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Título: Principales dificultades que enfrentó la economía de plantación en la región habanera (1790-1825) [1].
Autor: Dúnyer Pérez Roque.
Cuba, y la economía de plantación, debieron enfrentar una serie de circunstancias específicas en el último cuarto del siglo XVIII, que pudieron llevar su creciente florecimiento a un final catastrófico. Una vez satisfecha la demanda interna, y la de la metrópoli, la industria azucarera peligraba de caer en un equilibrio entre producción y demanda. Esta peligrosa situación se complicaba aún más por la rápida desintegración del imperio colonial español en América. De la misma manera que el alto precio del azúcar lanzó a Cuba, de forma violenta, al cultivo de la caña, produjo idéntico efecto en las Antillas inglesas y en otras partes, llegándose a obtener hacia 1800, un exceso de producción que saturó el mercado. El auge azucarero experimentado a partir de 1792 queda paralizado al iniciarse el siglo XIX por la baja brusca del precio de este dulce, arruinando a una treintena de ingenios cubanos (ver Gráfico I).
Aún recuperándose de este obstáculo, ocurrió un embargo decretado por los Estados Unidos en 1807, durante la guerras de Inglaterra y Francia, con el consecuente cierre de los puertos norteamericanos al comercio exterior y la prohibición de la navegación a los buques de esa bandera. Esto asestó un nuevo y duro golpe a los productores cubanos, los que encontraban en los barcos de este país la mayor parte de la salidas de sus frutos. Para colmo, Inglaterra, aliada con España, era un peligro para Cuba, pues con permiso para comerciar con la isla, hacía intercambios, pero no se llevaba el azúcar acumulado en los almacenes sin posibilidades de venta [2].
En 1808, Napoleón Bonaparte invadió España. La ocupación francesa colocaba sobre el tintero la posibilidad de que el Nuevo Pacto Colonial se hiciera añicos. En Cuba se propuso la creación de una junta en apoyo a Fernando VII. Con el dominio entre los juntistas hispanos de elementos mercantilistas, y entre ellos el peso fundamental de los monopolistas sevillanos. Estos tuvieron representantes en Cuba que actuaron de conjunto contra Arango.
Para la segunda década del siglo XIX, dos nuevas amenazas se presentan para las producciones cubanas: la aparición de un competidor terrible, el azúcar de remolacha, convertido en producto comercial prácticamente a la fuerza, fundamentalmente, por la voluntad estatal francesa, encabezó una lucha encarnizada, durante el resto del siglo XIX, con el azúcar de caña; y el segundo elemento lo constituye la supresión legal del tráfico de esclavos.
La introducción de la máquina de vapor supuso el crecimiento de los ingenios, pero, no obstante, este proceso fue lento, no solo por las condiciones poco favorables para la agroindustria, sino porque existían otros obstáculos materiales que hacían imposible fábricas demasiado grandes. Entre estos, se encontraban en primera línea, los medios de transportes, el aprovisionamiento de combustible y la necesidad de contar con enormes boyadas para el traslado de caña y azúcar. Además, con la mano de obra esclava, se incluían los gastos de alojamiento, manutención, curaciones, etc. durante todo el año, los que representaban una erogación de capitales realmente enorme. Además de los elementos antes señalados, la plantación habanera debió afrontar dificultades particulares de falta de capitales, mano de obra, instituciones, infraestructura y tecnología (adelantos científico-técnicos) imprescindibles, sin los cuales este modelo no hubiera podido subsistir.
Si bien los capitales amasados por la clase económicamente dominante habanera durante los siglos XVI, XVII y XVIII, resultado de un largo proceso acumulativo, permitieron en parte, el inicio de la plantación; pero los mismos resultaban, por sí mismos, insuficientes para mantener este sistema. Aunque se nota la catalización del proceso de desarrollo financiero en esta etapa, continúa la preponderancia del capital comercial. Luego de 1806, en que concluyen los situados de México [3], la isla caribeña se debió valer por sí misma para sufragar sus gastos. Este hecho se produce en un contexto en que Cuba posee una balanza comercial favorable, gracias a la triplicación del precio del azúcar desde 1793.
Un papel importante en el proceso inversionista azucarero ocurrido en Cuba se produjo gracias a la presencia extranjera; pero la mayor parte era resultado de las condiciones internas, específicamente a las creadas por el boom azucarero de 1790-1800. El principal motor para el financiamiento era, en esta época, la refacción agrícola [4], obtenida, sobre todo, de los ramos del azúcar y del café. La refacción azucarera era resultado, en gran medida, de las acciones del grupo comercial insular.
Estos eran los proveedores de todos los elementos necesarios para el normal funcionamiento de la zafra, además de funcionar como "banqueros", a falta de instituciones crediticias [5]. La tendencia fue a la dependencia del elemento externo o de un solo gran capital privado. Con el paso del tiempo, solo los grandes hacendados, que simultaneaban la función productiva con la comercial, pudieron enfrentar sin ayuda del extranjero, la creación de ingenios de primera calidad. Esto favoreció el aumento de la dependencia del hacendado al comerciante y propició la difusión de las sociedades por acciones. Además, las entradas a las Arcas Reales no cesaron; la riqueza para Cuba, lo era igualmente para España (ver Tabla 1).
La intensificación de la plantación, y consecuentemente, la explotación sobre los esclavos, es la causa fundamental de su aumento colosal. Moreno Fraginals explica el visible aumento que arrojan los censos y padrones: en 1792 son 84 500 los negros; el de 1817 arroja 225 000. Según los cálculos de rendimiento, un ingenio de primer nivel no podía contar con menos de 200 esclavos [6]. Ante la dura situación que se avecinaba después de 1817 (una coyuntura antiesclavista) el quinquenio de 1816-1820 fue de una fuerte introducción negra con un total de 111 014 personas [7].
Como durante este período hubo una gran entrada de mano de obra, la oferta superó la demanda, y por ello los precios bajaron. Esta tendencia bajista, además, estuvo condicionada, por la existencia de un cuantioso stock en los almacenes. La libre introducción de esclavos en Cuba empezó a sufrir alteraciones, motivado por la firma del tratado anglo-español de 1817, bajo presión inglesa, en el cual se comprometía España, para 1820, suprimir la trata. Su rúbrica no significó, sin embargo, el fin del contrabando humano, sino la adición de un porciento para el soborno de las autoridades.
La signatura de este tratado causó inquietud y protestas entre los productores cubanos; pero con el tiempo, sus dudas se disiparon. Después de 1820, el comercio de esclavos continuó tan vivo como antes. La continuidad de la trata, ahora de forma ilegal, unida a la entrada del azúcar de remolacha al mercado internacional, encareció el precio adquisitivo del esclavo. Por esto, les urgía a los hacendados habaneros la reducción de los costos de producción, los cuales se encontraban recargados con los cuantiosos recursos que debían emplear en los transportes, al punto de que cada caja de azúcar se encontraba con un aumento entre 10 y 20% de su valor [8].
Como entre 1821 y 1840 la presencia de los negros en las plantaciones es abundante, resultó más rentable el sometimiento y explotación de estos al máximo, reduciendo su vida útil, que el alargarles la vida. En este proceso, la máquina de vapor aplicada al trapiche fue un elemento más en el consumo de brazos y en aumento de la producción de los ingenios. A pesar de que el negro esclavo africano fue la solución a la mano de obra azucarera, el obrero asalariado, igualmente, jugó un papel importante en este. Así mismo, el ingenio, en su expansión, va absorbiendo el remanente del campesinado desplazado por la plantación. El asalariado, desde finales del siglo XVIII, participa de forma activa en la producción azucarera. El desmontaje y chapeo de los bosques, la construcción de las edificaciones de los ingenios, la dirección técnica, o el corte y acarreo de caña, son algunas de sus labores. Estos se insertan en el mundo esclavista del ingenio, logrando una simbiosis de trabajo esclavo con asalariado muy interesante. No hay sustitución de uno por el otro, sino mezcla, simultaneidad.
Incluso,
este proceso ve nacer una categoría intermedia, no "pura": el esclavo
alquilado. El ingenio absorbió toda la mano de obra disponible. Igualmente, en
el sector fabril del ingenio, hubo asalariados que trabajaron junto a los
esclavos. Pero como el mercado laboral era pequeño, y
La agroindustria cañera, desde el siglo XVI y hasta parte del XIX, dependió en gran medida, de la fundación de nuevos ingenios para ampliar sus áreas cultivadas, pues sus unidades tecnológicas no podían procesar más materia prima que la limitada a su entorno. Igualmente, entre las limitantes tecnológicas de la época, se incluyen las carretas (ver Ilustración 1) y el arria de mulas (ver Ilustración 2), que eran casi los únicos medios para el transporte de mercancías hacia los puertos cubanos, lo cual retrasaba todo el ciclo económico cubano.
La
expansión de los cultivos comerciales de
Al mantenerse, en esencia, las técnicas artesanales, el ingenio cubano se extiende y amplía en esclavos y equipos, provocando un particular crecimiento sin desarrollo. Se crea así, a partir de 1820, el ingenio semimecanizado, el cual, si bien es altamente rentable, es igualmente inestable, con tendencia a entrar en crisis al menor síntoma de alteración dentro de los parámetros de su época. El molino fue el equipo del ingenio que sufrió un cambio más radical. Fue el "cuello de botella" [11] de la gran manufactura de principios del siglo XIX.
Un
trapiche vertical, dentro de los mejores
requerimientos técnicos, solo podía moler 170 t aproximadamente de caña. Por
eso, la gran solución a este problema fue la instalación de dos o más trapiches
de este tipo. Si bien esto rompió esta traba, creó un serio problema de
circulación y trabajo, al tener que emplear de
También sus partes y componentes de madera fueron sustituidos por los de hierro, dándole más fuerza y durabilidad. Los primeros trenes (grupo de pailas -recipientes- sobre un mismo cañón de fuego) introducidos en Cuba fueron los llamados franceses, conformados por cinco pailas en sucesión, alrededor de 1780. La gran manufactura de principios del siglo XIX reproduce y amplía los trenes franceses, agregándoles ligeros cambios [14]. A pesar de que constituyeron un notable paso de avance para su época, tuvieron que ser desechados rápidamente, pues exigían un cuidado que no se le podía pedir a los esclavos [15]. Este experimento fue reproducido por los hacendados cubanos hasta la saciedad. Así, la gran producción azucarera habanera se realizó cuantitativamente: aumentándolo todo. La forma más generalizada, de cuatro pailas y dos defecadoras -para purgar el azúcar- se llamó tren jamaiquino [16].
Todo
este cuadro de florecimiento económico, como resulta lógico, demandaba una
creciente y más eficaz comunicación entre todos los puntos de la geografía
insular cubana. Este será el asunto pendiente, desde el inicio mismo de la plantación, y que venía observándose desde
hacía tiempo, y no se había resuelto. Desde
los años inmediatos a los sucesos de Saint Domingue, se tomaron pasos en esta dirección. La faena
publicitaria de
Ejemplo
de ello son las Memorias publicadas desde 1795, de Juan T. de Jáuregui y Nicolás Calvo, además de otras,
no divulgadas, de Esteban
El
principal contribuyente para la destrucción de las calles no era el vehículo,
sino su mala construcción [24].
Por eso, el remedio para este mal era el empedrado. A
"Excelentísimo Señor: Las varias
investigaciones que he hecho en mis viajes por Inglaterra [y el] convencimiento
de que nada ha contribuido tanto como la construcción de caminos y (...)
canales navegables (...) [a su desarrollo] me animan a llamar la atención a V.E. sobre
este asunto contraído únicamente a
El
aumento productivo, así como la necesidad de organización del mismo, ponen de
manifiesto la urgencia de crear instituciones que fuesen capaces de controlar
el funcionamiento de la economía cubana en general, y de la plantación
azucarera en particular, sin dudas, un pilar importante de la misma, como
instrumentos para una mejor dominación y explotación sobre los recursos
económicos de
La
creación de
La
nueva Intendencia quedaba creada oficialmente en 1764, pero, por diversas
razones, no se celebró su primera reunión hasta 1767. Según las
reales instrucciones, este funcionario tenía prerrogativa en tres
departamentos: Hacienda, Guerra y Rentas Reales. En este último ramo, tenía poderes casi ilimitados, al ser la figura
centralizadora de la economía y las finanzas del país. Aunque no poseía cargo
militar, se le anexaba todo lo referido al aprovisionamiento del ejército y
marina real. Igualmente, con el
tiempo,
Los
temas sobre la carencia y precariedad de los caminos que requería Cuba, y en
particular
Poco
después de fundada
Este
cuerpo sirvió para colegiar los intereses económicos tanto de los comerciantes
como de los productores. Ambos encontraron el espacio que buscaban para canalizar sus aspiraciones
clasistas en esta institución. Ambos grupos trabajaban unidos en pos del mismo
objetivo común: el desarrollo y expansión de la plantación. Se necesitaban el
uno al otro; se complementaban en pos de utilidades comunes. Su composición
inicial así lo demuestra: Ignacio
Montalvo y Ambulodi, conde de Casa Montalvo (Prior), acompañante de Arango en
el viaje concebido en su proyecto; Juan
Tomás de Jáuregui y Mayora y Lorenzo de Quintana (comerciantes
designados Cónsules); los Marqueses de Casa Peñalver (Gabriel Peñalver y Calvo
de
Prácticamente la única preocupación de los productores habaneros, en el sector agrícola cañero, fue la mejora e introducción de nuevas variedades, intentando reproducir en Cuba los éxitos, supuestos o no, del extranjero. Tal fue el caso de la caña de Otahití, de la cual los productores habaneros constataron su enorme crecimiento en nuestro país, y realizaron una expedición a buscar nuevas semillas a la isla dinamarquesa de Santa Cruz, en 1798 [33]. Anteriormente, en carta de D. Fidel Duclesmeur a los Sres. Prior y Cónsules del Real Consulado el 4 de mayo de 1796, este ofrece sus servicios para garantizar la introducción de cepas de cañas de Otahití a los hacendados habaneros, que según él, se había enterado un vecino de la isla de Trinidad de estas intenciones. Este intento no se concretó [34]. En su búsqueda de renovar los métodos agrícolas, intentaron proyectos de sustitución de la tradicional fuerza motriz animal para mover los obsoletos trapiches.
Tal fue el caso de Pedro Diago, que intentó construir el primer trapiche de viento para su ingenio en 1800, el cual resultó un fiasco, pues sus frecuentes roturas impedían su normal funcionamiento [35]. Otra de las variantes aplicadas fue las traducciones de distintas obras de temática azucarera al idioma castellano, a fin de ilustrar a las clases económicamente dominantes sobre las consideradas mejores técnicas del momento, teniendo esta clase en Francisco de Arango y Parreño, a uno de sus más apasionados defensores [36]. Igualmente, el fomento de la inmigración blanca, a fin de proporcionar los técnicos especializados en el sector azucarero, fue otra de las vías de desarrollo [37].
Gráfico 1. Movimiento de los precios azucareros (1790-1820).
El
nivel de 40 chelines cwt/CIF London se consideraba altamente remunerativo para
el productor cubano medio. Por lo tanto, esta es una etapa de extraordinarias
ganancias: solo en 1807 el azúcar baja de este límite. Fuente: Moreno
Fraginals, Manuel. El Ingenio: Complejo Económico-Social Cubano del Azúcar. Editorial de Ciencias Sociales,
Tabla 1: Ingresos a
las arcas de
Año |
Ingresos (pesos) |
1760 |
163. 605 |
1780 |
1.001.111 |
1810 |
4.114.708 |
1830 |
8.922.547 |
Fuente:
Pezuela, Jacobo de la. Diccionario
Geográfico, Estadístico, Histórico de
Ilustración 1. La
carreta constituyó, antes de la llegada del ferrocarril, el medio básico de
transporte para el traslado de azúcar desde los ingenios hasta los puertos.
Fuente: F. Mialhe: Isla de Cuba Pintoresca. Imprenta de
Ilustración 2. El
arria constituía prácticamente el único medio de transporte en las regiones más
intrincadas y distanciadas de los principales puertos de exportación. Fuente:
F. Mialhe. Isla de Cuba Pintoresca.
Imprenta de
Ilustración 3.
.
Ilustración 4. El
tránsito de azúcares en carretas por la ciudad afectaba el estado constructivo
de las calles, pues era, con sus enormes ruedas, un poderoso contribuyente a su
deterioro. Fuente: F. Mialhe. Isla de
Cuba Pintoresca. Imprenta de
Mapa 1. Durante la
toma de
Mapa 2. Este mapa de
1788 destaca el tortuoso camino que unía a
Mapa 3. Área
incorporada a la plantación y densidad de población en 1800. Obsérvese la
saturación de la zona cercana inmediata a
Mapa 4. Bosques y
terrenos cultivados en 1816. Nótese el
avance de la plantación en la zona habanera y matancera para esta fecha.
Fuente: Museo Naval de Madrid, Mapas, 17-D-9. En: Funes Monzote, Reinaldo. De
los bosques a los cañaverales. Una historia ambiental de Cuba (1492-1926).
Editorial de Ciencias Sociales,
[1] Este trabajo forma parte del Capítulo I de la investigación presentada por el autor en su Tesis de Licenciatura por la Universidad de La Habana en junio de 2012, tutorada por el Dr. Arturo Sorhegui D Mares.
[2] El azúcar almacenado durante un lapso de tiempo pierde calidad, y por consiguiente, baja su precio. Esto suponía la ruina económica de los productores habaneros.
[3] Muy
importantes para Cuba, y en particular para
[4] Para profundizar sobre esta temática, ver el texto de Mercedes
García Rodríguez. Entre haciendas y plantaciones: orígenes de la manufactura
azucarera en
[5] Desde
1797 existe la idea de crear una corporación de este tipo. En 1816, se preveía
la formación de un fondo mediante los aportes de los hacendados. El Banco de
San Fernando, o de Fernando VII, fue la copia en Cuba del creado en España en
1829, en sustitución del de San Carlos, el cual quebró. El Banco de San Carlos
inició sus funciones en 1832, pero tuvo un alcance limitado, por su duración
-cerró en 1842- y porque no realizaba grandes operaciones con particulares, a
pesar de que le ganaba al interés personal, pues su tasa era del 10%, comparada
con el 16 o 18% de los "banqueros" individuales. Ver: Le Riverend, Julio. Historia
Económica de Cuba. Editorial de Ciencias Sociales, [
[6] Moreno Fraginals, Manuel. El
Ingenio: Complejo Económico-Social Cubano del Azúcar. Editorial de Ciencias Sociales,
[7] Ibídem, p. 265.
[8] Le Riverend, Julio. Ob. cit., p. 237.
[9] En un escrito de Arango y Parreño, en 1805, el habanero estimaba que, por trabajos iguales, un productor habanero pagaba 200 pesos anuales dentro de la esclavitud, mientras derogaba 400 pesos en los casos de un trabajador libre. El cálculo para el esclavo, incluye su mantenimiento y la amortización anual del capital invertido. Ver: Informe de D. Francisco de Arango y Parreño al Sr. D. Rafael Gómez Roubaud. En: "Obras", tomo 1, p. 520, nota 86.
[10] Se afirmaba comúnmente que se podían producir 40 cosechas (zafras) sin resiembra.
[11] Moreno. Ob. cit., t. I, p. 203.
[12] ídem.
[13] Ibídem, t. I, p. 206.
[14] Ibídem, p. 214.
[15] Ibídem, p. 215, nota 58.
[16] Ibídem, p. 216.
[17] Moreno. Ob. cit., t. I, p. 149, notas 17 y 18.
[18] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente sobre los medios que convendrá adoptar para la construcción de caminos necesarios, Exp. 28, Leg. 115, p. 138.
[19] Este órgano, desde su fundación, contaba con el "derecho de avería", el que representaba el 0,5 % sobre el valor de todos los productos y mercancías importados y exportados. A partir de 1818 se crea el "impuesto sobre caminos". La suma total de estos entre 1794 y 1828 ascendió a 2 438 444 pesos, lo que implicó un promedio de 70 000 pesos anuales. Si tenemos en cuenta que el Consulado calculó el costo de la construcción de cada legua de calzada en 17 500 pesos, se puede inducir que cada año solo se podían construir 4 o 5 leguas de caminos nuevos, sin contar las reparaciones anuales a los ya construidos.
[20] Moreno. Ob.cit., p. 149.
[21] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Junta de Fomento, Carta del Real Consulado a Pedro Diago, Exp. 4858, Leg. 115.
[22] Rafael de Quesada y Arango. Informe
expresivo de las causas que han motivado hasta ahora la edificación de caminos.
Imprenta de
[23] Moreno. Ob. cit., t. I., pp. 155-156.
[24] Ibídem, p. 156.
[25] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente sobre la comisión conferida por S.M. al Conde de Mopox y Jaruco acerca de canales y caminos en esta Isla, Exp. 81, Leg. 115, p. 1.
[26] En 1756 había existido una
Intendencia en
[27] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Miscelánea
de Libros, no. 3746. Esta no se establece de inmediato, entre otras razones,
por no residir en
[28] Memorias de
[29] Memorias de
[30] A partir de esta fecha, el tema de
caminos y calzadas no desaparece, pero va cediendo espacios que antes ocupaba
ante el empuje que le impone la dinámica ferrocarrilera y canalera -esta última
en menor medida- por constituir prácticamente el único medio de transporte y
comunicaciones internas hasta ese momento, y por ser el camino de hierro un
tema que se empieza a estudiar -a propuesta de
[31] Arango y Parreño tenía una pésima opinión sobre la creación de los Reales
Consulados, sobre todo de su copia en Cuba. En el criterio del habanero, la
solución no era esta, sino una Junta Protectora de
[32] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Memoria general de las obras públicas realizadas en la Isla de Cuba (1795-1858), Núm. 26478, Leg. 512., p. 5.
[33] Moreno. Ob. cit., t. I, p. 175.
[34] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente sobre introducción de la caña de Otahití en esta Isla. Exp. 70, Leg. 92.
[35] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente relativo a la edificación del primer trapiche de viento inventado por D. Pedro Diago. Exp. 289, Leg. 93.
[36] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente sobre traducir al castellano las obras francesas de Dutrone de la Couture y Corbeaux acerca del cultivo de la caña. Exp. 40, Leg. 92.; Expediente promovido por el Sr. Francisco Arango invitando a la Junta para que haga traducir la obra de Richardson sobre cultivo de la caña y elaboración del azúcar, Exp. 2261, Leg. 94
[37] Archivo Nacional de Cuba, Fondo Real Consulado, Expediente promovido por D. Antonio Morejón y Gato ofreciendo por el método francés el cultivo de la caña de azúcar y la elaboración de este fruto, solicitando licencia del Gobierno para traer a su costa varios artífices y agricultores franceses. Exp. 20, Leg. 92.
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