01-11-2006, 07:11 AM
Es muy conocido el caso del Maestro que le señala la luna al discípulo con el dedo y el discípulo en lugar de ver la luna sólo puede ver el dedo. Los estudiantes de filosofía franceses saben mucho acerca de los discursos, de sus formas, estructuras, disposiciones, etc. Pero no saben lo fundamental: que los discursos son indicadores que señalan y representan algo que está más allá de ellos, lo que se señala no se encuentra en los discursos. Los discursos cumplen la función del dedo que señala la luna, pero el dedo no contiene la luna, en el dedo no se puede encontrar la luna, así como en los discursos no se puede encontrar las realidad a las que se hace referencia. Los estudiantes franceses conocen mucho de dedos-discursos, pueden hablar horas acerca de ellos, pueden decir todos los tipos de dedos que hay, los tamaños, las arrugas que tienen, los colores, cómo huelen, pero no saben lo fundamental: dar el salto hacia la luna para contemplarla.
Claro, uno se pregunta qué pasa con sus maestros, ¿acaso ellos tampoco pueden ver más allá de los dedos-discursos? No, ellos son profesores de filosofía, no filósofos, no pueden ver la luna, sólo saben de dedos y enseñan sobre dedos, pero nada más. Los profesores de filosofía jamás han podido salir de sus cabezas, sólo saben de dedos y sólo ven dedos, pero no saben usarlos, salvo para metérselos en la nariz para sacarse los mocos.
Entonces pueden encontrarse con uno de estos profesores o estudiantes y se darán cuenta que no tienen nada de sentido común, parece como que no entendieran nada de nada, en las cosas que nadie duda, ellos muestran orgullosos su duda, el método de la filosofía es la duda sistemática, el no dar nada por sentado, en dudar de todo para encontrar así las certezas últimas que den cuenta de las cosas. Cuando hablen con ellos y noten que se han perdido en sus razonamientos circulares verán que como defensa recurren al mismo recurso: señalarles a ustedes cómo emplean sus discursos. Compensan el no saber nada de nada, con el hablar acerca de los discursos, le señalarán cómo se expresa, la forma que tiene de emplear los discursos, las palabras, cómo se representa en los vacíos, etc. Las personas menos entendidas pueden quedar impresionadas con este saber de dedos-discursos, pero el maestro o él filósofo de verdad, no cae en esos trucos. Pueden desarmarlos inmediatamente y mostrar quién es un discípulo que nada sabe y quién es un verdadero filósofo.
Lo importante es la luna, cualquier cosa puede emplearse para señalarla, sin embargo, pocos pueden verla.
Claro, uno se pregunta qué pasa con sus maestros, ¿acaso ellos tampoco pueden ver más allá de los dedos-discursos? No, ellos son profesores de filosofía, no filósofos, no pueden ver la luna, sólo saben de dedos y enseñan sobre dedos, pero nada más. Los profesores de filosofía jamás han podido salir de sus cabezas, sólo saben de dedos y sólo ven dedos, pero no saben usarlos, salvo para metérselos en la nariz para sacarse los mocos.
Entonces pueden encontrarse con uno de estos profesores o estudiantes y se darán cuenta que no tienen nada de sentido común, parece como que no entendieran nada de nada, en las cosas que nadie duda, ellos muestran orgullosos su duda, el método de la filosofía es la duda sistemática, el no dar nada por sentado, en dudar de todo para encontrar así las certezas últimas que den cuenta de las cosas. Cuando hablen con ellos y noten que se han perdido en sus razonamientos circulares verán que como defensa recurren al mismo recurso: señalarles a ustedes cómo emplean sus discursos. Compensan el no saber nada de nada, con el hablar acerca de los discursos, le señalarán cómo se expresa, la forma que tiene de emplear los discursos, las palabras, cómo se representa en los vacíos, etc. Las personas menos entendidas pueden quedar impresionadas con este saber de dedos-discursos, pero el maestro o él filósofo de verdad, no cae en esos trucos. Pueden desarmarlos inmediatamente y mostrar quién es un discípulo que nada sabe y quién es un verdadero filósofo.
Lo importante es la luna, cualquier cosa puede emplearse para señalarla, sin embargo, pocos pueden verla.