación con fentermina (conocida a menudo como fen-fen) ha significado la muerte de la farmacoterapia para la obesidad. La fenfluramina debe dejar de utilizarse, y no se sabe con claridad qué efecto tendrá la desgraciada revelación sobre la prescripción de fármacos supresores del apetito. La subitramina ha sido aprobada hace poco tiempo como supresor del apetito, pero la experiencia con ella es reducida. Otros fármacos de libre dispensación son por lo general inofensivos, dudosamente eficaces y lo mejor es evitarlos.
Cirugía: En personas con obesidad muy grave (IMC > 40) y en las que tienen una obesidad menos grave y complicaciones serias o amenazadoras para la vida, los procedimientos quirúrgicos son el tratamiento de elección. Pueden dar por resultado grandes pérdidas de peso que suelen mantenerse bien durante > 5 años. Las operaciones más comunes, la gastroplastia en banda vertical y la derivación gástrica, reducen radicalmente el volumen del estómago mediante la creación de una bolsa gástrica de un volumen no mayor de 25 ml.
La pérdida de peso tras la cirugía es rápida al principio, y se hace gradualmente más lenta a lo largo de un período de 2 años. Es directamente proporcional a la magnitud de la obesidad y suele variar entre 40 y
ROL DE LA ACTIVIDAD FISICA EN EL SOBREPESO Y LA OBESIDAD.
El aumento en la prevalencia de obesidad en la mayoría de los países se ha producido en forma paralela al aumento del sedentarismo asociándose a ésta como un fenómeno de causa efecto.
Dicha asociación sedentarismo - obesidad ha sido ampliamente demostrada. Por otro lado, son ya clásicos los estudios que muestran una asociación entre el tiempo que los niños están frente a
La inactividad física representa mucho más que la ausencia de actividad, ya que generalmente se asocia a incrementos en el consumo de alimentos de alta densidad energética. La correlación entre horas frente a
La actividad física en el tratamiento de la obesidad.
La actividad física se puede definir como una acción que involucra la masa muscular y produce una consiguiente elevación en el metabolismo energético. El ser humano está genéticamente "programado" para esta función. En la utilización de la actividad física como un elemento promocional de salud, debe tomarse en cuenta ciertas consideraciones. En primer lugar, que los conocimientos actuales aportados por la fisiología del ejercicio requieren establecer una diferenciación entre actividad física, ejercicio y entrenamiento. La actividad física cotidiana o habitual usualmente no permite generar cambios o adaptaciones a nivel de células, órganos o sistemas corporales. El ejercicio físico es aquella actividad que puede o no estar dentro de parámetros o umbrales con efectos positivos para la salud. El entrenamiento físico es una actividad compuesta por ejercicios dosificados en volumen e intensidad que permiten mejorar los niveles de capacidad funcional del individuo en cuestión.
El ejercicio dosificado puede caracterizarse por ser de una intensidad leve, que corresponde a actividades por debajo del 35% de la capacidad aeróbica máxima (VO2 max), el ejercicio moderado que se sitúa en un rango de intensidad entre el 35 % y 75 % de la VO2 max y el ejercicio de intensidad alta que está por sobre el 75% de la VO2 max.
Cada intensidad del ejercicio requiere en mayor o menor grado de sustratos fosforados (ATP, Creatina-P), glucídicos o lipídicos. Cada uno de éstos recluta tipos de fibras musculares diferentes, las cuales experimentan cambios intracelulares también diferentes, que modifican a su vez, a los factores centrales de manera diferente, alterando el perfil bioquímico del sujeto de manera aguda.
El ejercicio y el metabolismo en el paciente obeso.
Como resultado del entrenamiento físico se producen diversas adaptaciones metabólicas que pueden ser ventajosas para el tratamiento de la obesidad en que básicamente el aumento del potencial oxidativo, es decir, la posibilidad de metabolizar grasas e hidratos de carbono de manera aeróbica, produce adaptaciones periféricas muy deseables. Dentro de ellas la más importante es el aumento de la sensibilidad insulínica (o la disminución de la resistencia a la insulina) presente al parecer en una alta proporción de las personas obesas.
En muchos individuos, la asociación entre bajos niveles de actividad física y resistencia insulínica con resultado de hiperinsulinemia, es el vínculo entre la obesidad, especialmente la de tipo abdominal- con hipertensión, hiperlipidemia y enfermedad coronaria. La normalización del perfil metabólico (glicemia, perfil lipídico, tolerancia a la glucosa y sensibilidad insulínica) que se produce como consecuencia del ejercicio, permite la disminución de la morbimortalidad por estas causas.
El ejercicio, especialmente el de intensidad leve, produce un aumento en la sensibilidad a la insulina. Al comienzo del ejercicio leve, la lipólisis incrementa rápidamente en casi 3 veces, aumentando de este modo, la disponibilidad de ácidos grasos libres. Esto ocurre en todos los sujetos independientemente de su IMC, ya que no se ha encontrado en ellos ninguna alteración a este proceso. En la medida que los programas de ejercicio leve a moderado facilitan la pérdida de peso, aún ejercicios de baja intensidad pueden mejorar la sensibilidad a la insulina a través de la pérdida de grasa corporal.
Al respecto debemos considerar que si bien la lipólisis se desencadena mediante la disminución de los niveles de insulina y un aumento de catecolaminas, esto no asegura una consiguiente metabolización por parte del músculo, ya que a estos niveles, celulares y mitocondriales, el transporte y la oxidación de los lípidos depende del estado o capacidad funcional de la célula muscular. El entrenamiento sistemático, aumenta los transportadores de ácidos grasos al interior de la célula y también la densidad y actividad mitocondrial o enzimática oxidativa.
Por estos motivos, el estimulo de la actividad física con el fin de aumentar el gasto energético, no es suficiente para producir un aumento de la capacidad funcional antes descrita. Esto ocurre únicamente cuando los umbrales o niveles de ejercicio son lo suficientemente intensos para desencadenar la síntesis de proteínas, tanto funcionales como estructurales, que en definitiva son las responsables del aumento de los mecanismos oxidativos y también de la consolidación de los cambios de hábitos de actividad física.
Estas variedades de ejercicio son una excelente forma de quemar grasa y aumentar la capacidad del músculo para utilizarla durante la actividad física. Esto es realmente importante ya que los obesos parecen tener una capacidad disminuida para oxidar grasa en el músculo esquelético, a pesar de que, como se mencionara anteriormente, su respuesta lipolítica al ejercicio puede ser adecuada. La cantidad y localización de los triglicéridos intramusculares tienen una alta correlación con resistencia insulínica.
El ejercicio y la termogénesis en el tratamiento de la obesidad.
El efecto térmico de los alimentos es el aumento de gasto energético que se produce durante varias horas después de la ingesta de una comida y representa en promedio 10% de la ingesta energética. Su magnitud varía tanto con la cantidad como con la calidad de los alimentos consumidos.
En la obesidad frecuentemente el efecto térmico de los alimentos está disminuido ya que la capacidad de termogénesis parece estar negativamente asociada con la masa grasa y el gasto metabólico basal, que se encuentran aumentados en obesos.
El efecto del ejercicio físico sobre la termogénesis ha sido estudiado con resultados poco consistentes, ello probablemente por la dificultad de independizar el efecto de las comidas del efecto de la composición corporal y del gasto energético producido por el mismo ejercicio.
Estudios bien diseñados que comparan sujetos obesos y delgados pareados por masa magra y cuidando que no se produzcan cambios en la composición corporal por efecto del ejercicio, han demostrado que el efecto térmico de los alimentos aumenta significativamente en los obesos insulino-resistentes después de una sesión de ejercicio el cual puede mantenerse hasta por 24 horas.
En sujetos delgados el ejercicio previo no aumenta la termogénesis, posiblemente porque ellos generalmente tienen mejor estado físico y mayor actividad basal.
Aún cuando una sesión de ejercicio puede aumentar la termogénesis hasta un 40% en obesos, el incremento absoluto de gasto energético es pequeño. Sin embargo, en el largo plazo, ello puede contribuir a mantener el balance energético. Por otro lado, el empleo de un nivel de entrenamiento individual adecuado, con umbrales óptimos de acuerdo a la condición física del sujeto y ajustados para aumentar gradualmente la intensidad de las sesiones de entrenamiento, producirá un gasto energético adicional en el período posterior al entrenamiento. Esto implica que los procesos de recuperación muscular y su balance de sustratos se hacen a expensas de mecanismos oxidativos que elevan el metabolismo de reposo por varias horas después de haber ejecutado dicha sesión de ejercicios.
Ejercicios en ambiente hipobárico.
La realización de ejercicios físicos en la altura han puesto de actualidad los efectos de la altura sobre el organismo humano y las patologías que pueden desencadenarse, y dar lugar a diversas situaciones de urgencias.
Es preciso aclarar que las diferentes repercusiones sobre el organismo van a depender del nivel de altitud. Atendiendo a criterios biológicos se ha establecido la siguiente clasificación:
Evidentemente los entrenamientos deportivos solo pueden llevarse a cabo en situaciones de altura moderada, entre 1 000 y 3 000 metros, en las que se producen cambios a nivel fisiológico, pero la aparición de procesos patológicos importantes es poco frecuente, además en el asentamiento poblacional de Topes de Collantes la altura existente es de aproximadamente de 800 metros sobre el nivel del mar.
La altitud produce efectos sobre el organismo, con esta se reduce la presión barométrica sin que la composición del aire varíe (79.04 % de nitrógeno, 20.93 % de oxigeno y 0.03 % de dióxido de carbono). El desenso de la presión atmosférica supone una menor presión parcial de oxigeno en el aire respirado, lo que dificulta el intercambio de los gases respiratorio con la sangre, por lo que disminuye la presión arterial de oxigeno y, por tanto, el aporte del mismo a los tejidos produciendo una situación de hipoxia relativa, que es el efecto físico fundamental que va a desencadenar toda una serie de respuestas a corto y largo plazo en el organismo expuesto.
Pero el organismo sufre de otros factores bajo la influencia de la altura como es:
La temperatura: esta desciende con la altura, aproximadamente 1˚ C por cada 150 metros de altura sobre el nivel del mar.
La humedad relativa: que es la cantidad de vapor de agua en la atmósfera la cual disminuye con la altitud aproximadamente el 50 % en 2 000 metros. Esta escasa humedad favorece la deshidratación, dado que el cuerpo pierde un gran volumen de agua a través de evaporación respiratoria y del sudor debido al aire seco.
La resistencia al aire: disminuye con el descenso de la presión barométrica, por lo que también es menor con la altitud. Este hecho es importante porque el descenso en la densidad del aire reduce la cantidad de trabajo que deben realizar los músculos respiratorios para vencer la resistencia de las vías aéreas durante la respiración.
La intensidad de la radiación solar: aumenta con la altura, aproximadamente de un 2 % a 4 % cada 100 metros hasta llegar a los 2 000 metros. Esto es debido fundamentalmente a que atraviesa un espesor de atmósfera mas reducido y que el menor vapor de agua existente disminuye la cantidad de la absorción de la radiación solar.
Modificaciones fisiológicas producidas por la presión.
Estas modificaciones serán distintas según la altura y si la exposición a la misma se produce de forma aguda o crónica. La respuesta aguda es la que tiene lugar desde las primeras horas de exposición súbita hasta los tres primeros días de estancia; mientras que la respuesta crónica o adaptación se refiere a los cambios que tienen lugar al tercer día.
Se produce una respuesta del organismo, para tratar de compensar la menor presión parcial de oxigeno en la sangre, fundamentalmente basada en:
Todos estos cambios no logran compensar el efecto de la hipoxia en el consumo máximo de oxígeno, que desciende casi proporcionalmente con la altitud, afectando negativamente al rendimiento aeróbico.
El ejercicio y la utilización de sustratos en el tratamiento de la obesidad.
Uno de los aspectos que es necesario abordar respecto a los efectos del ejercicio físico en la obesidad, se refiere a la composición de los sustratos que se oxidan y la velocidad con que ocurre este fenómeno. En sujetos entrenados, el ejercicio no sólo produce un aumento de la oxidación de las grasas durante la ejecución del mismo, sino además hay un aumento de la oxidación en reposo. Un aumento en la capacidad para oxidar grasas puede ayudar a mantener el balance de este macronutriente (y en consecuencia mantener el balance de grasa) con una masa grasa menor en individuos con predisposición a aumentar de peso.
En sujetos de peso normal, los efectos que produce el ejercicio sobre la utilización de sustratos son bastante claros. En estos casos se produce una reducción tanto en la utilización de glucógeno muscular como en el nivel de glicemia, como asimismo un aumento en la oxidación de grasas. En individuos obesos aunque la evidencia aún no es concluyente, se ha podido observar en la mayoría de los estudios que la oxidación de grasas no varía como consecuencia del ejercicio de baja intensidad, que es el que por razones obvias se le recomienda a los obesos. Sin embargo, es necesario reconocer que a medida que aumenta la intensidad de los ejercicios, también aumenta la fracción de lípidos de la mezcla a metabolizar.
De estas observaciones se desprende la importancia de que en una primera etapa del plan de entrenamiento, el objetivo de este, sea el de aumentar la capacidad física del sujeto obeso, independientemente de la baja de peso y por sobre todo aumentar la tolerancia al esfuerzo ya que los sujetos sedentarios y obesos dependerán en gran parte de la energía de origen anaeróbico, con la consiguiente formación de ácido láctico lo que inhibe la glicólisis mediante la acción de éste sobre la enzima reguladora que es la fosfofructokinasa (PFK) y por ende la capacidad de trabajo disminuye.
En la medida que la capacidad oxidativa del músculo aumenta, la producción de energía por intermedio de la actividad mitocondrial, produce una mayor cantidad de citrato, el cual también inhibe dicha enzima, bloqueando la PFK y disminuyendo la glicólisis y dando paso a la incorporación de lípidos a la mitocondria. Este proceso es paralelo y favorece la oxidación de grasa, ya que disminuye la formación de un inhibidor de carnitina.
El ejercicio y la dieta en el tratamiento de la obesidad.
La combinación de dieta y ejercicio acelera la pérdida de grasa, preserva o aumenta levemente la masa magra y previene o desacelera la disminución de la tasa de metabolismo basal (TMB), más efectivamente que la dieta sola. La mayoría de los estudios publicados aportan evidencia que el ejercicio es útil en la mantención de la masa magra. En pacientes que perdieron en promedio
Además de este efecto protector sobre la masa magra, se ha establecido que el ejercicio acelera la pérdida de masa grasa durante la restricción dietaria, independiente de los cambios en la masa magra.
Estudios efectuados en personas sometidas a severa restricción dietaria muestran que la respuesta adaptativa de la TMB contra la pérdida de peso, contrarresta los efectos estimulantes del ejercicio sobre la TMB. Es por ello que la interacción entre ejercicio y restricción dietaria es mejor en condiciones de restricción dietaria moderada que en severa, en la que tiende a desaparecer.
Dentro de las estrategias para mantener el peso después de haber conseguido una reducción, el ejercicio físico constituye una importante herramienta. Se ha demostrado que un gasto energético de aproximadamente 1500 kcal por semana o más permite mantener disminuciones de peso significativas al cabo de 2 años.
Este fenómeno esta explicado por la mantención de la capacidad de consumo de oxigeno adquirida durante el proceso de entrenamiento. Científicos han demostrado que un alto porcentaje (mas del 55%) de las personas sedentarias sometidas a los programas de actividad física tradicional (gimnasios), no adquieren efectos fisiológicos significativos por la falta de un mejoramiento mantenido de la condición física. Se ha fijado en 2200 kcal el monto de energía semanal que se debe gastar en entrenamiento físico para lograr los beneficios en la salud. Este gasto debe provenir de un metabolismo aeróbico y de un metabolismo anaeróbico. Estudios experimentales a nivel nacional, muestran cambios significativos en los perfiles de salud y mayor adherencia al programa de modificación del estilo de vida, cuando la carga de entrenamiento alcanza el 60% anaeróbico y 40% aeróbico.
Aspectos a tener en cuenta al planificar los ejercicios físicos.
• El ejercicio debe ser diario o por lo menos 3 veces por semana y por no meno de 45 minutos.
• Las repeticiones de los ejercicios se aumentaran todas las semanas gradualmente, según las características del paciente.
• Para aplicar el programa de ejercicio debe tenerse en cuenta:
1. Edad del paciente.
2. Grado de obesidad.
3. Severidad de la enfermedad.
4. Patologías asociadas (hipertensión, infarto, diabetes, úlcera abierta, etc.)
• El ejercicio debe tener un orden lógico de ejecución.
• Todo paciente debe conocer que en la practica de la actividad física se movilizan musculos y articulaciones que hasta el momento están limitadas, lo que trae como consecuencia la aparición de molestias musculares que pueden durar varios días.
• Durante el entrenamiento son muy importantes los ejercicios respiratorios, los que deben intercalarse entre los diferentes ejercicios.
• Cada paciente debe conocer las características de su enfermedad, para de esta forma ayudar a los especialistas en un mejor control y chequeo de la enfermedad.
1. Provocar la disminución del peso en el menor tiempo posible.
2. Eliminar la posibilidad de enfermedades secundarias derivadas de la obesidad.
3. Crear bienestar de salud.
Beneficios de la actividad física
Área física:
• Evita la pérdida de masa muscular.
• Favorece la movilidad articular.
• Mejora la elasticidad, la fuerza y la agilidad.
• Evita la desmineralización ósea.
• Aumenta la capacidad respiratoria y la oxigenación de los tejidos.
• Evita el deterioro del rendimiento cardaco y hace más efectiva la contracción cardaca.
• Evita la fatiga al mínimo esfuerzo y mejora el rendimiento físico global.
• Mejora la capacidad de contracción de la red arterial periférica, disminuye el riesgo de formación de coágulos y el éxtasis venoso.
• Estimula la eliminación de las sustancias de desecho.
• Evita la obesidad.
• Asegura que la marcha sea más segura y rápida, eliminando los riesgos de caídas.
Beneficios de la actividad física
Área psíquica:
• Conserva ágiles y atentos los sentidos.
• Aumenta la ilusión de vivir.
• Aumenta la alegría y el optimismo.
• Refuerza la actividad intelectual.
• Mejora la interrelación social.
• Combate la soledad y el aislamiento.
• Mejora la imagen personal.
• Contribuye al equilibrio psicoafectivo.
• Mejora y facilita el sueño.
• El ejercicio es fuente de salud.
Prevención de enfermedades
• Adapta la capacidad respiratoria a las enfermedades bronquiales.
• Disminuye el peligro de IMA.
• Disminuye el peligro de trombosis y embolismos.
• Mejora la circulación arterial.
• Evita la aparición de osteoporosis y atrofias.
• Mejora la artrosis y la artritis.
• Mejora la Diabetes Mellitus.
• Aumenta la eliminación de colesterol, disminuyendo el riesgo de arterioesclerosis e hipertensión.
• Frena las insuficiencias hormonales.
• Aumenta la resistencia a las enfermedades psíquicas (ansiedad, depresión, neurosis, etc.).
Prescripción de la actividad física
1. La edad no debe ser determinante fundamental del tipo de actividad, sino la condición general del evaluado.
2. Cuando se indica ejercicio, los mejores resultados se obtienen si el programa es regular, realizando los ejercicios a la misma hora cada día, con una secuencia que establezca un período inicial de calentamiento, una fase de carga donde se centre la actividad y por último una disminución de la intensidad o enfriamiento.
3. Debe prestarse atención al empleo de un vestuario confortable y práctico.
4. Valorar uso de calzado adecuado y de las ortesis o aditamentos de los defectos ortopédicos.
5. Toda reacción inusual debe ser objeto de consulta médica.
6. Los aspectos psicológicos no pueden obviarse. La personalidad básica puede ser un elemento orientador de la actividad específica que se recomienda.
Contraindicaciones y limitaciones de la actividad física
Absolutas:
• Infecciones e inflamaciones agudas.
• Enfermedades infecciosas crónicas.
• Tumores malignos (fase terminal).
• Insuficiencias de órganos: corazón, hígado, riñones o suprarrenales.
• Estenosis coronaria grave.
• Angina de pecho con presentación tras ejercicio.
• IMA reciente.
• Aneurisma ventricular o aórtico.
Absolutas:
• Extrasistolia ventricular.
• Bloqueo auriculoventricular de 20 y 30 grados.
• Embolismo pulmonar o sistémico reciente.
• Corazón pulmonar crónico.
• Enfermedades con alteración del equilibrio y la marcha.
Contraindicaciones y limitaciones de la actividad física
Relativas:
• Antecedentes de T C E graves.
• Enfermedades vasculares compensadas o extrasistolia ventricular que no aumenta con el ejercicio.
• Bloqueo de rama izquierda.
• Existencia de marcapasos.
• Várices graves con historia de tromboflebitis.
• Isquemia cerebral transitoria reciente.
• Tratamiento con fármacos.
Limitaciones:
• Menoscabos psicofísicos de pequeña o mediana intensidad.
• Cardiopatías sin insuficiencia cardíaca manifiesta.
• Post-cirugía cardíaca.
• Disminuciones acusadas de la visión y de la audición.
• órganomegalias y hernias abdominales.
• Alteraciones músculo esqueléticas que dificulten la actividad motriz.
Pedagógicos:
Dar substrato de educación permanente a toda actividad.
Conocimiento de su cuerpo y sus cambios.
Conocimiento de sus obligaciones sociales.
Físicos de 1er orden:
a) sistema cardiorrespiratorio (resistencia aeróbica).
b) sistema osteomioarticular:
• Movilidad articular.
• Elasticidad muscular.
• Fuerza.
Físicos de 2do orden:
a) favorecer el nivel de adaptación al medio.
b) equilibrio coordinación - reacción.
Factores:
• Salud orgánica óptima.
• Coordinación suficiente, fuerza y vitalidad ante las emergencias y para los requerimientos de la vida diaria.
• Estabilidad emocional para soportar el estrés.
• Conciencia social y adaptabilidad a los requerimientos del grupo.
• Actitudes, valores y habilidades que estimulen a una participación satisfactoria en las actividades físicas.
Prescripción del ejercicio en los pacientes obesos.
Junto a una restricción dietaria, el componente fundamental en el tratamiento de la obesidad es el ejercicio físico, siempre y cuando sea llevado a cabo de una manera dosificada, sistemática y con cargas de trabajo adecuadas a la condición física de cada paciente obeso. La evidencia muestra que un balance energético negativo mantenido por varios meses, donde se incluye un aumento del gasto energético, es mucho más efectivo en disminuir la grasa corporal. Además, se produce un aumento de la masa magra, que afecta tanto
Considerando que la actividad física no es popular entre los obesos, esperar una disminución de peso significativa solamente a través de ejercicios intensos y de larga duración que produzcan un gran gasto energético es irreal y aún peligroso. Sin embargo, en el proceso es necesario introducir la práctica de ejercicios, de alta intensidad, adecuados a las capacidades individuales y supervisado de manera personalizada, para que se logre acondicionar la estructura corporal, realizar los movimientos biomecánicos correctos y alcanzar los efectos metabólicos deseados. Aunque la prescripción de ejercicio de mayor intensidad se asocia en general a menor adherencia, en los obesos sin problemas cardiovasculares ni músculo-esqueléticos u osteoarticulares y con estilos de vida activos, donde fue factible incrementar la intensidad de la actividad paulatinamente hasta llegar a 70-75% del VO2 máximo.
Para individuos obesos, lo más práctico es recomendar sesiones cortas (5 min.) y frecuentes (>4 veces por día). El ejercicio puede ser de carácter continuo o intermitente. Este último, es más adecuado ya que se puede lograr un mayor gasto energético con una menor acumulación progresiva de ácido láctico. Aumentar la intensidad del ejercicio es importante ya que produce importantes beneficios, como reducción en la adiposidad, aumento del potencial oxidativo de los músculos, reducción de la ingesta compensatoria post-ejercicio y un aumento de los efectos sobre la TMB.
Cabe hacer notar que en todos los sujetos debemos considerar el fenómeno de entrenabilidad. Cada persona responde al entrenamiento de manera diferente aún frente a una misma carga de trabajo o nivel de entrenamiento. Estas diferencias se evidencian en el tiempo de respuesta (rápida o lenta) o en la magnitud del cambio (grande o pequeño). En las personas obesas se deben manejar cargas de trabajo que mejoren la calidad de las estructuras musculares y articulares, lo que implica ejercicios de sobrecarga o con pesos adicionales sobre diversas palancas, que permiten a su vez optimizar el entrenamiento.
La intensidad, frecuencia y duración del ejercicio puede y debe irse ajustando de acuerdo a los progresos que el paciente vaya experimentando, con el fin de lograr un nivel de exigencia sostenido en el tiempo. Por ejemplo, si un paciente con el entrenamiento mejora su condición física mediante una carga de trabajo del 60% de su VO2 máx, al cabo de algunos entrenamientos, esta carga podría equivaler a solamente un 50% de su capacidad aeróbica máxima anterior. Teniendo en cuenta los aspectos de entrenabilidad señalados anteriormente, se pueden ensayar algunos esquemas tentativos.
Opción I.
La fase inicial cubre desde la 1a. a la 5a. semana. Inicia con sesiones de estiramiento, gimnasia suave y ejercicios aeróbicos de baja intensidad. La duración de la sesión de aeróbicos no debe ser mayor a 12-15 min. Este tipo de ejercicio producirá un gasto energético de ~200-300 kcal/sesión. La segunda fase es la de mejoramiento que tarda de 6-24 semanas y es caracterizada por un aumento progresivo de la intensidad, duración y frecuencia del ejercicio. En ciertos individuos en que la capacidad funcional es baja, la transición desde caminar a trotar podría ser lograda mediante el uso combinado de caminata/trote y progresando hacia un ejercicio de mantenimiento. Antes de incrementar la intensidad es necesario mejorar la duración. La tercera fase es de mantenimiento, los participantes deberán ejercitar al 70-80% de su capacidad funcional por al menos 30-45 min, con una frecuencia de 4-5 veces a la semana. La forma de calcular la capacidad funcional es mediante la fórmula: 220 - edad. Esta información permite calcular la frecuencia cardíaca a esperar en máximo trabajo cardíaco en obesos de ambos sexos. Por ejemplo, una persona de 40 años tendrá una frecuencia cardíaca máxima de 220-40=180 latidos por minuto. La forma apropiada de conocer la frecuencia cardíaca es mediante monitores de ritmo cardíaco y en ausencia de ellos, una forma fácil es tomar el pulso inmediatamente después de finalizado el ejercicio, reconociendo que se producirá una leve subestimación de los valores reales porque el pulso tiende a bajar al suspender la actividad.
Opción II.
Este esquema algo más elaborado, integra varios aspectos del entrenamiento y que recientemente están siendo aplicados en carácter experimental consiste en:
Etapa 1.
ü Medición de la capacidad física y funcional.
ü Clarificación y discusión del diagnostico del nivel de aptitud.
ü Planteamiento de los objetivos inmediatos y mediatos.
ü Plan de ejercicios de exploración funcional.
Etapa 2.
ü Aumento de la capacidad funcional anaeróbica localizada.
ü Aumento de la capacidad anaeróbica general.
ü Movilidad articular con resistencia asistida.
Etapa 3.
ü Aumento de la capacidad funcional cardiorespiratoria, mediante el control de frecuencia cardiaca considerando velocidad de adaptación, nivel de tolerancia y velocidad de recuperación.
Etapa 4.
ü Transferencia del entrenamiento a las actividades físicas habituales.
Etapa 5.
ü Control y supervisión de la capacidad metabólica y de la condición física.
Etapa 6.
ü Cuantificación de la capacidad física e incremento de la carga de trabajo.
Esta planificación de entrenamiento en pacientes obesos ha significado una mayor adherencia al plan y también efectos en calidad de vida reflejada en autonomía física del paciente a las pocas semanas de haber iniciado el plan. Por otro lado, variables plasmáticas como insulina y triglicéridos experimentan cambios positivos de manera significativa.
Beneficios que produce el ejercicio físico en el tratamiento de la obesidad.
Conjuntamente al riesgo de salud que se asocia a una adiposidad general, se reconoce en la actualidad que la grasa visceral de tipo abdominal constituye un riesgo independiente de enfermedades cardiovasculares, varias dislipidemias y diabetes tipo 2. Respecto a la grasa abdominal, existe evidencia de que el ejercicio físico es efectivo en reducirla. Esta reducción es principalmente a expensas de grasa intraabdominal o visceral la que posee receptores y actividad lipolítica mayor que la adiposidad localizada en otras regiones. Estudios poblacionales han mostrado que hombres y mujeres físicamente activos, tienen una relación cintura/cadera inferior que sus pares sedentarios, mientras que estudios de laboratorio han confirmado que personas en buen estado físico tienen la lipólisis en reposo mayor que los inactivos.
Por otra parte, es necesario destacar que la inactividad física en si misma constituye otro factor de riesgo independiente que predispone a enfermedades cardiovasculares. Por lo tanto, el beneficio más directo es aumentar la actividad en individuos obesos y en ese sentido, la disminución que se produce tanto en la presión sistólica como diastólica en individuos hipertensos es un hecho comprobado. Con ejercicio regular y sostenido, se han observado disminuciones entre 6-
El ejercicio físico normaliza los lípidos sanguíneos. En particular, eleva las lipoproteínas de alta densidad (HDL), siendo éste un factor importante ya que niveles bajos de HDL constituyen otro factor de riesgo de enfermedades cardiovasculares. Este hecho hace que el coeficiente HDL/ LDL sea mayor y en consecuencia el riesgo cardiovascular también disminuya. Además, el ejercicio físico regular produce una disminución de los triglicéridos en aquellos individuos con valores inicialmente altos, a través de una mejoría de la sensibilidad a la insulina.
Cabe destacar que los efectos benéficos descritos pueden producirse en forma independiente de una disminución de peso. Además, las respuestas sobre variables metabólicas como fue mencionado anteriormente, dependen tanto de factores individuales como de las características del programa de ejercicios. Dentro de los factores individuales podemos mencionar factores genéticos, estado nutricional y grado de aptitud física mientras que influye también el tipo, intensidad y duración del ejercicio.
Un hecho adicional muy importante, en relación con los beneficios que proporciona el mantener una vida activa, es la asociación que se ha encontrado últimamente en varios estudios entre el nivel de capacidad cardio-respiratoria y la mortalidad general. El ejercicio físico puede no producir una disminución de peso en todas las personas, se observan beneficios de salud adicionales, incluso en los que presentan sobrepeso.
En síntesis, la actividad física adicional a la habitual, que comprende ejercicios sistemáticos y dosificados, los que a su vez conforman un entrenamiento, representa para el ser humano y en especial para el obeso, un elemento adicional que junto a la nutrición adecuada forman los pilares fundamentales en la prevención y el tratamiento de este tipo de pacientes. Por otro lado, el sujeto sometido a entrenamiento físico, experimenta cambios tanto en su condición física como en su perfil metabólico, que a su vez lo protegen o disminuyen la probabilidad de enfermar o morir a causa de enfermedades crónicas, en comparación a sujetos semejantes pero en mala condición física.
Los conocimientos aportados por la investigación científica en el área de la biología del ejercicio, permiten a los profesionales de la salud prescribir ejercicio físico en forma más responsable y evitando así dejar de lado una efectiva posibilidad de mejorar y optimizar tanto programas preventivos como terapéuticos.
La actividad física es el componente de mayor variabilidad en el gasto diario de energía, puede representar una cantidad significativa de las calorías de una persona muy activa. Sin embargo, la intensidad de la actividad física de las personas sedentarias no supera el 20 al 25% del gasto energético diario; debe recordarse que el individuo normal realiza permanentemente múltiples movimientos y gestos, con mucha variabilidad interpersonal.
El problema básico para la lucha contra la obesidad, es el cambio del estilo de vida relacionado con la actividad física y la dieta.
La disminución de la actividad física como causa de obesidad es una hipótesis obvia y atractiva, aunque generalmente insuficiente como causa única de investigación.
El gasto de energía por actividad física es muy variable, y la equivalencia creciente de obesidad ha sido paralela a la disminución de la actividad física. De todos modos, se ha demostrado que la obesidad esta asociada generalmente con niveles menores de actividad física.
En el paciente obeso el control de la ingesta calórica y la prescripción de actividad física son elementos fundamentales tanto en aspectos preventivos como terapéuticos. También esta claro que a los pacientes con alteraciones cardiovasculares, metabólicas y osteomusculares, la recomendación de ejercicio físico programado es un aspecto que difícilmente puede quedar de lado. Todo esto se debe básicamente a que el sedentarismo es uno de los factores de riesgo que más prevalece en nuestra sociedad y también debido a que la investigación científica ha aportado al área de la fisiología del ejercicio aplicada a la medicina, conocimientos que permiten de manera objetiva conocer los efectos de la actividad física sobre la capacidad funcional de órganos y sistemas y más aun cuando se relaciona con los mecanismos de adaptación y de regulación neuroendocrina del metabolismo que están involucrados tanto en el ejercicio aeróbico como anaeróbico.
Con el objeto de reducir de peso al paciente, el manejo de las estrategias debe apuntar a un balance energético negativo, es decir, provocar una situación en que el gasto energético diario supere al consumido o ingerido. En términos prácticos, debemos poner énfasis en el control del apetito y en la incorporación de actividad física en la vida habitual del paciente.
Paralelamente diseñar pautas en que el paciente se adhiera a esta nueva adquisición de hábitos tanto alimenticios como de ejercicio.
La selección de alimentos o la restricción de algunos de ellos por si solo pueden disminuir el peso pero sin una modificación adecuada de la composición corporal, es decir, sin saber si dicha disminución es a costa de tejido muscular o adiposo. El peso corporal, el índice de masa corporal y la composición corporal son variables del paciente a considerar de manera integrada para obtener un diagnostico y dar una adecuada prescripción del ejercicio.
Lo expresado anteriormente, queda ratificado por los estudios publicados por Blair y colaboradores en que se realizo un seguimiento de mas de 20.000 pacientes de una edad promedio de 43 años. Se pudo constatar que si bien el IMC es un excelente índice de clasificación del grado de obesidad y también de predicción de morbilidad y mortalidad, este no es tal si no se considera el "fitness cardio-respiratorio". Este estudio permitió concluir que sujetos con índices de masa corporal superiores a 27.5 pero con una adecuada capacidad de consumo de oxígeno (cardiorespiratory fitness) poseen de manera significativa, un menor índice de mortalidad que los de IMC inferiores a 24 pero con mala capacidad física. También este resultado fue extrapolado en que sujetos con mayor IMC pero buena condición física enfermaban menos de diabetes que los con IMC bajo, pero mala condición física. Todo esto nos permite concluir que el estudio de la capacidad funcional del paciente y su respectiva prescripción de ejercicios debe ser producto de un adecuado estudio sobre su composición corporal y de su nivel de condición física. El paciente obeso posee una masa muscular disminuida en relación a su peso total, fenómeno denominado actualmente sarcopenia, es decir, una perdida de las unidades contráctiles del tejido muscular (sarcómeros).
Este proceso producto del sedentarismo que caracteriza al obeso, debe ser revertido mediante ejercicio físico de resistencia, preparando y adaptando músculos y articulaciones al programa propiamente tal.
Los programas tienen dos vertientes fundamentales: están los dirigidos a pacientes obesos sin patologías asociadas complicadas; y los dirigidos a pacientes obesos con patologías asociadas como la diabetes mellitus, cardiopatías, hipertensión, etc. Como por ejemplo: un paciente infartado con más del 30% de obesidad, ele ejercicio no pasará del 60% de intensidad, pero se puede incrementar el tiempo de trabajo según la mejoría del enfermo. Con un paciente obeso diabético, se realizan los ejercicios controlando la hipoglicemias con cuidado, no incrementar el tiempo de trabajo sin este control.
Orientación de la Actividad Física:
• Movimientos de todas las articulaciones, conociendo los límites de cada una.
• Contracción y estiramiento de todos los músculos.
• Trabajo equilibrado de todos los grupos musculares.
• Prestar especial atención al trabajo de las zonas musculares que permiten un mejor control postural: cintura, glúteos y columna vertebral.
• Relajación.
• Los ejercicios para equilibrio, tanto estático como dinámico, los basaremos en el control postural con variaciones del apoyo sobre el suelo (de pie, de puntillas, sobre un solo pie, etc.) y durante la marcha trabajando el esquema corporal.
• La coordinación implica actuación del SNC y del SOMA, trabajar el control de grupos musculares diferentes de forma independiente, coordinación ojo - mano con lanzamiento y recepción, y ejercicios de manipulación y coordinación específica de brazos, manos, piernas y cabeza, etc.
• La velocidad de reacción la estimularemos intentando disminuir el tiempo empleado en cambios de posición: sentarse, levantarse, agacharse, tumbarse, etc. y las técnicas para ahorrar energía en estos cambios; estimular reflejos y cambios de órdenes.
• La Destreza: ejercicios segmentarios que impliquen una dificultad en cuanto a la relación con un material, utilizando la resolución de problemas como estrategia pedagógica.
Un programa de actividad física afecta la perdida de grasa en la medida que se incrementa la oxidación de las grasas/oxidación de los carbohidratos, o sea, que aumenta la oxidación de las grasas. Esta se evalúa con la duración del ejercicio y con el entrenamiento del individuo.
El tratamiento de la obesidad sin patologías asociadas tiene pilares o direcciones fundamentales: como la educación para la salud, la dieta, el tratamiento psicológico, los ejercicios físicos y las recomendaciones dietéticas para cada paciente individual.
En cuba, las características de los programas de ejercicios físicos son las siguientes: mejoran las funciones de los diferentes sistemas como por ejemplo la capacidad de trabajo o funcional del sistema cardiovascular. Mejora la capacidad respiratoria, incremento de la fuerza muscular, mejora la oxigenación, disminuyen las alteraciones que acompañan a la obesidad, fundamentalmente las articulaciones de las rodillas y los tobillos.
Los requisitos fundamentales a cumplir en las clases son: más de una hora de trabajo ininterrumpido en terreno no irregular, o sea de larga duración, tener buena ventilación, alejado de las fábricas e industrias, garantizar la hidratación, pesaje semanal y no diario para no caer en psicosis con el peso. Los ejercicios deben ser de bajo impacto (sin llegar al trote, si es obeso ligero puede alternar con algunos trotes para cuidar las articulaciones de las piernas), intensidad moderada entre el 70% y 85%, utilizar ejercicios aeróbicos, dinámicos y cíclicos y capaces de movilizar grandes grupos o planos musculares, y todo debe ser entre 5 y 6 veces por semanas.
Durante la primera semana la actividad aeróbica será de 600m, mientras que en la segunda semana aumentamos 200m, es decir que serían 800m, y así continuar incrementando hasta llegar a 3Km, máximo 5Km.
La marcha se comenzará durante 5 minutos las primeras dos semanas, a partir de la tercera semana aumentamos de 3 a 5 minutos hasta llegar a 20 minutos, es ideal llegar hasta 30 minutos.
En la bicicleta estática comenzamos las primeras sesiones entre 3 a 5 minutos, aumentando cada 5 sesiones de trabajo entre 1 minuto hasta 3 minutos hasta llegar hasta 15 minutos como mínimo y 30 minutos como máximo, con una intensidad entre 50% y 70% pulsaciones por minutos.
Teniendo en cuenta que mientras mayor sea el metabolismo basal, mayor gasto de energía, y cuando hay predominio de masa muscular hay mayor metabolismo basal, es por lo que se debe incorporar ejercicios de fuerza con pesas después de la cuarta semana, con el método de circuito y no más allá del 40% al 60% de la fuerza máxima, de
El circuito debe tener de
Se ha podido observar que los programas de ejercicio físico en pacientes con un IMC mayor de 30 no poseen ningún efecto en la perdida de peso corporal o que contribuyan de manera eficiente en el balance energético negativo. Todo esto es simplemente debido a la incapacidad de ejecutarlos y al riesgo que corren sus articulaciones y columna.
El aumento de la intensidad del ejercicio aumenta la combustión de la oxidación de carbohidratos, lo que, en principio no es el efecto buscado para la reducción del peso y su mantenimiento, parece adecuado indicar ejercicios de baja intensidad y de larga duración, con una frecuencia suficiente para mejorar la capacidad aeróbica.
Debemos tener en cuenta que un kilo de grasa contiene cerca de 7000 calorías y si 85 calculamos el gasto calórico de una simple caminata, es decir, 0.5 cal/kg/km caminado, un sujeto de 100 kilos gastaría 50 calorías por kilometro caminado, es decir, debería caminar
Sin embargo teniendo en consideración que el ejercicio produce diversos beneficios metabólicos y sobretodo en relación a las alteraciones asociadas del sobrepeso y obesidad, no podemos dejar de considerar dicho beneficio en el plan o programa de tratamiento del paciente. El ejercicio físico programado y más aun cuando es adecuado, reduce los niveles de triglicéridos, de colesterol, de insulina y de presión arterial, reduciendo los riesgos de diabetes, hipertensión, arteriosclerosis y a su vez contrarresta los procesos sarcopénicos.
Debe tenerse en cuenta que si al mismo tiempo se ingiere una dieta rica en grasas esos efectos desaparecen, y por el contrario, una dieta pobre en grasas, lo potencian.
Todo esto requiere mecanismos finos de regulación neuroendocrina para la adaptación del organismo al esfuerzo físico lo que a su vez conlleva efectos positivos en los mecanismos de regulación del apetito. Un hombre normal que desarrolla actividad física moderada consume
Veamos a continuación un resumen de algunos de los efectos del ejercicio en el ser humano orientado a la mantención del peso:
Efectos esperados y resultados del ejercicio físico en pacientes que padecen de obesidad en este tipo de tratamiento.
1. Incremento del gasto energético.
2. Corrección de la composición corporal.
• Perdida de tejido adiposo.
• Conservación del tejido muscular.
• Reducción del tejido adiposo visceral.
3. Incremento en la capacidad de movilización y oxidación de las grasas.
4. Control de la ingesta alimenticia.
• Reducción del apetito.
• Reducción en el consumo de grasas.
5. Aumento de la respuesta termogénica.
• Del metabolismo en reposo.
• De la alimentaria por la dieta.
6. Cambios histoquímicos del tejido muscular.
7. Mejoría del perfil lipídico y lipoproteico.
8. Reducción de la presión arterial.
9. Incremento de la capacidad funcional cardiorrespiratoria.
10. Efectos positivos de orden psicológico.
La obesidad provoca enfermedades como diabetes, hipertensión, gota, afectaciones articulares; de aquí la importancia de la práctica de ejercicios de larga duración de baja a moderada intensidad, es decir entre el 70 % y 85 % de la frecuencia cardiaca máxima de entrenamiento.
Por ejemplo para personas con problemas algo serios de obesidad, el caminar a una marcha ligera y regular puede ser un ejercicio aeróbico muy adecuado, mientras que para una persona sin ese problema y bien entrenada no será suficiente. Esta última necesitará una actividad más intensa ya que por el contrario no conseguirá ejercitarse a su nivel de entrenamiento.
En dependencia del tipo de actividad que realiza cada sujeto, así será el gasto energético del mismo y para lograr mantener el equilibrio entre las energías incorporadas con los alimentos y las consumidas con el esfuerzo realizado, el paciente debe comprender la importancia de esto para evitar los posibles trastornos metabólicos a que pueden conducir dichos desbalances, ya sea por una dieta excesiva en calorías (obesidad) o bien, una dieta deficiente en calorías (mal nutrición).
Es universalmente reconocido que la obesidad provoca un esfuerzo directo del corazón, junto con otros sistemas del cuerpo. La grasa generalmente no contiene sangre como se comprueba al observar las grasas blancas de la carne de cerdo. Cuando el corazón tiene que forzar la sangre a través de vasos que se encuentran apretados por lo depósitos de grasa, hay un esfuerzo superior. Cuando el cuerpo tiene que cargar con esas libras adicionales, eso representa más trabajo, más peso que necesitan levantar los músculos y por lo tanto más esfuerzo para el corazón.
Tratamientos de la obesidad a través del deporte.
El problema básico para la lucha contra la obesidad es el cambio en el estilo de vida relacionado con la actividad física y la dieta.
El ejercicio físico no solo es útil en la pérdida de peso, sino que también es necesario para mantener y mejorar el bienestar y la aptitud física, pues ésta responde a la interacción de varios factores genéticos y ambientales. Con la práctica de ejercicios físicos de baja a media y alta intensidad, de capacidad aeróbica sub-máxima, de frecuencia diaria y de una duración de al menos de una hora por sesión, se aumenta el gasto energético de 24 horas y la oxidación de las grasas.
El método ideal para conocer la composición corporal aún no existe. Debería reunir requisitos tales como ser económico, no ofrecer riesgos para el paciente, ser preciso, de escasa dificultad técnica y reproducible en distintos grupos de individuos con resultados confiables. Los métodos más asequibles y fáciles de usar suelen ser imprecisos y los más fieles terminan siendo casi siempre complejos y caros. Si bien no existe la técnica ideal para medir la composición corporal, el clínico dispone de recursos para una estimación aceptable del estado de un paciente.
El tratamiento de la obesidad es difícil, y posiblemente deba quedar a cargo de profesionales o centros especializados. Deben estar permanentemente actualizados en esta área de frontera metabólica, clínica y terapéutica de la medicina actual, ya que no existe un programa para cada grupo de pacientes.
Muchos investigadores plantean que la obesidad es el exceso de grasa corporal en relación a índices y desbalances entre el ingreso y gasto de energía; por tal motivo, las vertientes de los programas de tratamiento físico son las siguientes:
Como por ejemplo tenemos un paciente infartado con un aumento del 30 % de obesidad, el ejercicio físico no pasara del 60 % de intensidad; pero se puede ir aumentando el tiempo de trabajo.
En el caso de los diabéticos debemos controlar la hipo glicemia con cuidado, no incrementar el tiempo de trabajo sin este tipo de control.
Hasta el momento no hay un programa específico que digan cuales son las actividades que se deban realizar los obesos. A continuación menciono algunas de las características de los programas de ejercicios.
El objetivo principal es mejorar las funciones de los diferentes sistemas del organismo como la capacidad de trabajo o funcional, mejorar la capacidad respiratoria y así la oxigenación, incrementar la fuerza muscular, disminuir las alteraciones que acompañan la obesidad como los traumas provocados por el exceso de peso, fundamentalmente en las articulaciones de las rodillas y los tobillos.
Los requisitos para cumplir en las clases son de estricto cumplimiento como realizar los ejercicios o programa de ejercicios por más de una hora de trabajo, en un terreno no irregular, en locales con buena ventilación, alejados de fábricas e industrias para garantizar la hidratación, pesaje semanal y no diario para no crear psicosis con el peso.
Los ejercicios deben contar con las siguientes características:
Existen muchas formas y variantes de ejercicios para tratar a la obesidad. Una de las vertientes es la carrera o el trabajo de la resistencia cardiorrespiratoria, la marcha, también a través de un trabajo en la bicicleta estática y en el gimnasio para trabajar ejercicios de fuerza.
Es muy importante destacar que para los obesos ligeros se puede alternar la marcha con algunos trotes, para cuidar las articulaciones de las piernas.
En el entrenamiento cardiorrespiratorio según se plantea en el programa nacional de salud:
Para realizar la marcha:
Para el trabajo en la bicicleta estática:
Teniendo en cuenta que mientras mayor sea el metabolismo basal mayor es el gasto de energía, y cuando hay predominio de masa muscular hay un aumento del metabolismo basal y es por lo que se deben incorporar ejercicios con pesas.
Con la realización de estos ejercicios se esperan resultados como el aumento del gasto energético, aumentar el metabolismo basal y contrarrestar algunos factores de riesgo para la salud del obeso.
CONCEPCION BIOETICA DE LA OBESIDAD.
Las preguntas médicas requieren respuestas médicas, pero muchas de las dilemáticas situacionales que vive el equipo de salud no tienen naturaleza técnica. Hay críticas cuestiones acerca de los valores individuales, la forma de interpretar la vida y la muerte, la honradez y la justicia. Cuando las personas que forman parte de un mismo grupo social o integran una comunidad política tienen creencias distintas, es difícil que se pongan de acuerdo en temas morales y que todos acepten proceder con los mismos criterios.
Fue creada para proteger los derechos de las personas incluidas en investigaciones y experimentos biológicos y clínicos, en torno del cual se ha desarrollado lo que es hoy la bioética.
La palabra bioética está compuesta por bios y ethiké (vida y ética) que armoniza la biología y la moral de una síntesis ejemplar de "ciencia y conciencia, hechos y valores, ser y deber se". Si bien se traduce literalmente como "ética de la vida" dentro de esta se refiere a la conducta moral.
Por todo lo anteriormente expuesto estamos en condiciones de definir que "la Bioética es el estudio sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y la atención de la salud, en tanto que dicha conducta es examinada a la luz de los principios y valores morales".
El fenómeno sociocultural que alentó la aparición de la bioética se basó en la "tecnificación de la vida y la liberalización de la moral". A fines de la década de 1960, por un lado se comenzaron a sentir lo efectos de la revolución biológica en la medicina con sus nuevas formas de nacer, procrear y morir (diagnóstico prenatal, fertilización, reanimación, trasplantes, etc.) y por otro se desarrolló una nueva cultura política (derechos civiles, derechos de los consumidores, cuestionamientos de toda autoridad, defensa de las minorías y de los marginados.
El cambio bioético, fortalecido por filósofos, teólogos y abogados, provocó u giro desde su posición tradicional centrada en el médico, a la postura actual en torno a la persona del paciente y del ciudadano. La ética médica en su sentido tradicional trata los problemas que surgen de la relación entre el médico y el enfermo, pero la bioética instituye un concepto más amplio en otros aspectos importantes (los problemas de todas las profesiones de salud, de la investigación biomédica y del comportamiento y de cuestiones sociales que influyen sobre la salud, etc.)
En la bioética hay diferentes niveles. Desde la responsabilidad profesional, las intervenciones biomédicas en el principio (genética, contracepción, tecnología reproductiva, aborto), el curso (calidad y valor de la vida, sexualidad, experimentación humana, salud mental y neurociencias, trasplantes) y el final de la vida (definición de muerte, actitudes ante la muerte, cuidados paliativos, prolongación de la vida, eutanasia), hasta la ética social (derecho de la atención y asignación de recursos en salud, etc.)
La bioética posee tres principios normativos: beneficencia / no beneficencia (primero, no hacer daño, promover y hacer el bien, prevenir y remover el mal), autonomía (respeto por el gobierno propio y la autodeterminación de las personas) y justicia (precepto ético del orden social y estructura moral básica de la sociedad, que condiciona la vida de los individuos).
Entre tantas cuestiones de la salud que abarca esta disciplina, la defensa de la autonomía representa uno de los aspectos más importantes en la bioética, ya que suele enfrentarse al denominado paternalismo médico.
El "paternalismo" es la restricción deliberada de la autonomía de una persona por parte de otra, que, para limitarla, argumenta exclusivamente intenciones de beneficiarla (por ejemplo, ordenar transfusiones de sangre que se han negado a recibirlas, las pequeñas mentiras o el ocultamiento de información destinado a "animar" a los pacientes, etc.)
Así como los principios son de carácter general, las reglas particularizan y precisan las acciones. Los códigos, juramentos y declaraciones suelen limitarse al nivel de las reglas (fidelidad a las promesas, honestidad, secreto profesional, no engañar, no causar daño, no provocar dolor, no privar de la libertad, no matar, etc.). En la relación médico-paciente y en la investigación se destacan tres reglas morales: la confidencialidad (o "regla del secreto"), la veracidad (o "regla de la verdad") y el consentimiento informado, como adhesión racional y libre del paciente al tratamiento médico o de un sujeto a la experimentación clínica.
Se discute si la confidencialidad y la veracidad son "deberes absolutos" que nunca deben violarse o si pueden vulnerarse bajo la justificación de una ventaja terapéutica, cuando se ponen en juego otras obligaciones más fuertes (declaración ante la justicia, los poderes públicos, prevención epidemiológica, protección del bienestar social o individual, etc.) o como mentira piadosa (o "falseamiento terapéutico"). Para muchos autores no existe el "beneficio del engaño", sino que la mentira falta al respeto de las personas y su autonomía. Además, viola y daña toda relación basada en la confianza, criterio que sostiene el autor de la investigación.
Si intentamos precisar lo que se entiende por grupo, podemos decir que es una parte determinada de la sociedad, donde sus generalidades y particularidades se determinan por la naturaleza clasista de la sociedad y del sistema de las relaciones socioeconómicas. Es un conjunto de personas donde surgen nuevas características, actos y formas de comportamiento, que no son observables en los individuos por separados. Realmente el grupo es un intermediario entre el individuo y la sociedad. Con la pertenencia al grupo, los individuos incorporan los valores imperantes en toda la sociedad. Al mismo tiempo, en el seno de ese mismo grupo se forman actitudes, principios y valores que son la expresión de la ideología que son prevaleciente en el sistema social.
En muchos países, el consentimiento informativo no es hoy sólo una regla moral, sino también un requerimiento legal (autorización escrita) e implica adecuada información, no coerción y competencia (sujeto lucido, apto, coherente y racional en su pensamiento).
Conclusiones
Con la revisión bibliográfica realizada se pudo ofrecer reflexiones teóricas sobre el diagnóstico, las complicaciones, el pronóstico y los tratamientos de la obesidad, fundamentalmente el rol de la actividad física en función de los programas de adelgazamiento, la cual se sustenta sobre la base de la revisión de diferentes fuentes bibliográficas nacionales e internacionales, lo que permitió el análisis, reflexión y toma de posición del la autor para abordar la temática objeto de estudio y plantear la estrategia a seguir.
El presente trabajo da la posibilidad de aplicar este método de forma creativa y eficiente en los gimnasios e instalaciones de la salud publica cubana en relación a las estrategias y metas que deben desarrollar el personal de la salud en función de las necesidades individuales del paciente obeso según su diagnostico.
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