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La noción de solidaridad en el pensamiento de Leopoldo Zea

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Agregado: 02 de AGOSTO de 2011 (Por Mario Rodríguez) | Palabras: 3214 | Votar | Sin Votos | Sin comentarios | Agregar Comentario
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    Autor: Mario Rodríguez (mario_rodriguez@argentina.com)




     


    LA NOCIóN DE SOLIDARIDAD EN EL PENSAMIENTO DE LEOPOLDO ZEA


     


     


    A MODO DE INTRODUCCIóN:


     


    En el presente trabajo abordo la noción de solidaridad a la luz de algunos estudios y propuestas realizados por Zea. En esta ocasión, trataré de proporcionar un panorama general del pensamiento del filósofo mexicano quien sostiene, en síntesis, que la filosofía se realiza en la praxis[1]. En tal sentido, su reflexión sobre la noción de "democracia y servicio", van ligadas y están sustentadas en las ideas de solidaridad, ética del reconocimiento, comprensión hermenéutica y práctica política, que supone uno de los aportes más significativos del pensamiento filosófico de Zea porque esto engloba las proyecciones políticas de diferentes individuos y comunidades excluidas.


                            "La disciplina en la democracia no implica sometimiento, no tiene por qué ser expresión de                         sometimiento, sino de capacidad para servir a la nación que acepta este servicio. La disciplina como                         expresión solidaria de quienes se consideran servidores del país, pero también como expresión                         solidaria dentro del mismo partido para prestar un mejor servicio"[2].


     


    En primer lugar trataré de aproximarme a una noción de solidaridad donde se ponen en juego todo el ámbito de reflexión categorial de la filosofía de Zea para luego consolidar la misma noción bajo un proyecto de liberación actuante ético-político-crítico del horizonte de comprensión hegemónico. Considerando a la categoría solidaridad como un valor, o sea, fundante de un contexto axiológico dentro del cual se desarrolla el proyecto adviniente de lo político.


     


    PARA UNA APROXIMACIóN A LA NOCIóN DE SOLIDARIDAD


     


    Al decir de Zea:


                            "La solidaridad resulta de la comprensión que guarden entre sí los interlocutores sin que ello implique                         renunciar a los propios puntos de vista. Descartes sostenía que todos los hombres son iguales por la                         razón, a lo que agregaríamos que todos los hombres son iguales por ser distintos, esto es, peculiares,                         individuos, personas; pero no tan distintos que unos puedan ser más o menos hombres que otros"[3].


     


    Existe una construcción particular de la significación del concepto solidaridad que lo ubica entre aquellos valores deseables o perseguibles por todo colectivo. La comprensión de un concepto de tal magnitud en virtud de la importancia que ha llegado a tener involucra mucho más que lo meramente conceptual o terminológico porque se torna necesario reconocer la inmensa carga afectiva, epistémica y transformadora que contiene, en particular en América Latina.


    En función de lo anterior presento un conjunto de conceptos sin los cuales no se podría comprender, a mi entender, la idea de solidaridad en Zea. Ellos son:


    A) el de identidad;


    B) reconocimiento (valorativo) de la alteridad y la diversidad; y


    C) el componente dialógico en la configuración de A y B. Estas categorías por la definición presentada de solidaridad como opción o adhesión asumen su identidad en relación con el pueblo como sujeto histórico.


     


    A) El fenómeno de la identidad cultural ha sido tratado por la filosofía, la antropología cultural y la historia. Sin duda, muchas de las aportaciones sobre este punto merecen ser analizadas a la luz de una teoría que distinga lo descriptivo de lo prescriptivo (con el componente valorativo que incluye) para poder tomar conciencia como dice Zea de qué y quienes somos.


     A lo largo de algunos textos de Zea[4], la categoría pueblo, como resalta Zea, ha sido significada muchas veces en función de una matriz totalizante olvidando deliberadamente a muchos grupos sociales que, por no ser solidarios con la homogenización que una definición supone, proponen numerosas trabas a ejercicios fáciles de construcción de las identidades sociales y culturales[5].


    Puede desprenderse de su filosofía, el sostener que toda identidad humana es histórico social, o sea, cultural. Todo individuo está interrelacionado con otros y con su entorno.


                            "pero lo importante es que se abra el diálogo, que el logos deje de ser dictatorial y se transforme en                         diálogo. Creo que este intercambio de ideas es parte de este diálogo, de un filosofar que no pretende                         ser magistral, imperial, sino simple punto de partida para una mayor solidaridad entre los hombres, que                         no implique la anulación de la pluralidad de sus expresiones"[6].


     


    Puede derivarse por ello que Zea nos propone una construcción de unidades colectivas que podemos entenderlas como entificaciones. Las entificaciones suponen un sistema cultural o varios sistemas culturales interrelacionados que interpretan de distinta forma esa entificación[7]. Creo que en Zea, la historia aparece como el modo en que esas entificaciones quedan incorporadas al mundo social. A estas entificaciones debemos enmarcarlas en esquema esencial, o sea, en una dimensión espacio temporal (histórica) como continuidad histórica.


    La identidad colectiva es siempre, en los entes históricos, un tejido de relaciones humanas según condiciones de un entorno físico generalmente, en el caso de Latinoamérica, excluyente de la inmensa mayoría de su población. La fuente de toda identidad de tipo histórico global también forman sistemas de redes culturales de las que nacen continuidades por relevancias[8].


    Las proposiciones de Zea se muestran como valiosas porque ensanchan, a través de una formalización abierta, el poder de inclusión de la categoría identidad.


    A mi entender, en Zea, solo la praxis cultural puede proveernos de una caracterización más concreta. Para comprender la categoría pueblo, la dimensión cultural es esencial. Si no tomamos en cuenta esta dimensión caemos en los enfoques objetivistas y deterministas que son propios del eurocentrismo el cual encuentra un sujeto portador de las verdades universales y capaz de transformar la realidad pero lo hace desde la conformación a priori de un proyecto ético-político es decir, desde la constatación de una situación objetiva y no desde el punto de vista de todas las culturas concurrentes. Para Zea la acción de ser solidario conlleva necesariamente la oportunidad de optar por lo cual podría sostenerse que presenta una postura intuicionista acerca de cual es el sujeto histórico el que debe ser protagonista de los cambios sociales. El pueblo en Zea es sinónimo de oprimido, de explotado y de excluido y por tanto está destinado a la construcción de una nueva sociedad "donde todos quepan".


    De acuerdo a este enfoque, el pueblo abarca también a todos aquellos sectores que son sus aliados en cuanto se identifican y han hecho una opción por y junto a los sectores explotados, dominados y excluidos. Se trata entonces del bloque ético-político alternativo, conformado en torno a un proyecto de liberación. Supone al pueblo entendido como sujeto protagónico y consciente, en cuanto gestor de una identidad nueva, madura y crítica. Con lo cual la categoría pueblo no es una categoría encerrada en sí.


    Más bien se trata de algo que se construye. Este Sujeto es diverso, incluye una diversidad de identidades que articulan conjuntamente un proyecto liberador de acuerdo a sus intereses en contra del proyecto del bloque hegemónico. Este proyecto colectivo supone una profunda crítica al proyecto dominador y en él a las estructuras que permiten tal dominación. La liberación de los oprimidos pasa también por la liberación de su saber, por el reconocimiento de su potencialidad creativa y su inteligencia que pueden generar un sistema-cultural-político alternativo y de resistencia al gran proyecto hegemónico.


     


    B) Reconocimiento valorativo de la diversidad


    En palabras de Zea:


                            "El reconocimiento de la igualdad en la diversidad la da, precisamente, la razón, que permite entender                         y hacerse entender. Es del respeto a esas ineludibles desigualdades que se origina la verdadera paz, la                         convivencia. Pienso que la filosofía puede ser, en este sentido, un extraordinario instrumento de                         convivencia. De nuestro afán por comprender y hacer comprender el filosofar propio de la región                         como punto de partida para la comprensión de otras expresiones de este filosofar como algo propio del                         hombre, de todos los hombres"[9].


     


    Dijimos que para Zea, la noción de Sujeto es un constructo. La respuesta a la identidad se ha dado dentro de una matriz que hace de soporte a desarrollos diversos de la categoría de Sujeto. En Latinoamérica la respuesta a la identidad se ha dado dentro de los parámetros del Sujeto moderno que se inicia con el "ego cogito" cartesiano, sostenido también por Roig, posición que comparte Zea, y que dice:


                            "El Sujeto moderno como aparece en los grandes filósofos europeos contemporáneos, sufre un proceso                         de depuración que va desde el "ego" cartesiano al "sujeto trascendental" kantiano y concluye maduro y                         contradictorio en la "subjetividad" hegeliana, en donde se inicia el proceso de descentramiento "[10].


     


    La idea es comenzar la producción de discursos sobre el Sujeto desde el descentramiento, no ya desde los parámetros clásicos sino desde aquello que es explicado por el discurso hegemónico. El "ego" que se inicia con Descartes nunca fue ajeno a la realidad latinoamericana, y aún hoy es funcional a la formulación de reflexiones desde la perspectiva de la liberación.


    El pensamiento de la filosofía de la liberación que comparte el pensar de Zea aporta la noción de alteridad. Es entonces que, si no somos reconocidos y valorados como se debe, podemos generar un total desprecio hacia nosotros mismos y hacia nuestras prácticas comunitarias. El problema está, según entendemos, en la fuerte estructura monológica de la constitución de nuestra identidad consecuencia de la corriente principal de la filosofía moderna con su acento en la independencia del sujeto de sus vínculos comunitarios.


     El lenguaje, entonces, debe entenderse en un sentido amplio, en Zea, que incluya todas las formas humanas de expresión y a la vez que incluya también los mecanismos por los cuales trasmitimos, intercambiamos o asimilamos esa información. Lo cual le lleva a pensar que la autodefinición no se da por el ejercicio de nuestra libertad sino a través de la interacción con los denominados "pluralidad de expresiones"o "querer ser como"[11]. Cuando respondemos por nuestra identidad decimos quiénes somos y de donde venimos y también explicitamos el sustrato en el cual nuestros deseos, aspiraciones, valores y opiniones adquieren sentido.


     


    C) A mi entender, y basados en lo expuesto en A y B, Zea propone para Latinoamérica una estrategia para la construcción de la identidad popular.


    Zea sostiene que para construir una identidad colectiva se debe atender realmente al otro o los otros (reconocimiento de la alteridad), dejar valer sus puntos de vista (reconocimiento de la diversidad) y ponerse en su lugar intentando entender lo que dice (síntesis dialógica donde nos encontramos con el Otro siendo Uno pero cada cual conservando su Identidad) Por tanto se reconoce un derecho que es el derecho a decir lo que se dice no en tanto su opinión como persona sino como opinión. El desplazarse al lugar del otro implica el reconocimiento de la alteridad pero no del valor de la opinión que en la hermenéutica adquieren un carácter objetivo independiente del emisor.


    El valor del Otro no debe ser calculado en función de sus palabras ni del capital cultural con el que interviene en el mercado lingüístico sino por el reconocimiento de su valer como sujeto sin más. El uso de los términos, sin embargo, es muy importante porque permite el acuerdo para el logro de determinados objetivos importantes para toda la comunidad que, por supuesto sí implica el escuchar al Otro. Pero el reconocimiento de los otros no debe pasar solamente por escuchar y comprender sus opiniones acerca del mundo sino por su estar ahí (Dasein) que le otorga un estatus óntico a la vez que histórico puesto que el lenguaje habla de nuestra experiencia del mundo. Desde esta perspectiva, para Zea, el hombre es considerado el ser más importante por el sólo hecho de ser. El lenguaje que poseemos constituye el nivel más avanzado porque recoge la experiencia comunitaria a lo largo de la historia y porque objetiva la experiencia humana en el mundo.


     


     


    LA SOLIDARIDAD COMO HERRAMIENTA PARA LA LIBERACIóN


     


    El neoliberalismo es el que constituye el paradigma hegemónico en Occidente tanto en el plano ideológico como en la teoría económica no siendo así en las prácticas reales puesto que la experiencia latinoamericana en ese sentido demuestra que las economías no son absolutamente y a veces ni cercanamente neoliberales aunque todo el aparato propagandístico se aboque a implantar los valores postulados por los ideólogos del neoliberalismo. En función de ello, Zea considera se ha utilizado estratégicamente el concepto de reconocimiento de la diversidad y la pluralidad cultural como características propias de su racionalidad[12]. En los modelos neoliberales las situaciones de violencia simbólica y física, modula las relaciones en la vida cotidiana de toda la sociedad, utilizando discrecionalmente la distribución selectiva de los dineros públicos en relación a los medios de comunicación masivos. Los cuales naturalizan la violencia como un acontecimiento propio de la condición humana mediante diferentes géneros, el cine, el documental y el periodismo que dramatizan lo que se supone que inconscientemente desean los sujetos.


    En definitiva, la finalidad ideológica de los modelos neoliberales es afirmar valores éticos en lo colectivo para promover y estimular comportamientos que permitan lograr "la competitividad" en la necesidad de establecer, justificar y legitimar las acciones propuestas por los organismos internacionales acerca del rol del Estado en la Economía Global[13].


     


    Frente a esta descripción del paradigma hegemónico en el plano ideológico Zea propone un paradigma de asunción, resistencia  solidaridad y liberación, en base al cual insiste en que, respecto a la transformación cultural y los procesos de cambio político, hay que revalorizar al análisis de la práctica cultural, estudiando los vínculos entre política y vida cotidiana así como la importancia de la subjetividad y el reconocimiento de grupos sociales que han estado al margen de las políticas hegemónicas (léase Latinoamérica)[14].


    En Zea, se trata de un esfuerzo por definir una filosofía no-eurocéntrica como herramienta de análisis de las sociedades capitalistas dependientes y en las que sobreviven otros modos y relaciones de producción que no es más que poner la capacidad de los latinoamericanos en  consonancia con su propio destino.


                            "Aristóteles decía que el hombre se distinguía del animal por poder razonar, aunque excluía a los                         esclavos, las mujeres y los niños. Por ello discutir la capacidad para filosofar de los latinoamericanos o                         simplemente en lengua española, parecía poner en duda la misma humanidad de los excluidos en este                         quehacer, por lo que se afirma esta capacidad, como se afirma la propia y peculiar humanidad"[15].


     


    En este sentido, sostengo que Zea insiste en que la cultura no debe reducirse a un reflejo distorsionado de la infraestructura económica o el mercado, ni limitarse a las manifestaciones de la Cultura intelectual expresada en el arte, la filosofía y la literatura. Por lo tanto el interés por la cultura, se centra en estudiar la relación antagónica entre los productos simbólicos de las elites y la "experiencia vivida" narrada por los sujetos populares, de modo que el análisis de la cultura se convierte en una crítica a la hegemonía del capitalismo en todas sus formas pero a su vez considerar a esa producción como una continuidad no excluyente de su pasado.


     


     


    CONCLUSIONES


     


                            "El descubridor se convierte pronto en intolerante. Descubrimos al otro y lo rechazamos al negarnos a                         admitir que su razón pudiera prevalecer sobre la nuestra. Y la intolerancia se convierte en un amplio                         abanico de actitudes que empiezan en el rechazo a la diferencia hasta llegar al racismo y la                         xenofobia[16]".


     


    La confianza en las capacidades de los sectores populares de constituirse como nuevo bloque histórico, la integración de lo personal y lo colectivo, la elaboración de un pensamiento comprometido y la tarea militante del intelectual se vuelven temas centrales en el pensamiento de Zea. La hegemonía del bloque popular conlleva una instancia cultural o actividad práctica colectiva que funciona sobre la base de una misma y común concepción del mundo, una unidad cultural-social que reúne una multiplicidad de voluntades disgregadas. Esta hegemonía no se logra sólo accediendo al poder político, sino también creando y difundiendo una nueva concepción del hombre y la sociedad, es decir, realizando una transformación radical, un cambio sustancial en las estructuras de la conciencia[17]. Y este proceso no debe ser entendido cronológicamente como algo que se desata "a posteriori" del proceso político. Como Zea lo expresa, la transformación cultural se da antes, durante y después que los sectores de cambio han asumido la aparición hacia una nueva sociedad. Esto significa no sólo tomar conciencia de la dinámica objetiva de las relaciones de producción, sino hacer emerger las opciones de igualdad y libertad, decisivas en la definición del sentido de la historia.


     


    Los movimientos populares no son sujetos históricos por puras razones objetivas, es decir, por el hecho estructural de ser explotados económicamente, sino que se constituyen en tales a través de un proceso de lucha, de maduración y autoeducación. En este sentido, la asimilación y asunción zealiana debe desarrollar un proyecto político que participe en los proyectos que expresan el poder popular.


    Zea propone el reconocimiento de los espacios autónomos con respecto a la lógica de la sociedad capitalista, basados en la lógica de la solidaridad. Sin embargo, dichos espacios de autonomía son susceptibles de ser neutralizados por la hegemonía, en tanto no se logren construir articulaciones hacia un bloque de poder capaz de contraponerse e incidir en relación a dicha lógica dominante, es así como ve el proyecto político hacia la democracia. En estas prácticas políticas como procesos alternativos al discurso hegemónico, es importante el papel de la solidaridad.


                            "Porque cuanto más capaces seamos de conocer y actuar sobre nuestra realidad como naturaleza y de                         relacionarnos con los otros sin manipularlos, más posibles serán las utopías"[18].



     


     


    BIBLIOGRAFíA


     


    Cuadernos Americanos Nº 1, "La filosofía como compromiso", México, 1949.


    Cuadernos Americanos Nº 3, "Diálogo espistolar: Leopoldo Zea-Konstantin Kolenda", México, 1987.


    Cuadernos Americanos 63, "Filosofía iberoamericana", México, 1997.


    Cuadernos Americanos Nº 67, "Filosofar desde Latinoamericana, filosofar de excelencia", México, 1997.


    Cuadernos Americanos Nº 97, "Leopoldo Zea. Mi primera experiencia en el PRI", México, 2003.


    Fornet-Betancourt, R. Revista Concordia Nº 36, Aachen, Alemania, 2003.


    Garrett, G. "Mercados globales y política nacional", en Desarrollo Económico, vol. 138,.nº 152, FCE, Buenos Aires, 1999.


    Revista Anthropos Nº 89, "Autopercepción intelectual", Barcelona, 1988.


    Roig, A. Revista El Humanista, "La alienación en América Latina",  Año 8 N° 1, Mendoza, 1992.


    Zea, L. Filosofía de la Historia Americana, FCE, México, 1974.


     


     








    [1] Cuadernos Americanos Nº 1, "La filosofía como compromiso", 1949.



    [2] Cuadernos Americanos Nº 97, "Leopoldo Zea. Mi primera experiencia en el PRI", 2003.



    [3] Cuadernos Americanos Nº 3, "Diálogo espistolar: Leopoldo Zea-Konstantin Kolenda", 1987



    [4] Zea, L. Filosofía de la Historia Americana, FCE, México, 1974.



    [5] Ver en el mismo texto los diversos proyectos que Zea describe.



    [6] Cuadernos Nº 3...idem



    [7] Cf. Fornet-Betancourt, R. Concordia Nº 36, pág 112.



    [8] Ver proyecto asuntivo.



    [9] ídem



    [10] Roig, A. Revista El Humanista, "La alienación en América Latina",  Año 8 N° 1, además citado en Cuadernos Americanos Nº 63.



    [11] Revista Anthropos Nº 89, pág. 27



    [12] Revista Anthropos Nº 89, ídem.



    [13] Garrett, G. "Mercados globales y política nacional", en Desarrollo Económico, Pág, 883-924.



    [14] Cuadernos Americanos Nº 3, Zea-Kolenda "Diálogo epistolar"



    [15] Cuadernos Americanos Nº 3, ídem



    [16] Cuadernos Americanos 63, "Filosofía iberoamericana", 1997



    [17] Cuadernos Americanos Nº 1, "Filosofía como compromiso", México, 1949.



    [18] Cuadernos Americanos Nº 67, "Filosofar desde Latinoamericana, filosofar de excelencia", 1997


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