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LA FIGURA DEL HÉROE EN DOS CUENTOS DE ANDERSEN :
LA SIRENITA Y EL PATITO FEO: DOS POSICIONES FRENTE AL DESTINO.
Prof.: Susana B. Marando
Normal Nº2 Mariano Acosta, UNLaM
“Ese adolescente bailarín, cantarín y narrador es un ser extraño, desconcertante, que a nadie deja indiferente”
F. Böök, E. Bresdorff, R. Boyer, biógrafos de Andersen.
En el presente trabajo se tratará de mostrar cómo se configura la imagen del héroe en dos cuentos de Hans Christian Andersen: “La Sirenita” y “El Patito feo”, seleccionados por su carácter emblemático dentro de la obra del autor, a fin de arribar a una conceptualización de las ideas que constituyen la concepción literaria del autor que nos ocupa.
Concretamente, la hipótesis del presente trabajo es que la condición de inexorable del destino, se obre o no contra él, fue uno de los motivos ideológicos del proceso creativo de Andersen.
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Hans Christian Andersen nació el 2 de abril de 1805 en Odense, Dinamarca, y murió el 4 de agosto de 1875 en Copenhague, en el seno de una familia que simpatizaba con los ideales de la revolución francesa. Huérfano de padre quedó librado a la compañía de mujeres frustradas y desdichadas: madre alcohólica, abuela seca y dura, hermana que termina prostituyéndose, vecinas que viven en la mendicidad, y otras que se dedican a un esoterismo folklórico y oracular que lo determina a lo largo de su vida. Persuadido por predicciones que le aseguran un gran destino, parte hacia Copenhague. Alli lleva una vida poco estable en lo laboral y lo afectivo, pero se siente sostenido en todo momento por un irrefrenable deseo de complacer y de triunfar.
Un alto funcionario lo toma bajo su protección y le asegura un subsidio que le permite vivir decentemente, estudiar y viajar. Durante una estadía en Alemania toma contacto con algunos de los representantes más prestigiosos del movimiento romántico.
Publica sus primeros cuentos en 1835, obteniendo éxito y reconocimiento, lo que le lleva a seguir produciendo al ritmo de un libro por año.
Dueño de una sensibilidad extrema y una personalidad desasosegada y llena de angustia, no lograba sobreponerse a las críticas que recibía en la propia Dinamarca, a pesar de las alabanzas de Dickens o de Hugo.[1]
II._ Anàlisis de La Sirenita
Por excelencia, el cuento más reconocido de Andersen. Al punto de que su protagonista cuenta con una estatua a la entrada del puerto de Copenhague.
El mundo mágico o fantástico en este cuento, el mundo submarino, tiene la misma dimensión dentro del relato que el mundo donde se mueven los seres humanos. Existe en este cuento una rica serie de episodios:
La búsqueda de un alma inmortal es el leit motiv de este cuento. A partir de aquí se puede inferir que esta visión del mundo sugiere un camino de lectura que nos refiere a valores registrados en el campo de lo ético. Específicamente, al “ethos” entendido como “carácter”, “manera de ser”.
La Sirenita compartiría algunos aspectos propios del héroe romántico: la inconformidad ante la determinación del destino, el deseo por el mundo desconocido, la indiferencia ante los medios para conseguir su fin..., pero no son éstos, precisamente, los que la equipararían con el tipo de heroína dramática. Esta heroína sufre por su existencia, en un planteo fundamental: “-¿Por qué no habremos recibido un alma inmortal?- ... Daría de buen grado mis trescientos años de vida para ser hombre durante un día, y tener mi parte en el mundo celestial.”Pero, a lo largo del cuento, aparecen otros atisbos de la misma rebeldía a veces simbolizada en la tristeza:“¡De que buena gana se hubiera arrancado la pesada guirnalda y aquellos adornos!. Mejor le sentarían las flores de su jardín...”, “...Pues no porque las sirenas carezcan de lágrimas sufren menos...”, “- Lo acepto todo, dijo la Sirenita, pálida como una muerta.”.
En su carácter de heroína, debe acceder al ritual iniciático: el viaje de ascenso a los 15 años. El tema iniciático constituye, sin duda, el eje subyacente de los cuentos de hadas. En toda época y lugar la práctica iniciática propicia y persigue el mismo fin: destruir los marcos de la sensibilidad profana para crear un medio sensorial abierto a lo sobrenatural (en este caso, lo sobrenatural es el mundo terrenal). Se altera el régimen sensorial del iniciado que se vuelve “otro”, nacido para “otra” existencia que, si bien se continúa en el ámbito ordinario, se funda sobre otras dimensiones existenciales. La iniciación equivale a la maduración espiritual...[2]
Desea ser humana y para lograrlo abandona a los suyos y elige un camino (pathos) : “- Sea, dijo la Sirena-. Y la bruja puso el caldero al fuego...”.
A lo largo del relato, siempre se comporta y reacciona de acuerdo con su carácter, con su manera de ser (ethos) demostrando así su “areté”. También, a lo largo de su camino descubre el bien y el mal (mathos). Nuestra sirena elige el primero: decide no clavar el puñal en el pecho del príncipe dormido, por lo tanto decide no salvarse: “...Miró por última vez al príncipe (...) y, de un salto, se tiró al agua, donde sintió como el cuerpo se le disolvía en espuma” . La elección de un hacer noble y virtuoso la elevaría a la categoría de heroína trágica que renunciando a su identidad, obtiene a cambio una forma de alma inmortal representada por las “hijas del aire”. No obstante la expiación de la culpa de haber violado las leyes del destino ocupará trescientos años (el mismo término que hubiera tenido su vida).
En el cuento, también hay una ruptura del orden divino (hybris) ya que la sirena acude a una bruja en busca de ayuda para conseguir su objetivo. Las “Hijas del Aire”, los espíritus alados que la rescatan representarían el “deus est machina” aristotélico. También podría pensarse, desde un punto de vista moralizador o cristiano, que la sirenita se encontraría en el Purgatorio (una vida entera para purgar las culpas).
Tal como fue dicho la organización de la estructura narrativa nos marca los pasos de la tragedia clásica, aunque no su forma. La tragedia estaba destinada a mostrar las acciones nobles de los hombres; su finalidad era absolutamente educadora. Si se considera esto último, se podría arribar a la conclusión de que, para Andersen, la literatura debería cumplir la misma función educativa y que debería tender al perfecccionamiento del hombre en su propia dimensión humana, que, desde este cuento, se alcanzaría oponiéndose a la Moira, la suerte que le corresponde en este mundo a cada ser.[3]
El cuento de hadas –por la fascinación y atemporalidad que crea todo relato mítico- tiene la facultad de develar ante los que lo escuchan o leen, fragmentos de ese “mundo otro”, de esa “realidad aparte” que todo hombre atesora en las matrices de su imaginación.[4]
III.- Anàlisis de El Patito feo
Así como La Sirenita es el cuento más reconocido de Andersen, se podría afirmar que El Patito Feo es el más popular y difundido a tal punto que, como afirma Graciela Montes, en El cuento infantil, “(...) los cuentos infantiles con paternidad reconocida, fruto de la creación individual – El Patito Feo de Andersen (...), por ejemplo -, llegaron a tornarse casi anónimos y fueron narrados y vueltos a narrar, abreviados y modificados sin demasiado respeto por el texto original.”
Esta obra pertenece a la variedad de “cuentos de animales”, donde lo característico es la intervención de animales que se comportan como seres humanos y que tiene, en este sentido, vinculación con la fábula. En ocasiones también aparece el hombre (en este caso, los cazadores de ocas, y los niños). En un mundo idílico y bucólico, el patito feo rompe la armonía natural.
Al pasar exitosamente por la prueba iniciática (ya que sabe nadar, no es un pavo), genera un estado de confusión entre sus supuestos congéneres, más grave que si no hubiera pasado la prueba. La madre expresa: “...Pronto saldremos de dudas. Entrará en el agua aunque tenga que tirarlo yo misma a la fuerza.” Y luego, al verlo nadar dice: “¡Es hijo mío! Bien mirado, no es tan feo.”. Más tarde, y en su defensa, lo determina: “- Además, es un varón la hermosura es lo de menos. Será muy fuerte y se abrirá paso en el mundo”. De todos modos, la madre necesita justificar la anomalía:“...Eso le viene de haber estado demasiado tiempo en el huevo”.
Asì, con sus “diferencias”, el patito parte del seno familiar. No accede a la aventura, sino que, en busca de “un lugar donde dormir y donde beber un poco de agua cenagosa”,va al encuentro de su destino. Distintos episodios lo acercan o lo alejan de aquél: los patos salvajes, los ánsares muertos por el cazador. . . hasta llegar al encuentro de la bandada de cisnes. El patito no hace, no elige, no decide, no se contrapone al destino. El patito va. Y su destino es de esplendor: “¡Poco importa nacer en un nido de patos cuando se sale de un huevo de cisne!”. Sin embargo el esplendor lo avergüenza, ya que“quien tiene buen corazón, nunca es orgulloso”.
El patito feo encarna en su historia el mismo mitema[5] de Edipo: existe un cambio de cuna, que el héroe desconoce; existe un destino que se cumplirá de manera inexorable; existe un camino hacia los sucesos, donde no hay elecciones; no existe objeto de deseo para la epopeya; existe un “conócete a ti mismo” que se cumple con el final de la historia.
De acuerdo con “el camino del héroe” expuesto por Campbell en “El héroe de las mil caras”, los pasos son:
Los iguales lo reciben como espléndido. La fealdad entre los distintos, es la llave de la felicidad entre los iguales.
IV.- COMPARACIÓN Y CONCLUSIONES.-
Ambos cuentos son plenamente antitéticos. En La Sirenita, el destino predeterminado no es aceptado por la heroína, que se esfuerza a lo largo de todo el relato para vencerlo: acude a la magia, se sacrifica, se opone a los designios de su naturaleza. El patito feo, en cambio, no tiene conciencia de destino, simplemente acepta la interacción con el mundo como la naturaleza inevitable. A pesar de ello, accidentalmente se topa con su destino al enfrentarse al espejo del lago.
En el primero lo maravilloso y la magia coexisten con la realidad vulgar del mundo terrenal. Las sirenas son seres fantásticos, al igual que las brujas, las Hijas del Aire, y los príncipes maravillosos.
En el segundo, la naturaleza existe per se. Si algo mágico ocurre, no es más que el proceso natural.
La sirenita ejerce una mirada platónica del mundo, se enamora del príncipe por su parecido con la estatua que guarda en su jardín. El patito aristotélicamente, experimenta el mundo hasta hallar su verdad: La pertenencia.
El costo de la sirenita, al forzar su destino, es la perdida de la identidad al disolver su integridad física en la espuma del mar. El premio del patito, es el hallazgo de su identidad y la consagración de su integridad al ser el “más hermoso de los cisnes”.
En ambos cuentos, existe una realidad no dicha que configura dos formas de tabú:
En la sirenita, la posesión de piernas conlleva a la posesión de un sexo genitalizado. No está dicho, pero es obvio.
En el patito, lo no dicho es el origen. ¿Cómo llegó el huevo del cisne al nido de la pata?
Estas variantes determinan los dos tipos de héroes. La heroína Sirenita pretende conseguir lo no dicho (el sexo genitalizado) como fin último, ya que la procreación humana es la única forma de trascendencia y de acceder a la posesión de un alma. El héroe Patito parte de lo no dicho (su origen oculto) que es causa fuente de la historia que desarrolla.
Andersen no toma partido. Cuenta dos historias que por comparación rompen con la dicotomía del bien y del mal, función moralizadora típica del siglo XVIII. El autor privilegia la fantasía y la imaginación por sobre la ética y la pedagogía; aunque no desaparece del todo la función didáctica, lo que prevalece es adaptar las obras (en estos casos, las historias heroicas) al niño, poniendo en primer plano la imaginación. Cumple así con el cometido de transformar el cuento de hadas en verdadero material de lectura infantil y esta vez no por la ley de caducidad sino por un auténtico encuentro entre emisor y destinatario[6]
BIBLIOGRAFÍA
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[1] Soriano, Marc. La literatura para niños y jóvenes. Red Federal de Formación Docente Continua. Ministerio de Cultura y Educación de la Nación, Ed. Colihue, 1999, Pág. 75
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