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Miércoles 20 de Noviembre de 2024 |
 

Trabajo Practico sobre funciones

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clasificar funciones, funcion inversa, restricciones, desplazamiento de funciones, intersecciones con los ejes.Examen de 3er año - CNBA - Prof Argiz

Agregado: 31 de ENERO de 2005 (Por miluki) | Palabras: 16605 | Votar |
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Categoría: Apuntes y Monografías > Matemáticas >
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    Publicado por miluki miluki_87@hotmail.com

    índice

    Contenido

    Página

    índice

    1

    Consigna

    2

    Introducción

    3

    Rusia antes de la primera Guerra Mundial

    3

    Mapa de Rusia antes de la primera Guerra Mundial

    18

    Rusia durante la primera Guerra Mundial

    19

    Revolución Rusa de 1917

    20

    Mapa de la URSS del período entre guerras

    28

    URSS durante la II Guerra Mundial

    29

    URSS después de la II Guerra Mundial

    32

    Mapa de la URSS después de la II Guerra Mundial

    33

    Guerra fría

    34

    Desarrollo económico tras la II Guerra Mundial

    38

    Relaciones internacionales tras la II Guerra Mundial

    39

    Glasnost y Perestroika

    45

    El comunismo en crisis: caída de la URSS

    47

    Mapa de la CEI

    55

    Bibliografía

    56


    Rusia-URSS-CEI

    Material a utilizar:

    Mapa antes de la primer guerra mundial

    Mapa después de la segunda guerra mundial

    Mapa después de 1990

    Contenido:

    ¿Cuál es la extensión del territorio antes de la primer Guerra Mundial?

    ¿Qué cambios territoriales se producen como consecuencia de la Revolución de 1917?

    ¿Qué cambios territoriales se producen como consecuencia de la segunda Guerra Mundial?

    ¿Qué diferencias territoriales hay entre la URSS y la CEI?

    Introducción.

    Rusia fue un antiguo imperio que se extendía por el este de Europa, Asia septentrional y occidental. Hoy comprende el territorio que hasta 1991 estuvo dentro de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), establecida tras la Revolución Rusa de 1917. El término Rusia es utilizado para definir la Federación Rusa, que es la más grande y de mayor influencia de las quince antiguas repúblicas que constituían la URSS, además de Estado independiente desde el 25 de diciembre de 1991.

    El Imperio Ruso antes de la primera Guerra Mundial.

    En su sentido más estricto, el término Rusia ha sido utilizado a lo largo de la historia para referirse al antiguo Imperio Ruso (o incluso de forma más limitada, para aludir a la tierra de los grandes rusos', principal núcleo étnico de la actual Federación Rusa).

    El Imperio Ruso comprendía en 1914 una extensión total de unos 22 millones de km2, o lo que es lo mismo, aproximadamente un sexto de la superficie del planeta, dividida en cuatro regiones: Rusia, que abarcaba la parte más oriental de Europa, además del Gran Ducado de Finlandia y la mayor parte de Polonia; el Cáucaso; Asia septentrional o Siberia y el Asia central rusa que se dividía a su vez en la región de las estepas al suroeste, y el Turkestán ruso al sureste.

    En lo que refiere a los orígenes del pueblo ruso, durante la era precristiana, el vasto territorio que luego pasó a llamarse Rusia estuvo habitado de forma desigual por grupos de tribus nómadas, muchas de las cuales quedaron reflejadas en los escritos griegos y romanos. La gran región del norte, desconocida y repleta de bosques, estuvo poblada por tribus que luego se conocieron con el nombre colectivo de eslavos, ancestros del moderno pueblo de Rusia. Más importante fue la zona sur, donde la región no bien limitada de Escitia estuvo ocupada por una sucesión de pueblos asiáticos entre los que se encontraban por orden cronológico, los cimerios, los escitas y los sármatas. En este tiempo, los comerciantes y colonos griegos establecieron numerosos asentamientos y centros de comercio, en particular a lo largo de la costa norte del mar Negro y en Crimea.

    Los movimientos migratorios de los pueblos limítrofes fueron posibles gracias a la existencia de una amplia llanura. Estas migraciones derivaron en sucesivas invasiones, que dieron lugar a nuevos asentamientos y a la asimilación de nuevos elementos étnicos. Así, en los primeros siglos de la era cristiana, los escitas, de origen asiático, fueron desplazados por los godos, una de cuyas tribus (los ostrogodos) estableció un reino a orillas del mar Negro. En el siglo IV d.C. los hunos conquistaron y más tarde expulsaron a los godos, destruyendo Escitia. Este pueblo ocupó el actual territorio de Ucrania y la región de Besarabia (hoy dentro de la república de Moldavia), hasta su desaparición, después de varias incursiones en el oeste de Europa, en el 451. Más tarde llegaron los ávaros, seguidos de los magiares y los jázaros, quienes mantuvieron su influencia hasta la primera mitad del sigloX.

    Mientras tanto, las tribus eslavas se habían desplazado al noreste de los Cárpatos y comenzaron a realizar oleadas migratorias. En ese momento, las tribus occidentales se desarrollaron como moravos, polacos, checos y eslovacos; las tribus del sur como serbios, croatas, eslovenos y búlgaros, y las tribus orientales como los modernos rusos, ucranianos y bielorrusos. Los eslavos orientales se convirtieron en famosos comerciantes, y los ríos y vías fluviales extendidas por todo el territorio, desde los montes Valdái, facilitaron el establecimiento de centros comerciales, en especial las ciudades de Kíev al sur y Nóvgorod al norte. La región de los montes Valdái, al noroeste de Rusia, es el punto más alto de la meseta oriental europea y nacimiento de muchos de sus ríos; la facilidad para portear en esta región, favoreció el transporte de artículos desde el Báltico hasta el mar Negro y además se convirtió en el punto de partida de la expansión y de los movimientos migratorios de los eslavos orientales. El control de esta estratégica región fue un elemento importante en el dominio de Europa oriental.

    El antiguo imperio ruso

    La organización política de los eslavos orientales era aún de carácter tribal; crearon un sistema no unificado a través del que podían resolver los constantes conflictos tribales. Las disensiones internas y entre los feudos de los estados eslavos en torno a Nóvgorod comenzaron a ser tan virulentas que de forma voluntaria eligieron un príncipe extranjero que fuera capaz de unirlos en un único y fuerte estado. Este príncipe fue Rurik, o Ryurik, jefe escandinavo, quien en el 862 se convirtió en gobernador de Nóvgorod. Otros dos personajes escandinavos que probablemente pertenecen a la leyenda, Dir y Askold, consiguieron el control de Kíev. Los varegos o rus, también pueblo escandinavo, dieron al territorio el nombre Rossia o Rusia que quiere decir la tierra de los rus'. El establecimiento de Rurik y su posterior dinastía inició un periodo de consolidación interna, expansión del territorio y del pueblo eslavo, en especial hacia el noreste y noroeste, donde el linaje finlandés había ya sido absorbido o sustituido por los eslavos.

    Rurik falleció en el 870 y dado que su hijo ígor (reinado 912-945) era un niño, Oleg, pariente de Rurik fue nombrado regente. El príncipe Oleg, dándose cuenta de las riquezas de la región de Kíev, hizo matar a los gobernadores varegos en el 882, uniendo los dos territorios y estableciendo su capital en Kíev. Extendió el territorio del nuevo reino, para lo cual sometió a las tribus vecinas, llegando a la frontera septentrional del Imperio bizantino, con el que cerró un acuerdo comercial en el 911, el primer acontecimiento constatado de la historia de Rusia. A partir de entonces, las relaciones comerciales y culturales con Bizancio fueron estrechándose cada vez más. ígor asumió el poder en el 912 y en el 945 fue sucedido en el trono por su viuda Olga, quien se convirtió al cristianismo en el 955. En el 964 Olga abdicó en favor de su hijo Svyátoslav. Su gobierno se centralizó en Kíev, lo que favoreció que esta ciudad alcanzara una situación privilegiada con respecto a otras ciudades rusas; Svyátoslav, que era un gran estratega, se propuso afianzar aún más la posición de Rusia en el sur. Dirigió sus tropas contra los jázaros del sureste, contra los búlgaros y contra los belicosos pechenegos, tribu de las estepas ubicada a orillas del mar Negro. Svyátoslav levantó un gran imperio y bajo su reinado prosperaron tanto el comercio como los distintos gremios de artesanos.

    El imperio se dividió entre los tres hijos del príncipe, lo que provocó conflictos dinásticos que vieron su fin en el 980, cuando Vladimiro I, el menor de los tres hijos - más tarde conocido por el nombre de Vladimiro el Grande - pasó a ser el único heredero del trono.

    Tras la muerte de Vladimiro en el 1015, sus dominios quedaron divididos entre sus hijos, lo que provocó nuevamente, disensiones internas. El primogénito de Vladimiro, Svyatopolk el Maldito (reinado 1015-1018,1019), ostentó el poder supremo y para asegurar esta posición asesinó a sus hermanos Borís y Gleb. No obstante fue más tarde depuesto por su hermano Yaroslav el Sabio, príncipe de Nóvgorod. Yaroslav consiguió reunir el imperio de su abuelo Svyátoslav hacia 1036. Con él, el estado de Kíev alcanzó su máximo esplendor; asimismo, Yaroslav convirtió la ciudad en capital imperial erigiendo suntuosos edificios entre los que destaca la catedral de Santa Sofía; también se abrieron escuelas y el gran duque hizo revisar la primera compilación legislativa rusa, el Russkaya Pravda la verdad rusa'.

    La muerte de Yaroslav señaló el declive de Kíev. Sus hijos compartieron el imperio y cada príncipe intentó dividir sus tierras entre sus propios hijos. Rusia se convirtió entonces, en un grupo de pequeños estados casi siempre enfrentados. El nieto de Yaroslav, Vladimiro II Monómaco, fue el último que intentó unificar el país, pero su muerte en 1125 desbarató sus esfuerzos por conseguir esta unión y la fragmentación del reino fue inevitable. Otros estados cuestionaron la supremacía de Kíev, especialmente Galitzia y Volínia al oeste, Suzdal en la parte centro y superior de la cuenca del Volga, Chemigov y Nóvgorod-Severskiy en la cuenca del Desna, Polatsk que controlaba las cuencas del Daugava y del Bereziná, Smolensk que ocupaba la parte superior de la cuenca del Daugava y el Dniéper, y Nóvgorod el mayor de los estados, que abarcaba las tierras limítrofes con el golfo de Finlandia, el lago Peipus (receptor de las aguas del Volga), el mar Blanco y el río Dvina septentrional.

    El declive de Kíev se debió en parte a la pérdida del comercio tras el saqueo de Constantinopla durante la Cuarta Cruzada en el 1204, y a la consiguiente migración del pueblo de Kíev hacia el norte. Nóvgorod se convirtió en un próspero estado comercial que llegó a alcanzar una posición dominante y en el siglo XIII fue sede de una de las principales factorías de la Hansa Teutónica. Rusia se convirtió en un mosaico de ciudades-estado, unidas por una lengua, religión, tradiciones y costumbres comunes, pero gobernadas por miembros de las múltiples casas de los rurik que normalmente estaban en guerra. Las dificultades estuvieron también agravadas por conflictos fronterizos. Al oeste los caballeros teutónicos, los lituanos y los polacos invadían los territorios rusos, y al sur se daban constantes incursiones por parte de los nómadas polovtzy.

    A principios del siglo XIII, invasiones procedentes del este amenazaron la integridad de Rusia. En 1223 el ejército mongol de Gengis Kan inició sus incursiones por el sureste. El pueblo polovtzy llegó en ayuda de los príncipes rusos a pesar de su tradicional rivalidad. En 1240, Batu Kan, nieto de Gengis Kan, asoló la parte suroriental destruyendo Kíev tras una dura contienda. En 1242, estableció su capital en Sarai, en el curso bajo del Volga (hoy el actual Volgogrado) y fundó el kanato conocido como la Horda de Oro. La región de Kíev quedó prácticamente despoblada a causa de las masacres y del desplazamiento de la población hacia el oeste, en su intento por escapar del avance mongol. Uno de estos grupos, conocido en ocasiones como bielorrusos o rusos blancos', estuvieron culturalmente influidos por los polacos y lituanos; otro grupo, formado por la población eslava procedente de la región de Kíev y áreas vecinas, fue conocido como los pequeños rusos o malorrusos'. La región del antiguo reino de Kíev pasó a llamarse Ucrania. Los habitantes del norte de Rusia se convirtieron en el grupo principal de los eslavos rusos, conocidos como los grandes rusos', y sufrieron la influencia determinante de las distintas ramas de los pueblos ugrofineses. En el mismo período de las invasiones mongolas, el noroeste de Rusia estuvo amenazado por invasores procedentes del oeste. Los suecos descendieron desde el Báltico y se adueñaron de los territorios de Nóvgorod. En 1240, el ejército sueco se lanzó sobre las orillas del Neva y el príncipe Alejandro Yaroslávevich dirigió a las tropas rusas en la lucha contra el enemigo.

    A mediados del siglo XIV, las disensiones internas debilitaron el poder de la Horda de Oro; considerando esta situación, el gran duque Dmitri Donskói encabezó con éxito la primera revuelta contra el poder de los mongoles. Mientras tanto el poder de los moscovitas fue ganando terreno.

    Luego del matrimonio celebrado entre el gran duque Iván III el Grande y Sofía Paleólogo, nieta del último emperador de Bizancio, el gran duque empezó a considerarse zar (del ruso tsar, que a su vez deriva del latín Caesar, césar') de un régimen autocrático, más que como cabeza de la nobleza. Incorporó a Moscovia (nombre con el que la historiografía occidental designa al gran ducado de Moscú) los estados de Nóvgorod en 1478 y Tver en 1485. En 1480, aprovechándose de las disensiones entre los mongoles, que habían dividido la Horda de Oro en numerosos kanatos independientes, se negó a pagar el tributo anual. Los mongoles no consiguieron el cobro de este tributo, y esa fecha fue considerada como el fin de la dominación tártara. Una vez libre del control tártaro, Iván volvió a prestar atención a la parte occidental del antiguo reino de Kíev, ocupado por Lituania y Polonia. Invadió los territorios lituanos en 1492 y 1500; con el fin de las hostilidades en 1503, Moscú pudo controlar la mayor parte de los territorios fronterizos. El sucesor e hijo de Iván, Basilio III Ivánovich, continuó la política de expansión hacia el oeste iniciada por su padre, anexionando Pskov en 1510, y continuando con la invasión de Smolensk en 1514 y la absorción del gran ducado independiente de Riazán en 1521. La política exterior rusa contribuyó así a engrandecer la importancia de Moscú, mientras que en el interior se llevó a cabo la formalización de un gobierno autocrático que vino acompañado de cambios sociales.

    Iván IV el Terrible fue proclamado soberano en 1533, a la edad de tres años; durante su minoría de edad, el Estado estuvo continuamente dividido por los enfrentamientos entre los boyardos (nobles), sobre los que se basó la anterior expansión territorial. En 1547, Iván asumió el trono y se convirtió en el primer gran duque moscovita oficialmente coronado como zar; en este mismo periodo, se casó con Anastasia Románovna, miembro de la familia de los Romanov. Iván se opuso al amplio poder de la antigua nobleza. Entre sus primeras medidas dispuso que la mitad de Moscovia fuera considerada propiedad patrimonial del zar. Este territorio, denominado Oprichnina, pasó a estar bajo control directo de Iván, que lo distribuyó entre sus seguidores como reconocimiento por los servicios personales y militares prestados, con lo que estableció un nuevo grupo social denominado oprichniki. En agradecimiento a las tierras concedidas, los oprichniki actuaron como cuerpo policial al servicio personal de Iván. Los boyardos, intentando defender su posición que veían amenazada por el ascenso de este nuevo grupo dirigente, se levantaron en su contra; tras su derrota Iván deportó a un gran número de ellos y las ejecuciones fueron masivas.

    En 1552 los ejércitos moscovitas conquistaron y anexionaron el reino tártaro de Kazán, y Astracán pasó a ser territorio ruso en 1556. La pacificación de la frontera sur y oriental facilitó la colonización rusa de los territorios orientales. La zona fronteriza de Moscovia fue ocupada poco a poco por belicosos aventureros conocidos como cosacos, muchos de los cuales eran labradores exiliados. Se concentraron en la cuenca del Don y alrededor del cauce bajo del Volga aunque algunos se dirigieron hacia el norte; en 1581, el hetman (capitán) cosaco Yermak Timoféievich encabezó una expedición financiada por la rica familia de los Stroganov hacia el este, cruzando los Urales. Iván, en un principio, advirtió a Yermak que no soliviantase a las tribus salvajes del área, pero cuando, en 1581, éste puso bajo dominio ruso toda la cuenca del río Obi le perdonó, comenzando así la conquista de Siberia. Al oeste, Iván reunió sus fuerzas en el Báltico y, durante un tiempo, logró someter Livonia; no obstante, en el momento de su muerte, ya había perdido todas sus conquistas occidentales. Iván cerró numerosos tratos comerciales con Inglaterra y reunió a un elevado número de expertos occidentales en tecnología y comercio exterior, una práctica que ha pervivido a lo largo de la historia de la monarquía rusa. Aunque ha sido conocido como Iván el Terrible por sus crueldades y excesos durante los últimos años de su reinado, también es cierto que fortaleció el Estado y estableció las bases del gobierno supremo de los zares.

    Fiódor I (Teodoro I), hijo de Iván, resultó ser enfermizo e indeciso, y durante su reinado (1584-1598) estuvo constantemente dominado por su cuñado, el boyardo Borís Godunov. Bajo la dirección de éste, el Estado ruso creció en poder y prestigio, aunque en 1597, el descontento de los labradores aumentó tras la proclamación de una ley que les ligaba a las propiedades territoriales y aprobaba la servidumbre. En 1598 con la muerte del aún niño Fiódor se puso fin a la dinastía de los rurik, y Borís fue elegido zar por la Zemski Sobor (Asamblea Nacional).

    En 1604, un pretendiente al trono conocido por el nombre de Dimitri I o Falso Dimitri, consiguió el apoyo de algunos nobles lituanos y polacos y de los cosacos. Tres meses después de la muerte de Borís en 1605, Dimitri I entró en Moscú y fue coronado zar. A pesar de su capacidad gubernativa, se enfrentó con la oposición de los boyardos que aún confiaban en la restauración del poder que ellos mismos representaban. Se levantaron en armas y asesinaron al zar, tras lo que elevaron al trono al príncipe Basilio Shuysky. Sin embargo, contaban con la oposición de los cosacos y campesinos irritados por la instauración de la servidumbre y temerosos de que la política de los boyardos agravara su situación; se produjeron revueltas en el sur de Rusia apoyando a un nuevo pretendiente al trono, Dimitri II, cuando ya estaba cerca de Moscú. Tras un largo periodo de luchas e intrigas, Basilio fue depuesto en 1610, con lo que el trono quedaba vacante. Algunos boyardos apoyaron la candidatura de Vladislav, hijo de Segismundo, y el ejército polaco entró en Moscú. El país entero cayó en un estado de total anarquía.

    Esta situación fue resuelta por la iniciativa de Kuzma Minin, un vecino de Nizni Nóvgorod que encabezó un levantamiento nacional en el noreste de Rusia. Bajo la dirección del príncipe Dmitri Mijáilovich Pozarsky, quien consiguió la ayuda de los cosacos, las tropas rebeldes avanzaron sobre Moscú y en 1612 los polacos fueron expulsados. En 1613 la Asamblea Nacional, cuyos miembros representaban a las ciudades y a la Iglesia, eligió como zar a Miguel Romanov, sobrino nieto de Anastasia Románovna. Se inició así la dinastía de los Romanov.

    Rusia, mientras tanto, se convertía en un Estado más europeo, y en los centros urbanos se hacían sentir las influencias de la Europa occidental que ponían fin al aislamiento provocado por las invasiones de los mongoles. Este cambio en las actitudes y formas de vida requería establecer una reconciliación cultural con los antiguos territorios recuperados a Polonia y Lituania. En 1654, los cosacos de Ucrania se rebelaron contra el control polaco y ofrecieron su apoyo al zar Alejo. En la consiguiente guerra con Polonia (1654-1667), Rusia salió vencedora y pudo así recuperar Smolensk (perdido en 1611), Kíev y el resto del este de Ucrania. Alejo fue sucedido por su hijo, Fiódor III, bajo cuya dirección, Rusia llevó a buen término su primera guerra contra el Imperio otomano. Tras la muerte de Fiódor en 1682, su hermano Pedro I el Grande fue proclamado zar, pero su hermana mayor, Sofía Alexeievna, ocupó el trono en nombre de su otro hermano, Iván V el Hechizado a quien declaró incompetente para gobernar, haciéndose ella con el poder. Tras un intento fallido de privar a Pedro de sus derechos al trono y de asesinarlo junto a su madre, Sofía fue obligada a abandonar el poder en 1689.

    La ascensión de Pedro I como zar en 1682 marcó el comienzo de un periodo durante el cual Rusia logró alcanzar un gran poder dentro de Europa. A lo largo de su reinado, Rusia llevó a cabo una serie de adquisiciones territoriales; sus principales campañas militares tuvieron lugar sobre todo en el oeste, y su más destacado enfrentamiento se produjo contra el mayor poder fáctico del Báltico en aquel tiempo, Suecia, en la Gran Guerra del Norte (1700-1721). Para controlar el Báltico era necesario crear una gran armada que permitiera la expansión del comercio exterior ruso, pero las fuerzas militares del zar fueron derrotadas por los suecos en Narva (hoy en Estonia) en 1700. No obstante, los suecos no persiguieron a los rusos, lo cual permitió que Pedro pudiera reorganizar sus fuerzas y atacar las bases suecas en Livonia. En 1703, comenzó la construcción de la nueva capital, San Petersburgo, sobre el territorio ganado a los suecos; el gobierno se trasladó allí desde Moscú en 1714. Pero antes, en 1709, la flota rusa venció a los suecos en Poltava, con lo que Rusia consiguió la supremacía en el Báltico. Según los términos del Tratado de Nystad (30 de agosto de 1721), Rusia adquiría Livonia, Estonia, Ingria, parte de Carelia y numerosas islas del Báltico. Con el dominio de los rusos en el norte de Europa, la concepción bizantina del zar fue reemplazada por la latina que aportaba el título de emperador. En 1721 Pedro fue proclamado "zar de todas las Rusias" dando origen al Imperio Ruso.

    El gobierno autoritario de Pedro I estuvo seguido de un periodo de debilidad. Su hijo y heredero Alejo fue condenado por alta traición y murió torturado en prisión en el año 1718. El trono pasó entonces a su segunda esposa, Catalina I. Pedro II, hijo de Alejo, fue nombrado emperador tras la muerte de Catalina y fue a su vez sucedido en 1730 por Ana Ivánovna, hija de Iván V. Ana, como duquesa de Curlandia, distribuyó los principales cargos entre sus favoritos prusianos y gobernó con despotismo; fue sucedida en el trono por Iván VI, su sobrino nieto de tan sólo ocho semanas de edad. Una conspiración palaciega colocó en el trono a la hija menor de Pedro I, Isabel Petrovna; bajo su gobierno (1741-1762) se produjo una recuperación nacional, y en una guerra contra Suecia (1741-1743), Rusia conseguía parte de Finlandia. Posteriormente se alió con Austria y Francia en la guerra de los Siete Años (1756-1763) contra Prusia. Su sobrino y sucesor Pedro III, admirador del rey Federico II de Prusia, dio por sellada la paz en el momento de su ascensión al trono en 1762; un año después, Pedro III fue depuesto y asesinado. Su esposa, una princesa alemana, subió al trono vacante con el nombre de Catalina II.

    La labor de gobierno de esta princesa germana intentó desarrollar la política iniciada por Pedro I el Grande; el éxito de sus medidas permitió la expansión de Rusia. Sus campañas militares tomaron dos direcciones; en primer lugar, dirigió sus ejércitos contra el Imperio otomano con el fin de hacerse con los puertos del mar Negro tan necesarios para el comercio ruso; en la Guerra Turco-rusa de 1768 a 1774, Rusia ocupó la región tártara de Crimea que quedó anexionada al Imperio Ruso en 1783, mientras que en un posterior enfrentamiento (entre 1787 y 1792), conseguía todos los territorios situados al oeste del río Dniéster, entre los que se encontraba el puerto de Ochakov, en el mar Negro. El segundo objetivo de su actividad militar se centró en los territorios occidentales; como resultado de las tres particiones de Polonia (1772, 1793, 1795), Rusia obtuvo 468.000km2 de tierra y alrededor de seis millones de habitantes.

    Catalina fue sucedida en 1796 por su hijo Pablo I, quien en asuntos externos, se unió a Austria, Gran Bretaña, Nápoles y el Imperio otomano, en una segunda coalición contra Francia (1799-1802). Fue un gobernante despótico y desequilibrado que murió en su propio palacio después de una conspiración dirigida por la nobleza en 1801.

    Su hijo, Alejandro I Pavlovich, fue el favorito de su abuela, la emperatriz Catalina y sucedió a su padre. En 1805, Rusia junto a Gran Bretaña, Austria y Suecia crearon la Tercera Coalición contra Napoleón Bonaparte. Después de que los ejércitos franceses ocuparan Prusia tras la batalla de Jena, el 14 de octubre de 1806, y derrotaran a Rusia en Friedland el 14 de junio de 1807, Alejandro dio marcha atrás y buscó la alianza con Francia por el Tratado de Tilsit (1807), por el cual Alejandro colaboró en la formación del bloqueo continental dirigido contra Gran Bretaña; en recompensa obtuvo libertad de acción contra Suecia y Turquía. Tras la Guerra Turco-rusa de 1806 a 1812, Rusia ocupó Besarabia; en su enfrentamiento con Suecia en 1808 y 1809 adquirió las islas land y toda Finlandia. En Asia también amplió sus fronteras; después de la anexión de Georgia en 1801, en 1813 ocupó Daguestán y otras áreas. Mientras tanto, las relaciones con Francia se iban deteriorando y en 1812 Napoleón invadió Rusia. Esta campaña fue un completo desastre para el emperador francés; sus tropas entraron en Moscú el 14 de septiembre, pero la ciudad había sido ya incendiada por los propios rusos y los franceses se vieron obligados a replegarse en retirada, la cual se convirtió en una completa derrota por la exposición constante al hambre, al frío y al acoso de las guerrillas, en un país devastado por la política rusa de tierra quemada'. Tras la derrota francesa, Alejandro se convirtió en la figura central de la alianza que acabó con la expulsión de Napoleón. En 1815 en el Congreso de Viena, la mayor parte del ducado de Varsovia pasó a ser propiedad rusa.

    Tras la muerte de Alejandro I en 1825 sin descendencia, el trono pasó a su hermano menor, Nicolás I. Éste hizo también numerosos esfuerzos por expandir el Imperio. Esta expansión se llevó en tres direcciones: al suroeste, hacia el Mediterráneo, interfiriendo en las provincias balcánicas de Turquía; al sur, hacia el Cáucaso y Asia central, y al este hacia el Pacífico. En 1826 empezó una guerra contra Irán, que terminó dos años después con la adquisición rusa de parte de Armenia, además de la ciudad estratégica de Ereván. Al mismo tiempo, NicolásI apoyó a los revolucionarios griegos y la flota rusa se unió a los barcos británicos y franceses para derrotar a la flota turca en la batalla de Navarino (1827). En la Guerra Turco-rusa de 1828 y 1829, Turquía resultó vencida; por el Tratado de Adrianópolis (1829) Rusia conseguía la soberanía sobre los pueblos del Cáucaso, controlaba la desembocadura del Danubio, establecía un sistema de vigilancia sobre los nuevos principados de Moldavia y Valaquia, así como la libertad de comercio en el Imperio turco.

    En occidente, en 1830 se produjo una revolución en Polonia que demandaba su independencia. Los nacionalistas polacos expulsaron al gobernador ruso y organizaron un gobierno provisional; sin embargo, las tropas rusas sofocaron rápidamente la revuelta y Polonia se convirtió de nuevo en provincia rusa.

    El aumento de poder ruso en Oriente Próximo y en los Balcanes fue considerado como una amenaza por parte de las otras potencias europeas, especialmente después de que las tropas rusas ocuparan los Dardanelos, tras el acuerdo de 1833 con Turquía. Gran Bretaña, Francia, Prusia y Austria formaron un bloque para obstaculizar los planes rusos de un eventual dominio del decadente Imperio turco. En 1853, después de que Nicolás I invadiera los principados del Danubio (Moldavia y Valaquia), Turquía declaraba la guerra a Rusia. En la guerra de Crimea (1853-1856), Rusia se enfrentó a una coalición formada por Turquía, Gran Bretaña, Piamonte y Francia, y fue duramente doblegada.

    Nicolás I murió en 1855 y su hijo Alejandro II firmó la Paz de París (1856). Rusia fue obligada a abandonar Kars y parte de Besarabia; su posición en el mar Negro quedó neutralizada, y el protectorado ruso sobre los principados del Danubio fue abolido. A pesar de este retroceso en el suroeste, se mantuvo el avance en el Pacífico y en el golfo Pérsico. En 1850 se estableció un asentamiento ruso en el estuario del río Amur y la mitad norte de la isla de Sajalín fue ocupada en 1855. Tres años más tarde, toda la región del Amur y el área meridional (donde se fundó en 1860 la ciudad de Vladivostok) quedaron totalmente anexionadas. En Asia central, el Imperio se había extendido hasta alcanzar prácticamente la frontera con la India británica, con la anexión de Tashkent (1865), Bujara (1866), Samarcanda (1868), Jiva (1873) y Jojand (1876); Merv fue anexionada en 1884, tres años después de la muerte de Alejandro.

    Rusia reanudó su actitud agresiva contra Turquía después de 1871. El destronamiento de Napoleón III (uno de los principales oponentes a la intervención rusa en los Balcanes) permitió a Rusia ampliar allí su esfera de influencia. Cuando Serbia y Montenegro se levantaron contra Turquía en 1876, Rusia intervino en su ayuda; tras la Guerra Turco-rusa de 1877 y 1878, Alejandro II consiguió mayores concesiones de Turquía aunque fueron moderadas por parte de las potencias europeas, temerosas de la dominación rusa de los Dardanelos, en el Congreso de Berlín (1878).

    El fracaso en los objetivos bélicos exacerbó el descontento popular. Alejandro II murió asesinado por un revolucionario en un atentado en 1881. Su hijo Alejandro III, lo sustituyó.

    Nicolás II ascendió al trono en 1894. Aunque bien intencionado, fue un gobernante débil fácilmente dominado por otros y un firme creyente en los principios autocráticos enseñados por su padre. Su esposa Alejandra le dio cuatro hijas y un hijo, Alejo, quien padecía hemofilia. En sus vanos intentos por encontrar cura para su hijo, Nicolás y Alejandra acudieron a curanderos y fanáticos religiosos, entre los que destacó el monje siberiano Grígori Yefímovich Rasputín.

    La autocracia, la opresión y el control policial crecieron aún más bajo el mandato de Nicolás II y aumentó el número de acciones terroristas. Algunos dirigentes revolucionarios exiliados, como Lenin, dirigieron el movimiento socialista. En cuanto a la política exterior, los intereses rusos en Manchuria chocaron con el Imperio Japonés en expansión, estallando la guerra en febrero de 1904.

    Necesitado de la ayuda del pueblo para hacer frente a la guerra con Japón, el gobierno permitió que un congreso de los zemstvos se reuniera en San Petersburgo en noviembre de 1904. Cuando las peticiones de reforma por parte del congreso fueron rechazadas por el gobierno, las asumieron los grupos socialistas, que organizaron varias manifestaciones. El 22 de enero de 1905, miles de personas guiadas por Gueorgui Apollónovich Gapón, un sacerdote revolucionario, marcharon pacíficamente hacia el Palacio de Invierno, en San Petersburgo, para presentar allí sus protestas; sin embargo, fueron disueltos por las tropas imperiales, muriendo cientos de ellos en lo que se dio en llamar el domingo sangriento'.

    Esta masacre señaló el comienzo de la revolución; se celebraron manifestaciones y continuas huelgas en todas las áreas industrializadas del país. El fluir de los acontecimientos, combinado con el desastre de la guerra contra Japón, obligó al zar a realizar determinadas concesiones: prometió la formación de una asamblea representativa o Duma; emitió decretos que garantizaban la libertad de trabajo a los viejos creyentes' (29 de abril) y una mayor libertad para los polacos (16 de mayo). No obstante, no pudo parar la marcha de la revolución: se amotinaron los marineros del acorazado Potemkín en Odesa y la guarnición de Kronstadt y se crearon soviets (consejos obreros), cuyos delegados se reunieron en San Petersburgo, y el 14 de octubre, convocaron una huelga general. Esta huelga estuvo acompañada de movimientos nacionalistas de descontento en Finlandia y en Polonia y revueltas de campesinos, a lo que se añadió la completa derrota de Rusia en la guerra contra Japón. El gobierno envió tropas contra los revolucionarios y prestó apoyo a los grupos conservadores. El arresto de los componentes del soviet de San Petersburgo en diciembre provocó una violenta rebelión de trabajadores en Moscú, sofocada por tropas del Ejército. A principios de 1906, el gobierno se hizo de nuevo con el control del país.

    La primera Duma (asamblea legislativa de la Rusia zarista) se creó en mayo de 1906, pero ya anteriormente se habían aprobado varias leyes que garantizaban los poderes autocráticos del zar. Quedó disuelta a los dos meses de su inauguración. En 1907 se instituyó una segunda Duma que sería también disuelta al poco tiempo. Fue entonces cuando se organizó un movimiento revolucionario, que pronto se encontró con una fuerte represión. Mientras tanto, los moderados y conservadores iniciaron su cooperación con el gobierno, controlando la actividad de la tercera Duma que decretó varias reformas moderadas.



    Rusia durante la I Guerra Mundial

    El comienzo de la IGuerra Mundial en 1914 supuso la interrupción momentánea de las actividades revolucionarias de los radicales. La guerra estalló cuando Rusia rehusó permanecer al margen ante el ultimátum de Austria a Serbia, tras el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo en Sarajevo el 28 de junio de 1914. La cuarta Duma celebró entonces una única sesión para obtener el apoyo popular al gobierno.

    A finales de 1914 el Ejército ruso había ya sufrido duras derrotas ante los alemanes, especialmente en el este de Prusia. Estas derrotas aumentaron en 1915 y, a excepción de unas pocas victorias, el sentimiento de fracaso aumentó tras los desastres en Crimea y Japón. La falta de suministros y transportes junto con la ineficacia de los mandos militares desalentaron a las tropas; comenzaron a producirse deserciones y la guerra tomó un cariz impopular en toda Rusia, mientras aumentaba la represión y se mantenía la corrupción por parte del gobierno. El zar, dominado por su esposa Alejandra, alemana de nacimiento, perdió la confianza del pueblo y pasó a estar bajo el control de Rasputín, que en aquel entonces dominaba prácticamente las decisiones gubernamentales y de carácter militar. Lo arbitrario y despótico de éstas aumentó la oposición a su gobierno; en diciembre de 1916, un grupo de aristócratas, entre los que se encontraban miembros de la familia real, lo asesinaron. No obstante, la agitación revolucionaria siguió en ascenso y en febrero de 1917 comenzaron los disturbios en Moscú; las tropas, en lugar de cargar contra los revolucionarios, se unieron a ellos. Finalmente el 15 de marzo se produjeron las abdicaciones del zar Nicolás II y de su hijo, dejando la administración en manos de un gobierno provisional organizado por la cuarta Duma. Con ello se daba por finalizado el Imperio Ruso.


    Revolución Rusa de 1917

    A principios del siglo XX el sistema político ruso, que no había sufrido ninguna variación desde el inicio de la Edad Moderna, se mostraba completamente desfasado e incapaz de solventar las dificultades que el país planteaba. La mayoría de la población rusa era rural, un porcentaje muy grande de las tierras cultivadas estaba repartido entre la nobleza, y las reformas que había realizado Alejandro II, abolidas luego por su hijo, Alejandro III, no habían servido, de todos modos, para elevar el miserable nivel de vida del campesinado. La situación que vivía el proletariado industrial también era crítica, ya que estos eran explotados de forma inhumana y no encontraban forma de organizarse para defender sus derechos. Los intelectuales y la pequeña burguesía se mostraban contrarios al inmovilismo político del régimen, que se rehusaba a incorporar los principios democráticos que se desarrollaban en la mayor parte de Europa. Por ese entonces, el poder se hallaba en manos del zar Nicolás II, hijo de Alejandro III.

    A fines del siglo XIX, exactamente en 1898 se creó, en Minsk, el Partido Obrero Socialdemócrata Ruso (POSDR), tras sortear una de una serie de fracasos importantes, debido a la dureza de la represión. Cinco años después, en 1903, éste ya se hallaba fragmentado: la fracción más radical conformada por los bolcheviques, y la más moderada por los mencheviques.

    La derrota con Japón, la participación desmedida de personajes como Rasputín, dentro de las decisiones de la monarquía, los fracasos militares contra el frente alemán y la abolición de las efímeras medidas beneficiosas para el proletariado influyeron todas en la intensificación del movimiento revolucionario que había nacido. Entonces se comienza a gestar cierta fraternización entre trabajadores y soldados. A principios de 1917, ya era mucho más frecuente la organización de marchas, motines y huelgas que la monarquía ya no podía controlar. A partir del 4 de marzo (19 de febrero para el calendario ruso antiguo, el juliano) comenzó un fuerte movimiento popular en el cual los obreros invadieron los barrios residenciales de Petrogrado, sumándose luego a éstos, las tropas del ejército, y los huelguistas se apoderan en Moscú del Kremlin (fortaleza triangular enclavada en el centro de Moscú, que hoy día es la sede de gobierno y el centro de la iglesia ortodoxa de Rusia). De este modo, triunfa en todo el país, la Revolución de Febrero.

    El 15 de marzo (2 de marzo para el calendario antiguo ruso) abdica el zar (cae así la dinastía de los Romanov, que había reinado durante tres siglos en Rusia), y los liberales (conformados por representantes del partido constitucional democrático y otros grupos burgueses) forman un Gobierno Provisorio presidido por el príncipe Lvov. Pero a su vez, soldados y obreros, ya se habían organizado en Petrogrado y determinaron un soviet que asumió al poder; se presenta entonces lo que la historiografía llamaría después un "doble poder". Este nuevo Gobierno Provisional decreta una serie de libertades: de prensa y asociación, derecho a la huelga, libertad religiosa, amnistía de presos políticos, retorno de los exiliados y arresto de la familia imperial.

    En abril de 1917, Lenin, máximo líder del partido bolchevique, regresa del exilio y plantea las "Tesis de Abril" en las que expone cuatro puntos básicos:

    - Transferencia del gobierno a los soviets

    - Cese inmediato de la guerra

    - Ocupación inmediata de la guerra por los campesinos

    - Control de la industria por comités obreros

    La propuesta, rechazada por los mencheviques, desató fuertes enfrentamientos en el seno de los soviets.

    Luego, dimitió Lvov y asume Kerenski, que forma un gobierno de socialistas moderados en su mayoría. El general Kornílov se había convertido en el líder contrarrevolucionario y avanza con tropas leales hacia Petrogrado. Entonces Kerenski da el pedido de captura para el general y solicita ayuda a los soviets y a los bolcheviques, a los que les facilita armas para que defiendan la ciudad. Afortunadamente, soldados y trabajadores, logran convencer a las fuerzas de Kornílov de que no avancen y finaliza el intento de golpe de Estado. Las consecuencias de este episodio son muy importantes: el cuerpo de oficiales del ejército considera traición al accionar del gobierno, por lo que este se queda sin el apoyo militar; y mientras tanto los bolcheviques tenían a su disposición a 40.000 soldados disciplinados y armados, la llamada "Guardia Roja".

    Trotsky, que entonces presidía el soviet de Petrogrado, formó el "Comité Militar Revolucionario" y convenció a Lenin de que hiciera coincidir el alzamiento de los bolcheviques (que habían logrado la mayoría en el soviet de esa ciudad) con el II Congreso de los Soviets, convocado para el 7 de noviembre (25 de octubre para el calendario antiguo ruso). De esta forma, la noche de 6 de noviembre (24 de octubre para el antiguo calendario ruso), los revolucionarios, al frente de los soldados de la guarnición de Petrogrado, los marinos de Kronstadt y los Guardias Rojos de los obreros, se apoderaron de la mayor parte de los organismos estatales, tomaron por asalto el Palacio de Invierno, y arrestaron a los miembros del Gobierno Provisional (Kerenski logró escapar). Al día siguiente, el II Congreso de los Soviets expulsó a los socialistas moderados, aprobó la acción y entregó el poder a los bolcheviques. El nuevo gobierno tomó el nombre de "Soviet (Consejo) de Comisarios del Pueblo" (o "Sovnarkom") y era transitorio hasta el próximo encuentro de la Asamblea Constituyente. Lenin fue elegido para presidir el Consejo, y en este gabinete también ingresaron personalidades como Trotsky y Stalin.

    El Consejo proclamó, mediante la Declaración de los Derechos de los Pueblos de Rusia, el derecho a la autodeterminación de éstos, sobre la base de la plena igualdad y soberanía, lo que abría la posibilidad de que las nacionalidades que habían sido integradas por la fuerza al imperio zarista pudieran separarse voluntariamente (la primera nación en sacar provecho de esta situación fue Finlandia, donde se estableció un gobierno nacional; además le fue reconocida la independencia del dominio ruso); además en otro de sus primeros decretos, el gobierno soviético proclamó la separación Iglesia-Estado (aunque se garantizaba la libertad religiosa individual, el Estado declaró su aconfesionalidad). También se nacionalizaron los bancos y se concedió el control de la industria a los trabajadores, que se fue nacionalizando gradualmente.

    La Asamblea Constituyente se reunió en Petrogrado en 1918, pero fue disuelta debido a que la consideraban la fase burguesa de la revolución (había sido determinada por el Gobierno Provisional). La misma fue sustituida por el III Congreso de Soviets de toda Rusia, que aprobó la Declaración de los Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado como preámbulo de la Constitución por la que quedó proclamada la República Soviética Federativa Socialista de Rusia (RSFSR).

    Este nuevo régimen distribuyó las tierras entre los campesinos y apoyó a los movimientos nacionalistas.

    Las negociaciones de paz con Alemania se iniciaron en diciembre de 1917. Los términos de la paz presentados por los alemanes en la Paz de Brest-Litovsk eran inaceptables, por lo cual las negociaciones quedaron rotas en febrero de 1918. Sin embargo una nueva ofensiva alemana llevó a los dirigentes soviéticos a reanudar las conversaciones y a principios de marzo se concluyó el tratado. Según sus términos, la RSFSR tuvo que ceder Ucrania, Polonia y los estados bálticos. El gobierno soviético también fue obligado a pagar unas elevadas indemnizaciones a Alemania. La firma de la Paz de Brest-Litovsk produjo una escisión en el seno del Gobierno soviético. El Partido Socialista Revolucionario, que había estado colaborando con los bolcheviques, declaró que el tratado constituía una traición a la causa de la Revolución y abandonó el gobierno. Confiando en sus tradicionales métodos de lucha política, miembros de dicho partido asesinaron al embajador alemán con la vana esperanza de provocar nuevamente el comienzo de las hostilidades. También llevaron a cabo atentados contra algunos líderes bolcheviques. Lenin fue seriamente herido por uno de estos actos terroristas, lo que provocaría su prematuro fallecimiento. Como respuesta, los bolcheviques iniciaron el llamado Terror Rojo, con la supresión del Partido Socialista Revolucionario y la ejecución de numerosos opositores políticos. Otros partidos y facciones minoritarias fueron igualmente eliminados por los bolcheviques. La política social y económica de los bolcheviques provocó el estallido de la Guerra Civil y la intervención de potencias extranjeras. En Siberia, un Ejército compuesto por 45.000 antiguos prisioneros de guerra checos, que habían sido armados por el gobierno zarista para combatir a los alemanes, inició una ofensiva contra las autoridades soviéticas. Múrmansk y Arjanguelsk, las principales ciudades del extremo septentrional de Rusia, fueron ocupadas por tropas aliadas. El Ejército japonés ocupó Vladivostok y una fuerza expedicionaria estadounidense desembarcó en esta ciudad. Los alemanes invadieron la Rusia Blanca (una región más o menos equivalente a la actual Bielorrusia), Ucrania y el Cáucaso. En el otoño de 1918 el almirante Alexandr Vasílievich Kolchak, al mando de un ejército contrarrevolucionario, se proclamó comandante supremo de Rusia y estableció su capital en Omsk (Siberia). A comienzos de 1919 el Ejército Blanco mandado por el general Anton I. Denikin lanzó desde Ucrania una ofensiva contra las tropas soviéticas, mientras que otro, dirigido por el general Nikolái N. Yudiénich avanzó hacia Petrogrado (ahora San Petersburgo). A pesar de los reveses iniciales, los bolcheviques lograron repeler estos ataques a comienzos de 1920. En abril de ese año, el Ejército polaco lanzó un nuevo ataque con ayuda de tropas bielorrusas bajo el mando de Piotr Wrangel. Dos meses más tarde las tropas soviéticas, reorganizadas por el comisario (ministro) de la Guerra Liev Trotski en 1918 con el nombre de Ejército Rojo, iniciaron la contraofensiva. La guerra con Polonia finalizó con la firma en 1921 del Tratado de Riga por el que determinadas áreas occidentales de la Rusia Blanca y de Ucrania pasaban al control de Polonia. Tras la expulsión de las tropas de ocupación japonesas de Siberia oriental a finales de 1922, la Guerra Civil llegó a su fin. El régimen soviético no estaría ya en peligro inmediato durante largo tiempo.

    Los bolcheviques derrotaron a las tropas extranjeras y a las fuerzas contrarrevolucionarias rusas gracias a su determinación, organización y buen mando, en especial de Lenin y de Trotski, y a la desunión de sus rivales y a la renuncia de los países participantes en la guerra a seguir apoyándola.

    El denominado Comunismo de Guerra, política aplicada por los bolcheviques durante el conflicto civil, supuso la rápida nacionalización de la industria y de los medios de transporte y la confiscación de todos los suministros y equipos necesarios para la actividad bélica, lo que arruinó por completo la economía del país. Cuando cesaron las hostilidades y quedó consolidado el régimen soviético, el gobierno tuvo que hacer frente a la necesidad de restaurar la economía. Trotski y otros dirigentes preferían mantener esta rígida política de guerra para continuar la evolución hacia el comunismo. Lenin optó por reducir la gravosa economía de guerra impuesta a los agricultores, con el objetivo de estimular la producción agraria, y por mitigar los controles sobre la industria y el comercio para permitir la creación de pequeñas empresas que lograran aumentar la producción. La denominada Nueva Política Económica (NEP) de Lenin fue adoptada en 1922 por el Partido Comunista Ruso.

    En diciembre de 1922, y previa aprobación de sus respectivos Congresos de los Soviets, la RSFSR y las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Transcaucasia, Ucrania y Bielorrusia, formaron la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, entidad que surgió como tal en este momento. Durante los años siguientes, la República Transcaucásica quedó dividida en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Georgia, Armenia y de Azerbaiyán. La creación de las repúblicas de Kazajstán y de Asia central fue resultado de su separación de la RSFSR. A su vez, la República de Asia central se dividió en las Repúblicas Socialistas Soviéticas de Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán y de Kirguizistán.

    La prematura muerte de Lenin en 1924 desencadenó una dura lucha por el poder. Los principales antagonistas fueron Trotski y Iósiv Stalin, entonces secretario general del partido, los cuales se proclamaban legítimos herederos de Lenin. Gracias al control sobre el aparato del partido Stalin logró obtener el apoyo de la mayoría del Partido Comunista y consolidar así su poder. En noviembre de 1927, tras un referéndum interno, el partido repudió por completo las ideas políticas de Trotski que fue expulsado de aquél y tuvo que exiliarse en Alma Atá. Dos años más tarde Trotski fue proscrito en la Unión Soviética y en 1940 asesinado en México, presumiblemente por un agente de Stalin.

    En 1929 Stalin fue reconocido como máximo dirigente del partido y del país. A partir de ese momento inició la serie de purgas que caracterizarían sus 25 años de mandato, y que afectaron en primer lugar a sus antiguos aliados durante la pugna con Trotski. Esos dirigentes, especialmente Nikolai Ivánovich Bujarin y Alexéi Ivánovich Ríkov, fueron expulsados de los más altos órganos del partido.

    Desde entonces, Stalin sólo confió en su control del partido y de la policía y en los compañeros que él había elevado al poder.

    A mediados de la década de 1930, la política soviética estuvo caracterizada por las drásticas purgas, tanto en el seno del Partido Comunista como en el del gobierno, de todos los elementos supuestamente opuestos a la política estalinista. Las purgas se iniciaron en 1929 y alcanzaron su punto más virulento en diciembre de 1934 tras el asesinato de Serguéi M. Kírov, un leal partidario de Stalin. Entre los años 1935 y 1939 Stalin ya había desplazado a todos sus opositores de los cargos de poder. Muchos fueron encarcelados, deportados a Siberia o ejecutados. De hecho, entre 1934 y 1938 dos tercios de los miembros que tenía el Comité Central del Partido Comunista en 1934, fueron sentenciados a muerte y ejecutados. De la misma forma, entre 1936 y 1938, más de la mitad de los oficiales superiores del ejército fueron purgados. Los denominados Procesos de Moscú suscitaron críticas en todo el mundo hacia el régimen soviético, que quedó seriamente debilitado por esas numerosas ejecuciones.

    Desde el punto de vista soviético, los sucesos internacionales ocurridos durante la década de 1930 pusieron en creciente peligro la seguridad de la URSS. En el Extremo Oriente, Japón ocupó Manchuria en 1931 y las fricciones entre las tropas de ocupación japonesas y las soviéticas, estacionadas a lo largo de la frontera con dicho territorio, se hicieron cada vez más frecuentes. En 1938 los esporádicos choques armados derivaron en una seria guerra fronteriza. Al mismo tiempo, el ascenso de Hitler al poder en Alemania en 1933, y su política expansionista y anticomunista, supusieron una amenaza mayor para la seguridad soviética. Buscando establecer alianzas con otras potencias, especialmente con Francia y Gran Bretaña, la URSS ingresó en la Sociedad de Naciones en 1934. Durante los cinco años siguientes el comisario soviético de Asuntos Exteriores Maksim M. Litvinov solicitó repetidamente a los miembros de esta organización la adopción de medidas conjuntas contra las sucesivas agresiones de las potencias fascistas. La URSS intentó también obtener apoyo para la que llamó política de seguridad colectiva, consistente en promover la formación en países extranjeros de los llamados gobiernos de Frente Popular. Esta política exigía la colaboración de los grupos políticos comunistas, socialistas y centristas para hacer frente a los movimientos fascistas.

    En el verano de 1938 se originó una grave crisis cuando el gobierno alemán exigió del gobierno de Checoslovaquia la cesión de los Sudetes, una zona fronteriza con una gran minoría de población alemana. La URSS anunció su intención de ayudar a los checoslovacos en su resistencia contra tales pretensiones y pidió que Francia y Gran Bretaña ofrecieran una ayuda similar. Los gobiernos francés y británico, por el contrario, aceptaron las garantías ofrecidas por Hitler en el sentido de que con esta demanda Alemania ponía punto final a sus reivindicaciones territoriales. El resultado de la tibia postura adoptada por Francia y Gran Bretaña fue el Pacto de Munich, firmado en septiembre de 1938, que aseguraba la cesión de los territorios en litigio a Alemania. La firma de este pacto significó el fracaso de la política de seguridad colectiva soviética. En marzo de 1939 tropas alemanas, a través de los Sudetes, penetraron en Checoslovaquia y tomaron rápidamente el pleno control del territorio.



    La URSS durante la II Guerra Mundial

    Ocupado en una guerra fronteriza contra Japón en el Extremo Oriente y alarmado ante los progresos alemanes en Occidente, el gobierno soviético inició negociaciones secretas con Alemania para establecer un pacto de no-agresión entre ambos estados, en tanto que continuaban las conversaciones iniciadas anteriormente con Francia y Gran Bretaña para firmar una alianza contra Alemania. En agosto de 1939 se anunció de forma repentina la firma del pacto de amistad y de no-agresión entre Alemania y la URSS. Este acuerdo (conocido como Pacto Ribbentrop-Molótov) contenía una cláusula secreta que determinaba el reparto de Polonia y las esferas de influencia de ambos países en Europa oriental. El 1 de septiembre, la invasión alemana de Polonia llevó a Francia y Gran Bretaña a declarar la guerra a Alemania. Así comenzó la II Guerra Mundial. Dieciséis días más tarde el Ejército Rojo cruzaba la frontera polaca, ocupaba la parte oriental de Polonia y comenzaba la sovietización de los territorios ocupados. Cientos de miles de polacos fueron deportados a Siberia. El 29 de septiembre los gobiernos alemán y soviético firmaron un tratado por el que se delimitaban sus respectivas zonas de interés en Polonia. También reconocía la supremacía de ambas potencias en sus respectivas zonas de influencia y establecía una defensa común contra injerencias de terceros países.

    El pacto con Adolf Hitler marcó el inicio de una nueva fase en la historia de la URSS. Durante los años inmediatamente anteriores a este acuerdo, el objetivo principal de la política soviética había sido la construcción del socialismo, esto es, la industrialización del país. La ocupación del este de Polonia fue la primera de una serie de anexiones territoriales que afectaron a Estonia, Letonia, Lituania, Carelia, Besarabia y la parte septentrional de Bucovina. Los pactos de no-agresión impuestos por la URSS a los países bálticos le dieron el derecho a estacionar tropas en dichos territorios.

    A finales de 1939 el gobierno soviético exigió a Finlandia la cesión del istmo de Carelia, en la costa finesa del golfo de Finlandia y al noreste de Leningrado (ahora San Petersburgo), para poder establecer allí una base naval. El gobierno finlandés rechazó las exigencias soviéticas lo que originó la no declarada formalmente Guerra Ruso-finesa, iniciada el 30 de noviembre de 1939 al invadir la URSS el territorio finlandés. A pesar de una valerosa pero inútil resistencia, los finlandeses fueron vencidos por las tropas soviéticas, muy superiores en número. La guerra acabó el 12 de marzo de 1940. Según los acuerdos del tratado de paz, la URSS se hizo con los territorios del istmo de Carelia y el puerto de Víborg, además de con otros territorios estratégicos y compensaciones económicas.

    La expansión soviética continuó durante 1940. Entre el 15 y 16 de junio, la URSS exigió el establecimiento de gobiernos prosoviéticos en Lituania, Estonia y Letonia, y el libre paso de las tropas soviéticas por sus respectivos territorios. Sin esperar respuesta a tales exigencias, el Ejército Rojo ocupó dichos países. La URSS impuso gobiernos propicios y reprimió a todos los elementos antisoviéticos. Los tres estados quedaron anexionados a la URSS por decretos promulgados por el Soviet Supremo entre el 1 y el 8 de agosto de ese año.

    Al mismo tiempo la URSS dirigió sus objetivos hacia los Balcanes. Exigió a Rumania la devolución de Besarabia, territorio que aquel país había anexionado a costa de la RSFSR en 1918, y la entrega del norte de Bucovina. Rumania accedió a finales de junio de 1940. Los territorios cedidos pasaron a formar parte, posteriormente, de la República Socialista Soviética de Moldavia. A finales de ese año los alemanes impusieron en Rumania un gobierno títere y garantizaron la frontera rumano-soviética.

    La URSS, recelosa aún de las intenciones alemanas, tenía interés en poner fin a las hostilidades con Japón. El 13 de abril de 1941 los dos países firmaron un pacto de neutralidad valedero por cinco años.

    El 22 de junio de 1941 Alemania invadió la URSS, sorprendiendo a Stalin, que se había negado a creer en la inminencia de una ofensiva alemana. Italia y Rumania declararon la guerra a la URSS ese mismo día. De forma instantánea se transformaron todas las alianzas políticas y militares mundiales y la guerra comenzó a adquirir dimensiones globales. Alemania se enfrentaba desde ese momento a sus enemigos en el este y en el oeste, como ocurrió durante la I Guerra Mundial. Como quiera que Finlandia, Hungría, Albania y otros estados satélites de las potencias del Eje declararon también la guerra a la URSS, Gran Bretaña y Estados Unidos se comprometieron a ampliar su ayuda a la URSS. El programa estadounidense, fundamentado en la Ley de Préstamos y Arriendos, proporcionó a la URSS unos 12 millones de dólares en pertrechos y alimentos. Tras la entrada de Estados Unidos en la guerra (diciembre de 1941) las tres potencias se aliaron militarmente.

    El ataque del Eje contra la URSS se desplegó desde el océano Ártico hasta el mar Negro. Durante el resto del verano y hasta finales de 1941, las tropas alemanas avanzaron por el interior del país y llegaron a las puertas de Leningrado y Moscú y a Ucrania. Puesto que el Ejército Rojo se tambaleaba ante los ataques alemanes, Stalin inició el traslado de las plantas industriales y sus obreros, que estaban al alcance del enemigo, más allá de los montes Urales. Gran parte de lo que no pudo ser trasladado fue destruido, siguiendo una política de 'tierra quemada'.

    Durante algún tiempo pareció que la blitzkrieg (guerra relámpago) alemana iba a triunfar, puesto que millones de soldados soviéticos fueron cercados y aniquilados o capturados. En los estados bálticos, Bielorrusia y Ucrania los invasores encontraron una amistosa recepción por parte de quienes habían sufrido las políticas estalinistas. Sin embargo, las atrocidades cometidas por los alemanes en su avance multiplicaron la resistencia soviética. El avance hacia Leningrado quedó detenido en septiembre de 1941, pero la ciudad estuvo sitiada hasta enero de 1944. Las bajas producidas durante el asedio superaron la cifra de 1.250.000 personas. En octubre de 1941 se detuvo el avance hacia Moscú.

    En el sur los alemanes tuvieron más éxito. Conquistaron toda Ucrania y presionaron hacia el río Volga para separar Moscú y Leningrado del Cáucaso y del suroeste asiático, pero fueron finalmente detenidos y derrotados en la épica batalla de Stalingrado (ahora Volgogrado), que duró desde agosto de 1942 hasta enero de 1943 y cuyas consecuencias supusieron un punto de inflexión en el curso de la guerra. A partir de ese momento los alemanes fueron desplazados constantemente hacia el oeste. En la primavera y verano de 1944 Ucrania y los estados balcánicos habían sido liberados. A finales de agosto los ejércitos soviéticos ya combatían en los territorios polaco y rumano. El 22 de abril de 1945 el Ejército Rojo entró en la periferia de Berlín. Tres días después las tropas rusas y estadounidenses se encontraron en el río Elba. El 8 de mayo de 1945 acabó la guerra en Europa.

    La URSS después de la II Guerra Mundial

    Tres meses más tarde, según un tratado secreto, la URSS declaró la guerra a Japón. Tras una serie de rápidos movimientos, el Ejército soviético, que no encontró más que una débil resistencia japonesa, ocupó gran parte de Manchuria, Corea del Norte, las islas Kuriles y la parte meridional de la isla de Sajalin, que habían estado hasta entonces en poder de los japoneses.

    Ya a finales de la guerra, la URSS era reconocida como una de las grandes potencias mundiales. Stalin participó junto a los jefes de Gobierno de Estados Unidos y Gran Bretaña en las conferencias de Teherán (1943), Yalta y Potsdam, para decidir la estrategia política y militar general de la guerra y establecer una política común sobre Europa en la posguerra. La URSS también desempeñó un importante papel en las conferencias internacionales previas a la creación, en 1955, de las Naciones Unidas.

    En vez de establecer inmediatamente un tratado con una Alemania derrotada y desorganizada, las potencias vencedoras crearon temporalmente cuatro zonas de ocupación. La zona oriental fue asignada a la URSS. Berlín, que se encontraba dentro de la zona soviética, fue a su vez dividida en cuatro sectores, de los cuales el oriental fue también asignado a los soviéticos. Las zonas ocupadas fueron gobernadas como partes de un solo país, con un comercio libre entre cada una de ellas. El territorio alemán al este de una línea formada por los ríos Oder y Neisse fue asignado a Polonia en espera de alcanzar un acuerdo definitivo. La parte septentrional de Prusia Oriental fue entregada a la URSS. Los soviéticos establecieron, sin embargo, su propio régimen en las zonas que les fueron asignadas y en 1947 ya se había diseñado el llamado Telón de acero, a fin de separar Europa oriental y algunas zonas de Europa central de la Europa occidental. La URSS, por haber sufrido enormes pérdidas, exigió ingentes reparaciones bajo la forma de industrias alemanas desmanteladas e instaladas en la Unión Soviética, así como parte de la producción industrial alemana. También se benefició de los trabajos forzosos de millones de prisioneros de guerra alemanes.


    El inicio de la Guerra fría

    El gobierno soviético afrontó los problemas de la posguerra bajo el prisma de una política expansionista destinada a aumentar los territorios controlados por gobiernos comunistas leales a la URSS, a fortalecer su seguridad en previsión de futuras agresiones y a utilizar el movimiento comunista internacional como instrumento para incorporar a otros países a la órbita soviética.

    La nueva política soviética pronto vulneró los acuerdos adoptados durante la guerra. En la Conferencia de Potsdam, celebrada tras la victoria en Europa, el gobierno soviético formuló unas demandas manifiestamente exageradas para sus auténticas necesidades de seguridad nacional. Dichas peticiones fueron rechazadas por Estados Unidos y Gran Bretaña con el fin de evitar la creación de una gran esfera de influencia soviética. A pesar de la creciente acritud entre los antiguos aliados, en Potsdam se alcanzaron diversos acuerdos sobre las directrices generales de la política de ocupación, sobre las indemnizaciones de guerra y sobre las provisionales fronteras germano-polacas y polaco-soviéticas.

    Utilizando la amenaza de su poderío militar, la URSS intentó aplicar un progresivo control sobre las estructuras políticas, económicas y sociales de los territorios fronterizos ocupados por ella. La política exterior soviética generó un conflicto político, diplomático y económico de dimensión mundial con Estados Unidos conocido como Guerra fría.

    En los países donde la influencia de la URSS era predominante (Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Albania, Yugoslavia y Alemania Oriental) la estructura política y económica fue gradualmente reorganizada. Los grupos políticos opositores fueron aislados y eliminados; se expropiaron grandes posesiones de tierra y, con la excepción de Polonia, se impuso la colectivización agraria y la nacionalización de la industria.

    Para lograr el dominio político, la URSS aplicó una estrategia consistente en la colaboración inicial con gobiernos de coalición en los que los comunistas, a pesar de ser minoritarios, controlaban los ministerios a cuyo cargo estaban la policía, las Fuerzas Armadas y la gestión de la política económica. A comienzos de 1947 comenzaron a implantarse en Europa bajo la influencia soviética los denominados regímenes calificados como democracias populares, bajo los cuales los comunistas ejercieron un control autoritario del Estado. En 1948 Checoslovaquia, país que no estaba situado directamente en la órbita soviética, cayó bajo el control de la URSS, debido a la labor de su gobierno de coalición. Yugoslavia, dirigida por el mariscal Tito, hizo frente ese mismo año a los intentos soviéticos de lograr el control del país, que sobrevivió a las enormes presiones sólo gracias a la actitud de rechazo de Tito al control soviético y a la ayuda de Occidente. Como consecuencia, Yugoslavia fue expulsada de la Oficina de Información Comunista (Kominform) y Tito se convirtió en el máximo portavoz del No-Alineamiento durante la Guerra fría. Esta situación general alarmó a Estados Unidos y a Europa occidental y condujo a la creación de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en 1949. La URSS, por su parte, fundó en ese mismo año el Consejo de Ayuda Mutua Económica (COMECON) para coordinar la actividad económica de los estados bajo su control; sus miembros eran, además de la URSS, Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y la República Democrática de Alemania.

    Las relaciones con China durante este periodo fueron conciliatorias. En agosto de 1945 los gobiernos chino y soviético firmaron un tratado de amistad y de alianza por el que la URSS concedía ayuda económica y militar, según lo convenido anteriormente con los aliados. Aunque la URSS se comprometió a respetar la soberanía china sobre Manchuria, las autoridades soviéticas despojaron a esta región de prácticamente toda su maquinaria industrial y resistieron activamente los intentos del gobierno chino de restaurar su autoridad. Mientras tanto, las armas requisadas a los soldados japoneses hechos prisioneros fueron entregadas a los comunistas chinos. Cuando el Ejército soviético se retiró, toda Manchuria cayó en manos de los comunistas chinos. El posterior triunfo de éstos en 1949 alteró todo el equilibrio de poder en Asia temporalmente en favor de la URSS.

    Stalin mantuvo un control absoluto del partido Comunista y del Estado Soviético hasta su muerte (marzo de 1953), momento en el que una nueva generación de políticos pudo acceder al poder. Gueorgui Maximiliánovich Malenkov fue nombrado secretario general del partido y más tarde primer ministro; Lavrenti Beria, ministro del Interior; Kliment Voroshílov, presidente del Presidium del Soviet Supremo. Nikita Jruschov sucedió a Malenkov como secretario del PCUS ese mismo año. Estos hombres, junto con otros dos viceprimeros ministros, Nikolai Alexandrovich Bulganin y Lázar M. Kaganóvich se convirtieron en los auténticos líderes del país.

    No obstante, de inmediato surgió la lucha por el poder. Beria fue pronto destituido por "actividades criminales y contra el partido". En diciembre de 1953 se anunció que había sido juzgado por conspiración, hallado culpable y fusilado. Otros destacados funcionarios, próximos a Beria, fueron ejecutados en 1954. En 1955 Malenkov fue obligado a dimitir y Bulganin le sucedió en el cargo de primer ministro.

    En una sorprendente maniobra realizada en el XX Congreso del PCUS (celebrado en Moscú entre el 14 y 25 de febrero de 1956) diversos líderes comunistas denunciaron la política de Stalin y repudiaron gran parte de lo que representó. Jruschov fue quien dirigió el más violento ataque a Stalin, al que condenó por haber sustituido un órgano colegiado de poder, propio del marxismo, por un culto a su personalidad que había acarreado unas consecuencias desastrosas para la URSS.

    Los ataques contra Stalin conmocionaron profundamente a muchos comunistas en la URSS y en todo el mundo.

    La lucha por el poder concluyó finalmente con el triunfo de Jruschov en 1957. Logró expulsar de sus cargos a Molótov, Malenkov, Kaganóvich y otros dirigentes. Cuando Bulganin se vio obligado a dimitir en 1958, Jruschov obtuvo la presidencia del gobierno, se mantuvo al frente de la secretaría del partido y todo señalaba que el liderazgo colectivo había acabado. Durante el XXI Congreso del PCUS (1961) se manifestó un nuevo culto a su personalidad.

    Leonid Brezhnev, que en 1960 había sustituido a Voroshílov como presidente, fue asignado en 1963 al secretariado del PCUS. En julio de 1964, a propuesta de Jruschov, se le relevó de la presidencia para que se dedicara por exclusivo al partido. Anastas Mikoyán, veterano funcionario del PCUS, fue designado presidente. En el otoño de ese año Jruschov se encontraba en el momento cumbre de su actividad política tras viajar extensamente por la URSS y por el extranjero; sin embargo, fue destituido en el mes de octubre, tanto de la jefatura del Gobierno como de la secretaría general del partido. Las posibles razones para su expulsión fueron el progreso insatisfactorio de la agricultura y de la industria y los desastres habidos en política exterior.

    Siguiendo el precedente establecido tras la muerte de Stalin para la sucesión, se dividieron los cargos de poder. Brezhnev fue nombrado secretario general del PCUS y Alexéi Nikoláievich Kosiguin primer ministro. Durante los siguientes cinco años ambos personajes trabajaron aparentemente juntos, como un equipo. Nikolái Podgorny, desde su cargo de presidente del Presidium del Soviet Supremo, ostentó la jefatura del Estado desde 1965 hasta 1977. No obstante, desde la década de 1970 y a pesar de mantenerse la apariencia de un liderazgo compartido, Brezhnev destacaba por encima del resto de personalidades políticas. En 1976 fue reelegido secretario general del PCUS y también se convirtió en jefe del Estado el año 1977 en sustitución de Podgorny. En este mismo año se promulgó una nueva Constitución. Brezhnev murió a finales de 1982 y rápidamente fue sucedido en la secretaría general del partido por Yuri Andropov, antiguo jefe de la policía secreta soviética (KGB).

    Desarrollo económico tras la segunda guerra Mundial

    El desarrollo económico soviético tras la II Guerra Mundial continuó basado en la planificación estatal, que se manifestó en sucesivos planes quinquenales y en un plan septenal (1959-1965), aunque en ciertas ocasiones éstos no se anunciaron en su totalidad hasta que llevaron uno o dos años en funcionamiento.

    La agricultura colectivizada continuó ocupando la actividad económica de gran parte de la población. Jruschov desarrolló dos grandes planes para incrementar la producción de grano, poniendo en cultivo tierras marginales, especialmente en Kazajstán (Programa de Tierras Vírgenes e Improductivas) y cultivando maíz. Ninguno de los dos logró un éxito completo. En 1958 gran parte del control de la producción agrícola pasó de organismos gubernamentales a 39 consejos de zona. Los agricultores introdujeron la maquinaria, que previamente habían alquilado, y el gobierno pagó a precios más elevados la cesión obligatoria de las cosechas. Las malas condiciones climatológicas fueron en gran medida responsables de las pobres cosechas de grano en los años 1963, 1965, 1969, 1972 y 1975. Otras causas fueron la aparente ineficacia de la agricultura colectivizada y la escasez de mano de obra, motivada por la migración de la población rural joven a las ciudades. La deficiente producción de grano hundió la tasa de crecimiento económico y aumentó considerablemente la deuda exterior, ya que para evitar una hambruna el gobierno soviético tuvo que importar grandes cantidades de trigo procedente de Estados Unidos y Canadá. Las autoridades soviéticas tomaron la iniciativa para combatir el problema; se decidió pagar un salario mensual a los agricultores; ofrecer nuevos incentivos por el aumento de productividad; adoptar nuevos métodos de gestión más eficaces y generalizar el uso de fertilizantes, de maquinaria y de sistemas de irrigación. Esta política a largo plazo supuso la reactivación de un plan ideado por Jruschov para trasladar a los habitantes de un gran número de pequeños pueblos y reubicarlos en grandes centros agrícolas. Todas estas medidas, acompañadas de unas idóneas condiciones climatológicas, dieron como resultado las mayores cosechas soviéticas de grano en los años 1973, 1974 y 1976. La irrigación y la reforestación hicieron que incluso las tierras marginales de Kazajastán fueran notablemente productivas.

    La rápida industrialización lograda en la URSS gracias a los planes quinquenales de Stalin convirtió al país en la segunda potencia industrial y militar del mundo. Sin embargo, la producción de bienes de consumo había quedado rezagada. El régimen de Jruschov prometió un aumento de los bienes de consumo, pero apenas lo logró. Las agrupaciones industriales se consolidaron en 1957 y de nuevo en 1962. También se fusionaron diversas empresas industriales.

    Jevséi Liberman y otros economistas soviéticos propugnaron mediada la década de 1960 la introducción de ciertos elementos capitalistas dentro de la estructura económica marxista como medio para elevar el nivel de la producción industrial; en especial centraron sus teorías en la necesaria presencia del beneficio como estímulo para mejorar los rendimientos.

    Relaciones internacionales tras la II Guerra Mundial

    Tras la II Guerra Mundial la URSS estableció estrechas relaciones con sus denominados 'países satélites' de Europa del Este. A partir de 1949 el COMECON intentó la integración económica de sus miembros en un bloque económico regional. Según esta planificación, cada país produciría aquello para lo que estuviera más preparado y obtendría productos de los que careciera de los demás países. Sin embargo, surgió resistencia a este sistema supranacional, especialmente por parte de Rumania, que rechazó la condición que se le asignó como país básicamente agrícola y productor de petróleo. A pesar de tales descontentos, se establecieron nuevos vínculos económicos, en los que se incluyó la creación de un Banco de Colaboración Económica. Los oleoductos y gasoductos que transportaban el petróleo y gas respectivamente desde la región de los montes Urales y del río Volga hasta Polonia, Checoslovaquia, Hungría y Alemania del Este reforzaron la dependencia económica de estos países con respecto a la URSS.

    Yugoslavia, que inmediatamente después de finalizar la II Guerra Mundial parecía interesada en colaborar con la URSS, pronto rompió de forma brusca con ésta al negarse a aceptar la dirección impuesta desde Moscú. En los otros estados que conformaban el área de influencia soviética, el dominio de la URSS fue incrementándose hasta 1955: en 1952 el 80% del comercio exterior soviético era mantenido con estos países. En 1954 la URSS otorgó un cierto grado de independencia económica a Alemania del Este, que quedó exenta de continuar pagando indemnizaciones en concepto de reparaciones de guerra, pero mantuvo un gran contingente de tropas soviéticas en su territorio. La creación del Pacto de Varsovia en 1955 como alianza militar que integraba a la URSS y sus países satélites fue la respuesta a la fundación de la OTAN y sirvió para fortalecer el control soviético sobre Europa del Este. Tras la muerte de Stalin en 1953, las relaciones con Yugoslavia mejoraron, pero volvieron a deteriorarse tras la invasión de Checoslovaquia en 1968. Desde 1961 la URSS perdió completamente el control sobre Albania, país que hasta 1978 mantuvo estrechas relaciones con China.

    El control soviético sobre su bloque de influencia se vio seriamente amenazado en 1956 debido al proceso de desestalinización. El descontento popular y las manifestaciones que tuvieron lugar ese año en Polonia fueron seguidas por un cambio forzoso del Gobierno polaco, por la continuidad de la presencia "temporal" de las tropas soviéticas en el país, la cancelación de algunas deudas y la concesión de créditos adicionales.

    La Revolución Húngara a finales de ese mismo año adquirió características más graves. Las manifestaciones de obreros y estudiantes en favor de la liberalización del régimen comunista provocaron la intervención de las tropas soviéticas, que aplastaron brutalmente el movimiento, mataron miles de personas, detuvieron a otras muchas e impusieron un gobierno títere presidido por János Kádár. La URSS fue condenada por numerosos países y por las Naciones Unidas (ONU), pero tras esta actuación mantuvo durante largo tiempo un gran control sobre Hungría.

    La crisis checoslovaca del verano de 1968 fue reflejo de la flexibilización del sistema soviético, revisionista desde 1960, y de la presión en el seno del Partido Comunista Checoslovaco para introducir cambios en la política económica. El partido, alarmado por el estancamiento económico, intentó establecer un socialismo de rostro humano. El descontento y el clamor en pro de reformas condujeron pacífica y gradualmente a la sustitución de Antonin Novotn como líder del partido y jefe del Estado por Alexander Dubcek y Ludvík Svoboda, ambos comunistas leales durante mucho tiempo a la URSS, cuyos dirigentes se alarmaron por la 'primavera de Praga', en especial por el fin de la censura y la posibilidad de que los checos entablaran relaciones comerciales más estrechas con los países occidentales. La URSS ejerció presiones de todo tipo y cuando todas esas medidas fracasaron, unos 600.000 soldados soviéticos y del Pacto de Varsovia (excepto de Rumania) invadieron y ocuparon Checoslovaquia en la noche del 20 de agosto de 1968. A pesar de la resistencia pasiva, unánime e impresionante, las fuerzas soviéticas se hicieron con el control del país. Dubcek fue destituido en abril de 1969 y todos los controles anteriores fueron restablecidos.

    La represión del movimiento reformista en Checoslovaquia fue seguida por el reforzamiento de los controles en la propia URSS y sirvió para reafirmar su dominio sobre todos los países de la Europa del Este, excepto en Rumania, Yugoslavia y Albania. En cambio, debilitó a los partidos comunistas de los países no pertenecientes al bloque soviético, dividió al movimiento comunista internacional, alarmó a Occidente y retrasó todas las negociaciones internacionales sobre desarme. Desde el punto de vista soviético, mejoró su posición en el contexto europeo; al aceptar el status quo territorial existente en Europa, la Conferencia sobre la Seguridad y Cooperación en Europa celebrada en Helsinki (Finlandia) en 1975, ratificó aparentemente el dominio soviético en Europa del Este. La URSS desempeñó un gran papel en la paralización, a comienzos de la década de 1980, del proceso que conducía en Polonia a la creación de sindicatos libres y hacia un régimen democrático.

    En 1949 la URSS reconoció plenamente al Gobierno chino de Mao Zedong (Mao Tsé-Tung), se alió con él y continuó exigiendo que sustituyera en la ONU al gobierno nacionalista de Jiang Jieshi (Chiang Kai-shek), establecido en Taiwan. Ambos países apoyaron a Corea del Norte durante la guerra de Corea. A finales de la década de 1950 las relaciones aún parecían estrechas y el comercio soviético con China alcanzó un volumen de 2.000 millones de dólares anuales. No obstante, en la década siguiente las relaciones entre ambos países se deterioraron gradualmente. Surgieron desacuerdos ideológicos sobre la interpretación del marxismo, especialmente en lo relativo a los movimientos revolucionarios en países en vías de desarrollo. En realidad, los motivos profundos eran la antigua rivalidad y el temor mutuo de los dos imperios, cuyos líderes continuaban siendo enormemente nacionalistas y celosos guardianes de cada pulgada de sus territorios. Además, luchaban por el liderazgo del resto del mundo comunista. Esta rivalidad salió a la superficie cuando la URSS negó en 1959 ayuda a China para el desarrollo del poderío nuclear de esta última. Esta pugna se reflejó además en el resentimiento chino, que se hizo patente al manifestar este país que la URSS aún poseía territorios que habían sido considerados chinos con anterioridad a una serie de tratados firmados en 1858 y 1860. También era debida a los quizá inevitables conflictos entre dos países que compartían una larga frontera común en Manchuria. Al crecer en intensidad, el conflicto amenazó incluso con acabar en guerra entre ambos países. Los enfrentamientos entre unidades militares situadas en la frontera arrojaron nuevas sombras sobre la política general soviética. La visita del presidente estadounidense Richard Nixon a China en 1972 alarmó aún más a la URSS sobre la posibilidad de un realineamiento de potencias. A pesar de los esfuerzos soviéticos llevados a cabo tras la muerte de Mao Zedong en 1976 para suavizar las relaciones, la rivalidad chino-soviética aumentó. China animó a los países de Europa del Este a que buscaran un mayor grado de libertad, a que reconocieran el Mercado Común (hoy Unión Europea) y a que giraran hacia Occidente para obtener ayuda militar y económica. Las negociaciones chino-soviéticas para mejorar sus relaciones comenzaron a finales de 1979, fueron rotas a principios de 1980 y se reanudaron en 1982.

    A pesar de mantener relaciones normales con Japón, nunca llegó a firmar un tratado de paz tras la II Guerra Mundial, ya que la URSS se negó a devolver a Japón las estratégicas islas Kuriles, ocupadas en 1945.

    En diciembre de 1979, en un intento de apuntalar un gobierno marxista tambaleante, la URSS envió numerosas tropas que cruzaron la frontera de Afganistán, ocupando el país. En medio de la condena del resto del mundo, las tropas soviéticas tuvieron que combatir para aplastar la resistencia nacionalista y tomaron posiciones aparentemente para una larga temporada. Aunque la lucha continuaba en 1982, parecía que un nuevo Estado 'satélite' asiático había entrado en la órbita soviética.

    En 1955 la URSS aceptó la independencia y neutralidad de Austria. En ese mismo año se establecieron relaciones diplomáticas plenas con la República Federal de Alemania, pero el milagro económico alemán y la nueva stpolitik del ministro de Asuntos Exteriores Willy Brandt incrementaron las dudas soviéticas sobre su posición en una Europa del Este tentada por el comercio, la tecnología y las ideas occidentales. El problema de Berlín occidental, en pleno territorio de la República Democrática de Alemania, era particularmente espinoso. La URSS intentó poner todo Berlín bajo control de Alemania Oriental y apoyó las peticiones de este país para la reunificación alemana. No obstante, las relaciones con Alemania Occidental mejoraron a finales de la década con la llegada al poder en ese país de los socialdemócratas. En agosto de 1970 los gobiernos de la URSS y Alemania Occidental firmaron un tratado por el que renunciaban al uso de la fuerza para zanjar las disputas y se aceptaban las fronteras europeas existentes en ese momento, incluida la frontera Oder-Neisse entre Alemania Oriental y Polonia. Las tensiones se redujeron aún más cuando en 1973 las dos Alemanias se reconocieron diplomáticamente.

    En 1962 la URSS y Estados Unidos sufrieron un grave deterioro de sus relaciones como consecuencia de la denominada crisis de los misiles de Cuba. La URSS había mantenido estrechas relaciones con el gobierno de Fidel Castro, al que prometió ayuda en caso de un ataque estadounidense. En 1962, cuando la URSS instaló rampas de lanzamiento de misiles y el presidente John Fitzgerald Kennedy exigió su retirada, el máximo dirigente soviético Jruschov cedió. La URSS continuó apoyando a la maltrecha economía cubana mediante el establecimiento de relaciones comerciales y la concesión de créditos y ayuda técnica, política que otorgó al Gobierno soviético una gran influencia en los asuntos cubanos. Esta influencia aumentó a partir de 1976 como resultado de la colaboración entre los asesores y militares soviéticos y cubanos en África y Asia.

    La URSS llevó a cabo una activa política internacional respaldada por un creciente poderío militar, pero también se inclinó hacia la distensión con Occidente y en especial con Estados Unidos. En mayo de 1972 el presidente Nixon visitó la URSS. Los acuerdos entre ambas potencias abarcaron diversos temas: la cooperación en investigación médica, la limitación de armamento, la protección del medioambiente, ciencia y tecnología, la exploración espacial y las medidas tendentes a evitar los incidentes marítimos. A estos programas de colaboración le siguieron la condonación por parte estadounidense de la deuda soviética por los préstamos y arriendos de la II Guerra Mundial, un pacto comercial de tres años y una serie de programas de intercambios culturales.

    El desarme internacional fue considerado cuestión de importancia primordial tanto dentro como fuera de las Naciones Unidas. En 1954 y más tarde en 1959, las propuestas soviéticas de desarme total fracasaron al negarse la URSS a adoptar las medidas de verificación de los acuerdos. En 1960 la URSS anunció la reducción de un tercio aproximado de su poderío militar, pero de nuevo los países occidentales optaron por no seguir el camino de la URSS sin unas medidas de inspección más rígidas que las aceptadas por ella misma.

    En 1953 la URSS contaba ya en su arsenal con la bomba de hidrógeno. Durante los años siguientes las pruebas nucleares, de una potencia cada vez mayor, realizadas por todas las grandes potencias hacían imperativo un acuerdo sobre la limitación de dichas armas. No obstante, poco se había logrado hasta 1963, fecha en la que la URSS firmó un acuerdo con Estados Unidos y Gran Bretaña por el que quedaban prohibidas todas las pruebas nucleares excepto las subterráneas. Además se unió a Estados Unidos en el compromiso de mantener libre el espacio de todo tipo de armamento. Las negociaciones, iniciadas en 1969 sobre reducción de armas nucleares de largo alcance (conocidas como Conversaciones para la Limitación de Armas Estratégicas (SALT), concluyeron en acuerdos firmados en 1972, 1974 y 1979 que limitaban el número de misiles y silos nucleares.

    La URSS llevó a cabo una activa política internacional respaldada por un creciente poderío militar, pero también se inclinó hacia la distensión con Occidente y en especial con Estados Unidos. En mayo de 1972 el presidente Nixon visitó la URSS. Los acuerdos entre ambas potencias abarcaron diversos temas: la cooperación en investigación médica, la limitación de armamento, la protección del medioambiente, ciencia y tecnología, la exploración espacial y las medidas tendentes a evitar los incidentes marítimos. A estos programas de colaboración le siguieron la condonación por parte estadounidense de la deuda soviética por los préstamos y arriendos de la II Guerra Mundial, un pacto comercial de tres años y una serie de programas de intercambios culturales.

    Los esfuerzos para lograr un nuevo tratado de limitación de armas estratégicas, después de 1975, fueron obstaculizados por la represión de los disidentes en la URSS y en Europa del Este, por la participación soviética en Angola y en otros estados africanos y por el continuo apoyo a la causa árabe contra Israel. A pesar de esos focos de tensión, los negociadores soviéticos y estadounidenses alcanzaron un acuerdo que se materializó en el nuevo tratado SALT en mayo de 1979. Un mes más tarde Brezhnev se reunía con el presidente de Estados Unidos Jimmy Carter en Viena para la firma formal. Sin embargo, la intervención del Ejército soviético en Afganistán en diciembre de ese año, hizo que el Congreso de Estados Unidos no ratificara dicho acuerdo.

    Glasnost y perestroika

    Tras consolidar su poder al modificar la composición del Politburó, Gorbachov inició una campaña con el objetivo de reformar la sociedad soviética. Sus planes exigían la perestroika (en ruso, reestructuración) de la economía nacional y una glasnost (en ruso, 'apertura') en la vida política y cultural. En el congreso del PCUS celebrado a finales de junio de 1988, Gorbachov propuso una serie de reformas constitucionales que trasladarían el poder del partido a una asamblea legislativa elegida por sufragio universal, reducirían el papel del partido en la gestión económica y aumentarían considerablemente los poderes presidenciales. Tres meses después, Andrei A. Gromiko abandonó su cargo de jefe del Estado (que desempeñaba desde 1985) y Gorbachov le sucedió en el puesto. En marzo de 1989 el pueblo soviético participó en las primeras elecciones libres celebradas desde 1917 y eligió un renovado Congreso de Diputados del Pueblo. Este Congreso, convocado en mayo, constituyó el Soviet Supremo y eligió a Gorbachov presidente para un mandato de cinco años. Dos trágicos sucesos, el grave accidente ocurrido en abril de 1986 en la central nuclear de Chernobil, que causó serios daños al medioambiente y reveló grandes deficiencias en el programa nuclear soviético, y el terremoto de Armenia en diciembre de 1988, que provocó más de 25.000 muertos y dejó al menos a 400.000 personas sin hogar, obstaculizaron el proceso de reforma de la economía nacional preconizado por Gorbachov.

    En abril de 1988 se llegó a un acuerdo para la retirada de las tropas soviéticas que ocupaban Afganistán. Las estadísticas oficiales publicadas en mayo indicaban que habían muerto 13.310 soldados y 35.478 resultaron heridos durante la guerra. La retirada finalizó en febrero de 1989. En octubre los dirigentes soviéticos reconocieron que la intervención en ese país había "violado las normas de comportamiento correcto".

    Entre 1985 y 1991 Gorbachov celebró diversas reuniones en la cumbre con los presidentes estadounidenses Ronald Reagan y George Bush. En el encuentro de Reykjavík (Islandia) con Reagan, en octubre de 1986, los dos líderes intercambiaron audaces propuestas de reducción de armas, pero las negociaciones se rompieron a causa de la demanda soviética de la limitación de las investigaciones y pruebas de la Iniciativa de Defensa Estratégica. Los dos presidentes firmaron un acuerdo en diciembre de 1987 por el que se eliminaban los misiles de alcance medio y algunos tipos de los de corto alcance. En mayo de 1990 Gorbachov y Bush firmaron un tratado que ponía fin a la producción de armas químicas y reducía los arsenales de este tipo de armas. En julio de 1991 ambos mandatarios volvieron a firmar otro acuerdo por el que se recortaban sustancialmente las armas nucleares estratégicas.

    Las iniciativas de Gorbachov en otros aspectos de política internacional fueron igualmente sorprendentes. En diciembre de 1988 anunció en la Asamblea General de las Naciones Unidas la reducción unilateral de armas convencionales, en especial en Europa del Este y en la frontera chino-soviética. Durante su visita a Pekín en mayo de 1989, China y la URSS acordaron reanudar unas relaciones normales tras treinta años de conflicto. En un encuentro con el papa Juan Pablo II, celebrado en Roma, Gorbachov prometió garantizar la libertad religiosa en la URSS. La URSS y el Vaticano acordaron establecer relaciones diplomáticas. Las relaciones con Israel también mejoraron notablemente, al flexibilizar las restricciones de migración a los judíos rusos. Al crecer la tensión en el golfo Pérsico desde agosto de 1990, la URSS apoyó en general la política, encabezada por Estados Unidos, de utilizar la presión económica y militar para forzar la retirada iraquí de Kuwait.


    El comunismo en crisis: caída de la URSS

    Entre las más importantes novedades de la nueva política soviética, destacó la negativa de la URSS a intervenir, a diferencia de épocas pasadas, en Europa del Este entre 1989 y 1991 en el desarrollo de los movimientos reformistas que pusieron fin a los gobiernos comunistas de Polonia, Hungría y Checoslovaquia y que culminaron con la reunificación de Alemania. El COMECON y el Pacto de Varsovia, dos de las piedras angulares de la política exterior soviética, fueron disueltos. Tampoco el comunismo soviético era inmune a las fuerzas que habían hundido a los regímenes de los países del Este. En febrero de 1990 y en un proceso de deterioro cada vez mayor de la economía soviética, el Partido Comunista acordó ceder su monopolio político. En marzo, cuando Gorbachov era el presidente ejecutivo del país, grupos insurgentes lograron un significativo ascenso en las elecciones locales. Gorbachov había perdido considerable apoyo entre la población por su política interna. El 11 de marzo Lituania declaró su independencia, desafiando las sanciones impuestas por Moscú. Los grupos nacionalistas y los movimientos independentistas también actuaron en otras repúblicas y los estallidos de violencia étnica cada vez se hicieron más frecuentes. En noviembre, Gorbachov intentó de nuevo ampliar sus poderes presidenciales para ejecutar sus reformas políticas y económicas.

    El sector duro comunista, en el que se encontraban muchos de los altos cargos del gobierno, dieron un golpe de Estado, mantuvieron a Gorbachov bajo arresto domiciliario e intentaron reinstaurar el control centralizado comunista. En tres días los reformistas encabezados por Boris Yeltsin detuvieron el golpe y comenzaron a desmantelar el aparato del partido. Con la URSS al borde del colapso, el Congreso de Diputados del Pueblo acordó el 5 de septiembre establecer un gobierno provisional en el que el Consejo de Estado, encabezado por Gorbachov y compuesto por los presidentes de las repúblicas participantes, ejercería poderes de emergencia. Al día siguiente el Consejo reconoció la independencia de Lituania, Estonia y Letonia. La creciente influencia de Yeltsin acabó con la de Gorbachov y el gobierno de la Federación Rusa asumió los poderes que había ejercido el desaparecido gobierno soviético. El 19 de Agosto de 1991, un día antes de la fecha en que debía firmarse el tratado de unión, Radio Moscú anunció que la "mala salud impedía al presidente Gorbachov cumplir sus obligaciones. Una "comisión de emergencia" formada por ocho miembros de la línea dura del comunismo, tomó el control, reprimiendo las demostraciones y huelgas, así como a la prensa. Mientras el paso de los tanques resonaba en Moscú, una muchedumbre de manifestantes rodeaba el edificio del Parlamento ruso. Al frente se encontraba el radical Boris Ielstin, que condenaba el golpe y convocaba a una huelga general.

    No dispuesto a apuntar sobre el pueblo con sus cañones, el ejército rehusó obedecer las órdenes de la comisión de emergencia y sin el apoyo de los militares, el golpe fracasó rápidamente.

    La política de "glasnot" de Gorbachov había dado frutos inesperados: el enorme apoyo para los radicales quebró el poder del Partido Comunista y cortó los últimos lazos de la Unión.

    El 21 de diciembre de 1991 la URSS dejó formalmente de existir. Once de las doce repúblicas que quedaban, Armenia, Azerbaiyán, Bielorrusia, Kazajstán, Kirguizistán, Moldavia, Rusia, Tayikistán, Ucrania y Uzbekistán acordaron crear la llamada, de forma imprecisa, Comunidad de Estados Independientes (CEI). Gorbachov dimitió el 25 de diciembre y el día siguiente el Parlamento soviético proclamó la disolución de la URSS. En las repúblicas del sur de la ex Unión Soviética, la guerra civil estalló en 1992. desde Moldavia en el oeste, a través de los países del Cáucaso de Georgia, Armenia y Azerbaiyán, hasta Tayikistán en la frontera afgana, se despertaron las enemistades étnicas. La Unión Soviética se había desintegrado pero la tarea de imponer el orden todavía residía en Rusia, el país dominante de la zona. Boris Ielstin, el presidente ruso, tenía que definir el papel de su nación.

    El problema de Ielstin se remontaba a José Stalin. Para asegurar la hegemonía de Moscú, Stalin se preocupó de que en todas las repúblicas soviéticas la mayoría étnica estuviera equilibrada con una minoría significativa. Con este fin, promovió la emigración rusa a territorios lejanos. Según el principio "divide y vencerás", trazó las fronteras de las repúblicas dividiendo territorios étnicamente homogéneos. Nagorno-Karabaj, con una mayoría armenia cristiana, pasó a formar parte de Azerbaiyán, islámico, y a fines de los años ochenta se convirtió en el centro de una guerra brutal entre Azerbaiyán y Armenia. La región de Dniester, un reducto étnico ruso y ucraniano, fue fusionado con Moldavia, rumana, y estableció las bases para un futuro movimiento secesionista en los 90.

    En Georgia, el presidente Eduard Shevardnadze, antigua ministro soviético de asuntos exteriores, heredó dos conflictos de este tipo: Ossetia del Sur, hasta 1990 una zona autónoma de habla iraní dentro de Georgia, pidió la independencia (la obtuvo en Mayo de 1992); Abkhazia, una zona musulmana del mar Negro, también quería la secesión. Cuando la violencia se intensificó, Sheverdnadze, antes defensor de la autodeterminación, pidió a Rusia que interviniera y Ielstin envió soldados.

    En realidad, los soldados rusos iban a cualquier sitio donde había guerra civil. Ielstin reclamaba su papel neutral de pacificador pero dad la historia imperialista de Rusia muchos se mostraban escépticos ante tales motivos. Otros consideraban que el presidente, inmerso en una lucha de poder contra los comunistas, carecía de la autoridad suficiente para evitar que el ejército de su país interviniera donde quisiera.

    La guerra en el Cáucaso, la precaria salud del presidente Boris Ielstin, que sufrió dos crisis cardíacas que lo mantuvieron hospitalizado durante meses, y las enormes dificultades derivadas de la transición desde una economía socialista hacia otra de libre mercado y desde la U.R.S.S. a una Federación Rusa cohesionada y viable, constituyeron a lo largo de 1995 el camino que condujo al triunfo del Partido Comunista, que fue el más votado en las elecciones legislativas realizadas el 17 de Diciembre.

    Más de una tercera parte de los escaños de la Duma, el Parlamento ruso, fueron para el partido de lidera G. Ziuganov, "el comunista ruso" que , con modificaciones importantes en relación con el sistema de articulación entre propiedad privada y propiedad estatal, es considerado heredero del Partido Comunista Soviético. Con cien diputados, los "nuevos comunistas" podían constituir el núcleo de una oposición muy poderosa, enfrentada al bloque que apoya al presidente Yelstin.

    En el norte del Cáucaso una rebelión separatista dirigida por Dudaiev que, con el apoyo mayoritario del pueblo chechenio, reclamaba la creación de una república independiente, conseguiría resistir a pesar de la presencia masiva del ejército ruso. El 19 de Enero el palacio presidencial de Grozni, fue tomado por las tropas rusas, pero la guerra continuó: las tácticas de la guerrilla (urbana y rural), el recurso del terrorismo y el apoyo que los rebeldes encontraron en el integrismo religioso musulmán transformaron lo que parecía iba a ser un "paseo militar" en un calvario, cuyos costos en términos económicos y de vidas humanas amenazaban con romper el precario equilibrio político de Rusia.

    Una parte significativa de la sociedad, más de 40 millones de personas, no tenía ingresos suficientes para vivir. En contraste, una minoría (entre el 3% y el 4% de la población) constituye la elite que disfruta de una riqueza que supera en mucho la calidad de la vida de la mayoría de los rusos.

    Los resultados electorales de fines de año recogieron esta escisión de Rusia, dividida entre los partidarios (a pesar de la dura realidad) del presente y los nostálgicos (a pesar de la amarga memoria) del pasado soviético.

    El presidente Boris Yeltsin, elegido en junio de 1991 por sufragio popular, recibió poderes absolutos otorgados por el Congreso de Diputados, uno de los dos cuerpos legislativos que estableció la Constitución soviética de 1978. Yeltsin utilizó sus poderes para iniciar un programa de nuevas reformas económicas y establecer una serie de nombramientos regionales para someter las asambleas legislativas locales, dominadas por los neocomunistas. Los conservadores dirigidos por el presidente del Sóviet Supremo Ruslan Jasbulátov intentaron minar los poderes de Yeltsin tras una campaña de reforma económica radical a principios de 1992. En diciembre del mismo año, en una asamblea del Congreso de Diputados, el primer ministro en funciones Yegor Gaidar (1992), artífice del plan gubernamental de reformas económicas, fue sustituido por Viktor Chernomirdin, antiguo miembro del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) y ministro de Industria del Gas, en la antigua URSS. El Congreso de Diputados también rescindió algunos de los poderes otorgados a Yeltsin, entre los que se encontraba el control sobre los administradores locales. En ese mismo mes, el Tribunal Constitucional desautorizó la prohibición del PCUS llevada a efecto por Yeltsin, el cual protestó por la reducción de sus poderes; se alcanzó un acuerdo con el Congreso de Diputados a finales de 1992 para llevar a cabo unas elecciones que permitieran elaborar una nueva constitución. Los conservadores se opusieron a la celebración de unas nuevas elecciones, mientras que el 20 de marzo de 1993 Yeltsin formaba un nuevo gobierno de emergencia. Este anuncio fue desaprobado por el presidente del Tribunal Constitucional Valeri Zorkin, por Jasbulátov y por el vicepresidente Aleksandr Rutskói, entre otros. Poco después, ambos bandos modificaron sus posiciones: Yeltsin anuló su gobierno de emergencia y los conservadores permitieron que se celebraran las votaciones el 25 de abril de 1993.

    Yeltsin consiguió una abrumadora victoria en las urnas, pero las elecciones no consiguieron resolver el problema de la lucha por el poder. En septiembre de 1993, Yeltsin expulsó a Rutskói de la vicepresidencia por escándalos de corrupción, a pesar de las protestas del Parlamento. En ese mismo mes, el presidente decretó la disolución del Parlamento debido a la resistencia de los diputados conservadores a trabajar en la formación de una Asamblea Constituyente. El Parlamento respondió, denunciando las acciones de Yeltsin por inconstitucionales y declarando presidente a Rutskói. Cerca de cien diputados y otros tantos seguidores armados dirigidos por Jasbulátov y Rutskói ocuparon el edificio del Parlamento, también conocido como Casa Blanca. El estancamiento de las negociaciones entre el gobierno y los rebeldes duró varios días, aunque quedó roto cuando los rebeldes consiguieron asaltar el ayuntamiento de Moscú y el edificio central de la televisión. El gobierno respondió entonces con el bombardeo del edificio del Parlamento, arrestando a sus ocupantes; más de 140 personas murieron en aquella rebelión, dispersada por las fuerzas del orden. El 4 de octubre de 1993, Rutskói y Jasbulátov fueron hechos prisioneros y acusados de haber incitado al desorden público.

    No obstante, la victoria de Yeltsin sobre los conservadores duró poco. Las elecciones de diciembre de 1993 permitieron un inesperado éxito de los partidos nacionalistas y comunistas, en especial del Partido Liberal Democrático, encabezado por Vladimir Zhirinovsky. En febrero de 1994, la nueva Duma anuló los cargos que había pendientes sobre Rutskói y Jasbulátov por las acciones de octubre de 1993, además de garantizar la amnistía a los organizadores del golpe de Estado de agosto de 1991, contra el dirigente soviético Mijail Gorbachov. Yeltsin respondió a los objetivos de los ultraconservadores convocando unas nuevas elecciones con el fin de mantener la presidencia al margen de los reaccionarios.

    En las elecciones legislativas celebradas en diciembre de 1995 consideradas un ensayo para las presidenciales de 1996 los comunistas, encabezados por Guennadi Ziugánov, se consolidaron como la primera fuerza de la Duma, lo que significó un nuevo revés para Yeltsin y puso de manifiesto el rechazo popular a su política. Por otro lado, la descomposición de la sociedad rusa ha permitido el aumento de organizaciones mafiosas que tienen una mayor presencia en la economía rusa.

    Pero los principales problemas han aparecido en el terreno étnico. Aprovechando los enfrentamientos de distintas tendencias en la autoproclamada república de Chechenia (que permanecía fuera de su control desde 1991), Yeltsin decidió intervenir militarmente en diciembre de 1994, desencadenando una cruenta guerra en la que fue bombardeada la población civil chechena; la resistencia de los rebeldes chechenos puso en evidencia la ineficacia del aparato militar ruso, que no pudo hacerse con el control de las principales ciudades de la república hasta mediados de 1995, ni limitar las actividades de los guerrilleros chechenos que actuaron incluso en territorio ruso. A mediados de 1996, tras el asesinato del antiguo presidente checheno Dzhojar Dudáiev, se iniciaron conversaciones de paz que han permitido aliviar la situación.

    En el ámbito internacional, pese a su adhesión al proyecto de Alianza para la Paz, ha rechazado abiertamente la incorporación de sus antiguos aliados de Europa del Este a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), amenazando con incumplir los acuerdos para la reducción de armamento.



    Bibliografía

    ü Sarraihl, Andina, Somoza, "Geografía 2:Eurasia, África, Oceanía y Antártida"

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    Editorial Plus Ultra Buenos Aires, 1996

    ü Bertoncello, García, López, Castro, Minvielle, Zusman "Geografía 2: Sociedades y espacios de Europa, Oceanía, Asia y África"

    Editorial Santillana Buenos Aires, 1996

    ü "Gran Atlas Clarín"

    Año de edición: 2000

    ü Enciclopedia Microsoft Encarta 1997.

    ü "Gran libro del siglo, Clarín"

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    ü Enciclopedia Clarín

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    ü es.wikipedia.org

    ü www.guiadelmundo.com

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    Fecha: 01/10/2007 -- Hora: 13:27:36
    Autor: Carla - karla61@hotmail.com
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    Mensaje: La informacion es de historia no de matematicas



     
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