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Título: La época de los "nuevos ricos de la plantación"[1] azucarera en Cuba (1825- 1840)[2].
Autor: Dúnyer Pérez Roque
Las dificultades que para el triunfo de la opción plantacionista se lograron subvertir entre 1770 - 1825, volvieron a resurgir hacia finales de la década de 1830, cuando los llamados nuevos ricos de la plantación62 superaron con un determinado éxito los nuevos peligros y exigencias que en materia de rentabilidad y rebaja de los precios del azúcar les imponía el mercado mundial. Nuestros historiadores tampoco han profundizado sobre el impacto, desde el punto vista económico-social, que representó la necesidad de dotar a Cuba de una adecuada infraestructura y muy especialmente una red caminera que abaratara los costos. Si bien ha sido tocado el tema, falta mucho camino por recorrer en el análisis sobre su incidencia en la cuota de ganancia de los sectores dominantes azucareros cubanos. De todo el complejo multifactorial que incidía en la rentabilidad de la plantación azucarera, la infraestructura influyó decisivamente sobre los costos finales de la producción.
La
reducción de los costos supuso un nuevo proceso inversionista de gran
envergadura por parte de la oligarquía
habanera. En la mejora de la infraestructura el punto nodal estaba representado
en el problema de los caminos, considerado como la "asignatura pendiente",
desde 1790, de la plantación en
Las
carencias económicas metropolitanas, así como su convulsa situación interna y
la posterior pérdida de su imperio colonial, le proporcionaron a la clase
dominante en Cuba la posibilidad de perfeccionar un nuevo aparato
institucional, económico y político. Los hechos que permiten caracterizar el
inicio de esta "nueva época" son, fundamentalmente, dos: el ascenso de Claudio
Martínez de Pinillos a
Prácticamente
todas las iniciativas de importancia en la técnica azucarera durante el período
1830-1860 se asocian a miembros de este
grupo. Por ejemplo: Wenceslao de Villaurrutia fue el introductor del "tren
Derosne", que constituyó un hito decisivo en la transformación en manufactura
azucarera, secundado por Joaquín de Arrieta. Juan Poey pudo exhibir durante
treinta años el ingenio mejor equipado de Cuba (Las Cañas). O el caso de la
familia Diago, promotora de importantes experiencias técnicas y laborales. A
este grupo pertenecieron, igualmente, dos de los tres miembros de
El advenimiento de
Claudio Martínez de Pinillos, conde de Villanueva, a
Si bien el Intendente concentraba en sus manos el
poder económico de Cuba, el Capitán General aún era la máxima figura colonial.
Las contradicciones entre estos poderes paralelos irán aumentando con el
tiempo, y alcanzarán su cúspide en el gobierno del General Miguel Tacón y
Rosique (1834-1838). El reflejo de dichas desavenencias entre ambos se
expresarán de diversas maneras: de las más visibles serán la temática
constructiva citadina (sobre todo fuentes, mercados y teatros) y en la
construcción del primer ferrocarril Habana-Güines.
Aquí afloran, sin cortapisas, las divergencias entre los dos máximos poderes en Cuba; el español perderá esta batalla,
con la anuencia de
Dificultades a vencer por el nuevo grupo plantador.
Con el desarrollo y consolidación del mercado mundial capitalista, la burguesía europea y norteamericana recurrió a un novísimo concepto económico: la bolsa de productos. El desarrollo bursátil (de productos, no de valores), si bien no se desarrolló igual en todos los países, estableció un nuevo tipo de relación productor-consumidor, aunque se regía por las leyes generales del comercio. Esto complejizó la producción y comercialización azucarera. También introduce los primeros síntomas de especulación financiera, pues se comercia con el producto sin contar con él físicamente, como es el caso del azúcar, llegando incluso a venderse dos o tres zafras por adelantado (denominado ventas de futuros).
Por esto, los azucareros cubanos se prepararon muy bien en estas novísimas técnicas económicas, a fin de modernizar sus técnicas y métodos comerciales y consolidar su papel en la arena internacional. Si bien no fueron especialistas en esta temática (en el período 1790-1840), si lo fueron décadas después, cuando el azúcar internacional se rija por la bolsa Habana, siendo la primera vez -y única- en la historia en que una colonia estableció cantidad y disponibilidad de productos en el mercado internacional.
En 1826 surgen en Francia los primeros grupos de grandes fábricas de azúcar de remolacha, cuya producción alcanza ese año 2 400 toneladas métricas. Esta cifra comienza a crecer rápidamente con el paso del tiempo en Europa (ver Tabla 1). La entrada de este competidor en el mercado azucarero internacional, se reflejó en la inmediata baja de los precios entre 1829 y 1833, los cuales llegaron a representar el 50 porciento de los prevalecientes con la primera década del siglo XIX. Este complejo panorama se agrava con la creación, en 1837, en Pennsylvania, Estados Unidos, de una sociedad con el objetivo de introducir en el país el azúcar de remolacha[4], tomando como referente a Francia.
Esto se veía como una amenaza desde todos los puntos de
vista, que complicaría y afectaría grandemente las producciones cubanas de azúcar, pues sumaría otro poderoso
competidor al convulso mercado internacional. Este tema va ganando espacio y
fuerza dentro de la élite azucarera cubana, y la publicación de trabajos sobre
esta materia en el seno de
En otro escrito se habló de las ventajas y desventajas que entrañaba la competencia para el mejoramiento de las producciones, y en general, para el progreso del mercado[6]. A pesar de la existencia de la rivalidad extranjera, con tal de destruir las producciones cubanas, los hacendados cubanos valoraron que les favorecían una "multitud" de circunstancias para salir victoriosos de esta lucha de intereses. La competencia del azúcar de remolacha le imprimió una nueva dinámica al azúcar cubana, pues conllevó a una mayor eficiencia en la esfera productiva, a fin de incrementar la ganancia y reducir los costos, con tal de no sucumbir ante los productos euro-norteamericanos, y consecuentemente, perder los mercados conquistados, obteniendo beneficios por bastante tiempo.
Tabla 1. Producción total extranjera de remolacha: 1820-1840. Unidad: toneladas métricas.
Años |
Remolacha |
1820 |
- |
1821 |
- |
1822 |
- |
1823 |
- |
1824 |
- |
1825 |
- |
1826 |
4 200 |
1827 |
5 200 |
1828 |
6 380 |
1829 |
8 061 |
1830 |
10 520 |
1831 |
12 539 |
1832 |
15 000 |
1833 |
26 000 |
1834 |
35 000 |
1835 |
35 349 |
1836 |
33 775 |
1837 |
61 914 |
1838 |
52 357 |
1839 |
40 408 |
1840 |
48 177 |
Nota: La pleca (-) indica que el valor es 0, o no conocido.
Fuente: Moreno Fraginals, Manuel. El
Ingenio: Complejo Económico-Social Cubano del Azúcar. Editorial de Ciencias
Sociales,
[1] Estos fueron inmigrantes llegados a Cuba en el último cuarto del siglo XVIII y principios del siglo XIX, así como sus descendientes, los que, atraídos por la plantación naciente, se abrieron paso, generalmente, desde el comercio -tanto de mercancías como de personas o alguna otra actividad terciaria- e invirtieron cada vez más sus fortunas en ingenios azucareros, aunque sin abandonar su actividad mercantil original. Ejemplos de ellos lo constituyen las familias Aldama, Alfonso, Arrieta, Diago, Martínez de Pinillos, Poey y Villaurrutia. (Definición de Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García Álvarez, en Caminos para el azúcar, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1987, p. 114).
[2] Este trabajo forma parte del Capítulo II de la investigación presentada por el autor en su Tesis de Licenciatura por la Universidad de La Habana en junio de 2012, tutorada por el Dr. Arturo Sorhegui D Mares.
[3] Moreno Fraginals, Manuel. El Ingenio: Complejo Económico-Social Cubano del Azúcar. Editorial de Ciencias Sociales,
[4] Memorias de
[5] Ibídem, p. 122.
[6] Memorias de