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Publicado por Miguel Morkin osoambicioso@yahoo.com
Alumnos: Max César y Miguel Morkin
Profesora: Llairó
Historia
Juan Manuel de Rosas, sus dos gobiernos
Juan Manuel de Rosas nació el 30 de marzo de 1793 en el seno de una de las familias más destacadas de Buenos Aires. Se crió en la Pampa, era un buen peón y conoció desde pequeño el campo. Se casó con Encarnación Ezcurra y Arguibel a los 20 años, pero como sus padres se oponían, Encarnación se hizo pasar como embarazada. Se hizo rico con la ganadería y la exportación de carne de vacuno, cuando el virreinato del Río de la Plata luchaba por su emancipación de España. Ejerció el gobierno de la Provincia de Buenos Aires entre 1829 y 1832, luego por segunda vez en el período 1835-1852. Vivió épocas muy convulsionadas y se enfrentó a los unitarios en numerosas ocasiones, incluso contra Justo José de Urquiza, quien había sido su aliado, hasta ser derrocado en 1852. Se exilió y murió en Swathling, Gran Bretaña, el 14 de marzo de 1877.
Primera Gobernación (1829-1832)
Ya desde los años veinte, Buenos Aires, y en realidad todo el territorio argentino atravesaba etapas muy oscuras y violentas, guerras principalmente por el poder y por constituir un tipo de gobierno, donde se enfrentaban dos modelos básicos: los unitarios y los federales. Los primeros tenían ideas monárquicas y elitistas los segundos reúnen a la clase mas allegada del pueblo extendida hacia las provincias aspirando a integrar todo el territorio nacional. Buenos Aires era gobernado por José Rondeau. Francisco Ramírez era caudillo en Entre Ríos. Estanislao López en Santa Fe. El coronel Manuel Bustos en Córdoba. Facundo Quiroga en Cuyo.
En febrero de 1820, las tropas de López y Ramírez avanzaron sobre Buenos Aires. Manuel de Sarratea llegó a la ciudad como enviado de los caudillos y resultó electo gobernador.
Comenzó así una serie de golpes de mando entre federales y unitarios donde los gobernadores se sucedían unos y otros: José Rondeau, Manuel de Sarratea, Antonio Balcarce, Miguel Soler, Manuel Dorrego, Martín Rodríguez. Seis gobernadores en siete meses. La anarquía del año veinte brillaba en todo su esplendor.
En octubre una rebelión obligó a Martín Rodríguez a pedir ayuda. El eminente caudillo Rosas acudió en su auxilio, Martín Rodríguez aplastó la rebelión entre el cuatro y cinco de octubre, y el general comenzó a brillar en el ámbito militar.
En el año 1827 Rosas apareció como líder militar a favor de la corriente federalista, opuesta a las reformas liberales defendidas por la tendencia unitaria, en la que militaba Juan Lavalle, gobernador de Buenos Aires en ésos momentos. A su vez, Lavalle había fusilado a Dorrego, gobernador federal que le precedió. Entonces el general fundó una coalición con Estanislao López, combatió y derrotó a Lavalle en el Puente de Márquez. Rosas fue nombrado gobernador por la Legislatura de la ciudad de Buenos Aires. En el momento en que asumió su primer gobierno, la situación era de gran inestabilidad tanto política como social. En lo político se habían sucedido tres fracasos importantes: la crisis de 1820; el colapso de la presidencia de Rivadavia y del congreso constituyente en 1826-1827; y la ruptura militar y posterior guerra civil de 1828-1829.
De modo que en 1831, luego de dos largos años de sofocar revoluciones internas e intentar mantener la paz de la provincia, empezó su estrategia, convocando la unión de 4 provincias en el Pacto Federal de 1831, camino a la Confederación Argentina. En vísperas de guerra entre provincias del litoral y Córdoba, el General Paz cayó prisionero. Con este suceso Quiroga hizo una campaña liberando a 4 provincias integrándose al este y oeste. Nació entonces la Confederación Argentina con la estrategia desplegada por Rosas. Después de la campaña por la unión federal terminó el mandato del gobierno (1832) y fue reelegido con 29 votos contra 7 pero no aceptó. Fue renombrado el 6 pero renunció nuevamente. La Sala insistió pero el general se negó. El motivo fue claro. Sin un espíritu nacional que lo apoyara no quería gobernar. Necesitaba del intelecto unitario que no tenía conciencia nacional mientras la administración federal muy bien intencionada carecía de él. Manifestó su deseo de volver al campo. Ante esta posición la Sala nombró a Balcarce. La Sala de Representantes en 1832, finalmente decidió que las facultades excepcionales no le serian renovadas, el gobernador entonces optó por retirarse del escenario político puesto que según su criterio la tan proclamada normalidad institucional solo podía tener una consecuencia: "el resurgimiento de la inestabilidad fomentada por pasiones políticas aún no del todo acalladas". En consecuencia, la Junta eligió a su primer ministro de guerra, Balcarce, que tras consultar con Rosas asumió el cargo el 17 de diciembre de 1832. Este ultimo emprendió entonces la "Campaña del Desierto" entre 1833 y 1834.
La Campaña del Desierto
La influencia de indios chilenos sobre los pampas preocupaba a los hacendados, y hacía tiempo que el general planeaba una guerra a los indígenas del sur, quienes robaban ganado y cometían atrocidades sobre las haciendas sin protección. Había tratado con indios desde niño en la estancia materna El Rincón de López más allá del Salado. Sabía el lenguaje araucano, sus dialectos pampas y ranquel. Por otro lado el general tenía relación con muchos caciques por su crianza . Se comunicaba con los indios en su misma lengua. Su abuelo había muerto en un asalto al campamento en 1793. Estaba muy familiarizado en el ámbito por todos sus antecedentes. Se cernía el peligro de tribus, que, pagados y armados invadían desde Chile. Tenían intención de dominar a los indios pampas y no respetarían los tratados de paz. Desde 1831 asolaron al territorio. La carne Argentina robada por los indios y vendida en Chile perjudicaba a sus hacendados. La nominación de Rosas de Comandante de Campaña lo facultaba a evaluar la necesidad de fundar poblaciones y fortines aumentando el área habitable y aumentando los territorios aprovechables.
Durante la organización de esta expedición se desató el primero de los conflictos que a la larga revelarían la poca fidelidad de Balcarce y de su primo el general Martínez que comenzó a restarle apoyo a Rosas quien era su subordinado. La intención de este último era elaborar una opción a Rosas apoyándose en un grupo de federales integrado por políticos, periodistas y sobre todo militares de carrera, para los cuales la restauración de 1829 había sido rica en decepciones. Por este motivo en las elecciones de 1833 presentó una lista llamada ministerial y también del pueblo, la que triunfa en la ciudad merced a su eficaz acción. Pero su éxito es fugaz.
De todas formas el ex gobernador emprendió camino hacia el sur, de donde regresó coronado con el doble éxito de asegurar la frontera y de alimentar una crisis política que haría luego más fácil su regreso al poder.
El general Martínez por su parte intentó, "mediante la intriga, desmantelar el aparato militar rosista precisamente donde es mas fuerte, en el sur de la provincia. Así le fue...". Tras estos fallidos intentos de volcar el aparato militar de la campaña a su favor, Martínez se vio obligado a renunciar el 30 de Octubre. Mientras que Balcarce sin un apoyo importante que sustentara su agónico gobierno debió renunciar el 3 de Noviembre de 1833. La Sala eligió entonces al general Viamonte como gobernador quien asumió el día siguiente. Durante su mandato llevó a cabo una política de conciliación que intentaba asegurar la estabilidad de la provincia relegando las diferencias entre las facciones. Rosas, si bien públicamente apoyaba al gobierno en lo privado se mostraba disconforme: lo que le molestaba principalmente era su política que buscaba la conciliación. Por esta razón el gobierno debió enfrentar los continuos ataques por parte de los rosistas encabezados por Encarnación Ezcurra. Este creciente clima de violencia provocó la emigración de los federales "lomos negros" hacia Uruguay y el Interior.
El gobierno atravesaba una grave crisis política, ante su incapacidad de hacer frente a los continuos hechos de violencia y a la caótica situación económica, Viamonte presento su renuncia.
La legislatura entonces, y ante la negativa de Rosas de aceptar el cargo sin las facultades extraordinarias, decidió nombrar como gobernador a Manuel Maza.
Ahora bien, los conflictos en la región del noroeste encabezados por el tucumano Heredia (que pretendía convertirse en figura dominante de la región para poder autonomizarse de la tutela de Buenos Aires) y el gobernador de Salta, de la Torre, y la muerte de Quiroga, significaron un duro golpe para el gobierno. La ola de temor que recorrió Buenos Aires fue aprovechada por Rosas quien obtuvo finalmente los instrumentos legales que exigía, los poderes extraordinarios, pero también la suma del poder publico.
Si durante el primer gobierno, el accionar de Rosas se orientó principalmente hacia la definitiva supresión de la oposición interna y externa en Buenos Aires, en su segundo mandato, la provincia comenzó a mostrarse, como afirma Pagani, "monolíticamente federal hasta en sus mínimas, y no por eso menos importantes, expresiones". Bajo estas condiciones, Rosas dirigiría una política de expansión sobre el resto de las provincias rioplatenses, en este sentido Halperin Donghi, afirma: "La muerte de Quiroga, entonces más que crear una situación nueva, ponía bruscamente en evidencia innovaciones acumuladas en el periodo comenzado en 1829: a partir de 1835 el predominio de Rosas sobre Buenos Aires, el de Buenos Aires sobre todo el país son las bases ya evidentes, de un nuevo orden político."
Segunda Gobernación (1835-1852)
El 13 de abril Rosas prestó juramento ante la Legislatura y asumió el mando. Por mecanismos legales y con todo el ceremonial se estableció "un régimen republicano de excepción" un régimen que para garantizar el mantenimiento del sistema de representativo, concentró buena parte de las facultades de otros poderes y suspendió ciertas libertades individuales.
El orden instaurado en 1835 pretendía sostener el orden federal por encima de todo, "... y por medio de él la independencia de la Confederación, el gobierno republicano y la igualdad ante la ley", era republicano porque la legitimidad del gobierno estaba basada en la voluntad popular y había sido elegido dentro del marco institucional de la República. La opinión publica en este sentido, constituía la base de la legitimidad y poder del régimen.
La oposición y las críticas al gobierno de los llamados por Rosas "unitarios", "herejes", "impíos" etcétera, si bien no desaparecieron, la exclusión y la intolerancia política que formaba parte del "federalismo rosista", así como el terror tan característico de este régimen provocaron un importante debilitamiento de los mismos.
El terror que aparece y se afirma en la segunda parte de la década del 30 es un instrumento de disciplina nada desdeñable, un arma de lucha política utilizada a conciencia para amedrentar a los opositores y hacer gobernable a la provincia.
El uso mandatario de la divisa y del cintillo federal, así como la prohibición de expresar opiniones contrarias al rosismo, constituyeron otras formas de exclusión política.
La Sociedad Popular Restauradora, una organización para-policial estaba encargada de la identificación y separación de los unitarios del cuerpo de la República. Su fuerza de choque, la Mazorca, llevaba adelante los asesinatos y las intimidaciones.
El federalismo rosista pretendía restaurar el orden político, económico y social, este era vital para el sostenimiento de las instituciones republicanas. El orden federal era un orden de carácter coercitivo puesto que pretendía controlar a las provincias para encauzarlas hacia el federalismo, la tranquilidad social y el imperio de la ley. Las bases del discurso rosista se basaba en: una sociedad agraria estable, un americanismo moderno enfrentado a la tradicional Europa, la amenaza permanente de conspiradores unitarios y una "obsesión por el orden" como lo define Ansaldi.
Durante su segundo mandato, Rosas, a pesar de poseer las facultades extraordinarias trató de interferir lo menos posible en la administración de la justicia (encargada a los jueces de paz), y prácticamente no transformó la legislación heredada del periodo colonial pero también del período rivadaviano. Los cambios que introdujo Rosas tienen que ver con la aplicación que se hizo más efectiva. Los privilegios interfirieron menos que en el pasado y los ciudadanos según Salvatore: "creían que las leyes se estaban respetando mas que en el pasado", la población no solo creía, según este autor en la justicia, también confiaban en ella.
Rosas intentó proclamar la igualdad ante la ley como uno de los logros de su gobierno, pero esto es necesario matizarlo, ya que en la práctica, existieron importantes desigualdades. Las clases subalternas (principalmente los peones y jornaleros), por otra parte, las verdaderamente comprometidas con el régimen, fueron las proveedoras de hombres para los ejércitos de Rosas, era normal que los estancieros no cumplieran con los servicios que si llevaban a cabo estos sectores de la población, esto a largo plazo va a provocar importantes roces entre los diferentes sectores que de alguna manera, eran federales pero de diverso "grado".
Existían diferentes formas de "ser federal" esto estaba íntimamente relacionado a la situación social y a los recursos con los que contara el sujeto:
Y por ultimo, se esperaba que todos fueran federales de apariencia es decir: utilicen el color punzó, cintillos, la divisa en la chaqueta, etc.
En nuestra opinión, el federalismo rosista cobra sentido cuando se lo analiza teniendo en cuenta el permanente estado de movilización y amenaza interna y externa que lo afectaron entre 1839 y 1841, entre ellos: el conflicto con la coalición del Norte, el alzamiento de la provincia de Corrientes y de los estancieros del sur bonaerense, pero también el intento de invasión de Lavalle, así como los bloqueos, etc. Estos factores son importantes para comprender su esencia, y las características que adopta durante el proceso y que hemos ido detallando en este trabajo.
Legados del régimen rosista para la Historia Argentina
En el plano económico, Rosas llevó a cabo una de las políticas más seguras y eficaces dadas las características de la estructura económica, insertando al país en el mercado internacional, aumentando las exportaciones pecuarias, equilibrando la balanza comercial a tal punto que era capaz de importar. Esto esta íntimamente ligado a los avances en la pacificación rural y en el orden impuesto en el sistema de producción y transporte.
Es importante subrayar que Rosas a pesar de los conflictos que tuvo que enfrentar, siempre tuvo presente la preocupación por proteger a la economía de los conflictos políticos.
En el área de las relaciones internacionales, Rosas supo hacer respetar "meticulosamente" la independencia política, evidentemente en el marco de dependencia económica en que surge precisamente esta independencia.
Si la consolidación de un Estado Nacional a avanzado mucho menos de lo que las apariencias indican, la personalidad de ese Estado a nivel internacional ha logrado ya su afianzamiento definitivo, y esto es algo que va a perdurar...
¿Que es lo que hace anacrónico a este régimen a mediados de siglo?
Fundamentalmente la vuelta a la normalidad, que hacia anacrónico los instrumentos políticos creados bajo Rosas que habían permitido como dice Halperin, "reconquistarla". El retorno a la prosperidad evidenciaba el agotamiento de un sistema que no poseía una unidad económica y en el que las áreas en que se había fragmentado el espacio parecían separarse a medida que volvía a imponerse en ellas un orden productivo más estable. La etapa rosista consolido las líneas esenciales de una realidad que ahora se trataba de superar.
PACTO FEDERAL
El 30 de agosto, Paz unió las provincias que denomina en una lista unitaria.
El 4 de enero de 1831, se firmó el Pacto Federal entre Buenos Aires, Santa Fe y Corrientes. Tiempo después se sumó Entre Ríos.
El 15 de febrero, iniciaron la campaña contra el general Paz.
El país se sumergió en la guerra civil. Los unitarios perdieron en todos los frentes. Sus jefes y oficiales fueron fusilados.
El 10 de mayo de 1831, Paz fue capturado en Córdoba. Ordenó la rendición de sus fuerzas. Los federales habían recuperado el control del país.
ROSAS GOBERNADOR
Durante la primera gobernación de Rosas surgió la moda federal. El color rojo se impuso en el vestido y se establecieron estilos para la ropa, las patillas y los bigotes. El gaucho recuperó su dignidad tantas veces despreciada frente a la filosofía europea del unitario.
Rosas fue reelecto al terminar su mandato. Pero se negó a aceptar. En diciembre de 1832 transmitió el mando al General Ramón Balcarce.
Libre del cargo público Rosas inició la Expedición al Desierto en abril de 1833.
Las poblaciones indígenas se hallaban en un constante estado de rebelión. Sus malones asaltaban las estancias y hacían cautivos a sus habitantes.
Rosas montó una campaña Argentino-Chilena con el general Manuel Bulnes y el general Facundo Quiroga. En mayo la expedición había llegado con éxito al margen del Río Colorado.
En Buenos Aires, Balcarce y otros jefes federales mezclados con elementos unitarios buscaron desprestigiar a Rosas.
Lejos de Buenos Aires, la Guerra al Indio culminaba. La expedición liberó a cuatro mil cautivos. Murieron diez mil indios guerreros.
En la margen del arroyo Naposta, Rosas dijo a sus tropas el 25 de mayo de 1834: "Las bellas regiones desde la Cordillera de Los Andes hasta Magallanes quedan abiertas para nuestros hijos". El sur estaba en paz.
REBELION UNITARIA
En Buenos Aires, la rebelión contra Balcarce estaba en el aire.
En noviembre de 1833, miles de federales armados tomaron la ciudad. José Viamonte reemplazó a Balcarce. Pero no logró apaciguar los ánimos.
Los unitarios guiados por Bernardino Rivadavia preparaban un nuevo motín. En junio de 1834, Viamonte renunció. Otra vez, Rosas se negó a asumir. Finalmente en octubre asumió el doctor Manuel de Maza.
La rebelión unitaria se hace sentir en todo el país. Alentaban a los gobiernos provinciales a separarse de la Federación. En Salta y Tucumán las intrigas dieron frutos.
La misión de Quiroga fue un éxito. El 6 de febrero de 1835. Las provincias de Salta, Tucumán y Santiago del Estero firmaron un acuerdo decretando el fin de las hostilidades. Facundo Quiroga estaba en la cumbre de su prestigio.
El código político del país seguía siendo el asesinato y los golpes de mando. Había que actuar y rápido. Todo el país esperó inquieto mirando a una estancia en el sur de Buenos Aires.
A mediados de la década de 1830, las potencias Europeas miraban a las jóvenes Naciones Americanas. Buscaban el modo o la escusa para monopolizar los nacientes mercados. Cuando encontraban oposición, las "Democracias" Europeas no dudaban en imponer su criterio por medio de la acción armada.
En nuestras tierras las luchas internas entre federales y unitarios postergaban la Unión Nacional.
Había llegado el momento de imponer el orden.
Los unitarios interpretaron literalmente la amenaza y cruzaron el Río de La Plata instalándose en Colonia y Montevideo. Al rato, empezaron sus alianzas para derrocar a Rosas. Pero el poder del gobernador crecía día a día.
En Buenos Aires el rito federal se transformó en religión que se veía en las ropas, la prensa, una ideología presente en las cartas y documentos que empezaban con el encabezado "Viva la Santa Federación".
Los historiadores discrepan en la interpretación de este período. Los detractores de Rosas recuperan las críticas que desde Montevideo hacían los emigrados unitarios. Se habla entonces de una tiranía que gobernaba a un pueblo salvaje. La otra versión muestra los ritos federales como el primer lenguaje Nacional. Un código de gestos y costumbres que Rosas fue imponiendo en todo el país. Por primera vez, todos los habitantes se sentían formando parte de un proyecto común.
Los hechos llanos muestran que Rosas utilizó la suma de poderes para limpiar de unitarios la administración, el ejército y el clero. Pero también ejerció su poder decretando medidas que impulsaron el crecimiento del país.
ECONOMIA
Con la ley de aduana de 1836, se fijaron aranceles de hasta el cincuenta por ciento a las mercaderías importadas. Se fortaleció así la industria del interior.
Con la expropiación del Banco las finanzas de la provincia pasaron a ser manejadas por el flamante Banco Provincial.
A través de los ritos federales y de la administración firme y clara, Rosas planteó un gobierno próspero.
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